Fernando Dworak

 

 

 

Comencemos con una definición que nos ayudará a juzgar los jitomatazos instigados por Arne aus den Ruthen contra el diputado César Camacho en su dimensión: el ex City Manager de la delegación Miguel Hidalgo es un animal político y actúa en consecuencia. Por lo tanto hay que leer este incidente, sus motivaciones y efectos bajo esta lógica.

 

Lejos de ser un recién llegado a lo público, Arne fue militante del PAN y bajo estas siglas llegó a ser asambleísta (1997-2000 y 2006), jefe delegacional de Miguel Hidalgo (2000-2003) y coordinador de asesores del secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño. Como muchos políticos que pierden un espacio en su partido, compitió como candidato independiente en 2015 por la misma delegación, donde emprendió una campaña-performance que le ganó un no despreciable apoyo. Y como cualquier otro político, usó eso como moneda de cambio para acomodarse en la gestión panista encabezada por Xóchitl Gálvez como City Manager.

 

También como cualquier otro político ha creado para sí un personaje que le ha permitido posicionarse ante la opinión pública, ganándole credibilidad ante un público. Hablamos aquí del irreverente y polémico organizador de brigadas “anti-gandallas” para concientizar a la ciudadanía y exhibir a los malosos.

 

Todo político con ambiciones comenzará a partir de estos meses a posicionarse rumbo a las siguientes elecciones. Algunos publicarán libros donde buscarán mostrarse como hombres de estado. Otros se convertirán en campeones de temas considerados relevantes y urgentes. Si lo que ofrece Arne son acciones de choque y tiene seguidores, no hay elementos para suponer que esta dinámica no está motivada en 2018.

 

La argumentación es impecable en sí misma: los ciudadanos estamos enojados por los escandalosos ingresos de nuestros legisladores, quienes deberían devolver el bono navideño. La indignación social está justificada y nadie sensato se opondría a esta causa. Sin embargo, y como político con experiencia legislativa y de gobierno, Arne no hablará del problema de fondo toda vez que eso afectaría sus intereses.

 

¿Dónde está la falla? El autoproclamado anti-gandalla se centra en un caso particular, el bono navideño y evita hablar causas como la transparencia y rendición de cuentas. Más o menos como hizo durante años: denunciar ciudadanos en lugar encabezar una agenda de mayor alcance como la educación cívica en las escuelas, la mejora de los aparatos de seguridad pública o el empoderamiento de las jefaturas delegacionales en esa materia.

 

El hablar de un escándalo le permite a Arne ganar popularidad rápida, lo cual no tendría si hablara sobre la opacidad que impera en el Congreso, de la cual los bonos navideños sólo son la punta del iceberg. De esa forma exculpa a los legisladores que llegaran a devolver el dinero que les dieron en diciembre, archivando el problema de fondo.

 

Arne sabe muy bien cómo se puede ocultar dinero desde un órgano legislativo y una delegación. ¿Por qué no habla de ello? Primero, porque no le generaría atención mediática que hoy goza. Y segundo porque a final de cuentas un político que no se autolimitará si no estuviera obligado a ello: ¿por qué hacerlo si llegase a ganar otro cargo público con su exitoso papel? ¿Qué esperarían, que se amarre el dedo antes de tiempo?

 

Por desgracia la táctica de Arne en su simplismo enseña al ciudadano a reaccionar ante un agravio en vez de pensar, empoderarse o exigir cuentas. Como si fuera un súbdito dispuesto a linchar a un mal gobernante en lugar de pensar más allá del escándalo. A quien termina beneficiando con esto es a los políticos que han hecho una carrera a través de lucrar exitosamente con la victimización, apoyándose en argumentos basados exclusivamente en la emoción. Se saldrán con la suya si no nos ponemos en serio a pensar y dejamos de comprar desplantes simplistas.

 

 

 

Foto: Twitter

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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