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El presidente Donald Trump anunció este viernes que decidió “romper” la relación de su país con la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El anuncio que se da en medio de la pandemia por Covid-19, responde a que Trump acusa a la OMS de haber gestionado mal la emergencia sanitaria, al creer en exceso las informaciones aportadas por China.

Aunque no dio más detalles al respecto, el anuncio de Trump supone la suspensión permanente de la contribución de su país a la organización, ahora congelada y que se estima entre 400 y 500 millones de dólares anuales.

Dicha contribución equivale aproximadamente a un 15% del presupuesto total del organismo.

En su conferencia de prensa, Trump comentó sobre la ley de seguridad nacional que China aprobó para Hong Kong. Acusó que China “incumplió su palabra” sobre la autonomía de la región.

Anunció que impondrá sanciones a algunos ciudadanos chinos y que ha ordenado a su Gobierno “eliminar las
excepciones que dan a Hong Kong un trato diferente y especial” respecto al de China, incluidos los beneficios arancelarios.

“Nuestras acciones serán fuertes, nuestras acciones serán significativas”.

El mandatario estadounidense también dio a conocer la suspensión de ingreso a su país de ciudadanos de China que presenten “riesgo” de seguridad.

En un nuevo capítulo del reciente del enfrentamiento, Twitter señaló un mensaje del presidente Donald Trump que publicó sobre las protestas de Minneapolis, al considerar que “glorifica la violencia”.

Y aunque aseguró que el tuit viola sus reglas, la red social decidió que siga siendo visible al indicar que puede ser del interés público.

Esta mañana, el mandatario escribió que los militares iban a ser enviados a Minneapolis, para contener la violencia después de dos días de enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes, tras la muerte por asfixia de un hombre negro a manos de la policía, poco después de ser arrestado.

“Cuando comience el saqueo, comienza el tiroteo. Gracias”, escribió Trump, una frase que ocupó como amenaza el jefe de la policía de Miami, Walter Headly, en 1967.

“Este tuit incumplió las reglas de Twitter relativas a glorificar la violencia. Sin embargo, Twitter determinó que puede ser de interés público que dicho tuit permanezca accesible”, explicó la red social en el mensaje que colocó a la publicación.

Debido a la disputa generada por los tuits que la red social le marcó como información falsa o imprecisa, Trump firmó la tarde de ayer un decreto para limitar la protección de las redes sociales y la laxitud de la que gozan para la publicación de contenido.

“Tienen el poder incontrolado de censurar, editar, ocultar o modificar cualquier forma de comunicación entre individuos y grandes audiencias públicas”, explicó Trump al firmar el decreto, que debería ser el punto de partida de una larga batalla judicial.

El presidente Donald Trump cumplió su amenaza y esta tarde firmó un decreto que, según explicó, tiene como objetivo “defender la libertad de expresión de uno de los mayores peligros a los que se ha enfrentado nunca  Estados Unidos”.

Durante la firma, Trump indicó que instruyó al fiscal general William Barr para que trabaje con los estados para hacer cumplir las leyes contra lo que describió como prácticas comerciales engañosas de las empresas de redes sociales.

El mandatario, hablando con reporteros en La Casa Blanca, agregó que un decreto contra las compañías eliminaría el blindaje de responsabilidad del que actualmente disfrutan, y las censuró por su presunta parcialidad editorial.

Recordemos que Twitter marcó con una leyenda, dos tuits del mandatario, al considerar su contenido como información falsa o imprecisa. Trump dijo que las alertas fueron “decisiones editoriales” por parte de Twitter y significaban activismo político.

Trump, quien depende personalmente en buena parte de Twitter para atacar a sus rivales, desde hace tiempo ha acusado a las principales compañías tecnológicas de Silicon Valley de estar en contra de los conservadores en las redes sociales al colocar avisos de verificación de datos o remover por completo sus publicaciones.

“Estamos hartos”, dijo Trump, asegurando que el decreto defendería la libertad de expresión.

La medida instruye a dependencias del ejecutivo a solicitar a agencias normativas independientes, como la Comisión Federal de Comunicaciones y la Comisión Federal de Comercio, que estudien si pueden imponer nuevas regulaciones a estas compañías, aunque los expertos han expresado dudas sobre qué tanto se puede lograr sin la intervención del Congreso.

Compañías como Twitter y Facebook obtienen excenciones de responsabilidad de acuerdo con la sección 230 de la Ley de Decencia de Comunicaciones, debido a que reciben el trato de “plataformas” y no de “editoriales”. Estas últimas sí pueden enfrentar demandas por los contenidos que publican.

Trump acusó a Twitter de “interferir en la elección presidencial de 2020”, e insistió en que, “como presidente, no permitiré que esto suceda”. Su director de campaña, Brad Parscale, dijo que el “claro sesgo político” de la empresa hizo que la campaña retirara “toda nuestra publicidad de Twitter hace meses”.

Recordemos que la empresa de redes sociales prohibió toda publicidad política desde noviembre de 2019.

Arturo Sarukhan

EL UNIVERSAL

 

 

A lo largo de la historia, el orden internacional ha tendido a cambiar gradualmente al principio y de pronto se acelera y cristaliza. A manera de ejemplo, si bien desde el período de entreguerras Estados Unidos ya había rebasado al Reino Unido como la principal potencia global, en 1956 una intervención fallida en el canal de Suez puso al descubierto la degradación del poder británico y marcó su capítulo final como potencia global. Hoy Estados Unidos sigue siendo la principal potencia en el mundo, pero desde hace ya una década China, como la gran potencia retadora, ha venido nivelando el terreno de juego, y si Washington no reacciona a tiempo, el COVID-19 bien podría marcar otro “momento Suez” de inflexión geopolítica mundial.

La relación entre Estados Unidos y China parece encontrarse en este momento en una espiral descendente y refleja en la actual coyuntura de la pandemia, una especie de historia dickensiana de dos naciones. Por un lado, el papel de EE.UU como líder global en las últimas siete décadas se construyó no solo sobre su riqueza económica, su poderío militar y diplomático y su capacidad de innovación e reinvención singulares, sino que se fincó también en la legitimidad que fluía de sus instituciones democráticas y su gobernanza interna, así como -de tiempo en tiempo- de la provisión de bienes públicos globales, su contribución a un orden internacional basado en reglas y la capacidad y disposición para coordinar respuestas globales a la crisis del momento. El nuevo coronavirus está poniendo a prueba estos factores del liderazgo estadounidense y hasta ahora, la Administración Trump está reprobando de manera estrepitosa ese examen. Por el otro, hasta hace unos meses China parecía estar tambaleándose bajo el impacto de la pandemia. Su economía estaba en caída libre y la muerte de un médico en Wuhan que había denunciado el manejo de política de salud pública de Beijing había desatado una revuelta en línea contra las autoridades del país. Desde entonces, China había estado buscando una oportunidad para cambiar la narrativa como la nación que encubrió y permitió la propagación acelerada del virus a la de una potencia global magnánima que ofrece liderazgo en un momento de pánico y peligro en buena parte del resto del mundo. A medida que Washington vacila, Beijing se mueve rápida y hábilmente para aprovechar el boquete creado por los errores de Donald Trump, llenando el vacío para posicionarse como el líder mundial en la respuesta a la pandemia. China está tratando de convertir su crisis de salud en una oportunidad geopolítica, mostrándose como una potencia responsable (amén de lo que pueda ocurrir en Hong Kong) tal como lo hizo después de la crisis financiera de 2008, cuando su estímulo económico ayudó a elevar la demanda global, suministrando -vía el andamiaje de La Franja y la Ruta- equipos médicos, asesoramiento y, en algunos casos, personal, a países de África, Oriente Medio, Latinoamérica y el Caribe e incluso Europa. Pero mientras que durante la gran recesión Beijing coordinó sus esfuerzos con los de EE.UU, esta vez está combinando sus donaciones humanitarias a países afectados con retórica antiestadounidense (en gran medida en el marco de su guerra comercial bilateral y como respuesta a las diatribas de Trump y a su intento xenófobo por colocarle sello de ‘Hecho en China’ al virus). La sensación que queda con este círculo vicioso es la de una superpotencia en ascenso que intenta mostrar a la superpotencia del estatus quo cuál de las dos naciones es la más importante.

¿Podrán ambas naciones escapar en esta coyuntura lo que el internacionalista Graham Allison llama la trampa de Tucídides? En su “Guerra del Peloponeso”, el historiador y general griego describe que fue el ascenso de Atenas y el temor que eso inculcó en Esparta lo que hizo que la guerra fuese inevitable. En el pasado, cuando potencias retadoras y del estatus quo evitaron la guerra, se requirió de ajustes enormes y dolorosos en las actitudes y acciones no sólo de la nación retadora sino también de la retada. Históricamente en las relaciones internacionales, suelen coincidir tres atributos que convierten una emergencia internacional en una reconducción pacífica del realineamiento geopolítico: la existencia de una alianza en tiempos de conflicto o volatilidad que se transforma en una coalición de paz o estabilidad; un final identificable, marcado y claro de la crisis con el que comienza un nuevo capítulo en el sistema internacional; y la presencia de un país poderoso y visionario para guiar el esfuerzo. Hoy, esos
tres atributos están ausentes, y la relación entre Estados Unidos y China se ha deteriorado al nivel más bajo desde la masacre de Tiananmen en un momento particularmente desafortunado, cuando los dos países deberían unir fuerzas para mitigar los estragos sociales económicos y financieros -y eventualmente los geopolíticos- causados por la pandemia. Después de más de 40 años de interacción entre Estados Unidos y China, las dos superpotencias no han podido salvar el abismo ideológico que las separa. Una pandemia global podría haber servido como una ocasión para una mayor cooperación: en realidad, solo ha hecho que la brecha sea más patente.

Si bien el conflicto no es inevitable y esta nueva era de rivalidad geopolítica puede diferir en aspectos importantes de las tensiones de Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética entre 1947 y 1991, las diferencias irreconciliables en los valores políticos y las ambiciones estratégicas entre China y EE.UU están destripando la confianza mutua. La competencia estratégica seguirá siendo el paradigma dominante, una competencia que tiene, además, implicaciones directas para México en virtud de nuestra vecindad con EE.UU y la interdependencia de nuestras economías. La pregunta es si esa rivalidad creciente, esa “Guerra Fría 2” como muchos analistas ya la están bautizando, se inclina hacia una hostilidad permanente y total y un cambio estructural del foco de poder global.

Mucho dependerá -más allá de las megatendencias y cálculos geopolíticos- de lo que suceda políticamente tanto en Washington como en Beijing. Pensar simplemente que esta polarización estratégica existe solo porque está Trump en el poder sería confundir síntoma con enfermedad; en la última década se ha dado un realineamiento bipartidista en Estados Unidos (https://www.eluniversal.com.mx/articulo/arturo-sarukhan/nacion/aguila-co…) hacia una relación de mayor dureza y realismo con China. Pero por ahora, ciertamente la ruta más directa y la mejor esperanza para el resto del mundo para impulsar en el mediano plazo la cooperación global ante la pandemia y evitar que la dislocación geopolítica entre ambas naciones sea aún mayor es la derrota de Trump en las urnas en noviembre.

El presidente estadounidense, Donald Trump, amenazó este miércoles con “regular fuertemente” o “cerrar” plataformas de redes sociales, luego de que Twitter señalara dos de sus tuits como “engañosos” y los señalara como difusores de información no verificada.

“Los republicanos sienten que las plataformas de redes sociales silencian completamente las voces conservadoras. Vamos a regularlas fuertemente o las vamos a cerrar, antes que permitir que algo así suceda”, tuiteó el mandatario.

Twitter señaló dos tuits de Trump publicados el martes, en los que el mandatario decía sin evidencia que el voto por correo llevaría a una elección manipulada. “No hay forma de que el voto por correo sea otra cosa que sustancialmente fraudulento”, escribió.

Debajo de las publicaciones, Twitter publicó un enlace que dice: “Obtenga información sobre las votaciones por correo”, una novedad para la red social que ha resistido durante mucho tiempo los llamados a censurar al presidente estadounidense por publicaciones que desafían la verdad.

Fiel a su estilo, Trump arremetió este miércoles al escribir: “No podemos permitir que las boletas por correo a gran escala se arraiguen en nuestro país. Sería libertad para todos los engaños, falsificaciones y robos de boletas. El que hiciera más trampas ganaría. Del mismo modo que las redes sociales. ¡Limpia lo que has hecho, AHORA!”, dijo el mandatario.

Trump también acusó a las redes sociales de interferir en las últimas elecciones: “Vimos lo que intentaron hacer y fracasaron (en lograr) en 2016”. “No podemos permitir que vuelva a ocurrir una versión más sofisticada de eso”, añadió.

El presidente ha usado Twitter durante mucho tiempo como una plataforma para difundir insultos, teorías conspirativas e información falsa, ante sus 80 millones de seguidores.

Antes de ser elegido en 2016, construyó su marca política apoyando la mentira de que Barack Obama, el primer presidente negro de Estados Unidos, no había nacido en el país y, por lo tanto, no era elegible para ser mandatario.

Recientemente ha provocado otra polémica al difundir el rumor infundado de que el presentador televisivo de la cadena MSNBC Joe Scarborough habría asesinado a una asistente.

La advertencia de Twitter debajo de los comentarios hechos el martes por Trump sobre la votación por correo consiste en un link, que al ser cliqueado por los usuarios les lleva a un mensaje que señala que las afirmaciones del mandatario son “infundadas”, citando información de varios medios, entre ellos CNN y el Washington Post.

Trump había dedicado sus tuits al gobernador de California, diciendo erróneamente que todos los que viven en el estado recibirían una papeleta, cuando en realidad los envíos se dirigen solo a los votantes registrados, según indica la aclaración de los verificadores.

Los tuits violaron una política ampliada recientemente por Twitter, señaló la empresa con sede en San Francisco.

“Al servir a la conversación pública, nuestro objetivo es facilitar la búsqueda de información creíble en Twitter y limitar la propagación de contenido potencialmente dañino y engañoso”, dijo la compañía cuando anunció los cambios.

Foto: Twitter

El virtual candidato presidencial demócrata, Joe Biden, criticó este domingo al presidente Donald Trump, por pasar parte del fin de semana jugando golf, mientras el país se aproxima a las cien mil muertes por coronavirus.

“La presidencia es mucho más que tuitear desde tu carrito de golf. Requiere asumir la responsabilidad final de las decisiones más importantes del mundo. Donald Trump simplemente no estaba preparado para eso, escribió Biden en Twitter.

Además, el exvicepresidente usó el tuit para promover su campaña. “Les prometo que yo lo estaré (preparado)”, mencionó. El equipo de la campaña de Trump respondió a Biden a través de una declaración enviada al portal The Hill.

“Joe Biden, quien probablemente no escribió ese tuit, ni siquiera está preparado para manejar una simple transmisión por internet desde su sótano y mucho menos para manejar una crisis nacional”, dijo Tim Murtaugh, portavoz de la campaña de reelección del mandatario.

Trump recibió múltiples críticas por pasar el fin de semana del Día de los Caídos en su club de golf privado en Virginia, al tiempo que tuiteaba en contra de sus adversarios políticos. En la prensa nacional circularon fotos del presidente practicando el deporte.

Por su parte Trumo respondió a las acusaciones a través de su cuenta de Twitter. Indicó que es la primera vez en tres meses que sale a jugar golf. Aseguró que no puede quedarse en La Casa Blanca todo el tiempo, como quisieran sus detractores.

Incluso acusó que Biden se la pasa normalmente “vacacionando, relajándose y haciendo tratos turbios con otros países”. Recordó que el expresidente Barack Obama también era un jugador asiduo del golf.

 

El presidente les está pidiendo a los votantes estadounidenses que miren más allá del dolor que se resiente en todo el país y le den otros cuatro años de mandato con base en la promesa de una recuperación económica en 2021.

“Es una transición a la grandeza”, dijo Trump una y otra vez, pronosticando una economía próspera hacia finales del año. “Van a ver grandes números en el último trimestre, y van a terminar gozando de un gran año el próximo año”.
Su principal asesor económico, Larry Kudlow, está de acuerdo con el optimismo y la esperanza para un “grandioso 2021”.

El presidente aprovechó también para anunciar que terminó su régimen de consumo de hidroxicloroquina para prevenir el Covid-19, medicamento cuya eficacia contra la enfermedad no está probada y ha generado advertencias de efectos secundarios graves.

“Terminado (el tratamiento), recién terminado. Y por cierto, sigo aquí”, dijo Trump durante una entrevista al programa Full Measure con Sharyl Attkinson de la cadena Sinclair Broadcast.

La semana pasada, el presidente reveló que él mismo estaba tomando el medicamento, actualmente efectivo contra la malaria y el lupus, mientras que La Casa Blanca aseguró que el médico se lo recetó. Trump también alentó a la población a tomarlo.

El presidente ha promovido ampliamente el uso del fármaco, pese a que la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) advirtió a finales de abril que su uso generalizado, fuera de hospitales, podría generar afectaciones cardiacas.

En las últimas semanas, el exdirector de la Autoridad de Investigación y Desarrollo Avanzado Biomédico (BARDA), Rick Bright, ha denunciado formalmente que fue removido de su cargo en abril por cuestionar el uso de hidroxicloroquina promovido por Trump.

Bright acusó al presidente de hacer publicidad al medicamento antimalárico para beneficiar a una farmacéutica cercana a su yerno y asesor, Jared Kushner.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró este jueves que no va a darle a la prensa “el placer” de verlo con una mascarilla (cubrebocas), utilizadas para prevenir un posible contagio de Covid-19, a pesar de utilizarla.

“No quiero dar a la prensa el placer de verlo”, ha indicado Trump durante una visita a una fábrica de Ford en Míchigan, donde se ha ordenado a todos los empleados que las lleven para protegerse.

Y aunque Trump sí llevó una mascarilla durante la visita, azul marino y con el sello presidencial, ha rechazado portarla  delante de las cámaras, según ha informado la cadena de televisión CNN.

Antes de emprender el viaje hacia Míchigan, el presidente indicó que “no sabía” si iba a llevar mascarilla durante la visita a la fábrica. “Vamos a verlo. Mucha gente me ha hecho esa pregunta”, dijo a los periodistas. “Quiero que nuestro país vuelva a la normalidad. Quiero normalizar”, justificó.

Sin embargo, se difundieron en las redes sociales unas fotografías donde el mandatario sí porta el cubrebocas que llevaba consigo.

A principios de mayo, Trump visitó las instalaciones en Arizona de la empresa Honeywell, que fabrica mascarillas N95, sin hacer uso de ninguna de ellas. Se paseó por el edificio con la cara descubierta, aunque llevaba unas gafas protectoras transparentes.

Trump aprovechó para confirmar que continuará tomando de forma preventiva hidroxicloroquina, un antipalúdico sin eficacia demostrada contra el coronavirus.

“Tengo un tratamiento con hidroxicloriquina de dos semanas. Y la he estado tomando, creo, sólo dos semanas”, ha concluido, al tiempo que ha confirmado que en la prueba diagnóstica de Covid-19 que se le ha realizado este jueves ha vuelto a dar negativo.

La visita a la fábrica de Michigan fue el tercer viaje de Trump a un estado clave en las elecciones de noviembre desde el comienzo de la pandemia, que obligó al mandatario a suspender los mítines multitudinarios que daba regularmente y que quiere retomar “pronto”, como aseguró este jueves.

Tras la visita, Ford sacó un comunicado en el que explicó que el presidente de la compañía, Bill Ford, “alentó al presidente Trump a llevar una mascarilla cuando llegó, y (Trump) la llevó durante su recorrido privado” por parte de la planta, pero “luego se la quitó”.

El presidente Donald Trump sufrirá una “derrota histórica” en las elecciones generales de noviembre próximo, en las que le pasará factura la crisis provocada por la pandemia del nuevo coronavirus Covid-19, según advierte un modelo predictivo desarrollado por Oxford Economics.

El “think-tank” británico parte de un escenario de recesión en Estados Unidos en el que el aumento del desempleo y la inflación evitará la reelección del mandatario republicano, quien obtendría apenas el 35% de los votos en esos comicios, frente al 55% pronosticado por Oxford Economics antes de la contingencia sanitaria.

“Se necesitaría un milagro económico para que los resultados favorezcan a Trump”, indica el informe, que asume que la economía estadounidense no se habrá recuperado del impacto del coronavirus para el próximo otoño, cuando se llevarán a cabo las elecciones.

Se detalla que la economía norteamericana estará “en peores condiciones que en el peor momento de la Gran Depresión”, con el desempleo por encima del 13%.

“Una tasa de desempleo superior al pico registrado durante la crisis financiera global, una caída del 6% en los  ingresos en los hogares respecto a los niveles anteriores al virus y una deflación transitoria harán que la economía sea un obstáculo casi insuperable para Trump en noviembre”, agrega el informe.

En este contexto, Oxford Economics considera que el Partido Demócrata se encamina hacia una “clara victoria”, aunque aclara que su porcentaje de votos dependerá de la participación en las urnas y de la evolución de la pandemia.

Los observadores recuerdan que el modelo predictivo de este instituto de investigación británico ha acertado el resultado en 16 de las 18 últimas elecciones en Estados Unidos, con dos únicos fallos en 1968 y 1976.

La disputa entre Estados Unidos y China sobre la gestión de la crisis del coronavirus por parte de la OMS va en aumento, mientras el mundo quiere estrategias conjuntas y acelera la búsqueda de una cura contra el coronavirus.

Acusando a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de ser una “marioneta de China”, donde brotó el virus a fines de 2019, el presidente Donald Trump amenazó con congelar indefinidamente el financiación a esa agencia de la ONU e incluso con retirar la membresía de su país si no hacía “mejoras sustanciales” en 30 días.

En respuesta, el gobierno chino acusó a Trump de utilizar a China para “eludir sus obligaciones” ante la OMS. “Es un error de cálculo y Estados Unidos ha elegido el objetivo equivocado”, afirmó el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Zhao Lijian.

Inmerso en la polémica, la Unión Europea (UE) expresó este martes su apoyo OMS. “Es el momento de la solidaridad, no de señalar con el dedo o socavar la cooperación multilateral”, dijo la vocera de la diplomacia europea, Virginie Battu.

La controversia estalló justo cuando se celebra la asamblea general de la OMS, en la que los 194 países miembros acordaron este martes una investigación independiente de la respuesta de la Organización ante la pandemia.

El texto aprobado por consenso prevé lanzar “lo más pronto posible un proceso de evaluación imparcial, independiente y completa” de la acción internacional coordinada por la OMS ante la pandemia, incluyendo las decisiones de la organización durante el desarrollo de la crisis.

Trump considera que la OMS ignoró los informes sobre la aparición del virus y le reprocha ser demasiado indulgente con las autoridades chinas en su manejo de la pandemia de la Covid-19.

El presidente Donald Trump se mostró optimista sobre la posibilidad de contar con una vacuna contra el Covid-19 para fin de año o “quizás antes”.

“Estamos buscando tenerla para fin de año si podemos, quizás antes”, dijo Trump desde La Casa Blanca, al informar sobre la carrera en el país para desarrollar una inmunización

Estados Unidos es el país más afectado del mundo por la pandemia del nuevo coronavirus, con 1.4 millones de contagios y cerca de 86,000 muertes desde que se registró el primer deceso vinculado al virus a principios de febrero.

A la pregunta de cómo se puede lograr una vacuna en un plazo tan acotado, Trump respondió que se iniciaron los trabajos en enero cuando se tuvo la secuencia genética del virus.

La proyección de Trump es más optimista que la de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), quien ayer indicó que una vacuna podría estar lista en un año en un “escenario optimista”.

Trump también anunció que nombrará a Moncef Slaoui, el exjefe de vacunas de la farmacéutica GlaxoSmithKline, y al general del Ejército de cuatro estrellas Gustave Perna para dirigir la denominada ‘Ward Spedd’ (Operación Velocidad de la Luz).

“Mi gobierno está otorgando aproximadamente 10,000 millones de dólares para apoyar un esfuerzo de investigación médica” sin precedentes”, dijo Trump, comparando la búsqueda de la vacuna contra la COVID-19 con el Proyecto Manhattan durante la Segunda Guerra Mundial que llevó al desarrollo de armas nucleares.

Trump agregó que cuando la vacuna esté lista, los militares se encargarán de distribuirla, y evocó un espíritu de cooperación global. “Estamos trabajando juntos con muchos países diferentes”, aseguró.

Hasta ahora no se ha desarrollado una vacuna exitosa para ningún tipo de coronavirus que infecte a los humanos.

Más allá de la carrera para obtener una vacuna contra el Covid-19 lo antes posible y que “millones de estadounidenses tengan acceso rápido a ella”, Trump destacó que Estados Unidos está listo para reabrir su economía, severamente golpeada por la paralización generalizada de las actividades desde mediados de marzo para evitar los contagios.

“Quiero ser claro: vacuna o no, estamos de regreso”, afirmó, en alusión al levantamiento de las restricciones en curso en el país.

La demócrata Alexandria Ocasio-Cortez fue nombrada este miércoles copresidenta de un grupo que compone un equipo especial de trabajo orientado a brindar recomendaciones que concilien los intereses del ala más liberal del partido con la moderada, en apoyo al aspirante a La Casa Blanca, Joe Biden.

“Un partido unido es clave para derrotar a Donald Trump en noviembre y hacer avanzar a nuestro país a través de una crisis sin precedentes”, dijo Biden.

El exvicepresidente de 77 años hizo el anuncio en una declaración conjunta con el senador progresista Bernie Sanders, quien también perseguía la candidatura presidencial pero retiró su precandidatura en abril pasado, respaldando la de Biden.

Sanders elogió a su otrora rival por trabajar junto con su campaña “para reunir un grupo de pensadores y activistas líderes” en busca de “unificar al partido en una dirección transformadora y progresista”.

Biden y Sanders anunciaron la creación de múltiples grupos de trabajo para abordar temas como el cambio climático, atención médica, economía e inmigración, que incluyen a destacados legisladores demócratas.

También se unen al equipo especial de trabajo figuras como el exsecretario de estado y partidario de Biden, John Kerry, quien copresidirá el grupo de trabajo sobre cambio climático con la congresista Ocasio-Cortez.

Sanders, de 78 años, está más a la izquierda que Biden y es significativamente más popular entre los jóvenes, algo que Biden necesitará para derrotar a Trump en noviembre.

Ocasio-Cortez, quien con 30 años es la joven progresista con imagen más fuerte en el partido, y otros copresidentes del grupo de trabajo presentarán sus recomendaciones de política a Biden y al Partido Demócrata antes de su convención nacional de agosto, que formalizará la candidatura presidencial.

Biden lidera las encuestas nacionales contra Trump, pero la carrera parece ser más dura en los estados bisagra, que a menudo determinan el resultado de la elección.

Anthony Fauci, el principal consejero médico de La Casa Blanca, advirtió este martes que un desconfinamiento apresurado en Estados Unidos podría tener consecuencias serias y provocar “muertes y sufrimientos que son evitables”.

El epidemiólogo, muy popular en Estados Unidos por su mensaje de calma y de control, forma parte de una comisión que compareció este martes de forma virtual ante el Senado estadounidense sobre la crisis sanitaria que ha dejado más de 80,000 muertos en el país.

El médico se dijo preocupado de que algunos estados o ciudades avancen hacia la normalidad, sin seguir una directiva del gobierno que recomienda esperar una caída sostenida de los casos durante dos semanas.

La recomendación llega en un momento en que su jefe, el presidente Donald Trump, defiende una inminente reapertura, esto tras la alza en el desempleo y la contracción de la economía.

En Estados Unidos, el país que ha registrado más muertos en la pandemia, “si una comunidad o un estado o región no sigue estas directivas y reabre (…) las consecuencias podrían ser muy serias”, afirmó el experto. “Esto paradójicamente, nos haría retroceder, sumando más sufrimiento y muertes que son evitables”, advirtió.

Los expertos participaron por videoconferencia como medida de precaución debido a que varios funcionarios de La Casa Blanca están contagiados con el virus, pero aclararon que no siguen una cuarentena estricta, ya que forman parte de la “primera línea”.

Fauci también advirtió que el balance de muertos podría ser superior a las cifras oficiales, citando como ejemplo a Nueva York, donde puede haber casos de personas que murieron de coronavirus en su casa, debido a la saturación de los servicios de salud.

Previamente, Fauci había advertido en entrevista con el diario The New York Times que si se saltaban los procedimientos del protocolo para volver a abrir el país, había un riesgo de que se produjeran múltiples focos de la enfermedad.

“El principal mensaje que quiero transmitir (…) es el peligro de intentar reabrir el país de forma prematura”, declaró el médico al diario; aunque Fauci negó que haya una confrontación con el presidente. Dijo que él le da consejos y el mandatario “los escucha y los respeta”, pero que también recibe información de otros asesores.

Por su parte, Trump inició el día con una actividad intensa en Twitter, defendiendo su gestión de la crisis y afirmando que la capacidad de pruebas de detección de Covid-19 de Estados Unidos “es la mejor del mundo”.

El presidente Donald Trump aseguró que el nuevo coronavirus ha sido un ataque a Estados Unidos, incluso peor que los ataques del 11 de septiembre.

Volvió a responsabilizar a China por la pandemia. “Este es en realidad el peor ataque que hemos tenido”, dijo el presidente.

Según Trump, la crisis que ha desatado el coronavirus es “peor” que el ataque sorpresa de Japón en 1941 contra la base militar de Pearl Harbor y “peor que el World Trade Center”, en referencia a los atentados de 2001.

“Esto no tendría que haber ocurrido”, agregó. “Se podría haber detenido en su lugar de origen. Se podría haber detenido en China”, señaló Trump.

China y Estados Unidos están enfrascados en una guerra por el origen del SARS-CoV-2, nombre científico del virus.

El jefe de la diplomacia estadounidense, Mike Pompeo, reiteró que dispone de “pruebas significativas” de que se escapó de un laboratorio en Wuhan, en el centro de China, pese a haber reconocido que no tiene “la seguridad” de que haya sido así.

Por su parte Pekín reaccionó a dichas declaraciones asegurando que Pompeo no puede presentar ninguna prueba “porque no hay ninguna”, según una portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores en Pekín.

Desde que apareció oficialmente en diciembre en Wuhan, el nuevo coronavirus ha causado la muerte de más de 260,000 personas en el mundo, aunque las cifras reales pueden ser muy superiores, y ha obligado a la mitad de la humanidad a confinarse en sus casas.

Estados Unidos, el país más golpeado por la pandemia, ya contabiliza 73,095 muertos. Le siguen Reino Unido (30,076), Italia (29,315 muertos), España (25,857) y Francia (25,809).

El presidente Donald Trump se prepara este miércoles a acelerar el desconfinamiento pese a que la pandemia de Covid-19 sigue cobrando vidas; el mandatario asegura que es necesario dejar atrás las medidas de contención para evitar una catástrofe económica en su país.

En Estados Unidos, el número de fallecidos ya es de más de 71,000, según la Universidad Johns Hopkins, el balance más elevado del mundo, y el país podría alcanzar las 100,000 víctimas fatales a principios de junio de acuerdo con diversos modelos epidemiológicos.

Pese a estos datos, el presidente Donald Trump hizo un llamado para reactivar la economía del país.

“Debemos abrir nuestro país”, dijo el mandatario desde una fábrica de mascarillas en Honeywell en Phoenix, Arizona (suroeste). “No podemos mantener nuestra economía cerrada por los próximos cinco años (…) No digo que todo sea perfecto. ¿Se verán afectadas duramente algunas personas? Sí. Pero debemos reabrir nuestro país y debemos hacerlo pronto”, añadió, sin llevar máscara, aunque sí usó unas gafas protectoras.

Una nueva etapa podría abrirse en el país, donde La Casa Blanca se preparaba para desmantelar la célula de crisis contra el coronavirus en las próximas semanas, anunció el vicepresidente Mike Pence.

La primera potencia económica mundial, donde la tasa de desempleo debería alcanzar el 20% en abril, es decir una persona activa de cada cinco, no quiere quedarse atrás, mientras Asia, donde irrumpió la pandemia, empieza a retomar actividades normales y a reabrir su economía.

La enfermedad ha causado al menos 256,000 muertos en el mundo desde su aparición en diciembre en China, y ha obligado a más de la mitad del planeta a quedarse en casa.

En otro tema, Trump aseguró hoy que el equipo de trabajo para la respuesta contra la pandemia continuará en su trabajo de forma indefinida, concentrados en la seguridad y reapertura del país.

En su cuenta de twitter Trump afirmó que la última reunión virtual con los gobernadores dio buenos resultados, por lo que se decidió mantener al equipo de trabajo a flote de forma indefinida.

Y es que recordemos que el vicepresidente Mike Pence, quien coordina dicho equipo oficialmente, confirmó que La Casa Blanca planeaba disolver el equipo de trabajo en contra del COVID-19 para el 25 de mayo.

En una serie de tuits Trump afirmó que el equipo había hecho un trabajo fantástico y remarcó que su país ha producido miles de ventiladores, los cuales han podido otorgar a otros países, además de afirmar que hacen más pruebas que cualquier otro país para combatir la enfermedad.

El presidente Donald Trump anunció este viernes que la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA) había otorgado una autorización a Gilead Sciences Inc para el uso de emergencia de su medicamento antiviral experimental Remdesivir para tratar pacientes con Covid-19.

Durante una reunión con el presidente ejecutivo de Gilead, Daniel O’Day, el republicano calificó la medida como un primer paso importante y dijo que la compañía estaba donando 1 millón de frascos del medicamento para ayudar a los pacientes.

“Estoy contento de anunciar que Gilead obtuvo de la FDA la autorización urgente para el uso del remdesivir”, indicó Trump en La Casa Blanca.

El Remdesivir, según un estudio, facilita una recuperación más rápida de los pacientes con Covid-19, por lo que su autorización permitirá a los hospitales estadounidenses recetarlo para los enfermos más graves, por ejemplo.

El fármaco fue aprobado tras un estudio en que los pacientes infectados por Covid-19 se recuperaban más rápido, algo que fue anunciado por el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, Anthony Fauci.

Sin embargo, la FDA aclaró que “no hay ningún producto disponible aprobado por la FDA para tratarel Covid-19” en términos generales, y que el uso del Remdesivir puede beneficiar a algunos pacientes hospitalizados.

Esta noticia, anunciada por el propio Donald Trump, se enmarcó en la amenaza de imponer nuevos aranceles punitivos a Pekín, acusado por Washington de haber permitido, a través de su mala gestión de la crisis, que el virus se propagara.

El presidente Donald Trump insistió en que ha visto evidencia que vincula al Covid-19 con el Instituto de Virología Wuhan, con lo que reaviva el enfrentamiento con China.

Trump aseguró que China pido haber contenido el virus pero prefirió dejar que se propagara, tras asegurar haber visto pruebas que muestran que el patógeno se originó en un laboratorio de la ciudad de Wuhan.

“Podrían haberlo parado, ellos (China) son una nación muy brillante, científicamente y en otras cosas. Se escapó, digamos eso, y ellos podrían habérselo guardado, podrían haberlo parado, pero no lo hicieron”, dijo Trump a los periodistas en La Casa Blanca, sin especificar a qué tipo de prueba se refería.

Horas antes, el director de la oficina de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, Richard Grenell, descartó que el nuevo coronavirus fuera una creación artificial.

“La comunidad de Inteligencia coincide con el amplio consenso científico de que el virus COVID-19 no es ni artificial ni genéticamente modificado”, destacó el jefe de la agencia federal en un comunicado, oponiéndose así los dichos de Trump.

Agregó que la comunidad de Inteligencia continuará examinando rigurosamente la información y los datos que surjan para determinar si el brote comenzó a través del contacto con animales infectados o si fue resultado de un accidente en un laboratorio en Wuhan, la ciudad china donde se originó la pandemia.

De acuerdo con el diario The New York Times, altos funcionarios de la administración Trump han presionado a las agencias de espionaje estadounidenses para que busquen evidencia que respalde una teoría sin fundamento de que un laboratorio del gobierno chino en Wuhan fue el origen del brote de coronavirus.

El presidente Trump intensifica una campaña pública para culpar a China de la pandemia de COVID-19, que ha infectado a más de un millón de personas en Estados Unidos, y ha causado más de 63 mil muertos.