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El presidente se está saliendo con la suya. Está logrando acabar con la prensa libre e independiente en su país. Con la detención del periodista Evan Gershkovich, del Wall Street Journal, acusado de espionaje, Vladimir Putin le está clavando probablemente el último tornillo al ataúd de la libertad de prensa en Rusia.

El proceso que ha llevado a este momento en el que ya prácticamente no hay prensa libre independiente en Rusia, ha sido paulatino. Nos podemos remontar a los años de la URSS, en donde la “libertad de expresión” se regía bajo el artículo 58 del Código Penal, que declaraba ilegales el espionaje, la traición y movilizaciones en contra del régimen. Este artículo inspiró terror en los años de la URSS. Los corresponsales extranjeros acreditados aparentemente estaban fuera del ámbito de este artículo.  La mayor amenaza que enfrentaban era la expulsión. La excepción fue Nicholas Daniloff, periodista de US News & World Report detenido en 1989. El arresto de Daniloff fue una represalia por el arresto, en Estados Unidos, del diplomático soviético Gennady Zakharov, quien fue acusado de espionaje. Dos semanas después hubo un acuerdo: los soviéticos liberaron a Daniloff y los estadounidenses liberaron a Zakharov.

Con la caída de la URSS se pensó que las cosas serían distintas. Que no habría mayor amenaza a la libertad de expresión. Esto resultó errado. La presidencia de Vladimir Putin ha ido apretando las tuercas poco a poco hasta llegar al momento actual.

Desde el 2012 cuando comenzaron las primeras manifestaciones en contra de Putin, se amplió el catálogo de delitos que ameritaban detención por cargos de traición a la patria y/o espionaje. Este endurecimiento se recrudeció de nuevo en febrero del año pasado con la nueva invasión a Ucrania lo que llevó varios periodistas rusos y extranjeros a abandonar el país.

Gershkovich fue de los pocos que se quedaron a seguir ejerciendo el periodismo. Su detención el 29 de marzo ha significado la escalada más importante en acoso a la prensa y ataque a la libertad expresión desde tiempos de la Guerra Fría. Tanto el Departamento de Estado como el WSJ ha negado las acusaciones en su contra y consideran que está detenido bajo acusaciones falsas lo que lo convierte en un rehén de Putin.

El gobierno de Estados Unidos logró que más de 40 países firmaran una carta exigiendo el gobierno de Putin la liberación de Gershkovich enfatizando que él estaba acreditado como periodista en Rusia y que el periodismo no es un delito. No obstante, ayer un juez negó otorgarle su libertad antes de que comience su juicio, programado para el 29 de mayo. Si Gershkovich es declarado culpable podría pasar 20 años en una colonia de prisioneros.

Lo que le ocurre a este periodista del WSJ es la culminación de ataques de Putin a la Prensa y a quienes no están de acuerdo con su guerra en contra de Ucrania. La escalada en los ataques a la libertad de prensa y expresión han sido paulatinos.

En un país como México, en donde hay ataques a la libertad de expresión que vienen también desde la presidencia, lo que ocurre en Rusia no puede verse como un problema ajeno y/o lejano. Putin está logrando que todo el periodismo independiente abandone Rusia. Con el periodismo tratado como un delito, la cobertura de la guerra en Ucrania quedará enmarcado de la propaganda y mentiras de su régimen. Es el sueño cumplido de cualquier autócrata.

Columna completa en El Universal

Las cosas no van bien para Putin. No logró capturar la capital, Kiev, ni ninguna de las ciudades principales de Ucrania, como pretendía hacerlo fácil y rápido cuando invadió el país a finales de febrero.

Tampoco ha podido capturar más zonas del este de Ucrania de las que ya tenía con la invasión del 2014. Ha destruido, si. La ciudad de Mariupol parece que le pasó una aplanadora por encima.

Esta semana la información de parte del gobierno británico es que aparentemente Rusia ha perdido una tercera parte de las fuerzas militares que envió a Ucrania y las imágenes de tanques rusos hechos añicos en el río Donets son muestra clara del daño.

Más allá del fracaso en el plano militar, la invasión ha logrado lo opuesto de lo que Putin ha luchado por años en otros dos frentes, uno en cuanto a la cohesión de la alianza occidental y el segundo en el personal y lo celosamente que ha escudado su vida familiar.

En lugar de debilitar a la OTAN, la invasión ha generado nuevas adhesiones. Que Suecia y Finlandia hayan comenzado formalmente su incorporación a la alianza Atlántica es un tremenda derrota para Putin.

Simplemente la incorporación de Finlandia hace que la frontera de Rusia con la OTAN sea del doble de tamaño. Será la novena ocasión en que la OTAN crezca desde su creación en 1949 y esto ocurre cuando apenas hace seis años el presidente ruso se estaba saboreando la desaparición de la alianza con las amenazas que hizo Donald Trump como presidente al respecto.

La transformación del panorama de seguridad europeo es una pesadilla para Putin que él mismo generó. Así lo dijo claramente, Sauli Niinistö, el Presidente de Finlandia, al anunciar su incorporación a la OTAN.

Y en esta unión de occidente no se puede dejar de lado el enorme compromiso y esfuerzo por los Europeos y Británicos por terminar con su dependencia a los energéticos Rusos.

Pero la derrota que le debe doler personalmente mucho a Putin es como se ha venido derrumbando la muralla que tan cuidadosa y celosamente construyó Putin para mantener a su familia fuera de los reflectores.

El viernes pasado el gobierno británico anunció sanciones en contra de quien ha sido considerada su amante por varios años, Alina Kabaeva, y de su ex esposa Lyudmila Ocheretnaya.

Para un Putin que llevó a la desaparición de Nezavisimaya Gazeta, el diario que dio a conocer el divorcio de Putin y su relación con Kabaeva, una gimnasta olímpica que en ese momento tenía 24 años, la edad de sus hijas, no debe ser fácil aceptar que ahora gobiernos de occidente se metan en su vida privada.

Ahora, unos días después de la invasión, comenzó a circular una petición en Lugano para que el gobierno Suizo repatríe a Kabaeva a quien comparan con Eva Braun, la pareja de Adolf Hitler. Y en abril Estados Unidos le impuso sanciones a dos de las hijas del presidente ruso.

Evidentemente las sanciones a sus familiares no le causan gran daño financiero a Putin pero sí intentan mandar un mensaje de que la invasión ha sido la gota que ha derramado el agua.

Son tres derrotas para Putin en un contexto que aún no concluye. La gran pregunta es qué estrategia sigue para que el hombre fuerte de Rusia las pueda revertir.

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Pensaba que con el sí en el referéndum sus negocios, su ciudad y su vida serían mejor. Hoy está arrepentido no solo de haber votado por el sí, también de su importante papel en promover el voto. Pero ¿cómo iba a saber que la corrupción del pasado palidecería con lo que vive actualmente si el presidente y el alcalde prometían la gloria y euforia una vez que ganaran la votación?

Esa es la historia de Oleg Zubkov, un empresario de Crimea, dueño de zoológicos en Yalta, que votó en favor de anexar la península a Rusia en el referéndum de marzo 2014 que permitió a los ciudadanos de Crimea “elegir” si querían ser parte de Rusia o permanecer en Ucrania. Los anuncios espectaculares para promover el referéndum fueron poco sutiles. Rusia aparecía con su bandera tricolor y Ucrania lo marcaron con una enorme swastika negra. El referéndum ocurrió cuando las fuerzas rusas ya ocupaban la península y los medios de comunicación ya no transmitían más que propaganda rusa.

El primer zoológico de Zubkov se llamó Skazka que significa Cuento de Hadas. Irónico, ya que fue justo su creencia en el cuento de hadas que prometían los políticos afines al Kremlin lo que lo llevó no solo a votar por el sí en el referéndum, también a promoverlo de manera entusiasta. Llegó al extremo de anunciar que si perdía el sí, soltaría a los leones de sus zoológicos para defender la anexión a Rusia.

Zubkov estaba harto de la corrupción de la clase política ucraniana. Le molestaba tanto que añoraba hasta eliminar el idioma ucraniano de su ciudad y la posibilidad de hablar en ruso. Pensaba que el dineral que ese país generaba a través de la industria energética llegaría a la península para poder mejorar la infraestructura, las calles y sus zoológicos. Creía que con la anexión a Rusia se acabarían los políticos que solo buscaban enriquecerse e invertir en sus dachas. Rusia acababa de ser la sede de los Juegos Olímpicos, así que seguramente sabrían hacer las cosas mejor que los ineptos políticos de Kiev.

El resultado del referéndum fue un día de fiesta para Zubkov. La autoridad ucraniana que nombró el Kremlin cuando comenzó la anexión de la península celebraron que votó el 83 por ciento de los ciudadanos y que de ellos el 97 por ciento apoyó el sí para unirse a Rusia. En Estados Unidos, Barack Obama señaló que el referéndum fue un fraude. Zubkov decidió festejar organizando una fiesta en uno de sus zoológicos con entradas gratuitas. El león que coincidentemente nació ese día lo bautizó con el nombre Referéndum.

Muy pronto el cuento de hadas se convirtió en una pesadilla para un Zubkov que se dio cuenta el error que es pensar que cuando las cosas están mal, nunca se pueden poner peor.

Tras la anexión hubo problema en tres frentes. Por un lado, el turismo ucraniano desapareció y las autoridades de Kiev dejaron de suministrar energía y agua a la península. Por ello comenzó escasez de múltiples insumos que se agravó por las sanciones de occidente. Por si eso fuera poco, entre las autoridades nombradas por el Kremlin estaba un político que también tenía parques de diversiones y un delfinario que veía en los zoológicos de Zubkov competencia.

A partir de ese momento le llovieron demandas por falta de documentación; por supuestos malos cuidados de salubridad en sus zoológicos y hasta maltrato a sus empleados. De juicio en juicio, Zubkov pensaba que si solo pudiera acercarse al presidente, la suerte le cambiaría. A pesar de ver como se deterioraba su negocio y como el prometido turismo ruso no llegaba, Oleg tenía esperanza en Vladimir Putin.

Entrevistado por el periodista Joshua Yaffa para su libro, Entre dos fuegos: verdad, ambición y compromiso en la Rusia de Putin, Zubkov le confesó: si tuviera que volver a votar hoy, preferiría quedarme como parte de Ucrania, pero la historia no permite los hubiera.

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El error de cálculo del presidente lo tiene arrinconado. Igor Girkin, un ex coronel de la Agencia de Inteligencia Rusa, la FSB, declaró esta semana que Rusia cometió una evaluación catastróficamente errónea sobre la debilidad de las fuerzas ucranianas. “El enemigo fue subestimado en todo y cada uno de los aspectos evaluados”, dijo Girkin.

Esto, lejos de ser una buena noticia, significa que las cosas se van a poner mucho peor en Ucrania. Conforme pasan los días queda claro que la decisión la tomó Vladimir Putin sin consultar a nadie y ahora la salida de la guerra atraviesa por el camino de mayor violencia y mayor destrucción.

Rusia envió a pelear a Ucrania a alrededor de 190 mil tropas pensando en una invasión rápida. Como el Plan A falló, ahora viene el Plan B: destruir Ucrania. Para ello Putin se está apoyando en más de 400 mercenarios del Grupo Wagner que han sido enviados específicamente para asesinar al presidente Zelensky y para instaurar terror entre los ucranianos.

Estos mercenarios no existen en papel por lo que no tienen que respetar las reglas que un ejército formal debe seguir en una guerra. Se sabe que fueron fundados por Dmitry Utkin, un exsoldado ruso que irónicamente está todo tatuado por símbolos nazis. Irónicamente porque Vladimir Putin justifica la invasión como un rescate de los nazis que están en el poder en Ucrania, cuando el presidente Zelensky es judío y cuando los mercenarios de Putin demuestran simpatía precisamente con el nazismo. Tanto así que el nombre del Grupo Wagner proviene del compositor favorito de Adolf Hitler.

Quien financia a estos mercenarios es Yevgeny Prigozhin, un oligarca que además es dueño de la Agencia de Investigación de Internet que es la más grande granja de bots y trolls que usa Putin para difundir sus mentiras y desacreditar las verdades que le incomodan. Prigozhin se ha beneficiado a través del trabajo de sus mercenarios en guerras como las de Siria o la República Centroafricana que le han permitido adueñarse del petróleo o minas de diamantes en esos países.

La palabra que define la situación actual es impasse. Esto significa violencia por tiempo prolongado para ver quien se cansa primero, los rusos de atacar al país vecino en medio de fuertes pérdidas, o los ucranianos de ver y vivir la destrucción de su país. Para dimensionar las pérdidas que han tenido las fuerzas rusas oficiales, las cifras que reporta el gobierno de Biden es que han muerto 7 mil rusos, entre solados y altos mando, en menos de un mes. En casi una década de conflicto en Chechenia murieron en total 11 mil fuerzas rusas. A ello habría que sumar las bajas dentro de este Grupo Wagner, que según me comentó en entrevista Joshua Yaffa, corresponsal del New Yorker en Rusia y Ucrania, han sido importantes también.

Todo esto no significa que Putin le vaya a poner fin pronto a la guerra que va perdiendo. Al estar arrinconado puede recurrir a acciones más desesperadas, me comentó Yaffa. Putin le ha vendido esta guerra a la opinión pública rusa como definitiva para el país y les ha pedido que se preparen para un conflicto prolongado.

Apostilla: Los monarcas del sudeste asiático tenían elefantes blancos como señal de poder y riqueza. Mostraban que ese monarca y sus mandatos estaban bendecidos. Pero en realidad, el elevado costo de cuidar a estos animales era más bien una maldición. Por eso se llama a los proyectos de infraestructura cuyos costos son mayores que su utilidad elefantes blancos. Ayer el semanario del Economist recordó esta historia para presentar su reportaje sobre el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles.

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La guerra en Ucrania ha hecho que suba el precio del petróleo a su nivel más alto desde el 2008. Esto evidentemente aumenta el precio de las gasolinas. En Estados Unidos, en donde no existe el IEPS, los precios de las gasolinas suben y bajan de acuerdo con el precio del barril del petróleo y lo hacen de forma muy rápida.

Ayer escuchaba el testimonio de un estadounidense que narraba como de ida al gimnasio en la mañana el precio del galón estaba en $4.065 dólares y para cuando salió de hacer ejercicio el galón ya había subido a $4.173.

A pesar de esta alza en los precios, que evidentemente no le gusta pagar a ningún consumidor, el presidente Biden anunció ayer la prohibición de importaciones de petróleo y gas natural proveniente de Rusia.

Aún cuando Europa quisiera unirse a esta prohibición anunciada por Biden, la dependencia que tiene el viejo continente a los energéticos se los impide. Una dependencia que ayuda a mantener y financiar al loco-carnicero de Vladimir Putin en el poder.

¿Cómo es que Estados Unidos sí puede aguantar vivir sin los energéticos de Rusia y Europa no? Muy fácil. EUA, bajo la presidencia de Nixon vio como los países árabes le recortaron el suministro de petróleo por el apoyo a Israel en la guerra de Yom Kipur. Desde ese año, 1973, se propuso lograr independencia energética. Y, aún cuando ningún país es cien por ciento autosuficiente en energéticos, Estados Unidos sí ha pasado de ser un país importador neto de éstos, a ser el segundo productor más importante del mundo.

Una envidia para alguien como Andrés Manuel López Obrador quien, un día sí y el otro también habla de que quiere lograr la soberanía energética de México. Pero, y este es un gran pero, Estados Unidos lo ha logrado de una forma radicalmente distinta a la que está intentando el presidente de México.

Mientras Andrés Manuel López Obrador le apuesta todas sus canicas a que una sola empresa paraestatal, Pemex, sea la que extraiga el petróleo necesario para nuestra demanda y se refine lo suficiente para no tener que importar gasolinas, en EUA la apuesta para lograr esa soberanía ha sido de dos pinzas: por un lado a que muchas empresas y empresarios inviertan, extraigan, refinen y vendan petróleo y sus derivados y por el otro a reducir la dependencia a las energías fósiles y a migrar a limpias y renovables.

El ‘Proyecto Independencia’ lo anunció Richard Nixon en 1973. En ese momento EUA importaba 2.1 millones de barriles al día. La idea era lograr autosuficiencia para 1980, algo que no fue posible por, entre otras razones, la Revolución Iraní. Aún así, Estados Unidos comenzó desde entonces a pensar en energías alternativas: solar, eólica y eléctrica, para reducir su dependencia a los vaivenes internacionales y para lidiar con el movimiento ecológico que despertó el derrame del Exxon Valdez en Alaska en 1989.

Entre la década de los 90s, que vieron el nacimiento de los ‘Super Majors’ del petróleo y 2014, EUA llegó a su punto más bajo de importaciones de petróleo: 260 mil barriles al día. Y la producción de petróleo pasó de menos de 1 millón de barriles al día en 2010 a más de 4 millones de barriles para 2015, excediendo así la producción individual de cada miembro de la OPEP salvo Arabia Saudita.

¿Cómo lo logró? Redujo la demanda al generar incentivos para migrar a energías limpias y renovables y permitió la exploración, explotación y fracking por parte de privados. Por eso es que hoy Estados Unidos tiene la autosuficiencia energética que le permite cortar la importación de petróleo y gas ruso.

Eso sí es autosuficiencia energética. Lo otro, lo que promete AMLO, es puro bla, bla, bla que por lo pronto nos cuesta a los mexicanos un dineral para financiar a Pemex, que pierde y pierde y pierde dinero.

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La semana pasada, cuando el Secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, debía tener un millón de cosas en la cabeza, empezando por la inminente invasión de Rusia a Ucrania, decidió publicar un mensaje en twitter en el que señalaba la creciente preocupación en Estados Unidos por el alto número de periodistas atacados y asesinados en México.

El mensaje fue un llamado a que las autoridades mexicanas hicieran su trabajo para proteger a los periodistas y para que quienes los amenazan y matan rindan cuentas.

La precisión de la inteligencia del gobierno de Biden respecto a la invasión rusa a Ucrania no deja lugar a dudas de que cuando Blinken escribió ese mensaje sobre la situación en México, ya sabía lo que haría Putin unas horas después.

El momento actual no se presta a mezquindades. Las evasivas de López Obrador a ser un aliado firme y claro de Estados Unidos no serán toleradas con la misma docilidad que vimos en el primer año de Biden. Estados Unidos quiere ahora más que nunca alianzas sólidas y el que el vecino del sur esté tan titubeante es sin duda una preocupación en Washington.

Tres mensajes después del que escribió Blinken sobre el periodismo en México, el Secretario escribió uno de apoyo y amistad con Canadá: “En el año que ha transcurrido desde su lanzamiento, la Ruta para una Renovada Asociación entre E.U.A y Canadá nos ha llevado a nuevos niveles de cooperación para promoción de la democracia, la diversidad y la inclusión; una recuperación económica sostenible e inclusiva y el fortalecimiento de nuestras alianzas. #AmigosSociosAliados”.

El Secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard respondió al tuit de Blinken con una carta a su contraparte estadounidense aduciendo al Entendimiento Bicentenario firmado entre México y Estados Unidos apenas en diciembre pasado. Claramente para Blinken esta Iniciativa Mérida 2.0 no es importante cuando el jefe del canciller, el presidente López Obrador, parece muy poco interesado en fortalecer la relación con Estados Unidos. Lo que hay en Washington es una evidente preocupación.

En un momento en que el mundo entero, salvo Bielorrusia, está repudiando las acciones de un autócrata como Putin, Andrés Manuel López Obrador bien podría poner sus barbas a remojar. La oportunidad de presentarnos como aliados sólidos de Estados Unidos, con quien tenemos vecindad y un acuerdo comercial, podría beneficiar de sobremanera a México. Es lo inteligente y lo lógico a hacer. Sin embargo estamos viendo acciones en el sentido contrario.

Si bien el representante de México ante la ONU, Juan Ramón de la Fuente, habló de un cese al fuego en Ucrania y de que México daría ayuda humanitaria a los refugiados, su postura parece aislada. Primero fue el Secretario de Turismo, Miguel Torruco, quien decidió que en pleno momento de sanciones y repudio a Rusia era oportuno publicar dos mensajes dando la bienvenida y apoyando a la aerolínea rusa, Aeroflot, y aplaudir el turismo bilateral Rusia-México. Y después, el presidente López Obrador, decidió doblar la estrategia errada y aclarar que México no va a implementar sanciones económicas ni represalias a Rusia “queremos mantener buenas relaciones con todo el mundo y queremos estar en condiciones de poder hablar con las partes en conflicto”, dijo López Obrador.

Esta ambigüedad, por llamarla amablemente, no le conviene a México ni a los mexicanos.

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Amanecemos el día después de la rifa y el avión sigue ahí, sin venderse, depreciándose. Pero el presidente López Obrador estará muy contento con haber hecho de su capricho una realidad. A la imposibilidad de vender el avión, siguió la ocurrencia a la cual se sumaron partidarios y empleados del presidente. El absurdo llegó al grado que en el discurso previo al arranque de la rifa, el director de la Lotería Nacional, Ernesto Prieto, lloró emocionado por la iniciativa y liderazgo de AMLO.

El espectáculo de la venta/rifa del avión presidencial ha sido un triunfo para un AMLO que ha tenido a México atento de esta ocurrencia y distraídos del problemón de salud; economía e inseguridad en el que nos encontramos. Por eso, a la vez ha sido una derrota para México. Una derrota en donde posiblemente muchos de los que coincidimos con el presidente en que no puede haber un pueblo pobre con gobernantes viviendo como jeques árabes, vemos con sorna el show de la rifa.

En lugar de que su diagnóstico sirva para acabar con ese México de privilegios, el ridículo que vimos desde hace meses y cuya cúspide posiblemente fue ayer en el edificio de la Lotería Nacional, ha disuelto ese mensaje tan importante. Y además, ha exacerbado la división en la opinión pública.

Otro triunfo para AMLO será su consulta sobre llevar a juicio o no a los expresidentes. Será otro espectáculo que ayude a seguir distrayendo de lo importante. Por ello será un éxito para el presidente. Y también un fracaso para México porque, lejos de reforzar el Estado de Derecho que está tan maltrecho, lo debilita.

Al igual que la rifa del avión, la consulta también exacerba la división social. Se fortalece el discurso de nosotros (los impolutos) contra ustedes (los corruptos). Ya veremos ahí también a los miles de incondicionales partidarios del presidente sumándose a una iniciativa que bien se sabe que no logrará nada para hacer de México un país ni más justo, ni menos corrupto.

Vivimos en lo que la periodista española Ana Alonso ha llamado el nuevo autoritarismo de la mentira. AMLO dice y propone lo inviable y no hay quien lo desmienta o le ponga un freno. Cabe preguntarnos ¿qué es más peligroso en este momento, el discurso de odio del presidente o el clima de fanatismo que lo rodea?

Para AMLO ambos, el discurso de odio y el fanatismo, representan triunfos; para México fracasos.

Apostilla: El laboratorio mexicano Landsteiner Scientifics llegó a un acuerdo con el Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF) que está financiando la investigación del Instituto Gamaleya de Moscú, para la distribución de 32 millones de dosis de la vacuna Sputnik V.

En estos días el prestigiado journal The Lancet ha publicado los avances favorables de los estudios Fase I y II de esta vacuna. La tecnología utilizada por los rusos para su elaboración es a través de un adenovirus humano a la que ya han recurrido de forma exitosa en otras vacunas como la del Ébola por más de cincuenta años.

Entre las cien mil personas que participaran en la Fase III de pruebas de la Sputnik V, la idea es que se incluya a cientos de voluntarios mexicanos para enfatizar su seguridad.

Entonces el reto será que una vez que se concluyan los estudios de Fase III y se compruebe científicamente su seguridad y eficacia, la COFEPRIS la apruebe rápido para que pueda estar disponible para la población. Recordemos que entre más opciones de una vacuna segura logre México, más rápido podrá el país salir adelante de la pandemia.

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Con tal de distraer a los medios de comunicación sobre la atención que se le estaban dando a la investigación sobre los vínculos de su campaña con Rusia, Donald Trump decidió dejar a un lado a los globalistas de La Casa Blanca y hacerle caso a los nacionalistas. El resultado fue el anuncio de querer imponer aranceles del 25 por ciento a las importaciones de acero y 10 por ciento a las de aluminio.

A lo anterior se debe agregar las notas que dieron a conocer el Washington Post y el New York Times sobre el yerno de Trump, Jared Kushner, respecto a sus conflictos de interés como funcionario del gobierno y empresario. Por un lado se supo que las centrales de inteligencia estaban investigando si cuatro países, uno de ellos México, estaban abusando de la ingenuidad de Kushner para querer avanzar agendas propias. Por el otro, se supo que Kushner aprovechó juntas en La Casa Blanca con directivos de dos grandes bancos para obtener préstamos para sus empresas por cerca de $500 millones de dólares.

Si bien los gobiernos del mundo han tenido que irse acostumbrando a los exabruptos de Trump, este anuncio de imponer aranceles vuelve a poner al mundo en estado de shock. La globalización vista como un factor de estabilidad política y económica está siendo sacudida por Estados Unidos. Y como bien sabemos, México es uno de los países que más resulta afectado por todo lo que ocurre con nuestro vecino. Más aun cuando el anuncio llegó en plena renegociación del TLCAN, la 7ª ronda.

¿Qué significa este anuncio de Trump? ¿Es el último clavo en el ataúd del TLCAN?

Son las preguntas que ha estado sopesando el gobierno mexicano con dos apuestas en mente. La primera es que Trump deje a México y Canadá, junto con Reino Unido, fuera de dicha medida ya que somos aliados y no representamos una amenaza a la seguridad nacional, razón por la cual Trump dice invocar los aranceles.

La segunda es a que Trump cambie de opinión y decida retractarse de aplicar los aranceles. Esta alternativa podría haberse considerado viable hasta ayer por la tarde. Trump ha cambiado de opinión en varios temas. En migración y en control de armas de forma notable. ¿Por qué no en materia arancelaria?

La respuesta parece haber llegado con la renuncia de Gary Cohn, el ex directivo de Goldman Sachs y ex empleado de US Steel, quien renunció a su jugoso salario privado para incorporarse como el principal Asesor Económico de Donald Trump cuando éste asumió la presidencia de EUA.

Cohn era uno de los pocos funcionarios pro libre comercio y globalización que quedaban en La Casa Blanca. Junto con él estaba Rob Porter, asesor que renunció cuando dos de sus ex esposas lo acusaron de violencia doméstica, y el Jefe de Gabinete, John Kelly.

 

 

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