En mayo se suspendieron las pláticas para renegociar el TLCAN con la certidumbre de que éstas no se retomarían sino hasta el 2019. De que no habría NAFTA 2.0 en el horizonte. No estaban las circunstancias dadas en México, ante las elecciones de julio 1. Tampoco en Estados Unidos, ante las intermedias de noviembre.
Y, de pronto, en el vaivén que Trump le inyecta a prácticamente todo lo que se le acerca, el panorama cambió 180 grados. Entre una serie de tuits del presidente estadounidense y la declaración escrita en una carta a AMLO urgiendo un acuerdo cuanto antes, el equipo negociador mexicano viajó a Washington con la idea de que los temas espinosos en materia de autos, agricultura y la famosa ‘cláusula Sunset’ se podrían volver a discutir con nueva flexibilidad. Ahora la expectativa es que se podrá firmar un TLCAN renegociado antes del 25 de agosto.
Esto lo declaró Ildelfonso Guajardo en Washington la semana pasada. Lo reafirmó Robert Lighthzer, el Representante Comercial de EUA; lo mismo que Kevin Hassett, la cabeza de los Asesores Económicos de La Casa Blanca.
¿Por qué este viraje tan abrupto? Primero porque la elección en México fue de un triunfo claro y abrumador para AMLO. A Trump le gustan este tipo de triunfos en los que el futuro presidente de México no se vea molestado por las nimiedades de la democracia como tener que negociar con un legislativo de oposición, por ejemplo.
La inclusión de Jesús Seade en las pláticas fue muy bien recibida. Es alguien que conoce de los temas comerciales. No es ningún improvisado. Su presencia a lado de los negociadores del gobierno y de la IP envió un mensaje de continuidad y coordinación entre el gobierno saliente de Peña Nieto y el entrante de AMLO. Por eso en este primer nuevo reacercamiento el resultado fue todavía de mayor optimismo.
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