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Andrés Manuel López Obrador es un genio de prometer…e incumplir. No ha cumplido los tiempos para que Dos Bocas refine. Tampoco para que la Mega Farmacia surta medicinas. Mexicana no logra volar. La vacuna Patria nunca estuvo lista. Pero ahora, con los apagones, el presidente López Obrador nos dice que no nos preocupemos. Que en unos meses más vamos a llegar al 60 por ciento de generación de energía eléctrica porque se compraron once plantas a Iberdrola. Y remata con la consigan de que el actual modelo de generación de energía, que ha buscado darle preferencia a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), se mantendrá.

Andrés Manuel López Obrador es un estatista. Eso es claro. Prometió desde antes de llegar a la presidencia que su gobierno haría de Pemex y la CFE dos empresas productivas y eficientes. Cierra con apagones que denotan el enorme fracaso que ha generado en este sector y en cumplir su promesa.

Podrá decir que es el calor, pero el problema no es que tengamos mayor demanda, sino el déficit en la oferta de energía eléctrica, incluyendo las reservas. Déficit que podría haberse cubierto si no se hubieran privilegiado la ideología de darle a la empresa del Estado prevalencia sobre lo que era mejor en una lógica económica para el país y para los mexicanos.

Primero se decidió cancelar proyectos fundamentales como los de interconexión entre Oaxaca-Centro y Baja California-Sonora. Después se optó por modificar el orden de despacho para producir energía. Contraviniendo la ley, se le dio prioridad al combustóleo y al carbón sobre las energías limpias y renovables como la eólica o la solar. Se pensó que la generación por hidroeléctricas sería una opción limpia y confiable, pero ¡oh sorpresa! entre la sequía y el mal manejos de nuestras presas, esta vía no ha podido dar los megavatios necesarios.

Y en dos áreas en donde CFE tiene monopolio, en transmisión y distribución, simplemente no se ha invertido lo suficiente. Vaya, se ha invertido lo mínimo. En 2019 había en México 110 mil 117 kilómetros en líneas de transmisión. En el 2023 cerramos con 110 mil 559 kilómetros. Esto ha significado un paupérrimo aumento de tan solo el 0.4 por ciento.

Otra falla enorme en la política energética del actual gobierno ha sido el bajo margen de reserva en el Sistema Eléctrico Nacional. En 2019 era del 9 por ciento. El presidente prometió que en su sexenio llegaría al 13 por ciento. Hoy es de tan solo un 3 por ciento. Así que lejos de aumentar este margen de reserva nos fuimos a menos de la mitad de lo que teníamos. Una promesa incumplida más. Una razón adicional para explicar los recientes apagones.

Ahora que el futuro nos alcanzó y que la Comisión Reguladora de Energía ha entrado en crisis, el presidente tiene el descaro de decir que no nos preocupemos. Que en unos meses estará resuelto el problema. La bomba se la está dejando a la próxima presidenta de México.

En un reporte de Bank of America que es bastante amable con el actual gobierno, con una visión optimista a futuro en sectores como el automotriz y de bienes raíces, la piedra en el zapato para nuestro desarrollo la ubica claramente en la política energética. La razón es la incertidumbre en el sector.

Prometió un sector energético moderno y de calidad y nos deja con apagones…y la promesa de que son solo transitorios. Si seguimos con la política energética actual, los apagones llegaron para quedarse, aunque López Obrador prometa lo contrario.

Columna completa en El Universal

En su última colaboración antes de su lamentable muerte, Carlos Urzúa comparó la inversión que el presidente López Obrador ha decidido hacer para que México logre la autosuficiencia energética y la comparo con la inversión hecha para infraestructura y abasto de agua en el país.

El dinero destinado para producir petróleo en este sexenio ha sido significativamente mayor que el invertido en agua. Y eso nos tiene al borde de quedarnos literalmente secos en la zona centro y norte de México. Pero resulta que las políticas energéticas del actual gobierno no solo no le han dado prioridad a nuestra agua, tampoco a nuestro aire.

En el municipio de Tizayuca, en Hidalgo, se encuentran la refinería Miguel Hidalgo de Pemex y la Central Termoeléctrica Francisco Pérez Ríos. Ambas contaminan muchísimo la zona con emisiones de gases.

Una de las principales razones por las que ya llevamos dos Contingencias Ambientales decretadas en el Valle de México en lo que va del año es que la Central Termoeléctrica en Tula actualmente utiliza combustóleo para generar electricidad y esa no es la mejor opción. De hecho es la peor. Tan mala es para la salud por su elevado contenido de azufre que desde el 2020 ya es un energético prohibido por la Organización Marítima Internacional para que sea utilizado como combustible para barcos cargueros, que eran sus principales consumidores.

El caso de México es diferente. Aquí, el gobierno de López Obrador ha optado por aumentar el consumo del combustóleo para darle alguna salida a todo el que produce Pemex ya que la venta para barcos quedó prohibida. Y en ese aumento del uso de la CFE del combustóleo, la calidad del aire en la Zona Centro ha sido la principal afectada.

Son varios los expertos que le han señalado al gobierno la importancia de sustituir el uso de combustóleo y carbón con gas natural para la generación de electricidad. Con ese simple acto se podrían reducir significativamente las emisiones de gases contaminantes. Esto es una práctica que ya ocurre en gran parte del mundo, sin que impida el desarrollo industrial de los países.

Se producen aproximadamente 117 libras de dióxido de carbono (CO2) por millón de unidades térmicas británicas (MMBtu) equivalentes de gas natural. En comparación son más de 200 libras de CO2 por MMBtu de carbón y más de 160 libras por MMBtu de combustóleo.

Lo lógico entonces sería usar gas natural. Las propiedades de combustión limpia del gas natural han contribuido al aumento de su uso para la generación de electricidad y como combustible de transporte para vehículos de flotas en Estados Unidos, Canadá y otros países desarrollados.

Pero la lógica no es el fuerte de este gobierno. Primero encontró en EUA un comprador de combustóleo cuando el precio del barril de petróleo estaba elevado por la pandemia. Las refinerías estadounidenses cuentan con una planta coquizadora que elimina muchos de los contaminantes del combustóleo y con ello podían producir energéticos a un menor precio. Ahora, con la estabilización de los precios del crudo, ya no están interesados en nuestro combustóleo. Y por ello todo el que produce Pemex se va a la CFE para ser su principal fuente, junto con el carbón, para la producción de energía eléctrica.

El problema es para la calidad del aire de la zona de Tula y del Valle de México. La solución que han dado las autoridades para la mala calidad del aire es que se frene la actividad industrial y la circulación de vehículos según el color de su engomado. Pero esto no sirve para paliar la magnitud de los contaminantes emitidos primero por la refinería y después por la termoeléctrica.

Ya tuvimos el pasado fin de semana contingencia ambiental que duró cuatro días. Vendrán muchas más contingencias en el año. Y esto es una bomba más que está dejando el gobierno de López Obrador a quien lo suceda en la presidencia por una política energética muy equivocada.

Columna completa en El Universal

Madrid, España. – El día de mañana estaré visitando la planta de hidrógeno verde que acaba de inaugurar Iberdrola en Puertollano, a una hora en tren de Madrid.

El hidrógeno es el elemento químico más abundante de la naturaleza. El reto es que no se encuentra puro. Es un componente del agua (dos moléculas de hidrógeno más una de oxígeno hacen agua, H2O). Hoy se ve como la solución para el calentamiento global. Mediante el hidrógeno, podemos producir energía que no contamina el planeta, si lo obtenemos de manera sustentable.

Y es que la descarbonización no va a darse porque dejemos de comer carne o porque usemos vehículos eléctricos. Estos esfuerzos son positivos, pero los grandes contaminantes son los productores de cemento y acero. Mientras estas industrias sigan utilizando carbón, las emisiones seguirán siendo un problema para la salud del planeta. Sus necesidades energéticas son tan grandes, que no pueden ser cubiertas mediante la energía eléctrica o solar. Y aquí es cuando entra en acción el hidrógeno.

Actualmente la mayor parte del hidrógeno en el mundo se obtiene utilizando gas natural. Esta forma no es amigable con el medio ambiente porque emites gases de efecto invernadero. Pero eso es justo lo que vengo a ver a Puertollano. Una planta de hidrógeno verde, es decir una planta que no emites gases de efecto invernadero porque obtiene el hidrógeno a través de energía solar. Dentro de la planta hay un electrolizador, que es un aparato que separa, mediante electrólisis, las moléculas de oxígeno de las de hidrógeno.

La planta aporta energía para Fertiberia, una fábrica que está a un lado y que lo utiliza como materia prima para producir fertilizantes. Así, el hidrógeno verde permite fabricar fertilizantes verdes y desarrollar amoníaco verde. A diferencia de las plantas que producen hidrógeno con gas natural, que usan 22 litros de agua para producir un kilo de hidrógeno gris, en esta planta se consumen 10 litros de agua por cada kilo de hidrógeno verde producido.

El arranque de la revolución del hidrógeno verde está comenzando por las plantas que ya producían hidrógeno pero no lo hacían de forma sustentable, para abastecer industrias como las de los fertilizantes, del metanol para la industria química y la refinación de petróleo. Otras industrias que se pueden cambiar a hidrógeno verde son las acereras, la industria naviera y la de almacenamiento de energía.

El hidrógeno como combustible es ya una realidad en Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Alemania. Japón está en camino a convertirse en una economía de hidrógeno. España también hace esfuerzos en este sentido. Puertollano contribuye a la soberanía energética del país mediante la sustitución progresiva de combustibles fósiles importados que son cada vez más caros.

En lugar de que el gobierno español piense en construir una refinería o en comprar una en otro país, como lo ha hecho el gobierno de Andrés Manuel López Obrador al adquirir Deer Park en Texas, España está avanzando en la soberanía energética pensando en soluciones sustentables, como el hidrógeno verde, sin invertir un solo centavo de las arcas públicas.

Bastante envidiable.

El hidrógeno es la energía del futuro en varios países, pero no en México ante un gobierno que privilegia la ideología sobre la lógica en la materia.

Columna completa en El Universal

 

Apostilla: España se encuentra en medio de campañas presidenciales para ver si permanece Pablo Sánchez en la presidencia. Éstas tienen una duración de ¡15 días! Arrancaron el 7 de julio y culminan el 23, día de la elección. Madrid apenas tiene uno o dos pequeños posters de los candidatos. No está la ciudad llena de enormes espectaculares pagados con quien sabe qué recursos. Casi como en México.

Finalmente el gobierno de Andrés Manuel López Obrador está por inaugurar el mes próximo un gran proyecto de energía solar que generará, tan sólo en su primera etapa, 120 megawatts.

¿Cuánto es esto? Lo suficiente para abastecer de energía a 100 mil hogares al mes. Y lo está haciendo con energía limpia. Un viraje importante en las políticas que ha seguido en el sector el actual gobierno.

Este parque de energía es un gran proyecto… que estará pésimamente mal ubicado. “Si tuviera que lanzar un dardo al mapa de la República Mexicana para que caiga en el peor lugar para construir una central fotovoltaica, caería justo en Puerto Peñasco”, me comentó un experto en el sector. Y es precisamente ahí en donde el gobierno está por inaugurar esta megacentral.

¿Por qué es el peor lugar? Primero porque en la región noroeste hay un exceso de oferta de energía eléctrica. Esto es algo que el gobierno sabe la perfección. Una simple búsqueda de la demanda en esa zona del país en el Sistema Interconectado Nacional en la página del gobierno te deja ver que ahí se generan actualmente casi 3 mil 500 megawatts y se demanda un poco más de 2 mil 500. Por ello ya desde el 2019 fue la propia secretaria de Energía, Rocío Nahle, la que declaró que el noroeste tenía ya cubierta su demanda de energía. Entonces ¿para que construir ahí este proyectazo?

Si querían construir algún Sonora, era mejor hacerlo cerca de la subestación de Hermosillo en donde no existiría el sobrecosto en materia de transmisión. Como la central que se inaugurará en abril está en la esquina noroeste, se requerirán 25 kilómetros de líneas de transmisión para abastecer Sonora, Chihuahua y Sinaloa, como pretende el proyecto. Esto aumenta enormemente su costo.

El cálculo es que en Puerto Peñasco instalar cada megawatt estará costando 1.6 millones de dólares. El precio de mercado de producción de cada megawatt está actualmente en 750 mil dólares. Así, el costo de producir megawatts en Puerto Peñasco será mucho más caro y además hay que considerar que durante la transmisión se pierde algo de la energía generada.

Una tercera ineficiencia del proyecto es que no interconectará el Sistema Nacional de Transmisión con el Sistema de Baja California. El sexenio anterior se tenía proyectado precisamente instalar una línea de transmisión en corriente directa que interconectar ambos sistemas. El proyecto fue cancelado, como prácticamente todos lo han sido bajo el gobierno de la 4T. Esto es importante porque el Sistema de Baja California está interconectado con el de California, EUA. Construir una Central en Puerto Peñasco, Sonora habría de menos hecho sentido si se hubiese pensado en interconectar con el Sistema de Baja California. El actual proyecto no lo contempla y es algo que no se resuelve simplemente con líneas de transmisión. Requiere un entramado mecánico complejo que está ausente del Plan Sonora.

La tendencia en el mundo para hacer proyectos viables y financieramente rentables es la construcción de este tipo de centrales Fotovoltaicas cerca de donde se consume la energía. En México hay deficiencia energética en la zona Centro, Occidente y Peninsular. En lugar de haber invertido los mil 600 millones de dólares que se estima costará el Plan Sonora para instalar más energía en donde más se necesita y a un costo megawatt de mercado, se optado por hacer un proyectazo mal implementado.

Columna completa en El Universal

John Kerry, el encargado de La Casa Blanca para asuntos del clima, visitó al presidente López Obrador ayer y dijo que está convencido de que México abrirá las puertas a la inversión privada en el sector energético.

“El presidente ha sido muy claro, la decisión es tratar de facilitar que esas compañías [las estadounidenses del sector energético] sean capaces de avanzar para hacer negocios y además enviar un mensaje de que el sector privado podrá formar parte de muchas maneras para invertir.”

Esto ocurre cuando hay un serio problema en el funcionamiento de la Comisión Reguladora de Energía, la CRE, que es un árbitro disfuncional y es completamente parcial. Es como si en un partido de soccer, pongamos el Atlas contra Pachuca, el árbitro hubiese sido impuesto por el Atlas y anunciara que su silbato tiene fallas y casualmente solo funciona cuando tiene que marcarle faltas al Pachuca. Además, es un árbitro que no está de acuerdo con las reglas de la Federación Mexicana de Fútbol y por ello decide que le da igual y va a aplicar sus propias reglas.

La CRE está actuando como si trabajara para CFE y Pemex, obligando a los consumidores a comprarles a estas dos empresas en lugar de impulsar la competencia para lograr el principal objetivo: la generación de energía limpia y a los mejores precios.

¿Qué es lo que preocupa en el sector energético actualmente?

Primero, que la CRE no respeta el orden en el que se solicitan permisos para nuevas inversiones o nuevos negocios. El principio jurídico de primero en hecho, primero en derecho, la CRE se lo pasa por el arco del triunfo. Si la CFE o Pemex solicitan algún permiso, por ejemplo para poner una gasolinera, la CRE le resolverá y dará esa autorización antes que los permisos solicitados a privados aunque estén primero en ‘la fila’.

Segundo, cuando hay un fallo del poder judicial, permite que CFE y/o Pemex no acaten la orden, no la respeten. Para ello usa hasta el COVID de excusa. Las oficinas de la CRE siguen prácticamente cerradas con la excusa de la pandemia para que no cuenten los días que transcurren de un fallo jurídico.

Además, la CRE se ha dedicado a negar permisos de generación de energía en el centro del país con la excusa de que no hay capacidad de transmisión. Increíble que sea así cuando la regulación de la transmisión es del CENACE y no de la CRE, pero negando permisos garantiza que la CFE sea la única que genere electricidad en la zona centro, en su refinería en Tula que puede utilizar el combustóleo sucio y caro que genera Pemex y que no tiene a donde más enviarlo.

Para sumarle a lo anterior está el director de la CFE, Manuel Bartlett, que busca acabar con la figura del autoabasto. Ante ello, las empresas que presentan sus documentos para mudarse al mercado eléctrico se topan con que sus permisos de modificación son negados y así se quedan en el limbo, sin poder operar.

Todas estas acciones de la CRE suceden porque el presidente López Obrador está empeñado en que la CFE y Pemex pueden solas. Es un tema ideológico que nos está costando billones de dólares en pérdida de inversiones y generará precios más altos de energéticos y limitará el crecimiento y la competitividad del país. El presidente no cambió de opinión ayer que vio a Kerry y le dijo que se respetarán las inversiones estadounidenses en el sector. Simplemente le dio atole con el dedo.

Apostilla: En la mañanera del lunes, el presidente criticó a Gabriel Contreras por haber pasado de estar al frente del Instituto Federal de Telecomunicaciones a un cargo directivo en AT&T. “No es ilegal, pero es inmoral”, dijo. ¿Cuál es la diferencia entre esta inmoralidad y que, por ejemplo, José Alberto Celestinos Isaacs, quien salió de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y de ahí se fue a la Sener? Celestinos pasó de regulador a un regulado, sin que eso le pareciera “inmoral” al presidente.

Columna completa en El Universal

La guerra en Ucrania ha hecho que suba el precio del petróleo a su nivel más alto desde el 2008. Esto evidentemente aumenta el precio de las gasolinas. En Estados Unidos, en donde no existe el IEPS, los precios de las gasolinas suben y bajan de acuerdo con el precio del barril del petróleo y lo hacen de forma muy rápida.

Ayer escuchaba el testimonio de un estadounidense que narraba como de ida al gimnasio en la mañana el precio del galón estaba en $4.065 dólares y para cuando salió de hacer ejercicio el galón ya había subido a $4.173.

A pesar de esta alza en los precios, que evidentemente no le gusta pagar a ningún consumidor, el presidente Biden anunció ayer la prohibición de importaciones de petróleo y gas natural proveniente de Rusia.

Aún cuando Europa quisiera unirse a esta prohibición anunciada por Biden, la dependencia que tiene el viejo continente a los energéticos se los impide. Una dependencia que ayuda a mantener y financiar al loco-carnicero de Vladimir Putin en el poder.

¿Cómo es que Estados Unidos sí puede aguantar vivir sin los energéticos de Rusia y Europa no? Muy fácil. EUA, bajo la presidencia de Nixon vio como los países árabes le recortaron el suministro de petróleo por el apoyo a Israel en la guerra de Yom Kipur. Desde ese año, 1973, se propuso lograr independencia energética. Y, aún cuando ningún país es cien por ciento autosuficiente en energéticos, Estados Unidos sí ha pasado de ser un país importador neto de éstos, a ser el segundo productor más importante del mundo.

Una envidia para alguien como Andrés Manuel López Obrador quien, un día sí y el otro también habla de que quiere lograr la soberanía energética de México. Pero, y este es un gran pero, Estados Unidos lo ha logrado de una forma radicalmente distinta a la que está intentando el presidente de México.

Mientras Andrés Manuel López Obrador le apuesta todas sus canicas a que una sola empresa paraestatal, Pemex, sea la que extraiga el petróleo necesario para nuestra demanda y se refine lo suficiente para no tener que importar gasolinas, en EUA la apuesta para lograr esa soberanía ha sido de dos pinzas: por un lado a que muchas empresas y empresarios inviertan, extraigan, refinen y vendan petróleo y sus derivados y por el otro a reducir la dependencia a las energías fósiles y a migrar a limpias y renovables.

El ‘Proyecto Independencia’ lo anunció Richard Nixon en 1973. En ese momento EUA importaba 2.1 millones de barriles al día. La idea era lograr autosuficiencia para 1980, algo que no fue posible por, entre otras razones, la Revolución Iraní. Aún así, Estados Unidos comenzó desde entonces a pensar en energías alternativas: solar, eólica y eléctrica, para reducir su dependencia a los vaivenes internacionales y para lidiar con el movimiento ecológico que despertó el derrame del Exxon Valdez en Alaska en 1989.

Entre la década de los 90s, que vieron el nacimiento de los ‘Super Majors’ del petróleo y 2014, EUA llegó a su punto más bajo de importaciones de petróleo: 260 mil barriles al día. Y la producción de petróleo pasó de menos de 1 millón de barriles al día en 2010 a más de 4 millones de barriles para 2015, excediendo así la producción individual de cada miembro de la OPEP salvo Arabia Saudita.

¿Cómo lo logró? Redujo la demanda al generar incentivos para migrar a energías limpias y renovables y permitió la exploración, explotación y fracking por parte de privados. Por eso es que hoy Estados Unidos tiene la autosuficiencia energética que le permite cortar la importación de petróleo y gas ruso.

Eso sí es autosuficiencia energética. Lo otro, lo que promete AMLO, es puro bla, bla, bla que por lo pronto nos cuesta a los mexicanos un dineral para financiar a Pemex, que pierde y pierde y pierde dinero.

Columna completa en El Universal

Mientras el presidente López Obrador vive obsesionado con el pasado, el presente y el futuro de México se están yendo por la borda.

En materia energética, económica y comercial, a pesar de la pandemia, México tiene la enorme ventaja de la vecindad con Estados Unidos. Los planes de rescate de nuestro vecino no tienen precedente. La cantidad de dinero que está y continuará circulando en ese país por los próximos años llevan a recordar la etapa de los años 20s. Los roaring twenties, le llamaron, cuando Occidente tuvo un crecimiento económico y una prosperidad brutal tras la Primera Guerra Mundial.

Dentro de esa ola de inversiones que vienen, el presidente Joe Biden ha sido enfático en que la inversión en energías limpias y renovables va hasta arriba de la lista. Él quiere ser recordado como el presidente que le dio la vuelta al reto del cambio climático.

Pero en lugar de querer engancharnos a esa locomotora, el presidente López Obrador busca pleito con los inversionistas norteamericanos y con el presidente Joe Biden.

La Agencia de Energía Internacional, de la cuál México es miembro desde el 2018, acaba de publicar un reporte explicando que para llegar a la meta de cero emisiones para el 2050 todos los proyectos nuevos de exploración de energías fósiles deben de detenerse en el mundo. Esto es, no más construcción de plantas de petróleo, gas ni carbón. Uno de los países que ha tomado la delantera en este sentido, además de EUA, es España. Ahí, el Parlamento acaba de aprobar una ley que prohíbe todos los nuevos permisos de exploración y producción de carbón, gas y petróleo con efecto inmediato. Además prohíbe la venta de vehículos de combustibles fósiles para 2040 y pone como meta producir el 74% de la electricidad de España con fuentes renovables para 2030.

Y, en otro sector, el mundo entero está temblando ante lo que parece inevitable: un ataque de China a Taiwán. Mientras López Obrador decide pelearse con el presente y ofrecer disculpas por temas milenarios, en Estados Unidos y gran parte del mundo hay preocupación por lo que esto puede significar en materia de producción de semiconductores.

Semi ¿qué? Pensará AMLO, mientras pide que se le sigan inyectando millones de dólares a la refinería de Dos Bocas.

Los semiconductores o chips son la piedra angular de la industria de los electrónicos. Sirven para que funcionen nuestros teléfonos inteligentes, consolas de video juegos y son el 20% del costo de los automóviles por la cantidad de semiconductores que lleva cada uno. Si la empresa más importante del mundo en producirlos, TSMC, que está en Taiwán, queda en manos de China, Estados Unidos va a padecer una escasez de semiconductores que llevará a una escasez de electrónicos a nivel global.

México, en lugar de estar pensando en construir una refinería o un tren, debería estar pensando en ser la alternativa a la fábrica de semiconductores del mundo que hoy es Taiwán. Estamos más cerca de EUA y no tenemos la amenaza China sobre nuestro territorio. Construir una fábrica de semiconductores lleva al menos un lustro, así que México no tiene tiempo que perder.

Hoy el país tiene la oportunidad de pensar insertarse en el futuro; en ser la solución para temas energéticos y de tecnología de Estados Unidos y de poder aprovechar los rugientes años por venir dado el exceso de dinero que hay allá y aquí escasea.

Pero en lugar de hacer esto, andamos en las tonterías de cada mañanera, que cada día se vuelven más insoportables y delirantes. Se está tirando el presente y el futuro de México al basurero por los rencores y resentimientos con el pasado de un individuo y de sus habilitadores.

 

Columna completa en El Universal

Estás con la industria nacional o con los extranjeros. Este es el nuevo falso dilema en el que ha colocado a México el presidente López Obrador. Uno más de entre los falsos dilemas: conmigo o con los corruptos; con la 4T o con Peña Nieto; con la transformación o con el saqueo.

Con su propuesta de Ley de la Industria Eléctrica que ha ordenado a los diputados que aprueben sin modificarle ni una sola coma, el presidente ahora coloca a quienes apoyan esta iniciativa como los preocupados por salvar a la CFE y a quienes la critican como los vende patrias que se inquietan más por las empresas extranjeras que vinieron a saquear a México.

Pero el verdadero dilema en la iniciativa energética del presidente es si se quiere a un México moderno y en crecimiento o uno estancado y con apagones. Así de sencillo. Para que México crezca, necesita más electricidad. Y si crece México, crecerá la demanda de electricidad. Es un círculo virtuoso y hoy la CFE no se está preparando para esto.

Estamos ya en el tercer año de gobierno y la CFE no tiene un solo plan para cubrir la creciente demanda de electricidad. Una demanda que viene del desarrollo. No es lo mismo vivir en los 80s cuando una casa tenía un televisor y un refrigerador conectados a la luz que actualmente cuando además cada integrante de la casa tiene, cuando menos un teléfono móvil que conectar.

La CFE sabe que la demanda viene subiendo. Ya en 2019 la situación de demanda creciente sobre el margen de reserva de la empresa era preocupante. Había apenas un 6 por ciento de margen de reserva. En el 2020, con la pandemia y los confinamientos, la situación dejó de ser tan crítica porque al frenar la industria, cayó la demanda. Esto sí le vino como anillo al dedo a Manuel Bartlett. El año pasado el margen de reserva aumentó para llegar a un 16 por ciento. Pero con la reactivación económica, la demanda está volviendo a crecer y el margen de reserva se verá presionado muy rápido.

Un experto en el sector me comentaba que si la situación permanece como estamos, si la CFE no se arranca con la construcción e inversión en la Red Nacional de Transmisión, que actualmente está sostenida por alfileres, para el año 2023 tendremos apagones recurrentes.

La CFE necesita invertir; necesita construir para poder abastecer la creciente demanda de electricidad. Y ante este panorama que pone en aprietos el flujo de la CFE, encima se ahuyenta las inversiones privadas, tanto nacionales como extranjeras. Pero no solo eso. También se quiere modificar el orden de despacho de energías. Esto es algo que ya se ha dicho hasta el cansancio. De aprobarse la iniciativa presidencial se utilizarían primero energías más caras y sucias y después las limpias, renovables y más económicas. Para poder cubrir con este nuevo orden de despacho solo hay dos opciones: o se incurre en un déficit presupuestal o se tendrían que aumentar los precios de la energía.

Pero AMLO ha dicho que ni va a endeudar más el país ni van a subir los precios de la electricidad.

La iniciativa de Ley que el presidente envió a la Cámara de Diputados ordenando a que los legisladores aprueben sin moverle una sola coma es un sinsentido en donde además, el presidente vuelve a colocar al país en un nuevo falso dilema: buenos o malos; apoyas a la industria nacional o a los voraces extranjeros.

El dilema verdadero es: ¿un México en crecimiento o un México rezagado y con apagones?

 

Columna completa en El Universal

En México tenemos a un presidente que dice que está transformando al país y una de sus palancas para hacerlo es inyectando miles de millones de pesos a Pemex para intentar lograr autonomía energética.

Varios conocedores de la industria han dicho que esto es un sueño guajiro, pero aún así, AMLO persiste. Qué maravilla sería que en lugar de querer importar el penacho de Moctezuma de Austria, el presidente quisiera imitar lo que está haciendo el CEO de una de las petroleras más grandes del mundo, British Petroleum (BP), Bernard Looney.

Looney encabeza hoy en día la mayor transformación de la industria energética en sus 160 años de historia. En septiembre dio a conocer el plan de transformación de BP de una industria de petróleo y gas a una de energías renovables. Es el plan más agresivo que se ha visto en la industria. Lo que pretende BP es, para 2030 recortar en un 40 por ciento su producción de petróleo y gas y aumentar el gasto en energías renovables de $500 millones de dólares anuales actualmente a 5 mil millones de dólares. Y para el año 2050 la petrolera británica buscará que todas sus operaciones emitan cero emisiones.

Además, los cien millones de dólares al año que gasta BP en mantener su reputación como empresa de petróleo y gas se irán reduciendo y ese dinero se invertirá para apoyar políticas en favor del medio ambiente alrededor del mundo. La empresa ya está invirtiendo $6.5 millones de dólares en Estados Unidos para iniciativas en favor de las energías limpias en este 2020, a pesar del durísimo golpe económico que ha sufrido por la caída en la demanda de energías fósiles por la pandemia. Han anunciado su apoyo a la política climática de la Unión Europea y al plan de Reino Unido de prohibir para el año 2035 autos con motores de combustión interna.

Nótese la diferencia entre este propósito y el que acaba de presentar el gobierno de la Cuarta Transformación, que pretende incrementar la producción de petróleo en 101 mil 700 barriles diarios para un total de un millón 944 mil 400 barriles diarios en el 2021. Vamos en sentido contrario de lo que el mercado mundial de energéticos nos está diciendo y lo estamos haciendo cuando no tenemos ni siquiera la liquidez suficiente para estarla desperdiciando. ¡Qué frustrante!

En entrevista para el portal político Axios, Looney dijo dos cosas que me llamaron la atención. La primera fue entender que la transformación de la empresa se hace en el interés de ésta. No están tratando de proteger un negocio – el del petróleo y gas – que ya va de salida porque saben que esto significaría su quiebra. “Estamos haciendo que BP pase de ser la compañía petrolera internacional que hemos sido durante 111 años a convertirnos en una compañía de energía integrada”.

Lo segundo fue que ante la pregunta sobre el pasado de la empresa en el que defendió a quienes dudaban del cambio climático, Looney dijo algo clave: “no sirve de nada envolvernos en lo que ocurrió en el pasado ante los enormes retos que tenemos frente a nosotros.” Esta frase suena como música a los oídos ante un presidente en México que se empeña en justificar lo injustificable de hoy con base en el pasado, en lo que ha ocurrido antes de él y su fallida transformación.

Columna completa en El Universal

Al presidente no le gustan ni las energías limpias ni las inversiones privadas. Las primeras quizás porque no las entiende, las segundas porque ve cualquier inversión privada como la mano del cerdo capitalista que abusa del pueblo y se enriquece a su costado.

Por ello hemos visto como su gobierno ha cometido tres atropellos concretos, tres strikes, en contra de las energías limpias y la inversión privada en el sector que, por el momento, las tiene ponchadas.

STRIKE 1: Resolución que modificó los términos para la estricta separación legal de la CFE que se habían publicado en el Diario Oficial de la Federación en el 2016. Con esta separación legal se lograba dividir subsidiarias y filiales de la CFE para que financieramente se supiera en donde tenía pérdidas, en donde utilidades y pudiera participar en el mercado en igualdad de circunstancias. En marzo del 2019 se modifican estos términos y así la CFE, bajo la batuta de Manuel Bartlett, puede auto regularse, ósea, hace opaco en donde hay pérdidas; en donde ganancias y permite manipular los precios del recientemente creado mercado eléctrico mayorista.

STRIKE 2: Facilitar a la CFE que su generación hidroeléctrica y nuclear obtuvieran CELs (Certificados de Energía Limpia) a pesar de no ser inversiones nuevas. En octubre del 2019, la SENER publicó reglas para que las hidroeléctricas y centrales nucleares de la CFE obtuvieran CELs aun sin ser inversiones nuevas. Los CELs fueron hechos para impulsar inversión en nuevas centrales limpias y así asegurar el cumplimiento de los acuerdos internacionales en cuanto a reducción de emisiones, bajando y estabilizando el precio de la energía eléctrica en el largo plazo. La necesidad de generar certificados les dio un valor de mercado. Al hacer el cambio la SENER, desvirtuó el propósito de estos certificados y los devaluó en beneficio de la CFE y en perjuicio de los inversionistas.

STRIKE 3: Cambios regulatorios al uso de energías.

Éste último strike que ocurrió el viernes pasado ponchó la posibilidad de que en México se utilicen las energías más limpias y de mejor precio en el mercado de un plumazo. Es un cambio que primero es ilegal, porque no cuenta con la revisión y visto bueno de la COFECE ni de la COFEMER.

En segundo lugar, es un documento que se soporta en una enorme mentira. SENER y CENACE (Centro Nacional de Control de Energía) argumentan que las empresas de energía solar y eólica generan energía de manera intermitente y por ello hay alteraciones en la red de suministro, lo que genera inestabilidad. Esto es una enorme mentira porque las empresas que obtienen su contrato de interconexión para proveer energía al Sistema Eléctrico Nacional lo reciben una vez que el CENACE se los otorga habiendo cumplido con tres estudios que demuestran que han invertido en equipo de protección a la red que hacen que la corriente sea asíncrona, lo que elimina estas oscilaciones.

Es además una manipulación del mercado que, en lugar de favorecer primero a las energías más baratas y limpias como suministro para el sistema eléctrico nacional en beneficio de los usuarios finales, como son la eólica y la solar, da prioridad a la más cara y sucia, que es el combustóleo que le suministra Pemex a la CFE para que sean sus centrales las primeras en ser despachadas, no importando si utilizan insumos caros y sucios.

Por último, es la forma más clara en que México como país está decidiendo incumplir con sus compromisos ambientales pactados y firmados, como el Acuerdo Climático de Paris. En las refinerías en donde se produce combustóleo, un residuo de la refinación de petróleo que contiene más de 4% de azufre, que cuando es quemado para generar energía se ha documentado un impacto en la salud de los habitantes que viven en sus alrededores.

Y por si fuera poco, en este tercer strike el gobierno quizás no se ha dado cuenta (o si sí, no le importa) que se está dando un balazo en el pie porque varias de las empresas que han invertido en energías renovables tienen créditos con la Banca de Desarrollo. Si estas empresas quiebran, no le van a pagar a Banobras; Nafin, etc.

 

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Una de las industrias más afectada a nivel mundial por el coronavirus es la energética. Gigantes como Exxon Mobil tuvieron pérdidas en el primer cuarto del año por primera vez en tres décadas. Mientras el año pasado, Exxon tuvo ganancias por $2.4 mil millones de dólares en los primeros tres meses del 2019, en el mismo periodo ahora tuvo $610 millones de dólares de pérdidas atribuibles principalmente al área de refinación.

Por esta razón, el CEO de Exxon, Darren Woods, ha decidido hacer un recorte en los gastos de capital que tenía proyectados la empresa por unos $10 mil millones de dólares en el 2020. Esto significa un recorte del 30 por ciento en el presupuesto de la empresa petrolera más grande de todo Estados Unidos que quiere adaptarse a la contracción de la demanda.

Por su parte, Chevron ha reportado que va a reducir su producción petrolera entre 200 mil y 300 mil barriles al día durante mayo y entre 200 mil y 400 mil barriles al día en junio. A ello va a agregar un recorte en su gasto corriente de miles de millones de dólares. El director de Chevron, Mike Wirth, declaró que la industria y el mundo se encuentra en una situación demasiado complicada, con baja demanda de energéticos que no se espera se revierta.

En el mismo canal está Royal Dutch Shell, que decidió recortar dividendos por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial; British Petroleum y Shell. De ese tamaño es el problema en el sector.

Y mientras estos gigante energéticos hacen ajustes y recortes, en México el gobierno decide doblar la apuesta con Pemex y seguir adelante con sus planes pre-COVID, como si nada estuviera ocurriendo; como si la empresa no estuviera perdiendo 23 mil millones de dólares trimestrales. Se le está metiendo dinero bueno al malo.

Todo esto tiene una explicación que ha repetido una y otra vez el presidente Andrés Manuel López Obrador: se busca que México logre autonomía e independencia energética. Que dejemos de requerir importar energéticos y que aquí, en el país, se extraiga el petróleo necesario para nuestra demanda y se refine lo suficiente para no tener que importar gasolinas. Pemex es, a ojos de AMLO, el símbolo de la soberanía del pueblo mexicano.

Hay dos grandes problemas con esta premisa del presidente. El primero es que ningún país que se ha propuesto dicha independencia energética, ni siquiera Estados Unidos que logró en 2018 ser el principal productor de petróleo de todo el mundo, lo ha logrado. EUA, bajo la presidencia de Nixon vio como los países árabes le recortaron el suministro de petróleo por el apoyo a Israel en la guerra de Yom Kipur. Desde ese año, 1973, se propuso lograr independencia energética cosa que hoy no ha logrado. Basta con ver que en estos momentos hay buques provenientes de Arabia Saudita esperando en sus costas para la entrega de petróleo que se había comprado antes de que llegara el virus. Ni siquiera Estados Unidos con todo y el revolucionario descubrimiento del shale gas/oil ha logrado en más de 40 años esa soberanía energética.

 

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Hay un dicho que se le atribuye a Winston Churchill que los grandes empresarios de México tienen muy presente desde que López Obrador se vio con grandes posibilidades de ganar la presidencia de México: “Muchos miran al empresario como el lobo que hay que abatir; otros lo miran como la vaca que hay que ordeñar; pero pocos lo miran como el caballo que tira la carreta.”

Lo tienen presente porque el presidente Andrés Manuel López Obrador lleva años viendo a los empresarios como el lobo al que hay que abatir. Y ahora, con el Acuerdo de Infraestructura presentado en Palacio Nacional ayer, en el marco de la mañanera, parece que el presidente los quiere ver como una vaca a la que hay que ordeñar. Quiere que inviertan a pesar de que las señales que han recibido de parte de su gobierno no son alentadoras.

El peor enemigo de la inversión es la incertidumbre y el gobierno de la 4T le inyecta sus buenas dosis cada vez que denosta a los empresarios y cada vez que cambia las reglas del juego con la mano en la cintura. Lo hizo al cancelar el NAIM de Texcoco; lo quiso hacer modificando los contratos de gasoductos y lo llevó a cabo ahora, con la modificación que hizo la Secretaria de Energía, Rocío Nahle, a las reglas para obtener Certificados de Energía Limpia, los famosos CELs.

Y aquí, en Rocío Nahle me detengo para mostrar, que si bien en Palacio Nacional se quiso mostrar que AMLO reconoce la importancia de la inversión privada y que los empresarios le van a meter su dinero a varios proyectos en México, las tensiones están tan a la vista que el documento que se presentó durante la conferencia en donde se enumeraron los 147 proyectos de infraestructura que equivalen a 859 mil 22 millones de pesos, venía con errores en donde los montos señalados no cuadraban con el total a invertir.

¿Por qué? Porque días antes de la presentación volvieron a aflorar los desencuentros entre, por un lado, los rudos y los técnicos del gabinete, y por el otro, entre los rudos del gabinete y los empresarios.

Del lado de los rudos, está Rocío Nahle; entre los técnicos están el Secretario de Hacienda, Arturo Herrera, y el Jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo. Herrera no tiene buena relación con Nahle por la necedad de construir la refinería de Dos Bocas. Basta recordar que Herrera fue quien declaró al Financial Times que en el 2020 no habría recursos para Dos Bocas, algo que al día siguiente le enmendó la plana el presidente López Obrador.

Alfonso Romo, por su parte, ha tenido que lidiar con el enojo de los empresarios por la modificación a las reglas de CELs que hizo Nahle, en beneficio de la CFE y en perjuicio de quienes invirtieron en el sector a partir de 2014 confiando en los incentivos que entonces les daban estos certificados.

Son varios los empresarios que le transmitieron a Romo que Nahle “ni picha; ni cacha; ni deja batear.” Con ella dentro del Acuerdo de Inversión en Infraestructura, los empresarios no estaban contentos. No le tienen confianza.

Así, al cuarto para las doce, el desencuentro con Nahle llevó a la decisión de sacarla del Acuerdo presentado ayer. Por eso, se modificaron las tablas con los montos a invertir en los distintos proyectos, dejando los sectores de energía en CEROS, pero omitieron hacer la corrección correspondiente en los totales.

 

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Una de las frases más conocidas del autor de Alicia en el País de las Maravillas, Lewis C Caroll, es: “Aquí, tienes que correr a toda velocidad para poder permanecer en el mismo lugar, y si quieres desplazarte a otro… ¡entonces debes correr el doble de rápido!”

Eso mismo debería hacer México: correr para no seguir perdiendo posición en el mundo globalizado de hoy. Y correr más rápido si queremos avanzar y ser un país próspero y desarrollado.

Pero cuando tendríamos que estar corriendo simplemente para no quedarnos atrás, estamos frenando la marcha de manera abrupta. Tan radical, que si el gobierno presenta un presupuesto que no se enfoca en reactivar la economía; en aumentar la productividad sino en regalar dinero a través de programas sociales y en meterle dinero bueno al malo a través de proyectos que sabemos desde ahora no redituarán, éste es recibido con un gran suspiro de alivio. ¡Fiu! No hubo sorpresas desagradables. Los números parecen realistas y hacen sentido. Esa ha sido la reacción ante la propuesta presupuestal que presentó hacienda para el año próximo.

La inversión para la competitividad y el crecimiento regional del país es todo menos eso. Implica invertir dinero en Santa Lucía y el Tren Maya, ambos proyectos destinados al fracaso. Pero como la inyección de capital es menor a la anticipada, ¡fiu! hay un respiro de alivio.

Los recursos para los programas sociales (Bienestar de las Personas Adultas Mayores, el de las personas con discapacidad, Jóvenes Construyendo el Futuro, Sembrando Vida, becas escolares, crédito agrícola y ganadero, por mencionar algunos) será dinero de los contribuyentes para generar una clientela política para el presidente y para Morena. Tomó mucho tiempo quitarle esa cartera que el PRI utilizó durante décadas a su antojo para que ahora, con el argumento de que ellos son distintos, otra vez el dinero se reparta de manera directa, sin intermediarios.

En otro de los grandes pilares del presupuesto, la producción petrolera, se prevé que ésta aumente un 13 por ciento. ¿Cómo vamos a producir 13 por ciento más sin el hallazgo de un nuevo yacimiento; sin fracking y sin atraer inversiones nuevas porque el presidente repite una y otra vez que éstas no han servido para nada? Se ve poco probable. Pero como el presupuesto para la construcción de ese elefante blanco que será Dos Bocas fue 17 por ciento menor al esperado, entonces ¡fiu! hay un respiro de alivio. Aunque de todas formas se le asignaron 41.3 mil millones de pesos.

El crecimiento que pronostica Hacienda va de 1.5 a 2.5 por ciento. Éste dato es demasiado bajo para una economía como la mexicana, pero como se anticipa más realista que el 4 por ciento en promedio que viene prometiendo el presidente alcanzaremos en el sexenio, entonces ¡fiu! no está tan grave ese pronóstico tan bajo porque es realista.

Sí, qué bueno que se pronostique una inflación controlada; un tipo de cambio razonable y un superávit primario. Es una lógica responsable de Hacienda que al parecer palomeó el presidente López Obrador. Pero eso es un primer escalón. México tienen enormes carencias. Regalar poco dinero a muchos mexicanos podrá ser, no nada más un motor del consumo interno, también un catalizador de mayor informalidad. Tirar dinero en un tren y un aeropuerto que no van a resolver la conectividad y sentirnos tranquilos porque será poco dinero, sigue siendo dinero de los mexicanos tirado a la basura.

No estamos corriendo a la velocidad que requerimos. Estamos ante un gobierno que ha puesto freno de mano y ahora, al presentarse un presupuesto sensato pero pobre, hay una normalización de un presente y un futuro mediocre para México.

 

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