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El presidente francés, Emmanuel Macron, promulgó este jueves la ley que otorga a la policía mayores prerrogativas para contrarrestar los disturbios en las manifestaciones, esto en el marco de la crisis que atraviesa su país por las protestas de los llamados “chalecos amarillos”.

El proyecto de ley, que fue adoptado en el Parlamento en marzo pasado pese a que algunas asociaciones la consideran liberticida, fue firmada por el mandatario francés y publicada este jueves en el diario oficial.

El ministro del Interior, Christophe Castaner, aplaudió la promulgación de la ley que dijo, “protege a los franceses frente a la inseguridad y a la violencia”.

El Consejo Constitucional francés, el máximo órgano de consulta sobre la constitucionalidad de las leyes francesas, censuró a inicios de mes una de las medidas más emblemáticas de esta ley, que preveía prohibir de forma preventiva la participación en manifestaciones a personas consideradas peligrosas.

Inspirada de la ley de prohibición de estadio, este artículo fue rechazado por asociaciones y miembros de la oposición, que consideraban que violaba el derecho a la libre expresión y de reunión, protegidos por la Constitución.

Sin embargo, el Consejo Constitucional validó otros dos artículos controvertidos de esta ley: el artículo 2 que autoriza a las autoridades registrar bolsos y vehículos en las manifestaciones y en las zonas aledañas; y el artículo 6 que tipifica como delito el ocultarse el rostro durante protestas, y que puede ser castigado con un año de prisión y una multa de 15.000 euros.

Las protestas de los “chalecos amarillos”, que se manifiestan desde hace cinco meses contra la política social y fiscal del gobierno, se han convertido en el mayor desafío de la presidencia de Macron.

Varias de las manifestaciones de este grupo que sale a las calles todos los sábados desde el pasado 17 de noviembre, se han visto empañadas por actos violentos, incluyendo saqueos de comercios y quema de vehículos.

El gobierno francés anunció este lunes la destitución del jefe de policía de París y la prohibición de manifestaciones de “chalecos amarillos” en ciertos puntos del país si hay “elementos ultras” entre ellos.

“Prohibiremos las manifestaciones que se reivindiquen de ‘chalecos amarillos’ en los barrios más afectados en cuanto tengamos conocimiento de la presencia de ultras”, anunció a la prensa el primer ministro Edouard Philippe.

El anuncio llega dos días después del saqueo que se vivió en la emblemática avenida de los Campos Elíseos.

Philippe comunicó además la destitución del jefe de policía de París, Michel Delpuech, de 66 años. Y es que, según un alto funcionario de seguridad, la policía no pudo contener los disturbios durante la protesta de este fin de semana.

En declaraciones a la emisora de radio RTL, el secretario de Estado de Seguridad, Laurent Nunez, señaló que la policía estaba preparada para un repunte de la violencia, pero el sábado se mostró “menos reactiva” que en protestas anteriores.

Según se reportó, algunos participantes de la movilización de este fin de semana provocaron peligrosos incendios, saquearon tiendas de lujo y atacaron a policías a lo largo de la avenida Campos Elíseos.

Después de semanas de baja actividad, el movimiento de los “chalecos amarillos” cobró un nuevo impulso este sábado, aunque con violencia, en una gran manifestación en París donde se registraron enfrentamientos con la policía, saqueo de tiendas e incendios de barricadas en la famosa avenida de los Campos Elíseos.

Según reportes oficiales, el saldo de dicha movilización fue de 109 detenidos y 12 heridos. En total, el ministerio del interior reportó que 32,300 personas se manifestaron en Francia; sin embargo dicha cifra difiere de lo registrado por los organizadores. Según los “chalecos amarillos” fueron 230,766 los manifestantes.

Las protestas se produjeron mientras el presidente Emmanuel Macron pasaba el fin de semana esquiando en los Pirineos, en el suroeste francés, con su esposa Brigitte.

A causa de los incidentes, Macron se vio obligado a suspender su fin de semana para regresar a París donde asistió por la noche a una reunión de crisis en el ministerio de Interior en la que pidió “decisiones fuertes, complementarias” para que estos incidentes violentos “no se reproduzcan”.

“Hay gente que intenta por todos los medios (…) dañar la República para romper, destruir con el riesgo de matar”, dijo subrayando que “todos los que estaban allí son cómplices” de los destrozos en la avenida de los Campos Elíseos.

 

Los “chalecos amarillos”, que han protagonizado una serie de protestas desde noviembre pasado en Francia, se manifestaron de nuevo este sábado para dar inicio a un “gran mes” de movilización para marcar el fin del “gran debate” lanzado por el presidente, Emmanuel Macron, en respuesta a su movimiento.

En París, cientos de personas se dieron cita en el Arco del Triunfo y marcharon por 12 km bajo una fuerte vigilancia policial. También se organizaron marchas en otros puntos del país, por la tarde, en ciudades como Marsella, Montpellier, Toulouse y Arles (sur), en Estrasburgo (noreste), Nantes (oeste) o Burdeos (suroeste).

En el norte, los organizadores llamaron a los “chalecos amarillos” de la región y de los países vecinos (Bélgica, Reino Unido, Luxemburgo, Holanda, Alemania) a “converger” hacia Lille. “La lucha es internacional”, afirmaba el mensaje del evento en Facebook, traducido al inglés y al alemán.

En París, la multitud era menos numerosa que la de otros sábados, admitieron varios manifestantes, que tenían las esperanzas puestas en la protesta del 16 de marzo, presentada como una jornada clave.

El 16 de marzo coincide con el fin del Gran Debate nacional que el 15 de enero lanzó el jefe del Estado francés. Este último, muy criticado por los “chalecos amarillos”, que reclaman su dimisión, organizó una consulta nacional sin precedentes, de dos meses de duración, para intentar responder a la ira de los manifestantes, recabando las inquietudes de los franceses.

El debate, que dio lugar a 10,000 reuniones en Francia y más de un millón de aportaciones por internet, fue tachado de “farsa” y de “campaña de comunicación” por numerosos “chalecos amarillos”.

El atípico movimiento de protesta, apolítico y al margen de los sindicatos, surgió contra la subida de los carburantes y para exigir un mayor poder adquisitivo, pero con el tiempo ha extendido sus reivindicaciones.