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Pobre presidenta Claudia Sheinbaum. El asesinato de Carlos Manzo, alcalde de Uruapan, la obligó a posponer la conferencia mañanera desde Los Pinos en la que presentaría los planes rumbo a la Copa del Mundo 2026. Ni modo de hablar de fútbol cuando acaban de asesinar a otro alcalde, uno más, y en Michoacán.

Pobre presidenta, que los carroñeros de los medios de comunicación se atreven a cuestionarla por esta violencia. Violencia, lo que se dice violencia, es la que ocurre en las redes sociales, según ella misma ha dicho, y que promete investigar. Eso sí indigna: que se usen las redes para preguntar por qué van siete alcaldes asesinados durante el mandato del morenista Alfredo Ramírez Bedolla, según cifras del INEGI y reportes de la organización Causa en Común. La indignación de la presidenta es comprensible. ¿Quién pagó por esos trending topics? ¿Quién financia esos TikToks? ¿Quién está detrás de las movilizaciones en Michoacán donde incluso han salido estudiantes a las calles? Seguro son políticos de oposición buscando sacar raja del dolor.

Pobre presidenta. En el México más democrático de la historia, tendrá que gastar tiempo, dinero y esfuerzo en investigar a la prensa carroñera. Recursos que podrían destinarse a hospitales o medicinas deberán usarse para señalar a quienes osan dudar de su estrategia de seguridad. Tendrá que distraerse de lo importante para averiguar quién se indigna por el homicidio de un político que se atrevió a desafiar al crimen organizado.

Y es que, pobre presidenta: Michoacán está como está por culpa de Felipe Calderón. Fue él quien —según repite el guion oficial— desató la guerra contra el narcotráfico. Han pasado tres sexenios y trece años desde que dejó el poder, pero sigue siendo el villano favorito. No bastó con que catorce elementos de la Guardia Nacional custodiaran al alcalde de Uruapan; aun así lo asesinaron a quemarropa. Maldito Calderón.

Pobre presidenta que quiere, sinceramente o no, acabar con la violencia, pero está rodeada de quienes la perpetúan. Ahí está el propio Ramírez Bedolla, gobernador morenista. Y también otros de su partido, como Rubén Rocha Moya en Sinaloa o Alfonso Durazo en Sonora, que muestran cuando menos tolerancia al crimen organizado. ¿Y qué decir de Adán Augusto López y los múltiples señalamientos de corrupción y vínculos turbios en su entorno? La presidenta promete “cero impunidad”, pero ¿cómo hacer limpieza cuando al mismo tiempo Andy López Beltrán busca afiliar a diez millones de nuevos militantes a Morena? La realpolitik pesa más que la justicia. Pobre presidenta: su “cero impunidad” choca con la realidad.

Pobre presidenta. Este homicidio ha sido utilizado, dice, por organizaciones como Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, vinculadas, según su versión, con grupos empresariales “que ya no tienen mucho reconocimiento social”. Lo que buscan, asegura, es manipular a los jóvenes de la Generación Z para que marchen el 15 de noviembre, fecha ya convocada en redes. Para contrarrestarlo, Sheinbaum advirtió que se analizarán las cuentas que promueven la protesta y sostuvo que “no tiene nada que ver con una manifestación legítima”, sino con un movimiento artificial “para ver si de casualidad los jóvenes se enganchan”.

Pobre presidenta Claudia Sheinbaum. Ella es la víctima. No los michoacanos que viven entre balaceras. No los alcaldes asesinados. No los periodistas ni los policías que caen cada semana. La víctima, según su narrativa, es ella: la presidenta que tiene que cargar con los errores de otros, con una oposición malvada, con redes sociales crueles y con un país que no entiende su transformación.

Pobre presidenta. Ella es la víctima de toda esta situación.

Columna publicada en El Universal

El presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que no se reuniría con los integrantes de la Marcha por la Paz, con Justicia y Dignidad encabezada por Javier Sicilia y la familia LeBarón porque no quería hacer show. Y, sin embargo, sin reunirse con ellos, hubo show.

Afuera de Palacio Nacional, sus simpatizantes les gritaron de todo a Sicilia, LeBarón y quienes los acompañaron cuando llegaron después de tres días de caminar desde Cuernavaca pidiendo reunirse con el presidente para solicitar que se visibilicen las víctimas del crimen organizado en México. Pero no. López Obrador no los recibió.

¡Qué suertudo es AMLO que puede salirse con la suya, ignorar a víctimas del crimen organizado, dejar que sus simpatizantes los insulten, y aun así, seguir siendo el político popular de México!

En el show que sí hubo adentro de Palacio Nacional durante la mañanera del lunes, el presidente López Obrador se dijo sorprendido de que ni Sicilia ni LeBarón hubiesen cuestionado a Felipe Calderón por haber iniciado la guerra contra el crimen organizado. Los llamó hipócritas, conservadores y corruptos. Esto aun cuando hay múltiples videos de ocasiones en que cuestionaron a Calderón e incluso pidieron que despidiera a Genaro García Luna como encargado de la Secretaría de Seguridad.

Pero, como el presidente López Obrador es un político suertudo, no tiene una figura opositora que lo cuestione a él como en su momento él cuestionó las acciones de los presidentes Fox, Calderón y Peña. Puede darse el lujo de tener un relativismo moral. Puede decir que él da abrazos, no balazos y tener al frente de la seguridad a un hombre que habla de puntos de inflexión cuando en esa misma semana sueltan al hijo de El Chapo. ¿Y su popularidad? sigue viento en popa.

Sus simpatizantes pueden olvidarse de la furia que desató Calderón cuando, como presidente, victimizó dos veces a los jóvenes asesinados en el Tec de Monterrey, a quienes señaló erróneamente como sicarios. Ahora López Obrador y sus simpatizantes califican de interesados en desestabilizar al gobierno a quienes marchan pidiendo justicia y dignidad para sus muertos. Difícil de entender una reacción así viniendo de quien dice ser un líder social de las causas de los desfavorecidos.

El presidente es muy suertudo porque puede presumir que no hay desabasto de medicamentos y que además la atención médica va a ser gratuita, a pesar de que en las calles hay padres rogando ayuda al Estado para que la salud de sus hijos con cáncer no sea puesta en juego por la falta de metotrexato. Dice una cosa aun cuando es claro que sucede otra pero, como no hay figuras de peso para cuestionarlo, el presidente suertudo, va derecho y no se quita.

Existen múltiples testimonios de quienes se han quedado sin atención de salud por la desaparición del Seguro Popular y el desorden en que entró en vigor el INSABI, pero lejos de corregir el rumbo, las figuras que esperaríamos fueran contrapeso –los gobernadores de oposición, los del PRI – se alinean y le dicen “Sí señor presidente” a AMLO, e inscriben a sus estados en el INSABI sin cuestionar las fallas.

¡Qué suertudo es el presidente López Obrador!

 

Columna completa en El Universal