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Elon Musk pidió este lunes el voto para el Partido Republicano en las elecciones de medio término que tendrán lugar mañana en Estados Unidos, mientras Twitter retrasó hasta después de la jornada electoral la puesta en marcha de las cuentas verificadas de pago y está pidiendo a algunos empleados despedidos en los últimos días que regresen a la empresa.

El hombre más rico del mundo, que cuenta con una gran comunidad de seguidores y admiradores, entró directamente en la campaña electoral estadounidense con un mensaje dirigido a los “votantes independientes”.

“El poder compartido frena los peores excesos de ambos partidos, por lo que recomiendo votar por un Congreso Republicano, dado que la Presidencia es demócrata”, señaló Musk a través de Twitter, donde tiene casi 115 millones de seguidores.

El empresario, ahora propietario único de la red social, subrayó que los demócratas y republicanos convencidos nunca votan por el otro bando, por lo que “los votantes independientes son los que realmente deciden quién está al mando”.

Pedir abiertamente el voto para un partido es un movimiento muy poco habitual para una persona al frente de una de las grandes redes sociales, que por su fuerte influencia en el debate público normalmente prefieren mantenerse al margen.

Aunque Musk ha dicho siempre que no se identifica plenamente con ningún partido y que en el pasado ha votado demócrata, este año ya había adelantado públicamente que pensaba apoyar a los republicanos.

Incuso la compra de Twitter ha sido muy celebrada en los círculos conservadores.

El empresario, que se declara moderado, ha atacado además en numerosas ocasiones a la Administración de Joe Biden y al Partido Demócrata actual, sobre todo a su ala más izquierdista.

La celebración mañana de las elecciones legislativas llevó a Twitter a retrasar la puesta en marcha de su nuevo sistema de cuentas verificadas, que dará ese privilegio a quienes paguen una suscripción mensual de 8 dólares.

Según un mensaje interno visto por el diario The New York Times, se ha decidido que la novedad se lanzará el 9 de noviembre, ya pasados los comicios, información que también confirmó una fuente anónima a la cadena CNN.

La caótica primera semana de Musk al frente de Twitter se cerró además con un recorte masivo, pues el viernes pasado se despidió a cerca de 3,700 empleados; sin embargo, reportes señalan que desde entonces, la empresa se ha puesto en contacto algunos de los afectados para pedirles que regresen a sus puestos.

El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, podría anunciar su candidatura a las elecciones de 2024 el próximo 14 de noviembre, según han confirmado al portal Axios diversas fuentes con conocimiento del tema, y cercanas al equipo de precampaña del magnate.

De acuerdo con estas fuentes, partidarios del expresidente han comenzando a “reservar días” de la semana posterior a las elecciones legislativas de mitad de término, que tendrán lugar el próximo martes 8 de noviembre, para asistir al posible anuncio.

Este hipotético anuncio se vería seguido de una serie de eventos políticos que se extenderían a lo largo de los días posteriores para dominar así la agenda noticiosa tras los comicios en los que se espera que el partido Republicano obtenga un buen resultado que le llevaría incluso a controlar de nuevo el Congreso.

Apenas ayer, durante un mitin preelectoral en el estado de Iowa, Trump reiteró su deseo de presentarse a la contienda presidencial.

“Para conseguir que nuestro país sea exitoso, seguro y glorioso es muy, muy, muy probable que me presente de nuevo (a la elección presidencial)”, declaró el expresidente durante su participación en un evento en Sioux City para respaldar la candidatura del senador republicano Chuck Grassley.

El reporte de Axios llega cuando el Departamento de Justicia de Estados Unidos analiza la posibilidad de designar a un fiscal especial que supervise las investigaciones abiertas contra el expresidente ante la posibilidad de se confirme que se presentará como candidato para el 2024.

Altos cargos del Departamento de Justicia han puesto sobre la mesa la posibilidad de nombrar a un fiscal especial, principalmente en relación con dos de las investigaciones federales que el magnate neoyorquino tiene abiertas en su contra.

Dicho fiscal tendrá que abordar, especialmente, si existe la posibilidad de que el expresidente sea finalmente imputado por alguna de las causas que permanecen abiertas, según informaciones de CNN.

Los candidatos dan sus últimos pasos previo a las elecciones de medio término del 8 de noviembre en Estados Unidos, en las que los republicanos parten con ventaja, según los sondeos. Estas elecciones podrían ser decisivas para el futuro político del presidente Joe Biden.

Las encuestas consideran probable que una “ola roja” republicana deje al partido de Biden sin su escasa mayoría en la Cámara de Representantes de 435 escaños. Es más incierto lo que podría suceder en el Senado, que renueva un tercio de sus 100 miembros.

La economía es el principal lastre para los demócratas de Biden en esta jornada, en los que también se elige a una treintena de gobernadores.

La inflación anual de 8.2% ha desbancado al derecho al aborto como prioridad de los votantes, obligando a los demócratas a reformular sus mensajes finales para decir que los estadounidenses ahorrarán dinero si votan por ellos en las legislativas.

También afirman que los republicanos quieren reducir derechos, que el ala más a la derecha del partido representa una amenaza y que el expresidente Donald Trump habría influido en el asalto al Capitolio en 2021.

En tanto, los republicanos se enfocan en la violencia urbana, un asunto que les ha ayudado a lograr avances en algunos estados columpio, es decir aquellos cuyo voto oscila entre uno y otro partido. Acusan a los demócratas de ser blandos contra el crimen.

En la recta final de campaña los republicanos parecen estar convenciendo en bastiones demócratas, con candidatos que aprovechan cualquier oportunidad para intentar conseguir un escaño. Estrategas de ambos partidos ven cómo distritos de Nueva York, Oregón y Connecticut, que ganó Biden por dos dígitos en 2020, vuelven a estar en disputa.

El Senado está actualmente en manos de los demócratas por un solo voto, el de la vicepresidenta Kamala Harris.

En los estados de Pensilvania, Arizona y Nuevo Hampshire, los demócratas están al frente en los sondeos por poco y han visto reducir su ventaja.

Los republicanos lideran la intención de voto en Nevada y Winsconsin, donde la campaña está muy reñida.

Según los sondeos, la mayoría de los votantes de origen latino también votará por los demócratas, pero los republicanos ganan terreno en esta comunidad.

Más de 21 millones de personas de 46 estados ya votaron, pero los resultados electorales podrían tardar días en algunos estados.

Si los republicanos recuperan cualquiera de las cámaras, han prometido emprender investigaciones contra la administración Biden. Entre otros apuntan al propio presidente y al secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas.

Las elecciones de medio mandato se celebran dos años después de las presidenciales y se convierten en un referéndum de hecho sobre el inquilino de La Casa Blanca. El partido del presidente rara vez escapa al voto castigo.

Perder el control del Congreso sería una dura derrota para Biden, que pronto cumplirá 80 años y dice “tener la intención” de presentarse a la reelección en 2024.

Pero, Estados Unidos no será el único país que recienta los resultados de las elecciones de la próxima semana.  Repercutirán en el futuro de la agenda bilateral con México. Por ejemplo, si los republicanos logran una mayoría en el Congreso, presionaría a México en materia de controles migratorios.

En Broojula, Ana Paula Ordorica conversa con Rafael Fernández de Castro, director del Centro de Estudios México-Estados Unidos de UC San Diego sobre la elección del 8 de noviembre en Estados Unidos.

The right stuff, una aplicación de citas de tendencia conservadora, salió este viernes al mercado para unir a gente que dice compartir los mismos valores republicanos y permitir que las mujeres encuentren a lo que sus usuarias consideran hombres “alfa”.

Detrás de The right stuff está entre otros John McEntee, que empezó como voluntario en la campaña presidencial de Donald Trump y llegó a ser asistente personal del exmandatario republicano cuando llegó a la Casa Blanca.

El apoyo financiero del creador de PayPal, Peter Thiel, republicano y abiertamente gay, contribuyó a sacar adelante un producto polémico ya desde su presentación en verano, cuando la app dejó claro que los usuarios no necesitarían mencionar los pronombres con los que identificarse porque solo hay dos opciones posibles: “hombres y mujeres”.

Su lanzamiento oficial este viernes muestra en su anuncio a mujeres que aspiran a encontrar a hombres conservadores, que quieran tener hijos, independientes, “masculinos”, que amen “de verdad” a sus familias y para quienes la fe sea importante.

“Por mi propia experiencia, los conservadores son más educados. (…) Entienden su rol como hombre en la relación”, dicen las mujeres que salen en el video promocional, para quienes que alguien sea “demócrata” parece ser su principal línea roja de cara a plantearse una relación.

The right stuff es gratuita para todos los usuarios, solo puede accederse a ella a través de una invitación y las mujeres tienen además acceso gratis a los servicios “premium” si invitan a dos amigas.

Empezó a gestarse cuando McEntee, como joven en Washington, fue consciente de sus dificultades para quedar con mujeres conservadoras en una ciudad mayoritariamente progresista, según admitió la semana pasada en la revista Newsweek.

No es, sin embargo, la única aplicación de ligues que prueba su suerte entre el público conservador. Donald Daters, Conservatives Only, Righter o Patrio, pensada para gente “conservadora y patriota”, son ejemplo de la competencia surgida frente a las más generalistas, como Tinder o Bumble.

El presidente Joe Biden salió este viernes a aclarar que no considera a ningún partidario del expresidente Donald Trump “una amenaza al país”.

Y es que ayer, Biden pronunció un discurso el que dijo que la “ideología extrema” de Donald Trump y sus simpatizantes “amenaza las bases mismas de nuestra república”, y pidió a los estadounidenses de todos los ámbitos que ayudaran a contrarrestar lo que catalogó como fuerzas oscuras dentro del Partido Republicano que intentan socavar la democracia.

Ante la polémica que generaron sus palabras, hoy aclaró que “sí considero que cualquiera que llama a usar la violencia, no condena la violencia cuando se la usa, se niega a reconocer un triunfo electoral, insiste en modificar las reglas para el recuento de votos, es una amenaza a la democracia” pero no al país.

Dijo que cuando la gente votó por Trump, no votó por atacar el Capitolio y no votó por anular una elección. “Votó por una ideología promovida por él”, añadió.

En su discurso desde la Sala de la Independencia en Filadelfia de ayer, Biden hizo una acusación inusualmente contundente en contra de Trump y de lo que dijo se ha convertido en la cepa dominante del partido de oposición.

Su mensaje llegó a tan sólo dos meses de que los estadounidenses acudan a las urnas para las elecciones de mitad de mandato, que Biden describió como una encrucijada para la nación.

“Muchas de las cosas que están sucediendo hoy día en nuestro país no son normales”, dijo ante cientos de asistentes, levantando la voz para acallar a los simpatizantes de Trump reunidos al exterior del edificio.

Afirmó que no desaprobaba a los 74 millones de personas que votaron por Trump en 2020, pero añadió: “No hay duda de que hoy día el Partido Republicano es dominado por Donald Trump y los republicanos del MAGA”, usando el acrónimo del lema de campaña “Hagamos grande a Estados Unidos otra vez”.

El mensaje de Biden representa un gran cambio de postura para el presidente, quien durante su discurso de investidura pregonó sobre la unidad nacional.

Biden, quien evitó incluso referirse al “tipo anterior” por su nombre durante su primer año de gobierno, ha sido cada vez más abierto en sus críticas hacia Trump. Expertos señalan que esto ha sido por los recientes triunfos legislativos de su partido y consciente del regreso de Trump al ojo público.

Apenas la semana pasada comparó la “filosofía MAGA” con un “semifascismo”. Y aunque llamó a los republicanos más convencionales a que levanten la voz en contra de lo que sucede en el partido, los líderes republicanos no tardaron en acusarlo de profundizar las divisiones políticas.

Biden pidió a la ciudadanía que “vote, vote, vote” para proteger la democracia. “Durante mucho tiempo, nos hemos reconfortado a nosotros mismos diciéndonos que la democracia estadounidense está garantizada. Pero no es así”.

El expresidente Donald Trump confirmó ayer que sí contempla presentarse por tercera vez a las elecciones presidenciales de 2024, después de haber “ganado” en las dos ocasiones anteriores, insistiendo así en sus acusaciones de fraude en la elección de 2020.

“Me presenté la primera vez y gané. Luego me presenté por segunda vez y lo hice mucho mejor. Obtuvimos millones y millones de votos más (…) Es posible que tengamos que hacerlo de nuevo”, sostuvo el magnate en un discurso durante una cumbre organizada por el Instituto Político América Primero (AFPI).

Durante su primera visita a Washington desde que dejó La Casa Blanca tras perder las elecciones frente al actual
presidente, Joe Biden, Trump señaló su intención de “rescatar” a Estados Unidos, pues acusó a su sucesor de tener al país en ruinas, y haberlo puesto de rodillas.

Trump también presentó un plan sobre cómo debería orientarse la estrategia del Partido Republicano para recuperar La Casa Blanca en 2024, lo cual se dijo confiado en que sucederá.

En un discurso de 90 minutos en la cumbre de AFPI, Trump recibió la ovación de legisladores republicanos, exfuncionarios de su gabinete, funcionarios de la administración, así como de donantes y simpatizantes, antes de pronunciar un discurso que se centró en el crimen y sus planes para la seguridad pública.

El magnate también dedicó algunas palabras sobre la comisión que investiga el asalto al Capitolio, asegurando que la intención del comité es la de dañar su imagen para evitar que “vuelva a servir” para el Partido Republicano y sus votantes.

“Realmente quieren dañarme para que ya no pueda volver a trabajar para ustedes, y no creo que eso vaya a suceder”, sostuvo Trump sobre el trabajo del comité del 6 de enero, tras lo que ha recibido una ovación de la sala. “Si me quedara en casa y me lo tomara con calma, la persecución de Donald Trump se detendría de inmediato. Se detendría. Pero eso no es lo que haré”, añadió.

En ese sentido, ayer, Chris Miller, el que fuera su secretario de Defensa, negó haber recibido órdenes formales por parte del magnate para desplegar a unos 10,000 militares ante el asalto al Capitolio.

“Nunca se me dio tal instrucción u orden ni supe de planes de esta naturaleza”, señaló durante una comparecencia ante la comisión que investiga lo ocurrido, que dejó un saldo con cinco muertos y medio centenar de detenidos.

La visita de Trump a Washington puso de manifiesto también la división entre él y el que fuera su vicepresidente, Mike Pence, al que Trump ha culpado públicamente por negarse a rechazar los resultados electorales en algunos estados clave para el conteo de la votación.

Horas antes de la participación de Trump, en un discurso dirigido a un grupo conservador de estudiantes, Mike Pence dijo que “algunas personas podrían elegir concentrarse en el pasado, pero las elecciones son sobre el futuro”, en clara referencia al discurso que ha venido manejando su excompañero de fórmula.

Pence esbozó su propia “Agenda de la Libertad” en la que presentó una visión distinta para el partido.

“Creo que los conservadores deben concentrarse en el futuro para recuperar a Estados Unidos. No debemos quitar la vista del camino frente a nosotros porque lo que está en juego es la propia sobrevivencia de nuestro estilo de vida”, dijo Pence en su discurso ante la Fundación Young America’s.

Resaltó las palabras que dedicó al tema del aborto.

El Congreso de Estados Unidos puso fin este viernes a un estancamiento de tres décadas al aprobar una ley de control de armas de fuego, menos de 24 horas después de que la Corte Suprema reafirmara el derecho a su porte en público.

La regulación de las armas es un tema polémico en estados Unidos, tanto para los conservadores como para los liberales, más aún en tiempos en que los tiroteos masivos se han intensificado y siguen cobrando víctimas.

La Cámara de Representantes, con mayoría demócrata, votó a favor del proyecto de ley que ya había sido adoptado en la noche del jueves por el Senado y que, aunque ha sido calificado por analistas como modesto, representa el primer intento importante de regular las armas de fuego desde 1994.

14 republicanos desafiaron al líder de su bancada Kevin McCarthy al aprobar junto al oficialismo demócrata el texto de 80 páginas. En la Cámara alta, donde suelen morir los proyectos por falta de mayorías, 15 senadores votaron junto a los 50 demócratas.

La votación parlamentaria se produjo horas después de que la mayoría conservadora de la Corte Suprema anulara una ley de Nueva York de un siglo de antigüedad que exigía permisos para portar armas de fuego en público.

La nueva legislación incluye verificaciones de antecedentes para los compradores más jóvenes de armas y destina fondos a incentivar a los estados a aplicar leyes de “alerta” para retirar las armas de fuego a personas consideradas amenazantes.

El controvertido tema del control de armas fue reavivado por dos tiroteos que tuvieron lugar en mayo pasado, uno en Buffalo, Nueva York, que dejó 10 afroestadounidenses muertos, y el otra en Uvalde, Texas, con 31 víctimas mortales, entre ellas 19 niños.

Los liberales celebraron la aprobación de la nueva norma, a pesar de su decepción por el alcance limitado de las disposiciones, que omiten cualquier prohibición de armas semiautomáticas o cargadores de alta capacidad.

El presidente Joe Biden consideró a la ley como un avance tras casi 30 años de infructuosos esfuerzos en el Congreso. “Esta ley bipartidista ayudará a proteger a los estadounidenses”, dijo Biden en un comunicado poco después de la votación del Senado. “Niños en las escuelas y comunidades estarán más seguras gracias a ella”.

A pesar de las intensa campaña que hicieron los republicanos, el gobernador de California, Gavin Newsom, venció la revocación de mandato con el que buscaban quitarle el puesto, una victoria que el demócrata calificó de respaldo a su manejo de la pandemia de coronavirus y los valores progresistas de su partido.

Newsom ganó por amplio margen en la consulta sobre revocación, impulsado por la gran participación en las urnas, lo que aseguró que el estado más poblado y rico del país siga teniendo a un demócrata al frente.

Con alrededor de dos tercios de las boletas contadas, el “No” a la pregunta sobre si se debía destituir a Newsom ganaba por un margen de 2 a 1. Esta importante ventaja se obtuvo, según algunos expertos, gracias al voto por correo depositado antes de la votación presencial del ayer.

Aunque es probable que se reduzca un poco en los próximos días a medida que se cuentan las de los centros electorales, la ventaja de Newsom en esas boletas, que fueron las primeras en revisarse, será irrevocable.

“‘No’ no es lo único que se expresó esta noche”, dijo Newsom en una conferencia de prensa. “Quiero poner el foco en a lo que hemos dicho `Sí’ como estado: dijimos sí a la ciencia, dijimos sí a las vacunas, dijimos sí a acabar con esta pandemia”.

Casi con toda seguridad, el conductor de radio republicano Larry Elder habría reemplazado a Newsom si el referendo hubiese salido adelante, aportando una visión política totalmente opuesta, aunque habría tenido que enfrentarse a una Legislatura controlada por los demócratas.

Al reconocer su derrota, Elder dijo ante una pequeña multitud que “quizás hemos perdido la batalla, pero ganaremos la guerra”.

Esa declaración y el hecho de referirse a sí mismo como “exconductor de radio” hacen pensar que buscará la candidatura republicana para la elección del año próximo. Newsom ya ha dicho que se presentará a reelección.

El referendo, centrado en el enfoque de Newsom sobre la pandemia, reflejó la acalorada división política del país con respecto a los cierres de negocios y a la obligatoriedad de usar mascarilla y vacunarse contra el COVID-19, y ambos partidos analizarán el resultado de cara a las elecciones de mitad de legislatura de 2022.

La vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, visitará este viernes El Paso, Texas, en la frontera con nuestro país, después de recibir numerosas críticas de la oposición republicana por no haberse desplazado a la zona limítrofe en lo que va del nuevo gobierno.

Harris viajará a El Paso junto al secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, informó este miércoles el diario Politico; información que fue reforzada más tarde las cadenas televisivas como CNN, CBS y NBC News.

Ante la información que comenzó a circular en medios, Symone Sanders, portavoz de Harris, confirmó que “la vicepresidenta Harris viajará el viernes 25 de junio a El Paso, en Texas”.

Será la primera visita de Harris a la frontera sur de Estados Unidos desde que asumió su cargo en enero pasado, y llegará dos semanas después del viaje que realizó por México y Guatemala, donde abordó con los líderes de ambos países las causas que generan la migración irregular hacia su país.

Harris aceptó en marzo pasado la misión de negociar con los líderes del Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y el Salvador) y tratar de hacer frente a los problemas que han generado récords en la llegada de inmigrantes indocumentados a la frontera estadounidense en los primeros meses de la presidencia de Joe Biden.

Aunque su cometido es principalmente diplomático, la oposición republicana lleva meses reprochándole que no haya visitado la frontera con México, y finalmente Harris prometió que iría a la frontera, a pesar de insistir en que su trabajo se centra en las causas de la migración, no en las consecuencias. Durante su estancia en nuestro país, Harris prometió que visitaría la frontera.

Su visita a El Paso se producirá pocos días antes de que el expresidente Donald Trump viaje también a la frontera con México acompañado del gobernador de Texas, Greg Abbott, y de legisladores republicanos.

Trump no tardó en reaccionar a la noticia de la visita de Harris, al opinar en un comunicado que la vicepresidenta “nunca habría ido” a la frontera si no fuera porque él también tenía planes de ir.

El presidente Joe Biden, quien este jueves cumple 100 días en el poder, ofreció la noche de ayer su primer discurso ante las dos cámaras del Congreso, en el que defendió su ambicioso proyecto de gobierno, destacando que Estados Unidos “está de vuelta otra vez”.

El demócrata pidió una y otra vez a los republicanos, cuyo voto necesita para sacar adelante muchas de las propuestas que ha presentado, que le apoyen en sus planes económicos y sociales.

Durante poco más de una hora, Biden habló de la vacunación contra la COVID-19, de sus planes de infraestructuras y gasto social y de política exterior, así como temas que han tomado importancia en sus primeros 100 días de gobierno: la inmigración, los tiroteos y la brutalidad policial contra las minorías.

“Estamos vacunando a la nación, creando cientos de miles de trabajos, entregando resultados reales que la gente puede ver y sentir en sus vidas”, dijo el mandatario.

Gran parte de su discurso lo dedicó a promover su plan de inversiones en infraestructuras por valor de 2.25 billones de dólares, acompañado por otro plan dirigido a ayudar a las familias y los ciudadanos en situación más vulnerable, por un importe de 1.8 billones de dólares.

Para financiar ambos proyectos el presidente defendió que hay que subir los impuestos a las grandes empresas y a las grandes fortunas. En ese sentido consideró que “ya es hora” de que las grandes corporaciones y los más ricos del país, que son un 1% , “paguen su parte justa” de impuestos.

Biden citó un estudio reciente que apunta que el 55% de las grandes empresas pagó “cero” impuestos federales el año pasado, y lograron 40,000 millones de dólares en beneficios, mientras que muchas evadieron los pagos y se acogieron a beneficios y deducciones por emplear a sus trabajadores en otros países.

En ese sentido aseguró que el gobierno acabará con los vacíos que permiten a los más ricos pagar muy por debajo de lo que deberían según sus ganancias y advirtió de que el gobierno actuará con mano dura contra los millonarios que pretendan “engañar” sobre sus ganancias.

Recordó que tanto el rescate aprobado en marzo pasado por un valor de 1.9 billones de dólares, así como los proyectos de gasto social y en infraestructura, están dirigidos a frenar el deterioro económico ocasionado por la pandemia de COVID-19.

En ese tema, el mandatario pidió todos los estadounidenses que superen las dudas y se vacunen cuanto antes, porque “cada pinchazo es una dosis de esperanza”. “Nuestro progreso de estos últimos cien días contra una de las peores pandemias de la historia es uno de los mayores logros logísticos que ha visto jamás nuestro país”, afirmó Biden.

De acuerdo a datos de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), el 43% de los estadounidenses ya han recibido al menos la primera dosis de la vacuna; mientras que el 29.5% de los adultos están completamente inmunizados.

Biden prometió, además, que su país será un “arsenal de vacunas” para el resto del mundo y jugará un papel de liderazgo similar al que desempeñó durante la Segunda Guerra Mundial.

Además de la pandemia y la recuperación económica, el presidente llamó a los republicanos para hacer frente a los grandes desafíos que afronta su país: la inmigración, las armas y el racismo.

Biden instó a poner fin a “la agotadora guerra” partidista sobre la política migratoria y pidió al Congreso que apruebe su reforma migratoria, que busca regularizar a los 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven en el país, un proyecto que está estancado en el Senado ante la falta de apoyo de los conservadores.

“Si creen que necesitamos una frontera segura, apruébenla. Si creen en una vía hacia la ciudadanía, apruébenla. Si realmente quieren resolver el problema, les he enviado el proyecto, ahora apruébenlo”, reclamó el mandatario a los republicanos,

Del mismo modo, urgió a la oposición a que se una a los demócratas para restringir el acceso a las armas de fuego e imponer una verificación de los antecedentes legales del comprador en las transacciones de armamento.

“No me digan que no se puede hacer. Lo hicimos en el pasado, y funcionó”, añadió Biden, quien también defendió prohibir los rifles de asalto y los cargadores de alta capacidad, armas y dispositivos habituales en los tiroteos masivos.

El líder estadounidense sostuvo que el problema de las armas no debería ser un asunto partidista.

Asimismo, instó a los republicanos a aprobar el proyecto de reforma de la Policía el mes siguiente, es decir mayo, que coincidiría con el primer aniversario del asesinato del afroamericano George Floyd. “La nación apoya esta reforma. El Congreso debe actuar”, aseguró.

Finalmente, el mandatario animó a las dos cámaras del Congreso que apoyen al gobierno en su empeño por proteger a la comunidad LGTBQ y también a las víctimas de la violencia de género, en este último caso restringiendo el acceso a las armas de sus atacantes

Posterior al mensaje de mandatario, el senador republicano Tim Scott, el único legislador afroamericano de su partido en la Cámara Alta, fue el encargado de dar respuesta al discurso del presidente Joe Biden, afirmando que el país no es racista, .

“Cuando Estados Unidos se une, hacemos avances tremendos, pero fuerzas poderosas quieren separarnos”, dijo Scott, que no precisó a qué fuerzas se refería.

Scott recordó que hace cien años los niños aprendían en la escuela que el color de su piel era su característica más importante y que si su apariencia era de una manera determinada eran considerados inferiores. Señaló que si actualmente ocurre lo mismo es porque “hay gente haciendo dinero y ganando poder fingiendo que no ha habido ningún progreso en absoluto y redoblando las divisiones”.

“Escúchenme claramente, EE.UU. no es un país racista”.

Asimismo, criticó el rescate económico de 1.9 billones de dólares impulsado por Biden y aprobado en el Congreso en marzo, sin un solo voto republicano. Scott calificó esa ley de “partidista” y acusó a la Administración de haber separado a los estadounidenses.

Además, acusó al presidente de incumplir su promesa de unir a la nación y de gobernar para todos los estadounidenses.

ARTURO SARUKHÁN

EL UNIVERSAL

 

De todos los resultados que se derivan de las elecciones presidenciales estadounidenses del 3 de noviembre pasado, pocos han llamado tanto la atención de los analistas políticos y encuestadores como lo ocurrido en Zapata, un condado somnoliento a orillas del río Bravo. Donald Trump se convirtió en el primer candidato presidencial Republicano en ganarlo en cien años. Y según el censo, más del 94 por ciento de su población (menos de 15 mil habitantes) es hispana y abrumadoramente mexicoamericana. Si bien Zapata fue el único condado en el sur de Texas que se volteó y tiñó de rojo, de ninguna manera fue una anomalía: hacia el norte en Webb, otro condado predominantemente hispano, el GOP duplicó su apoyo. Al sur, el condado de Starr, que es más del 96 por ciento hispano, experimentó el mayor viraje a la derecha del país; el GOP vio su apoyo incrementarse ahí en 55 puntos porcentuales en comparación con 2016. Los resultados en una región que la mayoría de los analistas ignoraron en sus pronósticos preelectorales terminaron ayudando a frustrar las esperanzas que los Demócratas tenían de ganar Texas en el Colegio Electoral. ¿Cómo pudo Trump, uno de los líderes antiinmigrantes y xenófobos más virulentos -vaya, el más antimexicano en la historia moderan de Estados Unidos- abrirse camino con tantos votantes mexicoamericanos y nada menos que en un corredor a lo largo de la frontera con México?

Con el paso de los meses, se ha venido publicando ya información granular sobre cómo votaron los distintos bloques sociodemográficos del país. El panorama que aquella arroja para los Demócratas, si bien en términos generales es positivo, augura peligros reales para ese partido y su atractivo para los votantes de origen hispano. Y es que 2020 los vio convertirse en la primera minoría de EE.UU, o lo que equivale a 32 millones de votantes elegibles y el 13.3 por ciento del total del electorado (en 2016, los hispanos representaban el 11.9 por ciento).Un estudio reciente de la Universidad de California Los Ángeles sobre el voto hispano que analizó boletas emitidas en lugar de encuestas a boca de urna, arroja datos esclarecedores. Cerca de 16.6 millones votaron en las elecciones presidenciales de 2020. Esto representa un aumento del 30.9 por ciento, casi el doble con respecto al 15.9 por ciento de 2016, el mayor incremento de votos hispanos en cuatro años. Y no cabe duda alguna de que, primero, votaron por Joe Biden por márgenes muy amplios en todo el país, y en línea con los márgenes históricos obtenidos por Barack Obama en 2008 y 2012. Segundo y aún más importante, le dieron la victoria en estados bisagra clave del Colegio Electoral. Los votantes hispanos apoyaron a Biden sobre Trump por un margen de casi 3 a 1 en condados de Arizona, Nevada, Pensilvania y Wisconsin, y con un margen de 2 a 1 o más en condados de Georgia. En Arizona, el tamaño del electorado hispano y su abrumador apoyo a Biden cambiaron el estado de Republicano a Demócrata en el Colegio Electoral por vez primera desde 1996. En Georgia y Wisconsin, donde la diferencia entre el candidato ganador y el perdedor fue de aproximadamente 12,000 y 21,000 votos respectivamente, el fuerte apoyo de los votantes hispanos a Biden y sobre todo el incremento en sus niveles de participación en las casillas ayudó a inclinar esos dos estados a favor del candidato Demócrata. Incluso en Florida y Texas, la mayoría de los hispanos en ambos estados votaron por el actual presidente: si bien los hispanos en Miami-Dade votaron por Trump por un margen de 2 a 1, con ello garantizando que el GOP mantuviera control del estado en el Colegio Electoral, el voto hispano en el resto de la entidad apoyó a Biden por un margen de 2 a 1; en Texas, con excepción de condados fronterizos, los márgenes también fueron de 2 a 1 o más.

Hasta aquí las buenas noticias. Si bien los Demócratas se llevaron la gran mayoría de los votos hispanos en 2020, el análisis de los resultados de los comicios también muestra que los Republicanos avanzaron con este demográfico, el grupo de votantes no blanco más grande del país, y particularmente entre hombres hispanos. Según las encuestas a boca de urna, el 36 por ciento de los hombres hispanos votaron por Trump, frente al 32 por ciento en 2016. Estos votantes también ayudaron a los Republicanos a ganar varios escaños en la Cámara de Representantes en distritos racialmente diversos que los Demócratas pensaban que podían ganar, particularmente en Texas y Florida. Según un análisis a nivel de precinto electoral realizado recientemente por OpenLabs, una consultoría de mercadotecnia de corte progresista, el apoyo hispano a los Demócratas se redujo hasta en un 9 por ciento en las elecciones y mucho más en partes de Florida y el sur de Texas. Sin embargo, más allá de los datos duros, persiste una interrogante, especialmente para los Demócratas que durante mucho tiempo han creído tener una ventaja importante con el voto hispano: ¿Qué está impulsando la inclinación política de hombres hispanos en particular?

Durante décadas, los candidatos Demócratas adoptaron la hipótesis de que si la participación hispana aumentaba, era más probable que ganara el partido. Pero entrevistas con decenas de hombres hispanos de todo el país que votaron por el GOP el año pasado mostraron una profunda discrepancia con tales presunciones. Como cualquier votante, estos hombres también están motivados por sus opiniones sobre una variedad de temas: muchos mencionan su oposición al aborto, su apoyo a los derechos sobre las armas y a políticas de inmigración restrictivas. La gran mayoría subrayaron que muchos Demócratas no entendían cuánto se identificaban con ser proveedores: ganar suficiente dinero para mantener a sus familias es fundamental para la forma en que se ven a sí mismos y a la política. Desean impuestos bajos, pocas regulaciones y quieren apoyar al partido que creen que les permitirá trabajar y hacerse ricos. Las encuestas efectuadas en los últimos tres meses muestran una notable brecha de género, con los hombres hispanos mucho más inclinados que las mujeres hispanas a apoyar al GOP. Y son los hombres mexicoamericanos menores de 50 años quizás el grupo demográfico que más debería preocupar a los Demócratas, porque es más probable que tiendan a apoyar a candidatos conservadores. Esto conduce además a un factor adicional que algunos subrayamos en su momento y que en gran medida responde a la pregunta de arranque de esta columna: los datos duros muestran que el uso electoral en spots microdirigidos que la campaña de Trump dio a las declaraciones desafortunadas y zalameras de su homólogo mexicano en julio pasado en la Casa Blanca redituó en las urnas y dio en el blanco precisamente con esos votantes mexicoamericanos hombres del sur de Texas.

Ronald Reagan alguna vez observó, cuando se empezaba a hablar del potencial del voto hispano en Estados Unidos, que “Los hispanos son Republicanos; no lo saben todavía.” Hoy, una organización de movilización del voto, Libre Initiative, financiada por la red conservadora de los hermanos Koch, ha estado trabajando de manera consistente y denodada desde hace una década en promover el conservadurismo en la comunidad hispana. Y obtener el apoyo de hombres hispanos ha sido, de alguna manera, un desafío de décadas para los Demócratas. Pero hoy se yergue como un recordatorio persistente de que el partido nunca ha logrado movilizar y atraer plenamente a este grupo demográfico. Sin embargo, algunos estrategas electorales en el partido están cada vez más alarmados de que los Demócratas no estén haciendo lo suficiente para llegarle a hombres hispanos cuyas principales prioridades se basan en la economía, en lugar de la justicia racial o la igualdad. Y advierten que es probable que los hombres hispanos emitan votos decisivos en futuras contiendas por el control del Congreso, así como para quién gobierne desde la Oficina Oval. Chuck Rocha, quien en 2020 articuló para la campaña primaria de Bernie Sanders -un hombre que perdió de manera abrumadora el voto hispano contra Hillary Clinton en 2016- una de las campañas más eficaces que me ha tocado ver de movilización del voto hispano en Estados Unidos, subrayó recientemente que si los Demócratas siguen tratando a los hispanos como si fuesen un bloque homogéneo, van a experimentar una sangría de votantes hispanos aún mayor en las próximas elecciones. Narrativas específicas, por ejemplo el miedo al “socialismo” con votantes cubanoamericanos y de origen sudamericano en el condado de Miami-Dade, y entendiendo las diferencias entre bloques distintos de hispanos y sus particularidades en zonas distintas del país, puede resultar mucho más efectivo que una campaña que trata a los votantes como si fueran categorías del Censo.

Hay que hablarles a los hispanos sobre los temas que les preocupan y no solamente sobre sus identidades. Esa lección la aprendieron bien los Demócratas en Arizona, pero no en otras partes del país. La elección de 2020 es una sonora llamada de alerta. Los Demócratas tienen que poner las barbas a remojar. Si no invierten desde temprano, de manera consistente y con antelación a cada ciclo electoral -en lugar del esfuerzo de movilización caracterizado por la coyuntura electoral y por el “demasiado poco, demasiado tarde” con el que suelen aproximarse al votante hispano- en entender y atraer a un arcoíris de votantes hispanos, no podrán seguir dando por sentado el apoyo abrumador de ese segmento cada vez más crucial del voto estadounidense.

El exvicepresidente de Estados Unidos Mike Pence anunció este miércoles la creación de una organización que tiene como objetivo “promover” las políticas “prolibertad” del gobierno que encabezó junto a Donald Trump y “restaurar el respeto” por la nación norteamericana en el extranjero, entre otras cuestiones.

La organización, llamada Advancing American Freedom (Promover la libertad estadounidense), también pretende defender las políticas del mandato de Trump, de las que ha dicho que han creado una prosperidad nacional “sin precedentes”, frente a los “ataques liberales y las distorsiones de los medios”.

Además, también busca evitar que “la izquierda radical promulgue su agenda política”, que “amenazaría las libertades de Estados Unidos”.

“Advancing American Freedom busca construir el éxito de los últimos cuatro años mediante la promoción de los valores conservadores tradicionales y promover las políticas exitosas de la administración Trump”, ha señalado Pence en un comunicado.

En la presentación de la organización, el republicano dijo que los conservadores no se quedará de brazos cruzados mientras la izquierda radical y la nueva Administración intentan amenazar la posición de Estados Unidos como la nación más grande del mundo con sus “políticas destructivas”.

La organización cuenta con la participación de políticos y caras conocidas de la administración Trump y el movimiento conservador estadounidense. Entre estos, destacan Kellyanne Conway, exconsejera de Trump; Kelly Craft, exembajadora de Estados Unidos ante la ONU; Doug Ducey, actual gobernador de Arizona y Larry Kudlow, presentador de televisión vinculado al Partido Republicano.

“Bajo el liderazgo del presidente Trump y el vicepresidente Pence, los estadounidenses experimentaron una prosperidad sin precedentes. Las políticas que llevaron a esos logros ahora están siendo atacadas por la izquierda radical y la Administración Biden, y la fundación de nuestra Nación está bajo asedio ”, dijo Paul Teller, director ejecutivo de Advancing American Freedom.

Según el diario ‘The Washington Examiner’, el grupo de Pence cuenta con el apoyo del expresidente, a pesar de que en los últimos momentos de su Presidencia la relación se tornó tensa por el rechazo de Pence a revertir la victoria de Joe Biden en las elecciones, tal como lo pedía el magnate.

Tras su rechazo de hacer algo que simplemente no podía, el exvicepresidente fue objeto de amenazas por parte de los partidarios del magnate que asaltaron el Capitolio el 6 de enero.

Advancing American Freedom adelantó que además de articular y promover una agenda política, dejó en claro que se opondrá a la expansión del gobierno bajo la agenda política de la izquierda radical de Joe Biden y Kamala Harris.

Algunos analistas han señalado que Pence tendría interés en presentarse a la Presidencia de Estados Unidos en 2024, pero el fin de su mandato como vicepresidente avivó las preocupaciones sobre si recibirá el apoyo de los partidarios de Trump.

El Congreso estadounidense debe aprobar este miércoles el plan de estímulo impulsado por Joe Biden con el apoyo único de los demócratas, lo que sería una importante victoria del presidente a poco tiempo de haber comenzado su mandato.

El plan de estímulo es por 1.9 billones de dólares, el equivalente al PIB de Italia en 2020. Un monto suficiente para tener un impacto considerable en el crecimiento, según han advertido los economistas, además del impacto que tendría en la vida de millones de estadounidenses.

Estados Unidos necesita “desesperadamente” estas medidas para salir de la crisis provocada por la pandemia, insiste el mandatario, que prometió promulgar el “plan de rescate” en cuanto sea adoptado por el Congreso.

Los republicanos se oponen a esta iniciativa, y denuncian medidas de “extrema izquierda” que van más allá de la lucha contra la crisis causada por el coronavirus. Biden, que recuerda repetidamente su larga etapa como senador capaz de conseguir compromisos con el otro campo, no ha logrado hasta ahora convencer a ninguno.

Pero los demócratas, que controlan la Cámara de Representantes, están convencidos de que podrán aprobarlo sin los republicanos. El debate del plan está programado para que inicie a las 09:00 hora local, y se espera que tras dos horas comience la votación.

“Es una ley notable, histórica, que conducirá a una transformación profunda y permitirá avanzar mucho en la lucha contra el virus y responder a nuestra crisis económica”, aseguró el martes la presidenta demócrata de la Cámara, Nancy Pelosi.

Los demócratas insisten en el hecho de que con su versión, las pequeñas empresas familiares, y especialmente las gestionadas por personas integrantes de minorías, recibirán un mayor apoyo.

De acuerdo a los expertos, este paquete millonario debería impulsar el crecimiento. Según La Casa Blanca, esta ley “histórica” creará más de 7 millones de nuevos puestos de trabajo este año, abaratará costos de salud y salvará vidas al impulsar la vacunación contra el Covid. La Presidencia afirma igualmente que la pobreza en los niños se reducirá a la mitad.

Si se aprueba definitivamente, el proyecto de Biden mantendrá muchos de los programas anteriores de otros paquetes de ayuda aprobados en 2020, por 2.2 billones de dólares y 900,000 millones respectivamente, repartirá cheques de hasta 1,400 dólares a muchos estadounidenses y concederá ayudas a los gobiernos estatales y locales con problemas de liquidez. También prolongará subsidios por desempleo excepcionales que caducan el 14 de marzo, hasta septiembre.

El proyecto de ley con el que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, busca concretar su ambiciosa reforma migratoria, la cual otorgará una vía a la ciudadanía para 11 millones de indocumentados, llegó este jueves al Congreso, con el respaldo del senador de origen cubano Bob Menéndez y la legisladora Linda Sánchez, de raíces mexicanas.

Menéndez, el latino de más alto rango en el Legislativo estadounidense, y Sánchez son quienes impulsan la Ley de Ciudadanía Estadounidense 2021, propuesta bandera con la que la administración de Biden busca reorganizar el sistema de migración de su país, que desde hace más de 30 años no aprueba una reforma de este tipo.

La iniciativa busca garantizar una solución a largo plazo para los soñadores, como se conoce a los inmigrantes llegados al país siendo niños y amparados por el programa DACA; y a los beneficiados por el Estatus de Protección Temporal (TPS), que en su mayoría proceden de Centroamérica, así como a los trabajadores agrícolas inmigrantes.

Amplía además los visados de diversidad de 55,000 a 80,000, promueve cambios en el sistema de inmigración basado en el empleo y tiene entre sus prioridades mantener a las familias inmigrantes unidas.

Recordemos que un esfuerzo similar fue liderado en 2013 por el entonces presidente Barack Obama, cuando Biden era vicepresidente, pero no logró el respaldo en la Cámara de Representantes pese a haber conseguido la aprobación del Senado.

Para convertirse en realidad, la propuesta de Biden deberá contar con la totalidad de los votos demócratas en el Senado, 50, y asegurarse diez republicanos. De lo contrario, estará condenada a fracasar como ha sucedido con los intentos de regularización en los años anteriores.

“Estamos aquí porque el pasado noviembre 80 millones de estadounidenses votaron contra Donald Trump y contra todo lo que representaba. Votaron para restaurar el sentido común, la compasión y la confianza en nuestro gobierno”, dijo Menéndez en una conferencia de prensa virtual. “Y parte de ese mandato es arreglar nuestro sistema de migración, que es la piedra angular del odioso espectáculo de horror de Trump”.

Al dirigirse a sus colegas republicanos, aseguró que el voto latino no es propiedad de ningún partido y destacó que los hispanos son “la mayor minoría racial y étnica del país”.

En su intervención, Sánchez recordó que es hija de inmigrantes mexicanos, un mecánico industrial y una maestra de escuela primaria, y afirmó que por ello se ha dedicado a construir un sistema de inmigración “que permita a la gente vivir sin miedo”.

Ambos políticos estuvieron acompañados por los legisladores de la Cámara Baja Zoe Lofgren, Lucille Roybal-Allard, Nydia Velázquez, Judy Chu, Raúl Ruiz, Yvette Clarke y Yvette Clarke, así como por los senadores Amy Klobuchar, Alex Padilla y Ben Ray Luján, que prometieron su respaldo a la iniciativa.

El proyecto prevé un proceso de ocho años para que los indocumentados puedan alcanzar la ciudadanía. Previamente, quedarán amparados por un estatus temporal y, después de cinco años, podrán optar por una tarjeta de residencia permanente, conocida por su nombre en inglés “green card”.

Para los soñadores, los beneficiarios del TPS y los trabajadores agrícolas inmigrantes, la iniciativa propone una residencia legal de “inmediato” y tres años más tarde la ciudadanía. erá un requisito fundamental para estas personas “haber estado en el país antes del 1 de enero de 2021”.

El proyecto de ley deroga además la prohibición de reingreso para quienes hayan permanecido de forma irregular en territorio estadounidense, elimina los topes por país para los visados basados en el empleo y aumenta de 10,000 a 30,000 los cupos para los visados U, que se otorgan a víctimas de abuso físico o mental.

Asimismo, elimina el plazo mínimo de un año para que quienes se encuentren en el país puedan solicitar asilo, reemplaza el término “extranjero” por “no ciudadano” y promueve la reunificación de familias, en especial de los grupos familiares LGBTQ+.

Por otro lado, aborda las causas de la migración al financiar un plan de la Administración de Biden para aumentar la asistencia a El Salvador, Guatemala y Honduras, de donde procede la mayoría de inmigrantes que buscan cruzar a Estados Unidos desde México.

También crea opciones para que las personas que buscan protección puedan solicitar un estatus legal en Centroamérica; restablece el programa de menores centroamericanos que permite reunir a los pequeños con sus padres que residen en EUA; y destina recursos para el uso de la tecnología en las fronteras.

El Senado de Estados Unidos votó a favor de seguir adelante con el juicio político contra el expresidente Donald Trump, por una acusación de incitación a un asalto al Congreso tras ver un vídeo gráfico del ataque de enero.

El Senado votó 56 a 44 para proceder con el juicio contra el expresidente, rechazando el argumento de sus abogados de que un presidente no puede enfrentar un juicio después de dejar La Casa Blanca. Sin embargo, los demócratas esperan inhabilitar a Trump para que no pueda volver a ocupar un cargo público.

Los demócratas de la Cámara de Representantes que actúan como fiscales abrieron la jornada mostrando un video de partidarios de Trump arrollando violentamente a la policía en el Capitolio en el ataque del 6 de enero, con imágenes de Trump llamando a “pelear como demonios” para revertir su derrota electoral del 3 de noviembre.

Los senadores, en calidad de jurados, vieron en las pantallas cómo los seguidores de Trump derribaban las barreras y golpeaban a los policías del Capitolio. El vídeo también incluyo el momento en el que el policía que custodiaba la Cámara de Representantes disparó mortalmente a la manifestante Ashli Babbitt, una de las cinco personas que murieron en los desórdenes.

En el asalto al Capitolio, la turba atacó a la policía, hizo que los legisladores corrieran en busca de refugio e interrumpió la certificación formal por parte del Congreso de la victoria del presidente Joe Biden, después de que Trump pasara dos meses impugnando los resultados de las elecciones.

“Si eso no es un delito de destitución, entonces no existen”, dijo a los senadores reunidos el representante demócrata Jamie Raskin, que dirigió la acusación, tras mostrar el vídeo.

Raskin lloró al relatar cómo familiares a los que llevó al Capitolio ese día para presenciar la certificación de las elecciones tuvieron que refugiarse en una oficina cercana al hemiciclo, diciendo: “Pensaron que iban a morir”.

En contraste con la emotiva presentación de los demócratas, los abogados de Trump atacaron el proceso, argumentando que el procedimiento era un esfuerzo inconstitucional y partidista para bloquear el futuro político de Trump, pese a que ya había dejado La Casa Blanca.

“Lo que realmente quieren conseguir aquí en nombre de la Constitución es impedir que Donald Trump vuelva a presentarse a un cargo político, pero esto es una afrenta a la Constitución, independientemente de a quién apunten hoy”, dijo a los senadores David Schoen, uno de los abogados de Trump.
El abogado denunció la “insaciable lujuria por el impeachment” entre los demócratas antes de emitir su propio vídeo, en el que se unen imágenes de varios legisladores demócratas pidiendo la destitución de Trump desde 2017 en adelante.

Condenar a Trump requeriría una votación de dos tercios del Senado de 100 miembros, lo que significa que al menos 17 republicanos tendrían que unirse a los 48 demócratas y dos independientes para votar contra Trump.

El líder de la mayoría del Senado, el demócrata Chuck Schumer, dijo que la acusación contra Trump representa “los cargos más graves jamás presentados contra un presidente de Estados Unidos en su historia”.

Trump es el único presidente que ha sido impugnado dos veces y el único expresidente que se enfrenta a un juicio en el Senado. Antes del ataque, Trump afirmó falsamente que el fraude electoral generalizado le hizo perder las elecciones frente a Biden.

El juicio se está celebrando con una seguridad extraordinaria en torno al Capitolio, que incluye fuerzas de seguridad armadas y un perímetro de vallas y alambre de púas.

El Senado de Estados Unidos aprobó esta madrugada una resolución presupuestaria de 1.9 billones de dólares para lidiar con el impacto de la pandemia de la Covid-19.

La aprobación se logró gracias al voto de desempate, que por primera vez ejerce la vicepresidenta Kamala Harris.

En la Cámara Alta los demócratas y los republicanos cuentan en esta Legislatura con 50 senadores por partido, y es Harris como vicepresidenta la encargada del voto decisivo.

Tras su aprobación en el Senado, la resolución vuelve ahora a la Cámara de Representantes, donde los demócratas tienen mayoría.

“Hemos avanzado”, declaró durante la sesión el líder de la mayoría demócrata, el senador Chuck Schumer, de Nueva York. “Éste es un paso gigantesco”, agregó.

La resolución presupuestaria autoriza una ley para la pandemia por el monto solicitado por el presidente Joe Biden, e incluye las instrucciones para que los comités del Congreso redacten la legislación.

Un grupo de senadores republicanos había ofrecido un paquete de 618,000 millones de dólares.

La propuesta de Biden incluye la distribución de cheques de 1,400 dólares a los contribuyentes impositivos, un beneficio semanal por desempleo de 400 dólares, 350,000 millones de dólares para ayudar a los gobiernos estatales y municipales, un aumento del sueldo mínimo a 15 dólares por hora, y más fondos para el cuidado infantil, las escuelas y la distribución de vacunas.

Los congresistas presentaron decenas de enmiendas al texto, que recibieron a veces el apoyo de parlamentarios de ambos partidos, como la que buscaba prohibir la entrega de una ayuda de 1.400 dólares a ciudadanos de hogares con altos ingresos.

El voto de esta madrugada, señalan analistas, no significa el visto bueno para el plan de alivio económico del gobierno, pero abrió el camino para que los demócratas puedan aprobarlo por mayoría simple, evitando así posibles bloqueos de los republicanos.

Muchos de los opositores se oponen al proyecto demócrata por considerar que es demasiado costoso.

El presidente Biden se mostró dispuesto a encontrar un compromiso con los republicanos, pero advirtió que estaba listo a avanzar sin ellos, ya que está convencido de que el Estado debe actuar con presteza para evitar la asfixia de la economía ante la pandemia.

Estados Unidos, el país con más muertes por el nuevo coronavirus, superando el miércoles pasado los 450,000 fallecidos por la Covid-19.