Tag

Brújula

Browsing

“Es un principio fundamental de nuestra política exterior la no intervención y la autodeterminación de los pueblos. A eso nos ceñimos en el caso de lo sucedido en Perú”, esto escribió en sus redes sociales el presidente Andrés Manuel López Obrador a propósito de la caída del presidente Pedro Castillo.

Esto mismo que dijo sobre Perú lo ha expresado y repetido en prácticamente cada ocasión en la que se ha buscado una postura del gobierno mexicano ante temas internacionales. Pero la no intervención es una herramienta discursiva más de López Obrador que utiliza a conveniencia.

Si gana la elección presidencial el demócrata Joe Biden, contrario a la preferencia inexplicable que tenía López Obrador que era la reelección de Donald Trump, entonces se negó a felicitarlo con la excusa de que había que esperar hasta que el Congreso estadounidense certificara la elección para no intervenir en un asunto interno de otro país.

Pero cuando en Brasil el izquierdista Lula da Silva había apenas ganado la primera vuelta electoral con menos del 50 por ciento de los votos, inmediatamente vino la felicitación desde la mañanera, aun cuando faltaba la segunda vuelta y por ello el triunfo de Lula no estaba asegurado. En el caso de Brasil, cuando el resultado preliminar se ajustaba a los deseos del presidente, entonces no hubo problema de opinar y con ello intervenir en la política de otro país.

En el caso de la guerra en Ucrania, el presidente ha dicho que no quiere opinar aduciendo a su excusa favorita, la no-intervención. Esta postura en los hechos resulta un apoyo a Vladimir Putin y su inexcusable e ilegal invasión de un país soberano e independiente.

La misma intervención hemos visto en Colombia, cuando López Obrador se dio el permiso de intervenir y declaró en plena campaña presidencial: “Nada más por un instante voy a decir que le mando un abrazo a Petro desde aquí. ¿Y saben por qué lo abrazo? Porque está enfrentando una guerra sucia de lo más indigno y cobarde, todo lo que ya vimos y padecimos en México”.

La intervención del presidente de México en las elecciones de Colombia llevó a la Cancillería de ese país a emitir un comunicado de inconformidad por la intervención en sus elecciones. Pero López Obrador, que dice que no interviene en asuntos de otros países, decidió darse licencia cuando de Gustavo Petro se trató.

Igualmente ha apoyado a Daniel Ortega en Nicaragua y a Nicolás Maduro en Venezuela cuando Biden decidió no invitarlos a la Cumbre de las Américas por considerar que no son demócratas y que violan los derechos humanos de sus ciudadanos. Como sabemos, AMLO orquestó lo más cercano a un boicot a la Cumbre en apoyo a ambos autócratas. Hoy la frontera México-Estados Unidos está al borde de un caos por la cantidad de venezolanos y nicaragüenses que han huido del terror en que Ortega y Maduro tienen a sus países.

Así, López Obrador demuestra no solo que sí interviene en asuntos de otros países, también que lo hace aun a costa de los intereses de México.

De vuelta al caso Perú, a pesar de que dijo que no intervendría en el caos político que generó el intento de Pedro Castillo de disolver el Congreso, inmediatamente después López Obrador publicó un segundo mensaje en el que condenó la caída de Castillo excusando que fueron las circunstancias lo que lo llevaron a intentar un golpe de estado.

La lista de intervenciones en asuntos de otros países es mucho más amplia. Le ha pedido a Estados Unidos que termine con el embargo a Cuba; ha condenado el proceso jurídico contra Cristina Fernández de Kirchner en Argentina y un largo etcétera.

El uso del discurso de la no-intervención no solo es a contentillo, además es una manipulación que se hace sin pensar en beneficios para el país. Es simplemente el capricho de un individuo que, por cierto, es el presidente de México.

Columna completa en El Universal

Washington D.C. – Me encuentro en la OEA, la Organización de Estados Americanos, en el marco de la formación del Comité de Integridad de Medios y el consenso es que la desinformación es uno de los grandes desafíos que enfrentamos como sociedad. Esta desinformación viene de muchos frentes. En el caso de México uno de los más grandes ataques a la verdad está en el presidente Andrés Manuel López Obrador. Su actual lucha por mandar al diablo a las instituciones electorales, empezando por el INE me parece un ejemplo lamentable de ataque a la verdad y de desinformación.

Parece increíble que ante la barbaridad de problemas y retos que enfrenta México hoy, el presidente López Obrador decida dedicarle tanto esfuerzo a desmantelar lo que él mismo ayudó a crear. Si Zacatecas arde; si hay falta de medicinas; si estamos por entrar a un nuevo conflicto comercial con Estados Unidos y Canadá; si están asesinado a periodistas, activistas y a miles de ciudadanos en México…todo eso pasa a segundo plano. El presidente está empecinado con destruir al INE y, de paso, lo hace mintiendo sobre lo que es la institución y sobre sus costos.

Este INE es hoy lo que es en gran parte por exigencias de Andrés Manuel López Obrador. Desde que perdió las elecciones del 2006 el eterno candidato y hoy presidente se ha dedicado a reclamar modificaciones a las leyes electorales que fueron incluidas en la Constitución en el artículo 41 en el año 2007 precisamente para saciar sus peticiones.

Entre ellas estuvo las restricciones a hacer campañas que duraran más de noventa días con precampañas que no excedieran las dos terceras partes del tiempo previsto para las campañas. López Obrador pidió, exigió, estas adecuaciones a las leyes electorales aduciendo igualdad para los candidatos del partido en el poder y aquellos de la oposición.

Pero ahora como presidente no ha hecho más que adelantar los tiempos electorales de tal forma que desde antes de la mitad de su sexenio ya había abierto sus cartas para su sucesión. Los citados noventa días se pueden quedar en el olvido. Hoy López Obrador aplaude que su corcholata favorita, Claudia Sheinbaum, viole las leyes al llevar meses en abierta campaña por la presidencia cuya fecha es todavía en…¡550 días!

Él fue uno de los impulsores de la regla aduciendo piso parejo pero ahora que está en el poder la desdeña y además miente al decir que la oposición ha orquestado una tomadura de pelo colectiva para convencer a la población de defender al INE.

El presidente quiere polarizar y poner de un lado al INE con las élites y del otro al pueblo. Se olvida que el INE no son los consejeros y sus sueldos. El INE son los múltiples ciudadanos que en cada elección se presentan para recibir y contar los votos de todos los demás ciudadanos. Por eso el respaldo que tiene la institución, con todo y sus defectos. Y por ello el presidente parece empeñado en engañar con que la mayoría de la gente quiere la reforma al INE, como declaró en su mañanera esta semana. Hasta número le puso: 80 por ciento de la gente está en favor de la reforma del presidente, según el presidente.

La amenaza a la integridad de la información en México viene en primer lugar de un presidente que lejos de querer resolver los enormes problemas que nos aquejan, encuentra problemas en donde se ha trabajado años por crear soluciones.

Apostilla: Las marchas a veces se perciben como fútiles. “¿Qué se logra con salir a las calles?” “La democracia se defiende en las urnas, no en las calles.” Estas y otras excusas he escuchado para desestimar salir a la calle a exigir respeto a las instituciones y a nuestros derechos. Irán y China son ahora el mejor ejemplo de que las exigencias desde las calles sí llevan a un cambio en los gobernantes, por más autócratas o dictatoriales que sean. En Irán se tambalea la existencia de la Policía de la Moral a la vez que sigue el grito al fin de la teocracia. En China se han relajado las medidas de COVID cero. Ambas son ganancias obtenidas a través de manifestaciones en las calles.

 Columna completa en El Universal

  1. ¿Por qué en la marcha ciudadana del 13 de noviembre para defender al INE no vimos filas de autobuses; metrobuses y otros vehículos llevando a gente a participar?
  2. ¿Por qué no hay fotos ni videos de gente vestida con chalecos del gobierno dando dinero a los que acudieron al Monumento a la Revolución el 13 de noviembre?
  3. ¿Por qué a diferencia de lo ocurrido con la contramarcha, no hay acusación de amenazas o condicionantes de los que se vistieron de rosa el 13 de noviembre y se presentaron en Reforma al grito de ¡El INE no se toca!?
  4. ¿Por qué el 13 de noviembre no hubo quien pasara lista y el 27 de noviembre, día de la contramarcha, sí?
  5. ¿Por qué no hay muestra de que en la marcha en defensa del INE se repartieran bolsas con desayunos y en la del 27 de noviembre sí?
  6. ¿Por qué los canales 11, 14, 21 y 22 – que conforman el Sistema de Radiodifusión – transmitieron la contramarcha completa del 27 de noviembre pero ignoraron las que ocurrieron el 13 de noviembre en la CDMX y otros puntos del país en defensa del INE?
  7. ¿Por qué decidió el presidente López Obrador y sus habilitadores mostrar sin recato y con total descaro el uso de recursos públicos para su contramarcha?
  8. ¿A quién quiere engañar el presidente López Obrador cuando paga millones de pesos del erario para saciar su ego?
  9. ¿Es realmente el presidente un imán para sacar a ciudadanos a tomar las calles o ya solamente lo logra mediante carretadas de dinero?

Estas son sólo nueve de las preguntas que deja la marcha del 13 de noviembre y su comparativo con la contramarcha del 27, pedida por el presidente López Obrador y organizada por todo el aparato del Estado.

Lo que deja en claro esta marcha es que el presidente está nervioso por las posibilidades que tiene su proyecto de trascender el 2024. Ha querido vender la idea de que el triunfo de Morena en las próximas elecciones estatales y en la presidencial es inevitable pero es evidente que los ríos de personas que vio salir a las calles a defender al INE el 13 de noviembre lo pusieron a la defensiva.

Su reacción ha desencadenado el fortalecimiento de una oposición que estaba pasmada, mermada y casi inexistente. En la encuesta hacia el 2024 publicada por este diario ayer Morena sigue siendo fuerte, pero ya no inalcanzable. La suma de los porcentajes obtenidos por los partidos de oposición se queda a 5 puntos de la obtenida por Morena y sus aliados.

En el legislativo, la insistencia en una reforma electoral que quiere fortalecer solamente a Morena a costa de todos los demás partidos ha dado un nuevo impulso al bloque opositor. La estrategia de ‘divide y vencerás’ le estaba funcionando al presidente a las mil maravillas cuando había logrado que el PRI se sumara en la reforma para extender el tiempo del ejército en tareas de seguridad pública. PAN y PRD habían dicho que así no se concretaría la alianza opositora hacia el 2023 ni menos hacia el 2024. Y sin embargo, ahora hasta MC se ha sumado en rechazo a la reforma electoral de López Obrador.

Una reforma que, por cierto, el presidente parece no entender. Ayer en su mañanera AMLO repitió que “el bloque conservador va a impedir la reforma constitucional porque no quiere que haya menos diputados, menos senadores, quiere seguir manteniendo a los plurinominales, quieren seguir entregando muchísimo dinero a los partidos, a los consejeros no quieren que los elija el pueblo”.  ¿Cómo es posible que diga esto si su reforma electoral busca la reducción de legisladores mediante la desaparición de los de mayoría relativa (los que elegimos los ciudadanos) para quedarnos solamente con diputados y senadores plurinominales (los que eligen las cúpulas partidistas al ser los que arman las listas con sus integrantes)?

O el presidente no entiende su reforma o quiere engañar con que busca un ahorro cuando lo que realmente persigue es afianzar el poder de las cúpulas partidistas.

Columna completa en El Universal

Por años la política exterior de México fue motivo de orgullo. Lográbamos ser el vecino de la gran potencia, Estados Unidos, y a la vez ser el puente con Latinoamérica. Teníamos nuestro TLCAN pero también pertenecíamos al Mercosur. Se hablaba de México como el gran hermano latinoamericano.

La ‘gran transformación’ de la 4T ha dado con al traste con todo ello y lo ocurrido en la votación del Banco Interamericano de Desarrollo y en la Organización Panamericana de la Salud es simplemente la prueba de que la idea de López Obrador de que “la mejor política exterior es la interior” tiene sus costos.

Aunque al presidente de México no le guste, sus desplantes, groserías e ignorancia sobre el papel de México en el mundo tiene consecuencias.

Primero hemos visto a un López Obrador que ha desdeñado acudir a las cumbre y reuniones internacionales. En segundo lugar ha optado por hacer nombramientos en embajadas y consulados de gente no capacitada para esos encargos. Muestra emblemática ha sido el amigo de la esposa de López Obrador, Pedro Salmerón, que fue justificadamente rechazado por Panamá después del movimiento #UnAcosadorNoSeraEmbajador.

Además ha decidido atacar a gobiernos como el español, a quienes sugirió poner la relación ‘en pausa’ o al estadounidense al preferir defender a los dictadores de Nicaragua, Cuba y Venezuela que apoyar a Biden cuando la Cumbre de las Américas. Ha sugerido que la Estatua de la Libertad sea desmontada de EUA en defensa de Julian Assange y un largo, larguísimo etcétera.

Pues es la fecha en que estos desplantes le cobran factura al gobierno de México. La postulación de Gerardo Esquivel al frente del Banco Interamericano de Desarrollo, del BID, fue casi de último momento después de que la candidata original del presidente, Alicia Bárcena, se cayera a principios de noviembre cuando una legisladora estadounidense señaló que no sería bienvenida.

María Elvira Salazar, envió una carta a la secretaria del Tesoro Janet Yellen pidiendo que el país vote en contra de la candidatura de Bárcena. “Es simpatizante del comunismo”, acusó, ya que, como secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, la CEPAL, habló de manera positiva sobre Fidel Castro y Hugo Chávez. EUA tiene un voto que pesa el 30 por ciento en el nombramiento de quien dirija el BID. Bárcena se retiró. La posibilidad para Esquivel en ese momento se redujo considerablemente y eso explica que en la votación del fin de semana México, que no Esquivel, recibiera solamente dos votos.

Ha sido una soledad autoinfligida, resultado de una política exterior poco profesional. El enojo del presidente, reflejado en el comunicado de Hacienda lamentando que Estados Unidos no apoyara al candidato de México y se decantara por el brasileño Ilan Goldfajn no es más que un botón adicional que enseña que no se entiende que no se entiende.

Culpar a otros es sumarle al error. Pero eso será complicado de ver cuando lo que hay como estrategia central en estos momentos es marchar en contra de una parte de los mexicanos.

Columna completa en El Universal

En el marco de la Convención Bancaria del 2018 el presidente López Obrador dijo que si él no ganaba la elección de ese año, si le volvían a hacer fraude (nunca se lo hicieron, pero esa es otra historia), se soltaría un tigre y él ya no lo detendría. La marcha del domingo en defensa del INE mostró ser también un tigre. Un tigre que el propio presidente López Obrador decidió soltar.

Han sido múltiples los agravios del presidente a la ciudadanía en nombre de su transformación. Desde la colocación de gente incompetente para encargos como la CNDH, la CRE y el FCE; eliminar el Seguro Popular; minimizar la pandemia de COVID con sus efectos económicos y de salud; generar escasez de medicamentos que han provocado muertes innecesarias y un largo etcétera. Ninguno de estos agravios logró movilizar a la ciudadanía como si lo hizo la amenaza de regresarnos al país de un solo partido y al partido de un solo hombre.

La ciudadanía salió a manifestarse para defender a una institución, al INE. No fue en defensa de un partido; de un consejero ni de un político. Fue en defensa de una institución y eso es señal de que no todo está perdido para la democracia mexicana. Como López Obrador está acostumbrado a pedir que marchen para defenderlo a él, minimizó el efecto que tendría atacar a una institución.

La respuesta del presidente ante el tigre que el mismo soltó ha sido el auténtico striptease político. Hemos podido ver al presidente de cuerpo entero y, como al emperador, sin ropa. Si antes de la manifestación ya se le escuchaba desencajado, una vez que vio la marea rosa y blanca en la Ciudad de México y en muchas otras ciudades del país y del extranjero, su enojo es más que palpable. Su reacción es lamentable.

Llamar clasista a una manifestación a la que acudieron muchos integrantes de las clases medias es un nuevo balazo en el pie. Lleva agraviando a las clases medias desde que Morena perdió la mitad de las alcaldías de la CDMX y en lugar de idear una estrategia para recuperar a estos votantes, redobla en su error y con ello le complica el panorama a su candidata favorita, Claudia Sheinbaum, para la elección presidencial.

Llamar a José Woldenberg de antidemocrático porque, según el presidente, ha avalado fraudes electorales pierde toda lógica cuando lo dice quien tiene a Manuel Bartlett, el padre de la caída del sistema, en su gabinete.

La marcha del domingo 13 de noviembre es la demostración de que la democracia no se puede acotar al valioso pero simple acto de votar. La democracia también es protesta. El sentimiento que generó en muchos el ver a tantos rechazar el desplante presidencial de desaparecer al INE puede significar un antes y un después para Morena y para México. López Obrador se empeña en presumir su altísimo nivel de aceptación. En mi podcast Broojula platiqué con el politólogo Carlos Bravo Regidor quien comentó algo muy cierto: esta aceptación ha dejado de crecer. Parece que ha llegado a su techo. La gran pregunta que surge para la sociedad civil y la oposición ahora es ¿cómo hacer que este entusiasmo social se convierta en una estrategia electoral?

Apostilla: No han sido días buenos para otros populistas tampoco. Jair Bolsonaro perdió la elección en Brasil y Donald Trump está siendo señalado como el culpable de que a los Republicanos no se les materializara la marea roja que creyeron vendría en las elecciones intermedias en Estados Unidos.

Columna completa en El Universal

Arizona; EUA: Ayer fueron las elecciones intermedias en Estados Unidos. Usualmente se sabe que éstas son un referéndum sobre el presidente que está en La Casa Blanca y que salvo muy contadas excepciones, el resultado favorece al partido que está en el gobierno. No obstante, las elecciones de ayer fueron mucho más que un referéndum sobre el desempeño de Biden. Aquí van cinco datos sobre el proceso electoral estadounidense:

  1. Un país dividido y enojado. Los estadounidenses están divididos entre los que creen que Joe Biden se robó la elección del 2020 y los que aceptan que no hubo fraude porque nunca se ha probado que lo hubo. Algunos demócratas votaron con preocupación por el futuro de su democracia pero los tres temas principales que llevaron a los estadounidenses a votar ayer fueron la inflación, la inseguridad y el aborto. Los tres son temas que tienen enojado al electorado, no motivados.
  2. Fue una noche en la que no todos los resultados se definieron la noche de las elecciones. Esto ocurrió en 2020 y se repitió anoche. Tiene que ver con la cantidad de votaciones anticipadas, más de 40 millones de votos. Muchos estados no permiten el conteo de votos antes del día de las elecciones. Lo lamentable es que como los demócratas son quienes más votan anticipadamente, muchos republicanos utilizan la ausencia de resultados la misma noche de las elecciones para argumentar fraude.
  3. La omnipresencia de Trump. Los negacionistas tuvieron un desempeño nada desdeñable. Casi una centena ganaron anoche. Increíble que sin presentar una sola prueba de fraude electoral, tantos estadounidenses le crean la gran mentira a Trump. Si bien Trump puede no ser tan popular y ni siquiera es seguro que lo quieran en la boleta electoral en el 2024, su manera de pensar y su estilo de política llegó para quedarse por un buen tiempo en el partido republicano.
  4. ¿Marea roja o riachuelo? Normalmente el partido en La Casa Blanca tiene malos resultados en las elecciones intermedias salvo contadas excepciones, como en el 2002 cuando el efecto patriótico del país que acababa de ser atacado en las Torres Gemelas, generó que George W Bush y los republicanos crecieran en esas intermedias. Era evidente que en medio de la inflación más pronunciada de los últimos 40 años, estas elecciones no serían fáciles para los demócratas. Sin embargo, la polarización es tan pronunciada, que lejos de ser una marea roja, ayer fue más un riachuelo para los republicanos.
  5. Para los demócratas los resultados de las elecciones de ayer muestran que se han alejado de las principales preocupaciones de los estadounidenses comunes y corrientes. El aborto logró movilizar a muchos electores en el verano, pero ante el panorama económico y de seguridad, el enojo demócrata tras la reversión de Roe v Wade que permite a los estados penalizar el aborto se desvaneció y ayer ya no tuvo la fortaleza para frenar el avance de los republicanos.

Columna completa en El Universal

Los cambios institucionales que ha hecho el presidente López Obrador dejan mucho que desear. Desapareció el Seguro Popular y en su lugar está el INSABI que supuestamente llegaría para mejorar los servicios gratuitos de salud. Casi cuatro años después los beneficiados de la desaparición del Seguro Popular han sido las farmacias y los médicos que trabajan a un lado de éstas a quienes les ha crecido el número de pacientes que ya no cuentan con gratuidad en servicios médicos porque el INDEP simplemente no funciona.

El presidente anunció la creación del Banco de Bienestar para lograr inclusión financiera y en su lugar está solo la promesa ya que no ha logrado construir ni los cajeros automáticos que supuestamente llegarían a todos los rincones del país.

Las Universidades del Bienestar, que supuestamente llegarían a mejorar la educación, no lograr graduar alumnos y sus maestros hacen plantones porque no les pagan. El Instituto Para Devolverle al Pueblo lo Robado, que creó este gobierno para sustituir al SAE, el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes, ha estado plagado de escándalos por los robos ¡de sus directivos! Ahora hasta una demanda enfrenta por la venta de Ferraris sin contar con un fallo judicial.

Aún con tanto fracaso a cuestas, el presidente quiere que confiemos en él y su gobierno para crear un nuevo instituto para manejar las elecciones. En lugar del INE, López Obrador quiere crear el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC).

Si algo funciona en el país y ha permitido la alternancia en el poder han sido las instituciones electorales, empezando por el INE. Entonces ¿por qué quiere el presidente López Obrador enterrarlo?

¿Por qué debemos creer que su INEC va a funcionar? Él, que ha sido el padre de las consultas patito con preguntas sesgadas y resultados predecibles quiere que creamos que ahora sí va a lograr un instituto confiable.

¿Por qué creer en que dejar solo a los senadores y diputados de representación proporcional – que son los que llegan a sus escaños por decisión de las cúpulas partidistas y no de los ciudadanos – va a beneficiar a la democracia mexicana? Si de por sí está roto el vínculo entre ciudadanos y políticos y ni con la reelección legislativa se logró generar una rendición de cuentas indispensable, la propuesta del presidente simplemente reforzará este amarre de las cúpulas sobre sus cuadros. Quedarán en la lista los legisladores que hagan lo que les funcione a los dirigentes de partido y no a los electores.

La fortaleza de las instituciones democráticas es fundamental para detener los desplantes autoritarios de los Jefes de Estado. Los ejemplos de Trump en Estados Unidos y el de Jair Bolsonaro en Brasil deberían ser suficientes para que en México no permitamos que lo que ha funcionado para que tengamos alternancia en el poder, sea tocado o modificado por quien ha demostrado no entender el A,B,C de la democracia.

Apostilla: El presidente López Obrador decidió que era una buena idea darle un espaldarazo a Donald Trump una semana antes de las elecciones intermedias de Estados Unidos. En su conferencia de prensa del lunes AMLO dijo que ahora que Elon Musk es dueño de Twitter, la empresa debería de regresarle su cuenta al expresidente Trump y resarcir el daño que le hicieron al sacarlo de la plataforma. Más allá de que AMLO vuelve a mostrar que eso de la no intervención en asuntos de otros países (y en empresas en otros países) lo utiliza solo a conveniencia, la gran duda es ¿por qué quiere AMLO ayudar a Trump? ¿Para que regrese a La Casa Blanca y nos utilice de piñata política como lo hizo los cuatro años que fue presidente?

Columna completa en El Universal

La renuncia de Liz Truss como Primera Ministra de Gran Bretaña a tan solo 44 días de haber llegado al número 10 de Downing Street muestra una de las grandes ventajas que tienen los sistemas parlamentarios sobre los presidencialistas. Si un Jefe de Estado le falla a la sociedad, tiene que dejar el poder. No importa cuánto tiempo falten para las siguientes elecciones ni si al llegar al poder heredaron un país en crisis.

En un sistema presidencialista como el mexicano estamos amarrados a un Jefe de Estado por seis años. Algunos argumentarán que esto evita la volatilidad en la que se encuentra Gran Bretaña en donde el Partido Conservador ganó las elecciones de diciembre del 2019 con Boris Johnson como su candidato y desde entonces ya van en su 3er Primer Ministro.

De acuerdo. Los Conservadores han estado en una crisis grave desde que coquetearon e impulsaron la idea del Brexit. Pero cada vez que el jefe del partido en el poder y por lo tanto Primer Ministro no logra cumplir con sus promesas de campaña, no ha tenido espacio para aventar culpas.

El reto para el nuevo Primer Ministro, Rishi Sunak, será arreglar la crisis en que está inmersa la economía británica sin que el golpe inevitable que llegará a los bolsillos de los ciudadanos genere un descontento que lo obligue también a dimitir. Sunak lo tendrá que hacer con un partido Conservador sumamente dividido y, para acabarla de amolar, deberá de lograrlo sin que lleguen los reclamos de que como él es multimillonario (tiene más dinero que la Corona inglesa), los sacrificios requeridos para bajar la inflación no le afectan como al resto de los mortales.

Enormes retos para el gobierno británico, sin duda. Pero me parece que son preferibles a la cárcel del sexenio en el que vivimos en el sistema presidencialista mexicano.

Es inexplicable que a cuatro años de haber asumido el poder, el presidente López Obrador siga culpando de sus fallas e incompetencias al pasado. ¿Para eso lucho tanto por ganar?

Liz Truss tuvo que renunciar por presentar un proyecto de presupuesto que simplemente no cuadraba. Proponía reducir los impuestos, en especial a los que más ganan, sin recortes al gasto gubernamental. ¿De dónde saldrían los recursos para cuadrar ese presupuesto? Al no haber una respuesta clara a esta interrogante, Truss trató de salvar su gobierno corriendo a su ministro de finanzas. Nada de responder con una evasiva como un “yo confío en que es una persona íntegra”. Pero ni corriendo al ministro Kwasi Kwarteng logró Truss estabilizar el barco. La historia ya la conocemos. 44 días después de haber llegado al poder tuvo que renunciar por su incompetencia.

Antes de Truss dimitió Boris Johnson. La gota que derramó el vaso de agua fue el escándalo conocido como ‘Partygate’. Johnson y parte de los integrantes de su gobierno se dieron licencia durante la pandemia para reunirse y beber mientras al resto de los ingleses los obligaron a estrictos confinamientos. Mentir y creerse por encima de los ciudadanos comunes y corrientes le costó el puesto.

En México han salido vídeos, muchos vídeos, desde René Bejarano hasta el hermano del presidente Pío López Obrador, recibiendo dinero en efectivo cuya procedencia no han podido explicar. Al cuestionársele, el presidente ha admitido que ese dinero ha sido para ‘el movimiento’, como si eso fuese una excusa para manejar maletas de efectivo. AMLO sigue siendo presidente y lo seguirá hasta el 30 de septiembre del 2024. No importa cuánta corrupción lo rodee, no importa qué tan mal haga su trabajo, tenemos AMLO por seis años. Es la cárcel del sexenio en el sistema presidencialista mexicano.

Con todos sus defectos, el sistema parlamentario como el de los ingleses, me parece uno mucho mejor por la rendición de cuentas a la que obliga a sus gobernantes. Si son incompetentes al gobernar, salen.

Columna completa en El Universal

Circula el libro El Rey del Cash de Elena Chávez, quien fuera pareja del hombre cercano al hoy presidente López Obrador, Cesar Yáñez. El título no deja lugar a dudas. Eso de que el presidente lleva viviendo con $200 pesos en la cartera es un mito. El presidente que ha hecho de su honestidad la bandera de su carrera política resulta que es igual o peor que sus antecesores. Recibe maletas de efectivo como las que vimos mover a René Bejarano desde hace dos décadas y con ellas ha podido financiar su camino que lo llevó a la presidencia en 2018.

Y, sin embargo, el libro que muestra de cuerpo entero a López Obrador no le va a golpear en el ánimo de sus simpatizantes. El fervor a AMLO seguirá intacto. Su teflón, su escudo protector, va a continuar. Y lo hará simplemente por los tiempos en los que vivimos. Tiempos de polarización en donde no importa cuánta información se muestre y se vea respecto a las fallas del presidente que “sacó al PRI de Los Pinos”, sus simpatizantes le perdonaran todo.

¿Por qué? Porque en México, como en otras democracias que están en problemas, estamos tan divididos en tribus, que no importa la información negativa o los efectos perversos de la ineptitud del gobierno, a López Obrador le van a seguir justificando y perdonando prácticamente todo lo que signifique que ‘ellos’ ganen y ‘los otros’ pierdan.

Esto ha generado una política ausente de todo tipo de estándares, persuasión y rendición de cuentas.

Lo mismo ocurre actualmente en Estados Unidos. Por ello, el columnista del New York Times, Ezra Klein, escribió un libro titulado Why We’re Polarized (¿Por qué estamos polarizados?) que terminé de leer asombrada por las similitudes que existen no entre Trump y AMLO, sino entre los simpatizantes y partidarios de ambos.

Por simpatizantes, me refiero a los ciudadanos que respaldan a un presidente que no ha entregado más que malos resultados en seguridad, economía, salud…los temas más importantes para cualquier persona.

Y por partidarios, me refiero a los que trabajan con el presidente, dentro del gobierno y dentro de Morena. Así como los republicanos de más alto rango han optado por validar la falacia de que la elección del 2020 fue fraudulenta y se la robaron a Trump, hay los partidarios de Andrés Manuel López Obrador que validan sus ocurrencias diarias. Desde entregarle poder sin medida al ejército; promover consultas patito; atacar a la autoridad electoral; hasta las grandes tonterías de rifar el avión presidencial o cancelar un aeropuerto para construir otro inviable por el mismo precio elevadísimo.

La combinación de polarización con liderazgos fallidos tiene a la democracia estadounidense en problemas. Lo mismo vemos en el caso de México, con la diferencia de que nuestras instituciones son mucho más endebles a ser tumbadas por quien, todo indica, tiene un escudo protector de cualquier acto reprobable.

Apostilla: Les tomaron la medida. Eso fue lo que ocurrió con los senadores de la oposición en la votación para extender las labores del ejército en tareas de seguridad pública hasta el 2028. El gobierno pudo medir la voluntad de cada uno de los senadores de PAN, PRI, PRD y MC. Al final, los que dieron su brazo a torcer y votaron en favor de la iniciativa del presidente tendrán que considerar que ésta fue la primera de muchas votaciones y que al dar su aval en esta ocasión, no significa que ya los dejarán en paz. Como se dice coloquialmente, midieron el agua a los camotes. Morena, su coordinador en el Senado, Ricardo Monreal, y el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López, volverán a presionar en otras votaciones para darle más triunfos a Andrés Manuel López Obrador. Ojalá y los 11 que dieron su brazo a torcer, 9 del PRI y 2 del PRD, lo hayan hecho por un poco más que un plato de lentejas.

Columna completa en El Universal

La austeridad no dio para tanto. Estamos en el cuarto año de gobierno y ni recortando sueldos y prestaciones; ni apropiándose del dinero de los fideicomisos; ni extorsionando empresarios, logra este gobierno los recursos que quiere para comprar simpatías.

El presupuesto de este año de 8 mil millones de pesos no tiene precedentes.

¿Qué va a pasar cuando a AMLO se le acabe el dinero?

Ya lo dijo claramente en su mañanera del miércoles 28 de septiembre. Si los empresarios que deben millones al fisco no pagan, entonces vendrá un aumento de impuesto y se endeudará (más) el gobierno.

Concretamente el presidente dijo que antes de él, no pagaban impuestos “los grandes contribuyentes”, pero que ahora sí todos están pagando. Todos, menos unos 20 o 30 empresarios que son rezagos del pasado porque no aceptan, según el presidente, la nueva realidad en la cual la defraudación fiscal es un delito penal.

Y entonces vino la advertencia: “Necesitamos finanzas públicas sanas para financiar el desarrollo para que se siga apoyando a la gente y para no contratar deuda, no endeudar al país”.

Así queda claro que cuando deje de haber dinero para lo que el presidente quiera, quedando aún poco menos de dos años de su gobierno, le aventará la culpa a los empresarios para justificar un aumento en los impuestos y en la deuda del país. Será culpa de los empresarios por no haber pagado sus impuestos.

—o—

Ayer en el senado quedó de manifiesto que la cola larga de nuestros políticos es la más poderosa herramienta del actual gobierno. Para lograr los votos que avalaran que el ejército permanezca cuatro años más en las calles en labores de seguridad pública solamente hizo falta tiempo.

Los senadores del PRI acabaron dándole al gobierno los votos necesarios para que esto fuera posible. Salvo contadas excepciones, como la muy destacable y valiente postura de la senadora Claudia Ruiz Massieu, sus colegas de partido se doblegaron.

Justificaron su voto en que se logró mayor presupuesto y supervisión para que los militares ejerzan trabajos de seguridad pública. También en la idea de que vendrá una acción de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte. Y que la verdadera militarización no está en darles más tiempo a los militares en las calles sino en que la Guardia Nacional pase a manos de la SEDENA y que ahí va a haber un alto mucho más riguroso.

Lo que vivimos hoy en México es realmente preocupante. Es ceder todo el poder al ejército. Queda muy claro que el país no padeció los regímenes militares-autoritarios de otros países de la región. No tuvimos al ejército al frente del gobierno como sucedió en Brasil; Chile y gran parte de América Latina. Pero eso no significa que el ejército va a permanecer al margen por siempre en México. Increíble que el presidente que prometió acabar con la militarización del país sea el que les esté dando hasta el poder de manejar el turismo en México. Dar poder es fácil. Quitarlo, no es tan sencillo.

Columna completa en El Universal

Andrés Manuel López Obrador hizo una promesa importante de campaña a los padres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa: que de llegar a la presidencia daría con sus hijos y el crimen de aquel 26 de septiembre del 2014 quedaría resuelto. Ya en la presidencia, López Obrador se ha topado con un enorme dilema. Si quiere cumplirle a los padres esta promesa, tiene que quedar mal con el Ejército.

¿Por qué? Porque el informe que dio a conocer hace unos días el subsecretario de Gobernación y titular de la Comisión de la Verdad en el caso Ayotzinapa culpa a integrantes del ejército de haber asesinado a algunos de los 43 desaparecidos. Por ello la FGR giró 20 órdenes de aprehensión en contra de militares. El dilema es pues: o queda bien con los padres de los 43 o queda bien con el ejército.

¿Cómo se le salió tanto de control el asunto de Ayotzinapa a este gobierno? ¿Cómo llegan al octavo aniversario tan mal parados?

Primero, lejos de haber claridad respecto a lo ocurrido en Iguala esa noche, hay mayor confusión.

Segundo, el Ejército claramente no está contento con la versión del subsecretario Alejandro Encinas. En esta versión, que al ser del Subsecretario de Derechos Humanos de la Segob, es la del gobierno, integrantes del Ejército quedan señalados de haber participado en la tragedia de Iguala. Es tan claro el descontento de los militares con la versión gubernamental que han presionado para que se retiren las órdenes de aprehensión en contra de sus elementos. Lo han logrado ya en 16 de ellas, lo que no ha deber sido un sapo fácil de tragar para el Fiscal Gertz Manero. Además, le otorgaron una muy buena y exclusiva entrevista a mi colega, Jorge Fernández Menéndez, con el General José Rodríguez Pérez, quien era comandante del 27 batallón del Ejército con sede en Iguala.

El General ha sido señalado por Encinas como uno de los responsables de lo ocurrido en Ayotzinapa. En concreto, de haber ordenado la ejecución de seis de los estudiantes. La entrevista ocurrió en los locutorios del Campo Militar número Uno en donde se encuentra Rodríguez Pérez quien se presentó voluntariamente ante las autoridades castrenses al ser señalado por Encinas. Lo hizo como una forma de aclarar su nombre ante estas acusaciones.

La entrevista es muy clara y es evidente que ocurre como un esfuerzo de los militares por defenderse de los señalamientos que ha hecho sobre ellos el gobierno de López Obrador. El presidente parece que no entendió cuando la detención de Salvador Cienfuegos que en el ejército no hay sexenios. Los del pasado y los del presente son los mismos y no les gusta un ataque del gobierno.

Tercero, todos, incluyendo a los padres de los 43, hemos visto como este gobierno ha decidido politizar la justicia. Al excarcelar al Cabo Gil, integrante de Guerreros Unidos quien confesó haber participado en la desaparición de los normalistas, y al detener al exprocurador, Jesús Murillo Karam, queda de manifiesto que lo último que le importa al gobierno es la justicia.

Cuarto, la Unidad Especial de Investigación y Litigación se ha quedado ahora sin su titular. El fiscal Omar Gómez Trejo decidió renunciar. Algunos dicen que nunca debió haber sido nombrado fiscal; otros que renunció porque no quiso seguir siendo parte del show político en el que se ha convertido el caso Ayotzinapa. La gota que derramó el vaso, según esta versión, fue el descontento con el retiro de las ordenes de aprehensión a los militares.

¡Cómo ha dado vueltas este caso! Pasamos de un López Obrador que, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, llegaba a cualquier mitin con su coro para que contaran hasta 43 y cerraran con “Vivos se los llevaron; vivos los queremos” a un presidente arrinconado entre cumplir con su promesa de campaña o cumplirle al ejército al dejarlo al margen de las investigaciones.

Columna completa en El Universal

Hasta hoy la oposición ha estado bastante aletargada. Distraída. Sin brújula. La agenda política la ha estado llevando el presidente con su partido Morena. Y sin embargo hoy es un día fundamental, muy importante para ambos bandos en el que la oposición podría o cavar su tumba o salir del letargo.

La votación de la iniciativa para mantener a las Fuerzas Armadas coadyuvando en la seguridad pública del país hasta el 2028 es mucho más que un tema de seguridad. Dada la forma como el presidente López Obrador ha decidido manejar las negociaciones (algunos dirían extorsiones) sobre el tema, lo que obliga esta votación es a que los actores políticos se definan.

En la Cámara de Diputados ya hubo definiciones. Alejandro Moreno, el presidente nacional del PRI, decidió doblarse ante el gobierno después de semanas de filtración de audios que lo mostraron de cuerpo entero como un político digno de ganarse el papel estelar en la película de “La Ley de Herodes”.

En el Senado los ojos están puestos en el PRI, aunque también existen flancos débiles en PAN y PRD. Como Morena y sus aliados tienen 75 votos asegurados para votar en favor de mantener al ejército en las calles hasta el 2028 y no hasta el 2024 como lo marca la ley actualmente, de asistir los 128 senadores a la sesión de hoy les faltarían 11 votos para su aprobación.

¿Quiénes dentro de la oposición votarán con Morena y sus aliados?

Decía líneas arriba que AMLO ha decidido irse por el camino de la extorsión en lugar de utilizar el de la negociación. En lugar de llegar con los legisladores con datos y mostrar avances de la Guardia Nacional, acompañado de sus retos por delante y así justificar que es necesario darle más tiempo a la capacitación de civiles antes de retirar a las fuerzas armadas de estos trabajos de seguridad pública, el presidente ha optado por una estrategia de amenaza. No le ha dado oportunidad a los legisladores de votar la iniciativa por sus aciertos o errores. Ha convertido el debate en una definición de bandos: o con el presidente o en su contra, cuando la disyuntiva debería de ser ¿cómo mejorar la seguridad pública en México? ¿Se puede lograr si se le da más tiempo al ejército en las calles?

Pero esas preguntas no parecen estar en el centro de la discusión. Vemos más bien a legisladores que todo indica están siendo condicionados a que no serán perseguidos jurídicamente a cambio de votos en favor de sus iniciativas. O amenazados de que si votan en contra de los deseos del presidente, las carpetas de investigación están listas para ser aperturadas.

Hoy será el momento en que los senadores de oposición tengan que definirse. ¿Qué tan fuertes son las amenazas que Palacio Nacional ejerce sobre cada uno de ellos? ¿Cuántos doblarán ante estas presiones? Sin saberlo, el presidente López Obrador está obligando a la oposición a definirse. Y a partir de esta definición podremos ver de qué está realmente hecha la oposición y conocer si tienen figuras, argumentos y agallas para la batalla más importante que seguirá, la de la contienda hacia el 2024.

Desgraciadamente la seguridad pública es lo último que está en la mesa en la votación de hoy.

Columna completa en El Universal

Nunca había sonado tan bien que alguien dijera que va a hablar sobre la paz mundial. Pero eso fue lo que dijo que hará el presidente Andrés Manuel López Obrador en su discurso del 16 de septiembre. Y que siempre ya no hablará sobre lo que él considera es la soberanía amenazada por Estados Unidos con el llamado a consultas en el marco del TMEC por la política energética del gobierno mexicano.

Finalmente vemos una transformación positiva en el presidente que autodenomina su gobierno como el de la Cuarta Transformación.

La expectativa sobre lo que diría el presidente el 16 de septiembre era que apelaría a el segmento de su base electoral que aplaude todo lo que signifique ser anti-Yankee para encender los ánimos nacionalistas. Lo haría sin tomar en cuenta que esto pondría en peligro uno de los pilares que ha sostenido a la economía mexicana por casi tres décadas: el TLCAN, hoy TMEC, la gran herramienta de desarrollo económico de México.

Estados Unidos es la palanca que ha permitido a México desarrollarse y es la apuesta correcta para pensar en el desarrollo futuro del país. Si esto era cierto en 1994, cuando se firmó el TLCAN – antecesor del TMEC – lo es más cierto ahora que la lógica con la que se mueve el mundo ha dado un giro de 180 grados.

Hasta antes de la invasión Rusa a Ucrania, la lógica del mundo sobreponía la economía sobre la rivalidad geopolítica. La pregunta que se hacían los países en su toma de decisiones era ¿en dónde es más barato y eficiente producir? Poco importaba si esas inversiones se iban a países en los que se violaban los derechos humanos o no se respetaban las libertades. Por ello dinero estadounidense se fue a China, por ejemplo. Ahora la lógica ha cambiado. La geopolítica se antepone a la economía. Las nuevas preguntas que se hacen los gobiernos son ¿en dónde es más seguro producir o comprar? ¿Debemos comerciar con países que consideramos una amenaza?

Por ello el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, declaró que hoy la libertad es más importante que el libre comercio. Y es la razón por la cual estamos viendo a Europa desvincularse de los energéticos rusos a pesar del dolor de cabeza económico que implica. Vaya, hasta se ha decidido que en aras de generar conciencia sobre la importancia de ahorrar luz, Paris – La Ciudad de la Luces -, apague la Torre Eiffel una hora antes cada noche.

Los conceptos de ‘friendshoring’ y ‘nearshoring’ son la gran oportunidad para nuestro país. Si antes era claro que la apuesta de México debía ser con Estados Unidos, ahora esto es aún más importante. Pretender incendiar los ánimos nacionalistas de algunos segmentos de la población mexicana era la apuesta más absurda y riesgosa que podría haber tomado el presidente López Obrador.

Las ganancias políticas habrían sido una victoria pírrica ante un México que, desvinculado de la economía estadounidense estaría en peores condiciones de las que estamos ahora. Si bien nos va, si nos ponemos las pilas y nos vinculamos a la economía estadounidense, tendremos un sexenio de crecimiento cero.

Qué bueno que imperó la sensatez. Hemos visto una buena transformación en el presidente López Obrador.

Columna completa en El Universal

La votación de la Ley de la Industria Eléctrica con la que buscaba el presidente López Obrador darle preponderancia a la CFE en el orden de despacho para la producción de energía, sin importar si al hacerlo se utilizaba combustóleo, que es la forma más sucia y cara, no obtuvo los votos suficientes para implementar el cambio constitucional.

La oposición sorprendió al presentarse en la Cámara de Diputados en domingo de Pascua y al votar toda en contra de la iniciativa presidencial. Sorprendió porque se intuía que desde Palacio Nacional se mandaban mensajes de chantaje a la oposición: si votaban como quería el gobierno, en favor de modificar la LIE, no les sacarían sus trapitos al sol; de lo contrario…

Y la oposición resistió. Inmediatamente después comenzó la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, con sus “Martes de Jaguar” a dar a conocer audios de su antecesor en el estado y ahora presidente del PRI, Alejandro Moreno, en los que se le escucha que además de tener un buen dominio del francés (por la cantidad de groserías dichas en un solo enunciado), tuvo manga ancha para cuando menos hacer dos que tres actos de corrupción.

Martes tras martes Alito resistió. Pero ayer hubo un cambio de señales. La diputada priísta, Yolanda de la Torre, presentó una iniciativa que va en el mismo sentido de la presidencial para fortalecer y ampliar la militarización de la seguridad pública en el país. Además, casualmente, la gobernadora Sansores decidió que ya no va a dar a conocer más audios de Alito. Que se acabó ese contenido en sus Martes de Jaguar.

Como en política es difícil creer en las coincidencias, esto no puede tener otra lectura más que un acuerdo entre Moreno y Palacio Nacional para sacar adelante la iniciativa que el presidente López Obrador envió al Congreso como preferente y que ayer lo llevó a admitir lo que todos sabíamos: que si en campaña AMLO prometió la desmilitarización de la seguridad pública, ahora quiere darle todo el poder al Ejército. López Obrador cambió de opinión. Así lo admitió en su Mañanera de ayer.

La reacción del PAN no tardó en llegar. Su dirigente, Marko Cortes, dijo que o retira el PRI esta iniciativa o la alianza Va por México llega a su fin. Así, la alianza opositora se tambalea.

¿Significa esto que Morena va a ganar sí o sí en el 2024? No lo sabemos. En todas las encuestas publicadas rumbo al 4º Informe de Gobierno queda una cosa clara y una muy incierta. La primera es que el PRI es el partido más desprestigiado. En la de Eknoll que se publicó en estas páginas, un 47 por ciento dijo que NUNCA votarían por el PRI. ¿Le conviene a la alianza opositora ir junto a un partido tan mal parado ante los ciudadanos? Le hice esta pregunta en mi podcast Broojula a Enrique de la Madrid y él opina que la alianza debe de ir toda unida para tener oportunidad. Que para quienes no les guste el PRI voten tachando en la boleta a otro de los partidos de la oposición.

Pero aquí entra la incertidumbre. Por alguna razón no hay, o no he visto, ninguna encuesta que pregunte sobre segundas opciones a los votantes. Hay quien asume que si el PRI va solo, lejos de dividir el voto de la oposición va a dividir el de Morena ya que son los partidos más similares entre sí. Para un Morenista que no esté contento con quien vaya de candidato por ese partido, ¿tendría como 2ª opción al PRI? No lo sabemos. Los encuestadores no lo han preguntado.

Sería interesante que lo hicieran para tener mayor claridad sobre lo que significa que la alianza opositora se tambalee, como lo estamos viendo en estos momentos. ¿Quién gana y quién pierde si PAN y PRD no van con el PRI en las próximas elecciones?

Columna completa en El Universal

El presidente López Obrador llega a su Cuarto Informe de gobierno con una popularidad alta, en especial si consideramos los malos resultados de su gobierno. En la encuesta de Demotecnia rumbo al informe, el 67 por ciento de los consultados aprueban al presidente y el 26 por ciento lo desaprueban. Esto a pesar de que el 57 por ciento piensa que la situación de inseguridad está mal y ha venido empeorando mucho y que la mitad de los encuestados considera que la economía se ha deteriorado mucho.

En la encuesta de Demotecnia, en lo que mejor sale calificado el presidente es en el programa de ayuda a adultos mayores con 25 por ciento de los encuestados que responden así. La siguiente respuesta con mayor porcentaje, con el 11, es que NADA de lo que ha hecho el presidente está bien. En casi todas las demás acciones de gobierno tiene 1 por ciento de aprobación: hacer cumplir las leyes; el Tren Maya; el AIFA; gobierno austero; cumplir lo que promete; las reformas que ha implementado.

En la encuesta de Enkoll, el 42 por ciento de los consultados votaría hoy por el o la candidata de Morena a la presidencia para el 2024. En un lejano segundo lugar, está el PAN con el 16 por ciento de las preferencias.

¿Cómo explicar que López Obrador mantenga popularidad y confianza con tan malos resultados? ¿Cómo entender que Morena siga al frente de las preferencias con tantas fallas del gobierno?

Algunos dicen que esto se debe a que es un genio de la comunicación. En mi opinión, más que genio de la comunicación, el presidente habla el idioma del momento. Utiliza el lenguaje de los populistas que exacerban y aprovechan las divisiones y la polarización de la sociedad y generan un círculo virtuoso para su propósito, que es distinto al de los ciudadanos y al del país. Su propósito es acaparar más y más poder.

¿Qué es lo que escuchamos al presidente decir en sus spots rumbo al 4º Informe? En todos recuerda el pasado inmediato como la etapa más negra de México. Busca mantener vigente el pasado neoliberal, con el cual se compara en cada uno de sus spots. Así sea para hablar de que él construye el Tren Maya mientras los del pasado olvidaron la importancia de los trenes.

Exagera o inventa que el AIFA es el mejor aeropuerto de la región Latinoamericana aun cuando de marzo a la fecha no pasa de tener más del 1 por ciento de los pasajeros del país. Habla de un sistema de salud que va a funcionar, aun cuando en los cuatro años que lleva al frente del país no ha hecho más que destruirlo. En materia educativa la catástrofe ya no es silenciosa, como alguna vez la describiera Gilberto Guevara Niebla. Ahora retumba el ruido de la deserción escolar de 3 millones de alumnos de educación básica; de la improvisación en el Plan de Estudios cargado de ideología y el rezago de dos años escolares que el Banco Mundial encuentra hay en México tras la pandemia.

Pero el presidente presume que ni él ni Morena son iguales a los del pasado ¿Por qué? Porque él lo dice y sus simpatizantes le creen. Mientras el presidente se compare con el pasado logra revivir el enojo con la corrupción del PRI y del PAN y así se sale con la suya de no tener que rendir cuentas por su mal desempeño en el presente.

Estos primero cuatro años le han alcanzado al presidente para fallarle a México y aun así mantener su popularidad. Ha sido así porque habla el idioma del momento: el de la división y la polarización.

Columna completa en El Universal

El Imperio de los Otros Datos. Tres Años de Falsedades y Engaños desde el Palacio es el nombre del más reciente libro de Luis Estrada, que ayer me invitó a presentar en el Senado, convocados por la senadora Kenia López Rabadán. En el recuento que hace Luis sobre las mañaneras, hay datos que podrían dejar boquiabierto a cualquiera.

El presidente López Obrador acumula cerca de 67 mil afirmaciones falsas, engañosas o que no puede probar, en la primera mitad de su gobierno. Estamos hablando de 90 diarias. En sus conferencias mañaneras desde Palacio Nacional, el Presidente se dedica a hacer promesas que no necesariamente cumple. En el recuento que hace la consultoría de Estrada, SPIN, al 30 de noviembre del 2021, López Obrador había hecho casi 6 mil promesas en 740 conferencias de prensa, un promedio de más de ocho por día.

Una promesa falsa, por ejemplo, fue el anuncio de la construcción de la carretera de cuatro carriles en Sonora, la de Estación Don Nogales que debía haber estado concluida para abril o mayo de este año, según prometió el Presidente. Si uno revisa la página del gobierno, a la fecha esa carretera no está terminada. Tampoco ha logrado vender el avión presidencial que, dijo, no tenía ni Obama, aun cuando la presidencia de Estados Unidos goza de no uno, sino dos aviones presidenciales, los Air Force One. Además está el Air Force Two para el vicepresidente, en esta ocasión, la vicepresidenta. No tenemos un sistema de salud como el de Dinamarca; no hemos crecido al 4 por ciento…

Que un político prometa y no cumpla no es nada nuevo ni exclusivo de López Obrador. Eso ha ocurrido siempre. No por nada tenemos la frase de George Orwell de que el lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras suenen a verdades. Esto ha sido así desde Orwell, en los años 30 y 40 del siglo pasado, y lo sigue siendo así ahora.

¿Por qué si los políticos mienten siempre, nos sorprende que Andrés Manuel López obrador lo haga ahora? Mentir no es nuevo, pero la audacia de López Obrador para hacerlo y los efectos sobre sus simpatizantes y detractores cuando miente son lo que llaman la atención.

Y es que la política en México, como en muchos otros países, destaca actualmente por las 3 Ps: populismo; propaganda y polarización. Hay estudios excelentes en Estados Unidos de este fenómeno. Uno, de la Universidad de Northeastern, demuestra que desde el año 2000, en ese país la movilización de las bases es lo que gana elecciones. Gana por encima de los esfuerzos por persuadir a independientes porque, aun ante el declive de los partidos políticos, vivimos en la era del auge de los partidarios.

Esto es un círculo vicioso: la propaganda refuerza las divisiones y eleva a los partidarios sobre los ciudadanos que quisieran colocarse en el centro del espectro político. Esto genera una grieta que divide y polariza más. El campeón para entender estos sentimientos es, en México, Andrés Manuel López Obrador. Lo que hace cada mañana es exacerbar a su base mediante palabras que sabe que quieren escuchar sus simpatizantes. Si eso implica prometer sin cumplir; mentir; afirmar falsedades, lo seguirá haciendo. Es la estrategia ganadora en un momento de polarización. Es un círculo vicioso que ayuda justo al tipo de político que es el Presidente de México.

Por ello vivimos en el imperio de los otros datos. Por ello nos miente el Presidente y por ello esto no le genera un costo político.

Columna completa en El Universal