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Florida, EUA: Las encuestas marcaron un país dividido hasta ayer, el último día en que pudieron votar los estadounidenses. El tono de las campañas evocó dos sentimientos muy poderosos. En el caso de Trump, el enojo con un país que ha definido como en declive, que está siendo invadido por migrantes que son criminales que llegan a EUA a contaminar la sangre de sus ciudadanos. En el caso de Harris, la esperanza en un mejor país. Un EUA que le pueda dar la vuelta a la página de Trump quien ha estado presente casi por una década en el espacio político…y más allá.

Enojo vs Esperanza. Ambos son sentimientos que mueven a los votantes. Ambos han probado ser una receta ganadora.

Enojo fue lo que llevó a Richard Nixon a ganar en 1968 con su campaña de “La Mayoría Silenciosa” que estaba fastidiada con las manifestaciones en contra de la guerra en Vietnam. Lo mismo le ocurrió a Bill Clinton con el enojo que evocó en contra de las políticas económicas de George Bush padre, en especial su promesa de no aumentar impuestos.

Esperanza es la palabra que primero viene a la mente si pensamos en la campaña ganadora de Barack Obama. Pero hay otras campañas que han ganado con este mensaje. Desde Franklin D. Roosevelt con su “New Deal” como la receta para tener esperanza en medio de la Gran Depresión o Ronald Reagan quien con su slogan “Es de mañana en América” quiso mostrar un optimismo renovador para su país.

En esta ocasión la división entre enojo y esperanza ha sido tan potente que prácticamente no ha importado qué hagan bien o qué hagan mal ambos candidatos. La aguja no se ha movido. Trump puede hacer movimientos grotescos con un micrófono; decir que su oponente es una prostituta; aplaudir que a un territorio del país le llamen una pila de basura en medio del océano al referirse a Puerto Rico y nada de eso hace que sus simpatizantes revaloren si es el indicado para dirigir al país.

Por el lado de Harris, ella es la vicepresidenta de un Biden que ha logrado que EUA sea el país que mejor se ha recuperado en todo el mundo de los efectos económicos de la pandemia. Su economía es la envidia de cualquiera y sin embargo, un 63 por ciento de los estadounidenses sienten que van por el camino incorrecto.

Escribo esta columna cuando no sabemos quién ha ganado las elecciones. Lo único seguro es esta división, o más bien polarización del país. Y que para México vendrán cuatro años sumamente complicados.

Algunos piensan que es mejor que llegue Trump con sus amenazas para poner orden en un México que no ha sabido lidiar con las amenazas del crimen organizado y a las instituciones. Y que necesitamos que lleguen los estadounidenses a exigir orden.

La verdad es que hemos sido un mal vecino. Estamos en la conversación en EUA por las razones equivocadas. Si de migración se trata, por nuestra frontera entran miles de indocumentados a Estados Unidos. Si de combate a la inseguridad hablamos, tenemos a un gobierno que se enoja por la captura de uno de los grandes capos del narcotráfico. Y en materia comercial estamos implementando reformas que vulneran el Estado de Derecho, justo lo que necesitan las empresas extranjeras para tener certeza al traer su dinero a nuestro país.

Si gana Harris, el nuevo gobierno de EUA se va a poner duro para que México deje de generar problemas al sur de su frontera. De ganar Trump, va a chantajear al gobierno mexicano desde el día uno, como ya lo hizo antes de ser electo. Así que hoy, si ya hay resultados, podremos saber si aguantar la respiración de miedo o si ponernos a trabajar para ser un mejor vecino de la economía más fuerte en el mundo.

Columna publicada en El Universal

Claudia Sheinbaum ha dicho que su gobierno busca promover el uso energías limpias como una forma de abastecer la demanda nacional de energía; de promover la competitividad de la región y para aprovechar el nearshoring.

Esta semana, durante su conferencia mañanera, Sheinbaum habló de las energías limpias y de las inversiones que promoverá su gobierno en éstas, aunque les puso un pero.

“¿Qué problema tienen las fuentes renovables?” preguntó en su conferencia Sheinbaum. Y ella misma se respondió: “Que no siempre están funcionando. Como es solar, entonces cuando hay sol generan, cuando no hay sol no generan, la eólica qué problema tiene, cuando hay aire genera, cuando no hay aire no genera, entonces les llaman intermitentes. Pero el sistema eléctrico debe recibir una energía constante porque si no, estas intermitencias generan problemas incluso técnicos […] Entre las reglas que se están planteando es que debes tener bancos de baterías, tienes que tener un sistema que garantice que el voltaje va a ser constante, o sea reglas técnicas”.

Platicando con expertos en materia energética, entre ellos Gonzalo Monroy para mi podcast Broojula, se entiende que existen dos preocupaciones en el sector privado por las implicaciones en las inversiones que pueden tener dos conceptos del Plan de Energía de Sheinbaum. La primer preocupación tiene es el techo que se les pone a sus inversiones. Cuando la presidente dice que la CFE producirá el 54 por ciento de la energía y los privados pueden llegar hasta el 46 por ciento, le pone un límite que los hace dependientes de la productividad o improductividad de la CFE. El crecimiento de ese 46 por ciento depende de que la CFE sea eficiente o no y con ello crezca o contraiga su 54 por ciento.

La segunda preocupación tiene que ver con el requerimiento de que los privados absorban los costos  exorbitantemente elevados de invertir en bancos de baterías para hacerle frente a las intermitencias.

Existe otra alternativa para lidiar con las intermitencias que puede funcionar como una transición hacia las energías limpias y que no requieren el tiempo y el costo inmediato y aún así asegura el abasto energético que México necesita.

Me refiero al uso de gas natural. Éste es clave como energía de transición en el objetivo de reducir las emisiones de producir energía con combustóleo o carbón, como ocurre actualmente, al tiempo que satisface la creciente demanda de energía sin tener que esperar a que se invierta y ponga en marcha un parque eólico o solar. El gas natural sirve tanto para darle luz a quienes hoy no tienen energía confiable como atraer inversiones. Es un insumo que tenemos posibilidad de importar de Estados Unidos a un costo muy económico.

Hace unas semanas Microsoft anunció una inversión de mil trescientos millones de dólares para la construcción de un data center en Querétaro. Antes, Amazon Web Services anunció una inversión de cinco mil trescientos millones de dólares para su propio centro de datos. El reto que tiene México ahora es generar la enorme cantidad de energía necesaria para este tipo de infraestructura y otras oportunidades que presenta el nearshoring.

En México tenemos un trilema en materia energética: no tenemos energía suficiente, sustentable y asequible para ser lo atractivos que debiéramos para las inversiones y para tener un nivel de vida acorde al siglo XXI. Reactivar la generación tras un sexenio perdido en el que se frenaron las inversiones en energías limpias tomará tiempo. Y ahí me parece que vale la pena voltear a ver al gas natural como puente hacia las energías limpias.

 

Columna publicada en El Universal

¿Quién va a ganar en Estados Unidos? Es la pregunta que más recibo en estos días. Las encuestas marcan un empate, tanto en las nacionales como en los siete Estados columpio. Agregadores como Real Clear Politics le dan +.8 a Harris y 50 por ciento de probabilidad de ganar tanto a Trump como a la Vicepresidenta en FiveThirthyEight.

En las cien simulaciones que hace el semanario The Economist Trump gana 54 veces y Harris 46.

Si queremos buscar claridad en las casas de apuestas, bajo el supuesto de que como ahí las preferencias se miden en dinero contante y sonante, resulta que tampoco encontraremos respuesta. Y es que las casas de apuestas están manipuladas por afines a Trump.

Apostadores en Polymarket le dan un 64 por ciento de probabilidades a Trump de ganar. Pero, hay tres cuentas que le han inyectado $30 millones de dólares en estos días apostando a que Trump ganará y con ello han logrado generar mucho ruido en las redes sociales para que la percepción sea que el expresidente va que chuta para regresar a La Casa Blanca.

La verdad es que ahora, cuando ya han votado más de quince millones de estadounidenses, la contienda es un volado. Y por ello ambas campañas han estado metiendo toda la carne al asador.

Del lado de Harris, su campaña se ha podido enfocar en dar muchas entrevistas ya que ha recaudado tanto dinero que no es necesario que se junte con donadores. Lleva más de mil millones de dólares recaudados desde que Biden se bajó de la contienda. Es una cantidad que no tiene precedente y menos contando lo corta que ha sido la campaña.

Las entrevistas las ha dado con periodistas y medios que han sorprendido. Primero arrancó en el podcast “Call Her Daddy” que conduce Alex Cooper. Éste logra audiencias de hasta 10 millones de escuchas por episodio. No es un podcast que trate temas políticos. Más bien toca temas de mujer. Y por ello ahí Harris pudo explayarse en su postura ante el aborto.

Además del podcast de Cooper, Harris fue al programa nocturno de Stephen Colbert, The Late Show, a The View, también de fuerte audiencia femenina, y muy notablemente fue a Fox News con Bret Baier a meterse prácticamente a la cueva del lobo. Baier no entrevistó a Harris, más bien la confrontó como si fuese un debate entre él y la actual vicepresidenta. La estrategia de Harris era acercarse a votantes republicanos que no simpatizan con Trump. Veremos si su apuesta con ésta última entrevista fue la correcta.

Trump, por su parte, aceleró el paso en sus eventos y entrevistas, también varias a medios digitales incluyendo el podcast This Week con Theo Vaughn y Full Send de los simpatizantes de Trump agrupados bajo los Nelk Boys. Ahora estará con Joe Rogan que tiene 14 millones de escuchas por episodio. Así que también el ex presidente ha optado por acudir a medios no tradicionales para acercarse a audiencias específicas, en su caso a hombres jóvenes.

Tanto en sus entrevistas como en sus eventos Trump ha doblado su apuesta en su discurso de enojo y odio al grado de amenazar con desplegar a la Guardia Nacional para combatir a los enemigos internos si gana la presidencia. Esos enemigos internos son, ni más ni menos, que ciudadanos estadounidenses que se le ha opuesto.

Estamos a menos de dos semanas de que concluyan las votaciones en Estados Unidos. Las campañas han tenido de todo. Ha sido impactante ver la organización que implica buscar el voto ciudadano con propuesta y no con compra de voto como ocurre en otras latitudes. Y con todo y todo, el resultado de la elección es un volado.

Columna publicada en El Universal

La clave de la prosperidad son las instituciones de un país. Esta premisa tan sencilla de entender pero tan difícil de lograr le valió esta semana el premio Nobel de Economía a Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson.

La pregunta que se hicieron estos economistas fue ¿por qué hay países que aun cuando son vecinos y gozan prácticamente de las mismas condiciones geográficas, climatológicas y hasta algunas culturales tienen un desarrollo diametralmente distinto? Y el ejemplo que los hoy premiados ponen son las dos Nogales, ciudades en la frontera México y Estados Unidos: Nogales, Sonora y Nogales, Arizona.

Las poblaciones de ambas Nogales han sido tan cercanas por tanto tiempo que hasta ancestros comunes pueden compartir. Sin embargo, del lado estadounidense gozan de mejor salud, educación y oportunidades que en el lado mexicano. En la Nogales de EUA pueden premiar o castigar a los políticos según su desempeño, no así en Nogales de México ¿Por qué?

Los Nobel escriben que en Nogales, Sonora, a pesar de las profundas similitudes geográficas y culturales que hay con la Nogales de Arizona, el crimen organizado hace que iniciar y administrar empresas sea riesgoso. ¿Por qué esta diferencia?

La respuesta la sabemos bien. Cuántas veces no se ha dicho que los mexicanos somos unos en México y otros en Estados Unidos. Aquí rompemos las reglas y allá nos comportamos. Y esto es así porque el costo de romper la ley en Estados Unidos se paga y en México la impunidad es la regla.

Así, el Nobel de Economía fue para quienes concluyeron a base de estudios científicos que las instituciones marcan la diferencia entre un país que se desarrolla y uno que se estanca. El fenómeno lo remiten a cómo fue colonizado México vis a vis cómo se formó Estados Unidos con los migrantes de Gran Bretaña. Las instituciones que se crearon entonces influyeron en el desarrollo de cada país. Pero hoy vemos estas diferencias aun sin remitirnos a las épocas coloniales. Finlandia es un país más rico y próspero que Rusia. Lo mismo República Dominicana y Haití. Caso similar el de Turquía y Grecia.

La clave del éxito de los países más ricos está en tribunales que deciden los casos de manera justa; en policías que hacen cumplir las leyes y en funcionarios públicos que actúan en beneficio del interés público y no con el propósito de canalizar recursos hacia las elites.

Ejemplo patente de que en México vamos en sentido contrario lo vimos cuando Mario Delgado dijo que de regalo de despedida le darían a AMLO la reforma judicial. Ahí, el entonces dirigente de Morena, dejó claro su desdén por buscar un beneficio para el interés público y su búsqueda a toda costa para beneficiar a la élite política, al entonces presidente.

Resulta paradójico que justo en el momento en que en México se están desmantelando las instituciones que nos podrían conducir al desarrollo que viven ciudades como Nogales, Arizona, hayan sido premiados Acemoglu, Johnson y Robinson. Su conclusión es que las instituciones que establecen libertades económicas fundamentales y el Estado de Derecho son buenas para el crecimiento económico a largo plazo.

Parafraseando al asesor de Bill Clinton, James Carville, que decía que la respuesta para ganar elecciones estaba en la economía (“It’s the economy, stupid!”) la clave del desarrollo está claramente en las instituciones.

Pero en México se ha decidido andar por el sentido contrario. Lejos de fortalecerlas, hemos optado por desmantelar las pocas áreas que lograban un dejo de cumplimiento con el Estado de Derecho.

Columna publicada en El Universal

Tenemos presidenta. Claudia Sheinbaum rindió protesta. Recibió la banda presidencial de Ifigenia Martínez, una mujer que nació en 1930, veintitrés años antes de que las mujeres pudieran votar en México, y que hoy le colocó esa emblemática banda a la primera mujer presidenta.

Sheinbaum, vestida de blanco, arrancó hablando del proceso de desafuero en contra de AMLO. “Hace exactamente 19 años, en este mismo recinto, en un atropello a la libertad, el Jefe de Gobierno de entonces […] pronunció un discurso que cimbró para siempre, la lucha por la democracia.”

Todo ayer fueron símbolos. El vestido blanco, algo positivo por no apuntar hacia Morena, el partido que la postuló a la presidencia. Su arranque alabando a Andrés Manuel López Obrador, tanto en el Congreso como después en el Zócalo, no es de sorprender. Ahora es momento de que Sheinbaum capitalice y se adueñe de la popularidad de AMLO, no de desmarcarse y pelearse.

Llamó la atención mucho de lo que dijo la presidenta… y también mucho de lo que no dijo.

Casi desde el principio de su discurso se quiso ir por asegurar que en materia económica será un gobierno responsable, que respetará la autonomía del Banco de México y en el que promoverá las inversiones. “Tengan la certeza que las inversiones de accionistas nacionales y extranjeros estarán seguras en nuestro país”, dijo muy pronto en su discurso.

Habló del TMEC, la herramienta más neoliberal de la economía mexicana, como algo positivo que fortalece a los tres países firmantes: México, EUA y Canadá. Qué bueno porque es cierto. Se refirió a la polémica reforma al Poder Judicial como algo democrático simplemente porque se elegirán a jueces y magistrados. Como si la democracia se redujera al acto de votar y como si perder los pesos y contrapesos no fuera un balde de agua fría para ésta.

Me gustó su enfoque hacia la producción de energía con fuentes renovables y menos en ponerle un número irreal a la producción diaria de barriles de petróleo. No me gustó como habló de la inseguridad. No hubo un solo reconocimiento a los miles de mexicanos que han sido asesinados o han desaparecido en el sexenio. Simplemente se abocó Sheinbaum a decir que la militarización de AMLO no es militarización. Y aprovechó para golpear a Calderón, en sintonía con el discurso lopezobradorista.

Me gustó su anunció de que hoy estará en Acapulco. Los líderes se miden por sus reacciones frente a las tragedias humanas. Ya no perderé espacio en la columna para mencionar la reacción de AMLO ante Otis… mejor a ver para adelante y darle el beneficio de la duda a CSP y su visita hoy a los damnificados de John.

No me gustó que, al cierre, el grito antes de ¡Viva México! Fuera ¡Viva la Cuarta Transformación! porque no todos los mexicanos están en favor de esa transformación – 23 millones no votaron por ella – y con esto falla a su promesa de que gobernará para todos.

El discurso fue de continuidad y de alabanza a AMLO. Por ahora, él sigue siendo la figura principal. El dueño del movimiento. Tiempo al tiempo.

Apostilla: La cita de lo que dijo AMLO en el proceso del desafuero que Sheinbaum eligió ayer en su discurso fue “ustedes me van a juzgar, pero no olviden que todavía falta, que a ustedes y a mí, nos juzgue la historia”. Y sí, hoy aún sigue faltando que la historia juzgue a AMLO, que ya cerró su sexenio, y a Sheinbaum, que está por arrancarlo.

Columna publicada en El Universal

Kamala Harris, la candidata demócrata a la presidencia, le dio una paliza a Donald Trump en el debate del 10 de septiembre. Dos semanas después, hay encuestas que muestran que a pesar de ese muy buen desempeño, Harris no logró un brinco igual de simbólico en las preferencias electorales.

¿Por qué?

Al concluir el debate el New York Times encuestó a votantes probables, tanto demócratas como republicanos, y el 67 por ciento opinó que Harris ganó el debate. Entre votantes independientes un 68 por ciento opinó que ella le ganó a Trump.

El debate lo vieron 67 millones de personas en Estados Unidos. Fue un récord. Como comparativo, el juego de la NFL que más personas han visto en la historia logró 29 millones de televidentes.

Pero en las encuestas que se han publicado habiendo pasado unos días del debate hay buenas noticias para ambos candidatos y, en conclusión, el resultado pinta para ser muy cerrado. En la encuesta nacional del New York Times Trump y Harris están empatados en 47%. En un promedio de las 12 principales encuestas Harris mejoró 1.5 por ciento a nivel nacional.

¿Cómo es posible? No solamente le fue bien a Harris en el debate. La vicepresidenta ha tenido muy buenas semanas con eventos llenos, recaudación récord de fondos y apoyos de personalidades como Taylor Swift. Bueno, hasta en economía ha tenido buenas noticias con el anuncio de la FED de bajar tasas. Esto, aunque la FED quiera estar ajena a la política, ayuda a quien está en La Casa Blanca porque abarata el costo del dinero en un momento en que la economía puede ser el tema que defina el voto de los que aún están indecisos.

Y al mismo tiempo a Trump le ha ido muy mal. En el debate y después. Durante el debate Harris mostró lo fácil que es arrinconar a Trump. Simplemente hay que cuestionar el número de personas que atienden sus mítines o su inteligencia para que el expresidente se salga de su carril, pierda toda disciplina política y comience a decir barbaridades como que los haitianos se comen a las mascotas en Ohio.

Su mala racha post debate ha incluido un segundo atentado a su vida. Después, con su candidato a gobernador de Carolina del Norte, Mark Robinson, implosionando por declaraciones escandalosas que hizo en un sitio de pornografía, Trump ha tenido que malabarear en un estado que es crucial para que el republicano llegue a los 270 votos del Colegio Electoral.

Lo que indican estas encuestas es, por un lado, que Estados Unidos está polarizado y que cambiar las preferencias del electorado es muy complicado. Si vemos las encuestas de los estados columpio, Harris ha logrado una ventaja nada despreciable en Pensilvania, que es fundamental para ella. Pero Trump ha avanzado en Arizona y Georgia.

¿Qué tiene a su favor Harris rumbo a las elecciones? Entre más la conocen los estadounidenses, más sube la opinión favorable sobre ella. ¿Qué tiene a su favor Trump? Un sistema electoral que ha tendido a favorecer a los republicanos. Por eso, a pesar de que los demócratas han ganado el voto popular en cinco de las últimas seis elecciones, solo han ganado el Colegio Electoral en tres ocasiones.

Harris ha logrado colocarse como la candidata que representa el cambio y la esperanza. Trump es el candidato del enojo y del odio. En un momento en que los votantes indecisos están pesimistas sobre el rumbo de su país, esto puede ayudar a Trump.

A 41 días de las elecciones, la contienda es un volado. Ambos candidatos tienen posibilidades de ganar. Nate Silver, el famoso encuestador de FiveThirtyEight considera que es la elección más cerrada en la historia de EUA.

Columna publicado en El Universal

Al presidente Andrés Manuel López Obrador le gusta citar a clásicos como Cantinflas en sus conferencias mañaneras. Yo citaré a otro clásico, a Juan Gabriel, para preguntar: Pero ¿qué necesidad? ¿Para qué tanto problema?

Habiendo logrado que los tribunales les dieran la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y tan solo a un Senador de obtener lo mismo en la cámara alta después de los dos chapulines del PRD que se fueron a la bancada de Morena, ¿cómo explica el oficialismo el arranque de sesiones de la 66 legislatura en una sede alterna? ¿Qué necesidad de hacer las modificaciones constitucionales que quieren de esta manera?

La forma como arrancan los legisladores no concuerda con el discurso oficialista de que lo que están haciendo es en favor del pueblo que está con ellos en las modificaciones al Poder Judicial. Si el pueblo está con ellos ¿por qué debieron mudarse a una sede alterna, a la unidad deportiva Magdalena Mixhuca, a sesionar?

Este arranque más que atropellado es un mal augurio de lo que veremos en un entorno político en el que ha quedado claro que, además de no saber perder en Morena, tampoco saben ganar.

No saben perder, como quedó claro en las elecciones presidenciales del 2006 en las que AMLO se puso la banda de presidente legítimo. Ahora no han sabido reconocer que perdieron la alcaldía Cuauhtémoc en la CDMX y han recurrido a la figura de la violencia política de género para intentar arrebatar a Alessandra Rojo de la Vega uno de los pocos triunfos de la oposición en las elecciones de junio pasado.

Pero tampoco saben ganar, como quedó claro con el discurso cuasi mitin de la Secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, en el que habló como una militante partidista y no como una funcionaria de un gobierno que debe representar a todos los mexicanos en la entrega del Sexto Informe de Gobierno a la Cámara de Diputados el domingo pasado.

No saben ganar cuando el discurso del oficialismo busca someter a todo un país a los designios e ímpetus de Andrés Manuel López Obrador. La prisa por sesionar y aprobar desde esta primera semana la reforma al Poder Judicial es para que de ahí pase al Senado y después sea aprobado por al menos 17 legislaturas locales para que al escritorio de AMLO  llegue la reforma a tiempo para que él la pueda firmar y publicar en el Diario Oficial de la Federación antes del 30 de septiembre.

La prisa no es por aprobar una reforma que quiere el pueblo, como justifican los diputados sesionando en un deportivo en lugar de en el recinto legislativo. El pueblo es una figura que al ser todos, resulta no ser nadie a la vez. La prisa no es por empujar una iniciativa que hará de México un mejor país; un país de leyes; un país de Estado de Derecho. No. La prisa es simplemente para complacer a una persona, a Andrés Manuel López Obrador.

Vaya forma de estrenar el oficialismo la aplanadora legislativa, en una sede alterna, en un deportivo en la Magdalena Michuca.

Apostilla: No importan las cuentas, importan los cuentos. Eso quedó claro en el sexto informe de Andrés Manuel López Obrador.

Columna publicada en El Universal

Si partimos de la base de que la diplomacia es para avanzar en los objetivos de un país, la pausa que ha declarado el presidente López Obrador en las relaciones con las embajadas de Estados Unidos y Canadá, en su enojo por el pronunciamiento que hicieran sus embajadores sobre la reforma al Poder Judicial, no tiene pies ni cabeza.

Pero ¿qué tiene pies y cabeza en este cierre de sexenio?

Si Xóchitl Gálvez hubiese ganado el 2 de junio, algo entendería sobre las acciones de un presidente que parece dispuesto a hacer estallar la República para que su sucesora tenga un arranque de sexenio extremadamente complicado. Pero habiendo ganado a quién él mismo le entregó el bastón de mando ¿por qué está López Obrador dispuesto a descomponer el sexenio de Claudia Sheinbaum antes de que ni siquiera arranque?

Se entiende el enojo de López Obrador con las instituciones que no se le han arrodillado: los órganos autónomos y el Poder Judicial. Un líder que busca lo mejor para su país y dejar un mejor legado no actúa con el hígado, actúa con la cabeza. Pero volvemos a lo principal, estamos ante un momento en el que no hay ni pies ni cabeza.

Sabemos que el crecimiento económico de México está íntimamente ligado a la relación comercial que tenemos con Estados Unidos y en menor medida con Canadá por el TMEC. Pretender, en aras de la soberanía, que esto no es cierto es una acción suicida.

Tomo cuatro datos de México Cómo Vamos, para dejar en claro por qué queremos seguir en el TMEC: Primero, por las exportaciones. El 84% de las exportaciones de bienes mexicanos no petroleros tienen como destino Estados Unidos. Segundo, la Inversión Extranjera Directa (IED). El 44% de la IED en México proviene de EUA y el 8% de Canadá. Tercero, por el empleo. Casi un cuarto de la población ocupada en México (14.6 millones de personas) está vinculada a sectores asociados a la integración comercial, como la manufactura, el comercio al por mayor y el transporte y almacenamiento. Y cuarto, las múltiples veces bendecidas por el presidente, las remesas. El 96% de las remesas que reciben los hogares en México provienen de Estados Unidos.

Estos datos dejan clarísimo que no nos conviene poner en riesgo el Tratado México Estados Unidos y Canadá. El TMEC que firmó México ya en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, compromete al país a contar con un Poder Judicial autónomo e independiente. Las declaraciones del Embajador Ken Salazar simplemente dijeron lo obvio: que EUA apoya una reforma que fortalezca el Poder Judicial pero que la elección de jueces no haría nada por combatir la corrupción ni por fortalecer la rama jurídica del gobierno de México.

La opinión del Embajador Salazar es simplemente para defender los intereses del acuerdo entre ambos países y para señalar las preocupaciones de empresas y empresarios estadounidenses que tienen presencia en México. Lo que hizo fue su trabajo.

AMLO, a diferencia de Salazar, ha opinado sobre temas de EUA en los que México no tienen ni vela en el entierro. El caso Julian Assange ¿cómo le concernía a México? Pero, en tiempos en los que no hay ni pies ni cabeza, el presidente no solamente quiere dinamitar la división de poderes en México. Parece que está dispuesto a todo, incluso a quemar una de las herramientas más valiosas de desarrollo y crecimiento que tenemos, la relación comercial con EUA, a unos días de que concluya su sexenio.

Qué equivocados quienes pensábamos que la transición AMLO-Sheinbaum sería tersa por ser ambos del mismo partido. Ni el peor enemigo de Sheinbaum habría ideado una estrategia tan eficiente para dinamitarle el arranque de su sexenio.

Columna publicada en El Universal

Andrés Manuel López Obrador comenzó con las conferencias mañaneras desde que era Jefe de Gobierno de la CDMX. Entonces los medios replicábamos de vez en cuando lo que ahí ocurría, pero no tenían ni remotamente el eco que han logrado ya como presidente. Y es evidente que el megáfono de la Jefatura de Gobierno no es tan avasallador como el de la presidencia de México.

En este sexenio López Obrador ha marcado la agenda gracias a que arranca a las 7am con conferencias que llegan a durar más de tres horas. Las describe como un ejercicio de transparencia en las que su gobierno rinde cuentas pero en realidad han sido una fuente de propaganda y desinformación que han polarizado a la sociedad. Han sido también la plataforma mediante la cual el presidente ha faltado innumerables veces a la ley ya sea para violar la privacidad de los datos personales de periodistas, para atacar a contrincantes políticos o para intervenir en la política interna de otros países.

A ella acuden reporteros de medios establecidos, pero hemos visto en primera fila lo que no puede más que calificarse como paleros del régimen. Supuestos periodistas de medios improvisados cuyo financiamiento es poco claro. Personajes que ya han conseguido saltar a la fama como Lord Molécula, inmortalizados en programas de sátira, que lejos de aportar a la sociedad con sus preguntas al presidente, le restan con sus alabanzas al estilo de las peores dictaduras.

Las mañaneras han sido además un instrumento de abuso del poder presidencial. Financiadas con dinero público, han servido como propaganda para el gobierno, para el culto a López Obrador y como una herramienta para atacar o amedrentar a quienes el presidente considera sus adversarios.

Para mí el ejemplo más claro de lo dañinas que han sido las conferencias fue el atentado en contra de Ciro Gómez Leyva. AMLO declaró en su conferencia que escuchar el programa de radio del conductor de Radio Fórmula le podría generar al público un tumor en el cerebro. Esa misma semana ocurrió el atentado. El enojo, la polarización y la falta de rigor del presidente provocó la iniciativa de ir y dispararle a un periodista. Sabemos, por la entrevista de Saskia Niño a El Bart, que él disparó, pero es la fecha que no conocemos las razones ni quién fue el autor intelectual. Si eso no es suficiente para revalorar ese mecanismo de comunicación, no sé qué pueda serlo.

Y por ello, una de las grandes preguntas que hay al concluir el sexenio de López Obrador es ¿qué pasará con las mañaneras? Esta semana Claudia Sheinbaum la ha respondido. Las Mañaneras continuarán.

Esta decisión de Sheinbaum puede ser positiva, si decide hacer el uso correcto de este espacio y si los demás actores políticos y mediáticos responden de una forma diametralmente distinta a la presencia de la Presidenta cada mañana en la escena pública.

Primero que nada, Sheinbaum podría hacer de ellas un ejercicio auténtico de rendición de cuentas. (Se vale soñar) Pero la responsabilidad de qué ocurra con estas conferencias un sexenio más no es solamente de ella. También habrá que modificar la forma como los medios de comunicación respondemos. La réplica sin contexto de las frases más llamativas de las conferencias ha generado mayor daño a la sociedad que la conferencia misma.

¿Y la oposición? Su reacción o falta de acción ante las conferencias también ha sido en detrimento del discurso público y de ellos mismos.

Si el sexenio que está por arrancar va a continuar con las conferencias mañaneras, desde ya tendrían medios y oposición que idear una estrategia para responder a ellas de forma que no los dejen fuera de la jugada otro sexenio más. Con tantas herramientas de comunicación disponibles hoy, dejarle a la presidencia el monopolio de la agenda a través de las conferencias matutinas es una manera de contribuir a la infodemia y a la imposición de una postura oficial de manera unilateral.

Columna publicada en El Universal

La elección que hizo Kamala Harris de Tim Walz para ser su compañero de fórmula me gustó mucho. Aun cuando se hablaba de que Harris debía escoger al senador por Arizona, Mark Kelly o al popular gobernador de Pennsylvania, Josh Shapiro, porque ambos son de estados columpio indispensables para Harris, la verdad es que el estado del cuál es un político ha demostrado tener poco impacto en las elecciones.

Basta voltear a ver contiendas del pasado. Paul Ryan, era Representante de Wisconsin y esto no le ayudo a Mitt Romney a ganar el estado en 2012 cuando fue su compañero de fórmula. John Edwards no ayudó a que John Kerry ganara su estado natal, Carolina del Norte, en el 2004.

Bueno, ni siquiera el que Joe Biden hubiese nacido en Scranton Pennsylvania fue un factor para que el hoy presidente ganara ese estado en el 2020. De hecho, Biden ganó Pennsylvania por un margen tan estrecho (80 mil votos) que no se pudo declarar quién era el ganador de la elección sino hasta tres días después, el viernes 6 de noviembre, cuando se terminaron de contar los votos precisamente en ese estado.

Lo recuerdo muy bien porque en la cobertura que estábamos haciendo en Televisa, tuve que volar de Florida a Georgia ese viernes y, alrededor de las 11am, cuando estaba en vuelo, fue cuando se definió Pennsylvania y entonces vinieron gritos de felicidad de la mayoría de los pasajeros al saber que, al ganar Biden Pennsylvania, Trump había sido finalmente derrotado.

Volviendo a Walz, el actual gobernador de Minnesota es un hombre ligero, alegre y buen comunicador. Es alguien que regresa el entusiasmo y sentimientos positivos a un país que lleva escuchando división y odio de parte de Trump por ya demasiado tiempo.

Como hombre blanco originario del corazón rural estadounidense, tiene una biografía ¡y hasta el acento! que puede ayudar a Harris a agrandar su bolsa de votantes y a balancear el que ella sea una mujer, abogada, del estado más grande y rico de EUA, California.

Walz conoce muy bien cómo funciona la Cámara de Representantes ya que él mismo lo fue por más de una década y esto ayuda a unificar al partido demócrata. Por eso el aplauso de Nancy Pelosi a su nombramiento fue tan efusivo e inmediato. Y en esos años como legislador y luego como gobernador de Minnesota, Walz ha tenido que aprender a tratar con los republicanos.

Shapiro pudo haber sido una muy buena elección pero en un momento en el que la guerra en Gaza ha tomado relevancia en la política estadounidense, el que el esposo de Harris sea judío hacía que, si además elegía ella a un compañero de fórmula de la misma religión, esto pudiese alienar a votantes jóvenes que han estado manifestándose por el apoyo tan fuerte que Biden le ha dado a Israel. En ese sentido, la religión de Shapiro pudo haber influido en que no fuera el +1 de Harris.

En el caso de Mark Kelly, era muy atractivo pensar en un astronauta haciendo campaña. Kelly, senador por Arizona, conoce la frontera y tiene posturas duras de ley y orden para componerla. Por ello le podía sumar a Harris a los escépticos del trabajo que la actual vicepresidenta ha hecho en la frontera. Sin embargo, quitarlo del Senado abría un escaño que el partido demócrata no puede darse el lujo de perder. Por ello Kelly le puede sumar más a los demócratas desde el Capitolio.

Estamos a 90 días de las elecciones y la fórmula Harris-Walz arranca con el pie derecho.

Apostilla: con Biden fuera de la contienda, ahora ha surgido un nuevo apodo para Trump: DonOLD.

Columna publicada en El Universal

Antes de las elecciones de noviembre próximo en EUA estamos viendo en México una pequeña probadita de lo que un triunfo de Donald Trump podría significar para México. El tipo de cambio está rozando los 19 pesos por dólar en gran medida por el anuncio que hizo Elon Musk de posponer la construcción de la mega fábrica de Tesla en Nuevo León hasta después de saber si gana Trump.

Musk seguramente escuchó a Trump decir en la Convención Republicana en Milwaukee que el sello “Hecho en EUA” solo será para lo producido, ensamblado y vendidos en territorio estadounidense y prefirió dejar sus opciones abiertas.

El semanario The Economist publicó lo que llaman “El índice de Riesgo Trump” para delinear qué países serían los más afectados si el republicano regresa a La Casa Blanca y por qué. Sin sorpresas, México es rankeado, con 71 puntos sobre 100, como el país que se vería más afectado por las políticas comerciales, de seguridad y migratorias del expresidente.

En migración, a pesar de que los mexicanos ya no son los que más quieren cruzar a Estados Unidos, las afectaciones por el cierre de la frontera nos dejarían con ciudadanos de todo el mundo esperando a que sus solicitudes de asilo sean aprobadas. Es prácticamente un hecho que Trump volverá a implementar su política de “Quédate en México” que tanto nos afectó cuando estuvo en La Casa Blanca porque lamentablemente lo ató al comercio bilateral para asegurar que cooperaríamos. Así que el gobierno de AMLO mandó a la Guardia Nacional a hacerla de muro en la frontera para Trump.

En comercio México superó a China como el principal socio de EUA en el 2023. Esto ha incrementado el déficit comercial de Estados Unidos con México en un 37 por ciento, comparado con lo comerciado en el 2020, para ubicarse en 152 mil millones de dólares. Ya sabemos que Trump y sus asesores detestan los déficits. Sienten que es una forma de burla o abuso de EUA así que será algo que busquen revertir desde el día uno.

A ello hay que sumarle la “Cláusula Sunset” del TMEC que implica que México-EUA y Canadá se sienten en el 2026 a revisar el acuerdo comercial para evaluar si quieren seguir más allá del 2036. Las condiciones que pondrá el gobierno de Trump para mantenerse en el TMEC seguramente serán durísimas, en especial si sienten que los chinos se están aprovechando de nuestra geografía y amabilidad para seguir inundando a los estadounidenses con sus productos.

Si bien es cierto que cuando Toyota o Mercedes Benz producen autos en México que luego son exportados a EUA, nuestro vecino no siente que los japoneses o los alemanes están abusando del TMEC, un gobierno trumpista no verá con los mismos ojos los autos chinos (BYD, por ejemplo) que lleguen al mercado norteamericano.

La geografía, si bien nos ata a Estados Unidos, no es lo que define nuestro grado de vulnerabilidad a un regreso de Trump. El otro socio del acuerdo comercial, Canadá, obtiene un 43 por ciento de riesgo en el mismo ranking del Economist. Me parece que la asimetría en la relación, aunado a que no hemos tenido gobiernos que hagan bien la tarea para mitigarla, es lo que nos coloca en esta posición tan desfavorable.

El ejemplo perfecto es la falta de Estado de Derecho. Fue esta ausencia seguramente lo que hizo que el FBI actuara sin compartir información con el gobierno mexicano en la captura de El Mayo Zambada y Joaquín Guzmán López. Si esto fue manejado así bajo el gobierno de Biden, es fácil imaginar cuál será la postura de un presidente Trump 2.0 para lidiar con los grupos criminales.

México es pues, el país más vulnerable a un regreso de Trump a La Casa Blanca en enero del 2025. Por ello, queda claro que el entusiasmo y la unidad que ha generado Kamala Harris en el arranque tardío de su campaña tras el anuncio de renuncia de Joe Biden es de las mejores noticias recientes que hemos tenido.

Columna publicada en El Universal

La mayor suerte, evidentemente, fue haber volteado la cara justo cuando una bala estaba por matarlo. El atentado en contra de Donald Trump fue fallido y solamente significó una herida en la oreja.

De ahí vino la reacción de levantar el puño y llamar a sus simpatizantes a pelear. “¡Fight; fight; fight!” Fue una demostración de fuerza que contrasta con lo endeble, frágil y disminuido de su oponente, el presidente Joe Biden.

Trump es el séptimo presidente de EUA que sufre un atentado. Es el tercero en sobrevivirlo. Abraham Lincoln; James Garfield; William McKinley y John F Kennedy murieron. Theodor Roosevelt en cambio, logró sobrevivir la bala que le disparó un inmigrante de origen alemán a unas cuadras justo de donde hoy celebran su convención los republicanos, en Milwaukee, en 1912.

El segundo presidente en sobrevivir un atentado fue Ronald Reagan en 1981 cuando John Hinckley le disparó con la intención de atraer la atención de la actriz Jodie Foster.

Y ahora, Trump.

Desde ese momento el republicano se ha convertido en la imagen misma de un milagro para muchos de sus simpatizantes. En la Convención de Milwaukee los oradores han hablado de Trump casi como un Dios. ¿Significa esto que Trump ya tiene asegurado el triunfoen noviembre próximo?

Sus momios han aumentado, sin duda. Y la mala posición en la que se encuentran los demócratas ante un Joe Biden que se niega a ceder la estafeta para que alguien más vigoroso se quede con la candidatura no hace más que ayudar a Trump. Muestra de lo seguro que está con sus posibilidades de ganar fue la elección de su compañero de fórmula.

Al elegir a J.D. Vance, Trump demuestra que lo importante para él es asegurar el futuro de su movimiento MAGA (Make America Great Again) y no crecer su base de simpatizantes. Aun cuando ha llamado a la unidad tras el atentado, todo indica que se refiere a unidad en torno a su movimiento, no unidad en torno a un país en el que quepan otras formas de pensar. Será fundamental el discurso que de mañana en el cierre de la Convención para conocer con exactitud qué dirección toma Trump.

Tiene dos opciones: engrandecer con un discurso que apacigüe los ánimos de violencia y venganza o dividir con un llamado partidista que empuje a EUA hacia un abismo mayor al que ya se encuentra.

J.D Vance tiene apenas 39 años. En un país gobernado por una gerontocracia, representa una bocanada de aire fresco. Es además un converso. Pasó en muy poco tiempo de equiparar a Trump con Hitler a ser su compañero de fórmula. Los conversos, bien sabemos, son los mejores comunicadores y defensores de quien antes denostaron. A partir de ahora veremos a Vance ser el perro de ataque de Trump en temas como el aborto; el libre comercio; el freno a la ayuda a Ucrania y la lucha en contra de los carteles mexicanos.

En ese sentido, esperemos que en el futuro gobierno de Sheinbaum estén preparándose para un entorno muy complicado de llegar a La Casa Blanca Trump-Vance en enero del 2025.

Columna publicada en El Universal

El PVEM no es un partido; no es ecologista y entre sus preocupaciones no está la de lograr un mejor México. Es un negocio de una familia y de sus amigos.

Por ello no sorprende que su porcentaje de votación no sea tan grande. Lo que sí sorprende es que, a pesar de ello, ahora va a ser la segunda fuerza en el poder legislativo. Ha pasado de ganar un 6 por ciento en el 2012, al 8 por ciento de votos que recibió en las elecciones del 2 de junio pasado. Un crecimiento de apenas el 2 por ciento. Pero aun así, sin crecer en votos de manera significativa, ha crecido mucho en el número de escaños que tiene en el Poder Legislativo desde 1986 que se fundó como Partido Verde de México a la fecha.

En 2018 no superaban el 5% de representatividad en el legislativo. En 2021 llegaron al 9-10% y para 2024 lograron un 15%. Si lo comparamos con Movimiento Ciudadano, por ejemplo, que logró en las elecciones pasadas un millón y medio más votos que el PVEM (8.4% vs 10.9%), el partido que encabeza Dante Delgado va a tener 50 diputaciones menos.

Así el PVEM ha crecido mucho en curules pero marginalmente en votos. ¿Cuál es su secreto? Como bien sabemos, en los últimos años el PVEM se ha aliado primero con el PAN, luego con el PRI y ahora con Morena.

En México existen tres tipos de coaliciones políticas. Las parciales; las totales y las candidaturas comunes. Para las coaliciones parciales, que son las que ha hecho el PVEM, existe un concepto que se llama nomenclatura. En los distritos en los que hay coaliciones parciales se le debe asignar a algún partido el lugar en caso de que la coalición lo gane. Y ahí el PVEM ha sido el rey de la negociación. El secreto del avance del PVEM en representación legislativa a pesar de no crecer significativamente en votos está en las negociaciones que ha logrado en las coaliciones y sus nomenclaturas.

De los 183 distritos en los que el PVEM hizo coalición con Morena y PT en las elecciones del 2021, negociaron quedarse con 51 distritos. Es decir recibieron un 27% de los distritos que ganaron. Ahora, en el 2024, el PVEM fue coaligado en 260 distritos. Y de esos 260 distritos al PVEM se le asignaron 71 en caso de ser ganados.

Es decir al PVEM le dieron más nomenclaturas, muchas más que al PT. Y eso es lo que le permitió crecer primero en el 2021 y mucho más ahora en el 2024.

La pregunta es ¿por qué le deja Morena esta cancha tan amplia al PVEM? Y la respuesta es que a Morena le conviene tener aliados porque si hubiera competido solo no lograría tantos escaños en el legislativo por la cláusula de sobrerrepresentación y su tope del 8 por ciento.

Si Morena hubiera ido solo en el 2024, sin coaligarse con el PT y PVEM, solo habría obtenido entre el 48-49% de las curules en el legislativo. Al ir en coalición, ese 8 por ciento se aumenta para el PT y para el PVEM. Así, Morena, junto con sus aliados, logran un 74% de representatividad en el Poder Legislativo.

Para Morena el PVEM ha sido un socio muy cómodo. Tiene mejores resultados electorales que el PT y es más disciplinado a la hora de votar con ellos en la Cámara de Diputados y en el Senado. Le aceptan prácticamente todo, así sean iniciativas que vayan en contra de la ecología.

Además el PVEM ha logrado colocar por sí solo gubernaturas en Chiapas y en San Luis Potosí. Esto le ha permitido construir bastiones propios y por ello tiene legitimidad para exigir más de la coalición al argumentar que el PT no es tan estable ni tan redituable para la coalición.

Es así, mediante la negociación que hace en las coaliciones que un Partido que se dice verde pero que no se preocupa por la agenda ecológica, ha podido crecer hasta llegar a ser la segunda fuerza en la Cámara de Diputados que arrancará en septiembre sin importar que sea incongruente e indiferente en su desempeño como partido político.

Apostilla: En el episodio de hoy de mi podcast Broojula se puede escuchar el análisis completo del crecimiento del PVEM en la plática que tuve con Sergio Bárcena, de Buró Parlamentario, quién ha hecho este estudio sobre el desempeño del PVEM.

Columna publicada en El Universal

Mañana será el primer debate entre Donald Trump y Joe Biden de esta segunda campaña presidencial que disputan ambos candidatos. La apuesta no puede ser más importante. No es una exageración afirmar que el triunfo de uno u otro marcará una ruta diametralmente distinta para Estados Unidos.

Falta mucho tiempo para las elecciones. Actualmente las encuestas nacionales se han cerrado con Trump aventajando a Biden con solo un punto. Pero Trump aventaja en las encuestas de los seis estados que se prevé definirán la elección: Arizona, Georgia, Pennsylvania, Wisconsin, Nevada y Michigan.

La importancia del debate está en que ambos candidatos tienen muchos negativos y se enfrentan a ciudadanos que, o odian a ambos, o han ya decidido por quién van a votar y prácticamente no hay nada que pueda decir o hacer el oponente para convencerlos de cambiar de opinión.

¿Qué estrategia deberán adoptar Biden y Trump ante un electorado tan polarizado? Del lado de Trump es fácil anticipar que va a llegar a decir que Estados Unidos es un desastre y que él necesita regresar para hacer América grande otra vez. Va a acusar a Biden de querer utilizar el aparato de justicia para descarrilar sus aspiraciones presidenciales y va a cuestionarlo por su edad y por tener un hijo que ha sido declarado culpable de haber mentido sobre sus adicciones para comprar un arma.

¿Qué debe de hacer Biden? ¿Atacar a Trump o defender sus logros en lo que va de su presidencia? Biden puede hablar de la baja en la inflación; de cómo ha evitado que la economía entre en una recesión y de cómo han bajado los costos de las medicinas en su presidencia. Puede presumir su Acta para Reducir la Inflación que ha sido sumamente exitosa aun cuando su aprobación no contó con el respaldo republicano.

Creo que sería un error que Biden ataque a Trump por haber sido declarado culpable en una corte en Nueva York. Para la base de Trump, esto solo refuerza sus simpatías hacia el magnate. Tampoco considero que Biden debe de perder el tiempo en decir que él representa la defensa de la democracia. Es un concepto demasiado abstracto en un momento con los ánimos tan álgidos.

Si va a atacar a Trump es mejor hacerlo por el lado del aborto. Gracias a los jueces que él nominó a la Corte, el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo fue revertido. Eso le puede sumar a dos segmentos de la población muy importantes: mujeres y jóvenes.

Si Trump ataca a Biden por el lado de su hijo Hunter, será un error. Biden seguramente contará con la empatía de miles de estadounidenses que han lidiado con un problema de adicción, ya sea personalmente o de algún familiar. Es un tema que no le es ajeno a la mayoría de los ciudadanos de EUA y en donde ver la unión y el apoyo familiar que recibió Hunter hace de Joe Biden un humano mucho más cercano a los problemas de la gente común y corriente.

Dicho lo anterior, el reto más importante de Biden es que no solo tiene que debatir con Trump sino con la caricatura que han hecho de él de manera muy exitosa los republicanos mostrándolo como un viejo senil.

Esto último será una tarea sumamente complicada gracias a las redes sociales que permiten editar cualquier momento del encuentro y hacer un video que se viralice con el contenido que su creador quiera. Estamos en la era de la desinformación que se dispersa fácilmente. El spin post-debate será crucial y complicado de manejar en tiempos de TikTok; X e Instagram.

Interesante e importante este debate que ocurre de forma inusualmente anticipada con dos candidatos que ofrecen un destino diametralmente distinto para Estados Unidos.

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El cierre del sexenio de Andrés Manuel López Obrador apunta a ser con un manotazo sobre la mesa, al igual que su arranque y el manotazo de cancelación del NAIM. La reforma al Poder Judicial se supone que la quiere el presidente para mejorar el sistema de justicia en México, pero nada de lo que incluye su propuesta va encaminado a ello. Más bien tienen todos los tintes de un acto de venganza contra un contrapeso que le ha puesto frenos.

Primero le puso un freno cuando quiso la extensión de mandato de Arturo Zaldívar como Ministro Presidente de la Corte. Antes, cuando los ministros se negaron a apegarse a recortarse el salario como pedía el presidente para que nadie ganara más que él. Y durante el sexenio le pusieron varios altos en sus intentos por pasar por encima de la Constitución. Notable fue el caso de la Ley de la Industria Eléctrica.

El documento oficial con los objetivos de la reforma al poder judicial se puede leer que ésta busca una Suprema Corte eficaz, austera y transparente en donde la elección popular legitime a los impartidores de justicia.

Eso no va a ocurrir. Pretender que sean sujetos del voto popular suena democrático, pero es un sin sentido. Primero porque para ser seleccionados dependerán de la presidencia y del poder legislativo. Segundo porque los ciudadanos apenas nos informamos de quién busca la presidencia. Ni hablar de los candidatos a diputados o senadores. Menos ocurrirá con los integrantes del judicial.

Bolivia es el único país en el mundo que elige, por voto popular, a los 26 principales cargos judiciales incluyendo a los integrantes d el Tribunal Supremo de Justicia. Hasta ahora la elección de integrantes del poder judicial solo ha ocurrido dos veces en Bolivia, en 2011 y 2017. En ambas los votos nulos y blancos han sido más numerosos que los favorables a los candidatos. Y la que tenía que ocurrir el año pasado está suspendida por un conflicto entre el legislativo y el judicial. Ha sido un verdadero caos en donde el ganador ha sido el actual presidente, Luis Arce, quien controla al poder judicial y ante la parálisis lo seguirá haciendo indefenidamente.

En un país como México, con los problemas de dinero sucio y crimen organizado ¿de verdad queremos que quienes quieran impartir justicia tengan que salir a hacer campañas y a buscar recursos; hacer convenios con cárteles; atraer dinero sucio y luego, cuando ganen, tengan que cumplir con sus “patrocinadores”?

El expresidente de Bolivia,  Eduardo Rodríguez Veltzé, opinó en entrevista par El País sobre como ha funcionado este sistema: “para elegirse debían cortejar a los políticos durante la preselección de candidatos, que se hace por dos tercios de votos de la Asamblea Legislativa, y luego tenían que hacerse conocer por los votantes en un proceso electoral sin tradición alguna en el país. El voto popular obedece a una lógica: se vota por simpatía, por identificación, pero los votantes no están capacitados para evaluar los méritos de un funcionario que, sobre todo, es técnico”. A ello agregó que ““El Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), siendo el garante de los derechos fundamentales, hasta hoy no repara en que Bolivia tiene el récord de meter gente en las cárceles. Existen 30 mil reos y, esto es lo grave, un 70% con prisión preventiva, sin sentencia. Los magistrados han sido funcionales a esta práctica abusiva.”

Difícil pensar que México pueda estar peor en materia de impartición de justicia y Estado de Derecho pero la reforma de López Obrador será el camino más seguro para lograrlo. Y todo por un acto de venganza.

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Claudia Sheinbaum ganó con el voto de las mujeres; los hombres; de los jóvenes de los que tienen entre 25 años en adelante; de las clases bajas, media-baja, media y de la clase alta.

Así lo revela una encuesta de salida de El Financiero. Votaron por ella de todos los estratos sociales, educativos y de género. Entonces ¿por qué ahora se escucha a tantos decir que los resultados fueron producto de los programas sociales? Si. La explicación que más he escuchado sobre el triunfo de Sheinbaum y de Morena es que los votos los recibieron gracias a los programas sociales.

En efecto, entre quienes son beneficiarios directos o indirectos de los programas sociales, un 69 por ciento votó por Sheinbaum mientras que un 23 por ciento votó por Xóchitl. Pero simplificar el resultado electoral a que la gente voto porque reciben unos cuantos miles de pesos me parece un error.

Por Sheinbaum votaron muchos más que los beneficiarios de los programas sociales. Aun cuando Mario Delgado salió la noche de las elecciones a decir que el resultado electoral era un golpe para la oligarquía; para los clasistas y los racistas, parte de esa oligarquía también votó por Morena y por su candidata.

Esa oligarquía que ha recibido cuantiosos contratos de construcción del Tren Maya; del AIFA y de otros proyectos de infraestructura, que lo han logrado sin licitaciones públicas, sino con adjudicaciones directas, también forma parte del grupo de votantes pro-Sheinbaum.

México es un país tremendamente desigual. Pero los extremos se tocan. Y en el voto por Morena y por Sheinbaum ambos extremos se tocaron. Por un lado vemos un estado como Chiapas, sumido en la pobreza y en una inseguridad trágica, que votó abrumadoramente por Eduardo Ramírez, el candidato de Morena a la gubernatura. Ramírez recibió el voto del 78.6 por ciento del electorado. En segundo lugar quedó Olga Luz Espinoza con apenas el 12.6 por ciento del voto. Es decir, Morena arrasó. Si vemos los distritos electorales, los mejores resultados para la coalición Sigamos Haciendo Historia (SHH) fueron en Chiapas y Oaxaca en donde ganaron distritos con promedios cercanos al 80 por ciento.

Para el segmento más pobre de la sociedad los programas sociales han hecho una diferencia. Para ellos que salga una clase política a querer ganar su voto asustando con que la democracia está en riesgo es un sin sentido. Si tienes que ver como tener lo suficiente para sacar lo del día, esa cosa abstracta llamada democracia no te va a resolver como poner comida en la mesa para la familia.

Pero cuando vemos que un 49 por ciento de los que no son beneficiarios sociales y un 49 por ciento de la clase alta también votó por Sheinbaum y su coalición, es evidente que no se puede simplificar su triunfo al dinero repartido.

Sí, fue mucho el dinero de los programas sociales. Sí, hizo que la elección fuera tremendamente inequitativa. Como no veíamos desde las décadas del PRI hegemónico. Pero en la cual se contaron bien los votos y en esa bolsa de simpatizantes también están clases altas que han resultado sumamente beneficiadas del gobierno de López Obrador.

Creo que sería un error simplificar el triunfo de Sheinbaum a que ganó porque la apoyaron quienes reciben dinero del gobierno. Hay otro segmento mucho más beneficiado con las decisiones de López Obrador, ese al que él como opositor llamó La Mafia del Poder, que el 2 de junio votó por Sheinbaum y está contenta y a la expectativa de seis años más de lo mismo.

Por cierto, en esos extremos, esto de los mercados financieros es algo que les tiene sin cuidado. A unos porque no tienen nada invertido en ellos y a otros porque están tan diversificados que lo perdido en una parte es lo ganado en otra.

Apostilla: Ya pasaron diez días de la debacle de la oposición y Alito y Marko siguen tan campantes en sus dirigencias esperando asumir su pluri en el Senado. Incomprensible que los Prístas y los Panistas se queden conformes con esta desvergüenza.

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