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Ayer la presidenta Claudia Sheinbaum viajó a Acapulco para su primera reunión del Consejo Nacional de Seguridad Pública. En un escenario más que complejo por la violencia que se ha apoderado de México, hay algunas luces en el horizonte y unas enormes confusiones.

Las luces arrancan al ver que Sheinbaum se ha desmarcado de la fallida estrategia de abrazos, no balazos de su antecesor. En su lugar ha definido una estrategia basada en cuatro ejes: 1) Atención a las causas de la violencia. 2)Consolidación de la Guardia Nacional y las policías locales. 3)Fortalecimiento de la inteligencia e investigación y 4) Coordinación entre instituciones federales y estatales.

De estos ejes, todos importantes, resalto el fortalecimiento de inteligencia y la coordinación con los estados. Es evidente que la seguridad es responsabilidad de la federación pero que sin el compromiso y la participación de estados y municipios, sería ingenuo pensar que la situación se puede mejorar.

La importancia de esta coordinación con las autoridades locales acaba de probar ser la clave en Estados Unidos para la detención de Luigi Mangione, este joven señalado como el presunto asesino del director de una de las grandes aseguradoras, United HealthCare, que fue baleado afuera de un hotel en pleno Manhattan.

Las autoridades de Nueva York siguieron con cámaras de seguridad los movimientos del tirador hasta donde pudieron. En ellas lograron sacar algunas fotografías de su cara y las enviaron a los departamentos de policía de todo el país. La estrategia parece haber funcionado.

Mangione fue detenido en Altoona, Pensilvania, tan solo seis días después del crimen.

Su arresto se logró gracias a la llamada de una empleada de un McDonalds que lo reconoció por las fotos divulgadas en los medios. Llamó al 911; llegó la policía y el resto es historia.

Eso es un ejemplo de un combate eficiente a la violencia. El mensaje de cero impunidad es clarísimo. Y se logra con coordinación. No es mostrar cifras alegres, como nos recetan a cada rato las autoridades en México. Es actuar en tiempo real para evitar la impunidad.

Lamento decirlo pero en México estamos a años luz de que tengamos la seguridad a la que está obligado el Estado. Primero que nada porque el dinero no se está invirtiendo en ello. Si vemos el Presupuesto de Egresos del 2025, la Secretaría de Seguridad Pública tendrá un recorte de más de cien mil millones de pesos; la Sedena un recorte de más de 35 mil millones de pesos y la Semar un recorte de más de 6 mil millones de pesos. Se entiende que no hay dinero porque el gobierno de López Obrador se encargo de tirarlo en obras faraónicas; en compra de votos y en no hacer nada con desfalcos como el ocurrido en Segalmex, pero ¿cómo pensar tener mejor seguridad si se le hacen recortes a las instituciones encargadas de procurarla?

Al mismo tiempo confunde si vemos los rubros recibirán carretadas de dinero. Además de Pemex,  en el PEF 2025 se le han asignado miles de millones a los trenes de pasajeros, entre ellos el Tren Maya, que recibirá 40 mil millones de pesos. El Tren es un fracaso. La primera responsabilidad del Estado no es jugar a ser empresario ni agente de viajes, es proveer seguridad a los ciudadanos. Por ello le cedemos el monopolio del uso de la fuerza.

Y confunde también el grado de compromiso con la estrategia cuando ayer la presidenta aplaudió el trabajo de la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, y mantiene en su cargo a Rubén Rocha en Sinaloa cuando ambos estados se encuentran en una situación indefendible de inseguridad.

Columna publicada en El Universal

“El estado de naturaleza es la guerra

de todos contra todos, y en

esa condición cada uno

es juez de sus propios actos”

Thomas Hobbes

 

Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador subió un video anunciando que se cancelaba el NAIM, el aeropuerto de Texcoco, fue muy notorio el libro que tenía a un lado titulado ¿Quién manda aquí?

Esto se leyó como un mensaje para dejar en claro que con su llegada a la presidencia ya no serían los grandes empresarios los mandamases en México. Con esa decisión y con ese libro a su costado AMLO mostró que a partir del 1º de diciembre del 2018 él mandaba en México.

Pero ¿realmente manda él cuando admite que hay regiones del país que están bajo el control de los grupos del crimen organizado? Eso fue lo que ocurrió cuando dijo que a los cinco jóvenes que se encontraron torturados y asesinados en un auto en Celaya, Guanajuato, los mataron por meterse a comprar droga con la organización criminal rival de esa zona. Así, el presidente admite que hay regiones en las que él no manda, mandan grupos del crimen organizado.

¿Realmente manda él cuando no puede poner orden en las extorsiones de delincuentes? En una declaración que denota la claudicación del Estado frente a la delincuencia, López Obrador dijo que la lucha en contra de la extorsión la debemos de dar entre todos. Si la diéramos entre todos sería la ley de la selva. Fue precisamente el querer llevar la lucha ‘entre todos’ lo que dejó 14 muertos en Texcaltitlán, Estado de México el fin de semana pasado.

Como los delincuentes quisieron aumentar el monto del cobro de piso a los agricultores y ante un Estado (federal, estatal y municipal) pasmado, los extorsionados decidieron tomar cartas en el asunto y detener ‘entre todos ellos’ este cobro ilegal utilizando machetes y las armas que tuvieron a su alcance.

Un presidente que claudica en su principal responsabilidad no es el que manda. Menos cuando él se ha comportado como un extorsionador durante su sexenio. ¿Qué fue, si no una extorsión, cuando obligó a los empresarios a comprar boletos de una rifa para el avión presidencial que obviamente nadie se ganó?

El problema y el reto de la inseguridad no es nuevo pero el presidente que prometió que lo resolvería, se acerca al fin de su sexenio con cero resultados que presumir en la materia. Este sábado 16 de diciembre se cumplirán trece años del asesinato de la activista Marisela Escobedo.

Escobedo quiso justicia por el asesinato de su hija Rubí. Como el Estado (federal, estatal y municipal) no hacía nada al respecto, ella se abocó personalmente a esa tarea, día y noche desde el 2008, cuando Rubí fue asesinada por su pareja. Escobedo murió de un balazo en la cabeza por haber procurado esa justicia que el Estado le negó.

¿Qué ha cambiado en México de ese diciembre del 2010 a la fecha en materia de procuración de justicia? Si acaso, estamos peor porque tenemos a un Poder Ejecutivo que ha claudicado en su principal tarea, dar seguridad a los ciudadanos, al pedirnos que nosotros seamos los encargados de procurarla. ¿Qué garantías hay para la ciudadanía de que no acabaremos como Marisela Escobedo o como los agricultores y delincuentes muertos en Texcaltitlán?

Columna completa en El Universal

Como ocurre cada doce años, México y Estados Unidos se encaminan a elecciones presidenciales simultáneas en el 2024. Solo por recordar, en 2012 en México ganó Enrique Peña Nieto y en EUA fue reelecto Barack Obama; en el 2000 ganó Vicente Fox en México y George W. Bush en EUA; en 1988 ganó Carlos Salinas de Gortari en México y George Bush padre en Estados Unidos.

A diferencia de todas esas elecciones, la coincidencia entre ambos procesos en México y EUA se da en medio de un ambiente de mucha polarización y con amenazas a la democracia en los dos países.

En México tenemos al actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, eligiendo ampliar su red de enemigos a diario. El dicho de “no hay enemigo pequeño” parece importarle poco a un López Obrador que ha decidido confrontarse con clases medias; partidos de oposición; medios de comunicación; sociedad civil; Poder Judicial; gobiernos e inversionistas extranjeros y un largo etcétera.

En Estados Unidos ya anunció Biden su intención de reelegirse y muy probablemente será el candidato del partido demócrata, a pesar de que menos de la mitad de sus partidarios piensan que debe buscar otros cuatro años dada su edad. A los 80 años, Biden es ya el presidente más viejo en la historia de su país.

Del lado republicano Donald Trump se ha fortalecido rumbo al 2024 por dos razones. La primera es que quién podría ser su contrincante más competitivo, el gobernador de Florida Ron DeSantis, decidió pelearse con la marca que prácticamente todo estadounidense ama: Disney. Esto le está restando puntos y popularidad frente a un Trump que, a pesar de haber perdido la más reciente demanda por acoso sexual que concluyó con una multa de 5 millones de dólares que debe pagar a la víctima, el expresidente fue invitado por la cadena CNN un día después a un “town hall” televisado en el que el público era prácticamente todo pro-Trump.

Así, el magnate pudo mofarse de Nancy Pelosi, la ex presidenta de la Cámara de Representantes, y decir que fue ella la culpable del asalto al Capitolio en enero 6 del 2021, ante las risas y aplausos de los presentes. Este fue solo uno de sus desplantes de cinismo que la moderadora, Kaitlin Collins, intentó frenar y obligar a que el expresidente se apegará a la verdad.

¿Por qué le pareció una buena idea a CNN organizarle esa plataforma a Trump? Solo la desesperación por ganar rating lo puede explicar. Lo cierto es que la cadena colaboró para fortalecer a un político que claramente aborrece los límites de la democracia y que pretende regresar a La Casa Blanca a probarlos de nuevo.

Frente a este panorama tan inestable y crispado, tendrá que transitar la relación bilateral México-Estados Unidos en medio de los crecientes retos en materia de seguridad, migración y comercio. Aquí lo principal a recordar es que el eslabón más débil de la cadena es México. Dependemos de la economía de EUA para que sigan fluyendo las remesas y las inversiones que atrae el nearshoring. Son esos los dos motores principales que han mantenido a México a flote a pesar de las pésimas decisiones de política pública que ha tomado el presidente López Obrador.

¿Cuál de las famosas ‘corcholatas’ o de los que han levantado la mano en la oposición está pensando y preparando estrategias hacia estas elecciones simultáneas? El 2024 parece lejano, pero está a la vuelta de la esquina.

Columna completa en El Universal

En dos días llegan a México el Secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, el de Homeland Security, Alejandro Mayorkas, y el Procurador Merrick Garland para reunirse con el canciller Marcelo Ebrard en el Diálogo de Alto Nivel que se enfocará en temas de seguridad.

A estas pláticas llegan los funcionarios del gobierno de Joe Biden, que están con un tema central en su agenda: evitar la injerencia de China en el mundo en general y en América en particular.

Si bien Ebrard tiene entre sus temas prioritarios cerrar el capítulo de la Iniciativa Mérida y abrir uno nuevo en materia de seguridad, para Garland, Blinken y Mayorkas no habrá pasado desapercibido que en la Cumbre de Celac, fue Ebrard quien presentó con bombo y platillo la videoconferencia del Jefe de Estado chino, Xi Jinping.

Con este antecedente vale la pena preguntarnos ¿con qué ánimo llegarán Mayorkas, Garland y Blinken al diálogo con Ebrard?

En un momento en donde la doctrina de política exterior de Biden es ya muy clara: su tema principal es China, México ha decidido inexplicablemente acercase a ese país. Inexplicablemente porque, desde la entrada de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC), estamos ambos países en una situación se suma cero. Lo que China gana con Estados Unidos, México lo pierde y viceversa.

Entonces, cuando Estados Unidos decide que su estrategia es frenar a China, resulta incomprensible que México no opte por aprovechar la circunstancia para acercarse aún más al vecino del norte.

Para Biden, que enfrenta enormes problemas internos y de política internacional, China es uno de los pocos frentes en donde logra respaldo bipartidista. Tanto demócratas como de republicanos están en favor de contener a China. En la más reciente encuesta de Gallup, el 79 por ciento de los estadounidenses expresó tener una opinión muy desfavorable sobre China. Aquí no hubo diferencias notables entre miembros o simpatizantes de cada partido.

Por ello, a diferencia de prácticamente el resto de las acciones de Donald Trump, en la relación con China Biden no solo ha mantenido la postura de fuerza y contención que implementó su antecesor, sino que la ha aumentado: mantiene las tarifas a los productos chinos; ha seguido con las críticas del manejo del coronavirus por parte de China; ha criticado los abusos en materia de Derechos Humanos de ese país y ha expresado abierto apoyo a un Taiwán independiente.

Para el gobierno de Biden, el papel de Estados Unidos actualmente es lograr que prevalezca la democracia sobre el autoritarismo y ahí China es el principal rival. Esto explica muchas de las acciones de política interna e internacional que ha llevado a cabo el gobierno.

Así las cosas, se antoja complicado el encuentro del 8 de octubre entre Ebrard y la comitiva de Estados Unidos. El memorándum que quiere firmar el gobierno mexicano con el estadounidense, para ser viable, requiere que la relación que tenemos con China cambie. Nuestro desarrollo está atado a Estados Unidos. No es muy difícil de entender esto. O cuando menos, no debería serlo.

Si el gobierno mexicano cree que puede abrazar a Xi Jinping y a la vez pedir cooperación y confianza de Estados Unidos, muy pronto se dará cuenta de que está muy equivocado.

 

Columna completa en El Universal

No. México no era ni de cerca Noruega. Teníamos muchos problemas que corregir en materia de seguridad; economía; desigualdad en oportunidades e ingreso; y en la falta de Estado de Derecho.

Ahora, con lo que el presidente López Obrador ha llamado la Cuarta Transformación, todo lo anterior sigue siendo un problema, pero además estamos ante una serie de oportunidades perdidas.

Los últimos sexenios vimos una enorme polarización. AMLO y sus simpatizantes versus el gobierno en turno. Ahora, con AMLO en el poder, se pudo haber logrado unificar al país. Pero lo que tenemos es mayor división. Al gobierno ha llegado un hombre con ganas de venganza y lleno de rencores. Cada mañana vemos al presidente atacar a distintas personas e instituciones en su conferencia.

Esta semana ha sido el turno de los jueces. Como antes les ha tocado a los empresarios; a los medios de comunicación y a los periodistas. Todos a la basura, es el mensaje desde el escenario de la Conferencia Mañanera.

Seguramente el Poder Judicial tiene problemas de corrupción, como también los hay entre los empresarios medios y periodistas. Pero en lugar de señalar actos contundentes para desterrar viejas prácticas dañinas y buscar una auténtica transformación, el presidente actúa como los gobernantes del pasado. Amenaza y con ello desperdicia la oportunidad que le da su popularidad para llevar a cabo una auténtica transformación. Recurre a la vieja táctica de los soviéticos, de cuestionar a quienes lo cuestionan y señalarlos de hipócritas.

Pero esa no es la única oportunidad perdida. Con el plan económico de Biden que le está inyectando 1.9 billones de dólares a esa economía, México tendría la oportunidad de atraer enormes inversiones, muchas de ellas en proyectos de energías limpias y renovables, pero con la Ley de Energía Eléctrica de AMLO, estas inversiones van a brillar por su ausencia.

En materia de salud, si volteamos a ver el caso de Israel, el Primer Ministro Netanyahu ha decidido utilizar la COVID para pintarse como héroe y evitar que los escándalos de corrupción en su contra lo tumben del gobierno. Ha politizado la pandemia. Pero para ello no ha ni minimizado el virus ni mentido con que la pandemia está domada. Lo que hizo desde meses atrás fue asegurar dosis suficientes para vacunar a su población; animarla a que confíe en la vacuna al aplicársela frente a las cámaras y hoy en Israel la gente puede ya ir a conciertos con cientos de personas y realmente se empieza a ver la luz al final del túnel de la pandemia. Se ven los resultados; no se juega con la esperanza de que ya llegarán.

Las dosis de Pfizer que compró Israel le costaron $25 dólares cada una. Un sobreprecio que bien le ha valido la pena porque su economía ya puede reabrir de forma segura. Por el contrario, los europeos que quisieron negociar un mejor precio con la farmacéutica se encuentran con escasez de vacunas y nuevos confinamientos que le están resultando mucho más caras a sus economías. Y en México, ni se diga. La decisión de no invertir buen dinero en las vacunas y preferir despilfarrarlo en proyectos inútiles como la refinería de Dos Bocas, nos tiene recibiendo vacunas a cuentagotas. El 24 de febrero el gobierno publicó que para marzo tendríamos 23.6 millones de vacunas en México. Pero el martes, la nueva información es que para marzo tendremos 9 millones. Por eso aquí la luz al final del túnel de la pandemia está todavía por verse.

En cualquier momento es doloroso ver el desperdicio de oportunidades para el país. Ahora que estamos pasando por una situación compleja, como la que no se veía hace un siglo, este desperdicio de oportunidades es doblemente lastimoso.

Columna completa en El Universal

Sin libertad de expresión, no hay democracia.

Mi solidaridad con los medios y colegas que

han sido agredidos desde Palacio Nacional

por el simple hecho de ejercerla.

Dejemos la censura e intimidación

en el pasado.

 

El presidente Andrés Manuel López Obrador quiere, como dice el dicho anglosajón, tener su pastel y comérselo también. Y esto, evidentemente no se puede. O tienes el pastel o te lo comes. O quieres ser parte de Norteamérica y todo lo que implica haber firmado el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, el T-MEC, o puedes optar por el discurso de la autosuficiencia y el nacionalismo.

Quizás en ese intento de tener y comer el pastel es que en la primera reunión que sostuvieron AMLO y Biden, en formato virtual, no se tocaron los temas delicados de la relación bilateral. No se habló de seguridad, ni de vacunas. Tampoco de la cancelación de inversiones a empresas estadounidenses. Aunque se habló de cambio climático y el presidente presumió que Biden lo invitó a participar en la cumbre que sostendrá EUA en abril sobre el tema, nada se dijo sobre la intención de López Obrador de que el país recurra a energías sucias y caras para la generación de energía eléctrica.

Un tema que López Obrador había dicho que quería tocar con Biden era el de las vacunas. Ahí está la acusación de acaparamiento que AMLO ha hecho a los países desarrollados en general y a EUA en particular. Lo que no toma en cuenta el presidente de México es que EUA invirtió más de 12 mil millones de dólares en un programa que llamó ‘Warp Speed’ para lograr vacunas que hoy permiten a Biden presumir que para mayo van a tener suficientes dosis para vacunar a todos los estadounidenses.

La Operación ‘Warp Speed’ se ideó y financió todavía con Donald Trump en la presidencia. Trump, que al igual que AMLO siempre minimizó el coronavirus en el discurso, supo ser bastante práctico a la hora de identificar en donde meter el presupuesto federal.

En México el presidente López Obrador no modificó un ápice sus política una vez que se vio el alcance y la gravedad de la COVID19. Siguió metiéndole dinero a Dos Bocas y a Santa Lucía, por ejemplo, como si eso fuera a salvar vidas de los mexicanos, e ignoró la necesidad de aumentar el presupuesto en salud y en ayudas para mitigar los impactos económicos del confinamiento. Ahora quiere que los estadounidenses nos regalen vacunas.

Por ello, y porque Biden ya aclaró que no va a regalarle vacunas a México, es que el tema ni se tocó en la conversación del lunes.

En materia de seguridad, el Canciller Marcelo Ebrard ha dejado en claro que una prioridad de México debe ser buscar trabajar con el gobierno de EUA para frenar el tráfico de armas de norte a sur. El tema no fue abordado en esta primera reunión bilateral, quizás para no desviarse a otras complicadas aristas en la materia, como la exoneración del General Salvador Cienfuegos sin una investigación exhaustiva de parte del gobierno mexicano.

De qué sí se habló: migración y combate a la corrupción. No son temas menores y son áreas en las que ambos gobiernos están alineados, cuando menos en el discurso.

Apostilla: la extorsión, intimidación y censura que ejerce el actual gobierno para tapar la realidad y que ésta se apegue a su discurso no se restringe solo a empresarios, medios y periodistas. Ahora Pemex ha decidido cancelar el contrato con Fitch Ratings para su participación en el proceso de calificación de la empresa. En lugar de trabajar para que Pemex se gane una mejor calificación crediticia, les es más fácil cancelar a la calificadora que ha tenido la mano más firme para con la empresa productiva del Estado.

Columna completa en El Universal

Joseph Stalin, el dictador ruso, decía que una muerte es una tragedia; cien mil muertes es solo una estadística. Y en esa ruta, de las muertes que no son tragedias sino estadísticas, nos hemos adentrado.

Con 35 mil 588 víctimas de homicidios dolosos y feminicidios, el 2019 ha sido el año más violento de la historia de México desde que se hacen estos registros. Estamos hablando de 97.5 personas asesinadas todos los días. Cinco años consecutivos en las que el número de muertos se apilan uno sobre de otro para convertirse en eso: una estadística.

Ya no es una tragedia. Todos los días reportamos masacres que en cualquier país del mundo, una sola de ellas serían noticia de conmoción nacional; de luto. De tener las banderas a media asta.

Tan solo el fin de semana asesinaron a un grupo de músicos indígenas en Guerrero. Diez músicos del grupo Sensación Musical de entre 15 y 42 años asesinados y después quemados hasta quedar irreconocibles. Dos días antes un comando armado llegó a Las Pomas, en Chihuahua, y dispararon y quemaron hasta destrozar casas y vehículos de la comunidad con total impunidad.

El día de ayer, El Universal recordó nueve momentos de violencia en México en el 2019. Entre ellas, la masacre de Viernes Santo en Minatitlán en abril en donde murieron en un salón de fiestas 14 personas, incluyendo a un menor de un año. Este tipo de matanzas abrieron un nuevo capítulo de violencia en donde se dejó de respetar a familias, a mujeres y a niños, en las matanzas entre grupos rivales del crimen organizado.

El 8 de agosto en Uruapan, Michoacán, amanecieron 19 cuerpos colgados y desmembrados en distintos puntos de la ciudad. Veinte días después, en Coatzacoalcos, Veracruz, ocurrió la masacre del bar Caballo Blanco que dejó 31 muertos. El 14 de octubre en Aguililla, Michoacán, fue emboscado y asesinado un convoy de la policía estatal por miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación. Se sabe que fueron ellos porque lo hicieron en sus autos rotulados con las iniciales que llevan grande y claro sus autos: CJNG. Sin miedo ni preocupación a ser identificados por ‘las autoridades’. Todos esto ocurre, ocupa un espacio en los medios durante uno o dos días, y después pasamos a lo que sigue. No hay indignación ni de autoridades, ni de la sociedad.

Este tipo de noticias se juntan una tras otra, día con día, sin señal alguna de que la violencia pueda ya no pensemos en disminuir, sino en ser controlada. Los pocos casos que no quedan impunes son cuando la gente en las comunidades decide tomar cartas en el asunto por ellos mismos. Golpean a ladrones y los linchan para intentar que no se acerquen más delincuentes a sus poblados. Esto claro, en el caso de que estemos hablando de delincuentes comunes, no de crimen organizado.

En mi programa de radio, el colega de estas páginas, Alejandro Hope, dio unas cifras que son espectaculares, por la dimensión que le dan a la violencia de México comparada con otros países. En España al año son asesinadas alrededor de 300 personas. Esa cifra la alcanza México en tan solo ¡tres días! En Reino Unido el número de homicidios es igual al año que el que ocurre en México en una semana. El año pasado, la cifra de muertos en México fue igual que la que tuvieron la suma de 43 países europeos en el mismo periodo.

 

Columna completa en El Universal

La realidad en materia de seguridad ha cambiado dramáticamente, para mal. Lejos de tener una estrategia con metas específicas para presentar resultados, tenemos a un Secretario de Seguridad Pública que señala puntos de inflexión al mismo que tiempo que queda claro que la situación ha empeorado y hay dos factores que lo demuestran contundentemente.

Lo primero es que, de tener un problema grave de inseguridad en pocas ciudades, como Coahuila; Ciudad Juárez; Matamoros y Reynosa, ahora la inseguridad está en prácticamente todo el país, salvo pequeñas islas de tranquilidad como Mérida.

Lo segundo es que ahora los delitos no discriminan niños, mujeres ni familias. La delincuencia ya cruzó esa línea y ya no respeta. Ante la impunidad, la matanza va parejo, como quedó claro con lo ocurrido a la familia Le Barón hace dos días en Sonora, el estado que quiere gobernar Alfonso Durazo. Pero, desgraciadamente éste no es el único caso de asesinatos de familias. Las notas con estas matanzas son ya el pan de cada día en el noticiero que conduzco en Foro TV, A Las Tres.

En los casi diez años que he tenido a mi cargo un noticiero en esta plataforma y antes en Grupo Imagen, he podido ver claramente el deterioro en la seguridad. Las notas cotidianas de asesinatos múltiples de familias y vecinos aparecen con mayor frecuencia. No digo que antes no ocurrieran nunca, como fue el caso de la masacre de Villas de Salvacar en el 2010, pero ahora este tipo de crímenes ocurren con más frecuencia y en más lugares. Tan solo la semana pasada hubo un tiroteo en una fiesta infantil en Iztapalapa y otro en el festejo de San Andrés Totoltepec en donde se dio el tiroteo mientras más de mil personas estaban bailando en la calle.

Y ante este recrudecimiento del crimen, la respuesta de las autoridades es la misma de siempre: lamentamos los hechos; vamos a investigar; lo ocurrido no va a quedar impune. Pero sí queda impune. Ahora con el agravante de que, además, el encargado de la seguridad en el gobierno no sabe del tema. Ha sido un político que ha brincado de partido y de lealtades para mantenerse en el poder, no alguien que conozca desde la teoría hasta la práctica de temas de seguridad. Y por eso, aun cuando era evidente que el problema de inseguridad que heredó el gobierno de López Obrador no se iba a resolver en doce meses, tampoco se va a resolver en los que siguen ni en lo que resta del sexenio con la actual estrategia.

Creer que el cambio lo va a lograr el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, que da 3 mil 600 pesos a quienes pueden ganar impunemente miles de dólares producto de las distintas actividades ilegítimas que existen en México, es una ingenuidad monumental.

En la conferencia mañanera el presidente declaró que posiblemente lo ocurrido a la familia Le Barón se trató de una confusión de quienes asesinaron a las 3 mujeres y 9 niños, pero eso tampoco es una justificación. Lo terrible; lo lamentable, es que en México se puede cometer un crimen de esa magnitud para ajustar cuentas entre delincuentes y nada pasa.

Sin duda parte del problema viene del flujo de armas de norte a sur y del enorme consumo de drogas en Estados Unidos, pero el meollo del asunto es la falta de Estado de Derecho en México. Así como no es correcto que el presidente culpe al pasado de lo que ocurre actualmente, tampoco podemos creer que reglas de Estados Unidos van a ser las que traigan seguridad en México.

 

Columna completa en EL UNIVERSAL