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2024

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En el 2024 más de la mitad de la población mundial tendrá que ir a votar. Como bien sabemos, México y Estados Unidos tendrán elecciones. Pero también habrá comicios en Taiwán, Rusia, Ucrania, India, Indonesia, Venezuela, Sudáfrica, Gran Bretaña, Austria, Bélgica, Croacia, Finlandia, Túnez, Ghana, Ruanda, Namibia, Mozambique, Senegal, Sudan del Sur…

Somos 8 mil millones de personas en el mundo. En el año que acaba de arrancar 4.2 mil millones de personas viven en un país que tendrá elecciones. Así, por primera vez en la historia, más de la mitad de la población mundial está llamada a votar.

The Guardian define el 2024 como el Super Bowl de la democracia, pero el semanario The Economist anota que si bien esta cantidad de elecciones deberían indicar que será una fiesta de la democracia, la realidad es mucho menos alegre. La mayoría de los países que tendrán elecciones son democracias fallidas o de plano autocracias.

Desde ahora sabemos, por ejemplo, que en Rusia, Vladimir Putin se va a reelegir por quinta ocasión. Lo suyo tendría que ser más una coronación que una elección dadas las acciones en contra de sus opositores que han sido exiliados, encarcelados o asesinados. Casi en el mismo plano podemos anticipar el resultado en febrero en las elecciones parlamentarias de Bielorrusia, aquellas que Lukashenko ha dicho que serán justas, “a diferencia de las de Estados Unidos”. Esto a pesar de que Svetlana Tijanóvskaya sigue viviendo en el exilio tras haberle ganado las elecciones del 2020 cuando se presentó como la candidata inesperada después de que Lukashenko asesinó a su esposo, el principal y popular opositor en esos comicios.

India, el país más poblado de mundo, acudirá a las urnas entre abril y mayo, pero sus casi mil millones de ciudadanos lo harán en una democracia fallida en la que Narendra Modi ha traído de regreso el tribalismo: hindús vs musulmanes. Lo bueno es que en una de esas y la coalición INDIA (Alianza Nacional Inclusiva por el Desarrollo de India), conformada por 28 partidos opositores, podría frustrarle a Modi su 3era reelección.

Taiwán será una de las elecciones más importantes del mundo y con ella arrancará el 2024. Son tres candidatos, dos de los cuales abogan por un acercamiento con China. Del resultado de estas elecciones podemos anticipar la forma como se definan las relaciones entre China y Estados Unidos. Si gana de nuevo el partido Democracia Progresiva, que es el único que aboga por la independencia de la isla ¿con qué tanta furia reaccionará Beijing? Esa es la gran pregunta que quedará expuesta arrancando el año pero que podemos anticipar no será tersa. El primer discurso de Xi Jinping del año fue para advertir que en el 2024 será inevitable la reunificación de China.

En Irán habrá elecciones y todos sabemos que ahí no existen las libertades de una democracia consolidada. Por ello los clérigos fundamentalistas que están al mando han descalificado a priori a un 25 por ciento de los opositores competitivos para las elecciones parlamentarias de marzo.

En Europa la renovación del Parlamento puede sonar poco importante pero sus resultados nos darán una pista de qué tanto apoyan los europeos a los populistas de derecha, como los elegidos en noviembre en Países Bajos cuando ganó Geert Wilders, o si prefieren opciones más moderadas, como ocurrió en Polonia con el triunfo de Donald Tusk.

Todos estos procesos electorales, en un mundo desordenado, con ciudadanos enojados y resentidos, anticipan mucho mayor volatilidad en el 2024. Será un año interesantísimo en materia electoral.

Apostilla: Para un análisis más extenso de este año electoral, los invito a escuchar el episodio de mi podcast Broojula de hoy, Tsunami electoral, en el que platico con Miguel Ángel Lara Otaola, miembro del consejo del Electoral Integrity Project.

Columna completa en El Universal

Cuando el presidente López Obrador decidió cerrarle las puertas de Palacio Nacional a Xóchitl Gálvez, la hoy precandidata presidencial dijo que ya no buscaría ser Jefa de Gobierno de la CDMX sino presidenta de México.

La frescura con la que anunció su candidatura; la forma de responderle a López Obrador sin enojarse, pero sin doblarse, dejaron ver que el 2024 no estaba definido. Que en Xóchitl, la oposición tenía la posibilidad de arrebatar la silla presidencial.

Hoy el escenario ha cambiado. El entusiasmo que generó Xóchitl se ha tornado en preocupación y hasta derrotismo. Surgen preguntas sobre su equipo y sobre el papel de los partidos en su estructura que llevan a la certeza de que este arroz ya se coció…en favor de Claudia Sheinbaum.

¿Por qué se desinfló el entusiasmo hacia Xóchitl? Ella no ha cambiado. Sigue siendo la mujer que cuenta su historia sobre su camino de Tepatepec al Senado, pasando por la Alcaldía Miguel Hidalgo. Habla de sus orígenes humildes y como los superó a través de estudio y del trabajo.

Sin duda, ha cometido errores. Desde la felicitación efusiva al ultraderechista Milei en Argentina, la parálisis cuando falló el teleprompter – inexplicable para alguien a quien hemos escuchado hacer uso de la palabra en tribuna múltiples veces y sin guion -, el lapsus provocado probablemente por el subconsciente de atacar a Alito Moreno y hasta el innecesario cambio de nombre de la coalición que representa. De Va por México se modificó primero a Frente Amplio Opositor. Y cuando finalmente nos lo aprendimos, decidió que ahora encabeza Fuerza y Corazón por México, un nombre que parece más el título de una telenovela.

También ha tenido aciertos. Saber reponerse de la caída de la silla en el informe de la alcaldesa Lía Limón al decir que esa silla le quedó chica, pero que va por la grande, por ejemplo, resulta una bocanada de aire fresco en un escenario político tan cargado como en el que nos encontramos. Su constante discurso por la unidad de México también abona ante años de polarización y de división.

Sin duda el balance que debe lograr Xóchitl es complicado. Tiene que hacer un acto de malabarismo entre las ambiciones de los dirigentes de los partidos de la coalición y las exigencias de los ciudadanos que ya no están dispuestos a dar cheques en blanco simplemente para sacar a los mentirosos y/o ineptos del poder. Es más fácil no votar que votar con las narices tapadas. Por ello el reto para Xóchitl es monumental. Debe entusiasmar a los agraviados, decepcionados y a los que nunca comulgaron con López Obrador y su movimiento.

Los números sí mienten. Lo hacen cada vez más. Por ello es fácil poner en duda encuestas como Demotecnia, que tienen a Claudia con casi 60 puntos de ventaja. Pero la tendencia es clara. En este momento Xóchitl no está acortando la distancia con Claudia. Y ahora debe evitar que los indecisos la abandonen y prefieran la opción fosfo fosfo de Samuel García.

La campaña está en problemas y eso preocupa porque Xóchitl no tiene tiempo que perder. A veces parece que la decepción con la candidata describe más a los ciudadanos que a ella, pero eso no importa. Las percepciones se vuelven realidad muy fácil. Xóchitl y su equipo deben encontrar la narrativa ganadora 2.0. La que sigue a su historia personal. Y olvidar a López Obrador. Él no estará en la boleta. Va a estar Claudia. Por lo pronto, es muy temprano cantar victorias o derrotas. El juego apenas arrancó y con ello la posibilidad de que Xóchitl se dé a conocer más allá del círculo rojo.

Columna completa en El Universal

Andrés Manuel López Obrador ganó la presidencia con 30 millones de votos en el 2018. En la elección del 2024 habrá un segmento de la población que representa 15 millones de votos. Con que las candidatas busquen la forma de motivar a este grupo poblacional, ya tendrán la mitad de la chamba hecha.

Son votos que valen oro. Quince millones. Me refiero a los jóvenes de entre 18 y 24 años, los que nacieron entre el 2001 y el 2006, y que además podrán votar por primera vez en el 2024. La palabra clave aquí es PODRÁN. Por qué el gran reto con los jóvenes es sacarlos a votar.

En 2018 votó menos de 5 de cada 10 personas entre los 18 y 24 años. Es un abstencionismo muy elevado, sobre todo si tomamos en cuenta que quienes tenían 18 años en esos comicios, los primo-votantes, salió a votar más que los de 19-24 años. Votó el 63.4 por ciento de los jóvenes de 18 años, muy probablemente ilusionados por estrenar su credencial del INE. Pero a partir de los 19 años, el abstencionismo comienza a crecer. Así, en 2018 más de 13 millones de personas entre los 19 y 29 años se abstuvo de votar, con todo y que había un candidato joven: Ricardo Anaya.

Según el Registro Federal de Electores, hay 11 millones 355 mil personas de entre 20 y 24 años; 2 millones 136 mil de 19 años y un millón 717 mil que tienen 18 o tendrán para la fecha de las votaciones. Estos datos son aproximados y quedarán definidos con mayor claridad en febrero próximo por el INE cuando se tenga la Lista Nominal definitiva. Lo más interesante es que el resultado de la elección del 2024 va a impactar precisamente a esta generación, la conocida como Generación Z, más que a otras. De lo que ocurra en las próximas votaciones ellos son los que más van a sentir y vivir los resultados precisamente por la edad que tienen.

¿Qué propuestas tendrán Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum para estos jóvenes? ¿Cómo los van a motivar para salir a votar el 2 de junio del 2024? ¿Qué se le puede decir a una generación que, sin haber conocido al PRI ni el régimen de un solo partido, han vivido más bien circunstancias sociales muy lamentables por la guerra en contra del narco que arrancó Felipe Calderón? ¿Cómo motivarlos a votar si los tres presidentes que han gobernado México desde que tienen conciencia han fallado en la principal responsabilidad del Estado que es lograr seguridad para sus ciudadanos al recibir el monopolio del uso de la fuerza?

Hasta ahora la actividad de los jóvenes es intensa en redes sociales y en especial es para quejarse. Pero ¿cómo entusiasmarlos para votar? ¿qué propuestas pueden ser atractivas para ellos? ¿La posibilidad de votar a una mujer a la presidencia por primera vez jugará como incentivo?

En 2018 los jóvenes votaron más por Andrés Manuel López Obrador que por el candidato que más se les acercaba en edad, Ricardo Anaya. ¿Qué pensarán hoy esos jóvenes que le dieron su voto? Apenas hace dos fines de semana estuvo AMLO en el Edo Mex presumiendo sus acciones en favor de los jóvenes. Habló del dinero que reciben de parte del gobierno a través del programa Jóvenes Construyendo el Futuro: “En los cinco sexenios anteriores, 30 años, el gobierno invirtió 7 mil millones de pesos [en los jóvenes]. En 5 años que llevamos nosotros la inversión sólo de este programa de Jóvenes Construyendo el Futuro es de 100 mil millones de pesos”. ¿Será dinero la clave para ganar este voto?

Entrevisté para mi podcast al periodista Ernesto Nuñez sobre este voto joven a partir de un texto que escribió al respecto en Animal Político y me aseguró algo: convertir a los jóvenes en una clientela electoral va a fallar. Los jóvenes quieren oportunidades y seguridad, no dádivas.

Quien tenga las mejores propuestas para generar oportunidades y mejorar la seguridad puede atraer a estos 15 millones de votantes, que valen oro. Xóchitl y Claudia tienen que entender como hablarles a estos votantes.

Columna completa en El Universal

Esta es una duda que he escuchado mucho últimamente. ¿Puede ganar Xóchitl? Ella, la candidata, dice que es más fácil el camino de su escaño actual en el Senado a Palacio Nacional que el de Tepatepec, Hidalgo, al Senado.

El entusiasmo que generó su incursión en la contienda presidencial ha sido notable. Tanto que el presidente López Obrador ha emprendido una campaña feroz en su contra que ha sido complementada por otros dardos de Morena y sus simpatizantes. Desde la exigencia de demoler su casa; las acusaciones sin prueba alguna de que es la candidata de la oligarquía y de los que quieren el regreso al pasado; y ahora el intentar equipararla a la Ministra Yasmín Esquivel con el tema del plagio de la tesis de licenciatura.

No conozco cómo fue el camino de Tepatepec al Senado pero veo que el del Senado a la presidencia será complicado, más no imposible. La probabilidad de un triunfo de Xóchitl Gálvez depende de varios factores. En primer lugar, sabemos que una campaña exitosa requiere de dinero…mucho dinero. Xóchitl dice que ella quiere hacer una campaña orgánica. No quiere pagar dinerales en tapizar calles y bardas con espectaculares como lo ha hecho Claudia Sheinbaum. Prefiere que sean los ciudadanos los que lleven sus carteles de cartón con la X y de que sea su entusiasmo el que los invite a aportar a su campaña.

Aquí hay un gran problema para Xóchitl. El sistema electoral mexicano no está hecho para que sea el dinero de los ciudadanos el que financie una campaña electoral. En Estados Unidos lo logró Barack Obama porque el sistema político norteamericano fue ideado para que predominen las aportaciones ciudadanas sobre las públicas. En México se decidió por el esquema contrario. Con el objetivo de evitar que, a través de dinero de los privados, se impusieran agendas particulares o de que recursos del crimen organizado compraran a funcionarios, optamos por la prevalencia de recursos públicos para financiar campañas. Esto nos cuesta un dineral a los mexicanos. Si fue la decisión correcta o no y si esto ha evitado que se compren intereses y que el narco controle a políticos, es otra historia.

Por lo pronto el conjunto de las aportaciones de simpatizantes y de los candidatos a sus propias campañas no podrán rebasar el 0.5 por ciento del tope de gasto de la elección presidencial anterior. Para la elección del 2024 esto se traduce en que en lo personal ninguna persona podrá aportar a ninguna campaña más de 2.15 millones de pesos, pero las aportaciones concluyen cuando se llega al 10 por ciento del tope de gasto de la elección presidencial anterior, en este caso la de, 2018. La cifra tope es de poco menos de 43 millones de pesos por partido.

Esa cifra es un monto global y cada partido deberá determinar los montos mínimos y máximos de cuotas de militantes y de aportaciones personales de precandidatos y candidatos a sus precampañas y campañas. En otras palabras, los límites deben ajustarse a cada candidatura – la presidencial; las gubernaturas y otras elecciones locales y las distritales.

Ahora comparemos estos 43 millones de pesos con las prerrogativas que tendrán los partidos para las elecciones del 2024: son 10 mil 400 millones de pesos.

Es claro que el régimen del financiamiento privado en vigor no permite sino complementar el financiamiento público, dado que es muy limitado. Por más que Xóchitl entusiasme, lo que le puedan aportar los ciudadanos será, si llega al máximo, una cantidad que no se puede comparar con la que tienen los partidos como sus prerrogativas ni con lo que contará la campaña de enfrente, la de Sheinbaum, que utilizará todos los recursos al alcance del Estado federal y de las 22 gubernaturas que actualmente tienen para evitar que Morena pierda el poder.

Ya vimos el Paquete Presupuestal del año próximo. Que no quepa duda. López Obrador podrá ser un líder que comunique bien con una parte importante del electorado, pero sabe que eso no es suficiente y por ello además quiere comprar votos mediante programas sociales.

Por ello, en segundo lugar Xóchitl va a necesitar de los partidos políticos del Frente. De que PRI, PRD y el PAN, le quieran otorgar una buena tajada de los 4 mil 500 millones de su presupuesto para la elección y de que utilicen sus maquinarias para apoyar a la candidata. Hasta ahora no queda claro qué tanto quieren apoyarla. ¿Le van a dar un bloque importante de las prerrogativas que tienen?

La respuesta a esta pregunta es crucial para responder qué tan factible es un triunfo de Xóchitl. Además de dinero hay otros factores en juego para analizar la probabilidad de que triunfe en el 2024. Será un tema que abordaré en futuras entregas.

Columna completa en EL UNIVERSAL

Por la presidencia de México no van solo dos mujeres. También se inscribieron como candidatos independientes otros personajes. Entre ellos llamó la atención Eduardo Verástegui, el actor convertido en activista cercano a la extrema derecha de México y otros países como Estados Unidos.

Verástegui ha presumido su cercanía con el expresidente Donald Trump. Ahí están sus fotos recientes, juntos en su campo de golf de Bedminster. El hombre que utilizó y seguirá utilizando a México como su piñata política es cercano a Verástegui. El actor ha sido asociado con el movimiento Qanon, que es una teoría de la conspiración enfocada en un misterioso usuario en línea que se hace llamar Q y que afirma ser un alto funcionario del gobierno estadounidense con acceso a información clasificada. Sus ideas, infundadas y bastante absurdas, que da a conocer mediante migajas publicadas en plataformas de internet como 4chan, afirman que una élite secreta de pedófilos controla el gobierno y los medios de comunicación. De acuerdo con los seguidores de Q, el expresidente Donald Trump está encabezando una guerra para derrocar a esta élite que se esconde en los discursos progresistas – los proaborto; pro diversidad sexual; pro igualdad entre hombres y mujeres; etcétera – para seducir a los más inocentes y convertirlos en sus víctimas.

Verástegui quiere encabezar esa misma lucha de Q y de Trump en México. Su video anunciando su candidatura a través de la Asociación Viva México está muy bien hecho, con subtítulos en inglés. Su plataforma ha sido la película que lanzó el 4 de julio, Sonido de Libertad, que cuenta una historia basada en hechos reales sobre un agente de seguridad estadounidense que viaja a Colombia para liberar a unos hermanos de ser explotados sexualmente y al final se encuentra con que es una vasta red de pedofilia auspiciada por los más altos eslabones del dinero y poder estadounidenses.

La lucha contra la pedofilia me parece que es una con la cuál no se puede estar en desacuerdo. Lo que llama la atención es la intención de buscar la presidencia de México. ¿Por qué? ¿A quién beneficia y a quién perjudica su postulación? ¿Va a poder Verástegui librar los obstáculos que hay frente a su intención de ser candidato?

Lo primero que tendrá que hacer el actor es juntar firmas equivalentes al 1% de la lista nominal con dispersión en 17 estados. Lo tendrá que cumplir a más tardar el 6 de enero del 2024. Los recursos para lograrlo tienen que ser privados, de origen lícito, con un tope de casi 43 millones de pesos.

Aun cuando el ala de extrema derecha del PAN, el Yunque, ya se pronunció en favor de Xóchitl, hay algunas organizaciones antiaborto como Red Familia, que le ayudarán con las firmas y el dinero. A ellos hay que sumar el apoyo de un sector de la Iglesia y hasta algunos dentro de Morena que quieran dividir el voto opositor. Las firmas muy probablemente las logre juntar.

El requisito del artículo 82 constitucional, fracción III: haber residido en el país durante todo el año anterior al día de la elección, será interesante saber si lo cumple. Verástegui ha estado mucho tiempo en Los Ángeles, precisamente en la producción y promoción de su película.

Más allá de su lucha en contra de la trata de niños, lo que Verástegui representa está ya resuelto en México por la Corte que ya falló sobre el aborto y la diversidad. Si quisiera que el legislativo hiciera modificaciones, habrá que conocer quienes lo acompañarán en su proyecto. Verástegui podría ser el Milei mexicano. Tiene una buena manera de comunicar una agenda de ultraderecha pero no tiene quien lo acompañe en el legislativo.

Hoy Eduardo Verástegui es un distractor. Pero estos distractores se han convertido en fenómenos políticos y lideres en otros países. Ahí está el propio Trump en EUA; Bukele en El Salvador y Milei en Argentina.

Columna completa en El Universal

La boleta electoral del 2024 no será solamente la elección entre dos mujeres, Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum – que sabemos hoy se formalizará su candidatura. Será la elección entre dos historias distintas, entre dos visiones diametralmente opuestas y entre dos proyectos de país.

Por un lado, el proyecto de Andrés Manuel López Obrador se trata de concentración de poder en sus manos. Ya no estará en la boleta, pero su preferencia por Claudia Sheinbaum es porque confía en que ella le permitirá seguir maniobrando el bastón de mando que simbólicamente le entregará hoy. Si López Obrador realmente quisiera retirarse de la vida pública y dejar que Morena gane las elecciones del 2024 le convendría apoyar a Marcelo Ebrard como el candidato. Es alguien que, con su espaldarazo, lograría el respaldo de los morenistas duros, pero además jalaría votos de independientes y de los que aún están enojados con los partidos del pasado, PRI-PAN-PRD.

En términos económicos, el proyecto de AMLO-Sheinbaum ofrece la rectoría del Estado sobre prácticamente todo. Hemos visto a lo largo del sexenio a un presidente sacar dinero de las arcas presupuestales para la generación de energía. Desembolsó 6 mil millones de dólares para pagarle a Iberdrola por algunas de sus plantas en México sin que eso generara un solo watt adicional de energía. Lo hizo simplemente porque cree que el Estado mexicano puede por sí solo abastecer la demanda nacional. En la producción de petróleo es la misma historia. Ha desembolsado carretadas de dinero para la compra de la refinería de Deer Park y Dos Bocas con la idea de la soberanía energética. Esto es algo que no ha logrado ni Estados Unidos…ni Arabia Saudita.

En esta visión los mexicanos debemos de conformarnos con poco en lo material. Tener aspiraciones de una vida más acomodada; de lograr un negocio exitoso; de querer una educación de calidad, está mal visto. Es mejor estar agradecidos con “papa (o mamá) gobierno” por los depósitos mensuales.

En materia de Estado de Derecho, el proyecto AMLO-Sheinbaum ofrece una reconfiguración del Poder Judicial. De lograr la mayoría en el Congreso, la promesa es que se modificará la Constitución para que los ministros de la Suprema Corte sean electos mediante el voto popular.

Y en materia electoral, el proyecto AMLO-Sheinbaum quiere que los comicios regresen a ser manejados por el gobierno, como en los tiempos en que Bartlett los encabezó desde la Secretaría de Gobernación.

En seguridad es claro que el proyecto es y seguirá siendo la militarización. Actualmente la Guardia Nacional deberá regresar a estar bajo el mando de la Secretaría de Seguridad Pública en enero del año próximo. Esto por la declaración de inconstitucionalidad de la Corte de la modificación del carácter civil a militar que hizo el legislativo en septiembre del año pasado.

Todo esto lo ha dicho una y otra vez el presidente desde sus conferencias en Palacio Nacional cada mañana. Como candidato dijo todo lo que como presidente ha hecho: “al diablo con SUS instituciones”; “atrás a la reforma educativa”; “adiós al aeropuerto de Texcoco”; “rifaré el avión presidencial”.

Ahora ha leído claramente la cartilla sobre lo que viene cuando concluya su sexenio y llegue Sheinbaum a sucederlo. Lo repite cada mañana.

La única diferencia es que actualmente y con muchos asegunes sí tenemos INE y sí hay un Poder Judicial autónomo. Por ello, existe la posibilidad de elegir otro proyecto en el 2024.

En una siguiente entrega haré el repaso de la otra opción que tendremos en la boleta en el 2024.

Columna completa en El Universal

Falta mucho y a la vez no falta tanto para la elección del 2024. ¿Qué certezas tenemos en el ámbito de la competencia presidencial? Primero, que será una elección de Estado. El presidente López Obrador utilizará todo lo que está a su alcance como Jefe del Ejecutivo para que gane Morena las elecciones. Es algo que ya está ocurriendo, aun cuando formalmente no han arrancado ni las precampañas. Lo vemos haciendo campaña abierta desde Palacio Nacional en la Conferencia Mañanera, que se paga con recursos públicos, y lo vemos atacando a la oposición desde ese mismo espacio.

Los 70 días del ‘corchola-tour’ también fueron financiados con recursos cuya procedencia no es transparente. Creer que cada uno de esos mítines costó 20 mil pesos, como lo reportó este diario en primera plana ayer basado en los datos que dieron los morenistas, es completamente descabellado.

Ahí están además las acusaciones que ha hecho el propio Marcelo Ebrard sobre el uso de la Secretaría del Bienestar para ayudar a la campaña de Claudia Sheinbaum. Tuvo su conferencia de prensa en la que denunció el acarreo que hace Bienestar para los eventos de Sheinbaum.  Después publicó un twitt exigiendo a la dirigencia de Morena que hiciera cumplir los acuerdos del partido ya que había acarreo y brigadeo por parte de servidores públicos en favor de la ex Jefa de Gobierno. Si eso ocurre ahora entre los partidarios ¿cómo pensar que va a ser diferente cuando la campaña sea contra la oposición? Va a ser mucho peor el uso de recursos públicos y del Estado una vez que arranque formalmente el proceso.

Otras certezas que hay hoy en el horizonte es la parálisis del INE ante las violaciones a las leyes electorales.

¿Qué incógnitas hay en el escenario de competencia? No conocemos aún a ciencia cierta quienes serán los candidatos. Podemos apostar a que en Morena será Claudia Sheinbaum y en el Frente a que quedará este domingo Xóchitl Gálvez.

Después del desplegado que publicó ayer Dante Delgado es muy posible que MC postule a Samuel García o, si al final da el brazo a torcer, a Luis Donaldo Colosio. ¿A quién le arrebatará votos esa candidatura? Será interesante ver incluso el papel que juega el muy presente machismo en la sociedad mexicana si es que quedan dos mujeres con mayor infraestructura como candidatas en contra de un hombre de un partido que en las encuestas publicadas esta semana logra un 12 por ciento de las preferencias. Movimiento Ciudadano está muy lejos de los veinte altos que le dan a Xóchitl o de los 40 bajos de Claudia.

Las encuestas muestran que hoy Morena gana con cualquier candidat@. Reforma le dio el lunes 53% al partido. ¿Se sostendrá esta cifra si hay un hombre en la boleta postulado por otro partido?

¿Qué pasará con Marcelo Ebrard? Acabará apoyando a Claudia Sheinbaum si, como todo apunta, ella termina siendo la ‘ganadora’ de las encuestas del partido después de haber dicho que su cierre de tour en Veracruz fue un bostezo-fest?

Son dudas que, salvo la definición de Movimiento Ciudadano, se resolverán tan pronto como la semana próxima.

Columna completa en El Universal

En México todo gira actualmente en torno a quién va a gobernar el 2024. El presidente López Obrador parece preocuparse exclusivamente por lograr que la campaña de Claudia Sheinbaum encienda y por atacar a Xóchitl Gálvez utilizando todo el poder del Estado para intentar tumbarla. No importa si rompe la ley. Está en modo campaña, pero no de esas campañas que buscan demostrar las acciones positivas de su gobierno para, sobre éstas, pedir el voto. Su modo campaña es atacar y aplastar. Esto nos está dejando fuera de muchas jugadas como país. Una de ellas, aprovechar los raudales de dinero que Biden le está inyectando a las energías renovables vía el Acta para Reducir la Inflación, el IRA por sus siglas en inglés.

La semana pasada escribí sobre mi visita a una planta de hidrógeno verde en Puertollano, España. Esta semana pensaba escribir sobre Xóchitl; sobre las pre-pre campañas; sobre el INE inoperante ante un presidente que hace hoy exactamente lo que pedía que no hicieran sus antecesores, pero me topé con dos textos que demuestran lo costoso que es y será para México el 2024.

Uno fue una entrevista al ex Primer Ministro de Italia, Paolo Gentiloni, actual Comisionado Económico de la Unión Europea, para el Financial Times. En ésta, Gentiloni advierte que Estados Unidos le va a robar el mercado al bloque europeo en inversiones y talento en el sector de tecnologías verdes.

Washington, dice Gentiloni, está inyectando cientos de miles de millones de dólares en subsidios y exención de impuestos para nuevas inversiones en energía y manufactura verde (vehículos eléctricos; proyectos de hidrógeno verde y baterías) mientras Europa está primero pensando en su regulación.

Gentiloni se queja de que el bloque europeo ‘solamente’ está invirtiendo 10 mil millones de Euros para innovación en el sector. Esto le parece una suma y un esfuerzo pequeño ante lo que va a generar el IRA, que Goldman Sachs estima llegará a un billón de dólares (1 trillón, en inglés). La consecuencia será una fuga de inversión y talento hacia Estados Unidos. Por ello Gentiloni quiere que Europa se ponga las pilas.

La segunda nota fue un texto del presidente del BID, Ilan Goldfajn, para El País, en el que habla de América Latina y su posición como la región que podrá resolver los grandes problemas de nuestros tiempos, en especial el calentamiento global.

Goldfajn afirma que Chile, Colombia y Costa Rica han anunciado estrategias fundamentales para lidiar con el cambio climático. Según Climate Action Tracker, éstas son 3 de las 6 mejores estrategias que hay actualmente en el mundo.

Chile está apostando al hidrógeno verde. Quiere producirlo de la forma más económica en el mundo para el 2030 y lograr ser el primer exportador para el 2040. La Comunidad Europea va a invertir en Chile millones de dólares en este sector. Por ello ayer se reunió Ursula Von der Leyen con Boric en el marco de la reunión UE-CELAC.

Brasil está invirtiendo también en hidrógeno verde con estimaciones de que para el 2050 van a exportar 4 millones de toneladas al mundo. Además, el año pasado fue el 3er país que más invirtió en plantas de energía eólica, detrás de China y Estados Unidos.

Uruguay ha logrado atraer la producción de vehículos eléctricos de Volkswagen porque el país funciona básicamente con energía limpia. Esto permite a la empresa cumplir con sus propias metas ecológicas.

Qué coraje leer que existen todas estas oportunidades para México, pero que pasen sin que las veamos porque todo es hoy pensar en el 2024. No veo a nadie en el actual gobierno intentando que México se inserte como parte de Norteamérica para que los incentivos del IRA apliquen para inversiones en México. Por el contrario, estamos espantando inversiones nacionales y extranjeras. Lo que ocurre actualmente es la definición exacta de que el gobierno de López Obrador está solamente pensando en la próxima elección y no en la próxima generación.

¡Qué rabia ver como se nos van tantas oportunidades!

Columna completa en El Universal

Por un lado el presidente López Obrador ha querido vender la idea de que la contienda presidencial ya la ganó Morena. Que ese arroz ya se coció. Que la oposición no tiene nada que ofrecer más que el regreso al pasado. O es la transformación o es la mafia del poder.

Por el otro lado se dice y se repite que el presidente es un genio para las campañas. Que si bien no ha sabido gobernar el país, estos cinco años ha mantenido encendido el modo campaña y con ello se habla primordialmente del tema que López Obrador pone en agenda en la conferencia mañanera.

Pero estos días ha sido muy claro que el presidente está tan obsesionado con que su transformación no se acabe el 1º de octubre del 2024 y con su intención de que sean dos en la silla presidencial a partir de esa fecha, él y Claudia Sheinbaum, que no se ha percatado de una serie de errores que ha cometido.

En primer lugar, al haber adelantado los tiempos cuando dio a conocer las reglas de su sucesión en el restaurante El Mayor al día siguiente del triunfo en el Estado de México. A partir de entonces ha expuesto a las corcholatas – a Sheinbaum, Ebrard, Adán Augusto y Monreal – a un conflicto con las instituciones electorales por incurrir en actos anticipados de campaña.

Estas reglas también obligaron a los mismos personajes, salvo a Ebrard, a renunciar a sus cargos antes del tiempo que hubieran querido. Claudia Sheinbaum pretendía seguir al frente de la Jefatura de la CDMX cuando menos hasta septiembre. Ahora se las ha tenido que ver con tiburones de la política que le han complicado el arranque.

Aunado a ello, los aspirantes de Morena están abiertamente en conflicto entre ellos. Por más que las reglas de Morena han pedido que no se ataquen ni se confronten entre ellos, los mensajes que manda cada una de las corcholatas es una puñalada para sus compañeros de partido. Como ejemplo perfecto está la fotografía que publicó Claudia Sheinbaum del periódico de Stanford, en el que aparece ella protestando contra el neoliberalismo ante una visita que hiciera Carlos Salinas de Gortari a la Universidad. Sheinbaum pregunta ¿Y ustedes en dónde estaban en 1991?  Lo hace sin mencionar a Ebrard, pero es evidente que es un dardo en su contra. ¿En dónde estaba Ebrard en ese momento? En el PRI, en el gobierno de la Ciudad de México que encabezaba el cercanísimo a Salinas, Manuel Camacho Solís.

Esta rivalidad ha sido motivada por un presidente que no permite una competencia democrática dentro del partido. Un presidente que le gusta acaparar reflectores y detesta compartirlos. Así, cada aspirante no piensa más que en ganar sus simpatías para desbancar a Sheinbaum y la ex Jefa de Gobierno no piensa más que en la forma de mantenerse como la favorita.

Pero quizás su más grande error en estos días ha sido darle el reflector que necesitaba a una figura de la oposición fuerte y carismática como lo es Xóchitl Gálvez. La senadora del PAN había dicho que quería ser candidata a la Jefatura de Gobierno de la CDMX. López Obrador la difamó al decir que ella estaba en contra de los programas sociales de su gobierno. Ella ganó una demanda para poder ejercer su derecho de réplica en Palacio Nacional. López Obrador incumplió su palabra y no dejó entrar a Xóchitl a la Mañanera. A partir de este acto, el presidente le abrió la puerta a la candidatura presidencial.

Sobre Gálvez hay mucho que escribir. Por lo pronto, simplemente anotar que en ella, Morena podrá encontrar a una rival con la historia personal y política adecuada para el momento actual y por ello una contrincante bastante competitiva. Y fue López Obrador quien la puso en los reflectores.

Columna completa en El Universal

La colonia se llama Ladrón de Guevara. Un nombre ni mandado a hacer para lo que fue utilizada. Ahí se repartió dinero a quienes acudieron a un mitin que no es mitin; para una campaña que no es campaña; para un candidato que no es candidato.

Me refiero al evento del martes pasado de Adán Augusto López, quien dejó la Segob para buscar ser el próximo presidente de México. Según la crónica de Antonio Baranda para Reforma, durante 45 minutos se entregaron dos billetes de 100 pesos a cada asistente que hizo fila atrás de un auto Nissan Tilda color guinda (ni modo que fuera de otro color) después del mitin.

El político que rechazó la de por sí irrisoria cantidad de 5 millones de pesos del partido para 70 días de proselitismo (que no es proselitismo) porque dijo que haría una campaña (que no es campaña) austera, regala billetes. El político que dice que la raíz de todos los males es el amor al dinero, regala billetes para ganar simpatías.

Esta es una de tantas ironías – quizás cinismo sería una mejor palabra – del movimiento que López Obrador ha bautizado como la 4T.

Pero hay más.

¿Qué tan metido en el gobierno de su papá tiene que estar Andrés Manuel López Beltrán para que Marcelo Ebrard haya pensado que ofrecerle una secretaría de estado en su futuro gabinete le compraría las llaves del corazón de AMLO?

Hay investigaciones periodísticas de Mexicanos Contra la Corrupción que han documentado la red de poder que ha tejido el segundo hijo del presidente durante el gobierno de su padre. Lo que AMLO prometió no ocurriría en su gobierno, porque no es como los del pasado, se rompe brutalmente con ‘Andy’ que ha logrado para sus amigos contratos en lo que iba a ser el NAIM, el aeropuerto en Texcoco, de acuerdo con los reportajes de Montserrat Peralta, Julio Astorga, Isabella González y Mario Gutiérrez Vega para Latinus. Si hay en este gobierno nepotismo y si hay mafia del poder, pero con nuevos integrantes. Ebrard lo sabe y por ello pensó que ofrecerle una Secretaría inventada, la de la 4T, sería la forma de ganarse al gran elector de estas campañas.

Porque esa es otra de las ironías de este gobierno. Su austeridad sale carísima. Resulta que ahora hay que financiar con recursos públicos y adicionales, no transparentes, estos 70 días de campañas que simplemente están hechos para ver quién es el más leal a un solo individuo, a Andrés Manuel López Obrador.

Ni Ebrard, ni Sheinbaum, ni Monreal, ni Adán Augusto están pensando en ganar la popularidad de los ciudadanos. Nosotros valemos gorro. Lo que importa es que AMLO vea en estos 70 días cuál es la mejor corcholata para sucederlo. Que este juego de ganarse al presidente cueste una millonada, es lo de menos. Ha transcurrido un lustro de destrucción en el sistema de salud; cultura; educación y un largo etcétera, sin consecuencias políticas. Así que, ¿qué tanto es tantito más? Que desde ahora se le dé carpetazo al sexenio y lo único que importe sea quién será el próximo inquilino de Palacio no parece importar a una clase gobernante que ha decidido estar en modo campaña desde tanto tiempo antes.

La más grande ironía de la autollamada Cuarta Transformación es que lo único que realmente parece haber transformado es la aceptación de lo que antes fue tan rechazado, que los llevó al poder. Ahora, los ciudadanos que los eligieron asumen como una acción natural y casi inevitable lo que antes parecía insoportable. Me refiero a ver con ojos de aceptación las violaciones flagrantes a las leyes de quienes juraron cumplirlas y hacer que se cumplan.

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Queda claro que Morena quiere el voto ciudadano, pero es un partido que no le gusta uno de los principales pilares de la democracia, el debate de ideas.

Cuándo se llevó acabo el primer debate entre las candidatas por la gubernatura del Estado de México, al que fui invitada por el Instituto Electoral local con la aprobación de todos los representantes de los partidos a fungir como la moderadora, se hizo todo un escándalo previo y posterior al encuentro entre Delfina Gómez y Alejandra del Moral.

Antes del debate, porque los coordinadores de la campaña de Delfina dijeron que ella no acudiría en la fecha señalada por problemas de agenda. La lectura que se le dio es que no quería Horacio Duarte ni Mario Delgado que ella arriesgar a su ventaja en las encuestas en un cara cara con Del Moral.

Al final el debate se llevó acabo y en el post debate el mismo coordinador y el presidente de Morena decidieron culparme de haber sido parcial y emitir juicios de valor por haberle preguntado a la candidata sobre un hecho totalmente probado: ¿Por qué debían de creer los mexiquenses en que ella (Delfina Gómez) combatiría la corrupción como gobernadora así como alcaldesa estaba aprobado que se le había descontado parte de su salario a trabajadores de Texcoco al grado de qué el tribunal multó a Morena?

No haber esta no haber hecho esta pregunta, considero, pudo haber sido motivo de que la campaña de Del Moral me acusara, y con razón, de ser efectivamente parcial en favor de Morena y sus aliados.

Al final, el escándalo le sirvió a la campaña de Delfina Gómez para que el segundo debate fuera uno sin confrontación de ideas. El INE llevaba años intentando lograr que los debates en México fueran eso, debates, y no monólogos escrito por los estrategas para que los candidatos llegaran simplemente a leer al encuentro.

La regresión que vimos en el segundo debate fue solamente una probadita de lo adversos que son a la democracia algunas de las figuras más destacadas de Morena y del actual gobierno.

La siguiente probadita acaba de llegar para confirmar que el debate simplemente no les gusta. En el documento del Acuerdo del Consejo Nacional de Morena que define el método de selección de la candidatura presidencial para el 2024 se especifica que los aspirantes evitarán los debates públicos y las polémicas. También evitarán los medios reaccionarios, conservadores, adversos de la Cuarta Transformación y partidarios del viejo régimen.

Ahí está, en blanco y negro y escrito por la dirigencia de Morena con la venia del presidente López Obrador, lo que ya sabíamos: no les gusta el debate ideas. Lo pusieron en papel y lo dieron a los medios para que circulara sin pudor alguno.

Ante esta aversión al debate, la gran pregunta es si con los números que tienen de voto duro les alcanza para no solo ganar la Presidencia si no la mayoría de dos terceras partes en el legislativo para poder modificar la Constitución a su antojo.

Si la estrategia de acudir solamente entrevistas con medios afines, van exacerbar las cámaras de eco. Los que ya están convencidos de que AMLO y Morena representen la mejor opción para México ahí seguirán. Pero ¿cómo van a ganar nuevos simpatizantes y votos si no se atreven a ir ante lo que califican como medios reaccionarios?

¿Ya hicieron las cuentas?

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Pasadas las elecciones de este año estamos ya con las elecciones presidenciales del 2024 encima. Ante este banderazo, van 3 preguntas y respuestas:

  1. ¿Por qué ganó Delfina? A pesar de un fallo del Tribunal que confirma que cuando Gómez fue alcaldesa de Texcoco hubo un descuento a los salarios de los trabajadores y por ello una multa a su partido, a Morena, Delfina Gómez obtuvo 8 puntos más en las elecciones del domingo que la candidata de la alianza PRI-PAN-PRD-PANAL, Alejandra del Moral.

El justificado hartazgo con casi un siglo de malos gobiernos del PRI es tan grande que ni un fallo que comprueba un delito fueron suficientes para que los mexiquenses le dieran la espalda a Delfina.

También ganó porque hubo un buen operativo del partido, de Morena, y del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. El día de la elección hubo detenciones de funcionarios de los gobiernos de Veracruz y Michoacán en municipios del Estado de México con dinero en efectivo y listas de electores.

A ello hay que sumar que Delfina Gómez ha sido una política disciplinada que ha cumplido al pie de la letra la estrategia emanada desde Palacio Nacional. Acudió a sus mítines; estuvo cerca de la gente y se apegó al mensaje de sus coordinadores de campaña. No perdió el piso en ningún momento queriendo demostrar que la que manda es ella. Acudió a los debates y se apegó al discurso que se esperaba de ella, incluso superando las bajas expectativas que había sobre su capacidad para debatir.

  1. Va Por México dice que prácticamente empató con Morena al sumar los votos que obtuvieron en Coahuila y Estado de México. ¿Es una lectura correcta? Al día siguiente de las elecciones, la coalición dio una conferencia de prensa en la que celebraron el triunfo en Coahuila, que fue por una diferencia de 35.5 puntos porcentuales, la más holgada en 18 años. Sumaron los votos obtenidos por Morena-PT-Verde en EdoMex, con los obtenidos por Morena en Coahuila. Esto dio un total de 3 millones 548 mil 410 votos. Ese número lo compararon con la suma de votos del PRI-PAN-PRD en Coahuila y Estado de México, que fue de 3 millones 494 mil 061 votos. La diferencia de votos fue de 1.55 por ciento (o 54 mil 343 votos). La conclusión es que hay tiro ante tan marginal diferencia de votos.

Lo anterior es una lectura incorrecta porque la tendencia que hemos visto es de Morena ganando elección tras elección desde 2018. De las 23 gubernaturas que se han disputado en de este sexenio, Morena ha ganado 17. Por su parte, el PRI ha perdido todas, salvo Durango y Coahuila. Ha pasado de ser un partido que gobernaba a casi el 60 por ciento de la población a sólo gobernar poco menos del 4 por ciento, y esto en alianza. Estas pérdidas estatales implican también pérdidas en presupuesto. Tan solo pensar en el Estado de México, la diferencia del 1.5 que hacen hoy es irrisoria si pensamos en lo que significará el control de ese bastión para las elecciones del 2024.

Sería pertinente para la alianza hacer un ejercicio de autocrítica más que de autocomplacencia, tras el resultado del domingo, en donde es evidente que sus actuales liderazgos son insostenibles.

  1. ¿Qué significa la renuncia de Ebrard a la SRE? Al anunciar que dejará la cancillería el lunes próximo, Ebrard logra enviar el mensaje de que quiere unidad, pero que va en serio por la candidatura de Morena por la presidencia. Quiere que todas las “corcholatas” estén en piso parejo para competir en la encuesta del partido. Su salida no podía darse una vez que perdiera la encuesta porque el presidente lo culparía de generar división en Morena.

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Si algo hemos visto en estos más de cinco años de gobierno de Andrés Manuel López Obrador es que cuando anuncia que quiere algo, hace hasta lo imposible por lograrlo. No importa si esto implique cometer un crimen contra la lógica.

Lo vimos con la cancelación del NAIM. El aeropuerto de Texcoco ya llevaba millones de dólares invertidos en su construcción y su cancelación costaría millones más. López Obrador era apenas presidente electo y nada de esto le impidió armar una consulta a modo que concluyó con la cancelación del aeropuerto. La sensatez y el sentido común apuntaba en una dirección y eso hacía pensar que sería el camino que tomaría AMLO. Imperó la amenaza de destruir todo lo que tuviera que ver con el pasado. El NAIM fue cancelado.

Lo vimos también con el avión presidencial. Algunos pensaban que su amenaza de volar en líneas comerciales y de vender el avión que AMLO decía mañosamente que “no tiene ni Obama” era una simple estrategia política. No fue así. Intentó todo con tal de cumplir con la venta del avión. Al final optó por rematarlo, pero cumplió.

Ahora, ante el tremendo revés de la Suprema Corte en la que nueve ministros declararon inconstitucional las modificaciones a las leyes electorales mejor conocidas como ‘Plan B’ porque el legislativo no cumplió con el debido proceso cuando las aprobó, el presidente no va a ser el político que reflexione como lograr un mejor diálogo con la oposición o cómo tejer lazos con el legislativo.

No. La nueva cruzada del presidente ya quedó clara desde unos minutos después de que se conociera el fallo de la Corte. El Plan C es lograr la mayoría calificada en el legislativo en las elecciones del 2024.

Ayer en su conferencia mañanera López Obrador llamó al pueblo a votar por la mayoría absoluta en el congreso para lograr que en septiembre del 2024 se apruebe una reforma al Poder Judicial. Ahora, dice López Obrador, quiere que sea el pueblo quien los elija.

Es una nueva estrategia política porque actualmente los ministros de la Corte se eligen de una terna nombrada por el ejecutivo y ratificada por el Senado para asegurar los contrapesos. Es una insensatez lo que propone el presidente ya que, entre otras cosas, implicaría que quienes quisieran integrarse a la corte hicieran campaña para ganar el voto ciudadano.

Pero aun siendo una insensatez, es una amenaza que se debe escuchar como seria viniendo del presidente López Obrador.

¿Lo hará la oposición? Hasta ahora vemos a los liderazgos del PAN y PRI, a Marko Cortes y Alejandro Moreno, más preocupados por mantener sus cotos de poder que en trabajar por presentar propuestas atractivas para la ciudadanía y en desnudar las estrategias políticas del presidente por su insensatez.

La Corte ha hecho su trabajo con la votación de esta semana por salvaguardar la democracia. La ciudadanía también, al salir a las calles. Es el turno de la oposición de tomarse en serio la nueva cruzada del presidente.

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El Senador Ricardo Monreal quiere ser presidente en el 2024. Lo volvió a aclarar esta semana en el marco de la conferencia sobre América Latina que organizó el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales y Chatham House. Quiere ser el candidato y dijo que sabe por qué le han hecho la ley del hielo en Palacio Nacional.

Primero dijo que él es un político independiente, no un acólito y que “quizás por eso no me quieren”. Más adelante agregó que él se siente en el mejor momento de su carrera política. Con 62 años consideró que está en la cúspide de entusiasmo, lucidez y que entiende el frío del poder.

Se definió como un hombre multipartidista porque primero estuvo en el PRI, al cual renunció en 1997 para irse al PRD con Andrés Manuel López Obrador. Con el hoy presidente ha estado trabajando los últimos 24 años. Fue gobernador de Zacatecas bajo las siglas del PRD; senador por el PT y diputado por Movimiento Ciudadano. A Morena llegó como uno de sus fundadores. Así es que, en efecto, es multipartidista.

En el evento estaba una Embajadora de un país Nórdico que se me acercó al final de la plática de Monreal para decir que estaba muy sorprendida de que en México el ser multipartidista fuera motivo de orgullo y una medalla que presumir. Para ella, en su país esto representaría un símbolo de convicciones e ideología no muy firmes. Sería, de hecho, motivo de ataque de los adversarios.

Pero Monreal presumió su multipartidismo en el marco de la pregunta sobre si buscaría la candidatura presidencial del 2024 con otro partido de no obtenerla con Morena. Su respuesta: “He hablado con todos”. Y agregó que cuando él ganó la gubernatura de Zacatecas se fue con el PRD porque el PRI lo bloqueó y le negó la candidatura. Al arranque de la campaña, el PRD tenía el 5 por ciento de las preferencias en Zacatecas y al final, él ganó. “Cuando renuncié al PRI fue porque me excluyeron”. Más claro, ni el agua.

“Voy a luchar, pero tampoco seré suicida. Les puedo ganar si abren el debate de las propuestas y la experiencia”. Esto lo dijo después de aclarar que la elección del 2024 no está aún resuelta y que quien así lo crea, quien considere que está definida, está equivocado.

Monreal, como Sheinbaum, Ebrard y Adán Augusto, se encuentran en campaña. Sheinbaum estuvo en Tamaulipas el fin de semana, acompañando al candidato Américo Villarreal, a pesar de que la Ciudad de México tuvo tolvaneras y contingencia ambiental. Ella lo excusó diciendo que pidió que se le descontara el día de trabajo en la CDMX.

Ebrard estuvo en Cancún, apoyando a la candidata de Morena a la gubernatura, Mara Lezama, a pesar de que el viernes un juez bloqueó el intento de Biden por poner fin al Título 42 que ha generado una deportación masiva a México. Como el Título 42 iba a vencer el lunes 23 de mayo, las oleadas de migrantes se dejaron ir a la frontera con Estados Unidos. México tiene un problemón en la frontera norte, pero el Canciller está en campaña en Quintana Roo.

Monreal habló como candidato. Se definió como un simpatizante de izquierda, pero de la que gobierna países como Dinamarca. La izquierda que tiene como prioridad la educación y el cuidado al medio ambiente. La izquierda moderna, y no la otra izquierda a la que nos estamos acercando, dijo, en lo que claramente era hacer referencia a los países que no están convocados a la Cumbre de las Américas – Cuba, Nicaragua y Venezuela – por los que ha abogado el presidente López Obrador ante Biden.

Sobre esta condicionante de AMLO a Biden, Monreal consideró que entiende como un intento por recuperar la solidaridad como gesto hacia el sur, algo que implica un riesgo alto por la tensión que genera en la relación con Estados Unidos. “Obviamente vendrá una reacción de Biden si el presidente López Obrador no asiste a la Cumbre.”

Con ello Monreal dejó bastante claras sus ideas, preferencias y proyectos hacia el 2024.

 

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El reporte de Goldman Sachs es muy claro: la votación de los diputados en contra de la reforma eléctrica fue quizás la mayor derrota política del presidente Andrés Manuel López Obrador desde que asumió el cargo. El banco cree que es probable que esta derrota del presidente impulse a la oposición a permanecer unida para las elecciones locales de este año y probablemente hacia las de 2024.

La derrota fue no solo por quedarse corto en los votos para que se pudiera modificar la Constitución. La derrota fue también moral. Quedó al desnudo que el presidente no solo es igual a los de antes, que tanto le gusta denostar, es peor.

Dijo el presidente en su mañanera del lunes posterior a la derrota que “lo que no suena lógico, suena metálico”, en referencia a que los 223 diputados de la oposición que votaron en contra de la Ley Eléctrica recibieron dinero por su voto. Los acusó de vendepatrias y traicioneros a la nación. Esto cuando el único caso claro de una compra de un voto fue el del diputado, Carlos Aysa Damas, del PRI, quien se cambió a Morena y votó a favor de la iniciativa presidencial para que su papá, Carlos Miguel Aysa, sea el nuevo embajador de México en República Dominicana.

A los diputados del PRI los llamó paleros del PAN por haber votado todos en el mismo sentido, en contra de su iniciativa. Pero ¿qué no son más paleros los del Verde, paleros de Morena, por haber votado este domingo en contra de una iniciativa que en 2013 apoyaron? Tan paleros de Morena resultaron los del PVEM que terminaron por expulsar a la única de sus legisladoras que no quiso votar como borrego, a Alexis Gamiño. Así, la alianza Juntos Hacemos Historia quedó con un escaño menos en la actual legislatura. Ganaron al vendido de Aysa; perdieron a Gamiño y a Andrés Pintos, que también abandonó el barco del Verde para irse a Movimiento Ciudadano y también votó en contra. En un momento en el que cada voto resulta valiosísimo, a la derrota del presidente hay que sumarle que su coalición se quedó con un legislador menos.

Tras la votación, los dirigentes del PAN, PRI y PRD, así como el Coordinador de MC en el Senado advirtieron que la misma suerte que la Ley Eléctrica pueden sufrir las reformas constitucionales de la Guardia Nacional y la electoral, que ha prometido enviar López Obrador al Congreso. Esto puede llevar a un status-quo legislativo que, siendo el mejor escenario para México, sería el peor para un presidente que quiere a toda costa transformar al país.

Sin diálogo y pretendiendo imponer a capricho su voluntad, el presidente no podrá hacer los cambios constitucionales que quiere. El dirigente de Morena, Mario Delgado, dijo que López Obrador sale ganando con el rechazo y que la oposición se someterá al juicio de la historia y de los electores. No estoy segura si eso lo dijo todavía con su traje de baño puesto, ya que el domingo se le vio así vestido a su llegada a la Ciudad de México de sus vacaciones en Puerto Escondido, pero el primer juicio de los electores ya se vio en 2021 cuando Morena perdió 58 diputados y con ello quedaron imposibilitados de hacer los cambios que ahora quieren pasar “a chaleco”, como se dice coloquialmente.

Tiendo a coincidir más con el análisis de Goldman Sachs que con el de Mario Delgado respecto a si el voto de rechazo a la Ley Eléctrica ha sido una derrota o un triunfo para el presidente López Obrador.

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  1. ¿Qué va a hacer Ricardo Monreal?

Andrés Manuel López Obrador adelantó su sucesión demasiado. No quiso esperar porque su preferida para sucederlo en la presidencia, Claudia Sheinbaum, necesita tiempo para poder posicionarse ante la opinión pública. Ricardo Monreal ha dicho, ante esta sucesión adelantada, que él quiere ser el candidato de Morena. Esto, que ha sido una traición a los ojos de López Obrador, es lo que Monreal considera que merece después de tantos años de trabajo para AMLO. Fue su coordinador en la campaña del 2012 y en 2018 aceptó que le quitaran la candidatura a la Jefatura de Gobierno de la CDMX y se la diera AMLO a Sheinbaum. Ahora, que AMLO se la quiere volver a dar a Sheinbaum, pero para la presidencia, la gran interrogante es si Monreal vuelve a aceptar hacerse a un lado, quizás a cambio de la candidatura por la CDMX, o se sale de Morena y busca ser el candidato presidencial de Movimiento Ciudadano.

Actualmente Monreal tiene el poder de la dirigencia del Senado. Falta ver qué tan leales le son los legisladores de Morena en la Cámara Alta o si, al oler a un interlocutor que ya no tiene el oído del presidente, hasta el poder que tiene en el Senado se le esfuma.

  1. ¿Qué va a hacer Marcelo Ebrard?

El hoy canciller cedió la candidatura presidencial del PRD en el 2012 a Andrés Manuel López Obrador con un cálculo de que en la siguiente ronda López Obrador le daría a él la candidatura. Como sabemos, en 2012 AMLO perdió. Fundó Morena. Ganó en 2018. Y ahora, en lugar de apoyar a Ebrard, lo denuesta. La más reciente demostración de que Marcelo no es ni siquiera el Plan B de López Obrador ocurrió esta semana cuando revirtió públicamente la decisión de Ebrard de no enviar representante a la toma de protesta del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.

La pregunta durante la conferencia mañanera en la que López Obrador revirtió públicamente la decisión de Ebrard fue fuego amigo para que el presidente pudiera dejar en claro quién manda aquí…y quién no. Antes de esto, el presidente le retiró a Ebrard la encomienda de comprar las vacunas contra el COVID19 que venía haciendo bastante bien desde finales del año pasado. Le cambió la jugada al canciller y también declarado aspirante a la presidencia en el 2024 y decidió que a partir de ahora ese trabajó será de la Secretaría de Salud.

Como Ebrard no pinta ni para ser Plan B y tampoco le puede ofrecer la candidatura a la Jefatura de Gobierno, que ya encabezó, la gran interrogante de este año será si Ebrard deja de lado su aspiración presidencial o si se va con la oposición. Pero ahí viene la siguiente pregunta.

  1. ¿Logrará la oposición una sola candidatura?

El PRI es una manzana envenenada. Al PAN no le alcanza sólo y al PRD menos aún. Por eso está la apuesta de que definan una candidatura común en donde idealmente pudieran convencer a Movimiento Ciudadano de ir con ellos también. La situación se ve muy complicada porque los liderazgos del PRI y PAN parecen no entender lo débil que están y lo mal vistos que son sus partidos por la ciudadanía. Se arrebatan rebanadas muy pequeñas de poder. Aún así, en estos momentos hay trabajo dentro y fuera de los partidos para intentar esta candidatura única. Pero…

  1. ¿Quién es viable para esa candidatura?

Este es el gran problema. Actualmente no hay una sola figura que pueda hacerle contrapeso al presidente López Obrador. Cuando en estos momentos una respuesta a esta pregunta depende de la decisión que tome Monreal, pero sobretodo Marcelo Ebrard, nos damos cuenta de la enorme debilidad de nuestra clase política.

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