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Al presidente no le gustan ni las energías limpias ni las inversiones privadas. Las primeras quizás porque no las entiende, las segundas porque ve cualquier inversión privada como la mano del cerdo capitalista que abusa del pueblo y se enriquece a su costado.

Por ello hemos visto como su gobierno ha cometido tres atropellos concretos, tres strikes, en contra de las energías limpias y la inversión privada en el sector que, por el momento, las tiene ponchadas.

STRIKE 1: Resolución que modificó los términos para la estricta separación legal de la CFE que se habían publicado en el Diario Oficial de la Federación en el 2016. Con esta separación legal se lograba dividir subsidiarias y filiales de la CFE para que financieramente se supiera en donde tenía pérdidas, en donde utilidades y pudiera participar en el mercado en igualdad de circunstancias. En marzo del 2019 se modifican estos términos y así la CFE, bajo la batuta de Manuel Bartlett, puede auto regularse, ósea, hace opaco en donde hay pérdidas; en donde ganancias y permite manipular los precios del recientemente creado mercado eléctrico mayorista.

STRIKE 2: Facilitar a la CFE que su generación hidroeléctrica y nuclear obtuvieran CELs (Certificados de Energía Limpia) a pesar de no ser inversiones nuevas. En octubre del 2019, la SENER publicó reglas para que las hidroeléctricas y centrales nucleares de la CFE obtuvieran CELs aun sin ser inversiones nuevas. Los CELs fueron hechos para impulsar inversión en nuevas centrales limpias y así asegurar el cumplimiento de los acuerdos internacionales en cuanto a reducción de emisiones, bajando y estabilizando el precio de la energía eléctrica en el largo plazo. La necesidad de generar certificados les dio un valor de mercado. Al hacer el cambio la SENER, desvirtuó el propósito de estos certificados y los devaluó en beneficio de la CFE y en perjuicio de los inversionistas.

STRIKE 3: Cambios regulatorios al uso de energías.

Éste último strike que ocurrió el viernes pasado ponchó la posibilidad de que en México se utilicen las energías más limpias y de mejor precio en el mercado de un plumazo. Es un cambio que primero es ilegal, porque no cuenta con la revisión y visto bueno de la COFECE ni de la COFEMER.

En segundo lugar, es un documento que se soporta en una enorme mentira. SENER y CENACE (Centro Nacional de Control de Energía) argumentan que las empresas de energía solar y eólica generan energía de manera intermitente y por ello hay alteraciones en la red de suministro, lo que genera inestabilidad. Esto es una enorme mentira porque las empresas que obtienen su contrato de interconexión para proveer energía al Sistema Eléctrico Nacional lo reciben una vez que el CENACE se los otorga habiendo cumplido con tres estudios que demuestran que han invertido en equipo de protección a la red que hacen que la corriente sea asíncrona, lo que elimina estas oscilaciones.

Es además una manipulación del mercado que, en lugar de favorecer primero a las energías más baratas y limpias como suministro para el sistema eléctrico nacional en beneficio de los usuarios finales, como son la eólica y la solar, da prioridad a la más cara y sucia, que es el combustóleo que le suministra Pemex a la CFE para que sean sus centrales las primeras en ser despachadas, no importando si utilizan insumos caros y sucios.

Por último, es la forma más clara en que México como país está decidiendo incumplir con sus compromisos ambientales pactados y firmados, como el Acuerdo Climático de Paris. En las refinerías en donde se produce combustóleo, un residuo de la refinación de petróleo que contiene más de 4% de azufre, que cuando es quemado para generar energía se ha documentado un impacto en la salud de los habitantes que viven en sus alrededores.

Y por si fuera poco, en este tercer strike el gobierno quizás no se ha dado cuenta (o si sí, no le importa) que se está dando un balazo en el pie porque varias de las empresas que han invertido en energías renovables tienen créditos con la Banca de Desarrollo. Si estas empresas quiebran, no le van a pagar a Banobras; Nafin, etc.

 

Columna completa en EL UNIVERSAL

El presidente López Obrador tiene razón cuando señala las desigualdades en los ingresos y lo indignante que es que pocas personas tengan mucho dinero mientras muchas personas tienen muy poco. Su gobierno tiene como una de las premisas principales querer acabar con esas desigualdades. Hasta ahí todo bien. El problema viene cuando su receta para ello es que su gobierno se va a dedicar a atender al 70 por ciento de la población regalándole dinero sin intermediarios a los que menos tienen, y dejar que el otro 30 por ciento le haga como pueda.

Si quiebran las empresas es responsabilidad del empresario. “Se tiene que poner por delante el interés general, el interés de la mayoría de los ciudadanos y, de manera humanitaria, atender con preferencia a los pobres”, declaró el presidente.

Esta receta será un desastre para el país.

Para ejemplificarlo podemos irnos a los extremos. Tomemos al hombre más rico del mundo actualmente, Jeff Bezos, dueño de Amazon. Su fortuna está valuada en 130 mil millones de dólares. Esto lo hace ser 36 por ciento más rico que la monarquía británica y vale por sí solo más que el PIB combinado de Islandia, Luxemburgo y Chipre.

Para que un empleado de Bezos que gana 31 mil 200 dólares al año logre acumular la riqueza de su jefe, Jeff Bezos, tendría que trabajar 4.15 millones de años sin gastar un solo dólar. Así la desigualdad tan extrema. Pero si hoy Jeff Bezos, en un arranque de filantropía, quisiera repartir su fortuna entre los 7.7 mil millones de habitantes del planeta, nos tocaría a cada uno $17 dólares. Esta es una cantidad insignificante que no cambiaría la vida de absolutamente nadie, más que de Jeff Bezos, que se quedaría solo con $17 dólares en la cartera.

Me voy a este extremo para regresar a México y a nuestro presidente que quiere acabar con la enorme desigualdad que sin duda existe y es insultante, regalando dinero. El viernes pasado se publicó en el Diario Oficial de la Federación que queda como mandato constitucional los programas sociales del actual gobierno: las pensiones para adultos mayores; las becas para Jóvenes Construyendo el Futuro; los apoyos para la población afromexicana y un largo etcétera.

El presupuesto 2020 del gobierno es de 6,107 miles de millones de pesos. Si el presidente Andrés Manuel López Obrador va a regalar poco dinero a los que menos tienen, el resultado será el mismo: el presupuesto no alcanzará para hacer un cambio significativo para los beneficiarios, pero el gobierno mexicano se quedará sin recursos y eso ocasionará que a la larga todos los mexicanos estemos en peores circunstancias.

Siguiendo con el ejemplo de Jeff Bezos, si el presupuesto completo se dividiera entre el 70 por ciento de los 123 millones de mexicanos, cada uno recibiría 5 mil 910 pesos mensuales aproximadamente. Esta cantidad es insuficiente para resolver las necesidades de los mexicanos.

Es un círculo vicioso: regalas poco dinero a muchos; las empresas que aportan a la economía y generan empleo, sin apoyo no tienen como sobrevivir a la emergencia. En el extremo cierran y por ello, se pierden fuentes de empleo y pago de impuestos; el gobierno recibe menos dinero y con ello tiene menos para regalar al año siguiente.

Columna completa en El Universal

Ante la crítica de distintos exsecretarios de Salud a la estrategia del actual gobierno federal para enfrentar la pandemia del Covid-19, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) aseguró que los exfuncionarios están en su derecho de opinar, aunque dijo, sus opiniones tienen una carga política.

López Obrador criticó que durante su tiempo como funcionarios, y como responsables del sector salud, dejaron un “cementerio” de hospitales y centros de salud.

“Respeto esas posturas, pero tiene que ver con los intereses políticos, partidistas, todos ellos estuvieron en gobiernos opositores a nuestro movimiento y yo creo que ya los mexicanos saben quién es quién”, expuso el mandatario.

Acusó que todos los que lo critican dejaron el sistema de salud lleno de corrupción, pues se robaban el dinero de las medicinas, además de que cientos de hospitales quedaron inconclusos. Ahora, dijo, se está “levantando” al sector salud.

Indicó que los exsecretarios de Salud, tienen todo el derecho de opinar, de manifestarse, de criticar, de disentir, aunque es la gente la que tiene que opinar sobre las actuaciones de cada uno.

“Lo voy a repetir, que eso que llamaban Seguro Popular ni era seguro ni era popular. No había medicinas, no había médicos y mucha corrupción, muchísima corrupción, entonces, es natural que ellos no vean con buenos ojos lo que nosotros estamos haciendo. Pero qué bueno que hay este debate”, añadió AMLO.

Reiteró su confianza a a actuación y decisiones del Secretaría de Salud, Jorge Alcocer, que además de ser un experto en tema, es un hombre honesto. Lo mismo dijo del subsecretario Hugo López-Gatell, quien dijo es una gente honesta, humanista, con una postura en favor de la gente, en favor del pueblo, no a favor del mercantilismo.

JORGE SUÁREZ-VÉLEZ

REFORMA

López Obrador no pierde oportunidad de perder una oportunidad. No es el genio de la política que muchos colegas en la comentocracia describen. Una y otra vez se le han presentado valiosas oportunidades que, de haberlas aprovechado, lo harían invencible. No lo ha hecho. Al Presidente le importa más exhibir su resentimiento y probar que está al mando, a costa de debilitar su proyecto en forma permanente o, peor aún, de cancelar cualquier posibilidad de desarrollo para México.

La primera oportunidad se le presentó con el Nuevo Aeropuerto, AMLO hubiera puesto en un brete a sus detractores de haber apoyado el proyecto. Tenía la narrativa perfecta, negándose a desperdiciar recursos al cancelarlo. Después de ese punto, lo que saliera mal sería imputable a gobiernos previos, y él hubiera inaugurado la obra pública más grande de América Latina. En vez de eso, la canceló. Nos quedamos sin un aeropuerto que generaría miles de millones de dólares de inversión privadas complementaria en un momento clave y, por si fuera poco, pegamos íntegramente por un aeropuerto que no tendremos, sumando enorme desprestigio internacional, dada la evidente irracionalidad de su decisión.

Las protestas contra los feminicidios le presentaron otra oportunidad. López Obrador pudo hacer suya la causa: marchando con las mujeres, manifestando su oposición a la violencia detonada por malas decisiones en sexenios previos, y solidarizándose con la causa feminista- Habría acumulado vasto capital político. En vez de eso, descalificó al movimiento y a las manifestantes, causando innecesaria división alrededor de un tema que tenía respaldo popular.

Pudo haber hecho caravana con sombrero ajeno con el acuerdo entre BID Invest y las cúpulas empresariales. Nuevamente, tenía una narrativa óptima, subrayando que éste demostró que no era necesario endeudarse o presionar al erario para proveer alivia a pequeñas y medianas empresas. En vez de eso, muestra su intransigencia frente a todos lo que no provenga de él y critica “los moditos” de los empresarios. En un momento en el cual México requiere urgentemente de inversión privada, les recuerda por qué jamás ofrecerá un entorno confiable. Su coraje contra ellos es más fuerte que la apremiante necesidad de sus recursos.

La interrupción de cadenas de suministros provocada por la pandemia le dio al gobierno de López Obrador otra oportunidad insuperable. Habiendo logrado la ratificación del T-MEC, México podría atraer mucha de la capacidad industrial que busca reubicarse en territorio estadounidense, o cerca de él. En medio de esa transición, convocó a una consulta popular ilegal para cerrar una planta productora de cerveza de 1,400 millones de dólares (ya en construcción), propiedad de Constellation Brands en Mexicali. Les reiteró a los inversionistas internacionales que en México él está por encima de la ley.

La obsesión de López Obrador por tomar crédito por todo lo que ocurra en el país lo hace irremediablemente dueño de la peor caída en la economía mexicana desde 1932. La culpa será íntegramente suya, porque él así lo quiere. Insiste en ser el pararrayos en la peor tormenta que haya azotado a México desde la Gran Depresión.

La terrible pandemia subraya las limitaciones del proyecto de lopez-obradorista. No es lo mismo ver los toros desde la barrera, despotricar contra la mafia en el poder, criticar el bajo crecimiento y prometer acabar con la corrupción, que tener que dar resultados, teniendo que convocar al país que él mismo dividió a enfrentar juntos la tremenda crisis. No sabe por dónde empezar.

En vez de ganar capital político con astucia, aprovechando las oportunidades que se presentan, AMLO prefiere apostarle a arraigar su proyecto populista autoritario. Sabe que Morena perderá la mayoría en la Cámara de Diputados en 2021, y por eso ha decidido devastar el carácter de contrapeso que la Constitución le otorga a la Cámara, quitándole control sobre el presupuesto en un país que claramente se gobierno con éste.

El desastre que viene es única y exclusivamente su culpa.