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La semana pasada fue una de muy buenas oportunidades para la presidenta Sheinbaum. Desgraciadamente no las aprovechó.  Al no ir a la apertura de sesiones de la ONU, perdió múltiples valiosas oportunidades.

Al no viajar a Nueva York para la apertura de sesiones de la ONU, no solo renunció a presentarse en un foro global clave, sino también a un encuentro cara a cara con Donald Trump, con quien nunca se ha reunido.

Con las enormes complejidades de la relación bilateral, ese primer contacto es crucial. Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha demostrado que un mensaje en Truth Social puede alterar las reglas del juego: imponer aranceles, frenar inversiones o condicionar la cooperación en seguridad. Antes, la relación con Washington dependía de una red de diplomáticos, legisladores y funcionarios. Hoy, la química personal con Trump pesa más que todo eso junto.

Ejemplos sobran de lo que Sheinbaum perdió.

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky, logró que Trump cambiara de postura sobre la guerra con Rusia. Apenas en agosto, tras reunirse con Vladimir Putin en Alaska, el republicano había avalado un plan para que Ucrania cediera territorio a cambio de paz. Sin embargo, después de ver a Zelensky en Nueva York, escribió en Truth Social que ahora cree posible que Ucrania “recupere todo su territorio”. Para Kiev, ese viraje fue un triunfo inesperado, producto directo de un encuentro cara a cara.

El caso de Javier Milei fue todavía más espectacular. Trump lo recibió como a un aliado ideológico y, al día siguiente, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, anunció un rescate de 20 mil millones de dólares para Argentina. Trump justificó el paquete diciendo que quería apoyar la economía argentina y fortalecer a Milei en un momento político complicado. Con elecciones legislativas el 26 de octubre, el espaldarazo llega como un salvavidas.

Incluso Lula da Silva, que mantiene tensiones con Washington, aprovechó unos minutos de conversación con Trump para acordar una reunión formal y discutir el arancel del 50% que EUA impuso a Brasil tras el juicio a Jair Bolsonaro. No resolvió nada de inmediato, pero abrió un canal de negociación.

Sheinbaum, en cambio, no estuvo ahí.

México envió al canciller Juan Ramón de la Fuente, un diplomático experimentado, pero que no sustituye el peso simbólico de la primera presidenta del país. Sheinbaum podía haber usado la plataforma de la ONU para presentarse como una mandataria con agenda internacional —por ejemplo, plantear el crimen organizado como un desafío global de seguridad. Habría sido una forma de marcar diferencia y elevar su perfil como la primera mujer presidenta de México.

Muy distinto al caso de Alexander Stubb, presidente de Finlandia, que sí acudió. Consciente de que su país aspira a un asiento en el Consejo de Seguridad en 2029-2030, dio un discurso memorable. Llamó a la guerra “una falla de la humanidad” y denunció no solo la agresión rusa en Ucrania, sino también conflictos en Medio Oriente y África. Stubb entendió que la ONU es escaparate y trinchera.

Por eso resulta difícil entender la decisión de Sheinbaum. En política exterior, la ausencia también comunica. Y en este caso, el mensaje es claro: México dejó pasar la oportunidad de poner a su presidenta en el mapa internacional y de abrir un canal directo con Donald Trump, el hombre que hoy puede redefinir la relación bilateral.

Columna publicada en El Universal

La relación entre el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador y el de Estados Unidos, Donald Trump, ha dejado perplejos a muchos desde el arranque del sexenio.

Cuando candidato, López Obrador no solo habló sobre la relación que llevaría con Trump, también escribió un libro que se llama Oye Trump en el que destacaba que, él, a diferencia de su antecesor, Enrique Peña Nieto, asumiría una defensa implacable de los mexicanos en general, de los migrantes en particular y respondería a todas y cada una de las bravuconerías del presidente de Estados Unidos. Así lo escribió en varios tuits y lo repitió a lo largo de su campaña.

Una vez asumido el poder, Andrés Manuel López Obrador ha sido extremadamente dócil con Donald Trump, a quien se refiere como su amigo.

Lo anterior vuelve a ser relevante ya que el lunes por la noche el presidente Trump informó a través de sus redes sociales que, debido a la pandemia por el COVID19, suspenderá temporalmente la migración a Estados Unidos con el fin de proteger los trabajos de los estadounidenses. La orden ejecutiva la firmará el día de hoy y arranca con una vigencia de 60 días. Así Trump vuelve a recurrir a la migración como el villano que acecha al pueblo estadounidense. La pandemia es una nueva excusa para sus instintos nativistas.

El anuncio se da cuando apenas la semana pasada el presidente López Obrador presumió que tuvo una llamada con el presidente de Estados Unidos quien le prometió dar mil ventiladores a México y programar una reunión para junio o julio en la que quiere agradecerle la entrada en vigor del TMEC.

Trump sigue siendo Trump. Cuando Peña Nieto era presidente, el mismo día en el que vino a México como candidato y se le dio trato de Jefe de Estado, en la noche fue a Arizona a atacar a los mexicanos en un rally. Ahora, habla con AMLO un día y a los tres saca un decreto anti migrante.

Lo peor es que tanto en el tema TMEC como en la entrega de ventiladores, Trump no va a cumplirle a López Obrador.

El agradecimiento sobre la entrada en vigor del TMEC sería prematuro porque el acuerdo comercial renegociado está atorado. Su fecha de entrada en vigor estaba prevista para el 1º de junio, algo que ya no ocurrirá porque quedan por definir reglas en el sector automotriz. Por el momento la fecha está retrasada hasta el 1º de julio. Pero existe un grupo de asesores del sector privado estadounidense que se reunieron con el encargado comercial de Trump, Robert Lighthizer, el pasado 15 de abril en donde le pidieron a La Casa Blanca posponer la entrada en vigor del TMEC hasta enero del 2021 argumentando que la pandemia ha complicado las condiciones para que el acuerdo entre en vigor antes.

En cuanto a los ventiladores, parece poco probable que Trump le envíe a México mil cuando el 1º de abril FEMA, la Agencia Federal de Manejo de Emergencias, declaró que Estados Unidos enfrentaría un déficit de 13 mil ventiladores. Por ello el gobierno federal y los estados han estado peleando por el abastecimiento de éstos.

Columna completa en El Universal