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El Senador expanista, Miguel Ángel Yuñez Márquez, construyó su carrera política sobre los hombros de su padre, Miguel Ángel Yuñez Linares. Linares fue primero Priista, luego brincó al PAN y ahí estuvo al frente del ISSSTE desde donde Andrés Manuel López Obrador lo señaló por ser un corrupto y una cuota de Elba Esther Gordillo.

Grabaciones sobre las rencillas entre ambos políticos sobran. Pero hoy todo es miel sobre hojuelas entre el clan Yuñez y Morena.

La clave fue el voto del Senador Yuñez Márquez para la Reforma al Poder Judicial. No importa que sobre él pesaran acusaciones de falsificación de documentos y fraude procesal. El expediente estaba guardado en un cajón desde el 2021. Pero cuando en Morena vieron que era necesario lograr los votos para que se aprobara la reforma judicial, lo desempolvaron y con eso lo “incentivaron” para que diera su voto al oficialismo. A cambio, el pasado 26 de noviembre un juez canceló la orden de aprehensión que se había girado en su contra.

Osea que le llegó el perdón. La extorsión judicial para aprobar una reforma que los morenistas venden como la respuesta a la corrupción en el Poder Judicial. El chiste se cuenta solo.

En Estados Unidos están viviendo su propio escándalo por un perdón otorgado desde el poder. Me refiero al indulto que le otorgó el presidente Joe Biden a su hijo Hunter, quien enfrentaba acusaciones de evasión fiscal y posesión ilegal de armas. Las condenas implicaban potencialmente décadas de prisión pero aún así, Joe Biden había dicho en repetidas ocasiones que no le otorgaría un indulto ya que confiaba en el sistema de justicia.

El domingo pasado el presidente dio un giro de 180 grados y decidió siempre sí indultar a su hijo. Es la primera vez que un presidente de Estados Unidos otorga un indulto a un hijo. Lo más cercano a este tipo de perdón había sido el que otorgó el presidente Gerald Ford a Richard Nixon y el de Bill Clinton a su hermano por posesión y tráfico de cocaína.

Luego vino Donald Trump quien perdonó, entre otras personas, a su consuegro por defraudación fiscal. Y ahora Trump ha prometido que cuando asuma la presidencia indultará a todos los presos por el asalto al Capitolio.

El que Trump haya abusado y pretenda abiertamente abusar del perdón presidencial no ha minimizado las críticas al indulto de Biden a su hijo Hunter. No solo los republicanos han atacado esta acción del presidente, también algunos demócratas que sienten que con esto Biden se rebaja al mismo nivel de Trump al demostrar que hay una justicia para los ciudadanos comunes y corrientes y otra para las élites. Que, en efecto, el sistema de justicia está viciado como tantas veces lo dijo Trump. Que es una herramienta para golpear a enemigos políticos.

Yo leo el perdón de Biden a su hijo como una lamentable pero legítima preocupación por lo que vendrá en Estados Unidos. Sobre todo si tomamos en cuenta los nombramientos que ha hecho Trump para puestos claves en la materia. Entre ellos, Pam Bondi, una ultra MAGA que sigue sin reconocer la victoria de Biden en el 2020, ha sido nominada para Fiscal General; y Tulsi Gabbard, para la Dirección Nacional de Inteligencia. Además de que Gabbard no tiene experiencia en inteligencia, preocupan sus posturas políticas alineadas con Rusia y la amenaza de la politización del trabajo de los servicios de inteligencia bajo su liderazgo.

Yuñez Márquez y Hunter Biden representan dos perdones controversiales, sin duda. Pero sigo creyendo que hay de indultos a indultos. Y asombra que mientras en EUA han pegado el grito en el cielo por el indulto, que es una figura legal, en México se está utilizando la justicia para extorsionar y nadie dice nada.

Columna publicada en El Universal

La mayor suerte, evidentemente, fue haber volteado la cara justo cuando una bala estaba por matarlo. El atentado en contra de Donald Trump fue fallido y solamente significó una herida en la oreja.

De ahí vino la reacción de levantar el puño y llamar a sus simpatizantes a pelear. “¡Fight; fight; fight!” Fue una demostración de fuerza que contrasta con lo endeble, frágil y disminuido de su oponente, el presidente Joe Biden.

Trump es el séptimo presidente de EUA que sufre un atentado. Es el tercero en sobrevivirlo. Abraham Lincoln; James Garfield; William McKinley y John F Kennedy murieron. Theodor Roosevelt en cambio, logró sobrevivir la bala que le disparó un inmigrante de origen alemán a unas cuadras justo de donde hoy celebran su convención los republicanos, en Milwaukee, en 1912.

El segundo presidente en sobrevivir un atentado fue Ronald Reagan en 1981 cuando John Hinckley le disparó con la intención de atraer la atención de la actriz Jodie Foster.

Y ahora, Trump.

Desde ese momento el republicano se ha convertido en la imagen misma de un milagro para muchos de sus simpatizantes. En la Convención de Milwaukee los oradores han hablado de Trump casi como un Dios. ¿Significa esto que Trump ya tiene asegurado el triunfoen noviembre próximo?

Sus momios han aumentado, sin duda. Y la mala posición en la que se encuentran los demócratas ante un Joe Biden que se niega a ceder la estafeta para que alguien más vigoroso se quede con la candidatura no hace más que ayudar a Trump. Muestra de lo seguro que está con sus posibilidades de ganar fue la elección de su compañero de fórmula.

Al elegir a J.D. Vance, Trump demuestra que lo importante para él es asegurar el futuro de su movimiento MAGA (Make America Great Again) y no crecer su base de simpatizantes. Aun cuando ha llamado a la unidad tras el atentado, todo indica que se refiere a unidad en torno a su movimiento, no unidad en torno a un país en el que quepan otras formas de pensar. Será fundamental el discurso que de mañana en el cierre de la Convención para conocer con exactitud qué dirección toma Trump.

Tiene dos opciones: engrandecer con un discurso que apacigüe los ánimos de violencia y venganza o dividir con un llamado partidista que empuje a EUA hacia un abismo mayor al que ya se encuentra.

J.D Vance tiene apenas 39 años. En un país gobernado por una gerontocracia, representa una bocanada de aire fresco. Es además un converso. Pasó en muy poco tiempo de equiparar a Trump con Hitler a ser su compañero de fórmula. Los conversos, bien sabemos, son los mejores comunicadores y defensores de quien antes denostaron. A partir de ahora veremos a Vance ser el perro de ataque de Trump en temas como el aborto; el libre comercio; el freno a la ayuda a Ucrania y la lucha en contra de los carteles mexicanos.

En ese sentido, esperemos que en el futuro gobierno de Sheinbaum estén preparándose para un entorno muy complicado de llegar a La Casa Blanca Trump-Vance en enero del 2025.

Columna publicada en El Universal

Mañana será el primer debate entre Donald Trump y Joe Biden de esta segunda campaña presidencial que disputan ambos candidatos. La apuesta no puede ser más importante. No es una exageración afirmar que el triunfo de uno u otro marcará una ruta diametralmente distinta para Estados Unidos.

Falta mucho tiempo para las elecciones. Actualmente las encuestas nacionales se han cerrado con Trump aventajando a Biden con solo un punto. Pero Trump aventaja en las encuestas de los seis estados que se prevé definirán la elección: Arizona, Georgia, Pennsylvania, Wisconsin, Nevada y Michigan.

La importancia del debate está en que ambos candidatos tienen muchos negativos y se enfrentan a ciudadanos que, o odian a ambos, o han ya decidido por quién van a votar y prácticamente no hay nada que pueda decir o hacer el oponente para convencerlos de cambiar de opinión.

¿Qué estrategia deberán adoptar Biden y Trump ante un electorado tan polarizado? Del lado de Trump es fácil anticipar que va a llegar a decir que Estados Unidos es un desastre y que él necesita regresar para hacer América grande otra vez. Va a acusar a Biden de querer utilizar el aparato de justicia para descarrilar sus aspiraciones presidenciales y va a cuestionarlo por su edad y por tener un hijo que ha sido declarado culpable de haber mentido sobre sus adicciones para comprar un arma.

¿Qué debe de hacer Biden? ¿Atacar a Trump o defender sus logros en lo que va de su presidencia? Biden puede hablar de la baja en la inflación; de cómo ha evitado que la economía entre en una recesión y de cómo han bajado los costos de las medicinas en su presidencia. Puede presumir su Acta para Reducir la Inflación que ha sido sumamente exitosa aun cuando su aprobación no contó con el respaldo republicano.

Creo que sería un error que Biden ataque a Trump por haber sido declarado culpable en una corte en Nueva York. Para la base de Trump, esto solo refuerza sus simpatías hacia el magnate. Tampoco considero que Biden debe de perder el tiempo en decir que él representa la defensa de la democracia. Es un concepto demasiado abstracto en un momento con los ánimos tan álgidos.

Si va a atacar a Trump es mejor hacerlo por el lado del aborto. Gracias a los jueces que él nominó a la Corte, el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo fue revertido. Eso le puede sumar a dos segmentos de la población muy importantes: mujeres y jóvenes.

Si Trump ataca a Biden por el lado de su hijo Hunter, será un error. Biden seguramente contará con la empatía de miles de estadounidenses que han lidiado con un problema de adicción, ya sea personalmente o de algún familiar. Es un tema que no le es ajeno a la mayoría de los ciudadanos de EUA y en donde ver la unión y el apoyo familiar que recibió Hunter hace de Joe Biden un humano mucho más cercano a los problemas de la gente común y corriente.

Dicho lo anterior, el reto más importante de Biden es que no solo tiene que debatir con Trump sino con la caricatura que han hecho de él de manera muy exitosa los republicanos mostrándolo como un viejo senil.

Esto último será una tarea sumamente complicada gracias a las redes sociales que permiten editar cualquier momento del encuentro y hacer un video que se viralice con el contenido que su creador quiera. Estamos en la era de la desinformación que se dispersa fácilmente. El spin post-debate será crucial y complicado de manejar en tiempos de TikTok; X e Instagram.

Interesante e importante este debate que ocurre de forma inusualmente anticipada con dos candidatos que ofrecen un destino diametralmente distinto para Estados Unidos.

Columna disponible en El Universal

En Estados Unidos, los votantes que detestan a ambos candidatos a la presidencia, a Joe Biden y a Donald Trump, les llaman los doble-odiantes. Estos doble-odiantes están creciendo entre el electorado estadounidense principalmente por la caída estrepitosa en la popularidad de Biden. Las mas recientes encuestas apuntan a que representan entre un 16 y un 20 por ciento del electorado. En ese sentido, la actual elección se parece más a la de 2016, cuando un 18 por ciento de los votantes odiaba tanto a Hillary Clinton como a Trump.

Trump sigue siendo hoy tan impopular como cuando terminó su mandato en el 2021. Pero Biden ha pasado de ser un presidente medianamente popular, a ser el más impopular, a pesar de que la economía está en un muy buen lugar y de que su oponente tiene abiertos expedientes legales en su contra que lo deberían tener en la lona.

Pero entre la guerra en Gaza, las preocupaciones con la inflación, el caos en la frontera con México y la evidente edad avanzada, Biden puede muy bien perder la elección de noviembre próximo. Sus posibilidades de ganar dependen en gran medida de qué hagan estos doble-odiantes, en especial los que están en estados como Michigan, Pensilvania y Wisconsin. Aunque también los de Arizona, Nevada y Georgia. Si estos ciudadanos salen a votar, aunque sea tapándose las narices, ¿a favor de quién se decantarán?

En el 2020, muchos republicanos decidieron votar por Biden ante el horror que les causaba Trump. En esa elección los doble-odiantes apenas eran el 3 por ciento del electorado ¿Ahora qué harán estos electores? Esa es la gran pregunta hacia noviembre en Estados Unidos.

En México también tenemos doble-odiantes. Son votantes que no están contentos con los partidos tradicionales y por ello, entre otras razones, no les gusta Xóchitl Gálvez. Entre las razones para cuestionar a Gálvez está la falta de experiencia. Pero tampoco aprueban cómo ha gobernado Morena y por ello no quieren que Claudia Sheinbaum, quien ha prometido ser el segundo piso de la autodenominada Cuarta Transformación, llegue a la presidencia.

¿Cuánto poder electoral tendrán en sus manos estos doble-odiantes? ¿Saldrán a votar? Si sí ¿por quién lo harán? ¿Quién será vista cómo la menos mala? ¿Qué papel jugará en este segmento Jorge Álvarez Maynez? Son preguntas cuya respuesta puede tener la clave de lo que ocurra en la elección de junio.

Apostilla: El cantante Frank Sinatra decía que no hay mejor venganza que ser exitoso. Andrés Manuel López Obrador no ha optado por ese camino. Ha preferido usar el poder aplastante del Estado, ahora en contra de una investigadora que le es incómoda, simplemente porque le ha puesto los puntos sobre la íes. Mi solidaridad con Ma Amparo Casar.

Columna completa en El Universal

Es la migración. Eso respondió el 28 por ciento de los encuestados por Gallup a la pregunta de ¿Cuál cree que es el problema más importante que enfrenta el país hoy? La famosa frase de James Carville de “Es la economía, estúpido”, puede hoy modificarse por “es la migración”.

En segundo lugar (20 por ciento) quedó el gobierno como problema importante a resolver y en tercer lugar, con apenas 12 por ciento, los encuestados respondieron que el problema es la economía. Esto mete de lleno a México en las campañas electorales de nuestros vecinos, en un año en el que también celebraremos elecciones federales.

¿Qué implica que México entre en las campañas? Por un lado, que tanto Andrés Manuel López Obrador como Donald Trump se verán beneficiados entre más caótica se encuentre la frontera. Si. Los intereses de AMLO y Trump se alinean. Para el ex presidente de Estados Unidos, el que la frontera sea un problema no resuelto le permite atacar a Biden y subir sus probabilidades de reelegirse dada la importancia que el electorado estadounidense le da al tema.

Por ello, aun cuando el Senado de EUA estaba por aprobar una iniciativa bipartidista que pondría algo de orden en materia migratoria, con la señal que envió Trump a la Cámara de Representantes – en donde los Republicanos tienen una pequeña mayoría – de que no quería que eso sucediera, la propuesta se vino abajo. Los senadores republicanos no quisieron jugar su capital político si sabían que en la Cámara baja la iniciativa no prosperaría.

Trump quiso tumbar esta iniciativa porque sabe que si Biden se anota un gol en materia migratoria/fronteriza, aumentan sus posibilidades de reelegirse.

Y en el caso de AMLO, el caos en la frontera le permite mantener el sartén por el mango ante un Biden que sabe que si México juega su parte en detener el flujo migratorio desde la frontera sur con Centroamérica, el caos para la frontera con EUA es mucho menor. Por ello Biden ha decidido mirar hacia otro lado en derechos humanos; democracia y libertad de expresión en México. No se quiere meter en pleitos que para él son menores y que le podrían complicar la cooperación de AMLO en migración.

En México López Obrador está usando todos los recursos del Estado para que en las elecciones de junio su sucesora, Claudia Sheinbaum, gane. El que La Casa Blanca haga como que no ve y no escucha estas acciones antidemocráticas es invaluable para el presidente mexicano. Es un logro para AMLO poder chantajear al hombre más poderoso del planeta gracias a una caótica frontera: el flujo de migrantes sube o baja dependiendo qué tanto coopere el gobierno mexicano en ello.

Para muestra, su reciente filtración de los datos personales de Natalie Kitroeff, la corresponsal del NYTimes en México, durante su conferencia mañanera. López Obrador se enojó por el artículo del diario en el que mencionó que el gobierno de EUA había abierto investigaciones sobre vínculos del crimen organizado con su campaña del 2018.

Lejos de que La Casa Blanca condenara esta filtración y defendiera la libertad de expresión, el embajador de EUA en México, Ken Salazar, prefirió salir a decir que no hay ninguna investigación de vínculos de AMLO con el crimen organizado.

Lamentable, pero cierto. AMLO y Trump se benefician del caos en la frontera y con ello México se inserta de lleno en las elecciones de noviembre próximo en EUA.

Apostilla: El presidente López Obrador vuelve a querer jugar a ser empresario…con el dinero de los mexicanos. Ahora quiere comprar el aeropuerto de Toluca para que lo opere la Marina. Se nota que no es su dinero y que nunca ha vivido más que del erario.

Columna completa en El Universal

Los Republicanos tienen un tema que es un garbanzo de a libra para ellos de cara a la elección presidencial de noviembre 8: el migratorio. Es un garbanzo de a libra porque es el gran problema que le interesa de manera especialmente importante al electorado y en el que este partido goza de una ventaja de 30 puntos sobre los demócratas en la opinión pública cuando se les pregunta cuál partido es el que mejor puede manejar el tema.

La migración es el gran pendiente por resolver. Y en éste logran mayor aceptación los Republicanos sobre los Demócratas. El discurso que pueden y están utilizando para echarle gasolina a una hoguera de por sí encendida es ideal para estos tiempos de odio hacia lo extranjero: ¡Paren la invasión! Es lo que ha dicho Trump y lo que los republicanos, que están a los pies del expresidente, no paran de repetir.

Ahora que Trump ha ganado las primarias de Nuevo Hampshire y los caucuses de Iowa es prácticamente seguro que los estadounidenses verán una repetición de Trump vs. Biden en su elección presidencial. Con ello el banderazo de salida de las campañas generales se ha dado. Y tanto Biden como Trump han adoptado el discurso de dureza y firmeza para decir que quieren arreglar el caos de un sistema migratorio roto.

La realidad es que ninguno está pensando en arreglar nada. Los Demócratas saben que deben empujar políticas más severas y menos humanitarias hacia los migrantes pero entienden que los Republicanos ahora mismo se van a negar a aprobarles nada con tal de seguir utilizando a la migración como herramienta de golpeteo al gobierno de Biden. Las campañas políticas estarán por encima de cualquier tipo de acuerdo bipartidista.

Atrás ha quedado el Biden humanista que quería demostrar que era diferente a Trump en materia migratoria. Ahora tenemos a un presidente demócrata hablando de cerrar la frontera porque sabe que si quiere reelegirse, tiene que demostrar que puede arreglarla. El presidente ya no está escuchando a quienes en su partido y en su gobierno abogan por políticas que respeten los Derechos Humanos y honren el sentido de Estados Unidos como un país de migrantes. En pocas palabras, Biden se han endurecido en el tema migratorio.

Del lado de Trump ya sabemos que hay: gritos que señalan a México como culpable de la invasión a Estados Unidos. Y conocemos sus tácticas intimidatorias que prometen desde ya que, si regresa a La Casa Blanca, podría hasta invadir México con tal de arreglar la frontera.

¿Qué significa esto para México? Que sin quererlo ni pedirlo, formaremos parte de las campañas políticas estadounidenses. Y lo haremos por las razones equivocadas. Porque representamos un problema para Estados Unidos. Así que más nos vale irnos preparado para una temporada muy turbulenta que puede convertirse en huracán categoría 5 si llega a reelegirse Trump.

¿Se estarán preparando para ello en Palacio Nacional?

Columna completa en El Universal

Cuando los reporteros le preguntaron, hace unos días, a la vocera de La Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, cómo planea el presidente Biden convencer a los votantes de reelegirlo a pesar de sus 80 años, ella contestó “Los 80 son los nuevos 40 ¿No lo sabían?”

Jean-Pierre admitió que esta es una pregunta que recibe mínimo una o dos veces por semana. Y es que, de acuerdo con una encuesta reciente de la Associated Press, actualmente un 77 por ciento de los estadounidenses, incluyendo un 69 por ciento de los demócratas, creen que Biden es ya demasiado viejo como para ser eficiente los cuatro años adicionales que tendría si es reelecto.

El problema no es solo que a Biden lo ven ya muy grande. A ello hay que sumar que su Vicepresidenta Kamala Harris, es muy poco popular. Menos incluso que Biden. Esto hace que los estadounidenses no la vean como una buena sucesora de Biden, si termina sus ocho años en La Casa Blanca, o si por su avanzada edad, eso no llegara a ocurrir.

De acuerdo con FiveThirtyEight, actualmente Biden tiene en negativos la aprobación de su gobierno (40% aprueba; 55% desaprueba). Estos son números que solamente se comparan con los de Trump y Carter – ambos presidentes perdieron su reelección.

Con todo y que Biden logró sacar adelante el Acta de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) lo que ha evitado la tan anunciada recesión que miles de economistas han pronosticado sin que ésta se materialice; los estadounidenses siguen desencantados con la economía porque la inflación – si bien ha bajado – sigue alta.

Actualmente hay mucha discusión dentro del partido demócrata y entre los analistas afines al partido respecto a si Biden debe o no buscar reelegirse. El columnista del Washington Post, David Ignatius, por ejemplo, cree que si bien Biden ha sido un muy buen presidente, si busca reelegirse va a acabar manchando su mejor acción: vencer a Donald Trump en 2020.

El escritor Franklin Foer que acaba de publicar The Last Politician, un libro sobre la presidencia de Biden, cree que hoy el presidente va a ser recordado por ser el viejo lobo que pudo hacerlo. Si contiende contra Trump de nuevo, ante los números de rechazo por su edad y el poco reconocimiento a lo logrado en su presidencia, puede perder este importante legado.

El estratega James Carville cree que una segunda campaña de Biden no entusiasma a los demócratas y con ello pone en riesgo el que salgan a votar en el 2024 lo que pavimenta la posibilidad de que los republicanos recuperen La Casa Blanca.

El periodista de MSNBC y columnista del Washington Post, Jonathan Capehart ha hecho el argumento contrario, que los demócratas deben apoyar tanto a Biden como a Kamala porque son los jefes del Ejecutivo ahora y pueden seguirlo siendo otros cuatro años. Critica que cuando Reagan era presidente y buscó la reelección a los 73 años, era el más viejo hasta entonces y que los republicanos no estaban atacándolo por su edad. Al contrario, lo apoyaron para que la agenda del partido pudiera seguir avanzando. Y eso, opina Capehart, es lo que deberían de hacer ahora los demócratas.

Si bien los demócratas no quieren que Biden busque la reelección, su enorme problema es que no tienen hoy a quien pueda entusiasmarlos a salir a votar para vencer a quien muy probablemente será el candidato de los republicanos, Donald Trump. Así que, o salen con una buena candidatura pronto, o más les vale respaldar a Biden, si no quieren perder La Casa Blanca el año próximo.

Columna completa en El Universal

La contienda 2024 podría ser similar a la anterior elección presidencial. Del lado republicano, Donald Trump sigue firme en sus intenciones de contender, a pesar de la cantidad de problemas legales que tiene encima. Del lado demócrata Joe Biden formalizó ayer – mismo día que hiciera su anuncio de su precandidatura cuatro años antes – que buscará reelegirse en el 2024.

Se entendía que Biden sería un presidente de un solo periodo de cuatro años. Sin embargo, la debilidad de la Vicepresidenta, Kamala Harris, y la ausencia de otras figuras en el partido demócrata que puedan hacerle frente a Donald Trump, fueron las razones que llevaron a Biden a buscar otros cuatro años en La Casa Blanca.

Biden tiene hoy 80 años. Ésta es de hecho la cuarta ocasión que anuncia que buscará la presidencia de EUA. Como contexto, la primera vez que quiso lanzarse, la URSS todavía existía. Su edad es su principal debilidad, pero no la única. Casi 7 de cada 10 estadounidense piensa que el país va por el rumbo equivocado. Entre las fortalezas es que podrá presumir los miles de millones de dólares que ha logrado para proyectos de infraestructura, energías limpias y semiconductores. Todo esto lo podrá hacer usando los insumos de La Casa Blanca, algo que en la elección pasada tuvo Trump pero que aun así perdió. Las cosas han dado un giro de 180 grados para ambos en ese sentido.

El partido demócrata es bastante disciplinado. Cuando un presidente anuncia que buscará su reelección, los otros que podrían disputarla deciden esperar y respetar al presidente. En esta ocasión, a pesar de la edad de Biden, no parece que romperán las reglas. Sí, hay algunas figuras atractivas dentro del partido. El Economist apuntó ya a otros demócratas que tienen un perfil atractivo como Gretchen Whitmer, la gobernadora de Michigan, Raphael Warnock, senador por Georgia, o Andy Beshear, el gobernador de Kentucky. No obstante, parece que éstos se disciplinarán para apoyar a Biden en su reelección.

El eje de la campaña de Biden será evitar a toda costa el regreso de Donald Trump a la presidencia. Así se pudo ver en el video en el que anunció su intención de reelegirse. Éste arranca con imágenes de la toma del Capitolio el 6 de enero del 2021 con la voz de Biden diciendo que lo que viene es la batalla por el alma de Estados Unidos.

¿A quién preferirán los estadounidenses entonces? ¿Biden o Trump? Según los números de Morning Consult, ambos están en rojo, pero mientras Biden tiene -10 puntos de aprobación (resultado de quienes lo ven con ojos positivos menos quienes lo ven con negativos), Trump está en -19.

La campaña de Trump será muy ruda. Se dará en medio de sus problemas legales. Sus leales serán muy agresivos. Ya no estará la familia en el círculo cercano para apaciguarlo ya que, salvo Donald Jr., los demás han decidido enfocarse en otros temas.

Para México ésta apunta a que será una campaña como ninguna otra. Trump ha usado a México como piñata política. Ahora tendrá además del tema migratorio, la crisis del fentanilo para golpearnos a su antojo. Sabemos que, aún así, el presidente López Obrador lo prefiere y se identifica más con él que con Biden, quien ha asumido una postura por demás ecuánime a pesar de las constantes agresiones y groserías del gobierno mexicano. La más reciente, la aparente venta del avión presidencial a Rusia a precio de ganga a través del gobierno de Tayikistán.

Apostilla: si no es Trump y la opción republicana resulta ser Ron DeSantis, peor tantito para México.

Columna completa en El Universal

Arizona; EUA: Ayer fueron las elecciones intermedias en Estados Unidos. Usualmente se sabe que éstas son un referéndum sobre el presidente que está en La Casa Blanca y que salvo muy contadas excepciones, el resultado favorece al partido que está en el gobierno. No obstante, las elecciones de ayer fueron mucho más que un referéndum sobre el desempeño de Biden. Aquí van cinco datos sobre el proceso electoral estadounidense:

  1. Un país dividido y enojado. Los estadounidenses están divididos entre los que creen que Joe Biden se robó la elección del 2020 y los que aceptan que no hubo fraude porque nunca se ha probado que lo hubo. Algunos demócratas votaron con preocupación por el futuro de su democracia pero los tres temas principales que llevaron a los estadounidenses a votar ayer fueron la inflación, la inseguridad y el aborto. Los tres son temas que tienen enojado al electorado, no motivados.
  2. Fue una noche en la que no todos los resultados se definieron la noche de las elecciones. Esto ocurrió en 2020 y se repitió anoche. Tiene que ver con la cantidad de votaciones anticipadas, más de 40 millones de votos. Muchos estados no permiten el conteo de votos antes del día de las elecciones. Lo lamentable es que como los demócratas son quienes más votan anticipadamente, muchos republicanos utilizan la ausencia de resultados la misma noche de las elecciones para argumentar fraude.
  3. La omnipresencia de Trump. Los negacionistas tuvieron un desempeño nada desdeñable. Casi una centena ganaron anoche. Increíble que sin presentar una sola prueba de fraude electoral, tantos estadounidenses le crean la gran mentira a Trump. Si bien Trump puede no ser tan popular y ni siquiera es seguro que lo quieran en la boleta electoral en el 2024, su manera de pensar y su estilo de política llegó para quedarse por un buen tiempo en el partido republicano.
  4. ¿Marea roja o riachuelo? Normalmente el partido en La Casa Blanca tiene malos resultados en las elecciones intermedias salvo contadas excepciones, como en el 2002 cuando el efecto patriótico del país que acababa de ser atacado en las Torres Gemelas, generó que George W Bush y los republicanos crecieran en esas intermedias. Era evidente que en medio de la inflación más pronunciada de los últimos 40 años, estas elecciones no serían fáciles para los demócratas. Sin embargo, la polarización es tan pronunciada, que lejos de ser una marea roja, ayer fue más un riachuelo para los republicanos.
  5. Para los demócratas los resultados de las elecciones de ayer muestran que se han alejado de las principales preocupaciones de los estadounidenses comunes y corrientes. El aborto logró movilizar a muchos electores en el verano, pero ante el panorama económico y de seguridad, el enojo demócrata tras la reversión de Roe v Wade que permite a los estados penalizar el aborto se desvaneció y ayer ya no tuvo la fortaleza para frenar el avance de los republicanos.

Columna completa en El Universal

Ken Salazar es cercano a López Obrador, sin duda. Cercano como quizás ningún otro diplomático estadounidense ha sido con un presidente mexicano. Pero ¿es eficiente? ¿logra con esta cercanía avanzar la agenda que le preocupa a La Casa Blanca y a los ciudadanos estadounidenses?

A juzgar por las contradicciones entre Salazar y La Casa Blanca, la respuesta es no.

Ken Salazar ha puesto en duda la legitimidad de la elección del 2006 en la que Estados Unidos reconoció y reconoce hasta la fecha el triunfo de Felipe Calderón sobre AMLO y el papel del INE (entonces IFE) como una institución que consolida la democracia mexicana.

Después ha hecho declaraciones en las que parece apoyar que el gobierno de López Obrador quiera replantear y reformar las leyes de la industria energética. Esto es algo que afecta millones de dólares de inversión estadounidense en México.

Salazar también ha tomado partido en favor de AMLO y en contra de los intereses de La Casa Blanca al cuestionar el trabajo y la independencia de la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, MCCI.

En el texto del NYTs, Natalie Kitroeff y Maria Abi-Habib hacen un recuento de una reunión entre Salazar y la Directora de MCCI, Ma. Amparo Casar, que deja en claro que si por el Embajador fuera, USAID dejaría de financiar a la ONG. USAID forma parte del Departamento de Estado y ahí están contentos con el financiamiento a una organización que lo mismo ha publicado investigaciones para destapar corrupción en el gobierno de Calderón, en el de Peña Nieto, y ahora también en el de AMLO.

El embajador le está dando prioridad al acceso que ha logrado en Palacio Nacional sobre su independencia e integridad como servidor público. Esta cercanía con AMLO está golpeando los intereses estadounidenses. Pero el argumento de Salazar para justificarse es que sin sus constantes visitas a Palacio Nacional el discurso y las acciones de López Obrador en contra de los intereses de EUA serían más graves.

Algunos dentro del servicio exterior estadounidense piensan distinto. Que su cercanía con AMLO lo ha vuelto irrelevante. Tiendo a pensar que Salazar sigue siendo relevante pero por las peores razones: porque le da a AMLO la posibilidad de presumir que tiene una buena relación con el embajador de Estados Unidos a pesar de sus innecesarias groserías, como la de esta semana en la que sugirió que quiten la Estatua de la Libertad si es que llegan a encarcelar a Julian Assange.

Es justamente esta declaración de López Obrador lo que derramó el vaso de agua en La Casa Blanca. Platiqué con John Feeley, quien estuvo años en la embajada de EUA en México y llegó a ser el número uno cuando Carlos Pascual salió en el sexenio de Calderón. Feeley me comentó que lo publicado por el NYTs era un secreto a voces desde hace tiempo en Washington. El artículo tiene la estampa de un aval de La Casa Blanca porque, entre otras cosas, citan a Juan González, el asesor de Biden para América Latina.

El comentario sobre la Estatua de la Libertad, que denota que en EUA no hay libertades, vino unas semanas después del desaire de López Obrador a la Cumbre de las Américas que dejó muy mal parado a Biden. Entre ambas acciones de AMLO y las constantes quejas de demasiados sectores estadounidenses que le han reportado a Biden y a González que Salazar está lastimando sus intereses, La Casa Blanca parece estar enviándole un mensaje muy claro a Ken Salazar: este es un momento prudente para retirarse de la Embajada en México.

Columna completa en El Universal

La democracia estadounidense atraviesa por una crisis sin precedentes desde que Donald Trump decidió gritar “trampa” y aseguró que él ganó la elección de noviembre del 2020 y que Biden es un presidente que está usurpando las funciones que a él le corresponden.

El momento más grave se identifica en la toma del Capitolio el 6 de enero del 2021 y por ello han comenzado una serie de seis audiencias para intentar fincar responsabilidades y que esa amenaza a la transferencia pacífica del poder no se vuelva a dar.

Resulta increíble que el ejemplo de democracia para el mundo esté ante la amenaza de que en el 2024 quizás no se de una transferencia pacífica del poder. Esta es una película que conocemos bien en América Latina pero que, como ha dicho Moisés Naim, la hemos visto siempre en español. Ahora por primera vez la estamos viendo en inglés.

A principios de mes fui invitada por la Universidad de California en San Diego a entrevistar a Barbara Walter quien acaba de publicar el libro How Civil Wars Start en el que la académica experta en guerras civiles en el mundo ve que en Estados Unidos existen muchos de los componentes para encender las alarmas de que una guerra civil muy bien puede ocurrir en su país.

El declive de la efectividad del Estado y sus normas democráticas; el ascenso de facciones políticas alineadas no por una misma ideología sino por identidad étnica y la preservación de privilegios para los blancos; la división radical entre población urbana y rural; la existencia de lideres políticos y en los medios de comunicación (Tucker Carlson) que se benefician de avivar el fuego de la polarización son algunas de las condiciones que identifica Walter para encender los focos rojos de la violencia que ya está y que puede fácilmente recrudecerse en Estados Unidos. El momento que más ha llamado la atención, evidentemente es el 6 de enero del 2021.

Todo esto es el trasfondo para las audiencias que están ocurriendo en este momento en el legislativo norteamericano en donde se busca responder a la gran pregunta: ¿Es Donald Trump culpable de instigar la violencia que llevó a la toma del Capitolio?

Por las audiencias que ya hemos escuchado es claro que Trump sabía que había perdido la elección de noviembre. Salvo Rudy Giuliani, todos a su alrededor, desde el procurador Bill Barr hasta su hija Ivanka, le dijeron que había perdido la reelección. Pero aún así Trump insistió en que se la habían robado. Esa es la gran mentira que genera la gran pregunta respecto de las audiencias: ¿se logrará que, a través de éstas, la verdad sea aceptada por suficientes estadounidenses como para que el 2024 se pueda dar una transferencia pacífica del poder sin importar quién gana?

El columnista del New York Times, David Brooks, identifica que el grave problema para Estados Unidos hoy es que hay millones de estadounidenses que creen absolutamente convencidos que 1) la elección del 2020 se la robaron a Donald Trump 2) el uso de la violencia se justifica para rectificar lo anterior y 3) que las reglas y normas que cohesionan a la sociedad norteamericana no importan.

Si las audiencias no logran modificar estas tres convicciones de miles de estadounidenses, “Houston, we have a problem”.

Columna completa en El Universal

Partamos de que no es el mejor momento para la Cumbre de las Américas. La región está encabezada en muchos países por líderes populistas, dictadores o aspirantes a serlo.

Desde los 3 países que no han sido convocados: Cuba, Nicaragua y Venezuela; hasta El Salvador de Nayib Bukele; Bolivia, con Luis Arce; Brasil con el suicida del medio ambiente, Jair Bolsonaro; Pedro Castillo en Perú; Iván Duque en Colombia; Alberto Fernández en Argentina y finalmente Andrés Manuel López Obrador.

Esto ocurre con un Estados Unidos que enfrenta enormes problemas más allá de las Américas por la amenaza de la Rusia de Putin y claro, el enorme desafío de la China de Xi Jinping.

El pasado 3 de mayo, el Subsecretario para América Latina y el Caribe, Brian Nichols, publicó un mensaje en el que dejó saber que ni Cuba, ni Nicaragua ni Venezuela estarían invitados a la Cumbre de las Américas.

Biden, como presidente del país anfitrión de esta Cumbre, tiene todo el derecho de decir quién está y quién no, invitado. Puede pensar que invitar a alguien como Daniel Ortega, que apenas en abril expulsó a la Organización de Estados Americanos de su país y expropió su sede en Managua fue la gota que derramó el vaso y que convocarlo a la reunión era simplemente seguir haciéndole el caldo gordo a un presidente que ganó las más recientes elecciones después de haber encarcelado a cualquier candidato de oposición.

En el caso de Cuba y su dirigente, Miguel Díaz Canel, la simple presencia en suelo estadounidense del dictador cubano sería razón suficiente para complicarle aún más a los demócratas y a Biden las elecciones intermedias entre la población cubanoamericana. Pero además, está la represión a los manifestantes del 11 de julio del 2021 que llevó a condenas de entre 6 y 30 años de prisión para 127 de quienes salieron a las calles cantando por la libertad, en un ejercicio inusual de protesta contra el gobierno.

Y ¿cómo invitar a Nicolás Maduro si Estados Unidos, junto con otros 50 gobiernos del mundo, reconocen a Juan Guaidó como el presidente de Venezuela desde el 2019?

La pregunta no es si debe Biden de invitar a Diaz Canel; a Ortega o a Maduro. Son tantos los liderazgos cuestionables en este momento en la región, que el presidente de Estados Unidos tendrá que plantear cómo es que la Cumbre de las Américas puede ser relevante para tratar, discutir y avanzar la democracia con todos. Y de paso, sumarle temas tan trascendentales como el cuidado del medio ambiente y la migración.

Y en ese sentido, lo ideal habría sido tener en la frontera sur un vecino solidario que sumara para este reto y no que decidiera amenazar con no atender la Cumbre a menos de que se haga lo que él quiere.

Un vecino que viene de darse abrazos con Diaz Canel en Cuba desde donde López Obrador pidió el fin del embargo y la creación de una asociación similar a la Unión Europea que sustituya a la OEA por una “realmente preocupada por la democracia y los derechos humanos”. Eso dijo, desde la cuna de la isla que lleva décadas violando los derechos humanos y sin una sola elección democrática desde la llegada de Fidel al poder en 1959.

No veo a miles de mexicanos queriendo migrar ni a Cuba, ni a Venezuela ni a Nicaragua y por el contrario, son tantos los que han decidido hacerlo hacia Estados Unidos, que las remesas no han dejado de crecer y que ya representa el 4.1 por ciento del PIB de México. En el primer trimestre del 2022 han crecido un 18 por ciento, algo que el presidente López Obrador agradece constantemente en sus mañaneras a los paisanos.

¿Es buena idea regatearle apoyos y aguarle la fiesta a Estados Unidos y a Biden en estos momentos? ¿A cambio de qué vale la pena alinearse mejor con Ortega, Maduro y Diaz Canel?

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La guerra en Ucrania ha hecho que suba el precio del petróleo a su nivel más alto desde el 2008. Esto evidentemente aumenta el precio de las gasolinas. En Estados Unidos, en donde no existe el IEPS, los precios de las gasolinas suben y bajan de acuerdo con el precio del barril del petróleo y lo hacen de forma muy rápida.

Ayer escuchaba el testimonio de un estadounidense que narraba como de ida al gimnasio en la mañana el precio del galón estaba en $4.065 dólares y para cuando salió de hacer ejercicio el galón ya había subido a $4.173.

A pesar de esta alza en los precios, que evidentemente no le gusta pagar a ningún consumidor, el presidente Biden anunció ayer la prohibición de importaciones de petróleo y gas natural proveniente de Rusia.

Aún cuando Europa quisiera unirse a esta prohibición anunciada por Biden, la dependencia que tiene el viejo continente a los energéticos se los impide. Una dependencia que ayuda a mantener y financiar al loco-carnicero de Vladimir Putin en el poder.

¿Cómo es que Estados Unidos sí puede aguantar vivir sin los energéticos de Rusia y Europa no? Muy fácil. EUA, bajo la presidencia de Nixon vio como los países árabes le recortaron el suministro de petróleo por el apoyo a Israel en la guerra de Yom Kipur. Desde ese año, 1973, se propuso lograr independencia energética. Y, aún cuando ningún país es cien por ciento autosuficiente en energéticos, Estados Unidos sí ha pasado de ser un país importador neto de éstos, a ser el segundo productor más importante del mundo.

Una envidia para alguien como Andrés Manuel López Obrador quien, un día sí y el otro también habla de que quiere lograr la soberanía energética de México. Pero, y este es un gran pero, Estados Unidos lo ha logrado de una forma radicalmente distinta a la que está intentando el presidente de México.

Mientras Andrés Manuel López Obrador le apuesta todas sus canicas a que una sola empresa paraestatal, Pemex, sea la que extraiga el petróleo necesario para nuestra demanda y se refine lo suficiente para no tener que importar gasolinas, en EUA la apuesta para lograr esa soberanía ha sido de dos pinzas: por un lado a que muchas empresas y empresarios inviertan, extraigan, refinen y vendan petróleo y sus derivados y por el otro a reducir la dependencia a las energías fósiles y a migrar a limpias y renovables.

El ‘Proyecto Independencia’ lo anunció Richard Nixon en 1973. En ese momento EUA importaba 2.1 millones de barriles al día. La idea era lograr autosuficiencia para 1980, algo que no fue posible por, entre otras razones, la Revolución Iraní. Aún así, Estados Unidos comenzó desde entonces a pensar en energías alternativas: solar, eólica y eléctrica, para reducir su dependencia a los vaivenes internacionales y para lidiar con el movimiento ecológico que despertó el derrame del Exxon Valdez en Alaska en 1989.

Entre la década de los 90s, que vieron el nacimiento de los ‘Super Majors’ del petróleo y 2014, EUA llegó a su punto más bajo de importaciones de petróleo: 260 mil barriles al día. Y la producción de petróleo pasó de menos de 1 millón de barriles al día en 2010 a más de 4 millones de barriles para 2015, excediendo así la producción individual de cada miembro de la OPEP salvo Arabia Saudita.

¿Cómo lo logró? Redujo la demanda al generar incentivos para migrar a energías limpias y renovables y permitió la exploración, explotación y fracking por parte de privados. Por eso es que hoy Estados Unidos tiene la autosuficiencia energética que le permite cortar la importación de petróleo y gas ruso.

Eso sí es autosuficiencia energética. Lo otro, lo que promete AMLO, es puro bla, bla, bla que por lo pronto nos cuesta a los mexicanos un dineral para financiar a Pemex, que pierde y pierde y pierde dinero.

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Todo indicaba que la llegada de Biden significaría un viraje de los desplantes de su antecesor que tanto dañaron la imagen de Estados Unidos en el mundo. A La Casa Blanca llegaba un expertazo en temas internacionales. Durante décadas presidió el Comité de Relaciones Exteriores del Senado y después estuvo ocho años de Vicepresidente con Obama encargado de temas de política exterior que, entre otras cosas, lo trajeron de visita a México en más de una ocasión.

La llegada de gente profesional; pragmática y estratégica auguraba una recomposición de Estados Unidos ante sus aliados que, si bien no sería sencilla, sí sería posible. Pero tan solo en estos primeros ocho meses de gobierno lo que hemos visto es a un Biden actuando como Trump: agresivo; impulsivo y poco leal con aliados tradicionales de Estados Unidos.

Trump-ada 1: La retirada de Afganistán

Cuando el 8 de julio, Joe Biden ofreció una conferencia de prensa para anunciar la salida de las tropas estadounidenses de Afganistán después de veinte años de guerra en aquel país, aseguró que la salida sería ordenada y que los Talibanes no serían una amenaza para los ciudadanos afganos ni un refugio para el terrorismo internacional. Menos de un mes después vimos la caída de Kabul a manos de los talibanes y una salida de los estadounidenses desordenada y poco preocupada por los afganos que los ayudaron. La salida fue una buena decisión, muy mal instrumentada. Recordé aquella frase de un guerrillero del Frente Nacional de Liberación de Vietnam sobre Estados Unidos cuando la salida de Saigón “Sólo existe algo peor que ser enemigo de Estados Unidos: ser su amigo”.

Así como los norteamericanos pudieron entrar y salir de Afganistán, de un momento a otro aun habiendo pasado veinte años en aquel país, así pueden ayudar y abandonar a cualquier otro aliado. Esa fue la primera Trump-ada de Biden.

Trump-ada 2: El trato a los migrantes haitianos

Si la salida de Afganistán fue tan caótica, quizás fue porque no había de otra, pensamos algunos. Pero al ver el manejo de la crisis migratoria de los haitianos que han llegado a la frontera de Coahuila con Texas en busca de asilo para ser o sacados de vuelta a México o volados de regreso a Puerto Príncipe como ganado, es evidente que hay un problema agudo en el gobierno de Biden. Las imágenes de agentes de la Patrulla Fronteriza a caballo atrapando a los migrantes con la rienda de montar o golpeándolos con fuetes coronaron la visión de que entre los gobierno de Trump y Biden, no hay una diferencia en el trato inhumano a los migrantes.

Trump-ada 3: La estocada a Francia

El anuncio del acuerdo entre Australia; Gran Bretaña y Estados Unidos, AUKUS, para compartir con los australianos tecnología que les permitiera tener submarinos de propulsión nuclear fue una estocada a Francia porque el país perdió un contrato de 40 mil millones de dólares de ventas pactadas con Australia para submarinos convencionales sin que los estadounidenses ni los australianos les dieran un aviso previo.

¿Cómo es que el gobierno de Biden no pensó que debía informar al de Macron de algo así para lograr de AUKUS un acuerdo aprobado y avalado hasta por Francia? El ministro de Relaciones Exteriores francés, Jean-Yves Le Drian, denunció la puñalada por la espalda que recibió por parte de Estados Unidos. Para el Palacio del Elíseo, el cambio de Trump a Biden no resultó tan positivo como esperaban.

La idea de que el gobierno de Biden sería uno de poco drama y mucha estrategia se está cayendo a pedazos. Una razón para ello es la fijación de Biden con China que al parecer le está nublando visión. En la siguiente entrega ese nueva Guerra Fría con China será mi análisis.

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El presidente López Obrador está convocado para asistir mañana de forma virtual a la Cumbre Climática organizada por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, junto con otros 39 Jefes de Estado. Biden ha sido claro desde que ganó la presidencia en la importancia de revertir el daño al combate al calentamiento global que se dio durante la presidencia de Donald Trump.

Por ello, su primer anuncio apenas llegó a La Casa Blanca, fue el del regreso de EUA al Acuerdo Climático de Paris. Fuera del rescate económico ante la pandemia, su otro gran anuncio ha sido el plan de infraestructura que está enfocado en acelerar el proceso para que la economía estadounidense sea verde y las emisiones de CO2 sean 50 por ciento por debajo de las que se emitían en 2005.

En el plan de infraestructura de Biden me sorprendió que busca, entre otras cosas, reemplazar todas las tuberías de agua del país para que estén libres de plomo. Eso es ayudar a la economía, ya que implicará una inversión de 45 mil millones de dólares, y además a la salud porque es bien sabido el daño que ocasiona el plomo del agua en los humanos.

El plan que el presidente de México presentará en esta cumbre va enfocado a la migración utilizando el programa Sembrando Vida que López Obrador considera el sello de su preocupación por el medio ambiente.

Este programa ha demostrado ser un completo fracaso. Lejos de ser la panacea que el presidente presume, mediante el cual se están plantando mil millones de árboles frutales y maderables a cambio de 4 mil 500 pesos, Sembrando Vida está generando deforestación.

Como los campesinos deben plantar las semillas que reciben como parte del programa para poder recibir los 4 mil 500 pesos, lo que están haciendo es talar y quemar sus tierras para poder tener en donde plantar los árboles. Pero el programa no se preocupa por saber qué árbol es nativo a cada lugar. Entregan semillas; piden que las planten y listo. Si después mueren más de la mitad, eso ya no importa.

Según imágenes satelitales recolectadas por el Instituto de Recursos Mundiales, el programa generó una deforestación de casi 80 mil hectáreas en su primer año. Así lo publicó el Instituto en su Análisis de los impactos en las coberturas forestales y potencial de mitigación de las parcelas del programa Sembrando Vida implementadas en 2019.

Pues este programa, con todo y sus fracasos, es la gran propuesta con la que llegará mañana AMLO a la Cumbre Climática. Ahí no solo va a presumir que Sembrando Vida es un éxito. Va a solicitar que el programa se expanda a Guatemala, Honduras y El Salvador y que esta ampliación la pague el gobierno de EUA para genera empleos y combatir la migración. Además AMLO quiere que quienes se adhieran en Centroamérica al programa puedan, al cabo de 3 años de trabajo, nacionalizarse estadounidenses si así lo desean.

No puedo imaginar la cara de Biden al escuchar esta propuesta de AMLO, el presidente que no lo quiso felicitar cuando ganó la elección de noviembre para no intervenir en los asuntos internos de Estados Unidos.

El record de México en materia de Medio Ambiente está manchado también por los asesinatos de activistas ambientalistas. Ya van cinco asesinatos en lo que va del año. El más reciente fue el 28 de marzo cuando fue asesinado en Oaxaca el activista ambientalista Jaime Jiménez Ruiz, quien se oponía a la construcción de proyectos hidroeléctricos en Río Verde. Todos estos asesinatos están impunes.

Pero AMLO quiere darle instrucciones sobre migración a Biden. AMLO, el ambientalista.

 

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Apenas llegó a La Casa Blanca Joe Biden prometió que su política migratoria daría un giro de 180 grados respecto a la de Donald Trump. Nada de la crueldad. Nada de separar familias. Nada de poner a niños en jaulas. Más bien tendría una visión humanista. Al decir esto, miles de centroamericanos y mexicanos lo escucharon como una licencia para migrar. Hoy la situación en la frontera es de caos.

Los albergues están desbordados; la Patrulla Fronteriza no se da abasto y los cruces fronterizos han crecido con varios migrantes que incluso llegan arrodillados a la frontera con camisetas en las que se lee: Biden, déjanos entrar.

Hace diez y seis años escribimos un artículo para la revista Nexos el Dr. Rafael Fernández de Castro y yo en el que hacíamos alusión al sistema migratorio roto en Estados Unidos. Releyendo lo escrito en ese momento es de llamar la atención que ni México ni Estados Unidos hemos logrado atender el tema de tal forma que una solución esté a la vista. Por el contrario, los fenómenos naturales como huracanes y la pandemia de la COVID19 ha provocado un enorme retroceso.

En el texto del 2005 en Nexos, la alarma era que la circularidad en la migración se había roto. Esto significa que los mexicanos de todos los municipios del país llevan migrando todos, si pueden, desde todas partes y para quedarse en Estados Unidos, sin pensar en volver a México. Antes solo algunos municipios de algunos estados como Michoacán o Zacatecas expulsaban migrantes. Ahora son todos. Y ya es más de una década en donde no solo emigran los hombres. Mujeres y niños también. Y lo hacen para no volver.

Trump quiso resolver el problema con políticas muy duras, muy poco humanas. Además de la política de “Remain in Mexico”, entre el apriete de Trump estuvo la publicación del Título 42, que permitió a la Patrulla Fronteriza expulsar a cualquier migrante que llegara a EUA con el argumento de que podrían estar infectados de COVID19. Los expulsaron a México, sin importar si eran de otro país. Sin importar si eran menores de edad. Quedaban fuera de EUA y a ver si lograban reunirse con algún familiar. Eso ya no le importó ni fue un problema para el gobierno de EUA.

Lo anterior le permitió a Trump que la entrada de migrantes a EUA cayera a la mitad. En 2019 llegaron 1 millón de personas, entre mexicanos y centroamericanos, a pedir asilo. Para el año pasado solo fueron 500 mil. A los demás se les aplicó el Título 42 y se les expulsó.

Hasta ahora la política migratoria de Biden sigue aplicando el Título 42. Aunque Biden ha anunciado que invertirá 4 mil millones de dólares en ayuda económica para la región de Centroamérica para atacar las causas de la migración, esto es muy poco dinero para el enorme problema. Para Biden el problema va a ser el discurso republicano de que el regreso de los demócratas a La Casa Blanca ha empeorado una situación que lleva tantos años sin resolverse.

Ya dijo en estos días Donald Trump que Biden está generando un tsunami en la frontera. Y se anticipa que el tema sea utilizado para recuperar la mayoría en la Cámara de Representantes en el 2022.

Apostilla: Dice el presidente López Obrador que en su gabinete hay paridad de género como nunca. El tema no es que haya muchas mujeres que lo rodeen. El problema es que ninguna tiene voz. Es sólo la de él la que se escucha y eso deslegitima su discurso paritario.

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