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México ha sido un modelo de probidad fiscal y monetaria desde la crisis financiera de 1994, por lo que una victoria de Andrés Manuel López Obrador podría asustar a los mercados, señala un artículo de Financial Times, en donde se refiere al tabasqueño como “carismático y mesiánico”.

 

El artículo firmado por John Authers señala que López Obrador se enfrenta en la carrera presidencial de este año a un experimentado precandidato del PRI, José Antonio Meade. “Los tres candidatos son capaces de ganar un tercio de los votos y, por lo tanto, los tres podrían ganar”, resalta el artículo titulado “El populismo latinoamericano teme una exageración a medida que las acciones se ponen al día”.

 

El diario señala que en la actualidad, la economía mundial disfruta de un avance sincronizado y los mercados disfrutan el viaje, pero una región se está perdiendo: América Latina. Subraya que este podría ser un año crucial para toda la región, pues Brasil, México, Colombia, Costa Rica y Paraguay tienen todas las elecciones presidenciales, al igual que Venezuela y Cuba.

 

“Esto podría ser importante ya que los inversionistas extranjeros tienen una historia larga y poco distinguida de reacción excesiva a los acontecimientos políticos latinoamericanos”, añade el texto.

 

El artículo enfatiza que la llegada de un populista al poder a menudo conduce a un colapso de la confianza y pone como ejemplo “la triste historia” de Venezuela en los últimos 20 años.

 

Con información de Notimex / Foto: Archivo APO

Durante la presentación del Informe Anual sobre Derechos Humanos 2018, el director ejecutivo de Human Rights Watch (HRW), Kenneth Roth, aseguró que México es el país que representa el “mayor riesgo de victoria populista” con Andrés Manuel López Obrador, quien lidera las preferencias electorales.

Advirtió que “Trump es su mejor amigo (de AMLO) políticamente hablando, porque cuanto más se mete con México y los mexicanos, más apropiada parece ese tipo de respuesta (vicoria de AMLO)”.

Pidió que ante el panorama, el mundo debe estar “vigilante” de las elecciones que se celebrarán este año en diferentes países latinoamericanos, en especial la de Mexico, donde consideró como “muy precarias” las condiciones democráticas, debido al “escaso progreso” que el Presidente Enrique Peña Nieto ha logrado en materia de seguridad.

Respecto a su informe sobre derechos humanos, en su capítulo para México, destaca la “falta de avances”, y reconoció que aunque “el gobierno federal ha impulsado iniciativas potencialmente prometedoras para encontrar a personas cuyo paradero se desconoce, éstas han tenido resultados limitados”. Como ejemplo citó el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa y los ataques contra periodistas. En materia de tortura afirmó que “es habitual que en México se torture a detenidos para obtener información y confesiones”.

 

Con información de El Universal / Foto: Twitter

Durante si visita al Senado, el Presidente de la República Eslovaca, Andrej Kiska, advirtió sobre el peligro del avance del populismo en el mundo, al que calificó como una “arma de los políticos” que los lleva a pensar más en “su propio poder que en sus propios ciudadanos”.

 

 

“El populismo, por desgracia, muchas veces se convierte en un arma de los políticos, como lo ha dicho el antiguo Secretario de la ONU, Ban Ki-Moon, que su experiencia más triste en su trabajo es que muchos líderes y muchos políticos piensan más en su propio poder que en sus propios ciudadanos”, indicó el mandatario.

 

“Lo que me preocupa a mi es el auge del nacionalismo, populismo, extremismo y el hecho de que se esté perdiendo la tolerancia en nuestras sociedades. Es deber de todos los países que se basan en los principios y valores de la democracia el unirse, no separarse”, sostuvo Kiska.

 

El mandatario advirtió que “el deber de nosotros los políticos es servir a los ciudadanos, es nuestro deber construir un mundo de amistad, de respeto mutuo y de comprensión, es nuestro deber construir un mundo de democracia y libertad”.

 

Con información de Reforma / Foto: Twitter

JESÚS SILVA-HERZORG MÁRQUEZ

REFORMA

 

 

 

Las instituciones del país siguen erosionándose. Una persistente conspiración corroe su legitimidad, se les incapacita para cumplir su labor, se les ensucia, se les olvida. Se tuercen las normas que las cuidan, se cambian las reglas para desnaturalizarlas, se les abandona como si fueran un estorbo. Los últimos años han sido terribles para el régimen de las instituciones. La erosión, por supuesto, no tiene fecha de nacimiento. No hemos vivido nunca bajo un régimen institucional estricto, sólido pero, en tiempos recientes, debe registrarse el golpe que sufrió el instituto electoral como el inicio de una acelerada descomposición, el inicio de una reversión: el origen de nuestra desinstitucionalización. Fue hace ya una década cuando el Instituto Federal Electoral fue descabezado. Un órgano constitucionalmente autónomo, el símbolo del cambio democrático fue decapitado. La protección constitucional que lo amparaba fue arrollada por el perverso acuerdo de la clase política. Si la Constitución escuda a un órgano, no hace falta más que cambiar la Constitución para derruirlo. La clase política truena los dedos y cambia una ley en principio inamovible. El golpe era una advertencia o, más bien, una amenaza: la autonomía de los árbitros depende del capricho de los jugadores.

 

Si uno atiende al texto de las reglas, pensaría que el país cuenta con instituciones admirablemente sólidas, que el conflicto encuentra árbitros jurídicamente robustos que se elevan con tranquilidad por encima de los poderes políticos y los intereses económicos. Hemos establecido un archipiélago de órganos autónomos para regular las elecciones, para promover la competencia, para regular las telecomunicaciones, para recabar datos, para defender los derechos humanos, para combatir la discriminación. Cada uno de estos órganos cuenta con un estatuto protector: se cuida el reclutamiento de los titulares, se dispone una serie de procedimientos para impedir su subordinación, se fijan mecanismos para marcar distancia. Pero de nada sirven estos resguardos frente a la sagacidad autoritaria. Hemos levantado fortines que son, en realidad, estructuras de cartón.

 

No hay órgano que resista la inquina de los poderes. Puede haber estatutos de autonomía pero no hay respeto por la autonomía. Los órganos autónomos pueden decapitarse con facilidad. También se les puede desnaturalizar a través de su integración. Vulnerar la autonomía tratando a las entidades como delegaciones de la administración o de los partidos políticos. Más grave aún es que se viole la ley para colocar a subalternos. Así se hizo con una institución crucial para el país: el INEGI. El escándalo de su reclutamiento más reciente fue breve pero no debe olvidarse. Violar la ley para insertar a un subordinado en un órgano autónomo es trastocar el sentido mismo de su existencia. Colocar en el órgano directivo de un órgano autónomo a un representante del gobierno aunque no cumpla los requisitos de ley es darle al traste a la institución. Los tecnócratas como el secretario de Hacienda que gritan sobre el peligro del populismo, lo arremedan y lo convocan al degradar a las instituciones.

 

El desdén corroe igualmente la vida institucional. Actuar como si las instituciones no existieran, como si no fueran necesarias, como si lo que dijeran no mereciera respuesta. Se deslegitiman los órganos públicos cuando enfrentan el vacío de las instituciones a las que interpelan. Ignorar, por ejemplo, las recomendaciones de los órganos autónomos, dejar en el aire sus avisos es demoler su mecanismo de autoridad. Hoy atestiguamos ese desprecio al constatar que se les pretende dejar baldías. Dejar a las instituciones sin titular; mantenerlas con interinos de precaria legitimidad. Como no tenemos problemas de delincuencia, como no existe impunidad en el país, podemos darnos el lujo de vivir sin un procurador en plenitud. Como la corrupción es un problema menor, no tenemos urgencia de un fiscal anticorrupción. Como nos encaminamos a una elección plácida y en concordia, como el delito no merodea las campañas, nos podemos dar un lujo de prescindir de un fiscal electoral.

 

Debilitar instituciones: el propósito que une a la clase política entera.

El presidente de una de las principales instituciones financieras de México (BBVA), Francisco González, decidió subirse a la ya arrancada contienda electoral al afirmar que si la persona que llegue a la presidencia es alguien “que tiene una visión más del pasado, muy populista, pensando que se pueden prometer muchas cosas que después no se pueden entregar… Eso sería una vuelta atrás. No puedo explayarme mucho más, pero tenemos un país muy cercano (a México) en el que lo que hemos visto en los últimos 15 años ha sido un auténtico desastre”, haciendo clara referencia al líder nacional de Morena, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y al país sudamericano Venezuela.

 

El español añadió que si por el contrario,  “México elige, y espero que sea así, un presidente con conocimiento y una visión realista de lo que es México y el mundo, este país va a pegar un avance enorme en los próximos seis años a partir del año que viene”.

 

Las declaraciones fueron vertidas durante una conferencia en la que se anunció la donación del banco de 180 millones de pesos para la “reconstrucción y requipamiento” de escuelas en zonas dañadas por los sismos de las últimas semanas, que se sumaron a los 10 millones de pesos que donó a la Cruz Roja Mexicana en días pasados, y a las 31 toneladas de ayuda humanitaria que puso a disposición de los damnificados.

 

González comentó también sobre las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), al afirmar que “no tengo ninguna duda de que se va a negociar de forma razonable, México tiene cartas que jugar para que el acuerdo sea justo y positivo para los tres países (…) cuando uno pone fuerza y tiene razón, las cosas salen bien”.

 

El director del banco se refirió al presidente de Estados Unidos, sobre quien indicó “el planteamiento inicial de la Administración Trump ha sido erróneo y así se ha demostrado. Dice muchas cosas, pero luego hay que ejecutarlas. México tiene menos que perder que Estados Unidos”.

 

 

El Presidente Nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, afirmó que  México merece tener un mejor destino que caer en el populismo autoritario que representan los gobiernos de Corea del Norte y Venezuela , quienes son apoyados por el populismo de López Obrador y Morena.

“Todos los medios de comunicación han dado cuenta que el partido de López Obrador apoya el régimen de Corea del Norte y de Venezuela. Ese es, precisamente, el régimen político y económico que Morena ve como positivo. México no quiere ese camino”.

“Ese camino no lo quiere nadie en el mundo y tenemos todos los mexicanos que trabajar unidos, desde las distintas trincheras de la sociedad civil, de los partidos políticos, de los empresarios, de los estudiantes, de las madres de familia, para que México tenga mejores etapas de desarrollo y no caigamos en el falso espejismo de Morena, Venezuela o Corea del Norte”, indicó el líder priísta.

 

 

 

Foto: Archivo APO

En conferencia de prensa, los senadores calificados como “traidores” del PAN, Javier Lozano, Roberto Gil , Ernesto Cordero, Jorge Luis Lavalle y Salvador Vega Casillas, a quien se unió la Senadora y hermana del ex presidente Felipe Calderón, Luisa María Calderón, para posicionarse respecto a la agenda legislativa que el Frente Ciudadano por México, del cual su partido es parte,  presentó en la Cámara de Diputados.

 

El aspirante a la gubernatura poblana, Javier Lozano indicó que “nos preocupa que una vez más no se haya tomado en cuenta a los legisladores en ese acuerdo de agenda legislativa; nos preocupa aún más que se ignoren las prioridades que los gobernadores del PAN han expresado enfáticamente, y también nos preocupa que muchas de esas propuestas carezcan de solvencia y rigor técnicos y contengan altas dosis de demagogia. Nosotros nos manifestamos por cumplir la agenda prioritaria del PAN, por que es indispensable para resolver los problemas que nos aquejan como sociedad (…) nosotros no vamos a abandonar la agenda que hemos acordado con nuestro partido y con nuestros gobernadores”.

 

 

 

“El Frente no debe ser pretexto para abandonar nuestro objetivos y prioridades legislativos y de Gobierno”, indicó Javier Lozano. “Parece que el Frente, autodenominado Ciudadano solo esta preocupado por consolidar ese acuerdo en lo electoral y lo que está haciendo es despreciar gran parte de la tarea legislativa que ya habíamos acordado”, añadió Roberto Gil.

 

Al ser cuestionados sobre si esta es una nueva faractura con la dirigencia de su partido, Luisa María Calderon sostuvo que “quien está enfrentando a las decisiones del grupo (este grupo de senadores y los afines a Ricardo Anaya) son los coordinadores no nosotros (…) tenemos que cumplir con la agenda legislativa que asumimos como grupo parlamentario”.

“Estamos entrando en una pelea electoral, y los posicionamiento de ese frente están siendo tan populistas que quieren competir con Andrés Manuel (…) basta de populismo y lugares comunes, tenemos que hablarle a la gente con honestidad, está en riesgo la vida de este país”.

 

 

 

 

 

 

Foto: Twitter Javier Lozano

El corazón del populismo solía estar en América Latina, pero de unos años a la fecha, la ola populista apareció en las democracias más avanzadas de occidente. Desde Grecia, Irlanda, Italia, Holanda, Francia, Gran Bretaña y hasta Estados Unidos.

 

Su discurso ha sido el de dividir: nosotros contra ustedes. Y la población de estos países, cansada de una élite que simplemente no cumple la promesa de generar mejores condiciones de vida para la mayoría ni logra frenar las olas de migrantes que llegan a ser vistos como una amenaza a la identidad nacional y hasta a la seguridad, les ha abierto los oídos y en algunos casos, las puertas.

 

Notablemente, está el caso de Estados Unidos en donde Donald Trump uso un discurso de campaña y ahora como presidente que raya en el chauvinismo: “los chinos con sus productos; los mexicanos con sus indocumentados y los musulmanes con sus refugiados, están acabando con nosotros…y yo puedo hacer que América cambie y sea grande otra vez.” Ese ha sido, básicamente el discurso que lo llevó a La Casa Blanca.

 

 

Texto completo en EL UNIVERSAL 

Foto: Archivo APO

Ahora conocemos la vida media del populismo. Son 12 meses. Explicación científica: Sé que lo que acaba de suceder en la política británica no es idéntico a lo que sucede cuando los átomos sufren decaimiento radioactivo. Sin embargo, creo que la idea de que el populismo tiene una vida media de 12 meses  resume en buena manera lo que está sucediendo no sólo en la política británica sino también en Estados Unidos.

 

Recuéstese sólo un año. La política a mediados de 2016 estaba dominada por memes populistas ideados por gente como Dominic Cummings y Steve Bannon. “Retirar el control”; “Enviamos a la Unión Europea 350 millones de euros a la semana. Vamos a financiar nuestro NHS en su lugar”; “BeLEAVE en Gran Bretaña”. Los equivalentes estadounidenses eran “Make America Great Again”, “Drain the swamp” y “Lock her up”.

 

Esos eslóganes realmente funcionaron. Al igual que los genes, que están programados para reproducirse, los memes políticos se propagan viralmente a través de la política británica y estadounidense. La gente los retuitea, los marca con un “me gusta” en Facebook y los compartió en sus conversaciones de chats. Y luego votaron: por Brexit en junio; Por Donald Trump en noviembre.

 

En algún momento el azar político de votar por la opción populista estaba destinado a desgastarse,  o, en el lenguaje de la física nuclear, el polonio debía decaer en plomo. La única pregunta era cuándo. La respuesta parece ser después de aproximadamente un año.

 

Considere lo que acaba de suceder en Gran Bretaña. Theresa May, estimulada por sus asesores y David Davis, decidió que podría obtener una mayoría aún más grande que lo que ya tenía en el parlamento, y por lo tanto reforzar su mando en las negociaciones con Bruselas, todo, si ella convocaba a una elección anticipada. Su solicitud a los votantes británicos el 18 de abril fue clara. Ella acusó a los partidos de la oposición de “poner en peligro el trabajo que debemos hacer para prepararse para Brexit” y “debilitar la posición negociadora del gobierno” ante Europa. “Cada voto para los conservadores”, declaró, “me hará más fuerte cuando negocie para Gran Bretaña con los primeros ministros, presidentes y cancilleres de la Unión Europea”. La elección fue “necesaria para asegurar el liderazgo fuerte y estable que el país necesita para navegar a través de Brexit y más allá “.

 

Pues bien, el jueves pasado la gente habló y su mensaje fue esencialmente: “No”. Dada la opción entre “liderazgo fuerte y estable” y el candidato más abismal para el cargo de primer ministro que el partido Laborista ha puesto en marcha, un número sustancial de personas que el año pasado votaron por Brexit este año optó por Jeremy Corbyn.

 

Lo sé, lo sé: Corbyn era un remainer aún menos convencido que la propia May, y el Partido Laborista hizo campaña con la base de que aceptó a Brexit. Pero ese no es el punto. May pidió un mandato para negociar un Brexit inflexible, sacando al Reino Unido del mercado único y la unión aduanera, y terminó perdiendo la mayoría escaños en la cámara de los comunes.

 

El Daily Mail la empujaba incansablemente, denunciando a los “enemigos del pueblo”, los “lavadores” y los “saboteadores” que se atrevían a interponerse en su camino. Su humillación fue una de las dos únicas causas de celebración el viernes por la mañana, la otra, el resurgimiento tory en Escocia y la muerte de las esperanzas nacionalistas para otro referéndum sobre la independencia.

 

La esencia de la estrategia de Mat fue atraer a los votantes laboristas que habían votado por “dejar” al partido el año pasado, para unirse a los conservadores. Hay alguna evidencia de que funcionó, en que las circunscripciones laboristas cuyo electorado que el año pasado voto por una idea, ahora se inclinaron más hacia los conservadores la semana pasada. Los votantes que habían apoyado a UKIP en 2015 se volvieron a los tories laboristas.

 

Sin embargo, estos efectos fueron aplastados por la oleada de votantes más jóvenes, más sanos y mejor educados al trabajo. Como el año pasado, la edad era un factor más significativo en la política británica que la clase o el género. Según la encuesta de Lord Ashcroft, el 67% de los votantes entre 18 y 24 años votaron por el Partido Laborista y el 58% de los 25 a 34 años. Por el contrario, el 59% de los mayores de 65 años votaron por tory. El resultado inesperado de este año debe haber sido debido a la mayor participación de los votantes más jóvenes y algunas abstenciones de personas más grandes.

 

La campaña de los Laboristas parece haber sido altamente efectiva en la focalización no sólo en los asientos marginales, sino también en asientos que la mayoría de nosotros consideramos seguros como tory: Canterbury, por ejemplo, y Kensington. Sin embargo, la razón principal por la que los expertos obtuvieron esta elección equivocada fue seguramente que subestimaron la apelación de Corbyn a los menores de 35 años.

 

La mayoría de los comentaristas políticos son lo suficientemente viejos como para recordar la Guerra Fría, sin mencionar la campaña de terrorismo del IRA. Saben que en cada asunto político de su propia vida Corbyn ha estado en el lado equivocado.

Pero todo esto es historia antigua para los votantes jóvenes. Para ellos, May era una figura profundamente antipática, una directora despiadada y sin humor, cuyo eslogan “fuerte y estable” era más sugestivo para una marca de pegamento que para un liderazgo político. Corbyn, por el contrario, era el profesor de geografía disoluto que anima positivamente la rebelión juvenil.

 

May quería que la elección fuera sobre Brexit. Esa estrategia falló. Un poco menos de dos tercios (64%) de los que votaron por el Partido Laborista dijeron haber votado a favor de permanecer en la UE. Y más de dos quintas partes de los votantes del Partido Laborista (43%) todavía quieren evitar que ocurra el Brexit.

 

Esto nos dice que Brexit, que May dijo que era el punto número uno de la elección, simplemente no era lo suficientemente popular como para ganar. El número 1 para los votantes laboristas (a diferencia de los conservadores) no era Brexit sino el Servicio Nacional de Salud. Sólo el 8% de los votantes del Partido Laborista dijo que Brexit era el tema más importante, en comparación con el 48% de los votantes conservadores.

 

La mala noticia para los republicanos es que un proceso similar de decadencia ha comenzado en los Estados Unidos. Todavía apara mediados de abril, Donald Trump habría podido ganar una repetición de las elecciones de noviembre pasado. Pero no más. El número de estadounidenses que aprueban fuertemente Trump ha caído de 30% que tenía en febrero a 21% que tiene ahora. Dos veces más votantes ahora lo desaprueban. Incluso su base de apoyo anteriormente sólida está desmoronándose. En mayo, de acuerdo con Gallup, su aprobación se desplomó en comunidades militares, condados rurales de pequeñas ciudades. Si esto se traduce en que demócratas ganen en noviembre de 2018, la acusación contra Trump es una certeza cercana.

 

Así que ahora lo sabemos. Los memes mágicos de la alquimia política populista pueden convertir el plomo en oro, pero sólo durante un año. Entonces está de vuelta al plomo. ¿Y la vida media de un primer ministro conservador frustrado? Eso, mis amigos, es mensurable en días.

 

Texto publicado en The Times por Niall Ferguson

ENRIQUE KRAUZE

REFORMA

 

 

En junio del año pasado, en una conferencia de prensa con sus contrapartes de México y Canadá, Barack Obama se asumió como populista en la definición anglosajona del término, la referida a “aquellas políticas que buscan apoyar al pueblo, y en particular a las personas de clase trabajadora”. En ese momento aún se veía remoto, por no decir imposible, el arribo de Trump al poder. No sé si ahora, tras el triunfo de Brexit y del fascista que habita (a veces) la Casa Blanca, y ante el ascenso mundial de los líderes que desde la izquierda o derecha representan y defienden feroces políticas antiliberales, Obama -tan sensible y preciso con las palabras- seguiría definiéndose como un populista. No lo ha hecho y es probable que ya nunca lo haga. Y es que la palabra ha terminado por encontrar (en la realidad, no en los diccionarios) su significación definitiva, no tanto por las vagas ideologías que defiende sino por la perversa dominación que trae consigo.

 

Obama -estadista admirable- era víctima de una ilusión óptica, muy típica por lo demás del mundo estadounidense: pensar que toda la historia es historia americana. Andrew Jackson, en efecto, fue “populista” porque abrió una era de intensa participación popular en la democracia estadounidense. Pero en la acepción moderna, la que opera en Europa o en América Latina, no era un populista, entre otras cosas porque nunca rompió el orden institucional.

 

La palabra populismo ha tenido buena fama no sólo en Estados Unidos. También en Rusia, donde el movimiento Narodniki tuvo una importancia enorme en la formación de la conciencia revolucionaria. Los populistas rusos (estudiados por Franco Venturi y referidos en varios ensayos de Isaiah Berlin) eran jóvenes de la burguesía o la aristocracia que abandonaban sus hogares para ir al pueblo, para integrarse a él, aprender de él, redimirlo y redimirse. Eslavófilos por lo general, hallaron una voz en León Tolstoi, que no sólo vestía como Muzhik sino que creó la máxima idealización del alma pura en Platón Karataev, el santo campesino de La guerra y la paz. Curiosamente, fueron los propios campesinos rusos los que expulsaron a los jóvenes populistas de sus comunidades. No los reconocían como sus salvadores ni se reconocían en ellos.

 

En América Latina no hemos dudado en llamar populista al populista, con el sentido real del término. Populista fue Eva Perón, que dijo: “Yo elegí ser ‘Evita’… para que por mi intermedio el pueblo y sobre todo los trabajadores encontrasen siempre el camino de su líder”. Populista fue Hugo Chávez, que en infinitas ocasiones alardeó de ser la encarnación del pueblo: “aquí no hay nada más que amor: amor de Chávez al pueblo, amor del pueblo a Chávez”. Su sucesor no ha podido ser populista porque el carisma no se hereda, porque ya no tiene “pueblo” con el que identificarse (la inmensa mayoría se le opone, hasta el martirio). Y porque es simplemente un asesino.

 

En el México de los setenta tuvimos dos gobiernos que llamamos populistas: los de Luis Echeverría y José López Portillo. Lo fueron por su estilo demagógico y su política económica (que sepultó la economía del país en un mar de inflación y endeudamiento) pero en estricto sentido ninguno de esos mandatarios fue propiamente populista porque no establecieron un vínculo personal de dominación con “el pueblo”. El poder no residía en sus personas sino en la Silla presidencial. Entre ellos y los sufridos acarreados a sus manifestaciones mediaba un entramado sólido: la institucionalidad del sistema. Era esencialmente corrupto pero tenía límites internos y reglas infranqueables, sobre todo una: la no reelección. Los líderes populistas buscan perpetuarse.

 

“Si por ser honesto, por actuar con responsabilidad social y luchar por la vía pacífica, me acusan de populista, que me apunten en la lista”, declaró hace unos meses Andrés Manuel López Obrador. Nadie lo acusó de populista por esas razones. Pero su nombre está “apuntado en la lista” por motivos que lo alejan de Lázaro Cárdenas, el presidente más popular del siglo XX, a quien admira profundamente. Cárdenas no alentaba el culto de su personalidad, no utilizaba expresiones religiosas para definir su vocación, no amenazaba con actuar por encima de las instituciones, no promovía el odio de una parte de la nación contra otra.

 

En las librerías del mundo occidental proliferan ahora las obras sobre el populismo. Ya no hay equívocos. El populismo es el uso demagógico de la democracia para acabar con ella. A Obama la realidad le corrigió la plana: es popular, no populista.

 
www.enriquekrauze.com.mx

 

El líder nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, advirtió que México se encuentra ante el dilema de consolidar un país de libertades, empleo, seguridad y participación plural, mismo que representa el  PRI, o el populismo autoritario que representa Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

Al tomar la protesta a los integrantes del Consejo Nacional de Estrategia Digital y emitir la convocatoria del Movimiento PRI, Ochoa Reza hizo un llamado a evitar caer en la oscura caverna del populismo. “López obrador con un discurso maniqueo, que divide, de buenos y malos, nunca acepta el resultado electoral, ni la voluntad del pueblo. Nunca.

Recordó que algunos países de América Latina han enfrentado la decisión de elegir entre un gobierno con respeto a la pluralidad, la diversidad política y la propiedad privada, así como el fomento a la creación de empleos, a partir de la participación de todos los sectores de la sociedad, como el que propone el PRI, y el del populismo autoritario, como sugiere el dirigente nacional de Morena.

“Tenemos que prevenir que México caiga en la oscura caverna del populismo. Ésta es nuestra oportunidad generacional. Hay que transmitirle a la ciudadanía la verdad. En un mundo lleno de ‘fake news’ a nosotros nos asiste la verdad”, destacó el dirigente nacional del PRI.

Con información de PRI / Foto: Archivo APO

Por @vidallerenas

El Heraldo de México 

 

 

Las elecciones alrededor del mundo las están ganando candidatos que no son postulados por los partidos que tradicionalmente han disputado el poder político. Algunos son verdaderos actores que se han desarrollado fuera de los espacios políticos tradicionales.

 

Aun cuando existen coincidencias globales, las realidades de cada país son distintas. En México, la propuesta de cambio, para combatir la desigualdad y transformar el gobierno para que deje de estar capturado por una minoría y responder a las verdaderas preocupaciones ciudadanas, la encabeza López Obrador.

 

Su muy probable llegada al poder, lejos de ser un riesgo, es una oportunidad para profundizar la democracia mexicana, y combatir el principal problema de nuestras instituciones, la corrupción. En el tema económico, es también una alternativa para superar los bajísimos niveles de crecimiento económico nacional y ampliar los servicios públicos, las redes de protección y los derechos sociales de los ciudadanos. Eso es justo lo que falta para que la democracia se asiente mejor en nuestra desigual sociedad.

 

Es mentira que AMLO sea un factor que genere riesgos para la economía mexicana. No lo es porque ha establecido canales de comunicación con la empresa mexicana, a la que le ofrece políticas y un enfoque de gobierno que permita detonar inversión y empleo de calidad. Se tiene una visión de mejorar la cobertura y calidad de servicios como los de educación y salud, lo que incrementaría el capital humano y, por tanto, la productividad de los mexicanos.

 

Existe el compromiso de retomar equilibrios fiscales, que los últimos gobiernos han puesto en riesgo, reducir el gasto administrativo e incrementar la inversión pública. Es mentira que las expectativas de triunfo de López Obrador en 2018 o de Morena en el Edomex presionen el peso. En realidad en los últimos días todas las monedas de las economías emergentes se han depreciado por razones que no tiene que ver con la política.

 

México vive una crisis muy seria, económica y de seguridad, que no puede ser resuelta por las políticas impulsadas por el PRI y el PAN, los partidos de derecha que han cohabitado en el gobierno durante las últimas tres décadas.

 

Se apostó a una serie de reformas, que supuestamente faltaban para consolidar el proceso de modernización de la economía que no fueron las correctas, fueron mal implementadas y abrieron espacios para la corrupción, que no pudieron impulsar el crecimiento de la economía, que concentraron el ingreso en lugar de incluir a más mexicanos y regiones en el desarrollo. La alternativa es un cambio profundo en la manera de hacer política pública, en un marco viable, que garantice estabilidad, en ese sentido AMLO es la opción para construir una sociedad más justa.

 

 

Foto: Facebook

El presidente Trump visitó la finca en Tennessee de Andrew Jackson el mes pasado para reclamar simbólicamente el manto del primer presidente genuinamente populista desde la década de 1830. Al igual que Jackson, Trump derrotó a una dinastía política para tomar el poder y ahora estaba decidido a desafiar lo que el nuevo presidente llamó “la élite arrogante”.

 

Pero la semana pasada sugirió los límites de la comparación. Donde Jackson hizo su misión de destruir el Segundo Banco de los Estados Unidos, que él vio como una construcción de los ricos de la nación para ejercer el poder sobre la gente, Trump salvó el Banco de Exportación-Importación y señaló que puede preservar el liderazgo de la Reserva Federal, dos herramientas modernas del poder federal en la economía.

 

Mientras se acerca a cumplir sus 100 días en la Casa Blanca, Trump ha demostrado que mientras ganó el cargo con un mensaje populista, no ha gobernado de manera consistente de esa manera. Rodea a las elites y firmó el martes una orden que favorece a las compañías estadounidenses por contratos federales. Pero él ha llenado su administración con multimillonarios y cabilderos mientras que entregaba su programa económico a un banquero de Wall Street. Puede estar en guerra con el establishment de Washington, pero se ha alejado de algunas de las ideas anti-establishment que animaron su campaña.

 

El cambio se produce cuando el presidente se decidido mover de cierta forma a su asesor y allegado, Stephen K. Bannon, jefe de la Casa Blanca, estratega que hizo su misión de construir el mensaje que lo llevó a ganar. En contraste, Jared Kushner, su yerno, y Gary D. Cohn, ex presidente de Goldman Sachs, han tomado importancia como asesores de economía nacional del presidente.

 

Gran parte de esto ha desanimado a los populistas conservadores que vieron en Trump una figura única en la vida. “Manténgase fiel al nacionalismo populista, señor”, escribió Patrick Howley (quien trabajó para el Sr. Bannon en Breitbart News) en una reciente carta púbica a Trump en el sitio web de The American Spectator. “Sé que crees en ello”. “Si abandonas el populismo”, agregó, “entonces ya no tendrás ningún electorado. ¿Va a volcar a ser un demócrata?, ¿Cómo pensará la gente de ti? Estarás a la deriva.

 

Ned Ryun, fundador de American Majority, que entrena a activistas políticos, dijo que los simpatizantes de Trump estaban reaccionando. “Definitivamente hay una preocupación que está empezando a crecer”, dijo. “Creo que Trump tiene algunas creencias y matices populistas. Pero él tiene que tener a Steve Bannon susurrando en su oído, con indicaciones como: Estas son ideas ganadoras”.

 

Incluso algunos de los amigos del Sr. Trump temen que se haya alejado de las políticas que impulsaron su éxito en la campaña. “Funcionó como un populista, pero hasta ahora ha gobernado como un tradicionalista”, dijo Christopher Ruddy, director ejecutivo de Newsmax Media. El Sr. Ruddy elogió al presidente por usar su púlpito de intimidación para empujar a las compañías a mantener empleos en Estados Unidos, pero dijo que su plan de salud no era fiel a sus raíces. “Podrían estallar y hacer algo más populista, pero yo no llamaría a su presidencia hasta ahora populista”.

 

Después de todo, el señor Trump siempre fue un populista poco probable, un millonario autoproclamado con un avión privado y mansiones doradas. Trump, que por un cargo cambió a los partidos políticos siete veces antes de la campaña del año pasado, parece menos impulsado por la ideología que por el instinto surgido de su propio resentimiento de las élites que, a su juicio, nunca le han dado el respeto que merece.

 

La elección de Trump, junto con el referéndum británico para abandonar la Unión Europea y el surgimiento de partidos anti-establishment en Europa, ha centrado una atención renovada en el poder del populismo en las sociedades occidentales. Los analistas han salido a toda prisa de un estante lleno de libros, y se siguen firmando contratos para más Universidades y grupos de reflexión.

 

El populismo puede encontrarse en la derecha e izquierda en la política, alimentadas a menudo por disparidades económicas, un sentido de dislocación y de enojo por las élites. En los Estados Unidos, el populismo después de Jackson fue creciendo en la década de 1890 con la formación del Partido Popular y las campañas presidenciales de Bryan. Fue reavivado en los años 30 por Huey Long y su era de depresión.

 

Mientras que los populistas rara vez han ganado la Casa Blanca, empujaron a quienes lo hicieron, como Theodore Roosevelt, Woodrow Wilson y Franklin D. Roosevelt, quienes promulgaron políticas progresistas expandiendo el poder del gobierno sobre los “opositores de la gran riqueza”. En el otro lado del espectro, Richard M. Nixon apeló a la “mayoría silenciosa”, mientras que Ronald Reagan fue impulsado por los estadounidenses de clase trabajadora agraviados que abandonaron a los demócratas.

 

El año pasado, Trump no tuvo el monopolio del populismo. Su contraparte en la izquierda era el senador Bernie Sanders, de Vermont, quien dirigió una campaña de confrontaciones a Wall Street. Mientras que los dos comparten una aversión por los acuerdos de libre comercio y el apoyo para el gasto expansivo en nuevos caminos y puentes, el Sr. Sanders dijo que los primeros meses han demostrado que Trump es un “extremista derechista”, no un populista.

 

“Usted no es un populista cuando quiere lanzar 24 millones de personas fuera de la salud. No eres populista cuando quieres acabar con los programas de nutrición para mujeres embarazadas y niños”, indicó Sanders.

 

 

 

 

Texto completo en The New York Times

 

Por Leopoldo Gómez

Milenio

 

 

Una victoria de Geert Wilders, del Partido por la Libertad en Holanda, pudo haber sido la siguiente caída en el dominio de la globalización, tras el brexit y Trump. Pero no lo fue. Después de puntear en las encuestas, fue superado por el gobernante Partido Liberal de Mark Rutte.

 

La ficha no cayó; y, sin embargo, los populismos o movimientos antisistema avanzan. En Holanda, el Partido por la Libertad ganó escaños y se convirtió en la segunda fuerza política.

 

En Francias, la ultraderechista Marine Le Pen lidera las preferencias para la primera vuelta de la elección presidencial. Aunque se ve difícil que gane la segunda vuelta, Le Pen, con un discurso matizado, está captando electores de clases medias y altas, antes hostiles a su partido.

 

Y en Alemania, todo indica que en las elecciones de septiembre, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, la ultraderecha accederá al Bundestag.

 

Pero quizá el logro más importante de estos movimientos está en la definición de la agenda política y en el posicionamiento de los partidos tradicionales. Regresando a Holanda, una de las razones del triunfo de Rutte fue precisamente la adopción de parte del discurso nacionalista y antinmigrante de Wilders.

 

De manera similar, en Francia, quien parecía el favorito para ganar la presidencia, François Fillon (debilitado por acusaciones de corrupción), derrotó sorpresivamente en la primarkia de Los Republicanos a Sarkozy y a Juppé con un discurso de unidad más cercano a Le Pen que a su propio partido.

 

No obstante, el reposicionamiento no se limita al nacionalismo. En España, por ejemplo, Podemos y Ciudadanos pusieron el tema de la corrupción en el centro del debate. De hecho, Ciudadanos apoyó a Rajoy para formar gobierno a cambio de un pacto anticorrupción.

 

En el horizonte global también hay cambios significativos. Una expresión de la capacidad de los  populismos para definir la agenda se acaba de dar en la reunión del G-20. Por primera vez en muchos años, el comunicado conjunto no incluyóuna condena al proteccionismos ni un apoyo decidido al libre comercio. Trump impuso su agenda.

 

 

Foto: Especial

El presidente de la Comisión europea, Jean-Claude Juncker, felicitó al Primer ministro liberal holandés Mark Rutte por su “clara victoria” en las legislativas, saludando una “votación contra los extremistas”.

 

De acuerdo al portavoz del presidente del ejecutivo europeo, Margaritis Schinas, la felicitación se dio luego de que las encuestas a salida de urnas mostraron que el Primer ministro saliente derrotó fácilmente a su rival de extrema derecha Geert Wilders.

 

 

Por su parte, el Primer ministro Mark Rutte, aseguró que “Holanda votó contra el populismo… luego del Brexit y después de las elecciones en Estados Unidos, Holanda dijo no al populismo”.

 

El diputado ultraderechista Geert Wilders, que habría obtenido 19 escaños en las legislativas holandesas según sondeos, afirmó estar dispuesto a participar en una coalición gubernamental. “Si es posible, me gustaría cogobernar pero si eso no funciona (…) apoyaremos al gobierno en todo lo necesario en los temas importantes para nosotros”, afirmó

 

 

 

 

Con información de AFP / Foto: Especial

En Holanda, hoy se llevaron a cabo elecciones para elegir nuevo parlamento, y de acuerdo a los primeros sondeos dados a conocer, el partido liberal, mismo que está en el poder, ganaría las elecciones legislativas.

 

Según sondeos de salida en las urnas, el partido de extrema derecha de Geert Wilders quedaría en segundo lugar empatado con otras dos formaciones.

Según la televisión pública NOS, el Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD) del primer ministro Mark Rutte obtendría 31 escaños de 150, mientras que el Partido por la Libertad (PVV) de Wilders alcanzaría 19, los mismos que el Llamamiento Demócratacristiano y el partido de la Democracia D66.

 

 

 

 

Con información de Agencias / Foto: Twitter