La frase era demasiado tóxica incluso para Nikita Jruschov, un veterano comunista de la guerra, líder de la Unión Soviética, que exigió el fin de la utilización del término “enemigo del pueblo” porque “elimina la posibilidad de cualquier tipo de lucha ideológica.”

“Enemigo del pueblo”, término que el señor Kruschev utilizó ante el Partido Comunista soviético en 1956 en un discurso que se denunció como culto a la personalidad de Stalin; fue introducida específicamente con el propósito de aniquilar físicamente a tales personas que no estaban de acuerdo con el líder supremo.

Es difícil saber si el presidente Trump es consciente de la resonancia histórica del término, una etiqueta asociada generalmente con los gobiernos comunistas despóticos en lugar de las democracias. Pero su decisión de desencadenar la terminología ha dejado algunos historiadores rascándose la cabeza. ¿Por qué el líder elegido de una nación democrática abrazar una etiqueta que, tras la muerte de Stalin, incluso la Unión Soviética resolvió ser demasiado cargada de connotaciones siniestras?

Nina Khrushcheva, la bisnieta del señor Jruschov y profesor de asuntos internacionales en la New School en Nueva York, dijo que la frase era de su bisabuelo “por supuesto también se utiliza consignas soviéticas y expresiones ideológicas pero aún así trató de mantenerse alejado de denuncias de barrido de segmentos enteros de la población soviética.”

En el caso de Trump, sin embargo, este termino lo ha utilizado como marca para los enemigos, específicamente, de un segmento de la población, los representantes de lo que él llama los medios de comunicación “falsos” de noticias, incluyendo The New York Times.

Texto completo en The New York Times