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ARN mensajero

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La bioquímica húngara Katalin Karikó y el investigador estadounidense Drew Weissman, ganaron este lunes el Premio Nobel de Medicina por sus descubrimientos sobre el ARN mensajero que abrieron la vía para el desarrollo de las vacunas contra el COVID-19.

Los científicos “contribuyeron al desarrollo a un ritmo sin precedentes de una vacuna durante una de las mayores amenazas para la salud de la humanidad en los tiempos modernos”, indicó el jurado al anunciar el premio.

Al elegir a estos investigadores, que estaban en la lista de favoritos, el Comité del Nobel en Estocolmo rompió con su tradición de reconocer trabajos con varias décadas de trayectoria.

Karikó, de 68 años, y Weissman, de 64 años, trabajan juntos en la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos, y ya ganaron varios galardones por sus investigaciones, incluyendo el premio Lasker Award, considerado un precursor del Nobel.

La tecnología premiada data de 2005, pero las primeras vacunas que utilizaron ARN mensajero fueron desarrolladas por Pfizer/BioNTech y Moderna contra el COVID-19 durante la pandemia. Desde entonces, se han suministrado miles de millones de dosis todo el mundo.

A diferencia de las vacunas tradicionales que usan virus debilitados o piezas de proteínas de virus, la técnica del ARN mensajero utiliza moléculas que indican a las células qué proteínas producir. Este proceso simula una infección y esto entrena al sistema inmune para cuando se enfrente a un virus verdadero.

Esta idea fue demostrada por primera vez en 1990, pero no fue hasta mediados de 2000 cuando Weissman y Karikó desarrollaron una forma de controlar la respuesta inflamatoria que sufrían los animales en los experimentos y esto abrió la vía al desarrollo de vacunas seguras para los humanos.

Karikó se convierte así en la 13ª mujer en ganar el galardón de Medicina, al tiempo que reconoció que el Nobel recompensa años de trabajo como investigadora, donde se le relegó y no se le daban recursos para sus investigaciones sobre el ácido ribonucleico mensajero.

Recordemos que el año pasado, el Nobel de Medicina fue para el sueco Svante Pääbo por el desarrollo de la paleogenética y sus descubrimientos sobre la evolución humana.

La temporada del Nobel seguirá mañana con el galardón de Física y el miércoles con el de Química. El Nobel de Literatura se anunciará el jueves y el viernes el Nobel de la Paz.

Los ganadores de este año recibirán 11 millones de coronas (un millón de dólares), la mayor bolsa en la historia. La Fundación Nobel anunció a mediados de septiembre que aumentaba el monto del premio gracias a su mejor situación financiera.

Las vacunas anticovid desarrolladas con la tecnología de ARN mensajero, que son las que actualmente son producidas por Moderna y Pfizer-BioNTech, pueden evitar durante tres años que un adulto sufra casos graves de COVID-19.

Así lo reveló un estudio realizado por científicos suizos y hecho público hoy. La investigación, publicada por el Grupo Científico de Trabajo contra la COVID-19 dependiente del gobierno de Suiza, reduce sin embargo a 16 meses la posible inmunidad de los vacunados con ese tipo de preparados ante formas moderadas de la enfermedad.

Según los científicos suizos, las vacunas de Moderna y Pfizer-BioNTech crean una respuesta en forma de anticuerpos entre dos y cuatro veces mayor que aquella que presentan quienes han superado la enfermedad, lo que supone una protección más duradera.

El estudio matiza que la duración de esta protección podría disminuir entre personas mayores de 75 años y la reducen por ello a entre 15 y 24 meses contra formas graves de la COVID-19 y de 7 a 10 meses para versiones moderadas.

La duración de la inmunización de las vacunas será importante a la hora de organizar campañas de refuerzo y también para determinar la validez de los “certificados COVID-19”, que al menos a corto plazo podrían ser necesarios para viajar o asistir a actos multitudinarios en Suiza (país donde se desarrolló la investigación) y otros países.

El texto avanza que los periodos de protección calculados podrían reducirse, aunque todavía no se cifra exactamente cuánto, en el caso de la variante ‘Delta’, más contagiosa que anteriores cepas del coronavirus y que también parece necesitar una mayor cantidad de anticuerpos en el organismo para ser neutralizada.

En otros temas de la pandemia, un estudio basado en un modelo matemático que publica Plos Pathogens, sugiere que la COVID-19 habría surgido en China entre principios de octubre y mediados de noviembre de 2019, con la fecha más probable el 17 de ese último mes.

Aunque el primer caso oficialmente identificado de COVID-19 tuvo lugar a principios de diciembre de 2019, como recuerdan los autores, su análisis “sugiere que la expansión del virus se produjo mucho antes y más rápido de lo que implican los casos confirmados”.

El equipo de británicos, estadounidenses y checos, encabezado por David Roberts, de la Universidad de Kent en el Reino Unido, usó para su análisis un método de la ciencia de la conservación, que se emplea para datar extinciones de especies, y los datos procedían de la base de estadísticas en tiempo real Woldometers.

El estudio estima que la enfermedad se habría extendido a nivel mundial en enero de 2020 y sugiere que el primer caso fuera de China se habría dado en Japón el 3 de enero de 2020.

El coronavirus habría salido del este de Asia para llegar a Europa, con el primer caso estimado en España el 12 de enero de 2020.

La investigación apunta a que el SARS-Cov-2 llegó a Norteamérica en Estados Unidos y fija la fecha en el 16 de enero de 2020, mientras en Australia sería el 23 de enero; en África el 9 de febrero en Nigeria y en Sudamérica el 19 de ese mes en Brasil.