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Colin Powell, el primer secretario de Estado afroamericano de Estados Unidos y exalto funcionario de defensa, murió este lunes a los 84 años debido a complicaciones derivadas del COVID-19, a pesar de haber recibido dosis completas de vacunación, dijo su familia en un comunicado en Facebook.

“Hemos perdido a un extraordinario y amoroso esposo, padre, abuelo y a un gran estadounidense”, dijo su familia.

El general de cuatro estrellas, nacido en Nueva York, murió en el centro médico militar Walter Reed, ubicado a las afueras de Washington.

Cabe destacar que Powell tenía un mieloma múltiple, un cáncer de las células plasmáticas que, al ser parte del sistema inmunológico, lo hizo aún más vulnerable ante COVID-19 a pesar de estar completamente vacunado.

Powell fue uno de los funcionarios afroamericanos más destacados de Estados Unidos durante décadas. Fue nombrado para altos cargos por tres presidentes republicanos y alcanzó la titularidad del Pentágono mientras aún se recuperaba del trauma de la guerra de Vietnam.

Se desempeñó como asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos en la presidencia de Ronald Reagan de 1987 a 1989.

Fue jefe del Estado Mayor Conjunto durante el mandato de George H.W. Bush durante la Guerra del Golfo de 1991, cuando las fuerzas lideradas por Estados Unidos expulsaron a las tropas iraquíes del vecino Kuwait.

Powell, un republicano moderado y pragmático, consideró la posibilidad de convertirse en el primer presidente negro de Estados Unidos en 1996, pero las preocupaciones de su esposa Alma respecto a su seguridad lo desanimaron.

En 2008, rompió con su partido para respaldar al demócrata Barack Obama, quien se convirtió en el primer presidente negro en la historia de Estados Unidos.

Powell siempre estará asociado con su controvertida presentación ante el Consejo de Seguridad de la ONU el 5 de febrero de 2003, en la que el presidente George W. Bush afirmó que el gobernante iraquí Saddam Hussein constituía un peligro inminente para el mundo debido a sus arsenales de armas químicas y biológicas.

El exsecretario de Estado admitió posteriormente que la presentación estuvo plagada de inexactitudes y de datos de inteligencia alterados proporcionados por otros funcionarios en la administración Bush y representó “una mancha” que “siempre será parte de mi historial”.

El expolicía de Mineápolis, Minesota, en Estados Unidos, Derek Chauvin, acusado del asesinato del afroamericano George Floyd, a quien mantuvo varios minutos presionándole el cuello con la rodilla, salió este miércoles de prisión en libertad bajo fianza.

Según registros penitenciarios divulgados por los medios locales, Chauvin, que se encontraba detenido desde mayo y debe comparecer ante los tribunales en marzo próximo por la muerte de Floyd, fue liberado tras depositar una fianza de un millón de dólares.

El exagente fue trasladado este miércoles de la prisión estatal de la localidad de Oak Park Heights, en Minesota, a la cárcel del condado de Hennepin, en Mineápolis, de la que salió en libertad.

Chauvín es el último de los cuatro exagentes implicados en la muerte de Floyd que sale en libertad condicional a la espera de juicio, después de sus excompañeros Tou Thao, J. Alexander Kueng y Thomas Lane, presentes en la detención del afroamericano y acusados de complicidad en el asesinato por no haber hecho nada por evitarlo.

Recordemos que la muerte de Floyd desencadenó múltiples manifestaciones contra la violencia policial en al menos una veintena de ciudades de Estados Unidos, muchas de las cuales derivaron en enfrentamientos y saqueos.

El expolicía, de 44 años y que llevaba 19 en la policía de Mineápolis, será juzgado por homicidio y homicidio en segundo grado en un tribunal del condado de Hennepin, en un juicio programado para marzo que podría incluir a sus tres excompañeros.

Se teme que la liberación de Chauvin genere tensiones en Mineápolis, principal escenario de las protestas más violentas por la muerte de Floyd. Según medios locales, las autoridades de Mineápolis ya están alerta ante la posibilidad de nuevos disturbios.

Las dos autopsias practicadas al cadáver de Floyd, una oficial y otra independiente, mostraron que su muerte fue un homicidio; mientras que la que ordenó su familia apuntó a la “asfixia” como motivo, la del forense citó un “paro cardiorrespiratorio” ocurrido mientras le inmovilizaban.