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Por años la política exterior de México fue motivo de orgullo. Lográbamos ser el vecino de la gran potencia, Estados Unidos, y a la vez ser el puente con Latinoamérica. Teníamos nuestro TLCAN pero también pertenecíamos al Mercosur. Se hablaba de México como el gran hermano latinoamericano.

La ‘gran transformación’ de la 4T ha dado con al traste con todo ello y lo ocurrido en la votación del Banco Interamericano de Desarrollo y en la Organización Panamericana de la Salud es simplemente la prueba de que la idea de López Obrador de que “la mejor política exterior es la interior” tiene sus costos.

Aunque al presidente de México no le guste, sus desplantes, groserías e ignorancia sobre el papel de México en el mundo tiene consecuencias.

Primero hemos visto a un López Obrador que ha desdeñado acudir a las cumbre y reuniones internacionales. En segundo lugar ha optado por hacer nombramientos en embajadas y consulados de gente no capacitada para esos encargos. Muestra emblemática ha sido el amigo de la esposa de López Obrador, Pedro Salmerón, que fue justificadamente rechazado por Panamá después del movimiento #UnAcosadorNoSeraEmbajador.

Además ha decidido atacar a gobiernos como el español, a quienes sugirió poner la relación ‘en pausa’ o al estadounidense al preferir defender a los dictadores de Nicaragua, Cuba y Venezuela que apoyar a Biden cuando la Cumbre de las Américas. Ha sugerido que la Estatua de la Libertad sea desmontada de EUA en defensa de Julian Assange y un largo, larguísimo etcétera.

Pues es la fecha en que estos desplantes le cobran factura al gobierno de México. La postulación de Gerardo Esquivel al frente del Banco Interamericano de Desarrollo, del BID, fue casi de último momento después de que la candidata original del presidente, Alicia Bárcena, se cayera a principios de noviembre cuando una legisladora estadounidense señaló que no sería bienvenida.

María Elvira Salazar, envió una carta a la secretaria del Tesoro Janet Yellen pidiendo que el país vote en contra de la candidatura de Bárcena. “Es simpatizante del comunismo”, acusó, ya que, como secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, la CEPAL, habló de manera positiva sobre Fidel Castro y Hugo Chávez. EUA tiene un voto que pesa el 30 por ciento en el nombramiento de quien dirija el BID. Bárcena se retiró. La posibilidad para Esquivel en ese momento se redujo considerablemente y eso explica que en la votación del fin de semana México, que no Esquivel, recibiera solamente dos votos.

Ha sido una soledad autoinfligida, resultado de una política exterior poco profesional. El enojo del presidente, reflejado en el comunicado de Hacienda lamentando que Estados Unidos no apoyara al candidato de México y se decantara por el brasileño Ilan Goldfajn no es más que un botón adicional que enseña que no se entiende que no se entiende.

Culpar a otros es sumarle al error. Pero eso será complicado de ver cuando lo que hay como estrategia central en estos momentos es marchar en contra de una parte de los mexicanos.

Columna completa en El Universal

¿Por qué nos debe importar en México la conclusión de la investigación especial de Robert Muller sobre Donald Trump? Dos años de investigaciones; 55 de ellas a Donald Trump; 34 acusados y/o tras las rejas, el reporte se lo entregó el viernes pasado Muller al procurador William Barr. Su contenido no se ha hecho público salvo un resumen de parte de la Procuraduría.

La conclusión es que no hubo colusión con los rusos, pero deja abierta la posibilidad de que Trump haya querido obstruir las investigaciones y, por ende, la justicia. Sin embargo, el procurador William Barr llegó a su propia conclusión y la hizo pública: tampoco hubo obstrucción de justicia de parte del presidente Trump.

Así, Trump acaba de tener sus mejores días. Y esa felicidad de Trump es inversamente proporcional al enojo de los demócratas con el cierre del informe Muller. Enojo porque esperaban que Muller daría una conclusión más definida: sí o no hubo colusión; sí o no hubo obstrucción de la justicia. Pero el que la segunda parte de lo investigado fuese inconcluso ha molestado a los demócratas que argumentan que la vaguedad fue así porque Muller nunca entrevistó a Trump cara a cara, solamente vía un cuestionario por escrito.

El encono entre Trump y los demócratas va a estar más exacerbado que antes. Y es por ello que se antoja muy complicado que los demócratas, con su mayoría en la Cámara de Representantes, le quieran dar un triunfo más a Trump.

Aquí es en donde entra en escena México.

Aprobarle a Trump el T-MEC en la Cámara de Diputados, se vuelve más improbable. Por eso nos importa en México la conclusión de Muller. La felicidad de hoy de Trump bien puede convertirse en desesperación en unos meses si los demócratas no aprueban el T-MEC.

Algunos dirán que si no se aprueba el T-MEC, seguiremos en un acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá vía el TLCAN original. Pero hay que tomar en cuenta que Trump, para arrinconar a los demócratas, tiene la herramienta de aplicar el artículo 2205 del tratado, que implica el anuncio de la salida de Estados Unidos del TLCAN original. El anuncio implicaría que seis meses después se daría la salida. Así, Trump piensa que los demócratas tendrán que optar por aprobarle el T-MEC o quedarse sin acuerdo comercial con México.

En los círculos encargados de la renegociación del TLCAN, tanto en México como en Estados Unidos, han tomado en consideración esta posibilidad de que Trump, con su carácter impredecible, decida recurrir al artículo 2205 del tratado para presionar a los demócratas.

Por un lado, me han confirmado que despachos legales estadounidenses, contratados tanto por México como por empresarios del país vecino, están listos para demandar a Trump si decidiera aplicar el 2205.

Esto no hace más que volver aún más atractiva la herramienta del 2205 para un Donald Trump que sabemos se echa más hacia adelante entre mayor conflicto vea venir.

Para complicarle más el escenario a México, el TLCAN renegociado incluyó un Anexo 23A que obliga a México a una reforma laboral antes de que el T-MEC sea ratificado. Esta reforma laboral no se está discutiendo siquiera actualmente, ante una Cámara de Diputados que está distraída con la reforma educativa, entre otras prioridades.

 

Columna completa en El Universal

Hoy llega la delegación canadiense de nuevo a Washington a intentar llegar a un acuerdo con el gobierno de Estados Unidos. Hay mucho optimismo respecto a lo que pase en estas negociaciones en el sentido de que al final Canadá acabará por sumarse al acuerdo.

Esto a pesar de lo mal que se llevan en lo personal la canciller canadiense, Chrystia Freeland, y el jefe negociador estadounidense, Robert Lighthizer. Ella ultra liberal y mujer; él un septuagenario conservador que, me comentan quienes han estado en las negociaciones en D.C., no entiende porque debe sentarse con una mujer a tratar temas comerciales.

Más allá de estas enemistades a las que podríamos sumar la de el propio Trump con Trudeau, México se encuentra en una posición terrible en estas negociaciones. Por un lado hemos aparecido como los que capitulamos ante Trump. Fue positivo porque al permitirle montar su show de la llamada telefónica con el presidente Peña Nieto en la Oficina Oval, lo contuvimos de darnos una patada en el trasero tanto a México como a Canadá. Pero aun así, la imagen de que cedimos de más en el sector automotriz y al permitir una Cláusula Sunset, que si bien se extendió, sigue violando el espíritu del tratado, arroja un mal panorama.

Además, no existe claridad de que estas concesiones nos lleven a tener un acuerdo con EUA ante la incertidumbre de si el congreso le permitirá a Trump negociar un acuerdo bilateral a diferencia del trilateral que es el que los republicanos y los sindicatos en EU prefieren.

Y aun peor, está el enorme problema que en México ha pasado desapercibido del sabotaje de Trump a la Organización Mundial del Comercio, la OMC. Como bien sabemos y tanto han repetido las autoridades mexicanas, si el TLCAN muere, tenemos las reglas de la OMC para defendernos.

Resulta que así como en el plano nacional Trump siente que debe estar por encima de la ley y que por ello no tiene porque presentar su declaración de impuestos ni debe ser investigado por su posible colusión con Rusia o su gasto de recursos de su campaña y si éstos fueron utilizados para pagar el silencio de alguna mujer con la que sostuvo encuentros sexuales, en el plano internacional, Trump también quiere impunidad. No quiere que llegue un panel compuesto por jueces que no sean estadounidenses a decirle qué hacer respecto a sus prácticas comerciales.

Columna completa en El Universal

En mayo se suspendieron las pláticas para renegociar el TLCAN con la certidumbre de que éstas no se retomarían sino hasta el 2019. De que no habría NAFTA 2.0 en el horizonte. No estaban las circunstancias dadas en México, ante las elecciones de julio 1. Tampoco en Estados Unidos, ante las intermedias de noviembre.

Y, de pronto, en el vaivén que Trump le inyecta a prácticamente todo lo que se le acerca, el panorama cambió 180 grados. Entre una serie de tuits del presidente estadounidense y la declaración escrita en una carta a AMLO urgiendo un acuerdo cuanto antes, el equipo negociador mexicano viajó a Washington con la idea de que los temas espinosos en materia de autos, agricultura y la famosa ‘cláusula Sunset’ se podrían volver a discutir con nueva flexibilidad. Ahora la expectativa es que se podrá firmar un TLCAN renegociado antes del 25 de agosto.

Esto lo declaró Ildelfonso Guajardo en Washington la semana pasada. Lo reafirmó Robert Lighthzer, el Representante Comercial de EUA; lo mismo que Kevin Hassett, la cabeza de los Asesores Económicos de La Casa Blanca.

¿Por qué este viraje tan abrupto? Primero porque la elección en México fue de un triunfo claro y abrumador para AMLO. A Trump le gustan este tipo de triunfos en los que el futuro presidente de México no se vea molestado por las nimiedades de la democracia como tener que negociar con un legislativo de oposición, por ejemplo.

La inclusión de Jesús Seade en las pláticas fue muy bien recibida. Es alguien que conoce de los temas comerciales. No es ningún improvisado. Su presencia a lado de los negociadores del gobierno y de la IP envió un mensaje de continuidad y coordinación entre el gobierno saliente de Peña Nieto y el entrante de AMLO. Por eso en este primer nuevo reacercamiento el resultado fue todavía de mayor optimismo.

 

Columna completa en El Universal

Después de casi dos semanas de negociaciones y encuentros a diario en Washington D.C entre los ministros de México y Canadá con el encargado comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, llegó el ultimátum de Paul Ryan, líder de la Cámara de Representantes.

Este ultimátum fue dirigido a Trump, pero fue una estocada para México y Canadá también porque rompió la inercia que traían en las negociaciones. Ryan puso como fecha al gobierno de Trump para mandar aviso al Congreso de que recibirá la propuesta del TLCAN renegociado el 17 de mayo.

Esta fecha tiene que ver con los tiempos legislativos de Estados Unidos. La autoridad de Trump para renegociar este y otros acuerdos comerciales se rige bajo la regla ‘Fast-Track’ del TPA (Trade Promotion Authority). Ésta exige al ejecutivo avisar con 90 días de anticipación al legislativo su intención de renegociar. Una vez concluidos esos 90 días, el congreso estadounidense puede responder con un simple sí o no a lo renegociado. Por eso es Fast-Track.

Una vez que vota el legislativo, si el voto es positivo, Trump lo puede firmar y entonces lo pueden firmar México y Canadá de acuerdo con nuestros propios procesos legislativos.

Pero en el caso de Estados Unidos, Paul Ryan sabe que su partido, los republicanos, pueden perder la mayoría en las elecciones del 6 de noviembre y, para no dejar las negociaciones en manos de los demócratas – que son menos afines al libre comercio – Ryan invita a Trump a renegociar ya.

Esta presión llegó en uno de los momentos más complejos de las negociaciones trilaterales. Justo cuando se están discutiendo dos temas muy delicados sobre todo para México: las reglas de origen del comercio automotriz y los salarios del mismo sector. En ambos temas el gobierno estadounidense pide demasiado al mexicano; los negociadores de México han cedido, pero se han dado cuenta que Estados Unidos no quiere negociar; quiere imponer.

Quiere imponer en el tema automotriz pero también en el agrícola; en dejar la ‘Clausula Sunset’ que permitiría terminar o renovar el TLCAN cada 5 años con lo que pierde su atractivo de estabilidad…todo bajo la premisa de que México y Canadá han abusado de Estados Unidos vía el TLCAN y por ello ahora es momento de pagar de regreso.

 

Columna completa en El Universal

Si bien hacia principios de octubre del año pasado la situación para el TLCAN parecía estar al borde del fin, hoy los esfuerzos conjuntos del grupo empresarial encabezado por Moisés Kalach; el equipo de negociadores del gobierno mexicano encabezados por la dupla Videgaray-Guajardo y los asesores de ambos han logrado inclinar la balanza a favor de la continuidad del tratado o en contra de la salida de EUA de éste.

 

Platicando con quienes han estado en las renegociaciones del TLCAN veo un lamento; un miedo y dos señales de optimismo ahora que está por comenzar una nueva ronda de renegociaciones.

 

Arranco por el optimismo. Los negociadores mexicanos han logrado reunirse con 27 gobernadores de Estados Unidos para sensibilizarlos de lo que significaría el fin del TLCAN para sus ciudadanos. Para varios de ellos la relación comercial con México les resultaba o desconocida o ajena. Un ejemplo fue la plática que sostuvieron los negociadores mexicanos con la gobernadora Kim Reynolds de Iowa. Ella no sabía que México representaba el 95% de las exportaciones de puerco de una de las empresas más importantes de su Estado, Sioux –Preme Packing Co. Y que, sin el TLCAN, México podría importarle en lugar de a esta empresa, a otras en Europa o Japón, que son los competidores más importantes para Iowa y con quienes México tiene también acuerdo de libre comercio.

 

Como este ejemplo, hay varios que han logrado hacer ver a gobernadores, congresistas y empresarios estadounidenses que el TLCAN es conveniente para la región. Con ello, cada vez que alguno de estos actores siente que Trump vuelve a querer cancelar el acuerdo, son los propios estadounidenses los que abogan por seguir en él.

 

Otra señal de optimismo proviene del enfriamiento de las relaciones EUA-China. Si bien una guerra comercial entre ambos países no es una buena noticia para nadie, el discurso anti déficit que Trump ha tenido en contra de México parece estar girando hacia China. Esto hace sentido en la visión mercantilista de Trump ya que el déficit de EUA con México (63 mil mdd) es muy inferior al que tiene EUA con China (más de 500 mil mdd).

 

El lamento viene para el sector empresarial por haber abandonado el gran cabildeo que tuvo México en EUA durante las negociaciones del TLCAN en los 80s y principios de los 90s. La duda que flotan es: si este esfuerzo hubiese permanecido quizás Trump nunca habría agarrado a México como su pieza de golpeteo favorita desde que estuvo en campaña.

 

 

Columna completa en El Universal

En las dos rondas de renegociaciones del TLCAN el gobierno mexicano ha estado sumamente firme en algo que me parece incomprensible: en que México sea un país de mano de obra barata.

 

Incomprensible que mientras las contrapartes de Estados Unidos y Canadá pidan mejores salarios para los trabajadores mexicanos, nuestros negociadores le digan a los vecinos del norte que no se metan en esos temas y que nos dejen lo laboral a nuestras leyes. El asunto es de índole nacional, declaró Bosco de la Vega, presidente del Consejo Nacional Agropecuario. Y por ello le pidió a sus contrapartes estadounidenses y canadienses que dejen de pugnar por mejores salarios para los trabajadores mexicanos.

 

La preocupación me parece genuina de parte de Estados Unidos y Canadá, pero debiera serlo también para México. Mientras que un trabajador en cualquiera de los dos países del norte gana alrededor de $58 dólares el día, en México el salario es de $4.50 por día.

 

Por ello se podían escuchar gritos afuera del hotel sede de las renegociaciones en la Ciudad de México de Jerry Dias, dirigente de uno de los sindicatos privados más grandes de Canadá, Unifor, pidiendo que los trabajadores mexicanos ganen más pesos la hora.

 

A esta petición Carlos Aceves del Olmo, Secretario General del Comité Ejecutivo Nacional la CTM, declaró que esos salarios eran un sueño guajiro.

 

 

 

 

 

Columna completa en EL UNIVERSAL

No está México ni los mexicanos en la polémica. Tampoco Rusia. Ni Hillary Clinton, Arnold Schwarzenegger o la reportera Megyn Kelly. En esta ocasión Trump se fue en contra de la identidad misma de los estadounidenses al poner en igual plano moral a los neo-Nazis, Ku Klux Klan, racistas, antisemitas que se manifestaron en Charlottesville, Virginia, con los contra manifestantes que se juntaron en repudio a estos supremacistas.

 

Sabemos que Trump ha sido muy rápido en atacar, criticar, desdeñar aquello que no le parece. En el caso de los supremacistas que dejaron a una mujer de 32 años muerta, la condena tardó 48 horas y después se desdijo alegando que había radicales de ambos lados y buenas personas entre los dos grupos.

 

El resultado ha sido una nueva catástrofe para Donald Trump quien, mediante esta actuación se ha generado una nueva crisis auto infligida que lo deja de nueva cuenta aislado con su nivel de aprobación bajando (está en 34%); peleado con los líderes republicanos en el congreso; con los medios de comunicación (incluyendo a Fox News cuyos conductores – como Shepard Smith, han confesado que no pueden encontrar a un solo republicano para salir a defender a Trump al aire); líderes mundiales, en especial los europeos que vivieron los horrores del nazismo; afro-americanos; líderes militares que expresaron su repudio a Trump; gobernadores (el de Arizona, Greg Stanton, le pidió vía twitter a Trump que reconsidere postergar el rally que tiene programado para el día 22 en Phoenix) y hasta miembros de su staff en La Casa Blanca que han filtrado a la prensa que no están contentos con las expresiones de su jefe.

 

 

Columna completa en El Universal

Foto: Archivo APO

Recuerdo muy bien el programa de televisión de Héctor Suárez que, entre broma y broma, dejaba que la verdad sobre nosotros los mexicanos, se asomara. Se llamaba ¿Qué nos pasa? y proyectaba toda clase de historias sobre acciones y omisiones de sus personajes que de alguna manera explicaban el México de entonces, el México de finales de los 80s.

 

Se burlaba desde el transporte público, la burocracia, de la prepotencia del ciudadano y del servidor público, la forma de hablar y de vestir…en fin, hacía que nuestros peores defectos nos sacaran una carcajada.

Era el México de antes del Tratado de Libre Comercio; antes del triunfo de Vicente Fox en la presidencia. Es decir, era el México de antes de la apertura comercial (sólo éramos miembros nuevos del GATT) y de la alternancia política. Uno pensaría que el México del cual se burlaba y hacía sátira Héctor Suárez ya tendría que haber quedado atrás. Que casi tres décadas después la pregunta central no nos la tendríamos que estar haciendo todavía. Y, sin embargo, no queda de otra más que hacerla: ¿Qué nos pasa?

¿Qué nos pasa que cuando un narcomenudista es abatido en pleno corazón de la Ciudad de México por elementos de la Marina después de haber sido blanco de las autoridades por encabezar una red de compra y venta de drogas, secuestros y extorsiones, su sepelio es en medio de vítores, lágrimas y aplausos?

 

 

Columna completo en El Universal 

Foto: Archivo APO