Este lunes arrancaron las campañas por las gubernaturas del Estado de México, Coahuila y Nayarit. Escuchar todas las promesas que hacen los candidatos en su apertura de campaña resulta penoso tomando en cuenta que el país está tan necesitado de buenos gobernantes y tan sobrado de los cleptócratas. Esta lluvia de intenciones expone el cinismo de comprobar que, en campaña, prometer simplemente no empobrece.
En el Estado de México, Alfredo del Mazo (PRI) prometió un sueldo rosa para reconocer el trabajo de las mujeres amas de casa. Josefina Vázquez Mota (PAN) prometió un programa de capacitación para policías. Juan Zepeda prometió que va a devolver la seguridad a los mexiquenses. Delfina Gómez dijo que acabará con los feminicidios.
En Coahuila, Miguel Ángel Riquelme (PRI) dijo que si gana va a buscar eliminar el fuero para los servidores públicos; Guillermo Anaya (PAN) se comprometió a resolver en sus primeros 100 días el desabasto de medicinas y Armando Guardiana Tijerina (Morena) prometió que en su gobierno habrá cero tolerancia para con los corruptos.
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