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La congresista republicana María Elvira Salazar y la demócrata Verónica Escobar presentaron este martes un proyecto de ley de reforma migratoria que incluye vías para regularizar a los más de 11 millones de personas indocumentadas en Estados Unidos.

La propuesta legislativa, presentada ante la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, incluye también más fondos para seguridad fronteriza, reformar la manera en la que las personas pueden pedir asilo, al igual que reforzar la seguridad en la frontera.

Salazar, quien representa al distrito 27 de Florida, dijo que el paquete legislativo representa un momento “histórico” en el que “dos legisladoras deciden trabajar en uno de los temas más polarizadores para el país”.

La idea, dijo la republicana, es “dar dignidad a los indocumentados”.

Bajo la propuesta, las personas que se encuentran en una situación migratoria irregular en Estados Unidos, que hayan vivido por cinco años el país y que no tengan antecedentes penales pueden entrar a un programa que les ofrece permiso de trabajo y de viaje por siete años.

En ese periodo, deberán pagar una suma de 7,000 dólares en “restitución” al gobierno. Estos fondos, explicó la congresista, se usarán para “asegurar la frontera” y para compensar a los ciudadanos estadounidenses que consideren que han sido reemplazados en sus puestos de trabajo por migrantes indocumentados.

Durante el periodo del “estatus de dignidad”, como se le llama al tiempo que gozarán delpermiso, las personas no podrán tener acceso a servicios o programas sociales, explicó Salazar y, después de completar los siete años, deberán esperar otros cinco para solicitar la ciudadanía estadounidense.

El proyecto de ley contempla a su vez ofrecer un camino a la ciudadanía para las personas que estén en el programa de acción diferida para los llegados en la infancia (dreamers) y los beneficiarios del estatus de protección temporal (TPS).

Con respecto a la situación en la frontera sur, la propuesta de ley propone la creación de unos “campus humanitarios” para detener a quienes buscan pedir asilo en Estados Unidos, y donde deberán esperar a que un oficial de asilo resuelva su caso en un periodo de 60 días.

A su vez, contempla destinar más fondos para la seguridad fronteriza, incluyendo unos 10 mil millones de dólares para expandir y mejorar los puertos de entrada.

Este proyecto de ley llega dos semanas después de que la administración de Biden levantara el Título 42, que permitía las expulsiones exprés en la frontera, e impusiera mayores restricciones al acceso al asilo para los migrantes que llegan mediante la aplicación del Título 8.

La negociación en Estados Unidos sobre el techo de la deuda entre la administración del presidente Joe Biden y el Congreso se ha estancado, según admitieron este viernes ambas partes.

El principal interlocutor en el equipo negociador republicano, el legislador Garret Graves, indicó hoy al salir de una reunión que han decidido apretar el botón de “pausa” porque las discusiones no estaban siendo “productivas”.

Y desde la misma Presidencia también se admitió la falta de avances: “Hay diferencias reales entre las partes en temas de presupuesto y las conversaciones serán difíciles. El equipo del presidente está trabajando arduamente para lograr una solución bipartidista razonable que pueda ser aprobada por la Cámara y el Senado”, dijo un funcionario de la Casa Blanca.

El líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, culpó de este impás a Biden por no haber abordado el asunto antes con el líder de la Cámara de Representantes, el conservador Kevin McCarthy.

“Esperó meses antes de aceptar negociar con McCarthy un acuerdo sobre el gasto. Ellos dos son los únicos que pueden llegar a un pacto. Ya es hora de que la Casa Blanca se ponga seria. El tiempo es oro”, señaló este viernes en Twitter.

El tiempo juega en su contra porque el límite actual, de 31.4 billones de dólares, fue alcanzado el pasado enero. El gobierno está recurriendo actualmente a dinero en sus reservas para pagar las deudas que ha contraído, pero el Departamento del Tesoro estima que esas reservas se agotarán el 1 de junio.

Pese a lo que se informó, Biden se mostró convencido esta semana de que se llegaría a un pacto, incluso canceló un viaje que iba a efectuar a Papúa Nueva Guinea y Australia tras la cumbre del G7 en Japón para volver antes a Washington y proseguir las negociaciones.

En Broojula, Ana Paula Ordorica te presenta un resumen sobre lo que sucede en torno a la gira de Biden y su cancelación de visitar Papúa Nueva Guinea. Brenda Estefan, analista internacional, comenta sobre el tema.

En el bando progresista, hay ya quien le pide a Biden que use la potestad que le confiere la enmienda constitucional número 14 para elevar el techo de deuda sin pasar por la aprobación del Congreso.

El senador Bernie Sanders admitió este jueves que no es “la solución perfecta”, pero que hacerlo “permitiría a Estados Unidos seguir pagando sus cuentas a tiempo y evitar una catástrofe económica y recortes devastadores para algunas de las personas más vulnerables del país”.

Biden y los líderes del Congreso se reunieron por última vez en la Casa Blanca para hablar sobre el límite de deuda este martes, y a la salida de esa cita McCarthy recalcó que todavía están “lejos” de cerrar una solución satisfactoria para todos.

La ciudad estadounidense de Chicago será la sede de la Convención Nacional Demócrata en 2024, evento que sirve para elegir oficialmente al candidato de ese partido para las elecciones presidenciales.

El Comité Nacional Demócrata (DNC), el órgano ejecutivo del partido, anunció en un comunicado la selección de Chicago como sede de la convención y lo enmarcó en la apuesta de los demócratas por recuperar los estados del medio oeste del país.

El estado de Illinois, donde se ubica Chicago, forma parte de la llamada “pared azul” que fue fundamental para que el demócrata Joe Biden ganara a su contrincante republicano, Donald Trump, en las elecciones de 2020.

Ese bloque, que está compuesto por 18 estados y el Distrito de Columbia, fue predominantemente azul entre 1992 y 2012; pero, en las elecciones de 2016, Trump logró hacerse con la victoria en varios estados considerados bastiones demócratas.

Biden, que centró su campaña de 2020 en apelar a la clase trabajadora, logró recuperar muchos de esos estados de la “pared azul”.

“Chicago es una excelente elección para la Convención Nacional Demócrata de 2024”, dijo Biden, según recoge un comunicado del DNC y en el que el mandatario consideró que los demócratas podrán usar esa ocasión para mostrar el “histórico progreso” que han hecho en los últimos años con nuevas políticas económicas y de infraestructura.

La cita en Chicago será entre el 19 y el 22 de agosto de 2024, una vez que ya haya concluido el proceso de primarias y se sepa quién será el candidato demócrata para los comicios de noviembre.

Biden lleva meses diciendo que tiene intención de optar a la reelección, pero aún no ha anunciado oficialmente su candidatura. Ayer, un periodista de la cadena NBC le preguntó si tenía pensando presentarse a las elecciones y, como ha hecho en otras ocasiones, reiteró su intención de volver a competir.

“Planeo presentarme, pero aún no estamos preparados para anunciarlo”, dijo escuetamente el presidente.

La convención demócrata de 2020 en la que Biden fue elegido se celebró en la ciudad de Milwaukee, en el estado de Wisconsin; pero, como se produjo en medio de la pandemia de COVID-19, estuvo rodeada de medidas de seguridad para evitar el contagio del virus y buena parte de su programación fue virtual.

De hecho, Biden dio su discurso para aceptar la nominación del Partido Demócrata, uno de los momentos más emocionantes de las convenciones, desde un centro de convenciones en la ciudad de Wilmington, Delaware, donde tiene su residencia familiar y donde pasó buena parte de la campaña en 2020.

El 118 Congreso estadounidense inicia dará inicio mañana martes con una nueva relación de fuerzas entre sus dos cámaras, además de la previsión de que los dos últimos años de mandato del presidente, Joe Biden, se vean obstaculizados por la oposición republicana.

Cuando los conservadores lograron el control de la Cámara Baja en las elecciones de medio mandato de noviembre pasado, recuperaron el poder de marcar el calendario legislativo, al gestionar qué proyectos de ley van a ser debatidos y cuándo, y con esto se hicieron fuertes frente a un Senado dominado aún por los demócratas.

En los pasados comicios los republicanos obtuvieron 222 escaños en la Cámara de Representantes, 9 más que sus rivales, mientras que los demócratas mantuvieron el Senado inicialmente con 51 puestos, si bien la senadora Kyrsten Sinema los abandonó en diciembre para registrarse como independiente.

Los republicanos han prometido actuar para que el gobierno “responda al pueblo estadounidense”, luchar por los derechos constitucionales de la gente, realizar una vigilancia “rigurosa” y “exigir transparencia”.

Estarán liderados por Kevin McCarthy, hasta ahora líder de la minoría y que pese a las rencillas internas parece tener asegurados los 218 votos requeridos para hacerse con el puesto de “Speaker”. Si algunos congresistas no acuden a la votación o votan “presente” el umbral mínimo para lograr la presidencia de la Cámara Baja descendería.

En estos dos próximos años cruciales antes de las elecciones presidenciales de 2024, para las que el exmandatario republicano Donald Trump ya se ha postulado y no parece cuestionarse que Biden también lo hará, este último finalizará así su mandato con una virulencia creciente desde el bando contrario.

Los republicanos ya tienen en su punto de mira indagar en las razones que llevaron a registrar la mansión del expresidente Trump en agosto o los supuestos negocios de la familia Biden con adversarios del país aprovechando sus lazos políticos.

Y en esa misma línea planean no dar continuidad al comité legislativo que investigó el asalto del 6 de enero de 2021 al Capitolio estadounidense, que recomendó al Departamento de Justicia procesar a Trump y consideró a este último máximo responsable de esa insurrección.

Pero el cambio en este nuevo ciclo no será solo de color político. El nuevo Congreso contará con un récord de 149 mujeres (106 demócratas, 42 republicanas y una independiente), 124 de ellas en la Cámara de Representantes.

Las mujeres ostentarán el 28.5% de los escaños y el 25% de los del Senado y para el Centro para la Mujer y la Política Estadounidenses (CAWP) serán el grupo más diverso hasta ahora a nivel racial y étnico, con nuevos récords de representación entre las mujeres latinas o hispanas (19) y negras (27).

No estará en su primera fila su congresista más ilustre, la demócrata Nancy Pelosi, hasta ahora presidenta de la Cámara Baja y que tras la derrota en los comicios de noviembre anunció ese mes que deja lugar a las nuevas generaciones y que solo mantiene su escaño como representante por California.

Bajo su batuta el partido de Biden ha negociado algunos de los logros de los que más se ha enorgullecido en la anterior legislatura, como la Ley para la Reducción de la Inflación o la que promueve la fabricación nacional de microprocesadores para mejorar la posición estadounidense frente a la competencia china.

Los demócratas en el Congreso dieron a conocer la semana pasada miles de páginas de las declaraciones de impuestos del expresidente Donald Trump, las cuales brindan un panorama más detallado de sus finanzas correspondientes a seis años, que abarca su periodo en la Casa Blanca, cuando mantuvo la información privada.

Los documentos incluyen las declaraciones individuales de Trump y de su esposa, Melania, junto con las de las entidades de negocios del exmandatario de 2015 a 2020.

Las declaraciones muestran que Trump aprovechó el código fiscal para reducir sus obligaciones tributarias y revelan detalles de sus cuentas en el extranjero, contribuciones caritativas y el desempeño de algunas de sus empresas más conocidas que habían permanecido en gran medida fuera del escrutinio público.

La divulgación de los documentos culmina una disputa judicial que se extendió durante años, desde la campaña presidencial hasta el Congreso y la Corte Suprema, debido a que Trump rechazó de manera persistente los intentos de que dieran a conocer detalles de su historial financiero, contrario a la práctica de transparencia de sus predecesores de la era posterior al Watergate.

La difusión de los documentos se dio pocos días antes de que los republicanos retomen el control de la Cámara de Representantes y semanas después de que Trump anunciara otra campaña por la Casa Blanca.

De acuerdo con los documentos, Trump limitó su responsabilidad fiscal compensando sus ingresos con pérdidas corporativas, así como con millones de dólares en gastos de negocios, depreciación de activos y otras deducciones.

Aunque Trump pagó 641,931 dólares en impuestos federales sobre la renta en 2015, el año en el que emprendió su campaña para la presidencia, sólo saldó 750 dólares en 2016 y 2017, según un informe difundido la semana pasada por la Comisión Conjunta sobre Impuestos, una entidad legislativa apartidista.

Pagó casi 1 millón de dólares en 2018 y sólo 133,445 en 2019 y nada en 2020, año en el que buscó infructuosamente la reelección. Los documentos también detallan los bienes de Trump en el extranjero.

De acuerdo con las declaraciones, Trump informó tener cuentas bancarias en China, Irlanda y Gran Bretaña en 2015 y hasta 2017, incluso cuando era el comandante supremo. Sin embargo, a partir de 2018, sólo informó de una cuenta en Gran Bretaña.

Las declaraciones también muestran que Trump recurrió a créditos fiscales en el extranjero por impuestos que pagó de sus diversos negocios en el mundo, como sus acuerdos de licencia por su nombre en proyectos inmobiliarios y por sus campos de golf en Escocia e Irlanda.

En varios años, Trump aparentemente pagó más impuestos en el extranjero que impuestos netos federales sobre la renta en Estados Unidos, debido a sus ingresos en diversos países, como Azerbaiyán, China, India, Indonesia, Panamá, Filipinas, San Martín, Turquía y Emiratos Árabes Unidos.

Los documentos muestran que las “donaciones caritativas” de Trump representaron sólo una fracción de sus ingresos. En 2020, el año en el que el coronavirus golpeó la economía, Trump no informó sobre ninguna donación caritativa. En 2019 y 2018 informó haber extendido cheques por unos 500,000 dólares en donaciones. En años previos, las cantidades fueron mayores: 1.8 millones de dólares en 2017 y 1.1 millones en 2016.

Se desconoce si las cantidades informadas incluyeron la paga presidencial de 400,000 dólares anuales, que como candidato dijo que no cobraría y afirmó haber donado a diversas dependencias federales.

La presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, la primera mujer en ocupar ese cargo, confirmó este jueves que dejará de ser la líder demócrata de la Cámara, mientras se prepara todo para el traspaso de dicho puesto al representante Hakeem Jeffries.

Pelosi, una liberal californiana de 82 años que ha sido presidenta de la Cámara en dos ocasiones, dijo que seguirá en el Congreso, representando a San Francisco, como ha hecho durante 35 años.

Hizo el anuncio un día después de que los republicanos se aseguraran una escasa mayoría en la cámara tras las elecciones de mitad de término de la semana pasada.

Jeffries, de Nueva York, sería el primer legislador negro en liderar una de las bancadas de los principales partidos en el Congreso. El actual número 2 de los demócratas en la Cámara de Representantes, el dirigente de la mayoría Steny Hoyer, respaldó a Jeffries para el puesto de dirigente del partido y dijo que él tampoco buscaría un puesto de liderazgo en el próximo Congreso.

Al respecrto, el presidente Joe Biden calificó se refirió a Nancy Pelosi como la líder de la Cámara Baja más importante de la historia.

“La historia la señalará como la presidenta de la Cámara de Representantes más importante de la historia: es la primera, la última y siempre para el pueblo”, apuntó el presidente en un mensaje en Twitter.

“Cuando pienso en Nancy Pelosi, pienso en dignidad”, añadió el mandatario demócrata, quien aseguró que Estados Unidos tiene con ella “una deuda de gratitud por su servicio, patriotismo y dignidad”.

Pelosi reflexionó que ya es hora para que una nueva generación lidere el caucus demócrata del Congreso.

El pasado 7 de noviembre, fecha en que ocurrió el ataque a su marido a finales de octubre en el domicilio familiar de San Francisco por parte de un hombre que la buscaba a ella, adelantó que ese hecho iba a influir en la decisión sobre su futuro político.

En su mensaje de hoy, Pelosi calificó la Cámara de Representantes de “terreno sagrado” y recordó su primera visita al Capitolio de niña, cuando su padre prestó juramento como miembro de la Cámara.

Contó que trabajó con tres presidentes estadounidenses, el republicano George W. Bush y los demócratas Barack Obama y Biden, pero no mencionó al presidente Donald Trump, que recordemos fue destituido dos veces por la Cámara bajo su liderazgo.

Sin embargo, sí se refirió al ataque del 6 de enero de 2021 en el Capitolio por parte de los partidarios de Trump.

“La democracia estadounidense es majestuosa, pero es frágil. Muchos de nosotros aquí hemos sido testigos de nuestra fragilidad de primera mano, trágicamente en esta cámara. Y por eso la democracia debe ser defendida siempre de las fuerzas que desean dañarla”, dijo Pelosi.

Los estadounidenses esperan el resultado final de las elecciones de mitad de término en Estados Unidos, aunque el presidente Joe Biden celebró lo que, según él, es un éxito de los demócratas para evitar la “ola roja” republicana de la que tanto se hablaba.

“No ocurrió”, dijo Biden en una conferencia de prensa la noche de ayer, su primer discurso desde el cierre de la jornada electoral. “Fue un buen día, creo, para la democracia”.

Según avanza el recuento de votos, es muy probable que los republicanos obtengan la mayoría en la Cámara de Representantes, pero con una victoria mucho menor de la que esperaban ellos y las encuestas.

Si se cumplen las predicciones actuales, son las elecciones de mitad de mandato en la que el presidente y su partido tienen un mejor resultado en dos décadas.

En el Senado, los demócratas ganaron un escaño muy disputado, el de John Fetterman en Pensilvania. Así, la composición final depende ahora de tres escaños: Arizona y Nevada, donde el recuento de votos podría tardar varios días, y Georgia, donde está prevista una segunda vuelta para el 6 de diciembre.

Resultados AQUÍ

Biden prefirió no esperar a los resultados definitivos para celebrar que su partido ha evitado un golpe mucho mayor del que se preveía después de que los republicanos volcaran la campaña en su incapacidad para gestionar la creciente inflación.

Ayer mismo, Biden reiteró su “intención” de presentarse a un segundo mandato en 2024, una decisión que, prometió, tendrá tomada “a principios del próximo año”.

Y es que buena parte de las miradas ya están puestas en el 2024 y en la próxima campaña presidencial.

Trump, que había apostado por una victoria contundente para anunciar su candidatura a la reelección, tuvo que reconocer que los resultados de las elecciones del martes fueron “algo decepcionantes”.

Aunque tardó poco en corregir y a través de su red social, Truth Social, aclaró que “fue una victoria muy grande”.

El expresidente ha prometido un “anuncio muy grande” el próximo 15 de noviembre, aparentemente buscando adelantarse a uno de sus posibles rivales por la nominación republicana, el gobernador de Florida, Ron DeSantis.

Sin embargo, DeSantis salió fortalecido de las elecciones, después de conseguir la reelección por un holgado margen.

El Partido Demócrata resistió mejor de lo esperado en las elecciones de ayer en Estados Unidos, privando al Partido Republicano y en especial al expresidente Donald Trump de la “ola” roja que se esperaba y en la cual se apoyaría para anunciar su posible candidatura a 2024.

Los republicanos parecen conseguir las victorias necesarias para hacerse con la mayoría en la Cámara de Representantes, pero con una distancia mucho más corta que la que anticipaban.

En cuanto al Senado, el campo del presidente Joe Biden, le arrebató el escaño más disputado a los republicanos en esta elección.

La victoria del demócrata John Fetterman en Pensilvania, en una noche extremadamente tensa marcada por un arduo recuento de votos, ofreció a Biden la esperanza de retener el control de esta cámara, donde los republicanos habían tenido una leve ventaja en las encuestas.

La composición final del Senado depende de algunos estados clave como Arizona, Nevada, Georgia y Wisconsin, donde el conteo de estos votos podría llevar varios días.

El veredicto de las elecciones fue más claro en las disputas por las gubernaturas: Greg Abbott, promotor de políticas migratorias duras en Texas, se alzó con el triunfo, mismo caso de la estrella emergente Ron DeSantis en Florida, consolidando su estatus como uno de los principales candidatos potenciales a La Casa Blanca en 2024.

Entre los gobernadores estatales (36 de estos cargos estaban en juego), el partido de Biden logró retener el control del estado de Nueva York, donde los republicanos creían que podían derrocar a la gobernadora Kathy Hochul. También le arrebataron dos gobernaciones a los republicanos: en Maryland y Massachusetts, donde Maura Healey será la primera mujer abiertamente lesbiana en liderar un estado.

El campo demócrata todavía no se había manifestado sobre Arizona, donde el desenlace de la contienda entre la trumpista Kari Lake, dada como favorita, y la demócrata Katie Hobbs sigue en indefinición.

Resultados completos AQUÍ

Para evitar cualquier crítica a los resultados republicanos, Donald Trump salió a decir que su partido estaba teniendo una “gran noche”, y acusó a los demócratas y a los medios de “noticias falsas” de hacer todo lo posible para minimizar los éxitos obtenidos.

El multimillonario había apostado a una contundente victoria de sus candidatos para lanzarse con los mejores auspicios a la carrera presidencial de 2024. Prometió “un anuncio muy grande” el peóximo 15 de noviembre.

Organizadas dos años después de la elección presidencial, las elecciones de mitad de término actúan casi sistemáticamente como un referéndum sobre el habitante de La Casa Blanca. Pero, ¿Cuál es la lectura de la jornada electoral de ayer?

En Broojula, Ana Paula Ordorica conversa con Gerónimo Gutiérrez, socio consultor de Beel Infrastructure Partners y exembajador de México en Estados Unidos, sobre las elecciones que marcarán el futuro del país y que tendrá repercusiones en la relación con México.

Arizona; EUA: Ayer fueron las elecciones intermedias en Estados Unidos. Usualmente se sabe que éstas son un referéndum sobre el presidente que está en La Casa Blanca y que salvo muy contadas excepciones, el resultado favorece al partido que está en el gobierno. No obstante, las elecciones de ayer fueron mucho más que un referéndum sobre el desempeño de Biden. Aquí van cinco datos sobre el proceso electoral estadounidense:

  1. Un país dividido y enojado. Los estadounidenses están divididos entre los que creen que Joe Biden se robó la elección del 2020 y los que aceptan que no hubo fraude porque nunca se ha probado que lo hubo. Algunos demócratas votaron con preocupación por el futuro de su democracia pero los tres temas principales que llevaron a los estadounidenses a votar ayer fueron la inflación, la inseguridad y el aborto. Los tres son temas que tienen enojado al electorado, no motivados.
  2. Fue una noche en la que no todos los resultados se definieron la noche de las elecciones. Esto ocurrió en 2020 y se repitió anoche. Tiene que ver con la cantidad de votaciones anticipadas, más de 40 millones de votos. Muchos estados no permiten el conteo de votos antes del día de las elecciones. Lo lamentable es que como los demócratas son quienes más votan anticipadamente, muchos republicanos utilizan la ausencia de resultados la misma noche de las elecciones para argumentar fraude.
  3. La omnipresencia de Trump. Los negacionistas tuvieron un desempeño nada desdeñable. Casi una centena ganaron anoche. Increíble que sin presentar una sola prueba de fraude electoral, tantos estadounidenses le crean la gran mentira a Trump. Si bien Trump puede no ser tan popular y ni siquiera es seguro que lo quieran en la boleta electoral en el 2024, su manera de pensar y su estilo de política llegó para quedarse por un buen tiempo en el partido republicano.
  4. ¿Marea roja o riachuelo? Normalmente el partido en La Casa Blanca tiene malos resultados en las elecciones intermedias salvo contadas excepciones, como en el 2002 cuando el efecto patriótico del país que acababa de ser atacado en las Torres Gemelas, generó que George W Bush y los republicanos crecieran en esas intermedias. Era evidente que en medio de la inflación más pronunciada de los últimos 40 años, estas elecciones no serían fáciles para los demócratas. Sin embargo, la polarización es tan pronunciada, que lejos de ser una marea roja, ayer fue más un riachuelo para los republicanos.
  5. Para los demócratas los resultados de las elecciones de ayer muestran que se han alejado de las principales preocupaciones de los estadounidenses comunes y corrientes. El aborto logró movilizar a muchos electores en el verano, pero ante el panorama económico y de seguridad, el enojo demócrata tras la reversión de Roe v Wade que permite a los estados penalizar el aborto se desvaneció y ayer ya no tuvo la fortaleza para frenar el avance de los republicanos.

Columna completa en El Universal

Los estadounidenses acuden este martes a los centros de votación para participar en las elecciones de medio término, que determinarán si los demócratas pierden el control del Congreso y, con ello, la capacidad de impulsar la agenda del presidente Joe Biden en los próximos dos años.

Expertos han señalado que el partido que controla La Casa Blanca suele perder escaños en las elecciones intermedias, pronóstico que esta vez apunta a la misma dirección.

Las principales preocupaciones de los estadounidenses: la alta inflación y la criminalidad, temas en los que se ha centrado el partido republicano. Los demócratas optaron por mantener como temas centrales el fin del derecho nacional al aborto y el violento asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. Han sido temas menos atractivos para los votantes.

Lo que hoy está en juego es un total de 35 escaños del Senado y los 435 de la Cámara de Representantes y 36 gubernaturas.

En el caso del Congreso, los republicanos son favoritos para obtener los cinco escaños que necesitan para controlar la Cámara de Representantes, mientras que el Senado, actualmente dividido 50-50 con los demócratas con el voto de desempate, podría dirimirse en cuatro estados: Pensilvania, Nevada, Georgia y Arizona.

Más de 42 millones de estadounidenses votaron antes de este martes, ya sea por correo o en persona, según datos del US Election Project.

En ese sentido, los funcionarios electorales estatales advirtieron que es posible que los resultados completos no se conozcan en algunos días, pues se requerirá contar los sufragios en contiendas reñidas, y el control del Senado quizás no se conozca hasta una posible segunda vuelta el 6 de diciembre en Georgia.

Pero, ¿qué significaría un triunfo republicano?, ¿podría bloquear proyectos de ley que aborden las prioridades demócratas? En Broojula, Ana Paula Ordorica conversa con Arturo Sarukhán, fundador y presidente de Sarukhan + Associates y ex embajador de México en Estados Unidos, sobre la contienda electoral de este martes en Estados Unidos, donde el futuro del país está en juego.

Los candidatos dan sus últimos pasos previo a las elecciones de medio término del 8 de noviembre en Estados Unidos, en las que los republicanos parten con ventaja, según los sondeos. Estas elecciones podrían ser decisivas para el futuro político del presidente Joe Biden.

Las encuestas consideran probable que una “ola roja” republicana deje al partido de Biden sin su escasa mayoría en la Cámara de Representantes de 435 escaños. Es más incierto lo que podría suceder en el Senado, que renueva un tercio de sus 100 miembros.

La economía es el principal lastre para los demócratas de Biden en esta jornada, en los que también se elige a una treintena de gobernadores.

La inflación anual de 8.2% ha desbancado al derecho al aborto como prioridad de los votantes, obligando a los demócratas a reformular sus mensajes finales para decir que los estadounidenses ahorrarán dinero si votan por ellos en las legislativas.

También afirman que los republicanos quieren reducir derechos, que el ala más a la derecha del partido representa una amenaza y que el expresidente Donald Trump habría influido en el asalto al Capitolio en 2021.

En tanto, los republicanos se enfocan en la violencia urbana, un asunto que les ha ayudado a lograr avances en algunos estados columpio, es decir aquellos cuyo voto oscila entre uno y otro partido. Acusan a los demócratas de ser blandos contra el crimen.

En la recta final de campaña los republicanos parecen estar convenciendo en bastiones demócratas, con candidatos que aprovechan cualquier oportunidad para intentar conseguir un escaño. Estrategas de ambos partidos ven cómo distritos de Nueva York, Oregón y Connecticut, que ganó Biden por dos dígitos en 2020, vuelven a estar en disputa.

El Senado está actualmente en manos de los demócratas por un solo voto, el de la vicepresidenta Kamala Harris.

En los estados de Pensilvania, Arizona y Nuevo Hampshire, los demócratas están al frente en los sondeos por poco y han visto reducir su ventaja.

Los republicanos lideran la intención de voto en Nevada y Winsconsin, donde la campaña está muy reñida.

Según los sondeos, la mayoría de los votantes de origen latino también votará por los demócratas, pero los republicanos ganan terreno en esta comunidad.

Más de 21 millones de personas de 46 estados ya votaron, pero los resultados electorales podrían tardar días en algunos estados.

Si los republicanos recuperan cualquiera de las cámaras, han prometido emprender investigaciones contra la administración Biden. Entre otros apuntan al propio presidente y al secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas.

Las elecciones de medio mandato se celebran dos años después de las presidenciales y se convierten en un referéndum de hecho sobre el inquilino de La Casa Blanca. El partido del presidente rara vez escapa al voto castigo.

Perder el control del Congreso sería una dura derrota para Biden, que pronto cumplirá 80 años y dice “tener la intención” de presentarse a la reelección en 2024.

Pero, Estados Unidos no será el único país que recienta los resultados de las elecciones de la próxima semana.  Repercutirán en el futuro de la agenda bilateral con México. Por ejemplo, si los republicanos logran una mayoría en el Congreso, presionaría a México en materia de controles migratorios.

En Broojula, Ana Paula Ordorica conversa con Rafael Fernández de Castro, director del Centro de Estudios México-Estados Unidos de UC San Diego sobre la elección del 8 de noviembre en Estados Unidos.

La aprobación del presidente estadounidense Joe Biden aumentó esta semana a su nivel más alto desde principios de junio, tras una serie de victorias legislativas del Partido Demócrata, según una encuesta de opinión de Reuters/Ipsos dada a conocer este martes.

El sondeo nacional de dos días encontró que el 41% de los estadounidenses aprueba el desempeño de Biden. Su calificación más baja, del 36% en mayo, se emparejó con los mínimos de su predecesor, Donald Trump, cuya popularidad tocó un 33% en diciembre de 2017.

La calificación de Biden ha aumentado en cuatro de las últimas cinco semanas, mientras el Congreso controlado por los demócratas aprobaba una serie de leyes para combatir el cambio climático, reducir los precios de los medicamentos e impulsar los esfuerzos para que Estados Unidos sea más competitivo con los esfuerzos científicos y tecnológicos de China.

Se espera que los demócratas pierdan el control de la Cámara de Representantes en las elecciones del 8 de noviembre, pero analistas dicen que tienen mejores probabilidades de mantener el control del Senado.

Incluso con el control solo de la Cámara, los republicanos podrían detener la agenda legislativa de Biden y lanzar investigaciones potencialmente dañinas desde el punto de vista político.

El sondeo de esta semana mostró que el 78% de los demócratas aprobaron a Biden, frente al 69% a principios de julio. Solo el 12% de los republicanos aprobaron a Biden, una cifra que se ha mantenido prácticamente estable en las últimas semanas.

El nivel de aprobación general de Biden ha estado por debajo del 50% desde agosto del año pasado. Los estadounidenses lidian con la alta inflación y una economía marcada por la crisis de salud del COVID-19.

Sin embargo, la inflación ha mostrado algunas señales de alivio, con la caída de los precios de la gasolina desde niveles récord.

Los demócratas impulsaron este fin de semana la aprobación en el Senado de un paquete económico, disputado acuerdo que resulta menos ambicioso que la visión original del presidente Joe Biden, pero que de igual forma cumple con los objetivos del partido de desacelerar el calentamiento global, moderar los costos farmacéuticos y gravar a las enormes compañías

Ahora el paquete por aproximadamente 740,000 millones de dólares se encamina a la Cámara de Representantes, donde los legisladores están listos para respaldar las prioridades de Biden. Lo que parecía una iniciativa perdida y destinada al fracaso, recuperó en los últimos días fuerza en la política.

Los demócratas se mantuvieron unidos en una votación que se resolvió 51-50 gracias al voto decisivo de la vicepresidenta Kamala Harris.

“Hoy, los senadores demócratas se han puesto del lado de las familias estadounidenses en lugar de los intereses especiales”, dijo el presidente Joe Biden en una declaración desde Rehoboth Beach, Delaware. “Me postulé a la presidencia prometiendo que el gobierno volvería a funcionar para las familias trabajadoras, y eso es lo que hace este proyecto de ley, punto”.

Biden llamó por altavoz al guardarropa del Senado durante la votación para agradecer personalmente al personal por su duro trabajo.

El presidente instó a la Cámara de Representantes a aprobar el proyecto de ley lo antes posible. La presidenta de la cámara baja Nancy Pelosi dijo que “se moverá rápidamente para enviar este proyecto de ley al escritorio del presidente”. Se tiene previsto que la Cámara de Representantes vote este mismo viernes.

“Ha sido un camino largo, difícil y tortuoso, pero al fin, al fin hemos llegado”, señaló el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, antes de la votación final. “El Senado está haciendo historia. Estoy seguro de que la Ley de Reducción de la Inflación perdurará como una de las medidas legislativas definitorias del siglo XXI”, añadió.

Los senadores participaron en una maratónica sesión de votaciones que comenzó el sábado y se prolongó hasta el domingo por la tarde. Los demócratas rechazaron unas tres docenas de enmiendas republicanas que pretendían hundir la ley. Frente a la oposición unánime de los republicanos, la unidad demócrata en la cámara, que está dividida al 50%, se mantuvo en la senda de una victoria que eleva la moral a tres meses de las elecciones, en las que está en juego el control del Congreso.

El proyecto de ley tuvo problemas a mediodía por las objeciones al nuevo impuesto mínimo de sociedades del 15%, que no gustó a las empresas de capital riesgo y a otros sectores, lo que obligó a introducir cambios de última hora.

A pesar del momentáneo contratiempo, la “Ley de Reducción de la Inflación” ofrece a los demócratas un escaparate de la temporada electoral para actuar sobre objetivos codiciados. Incluye el mayor esfuerzo federal de la historia en materia de cambio climático, con cerca de 400,000 millones de dólares: limita a 2,000 dólares anuales los gastos de bolsillo de los medicamentos para los los adultos mayores con Medicare y prorroga los subsidios por vencer y que ayudan a 13 millones de personas a costear un seguro médico, y lo que los demócratas dicen es la inversión más significativa de la historia para combatir el cambio climático, de unos 375,000 millones de dólares durante la próxima década.

Mediante el aumento del impuesto de sociedades, todo el paquete se paga, con unos 300,000 millones de dólares de ingresos adicionales para la reducción del déficit.

Con apenas poco más de la décima parte del arcoíris inicial de 10 años y 3,5 billones de dólares de su la iniciativa de Biden Build Back Better, el nuevo paquete abandona las propuestas anteriores de preescolar universal, licencia familiar pagada y ampliación de la ayuda al cuidado infantil.

Recordemos que ese plan se vino abajo después de la oposición del senador conservador Joe Manchin, demócrata por Virginia Occidental, quien argumentó que era demasiado costoso y avivaría la inflación.

Analistas no partidistas han dicho que la “Ley de Reducción de la Inflación” tendría un efecto menor en el aumento de los precios al consumidor.

Los republicanos afirmaron que la nueva medida socavaría una economía que los encargados de formular políticas se esfuerzan por evitar que caiga en la recesión. Dijeron que los impuestos a las empresas incluidos en el proyecto de ley perjudicarían la creación de empleos y harían que los precios se dispararan, lo que complicaría a la población hacer frente a la peor inflación del país desde la década de 1980.

“Los demócratas ya han robado a las familias estadounidenses una vez a través de la inflación, y ahora su solución es robar a las familias estadounidenses una segunda vez”, argumentó el líder de la minoría en el Senado, Mitch McConnell.

ARTURO SARUKHÁN

EL UNIVERSAL

 

Toda elección narra una historia, y las elecciones legislativas intermedias en Estados Unidos nunca han sido la excepción. En 2010, esa historia fue la del estallido del movimiento del llamado Tea Party y una rebelión contra la recién promulgada ley de acceso a la cobertura médica del Presidente Barack Obama. En 2018, fue un rechazo virulento de mujeres de zonas suburbanas del país contra la beligerancia misógina del Presidente Donald Trump. La historia de algunas elecciones a menudo se vuelve más evidente en retrospectiva, pero sin duda en el caso de 2010 y 2018 hubo focos rojos parpadeantes en la antesala de los comicios que apuntaban a que el partido que controlaba la Casa Blanca se encaminaba a un varapalo en las urnas. Parecería que ese patrón se repite camino a las legislativas de 2022. Los índices de aprobación del Presidente Joe Biden no mejoran, lo cual ahonda el peligro para las estrechas mayorías Demócratas en la Cámara de Representantes y el Senado. Desde la Segunda Guerra Mundial, el partido del presidente en el poder ha perdido en promedio 26 escaños en la Cámara y cuatro en el Senado. Hoy los Demócratas controlan la Cámara por solo ocho escaños mientras que en el Senado es la vicepresidenta quien le otorga el control de ese recinto a su partido. Muchos líderes y legisladores Demócratas ya están hechos a la idea de que perderán, como mínimo, el control de la Cámara.

Si bien siete de las últimas ocho elecciones pueden ser caracterizadas como elecciones de cambio, la volatilidad política ya se ha convertido en un lugar común en una nación tan polarizada y tribalizada como Estados Unidos hoy. Un reciente estudio del Carnegie Endowment muestra que ninguna democracia consolidada en tiempos recientes se ha encontrado tan profundamente polarizada como lo está la estadounidense. Si los Republicanos conquistan la Cámara y el Senado en noviembre, Biden se convertiría en el quinto presidente al hilo en ver a su partido perder ambas cámaras legislativas durante su mandato. Pero aparte del pesimismo Demócrata, ¿cuál es la historia de este año? ¿Qué motiva a los votantes? ¿Qué está espoleando a las elecciones, además de los habituales e históricos movimientos pendulares de la política estadounidense? Lo que brinca a primera vista es que EE.UU es hoy una nación cansada. Este es un país agotado por la política, por una pandemia que no se acaba. Está agotado por la incertidumbre. Está agotado por la inflación, que la administración inicialmente subestimó. Está agotado por un contexto internacional violento y fluido. Y eso evidentemente no es idóneo para quien sea el que detente el poder. A la vez la nación se encuentra agitada por la posibilidad de que la Suprema Corte, escorada a la derecha, pueda dar al traste con el derecho al aborto. Si bien este último factor podría motivar y activar a la base de votantes Demócratas camino a los comicios y el día mismo de la elección, posiblemente blindando por lo menos el control Demócrata en el Senado, hay un segundo factor clave que es la desilusión. Muchos creían que con Biden asumiendo el cargo el país volvería a una sensación de normalidad. Como resultado de los últimos meses, 2022 se perfila como un año en el cual la confianza entre el presidente y muchos de los votantes -progresistas pero también moderados- que ayudaron a elegirlo se ha erosionado, con un Partido Demócrata cuya política identitaria y social se ha topado con resistencias y rechazo social fuera de las zonas metropolitanas del país.

Sin embargo, aunado a lo anterior, hay un tercer factor adicional -cardinal, quizá- camino a las urnas en noviembre. Ese factor, que han vuelto a remachar los procesos primarios en cinco estados (particularmente en uno emblemático y clave, que es Pensilvania) la semana pasada y que debiera poner en alerta a la democracia estadounidense, es cuánto se ha radicalizado la base electoral del Partido Republicano.

El resultado sin duda más importante y perturbador es la decisión del GOP de Pensilvania de seleccionar, por un amplio margen, al senador estatal Doug Mastriano como su candidato a la gobernatura. Hay polos radicales, y luego está Mastriano, quien se encuentra a la derecha extrema de la extrema derecha. Es un ferviente apóstol de la patraña de la “elección robada” de 2020, asistiendo al mitin de Trump que precedió al asalto sedicioso del Capitolio del 6 de enero de 2021, fletando camiones para transportar a manifestantes desde Pensilvania, buscando que la legislatura estatal anulase el voto de los electores Demócratas del estado en el Colegio Electoral y quien desde entonces ha promovido un esfuerzo constitucionalmente quijotesco para descertificar al presidente. En Carolina del Norte, la primaria Republicana eligió al Representante Ted Budd -quien votó en el Congreso en contra de certificar los resultados de 2020 y continúa negándose a reconocer a Biden como el presidente- como candidato para contender por un escaño al Senado. Y en Idaho, donde Trump ganó abrumadoramente en 2020, el 57 por ciento de los votantes Republicanos respaldó a dos candidatos que han propalado las mentiras de Trump y las patrañas del supuesto complot Demócrata de sustituir a la población étnicamente blanca por migrantes.

Un estudio reciente reveló que uno de cada cinco legisladores estatales Republicanos en el país está afiliado a grupos de extrema derecha. Ideologías y conspiraciones que alguna vez fueron marginales e inaceptables ahora son tan importantes en el GOP que la cúpula del partido simplemente se niega a denunciarlas. Al menos 357 legisladores estatales Republicanos -el 44 por ciento de los legisladores de ese partido en los nueve estados donde la pasada contienda presidencial se decidió por un margen estrecho- han utilizado su cargo para desacreditar o tratar de anular los resultados de las elecciones presidenciales de 2020, según una análisis de votos y declaraciones oficiales publicado por The New York Times el domingo pasado. Ello expone cuán profundamente arraigadas se han vuelto las mentiras y la desinformación sobre la derrota de Trump en las legislaturas estatales, las cuales desempeñan un papel integral y clave en la democracia estadounidense. De ganar en noviembre como parte de una oleada Republicana, esta nueva hornada de políticos no solo podría controlar, en el caso de Pensilvania, un estado que de nueva cuenta podría definir el resultado de la elección presidencial en el Colegio Electoral en 2024 sino que se sumarían a legisladores impresentables de extrema derecha en el Capitolio como Andy Biggs, Lauren Boebert, Paul Gosar o Marjorie Taylor Greene.

La Casa Blanca, el Presidente Biden, su partido y los candidatos Demócratas debieran ciertamente valerse de este creciente extremismo antidemocrático para convertirlo en el hilo conductor de la narrativa e historia de esta elección y para buscar contrarrestar las sombrías predicciones que hoy predominan en torno al potencial dictamen que podrían arrojar las casillas. Como parte de esa narrativa destacará también enfatizar la aprobación de un importante paquete de estímulo económico y un proyecto de ley de infraestructura bipartidista, la creación de aproximadamente 8 millones de puestos de trabajo y la tasa de desempleo más baja en medio siglo. Esa historia Demócrata ahora también incluye la confirmación de la primera mujer negra en la Corte Suprema, una promesa que el presidente le cumplió a uno de los bloques electorales más leales de su partido. Los Demócratas también buscarán compensar sus desventajas estructurales movilizando a los votantes en torno al aborto y otros temas socioculturales. Muchos políticos y estrategas Demócratas esperan que hacia fines de este verano, las condiciones económicas hayan mejorado, particularmente en el frente de la inflación. Si eso sucede, algunos de ellos piensan que a pesar de que para junio los votantes estadounidenses suelen haber tomado ya una decisión acerca de cómo votaran en noviembre, éstos podrían reevaluar sus impresiones sobre Biden y que los indecisos podrían pensársela dos veces antes de devolver el poder a un Partido Republicano crecientemente antidemocrático y que más que nunca sigue bajo el control de Trump. Eso presupone como sine qua non, evidentemente, que para finales de este año el riesgo significativo de una recesión inminente se haya disipado.

La política siempre es volátil y fluida, y cuando faltan aún poco más de cinco meses para las elecciones, bien pueden darse acontecimientos imprevistos o sorpresas que modifiquen las tendencias actuales. Las campañas marcan la diferencia, al igual que las cualidades y perfil de cada uno de los candidatos, especialmente en las contiendas a nivel estatal para el Senado y las gobernaturas. Pero en una coyuntura en la cual estrategas electorales Demócratas admiten que este ha sido el peor entorno político-electoral que han visto en mucho tiempo, con las mayorías tan estrechas como las que ostenta el partido en ambos recintos legislativos, hay muchas razones para que la Casa Blanca, el Consejo Nacional Demócrata y muchos de nosotros nos encontremos tan preocupados como lo estamos en este momento, no solo cara a lo que ocurra en las urnas el 8 de noviembre sino por la democracia estadounidense misma.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, visitó este jueves el Congreso para presentar un nuevo paquete de gasto social de costo reducido, valorado en unos 1.75 billones de dólares, con el que espera conseguir el apoyo de las alas moderada y progresista del Partido Demócrata.

El plan mantiene las inversiones en el clima y la educación infantil que estaban previstas en el proyecto inicial de 3.5 billones de dólares, pero deja fuera la garantía de una baja familiar y de maternidad pagada a nivel nacional, y baja las expectativas de un plan de regularización para los inmigrantes indocumentados.

“Todo el mundo está de acuerdo con esto”, aseguró Biden a los periodistas al llegar al Congreso para reunirse con los demócratas, en un intento de llegar con ellos a un acuerdo antes de salir en unas horas de viaje a Roma para participar en la cumbre del G20.

Sin embargo, el senador demócrata Dick Durbin dijo a periodistas que hay “mucha incertidumbre” sobre si el nuevo plan conseguirá unir a las facciones del partido, y que estaba por ver si el ala progresista aceptará un proyecto que recorta a la mitad el gasto social previsto originalmente.

El paquete, anunciado este jueves por La Casa Blanca, mantiene una inversión de 555,000 millones de dólares en la lucha contra la crisis climática, sobre todo a través de incentivos fiscales para el uso de fuentes de energía limpias.

Otros 400,000 millones se destinarán a la educación gratuita para los niños de entre 3 y 4 años, los dos años previos al ingreso a la escuela primaria; y 200,000 millones más permitirán ampliar un año más los créditos fiscales para los estadounidenses de menores ingresos que tienen hijos.

También incluye inversiones en seguros médicos y vivienda asequible para personas de bajos ingresos, pero deja fuera un pilar clave de lo que había sido la agenda de Biden, la garantía de una baja remunerada por maternidad o paternidad, un derecho que en EUA no está garantizado a nivel federal.

El plan de La Casa Blanca deja la puerta abierta a añadir otros 100,000 millones de dólares que se destinarían a inmigración, pero todo apunta a que irían a parar a gastos de visados y no a la regularización de millones de indocumentados, como querían inicialmente los demócratas.

La financiación del plan de gasto de Biden se basa en la imposición de una tasa del 15% para las grandes empresas, dentro del acuerdo global de un impuesto mínimo internacional a las multinacionales. Asimismo, aumenta un 5% los impuestos para las personas con ingresos superiores a 10 millones de dólares; y 3% adicional para las de más de 25 millones de dólares.

Penaliza, por otro lado, con un 1% la recompra de acciones por parte de las grandes empresas, mecanismo utilizado para elevar el precio de los activos. Queda fuera, finalmente, la propuesta de aplicar impuestos a los multimillonarios, quienes ganan más 100 millones de dólares al año o cuyos activos están valorados en más de mil millones de dólares.

Más tarde, desde La Casa Blanca, el presidente calificó como “histórico” el nuevo paquete de gasto social, reconociendo que tuvo que reducirlo para lograr el apoyo de todas las corrientes del partido demócrata.

“Nadie consiguió todo lo que quería, incluido yo mismo (…) Pero eso es con lo que hice campaña. Hace tiempo que digo que el compromiso y el consenso son las únicas maneras de hacer algo grande en una democracia”, dijo el mandatario horas antes de salir de viaje por Europa.

A pesar de las intensa campaña que hicieron los republicanos, el gobernador de California, Gavin Newsom, venció la revocación de mandato con el que buscaban quitarle el puesto, una victoria que el demócrata calificó de respaldo a su manejo de la pandemia de coronavirus y los valores progresistas de su partido.

Newsom ganó por amplio margen en la consulta sobre revocación, impulsado por la gran participación en las urnas, lo que aseguró que el estado más poblado y rico del país siga teniendo a un demócrata al frente.

Con alrededor de dos tercios de las boletas contadas, el “No” a la pregunta sobre si se debía destituir a Newsom ganaba por un margen de 2 a 1. Esta importante ventaja se obtuvo, según algunos expertos, gracias al voto por correo depositado antes de la votación presencial del ayer.

Aunque es probable que se reduzca un poco en los próximos días a medida que se cuentan las de los centros electorales, la ventaja de Newsom en esas boletas, que fueron las primeras en revisarse, será irrevocable.

“‘No’ no es lo único que se expresó esta noche”, dijo Newsom en una conferencia de prensa. “Quiero poner el foco en a lo que hemos dicho `Sí’ como estado: dijimos sí a la ciencia, dijimos sí a las vacunas, dijimos sí a acabar con esta pandemia”.

Casi con toda seguridad, el conductor de radio republicano Larry Elder habría reemplazado a Newsom si el referendo hubiese salido adelante, aportando una visión política totalmente opuesta, aunque habría tenido que enfrentarse a una Legislatura controlada por los demócratas.

Al reconocer su derrota, Elder dijo ante una pequeña multitud que “quizás hemos perdido la batalla, pero ganaremos la guerra”.

Esa declaración y el hecho de referirse a sí mismo como “exconductor de radio” hacen pensar que buscará la candidatura republicana para la elección del año próximo. Newsom ya ha dicho que se presentará a reelección.

El referendo, centrado en el enfoque de Newsom sobre la pandemia, reflejó la acalorada división política del país con respecto a los cierres de negocios y a la obligatoriedad de usar mascarilla y vacunarse contra el COVID-19, y ambos partidos analizarán el resultado de cara a las elecciones de mitad de legislatura de 2022.