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El gobierno de Claudia Sheinbaum repite una promesa que suena bien en los discursos: no subir los impuestos. Pero lo que omite decir es que, aunque no haya una reforma fiscal, los costos para los mexicanos sí están subiendo por otras vías.

Ahora que el SAT y las compañías de seguros han llegado a un acuerdo tras años de litigio, el gobierno recaudará más y los clientes de las aseguradoras pagaremos extra.

Durante meses, el SAT y la Secretaría de Hacienda sostuvieron una batalla con el sector asegurador. La autoridad acusó a las aseguradoras de no haber entregado correctamente el IVA que cobran a sus clientes al momento de vender una póliza. En pocas palabras, lo que hacían las aseguradoras era esto: cuando el cliente pagaba su seguro, por ejemplo uno de coche o de gastos médicos, dentro del precio venía el IVA. Las aseguradoras cobraban ese dinero, pero en lugar de entregarlo completo al SAT, lo usaban para compensar otros gastos que también generaban IVA, como los pagos a talleres, hospitales o ajustadores. Es decir, mezclaban el IVA que cobraban a sus clientes con el IVA que ellas mismas pagaban, y al final mandaban menos dinero al gobierno.

Según el SAT, ese dinero pertenece al fisco, no a las empresas. El pleito era porque el SAT quería hacer el cobro de manera retroactiva. Las aseguradoras, por su parte, alegaron que el gobierno estaba reinterpretando la ley, porque durante años ese esquema fue permitido y supervisado sin objeción.

El conflicto escaló hasta convertirse en un problema de casi 200 mil millones de pesos. Finalmente, el gobierno y las aseguradoras llegaron a un acuerdo: las empresas pagarán alrededor de 20 mil millones y el SAT retirará los litigios. Ahora las aseguradoras deberán entregar todo el IVA que cobren a sus clientes y ya no podrán compensarlo con el IVA que pagan a terceros —por ejemplo, hospitales o talleres mecánicos— como hacían antes.

En términos técnicos, es una aclaración contable. En términos reales, es un aumento de costo. Porque lo más probable es que las aseguradoras trasladen ese ajuste a las primas, es decir, al precio de los seguros.

México es uno de los países con menor nivel de aseguramiento privado del mundo: apenas 8% de la población (en las mejores estimaciones) cuenta con algún seguro de salud privado, frente a 65% en Estados Unidos.

En México, la gran mayoría depende del (deficiente) sistema público, y los seguros de gastos médicos mayores son un lujo reservado para unos pocos. Si las primas suben, aún menos personas podrán o querrán contratar uno, ampliando la brecha de protección financiera en caso de enfermedad o accidente.

El gobierno logra recaudar más sin asumir el costo político de decir que sube impuestos. No incrementa el IVA ni el ISR, pero impulsa decisiones que terminan haciendo más caro el costo de vida en México: gasolina con IEPS ajustado al alza, alimentos y bebidas con impuestos especiales crecientes, servicios con nuevos costos fiscales.

En el fondo, lo que se busca es tener más dinero para alimentar el gasto social. Porque ese es el motor político de este gobierno: entregar más transferencias directas a más personas. Es un modelo de redistribución que descansa cada vez más en un Estado que reparte, pero que al mismo tiempo encarece los bienes y servicios que pagan quienes producen y consumen.

En teoría, no hay aumento de impuestos. En la práctica, hay un aumento silencioso del costo de la vida. El gobierno que presume no subir impuestos ha encontrado una fórmula más cómoda: subir los costos.

Columna publicada en El Universal

Ya se impusieron los aranceles. Ahora es el momento para que el gobierno piense y actúe para hacer de la economía mexicana más fuerte y competitiva porque el modelo de desarrollo de los últimos 30 años se terminó con el manotazo de ha dado Donald Trump.

Como bien sabemos, nuestra economía depende de la estadounidense. Pero ahora tenemos que ponernos las pilas y salir adelante sin ese enorme motor de desarrollo.

Sin embargo, en lugar de pensar en fortalecer el Estado de Derecho y en hacer del país uno atractivo para las inversiones a pesar de Donald Trump, tenemos a un gobierno que va derecho y no se quita en el intento por complicar las cosas a quienes aún le siguen apostando a México.

Un sector fundamental es el de las manufacturas. Mientras en Canadá el Primer Ministro Justin Trudeau anuncia medidas para ayudar a los sectores productivos que se verán afectados por los aranceles, aquí en México el sector maquilador y manufacturero tiene que lidiar con el SAT que los quieren hacer pagar un doble IVA y además busca cobrarles 44 mil millones de pesos tan solo por los periodos del 2019 al 2023 por cambios en las reglas del pago de impuestos.

Estamos hablando de 6 mil 800 empresas que, a pesar de ser formales, de pagar impuestos y de generar empleo para 3.3 millones de personas, ahora tienen que defenderse del cambio de reglas que el SAT decidió aplicar. El asunto ha escalado hasta la Suprema Corte.

Conforme a las reglas definidas por las autoridades, por años las empresas maquiladoras tenían que hacer algo conocido como ‘La vuelta en U’ que les permitía importar insumos para fabricar productos libres de impuestos pero implicaba sacar su mercancía a Estados Unidos y regresarla a México literalmente dando una vuelta en U en la frontera.

Como ’La vuelta en U’ era muy costosa, la autoridad introdujo una facilidad administrativa para que pudiera hacerse de manera virtual (en una computadora) y no física (sube las televisiones a un camión, paséalas del otro lado de la frontera y regrésalas a México). El llamado retorno virtual funcionó como un mecanismo sumamente exitoso que permitió a las maquiladoras crecer hasta ser parte fundamental del motor de desarrollo para México.

De pronto, el SAT decidió cambiar las reglas y definió que se debe de pagar impuestos tanto a la importación como a la venta, ósea una doble tributación. El tema ha estado en litigio y, como decía, ha escalado hasta llegar a la Suprema Corte. La semana pasada la Ministra Yazmine Esquivel presentó dos proyectos -cosa por demás rara – uno a favor del SAT y otro en favor de las empresas manufactureras.

La votación no logró una definición y ahora habrá que esperar a que la Ministra Esquivel presenté un nuevo proyecto y éste se vote. Mientras eso sucede el sector manufacturero está atorado en medio de dos enormes incertidumbres. La primera es la que nada tiene que ver con México: el desplante de Trump de ponernos aranceles. La segunda pieza de enorme incertidumbre es esperar a ver qué pase en la Suprema Corte.

¿Será la actual Corte la que vote el asunto, en donde hay expertos en temas fiscales como Margarita Ríos Farjat, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Javier Laynez? O ¿decidirá Esquivel esperar a que se vayan los expertos en junio para entonces poder presentar su proyecto ante la nueva Corte? Esto le daría un golpe muy fuerte a la industria maquiladora pero, una vez más, el SAT le estaría dando un triunfo (pírrico) al gobierno para poder sacar recursos de donde puedan para sus arcas cada vez más vacías.

¿De verdad creemos que el horno está para estos bollos?

Apostilla: la respuesta a los aranceles de Trump de “nos vemos el domingo en el Zócalo” son la mejor señal de que el gobierno auténticamente cree que el horno está para bollos.

Columna publicada en El Universal