El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, ha tenido un comienzo relativamente positivo en su relación con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y su equipo. Sin embargo, tanto las administraciones mexicanas actuales como las entrantes enfrentan el desafío de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y no está claro que las prioridades del Señor López Obrador sobre el tema varíen significativamente de las de su predecesor. Por lo tanto, es probable que persista el riesgo de una continua fricción entre los dos países respecto al TLCAN, la inmigración y la seguridad.

López Obrador se apartó de su retórica antes crítica y defendió abiertamente el TLCAN contra los ataques de Trump durante la campaña presidencial. A pesar de esto, y del hecho de que él es el polo opuesto ideológico de Trump, López Obrador recibió elogios del presidente de los Estados Unidos tras su arrolladora victoria electoral el 1 de julio. Trump también instó a que los dos presidentes trabajen juntos en asuntos comunes.

Tras una conversación positiva entre López Obrador y Trump después de la victoria del presidente electo, el 13 de julio miembros de su equipo se reunieron con una delegación estadounidense encabezada por el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, que incluyó al secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, y a la secretaria de seguridad nacional, Kirstjen Nielsen. El equipo de López Obrador incluyó a Marcelo Ebrard, su propuesta a canciller; a Olga Sánchez Cordero, propuesta como Secretaria de Gobernación; a Carlos Urzúa, el Secretario de Hacienda propuesto; y a Graciela Márquez Colín, la Secretaria de economía propuesta.

Ambas partes afirmaron que la reunión fue positiva y que la discusión se centró en la renegociación del TLCAN, inmigración y seguridad, aunque los detalles se mantuvieron en privado.

Llegar a un acuerdo en los próximos meses, sin embargo, se complicará por el hecho de que la posición negociadora de México sigue siendo fuertemente opuesta a varias propuestas clave de los Estados Unidos y hay pocas pruebas que sugieran que la nueva administración retrocederá en estas. Tales como la oposición a reglas de origen para el sector automotriz, la principal fuente del déficit comercial de los Estados Unidos con México; aranceles estacionales sobre productos agrícolas; una llamada cláusula de extinción que forzaría nuevas renegociaciones cada cinco años; y cambios en el mecanismo de resolución de disputas del TLCAN, lo que reduciría en gran medida la capacidad de los tres países miembros para hacer cumplir las reclamaciones contra otros miembros.

A medida que se acercan las elecciones intermedias de noviembre en Estados Unidos, hay una probabilidad creciente de que Trump intensifique su retórica anti-TLCAN y antiinmigración para apelar al apoyo del voto republicano.

Esto puede complicar las cosas si los Estados Unidos duplican sus propuestas polémicas para un nuevo TLCAN, la mayoría de las cuales no obtendrán el apoyo de México ni de Canadá. Como tal, puede resultar más beneficioso para México si las negociaciones continúan después de noviembre, cuando es probable que Trump adopte una postura menos radical, particularmente si el partido Demócrata recupera el Congreso.

 

Con información de The Economist

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



Escribe un comentario