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GENÉTICAMENTE MODIFICADO

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Estados Unidos escaló este jueves su rechazo a las restricciones impuestas por México a las importaciones de maíz genéticamente modificado y solicitó la instalación de un panel de solución de controversias en el marco del T-MEC, informó la oficina del Representante Comercial (USTR).

La solicitud de llevar la disputa a una nueva instancia, se anuncia tras el fracaso de consultas formales para resolver las diferencias entre los dos países sobre el uso de maíz transgénico, ampliamente producido por los agricultores estadounidenses.

Washington alega que el decreto que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) anunció, y que prohíbe las importaciones de maíz transgénico utilizado en masa y tortillas para el consumo humano, no se basa en ciencia y viola sus compromisos en virtud del acuerdo comercial de América del Norte.

Si el panel falla a favor de Estados Unidos y México no cumple con sus directivas, la USTR ganaría en última instancia el derecho de imponer aranceles punitivos a los productos mexicanos, una medida que podría desencadenar una guerra comercial poco común.

La representante comercial de Estados Unidos, Katherine Tai, dijo en un comunicado que la medida tenía por objeto hacer cumplir las obligaciones de México en el T-MEC de mantener las regulaciones basadas en ciencia sobre la biotecnología agrícola.

“Es fundamental que México elimine sus medidas biotecnológicas inconsistentes con el T-MEC para que los agricultores estadounidenses puedan seguir accediendo al mercado mexicano y utilizar herramientas innovadoras para responder a los desafíos climáticos y de seguridad alimentaria”, dijo Tai.

Y es que México compra cada año a Estados Unidos maíz por un valor de unos 5,000 millones de dólares, lo que convierte a este país en su mayor socio comercial. La mayor parte de esas compras son de maíz amarillo transgénico utilizado para la alimentación del ganado.

La solicitud del panel se produce tras 75 días de consultas formales solicitadas por funcionarios estadounidenses en junio pasado.

México pidió a Washington realizar conjuntamente una investigación científica sobre los efectos del maíz modificado genéticamente en la salud pero, según lo dicho por un funcionario mexicano de alto nivel a la agencia Reuters, Estados Unidos se negó.

El gobierno de nuestro país argumenta que el maíz biotecnológico perjudica a las variedades autóctonas y puede tener efectos adversos para la salud.

“El enfoque mexicano de la biotecnología no se basa en ciencia y va en contra de décadas de pruebas que demuestran su seguridad y del riguroso sistema de revisión reguladora basado en ciencia que garantiza que no supone ningún daño para la salud humana y el medio ambiente”, dijo por su parte el secretario estadounidense de Agricultura, Tom Vilsack, citado en el comunicado.

Tras conocerse sobre la solicitud, el gobierno federal, a través de la Secretaría de Economía, indicó que fue notificada formalmente por la USTR sobre su intención de dirimir, a través de un panel de solución de controversias, las diferencias entre ambos gobiernos en torno a la regulación del maíz genéticamente modificado.

La dependencia dijo que se encuentra preparada para defender la posición mexicana en el panel internacional y demostrar que: la regulación nacional es consistente con los compromisos suscritos en el T-MEC; y que las medidas impugnadas no tienen afectaciones comerciales.

Ahora que fue solicitado el panel, la siguiente etapa procesal será la designación de los miembros del mismo. Posteriormente, los panelistas deberán emitir un calendario procesal. Conforme a los plazos previstos en el propio Tratado, se calcula que la decisión del Panel se pueda dar a conocer en el transcurso del próximo año, lo que coincidirá con las elecciones presidenciales en ambos países.

Cirujanos del hospital Langone Health, de la Universidad de Nueva York, Estados Unidos, lograron que el trasplante de un riñón de cerdo genéticamente modificado funcionara 32 días en el cuerpo de una persona con muerte cerebral, lo que supone un hito.

El trasplante se realizó el pasado 14 de julio en un paciente de 57 años fallecido pero cuyo corazón sigue bombeando con asistencia, y los 32 días que lleva funcionando el órgano suponen “el periodo más largo en que un riñón de cerdo modificado genéticamente ha funcionado en un humano”, según un comunicado de la institución.

Este mismo miércoles se publicó en la revista JAMA Surgery una investigación de otro caso que refleja los avances en los xenotransplantes, de la Universidad de Alabama, en el que a otro paciente con muerte cerebral le trasplantaron dos riñones de cerdo modificados y estos funcionaron durante siete días.

La investigación de Nueva York, que continuará hasta mediados de septiembre, supone el quinto xenotransplante del hospital NYU Langone, y estuvo dirigido por el doctor Robert Montgomery, presidente de su departamento de Cirugía y director del Instituto de Transplantes de la institución.

Se indicó que en otros trasplantes de órganos de cerdos modificados se incorporaban hasta 10 modificaciones genéticas, pero en este estudio se usó un riñón con solo un gen modificado específicamente.

“Este trabajo demuestra que un riñón de cerdo, con solo una modificación genética y sin medicaciones o aparatos experimentales, puede reemplazar la función de un riñón humano al menos durante 32 días sin ser rechazado”, indicó el cirujano, que realizó el primer xenotransplante de este tipo en septiembre de 2021.

Recordemos que el primer problema de los xenotransplantes es el “rechazo híper agudo” que ocurre en cuestión de minutos cuando se conecta un órgano animal al sistema circulatorio humano, pero si se “elimina” el gen responsable de ese rápido rechazo, llamado “alfa-gal” y que opera mediante anticuerpos, se puede evitar ese rechazo.

El riñón y la glándula timo transplantados al paciente procedían de un cerdo “GalSafe”, un animal modificado genéticamente por la empresa biotecnológica Revivicor, que ha recibido luz verde del regulador de Estados Unidos “como fuente potencial para terapias humanas y fuente de alimentación para personas con síndrome alfa-gal”, una alergia a las carnes desencadenada por la picadura de un tipo de garrapata.

México rechazó por primera vez autorizar una nueva variedad de maíz transgénico, en una señal de que el gobierno federal está endureciendo su posición en torno a los cultivos modificados genéticamente.

A finales de agosto, la Cofepris rechazó un permiso para una nueva variedad de maíz transgénico solicitada por la empresa farmacéutica y de cultivos alemana Bayer, según datos del Consejo Nacional Agropecuario (CNA).

La Cofepris determinó que la nueva variedad de semilla estaba diseñada para tolerar el glifosato, añadiendo que consideraba peligrosa la sustancia ampliamente utilizada, y dijo que su rechazo se basaba en un “principio de precaución”, según los datos.

El presidente del CNA, Juan Cortina, dijo en entrevista con la agencia Reuters que los importadores mexicanos de maíz comenzarán a sentir el impacto del rechazo a la brevedad. “Ahí hay ya un primer obstáculo, que no es inmediato, pero que ahí va a venir”, dijo, añadiendo que existen otros siete permisos pendientes de semillas de maíz transgénico que llevan entre 14 y 34 meses esperando resolución. Consideró que la decisión viola el acuerdo comercial de América del Note, el TMEC.

Mientras que organismos reguladores de todo el mundo han determinado que el glifosato es seguro, en junio del año pasado Bayer se comprometió a pagar 9,600 millones de dólares para resolver alrededor de 100,000 demandas, al tiempo que negaba las reclamaciones de que el herbicida causara cáncer.

En el pasado, el gobierno federal aprobó unas 90 variedades de maíz transgénico para su importación, entre casi 170 autorizaciones totales de semillas genéticamente modificadas, incluyendo algodón y soya. Pero bajo el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), la Cofepris no ha aprobado ninguna semilla transgénica.

El año pasado, México importó más de 16 millones de toneladas de maíz de proveedores estadounidenses, casi todo cultivado a partir de variedades transgénicas. México es autosuficiente en producción de maíz blanco, que se utiliza para hacer tortillas, el alimento básico, pero depende en gran medida de las importaciones de maíz amarillo, tanto para la alimentación de ganado como para numerosos usos industriales, como la fabricación de cereales y salsas.

Recordemos que López Obrador emitió un decreto a finales del año pasado que pretende prohibir para 2024 tanto el glifosato como el maíz transgénico para consumo humano, pero aún existe confusión sobre si la prohibición se aplicaría también al grano destinado a alimentación de ganado o a la demanda industrial.