Los cinco pasajeros a bordo del Titán, perdido el domingo cuando efectuaban un viaje turístico a los reatos del Titanic en el Atlántico Norte, perdieron la vida por la “implosión catastrófica” de la nave, confirmó la Guardia Costera estadounidense y los organizadores de la expedición.

“Estimamos que nuestro jefe Stockton Rush, Shahzada Dawood y su hijo Suleman, Hamish Harding y Paul-Henri Nargeolet, desafortunadamente están muertos”, dijo OceanGate Expeditions, tras cuatro días de búsqueda que mantuvo en vilo a todo el mundo.

“Un campo de restos” hallado por robots de búsqueda, a casi 4,000 metros de profundidad, “son consistentes con una implosión” del Titán, anunció a su vez el contraalmirante del servicio de Guardacostas estadounidense John Mauger.

Mencionó también una “pérdida catastrófica de presión” en la nave como causa del accidente.

Nada más conocerse el desenlace de esta tragedia, diversos medios, entre ellos el Wall Street Journal revelaron que la Marina estadounidense había detectado una señal que indicaba la probable implosión del sumergible el domingo, poco después de su desaparición.

Según la Marina, la información se compartió inmediatamente con las autoridades a cargo de la misión de rescate, que decidieron continuar con la búsqueda para tratar de salvar las vidas de los cinco tripulantes, reportó el Washington Post.

En la inmersión se encontraban el millonario británico Hamish Harding, de 58 años, presidente de la compañía Action Aviation; el paquistaní Shahzada Dawood, de 48, vicepresidente de Engro, y su hijo Suleman, de 19; el experto buceador francés Paul-Henri Nargeolet, de 77 años y Stockton Rush, director general de OceanGate Expeditions.

“Estos hombres eran verdaderos exploradores que compartían un marcado espíritu aventurero y una profunda pasión por explorar y proteger los océanos del mundo”, dijo en un comunicado OceanGate, al lamentar la muerte de los tripulantes.

La Guardia Costera estadounidense, a la cabeza de un equipo internacional de búsqueda, anunció a mediodía en Twitter que un ROV -vehículo de control remoto- encontró “un campo de restos” esparcidos a menos de medio kilómetro de la proa del Titanic, el célebre transatlántico que naufragó hace 1912.

El Titán, de 6.5 metros de eslora, se sumergió el domingo pero perdió comunicación menos de dos horas después de haber iniciado la inmersión turística. Tenía una autonomía teórica de 96 horas de oxígeno.

El miércoles sin embargo, aún había esperanzas. Dos aviones canadienses P3 habían detectado ruidos en el agua, aunque más adelante se señaló que su origen no tenía ninguna relación con el sumergible.

En medio de las búsquedas durante la semana surgieron informaciones que comprometían a Oceangate sobre posibles negligencias técnicas del sumergible.

Una demanda civil en Estados Unidos en 2018 muestra que un exdirectivo de la empresa, David Lochridge, fue despedido luego de expresar serias dudas sobre la seguridad del Titán.

Según Lochridge, una escotilla de la parte delantera del aparato fue concebida para resistir la presión a 1,300 metros de profundidad y no a 4,000 metros.

OceanGate, que fabricó y operaba el sumergible, y que cobraba 250,000 dólares por plaza, llevó a turistas a los restos del Titanic, cuyo hundimiento dejó cerca de 1,500 muertos, una de las más grandes catástrofes marítimas.

Sus restos, a casi 600 kms de tierra firme, se convirtieron desde que fueron descubiertos en 1985 en lugar atractivo para aventureros y ricos turistas intrépidos.

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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