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Un estudio publicado este jueves en Scientific Reports señala que los perros muerden con más frecuencia, hasta un 11% más, en los días más calurosos y soleados, y cuando los niveles de contaminación atmosférica son más altos.

Investigaciones anteriores habían documentado que un tiempo más caluroso y con niveles más altos de contaminación atmosférica, puede asociarse a un aumento de la agresividad en humanos, monos Rhesus, ratas y ratones.

Sin embargo, no está claro si la agresividad de los perros contra los humanos también sigue esta tendencia. Los autores advierten que hacen falta más datos e investigaciones para confirmar esta conclusión.

El estudio ha sido dirigido por Clas Linnman, investigador del Laboratorio de Neuroimagen del Spaulding Rehabilitation Hospital, en Boston, Massachusetts en Estados Unidos.

Para hacer la investigación, Linnman y su equipo examinaron datos sobre mordeduras de perro entre 2009 y 2018 en ocho ciudades estadounidenses: Dallas, Houston, Baltimore, Baton Rouge, Chicago, Louisville, Los Ángeles y Nueva York.

Según los datos públicos, facilitados por las autoridades de control de animales, en ese periodo se reportaron 69,525 mordeduras de perro, unas tres diarias durante diez años.

Los autores examinaron la relación entre los índices de mordeduras de perro y los niveles diarios de partículas finas (PM2,5), ozono y temperatura, así como los niveles de radiación ultravioleta (UV) y las precipitaciones.

El estudio revela que la incidencia de mordeduras de perro aumentó un 11% en los días con mayores niveles de UV, un 4% en los días con temperaturas más altas y un 3% en los días con mayores niveles de ozono.

Por el contrario, la incidencia de mordeduras de perro disminuyó ligeramente (en un 1%) en los días con mayores niveles de precipitaciones.

Los autores apuntan que los registros de mordeduras de perro no incluían información sobre otros factores que pueden afectar al nivel de agresividad de los perros como la raza, el sexo o si el animal está castrado o esterilizado.

Por ello, aunque los autores sostienen que estos resultados parecen reforzar la asociación entre temperaturas y contaminación altas con agresiones por parte de los perros, insisten en que se necesitan más investigaciones para confirmar y explorar esta relación.

Los ruidos de la carretera, como los motores en marcha o las sirenas, pueden provocar hipertensión, según un estudio publicado este miércoles en la revista especializada JACC: Advances.

Los investigadores encontraron que incluso si se eliminan de la ecuación los efectos de la contaminación del aire que causan los coches en la salud, existe una relación muy fuerte entre el sonido del tráfico y la hipertensión.

Para su estudio, los científicos analizaron datos de más de 240,000 personas durante un lapso de tiempo de cerca de 8 años, y se centraron en quiénes desarrollaron la enfermedad según su residencia.

Vieron que no solo había relación entre la cercanía al tráfico, sino que también la “cantidad” de ruido que recibían tenía un efecto sobre su probabilidad de desarrollar hipertensión.

Además, confirmaron que los altos niveles de contaminación del aire también aumentan el riesgo de sufrirla.

Según los investigadores, los resultados pueden servir para impulsar medidas de salud pública, ya que demuestran que el ruido del tráfico tiene un efecto negativo sobre la presión arterial.

Una nueva investigación suiza, que se presentará en el Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas (ECCMID) el próximo mes, sostiene que el COVID largo o persistente es mucho menos probable al haber sido con Ómicron la primera infección.

El estudio suizo descubrió que los trabajadores sanitarios infectados con el virus original tenían hasta un 67% más de probabilidades de notificar síntomas de COVID largo que los que no habían padecido esta variante del virus.

Por el contrario, los trabajadores sanitarios cuya primera infección fue por la variante Ómicron tenían menos probabilidades de presentar síntomas de COVID largo.

La investigación también descubrió que tener Ómicron después de una infección de la primera variante no conllevaba un mayor riesgo de COVID largo o fatiga que tener una infección del virus original solamente.

El doctor Carol Strahm, de la División de Enfermedades Infecciosas y Epidemiología Hospitalaria del Hospital Cantonal de St Gallen (Suiza), evaluó las tasas de síntomas de COVID largo en trabajadores sanitarios infectados por el virus SARS-CoV-2 de tipo salvaje, la variante Ómicron (BA.1) o ambos, y los comparó con controles no infectados.

En el estudio prospectivo participaron 1,201 trabajadores sanitarios, el 81% fueron mujeres, con una  mediana de edad de 43 años de nueve redes sanitarias suizas.

Los participantes, que fueron reclutados entre junio y septiembre de 2020, se sometieron a pruebas regulares de COVID y proporcionaron información sobre su estado de vacunación.

En marzo de 2021 (Q1), septiembre de 2021 (Q2) y junio de 2022 (Q3) rellenaron cuestionarios en línea en los que se les preguntaba cuál de los 18 síntomas prolongados de COVID experimentaban, si es que experimentaban alguno. Los síntomas más frecuentes eran la pérdida del sentido del olfato y el gusto, el cansancio y la debilidad, el agotamiento y la caída del cabello.

En el primer trimestre, el riesgo de síntomas prolongados de COVID fue un 67%mayor en los 157 trabajadores sanitarios que habían tenido la infección original que en los controles no infectados con esta variante. En el tercer trimestre, el riesgo de síntomas prolongados fue un 37% mayor en los que habían tenido la infección de tipo salvaje que en los controles.

En el caso de la fatiga se observó un patrón similar. En el primer trimestre, el riesgo de fatiga era un 45% mayor en los que habían tenido el virus original, pero en el tercer trimestre la diferencia entre los dos grupos ya no era significativa.

Sin embargo, los 429 trabajadores sanitarios cuya primera prueba positiva de COVID-19 fue para la variante Ómicron no tenían más probabilidades de manifestar síntomas prolongados de Covid-19 que los controles no infectados. Las tasas de fatiga también fueron similares entre los grupos.

El análisis también reveló que la reinfección tampoco conlleva un mayor riesgo de COVID persistente o fatiga que padecer solamente la infección por la primera variante. Del mismo modo, se probó que la vacunación no afecta al riesgo de padecer COVID largo.

Los perros son capaces de oler cuándo una persona está estresada, ya que los procesos fisiológicos asociados con una respuesta de estrés psicológico agudo producen cambios en la respiración y el sudor humanos que son captados por estos animales.

Investigadores de la Universidad de Queen, en el Reino Unido, han concluido que los perros son capaces de detectar esas señales fisiológicas con una precisión del 93.75%, y hoy publican los resultados de su trabajo en la revista Plos One.

Debido al extraordinario sentido del olfato de los perros, a su estrecha historia de domesticación con los humanos y su uso para apoyar condiciones psicológicas humanas como la ansiedad, los ataques de pánico y el trastorno de estrés postraumático (TEPT), los investigadores se preguntaron si los perros podrían sentir señales químicas para responder a los estados psicológicos de sus dueños; han concluido que sí.

Para ello, recolectaron muestras de aliento y sudor de personas no fumadoras que no habían comido ni bebido recientemente, antes y después de una tarea aritmética de ritmo rápido, y se comprobaron los niveles de estrés a partir de algunas medidas fisiológicas objetivas, como la frecuencia cardíaca o la presión arterial.

Las personas que mostraron un aumento en el estrés con esas tareas experimentaron un aumento de la frecuencia cardíaca y de la presión arterial, y los perros, de diferentes razas y mezclas de razas, fueron capaces de diferenciar las muestras de las personas que habían mostrado ese estrés y las de aquellas que se habían mantenido relajadas durante la prueba.

Los autores, tras corroborar cómo detectan los perros los olores asociados a las situaciones de estrés, han subrayado que este hallazgo, además de profundizar en las relaciones entre los humanos y los perros, podría tener importantes aplicaciones para el entrenamiento de perros capaces de ayudar a personas que padecen ansiedad o un trastorno por estrés postraumático.

En la misma revista, investigadores de la Universidad de Glasgow han publicado los resultados de otra investigación, en la que han identificado cuáles son los comportamientos de los perros que sus dueños perciben que son los más importantes para vincularse con sus mascotas.

Para tener una visión profunda de los vínculos entre los humanos y sus perros, los investigadores realizaron un estudio en el que participaron 153 propietarios de perros, y plantearon a los participantes preguntas abiertas sobre qué comportamientos caninos sentían que eran especialmente importantes para establecer y mantener su vínculo con su perro.

Los propietarios describieron una amplia gama de comportamientos clave, y entre los que más valoran de sus mascotas señalaron los de empujar al propietario con la pata o mirar hacia atrás al dueño durante los paseos, gestos que les trasladaban percepciones como que el perro es protector o se quiere comunicar con el propietario.

Los investigadores han sugerido que la incorporación de este tipo de comportamientos en los sistemas robóticos podría ayudar al desarrollo de robots que brinden los mismos beneficios de satisfacción y salud mental para las personas que la vinculación con un perro-mascota

La exposición a la luz solar estimula la ingesta de alimentos y el aumento de peso en los hombres debido a una hormona que segrega la piel, caso que no sucede en las mujeres porque su acción se ve bloqueada por la progesterona.

Un estudio que publica Nature Metabolism esta semana, indica que los hombres aumentan su consumo de alimentos durante el verano, cuando la radiación solar es máxima, según datos analizados de unas 3,000 personas en Israel durante tres años.

La investigación liderada por la Universidad de Tel Aviv recuerda que la necesidad de consumir alimentos está controlada principalmente por la comunicación entre los tejidos periféricos y el cerebro.

Las hormonas que se liberan desde órganos como el intestino, el tejido adiposo y el hígado llegan a regiones cerebrales específicas, como el hipotálamo, que dicta la necesidad de comer o parar, según la cantidad de energía disponible en el cuerpo.

La exposición solar induce el comportamiento de búsqueda de alimentos e ingesta de los mismos en los hombres, una conclusión que fue respaldada por estudios que hicieron también en ratones machos.

Tanto en los ratones como en los hombres, el aumento del apetito se correlaciona con niveles elevados de grelina circulante, la llamada hormona del hambre, que segregan las células grasas de la piel.

Durante diez semanas, los roedores fueron expuestos a diario a los rayos ultravioleta (UV), lo que estimuló la liberación de grelina, que al llegar al hipotálamo aumentó el apetito en los ratones macho, promoviendo así la ingesta de alimentos y el incremento de peso.

Sin embargo, este efecto se redujo en los ratones hembra porque la hormona sexual estrógeno interfirió en la liberación de grelina de las células grasas de la piel.

Los autores desarrollaron, además, un montaje experimental con muestras de piel humana masculina expuestas a los rayos UV durante cinco días. Esa exposición al sol provocó un aumento de la expresión de grelina, lo que coincide con el incremento del comportamiento de búsqueda de alimentos observado tras la exposición solar.

Los autores concluyen que este trabajo identifica la grasa de la piel como un posible mediador del comportamiento alimentario a través de la exposición a la luz solar, añadiendo potencialmente un nuevo subtipo de tejido graso a la ecuación del balance energético.

Además, señalan a la piel como un importante mediador de la homeostasis (equilibrio interno en el cuerpo) energética y puede dar lugar a oportunidades terapéuticas para los tratamientos basados en el sexo de las enfermedades relacionadas con el sistema endocrino.

El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) retomó este miércoles el tema del horario de verano, y la conveniencia de mantenerlo o no.

Durante su conferencia de prensa matutina indicó que consultó con el secretario de Salud, Jorge Alcocer, sobre el estudio que le pidió elaborar junto a otras dependencias para saber las ventajas y desventajas del cambio de horario que se hace cada año.

Indicó que Alcocer le alertó sobre el posible daño a la salud, lo cual se suma al mínimo ahorro que el horario de verano representa.

Se le preguntó si la intención sería eliminarlo, a lo que respondió que sí, “hay mucha posibilidad”.

AMLO indicó que se expondrían en los próximos días, en una conferencia matutina, los resultados del estudios que se hizo en el gobierno federal, que señaló, arrojó que el cambio de horario provoca un daño a la salud.

Señaló que el estudio estuvo a cargo de la Secretaría de Energía, en conjunto con la Secretaría de Energía, la Comisión Federal de Electricidad y la Secretaría de Salud. “La conclusión es que es mayor el daño a la salud que la importancia del ahorro económico”.

López Obrador insistió en que según estimaciones, el ahorro que se genera por el cambio de horario es de alrededor de mil millones de pesos al año en todo el país. Sin embargo, dijo que si se hace un compromiso entre todos los mexicanos, se podría generar ese mismo ahorro sin la necesidad de estar cambiando de horario.

AMLO instruyó al vocero de la Presidencia, Jesús Ramírez, a entregar los resúmenes de los dos dictámenes para que se comenzaran a revisar, y luego de un profundo análisis, se tome la decisión de si se elimina o no,

Señaló que debido a que su gobierno “manda obedeciendo”, se busca conocer el apoyo o rechazo de la ciudadanía a la intención de eliminarlo. Sin embargo, descartó que se vaya a recurrir a una consulta ciudadana, y en su lugar dijo, puede aplicarse una encuesta.

Más tarde, y una vez compartidos los documentos, se conoció que, según la Secretaría de Salud, algunos estudios sugieren una asociación entre el horario de verano y el aumento de infartos cardíacos, además de que aumenta la depresión y las ideas suicidas.

“Algunos estudios sugieren una asociación entre el horario de verano y el aumento de la ocurrencia de infarto cardíaco, especialmente en la primera semana después de ser implementado. Los posibles mecanismos incluyen la privación del sueño, la desalineación circadiana y las condiciones climáticas. El papel del género y la preferencia individual en los ritmos circadianos necesitan mayor evaluación”, indica el documento.

También señala que el cambio de horario, altera el tiempo de exposición al sol y desequilibra el reloj biológico.

“La desincronización con el ambiente altera nuestro orden temporal interno causando problemas físicos y mentales, y dichos problemas se presentan más a menudo en los días posteriores al cambio de horario, por ejemplo, los adultos necesitan de 3 a 7 días para adaptarse al cambio de hora y la población infantil requiere más tiempo”, se lee en el documento.

Adicional, se menciona que el inicio del horario de verano afecta el sueño y la vigilia de los adolescentes, lo que resulta en un aumento de la somnolencia diurna. También señala afectaciones en el sistema nervioso como somnolencia, irritabilidad, dificultad en la atención, la concentración y la memoria; trastornos digestivos, aumento de secreción del jugo gástrico, disminución diurna y aumento nocturno del apetito; trastornos hormonales y malestar general.

Dos años después de la infección por COVID-19, cerca del 55% de los que fueron hospitalizados aún presenta al menos un síntoma de la enfermedad, según revela un estudio publicado en The Lancet.

La investigación, desarrollada en el Hospital Jin Yin-tan de Wuhan, China, contó con 1,192 pacientes que necesitaron tratamiento hospitalario entre enero y mayo de 2020, al comienzo de la pandemia causada por el coronavirus SARS-CoV-2.

Los expertos siguieron su evolución al cabo de seis meses, de un año y de dos años después de recibir el alta médica y constataron que su salud mental y física mejoró con el tiempo, independientemente de la gravedad de la enfermedad.

El 55% reportó la presencia de al menos un síntoma de COVID-19 después de dos años, frente al 68% detectado después de seis meses.

El estudio sugiere que, a pesar de los progresos físicos y psíquicos que efectúan, el estado de salud y la calidad de vida de los pacientes que han pasado la enfermedad tienden a ser peores que los de la población general.

Esta situación afecta sobremanera a aquellos hospitalizados con COVID de larga duración, que después de dos años de su alta, presentan síntomas como fatiga, dificultad para respirar y alteraciones del sueño.

“Nuestros hallazgos indican que se necesitan más de dos años para que cierta proporción de hospitalizados que sobrevivieron a la COVID pueda recuperarse totalmente”, explica en un comunicado Bin Cao, principal autor de este trabajo y profesor del China-Japan Friendship Hospital (China).

El 52% de los participantes en este estudio, de un promedio de edad de 57 años en el momento del alta, informó de que la fatiga o la debilidad muscular fueron los síntomas más comunes al cabo de seis meses, frente al 30% registrado a los dos años.

Asimismo, el 89%, independientemente de su gravedad, retomó su actividad laboral a los dos años, destaca el informe, que cita otros síntomas posCOVID como el dolor de articulaciones, palpitaciones, mareos y jaquecas.

Respecto a la calidad de vida, el 23% reportó en los cuestionarios la presencia de “dolor o malestar”, mientras que el 12% comunicó síntomas de “ansiedad o depresión”. Pacientes con COVID de larga duración también registraron problemas de movilidad (5%) y una caída en los niveles de actividad (4%).

Para el año 2300, la vida en los océanos enfrenta una posible mortandad masiva comparable a las grandes extinciones de la Tierra, si la humanidad no logra frenar las emisiones de gases de efecto invernadero, advirtió un estudio publicado en la revista Science.

Limitar el calentamiento planetario a 2ºC por encima de los niveles preindustriales evitará esa catástrofe, afirmaron los autores del artículo, Justin Penn y Curtis Deutsch, ambos vinculados a la Universidad de Washington y la Universidad de Princeton.

Estos científicos utilizaron modelos eco-fisiológicos para sopesar los límites físicos de las especies con las temperaturas marinas proyectadas y el agotamiento de los niveles de oxígeno, una tarea particularmente desafiante dada la falta de investigación previa en la materia.

Los resultados fueron alarmantes: de mantenerse el calentamiento global como hasta ahora, los ecosistemas marinos de todo el planeta podrían experimentar una extinción masiva equiparable a la del final del Pérmico, conocida como la “Gran Muerte”.

Esto ocurrió hace 250 millones de años y condujo a la desaparición de más de dos tercios de la fauna marina, debido al calentamiento y al agotamiento del oxígeno, condiciones similares a las de hoy.

Si bien los océanos tropicales perderían a la mayoría de las especies, muchas de estas áreas migrarían a latitudes más altas para poder sobrevivir. Las especies polares desaparecerían en masa, ya que sus tipos de hábitat desaparecerían del planeta por completo.

Limitar el calentamiento a 2°C, el tope superior del objetivo fijado por el Acuerdo de París, “reduciría la gravedad de las extinciones en más del 70%, evitando una extinción masiva marina”, señala el documento. La meta preferida de limitar el calentamiento a 1.5°C es imposible de lograr con los compromisos internacionales actuales, según expertos climáticos de la ONU.

“Debido a que las extinciones marinas no han progresado tanto como las terrestres, la sociedad tiene tiempo de cambiar el rumbo a favor de la vida marina”, escribieron los científicos Malin Pinsky y Alexa Fredston en un comentario adjunto.

“Exactamente dónde se encuentra el futuro entre el mejor y el peor de los escenarios estará determinado por las elecciones que la sociedad haga no solo sobre el cambio climático, sino también sobre la destrucción del hábitat, la sobrepesca y la contaminación costera”, apuntaron.

Foto: Twitter @oceanosanos

Las vacunas actuales inducen menos anticuerpos neutralizantes contra la nueva variante de coronavirus, Ómicron que frente a otras variantes, revela un estudio publicado este lunes en Reino Unido, que aclara que una dosis de refuerzo de las vacunas ofrecerían una buena inmunidad.

El estudio, elaborado por la Universidad de Oxford, señala que, aunque no hay pruebas de que Ómicron presente más riesgo de enfermedad grave o muerte, esta menor eficacia de las vacunas hace más probable “un aumento de las infecciones entre gente que ya ha pasado el virus y entre los vacunados”.

En consecuencia, promover la vacunación de toda la población y las dosis de refuerzo “siguen siendo las prioridades a fin de reducir los niveles de transmisión y el potencial para enfermedades graves” del virus, se señaló la institución.

Para su estudio, los científicos usaron muestras de sangre de voluntarios en el estudio com-COV2 de la propia Universidad, vacunados con Oxford-AstraZeneca o Pfizer-BioNTech, para analizar la respuesta inmune inducida por los preparados frente a la Ómicron.

Comprobaron que, ante esta nueva variante, había “un descenso sustancial” del nivel generado de anticuerpos neutralizantes, es decir, los anticuerpos que se unen a un virus e interfieren con su capacidad de infectar una célula.

En el caso de Pfizer, el estudio detectó que la efectividad es menor que contra Delta, y en quienes recibieron dos dosis de AstraZeneca, no hubo efecto protector de la vacunación transcurridas 15 semanas de la segunda dosis.

Los expertos recuerdan que “actualmente no hay pruebas que indiquen que (Ómicron) tenga un mayor potencial para causar enfermedades graves, hospitalizaciones o muerte entre la población vacunada”.

Gavin Screaton, principal autor del estudio, afirma que “estos datos serán de ayuda para aquellos que estén desarrollando vacunas y estrategias de vacunación”.

El 7.5% de la población mundial habla español, con un total de 591 millones de hablantes potenciales, lo que significa un aumento de seis millones respecto a 2020, mientras que el número de hispanohablantes nativos es de 493 millones de personas.

Así lo refiere “El español en el mundo 2021”, presentado este jueves en la sede del Instituto Cervantes de Madrid, una institución que en sus 30 años de existencia ha visto como el número de hispanohablantes ha aumentado un 70% en todo el mundo.

El número de hispanohablantes nativos ha crecido en cuatro millones de personas en un año, lo que, unido a los que tienen competencia limitada del español y los 24 millones de estudiantes que lo tienen como lengua extranjera, sitúa a los usuarios potenciales en 591 millones de personas.

El español se mantiene como la segunda lengua materna del mundo por número de hablantes, tras el chino mandarín, según destaca el estudio. También es la tercera lengua en un cómputo global de hablantes, incluyendo los de dominio nativo, competencia limitada y estudiantes, después del inglés y del chino mandarín.

El director del Cervantes, Luis García Montero, destacó la consolidación del español en Estados Unidos tras unos años, en referencia al mandato de Trump, en los que “se quería recuperar la tradición de lengua de pobres y secundaria” y que incluso se llegó a borrar el español de la web de La Casa Blanca.

“Los estudios indican en 2060 más del 27% de la población estadounidense será de origen hispano, lo convertiría a EEUU en el segundo país hispanohablante del mundo después de México, y hoy mismo esta comunidad conformaría de por si la octava economía del mundo”, explicó.

Desde 2010, cuando comenzó a elaborarse el informe “El español: una lengua viva”, el número de alumnos de español contabilizados por el Instituto Cervantes se ha duplicado, pasando de 11.3 millones a más de 24.

El español se disputa con el francés y el chino mandarín el segundo puesto como idioma más estudiado como segunda lengua. Y mientras en Estados Unidos, el español es, con mucha diferencia, el idioma más estudiado en todos los niveles de enseñanza, en la Unión Europea, el inglés es la lengua más estudiada, seguida del francés.

Las previsiones a largo plazo reflejan cómo el número de hispanohablantes seguirá creciendo en las próximas cinco décadas, si bien su peso relativo disminuirá de manera progresiva de aquí a final de siglo.

El español es la tercera lengua más utilizada en internet después del inglés y del chino de tal forma que el 7.9% de los usuarios de internet se comunica en español y es la segunda lengua más utilizada en plataformas digitales y redes sociales como YouTube, Facebook, Wikipedia o Instagram, solo por detrás del inglés.

Desde el fin de semana, el nombre de las sopas instantáneas Maruchan, ha ocupado gran parte de las conversaciones, luego de que comenzara a especularse sobre su salida del mercado ante una acción de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).

Sin embargo, y luego de las llamadas compras de pánico que se registraron en diversos puntos del país, la Profeco informó que se inmovilizaron un total de 129,937 unidades de sopas instantáneas durante un operativo especial de verificación llevado a cabo el pasado viernes, 1 de octubre, en tiendas de autoservicio y establecimientos comerciales, aunque no se trató de las Maruchan en específico.

La Procuraduría indicó que dicha acción se dio como consecuencia de un Estudio de Calidad que realizó el Laboratorio Nacional de Protección al Consumidor a 33 productos de sopas instantáneas de distintas marcas; así como en atención a 68 denuncias.

El análisis del laboratorio se encontró que algunas marcas incumplieron con requisitos de la norma de etiquetado, son engañosas en su etiqueta o no declaran la información nutrimental en el producto preparado. El total de unidades con inmovilización corresponden a 12 productos, respecto al etiquetado.

Fue en ese punto donde se detalló que como parte del operativo se buscaba inmovilizar a Maruchan Ramen, que tiene cantidades mínimas de verdura, por lo cual el producto incurría en publicidad engañosa; sin embargo, al no encontrarse en el operativo, se anunció que sería inmovilizado en operativos próximos.

Los productos analizados incluyeron aquellos en vasito, tazón o sobre, con queso, tomate, carnes, fideos y las sopas tipo ramen o fideos orientales en sus diferentes variedades y sabores.

El estudio arrojó que todos los productos cumplen con el contenido neto y algunos productos contienen vegetales pero en cantidades mínimas (menos del 5%). Además, la variedad en sus ingredientes, formas de preparación y presentación marca la diferencia en sus aportes nutrimentales y valor energético.

El laboratorio explicó, de acuerdo a la lista de ingredientes, estas sopas están elaboradas con harina de trigo y almidones y pueden contener sazonadores, salsas, extractos cárnicos, queso, tomate, potenciadores de sabor, azúcares, grasas o aceites, verduras, entre otros.

Se determinó que una vez preparadas las sopas, siguiendo las instrucciones contenidas, el mayor componente es agua (59-92%), después los carbohidratos provenientes de la pasta y finalmente grasa y proteína.

El laboratorio de la Profeco hizo notar que hay sopas contenidas en recipientes de unicel, que al calentar alimentos en el microondas, se liberan compuestos que se combinan con los alimentos y son nocivos para la salud, por lo que sugiere seguir las instrucciones de preparación.

La pérdida de olor en casos de pacientes infectados por el coronavirus no se debe a un edema en el nivel de la hendidura olfativa como se creía hasta ahora, y sí a una infección de las neuronas sensoriales que “provocan una inflamación persistente” del sistema nervioso olfativo.

Así lo reveló un estudio divulgado este miércoles por el Instituto Pasteur, en cuya investigación también colaboran los centros franceses CNRS, Inserm y la Universidad de París.

El nuevo estudio refuta así una de las hipótesis hasta ahora aceptadas sobre la pérdida del olfato en pacientes COVID, basada en “un edema transitorio al nivel de la hendidura olfativa que impide el paso del aire que lleva las moléculas del olor a las células nerviosas olfativas”.

Sin embargo, el estudio encontró una infección de neuronas sensoriales entre los pacientes y el aumento de células inmunitarias en el órgano sensorial, lo que puede constituir una inflamación persistente del epitelio olfativo y del sistema nervioso olfativo que conduce a la pérdida temporal del olfato.

“Hemos constatado que las neuronas sensoriales resultan infectadas por el SARS-CoV-2, así como el nervio olfativo y los centros nerviosos olfativos en el cerebro”, explica el investigador Pierre-Marie Lledo, coautor del estudio publicado en la revista Science Translational Medicine.

Este estudio ha descubierto también “de manera inesperada” que las pruebas clásicas nasofaríngeas PCR entre los pacientes sin olfato pueden fallar en la detección del virus, porque el patógeno puede “persistir al fondo de las cavidades nasales”

Por este motivo, “un cepillado nasal, otra técnica de recogida de muestras, puede considerarse para completar el frotado nasofaríngeo del test PCR en los pacientes que presentan una pérdida de olor.

Por último, el estudio alerta de que “la infección de las neuronas olfativas puede constituir una puerta de entrada al cerebro”; así, sugiere realizar nuevas investigaciones para saber por qué ciertos pacientes con COVID desarrollan manifestaciones clínicas de orden psicológico, como ansiedad o depresión, o neurológicos, como susceptibilidad de desarrollar una enfermedad neurodegenerativa.

La vacuna desarrollada por el laboratorio indio Bharat Biotech, COVAXIN, demostró una eficacia promedio del 78%, tras los resultados preliminares de la fase tres de su estudio clínico, aseguró este miércoles el fabricante.

El estudio, que divide la eficacia del producto para casos leves, moderado, y graves; y casos severos de la enfermedad, incluyó a 25,800 participantes entre 18 y 98 años, observados tras dos semanas de haber recibido la segunda dosis del medicamento.

La eficacia frente a la enfermedad grave COVID-19 fue del 100%, con un impacto en la reducción de las hospitalizaciones, mientras que la eficacia contra la infección asintomática por COVID-19 fue del 70%, “lo que sugiere una disminución de la transmisión en los receptores”, indicó Bharat Biotech en un comunicado.

En medio de la segunda ola de coronavirus en India, con cifras récord de casi 300,000 nuevos casos en las últimas 24 horas, se registraron 127 casos sintomáticos entre la población seleccionada para las pruebas, lo que resultó en una estimación puntual de la eficacia del 78% contra la enfermedad COVID-19 leve, moderada y grave.

“COVAXIN ha demostrado un excelente historial de seguridad en ensayos clínicos en humanos y en uso en situaciones de emergencia”, dijo en una declaración el director ejecutivo de Bharat Biotech, Krishna Ella.

Este es el segundo estudio preliminar sobre la eficacia del medicamento. El primer análisis de eficacia publicado el pasado 3 de marzo daba al medicamento un 81% promedio de capacidad de protección contra el virus.

COVAXIN ha demostrado además que “funciona bien” contra la mayoría de las variantes de SARS-CoV-2, dijo por su parte Balram Bhargava, director general del Consejo Indio de Investigación Médica, co-desarrollador del medicamento.

Esta misma semana, Bharat Biotech anunció el aumento de la capacidad de producción de su vacuna contra el coronavirus COVAXIN hasta los 700 millones de dosis al año, cuadruplicando su producción actual de unos 150 millones de dosis al año. EFE

Aunque de momento no se conocen estudios independientes sobre la eficacia del medicamento, COVAXIN ya consiguió su aprobación para uso de emergencia en Irán, Paraguay, Guatemala, Nicaragua, Guayana, Venezuela, Botsuana, Zimbabue, y México, su costo está entre los 15 y 20 dólares por dosis.

Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos publicaron este lunes un estudio en el que se refiere que una sola dosis de las vacunas contra el COVID-19 de Pfizer y de Moderna, que requieren de dos inoculaciones, tiene una efectividad del 80% para prevenir el contagio.

Dicho efecto fue observado dos semanas después de la primera dosis en el estudio, realizado con 4,000 trabajadores sanitarios entre el 14 de diciembre y el 13 de marzo.

“Estoy entusiasmada de compartir información sobre este nuevo estudio dirigido por los CDC (…), que evalúa la efectividad de las vacunas de Pfizer y Moderna a la hora de prevenir las infecciones”, anunció la directora de los CDC, Rochelle Wallensky, en una rueda de prensa.

Los resultados mostraron que el riesgo de infección se redujo en un 90% entre las personas que recibieron las dos dosis recomendadas; que comenzaron a tener un efecto protector incluso después de la primera inyección, al reducir el riesgo de contagio en un 80% dos semanas después.

Este estudio coincide con la aceleración del proceso de vacunación en Estados Unidos con más de 3 millones de dosis administradas diariamente.

Hasta ayer, 93 millones de personas habían recibido al menos una dosis de algunas de las vacunas autorizadas y unos 51 millones de personas estaban ya completamente inmunizadas.

El presidente estadounidense, Joe Biden, ha marcado como fecha para un regreso a una relativa normalidad la fiesta del Día de la Independencia en el país, el 4 de julio.

Recordemos que Estados Unidos ha concedido autorización para uso de emergencia a las vacunas de Pfizer y Moderna, y a la de Johnson & Johnson, que es monodosis y cuya efectividad es algo menor.

El país, el más golpeado por la pandemia, registra más de 30.2 millones de contagios y más de 549,000 muertos, según el recuento que realiza la Universidad Johns Hopkins.

Investigadores de la Universidad de Burgos, España, y de la Universidad Federal brasileña de Santa Catarina han llevaron a cabo un estudio que demuestra la presencia del virus SARS-CoV-2 en aguas residuales en Brasil en noviembre de 2019.

Según informó la institución española, el estudio, publicado en la revista Science of the Total Environment, ha analizado la presencia del virus SARS-CoV-2 en aguas residuales en Florianópolis, una ciudad de Brasil a finales de noviembre de 2019.

Los resultados señalan que el SARS-CoV-2 probablemente circulaba sin ser detectado en Brasil desde noviembre de 2019, casi dos meses antes del primer caso notificado en el continente, el 21 de enero de 2020, y un mes antes de la notificación de los primeros casos clínicos en Wuhan, China, a finales de diciembre de 2019.

En el estudio se analizaron aguas residuales humanas de Florianópolis recogidas directamente del sistema de alcantarillado para la detección del virus SARS-CoV-2 desde octubre de 2019 hasta marzo de 2020. El virus se detectó mediante diferentes sistemas de RT-qPCR recomendados por el centro de control de enfermedades americano y las autoridades europeas, y los resultados de todas las muestras positivas se confirmaron además en un laboratorio independiente.

Para corroborar la veracidad de los resultados, se secuenciaron los productos de RT-qPCR para confirmar la identidad con SARS-CoV-2 y se realizó un estudio de secuenciación directo y completo de las muestras de aguas residuales positivas a la presencia del virus.

El ARN del virus SARS-CoV-2 se detectó el 27 de noviembre de 2019, y la detección fue confirmada en un laboratorio independiente y mediante el análisis de secuenciación de la muestra de agua residual. Las muestras en los tres análisis posteriores (diciembre de 2019, febrero de 2020 y marzo de 2020) dieron resultado positivo en todos los ensayos de RT-qPCR, incluso con un fuerte incremento en las muestras tomadas a principios de marzo.

La relevancia de este estudio radica en que se trata de la primera detección de la presencia de ARN del virus SARS-CoV-2 a nivel mundial, el 27 de noviembre de 2019 e implica además la presencia y circulación del virus en el continente americano al menos desde esa fecha, 56 días antes de la primera notificación oficial de un caso clínico de covid-19 en ese continente y más de 90 días antes en el caso de Brasil.

De esta manera, los hallazgos encontrados apuntan a que el SARS-CoV-2 circulaba desapercibido en la comunidad durante algunos meses antes de que se declarara el estado de pandemia. Los resultados también muestran que la carga viral de SARS-CoV-2 se mantuvo constante hasta principios de marzo, luego aumentó coincidiendo con el inicio de los casos de covid-19 en la región de Santa Catarina, donde se encuentra Florianópolis.

Reino Unido autorizó este miércoles el primer estudio mundial en el que se infectará a voluntarios sanos para analizar el comportamiento del coronavirus y acelerar así el desarrollo de vacunas y fármacos contra la COVID-19.

El ministro de Empresa, Energía y Estrategia Industrial, Kwasi Kwarteng, explicó que estas pruebas clínicas, a las que el gobierno aporta 33.6 millones de libras, empezarán en las próximas semanas, tras haber recibido ya la aprobación del comité de ética.

Con este estudio, el país reafirma así su liderazgo en investigación durante la pandemia, pues en el país hay otras iniciativas como la realización por parte de la universidad de Oxford del primer estudio en niños sobre la eficacia de la vacuna que creó con la farmacéutica AstraZeneca.

El Reino Unido, uno de los lugares del mundo con más muertes por COVID-19 per cápita, lidera también la inoculación de primeras dosis de la vacuna, que ya han recibido 15 millones de personas de grupos prioritarios desde el pasado 8 de diciembre.

En el ensayo anunciado hoy, 90 candidatos de entre 18 y 30 años serán infectados con muestras del coronavirus en la nariz y luego pasarán catorce días supervisados en un hospital, para averiguar, en una primera fase, la cantidad mínima de virus requerida para que se produzca infección, lo que facilitará después probar vacunas y fármacos.

Estos jóvenes deberán someterse a varios análisis posteriores, por lo que recibirán una ayuda económica, que según la cadena BBC, sería de 4,500 libras al año.

Cuando se haya determinado el comportamiento del virus, la intención es, previa autorización de los reguladores, administrar vacunas consideradas seguras a un grupo de voluntarios a los que se infectará con el SARS-CoV-2, a fin de comprobar la reacción inmune y que esto sirva para afinar y acelerar los ensayos de los preparados a mayor escala.

La variante del virus con la que se infectará inicialmente a los voluntarios, que están ahora siendo reclutados, será la que circula en el Reino Unido desde marzo de 2020 y que se ha demostrado que es de bajo riesgo para adultos jóvenes sanos.

Trabajarán conjuntamente en estas pruebas clínicas la Unidad de Vacunación del Gobierno, el laboratorio especializado hVIVO, la universidad Imperial College London y la fundación de sanidad pública Royal Free London.

El Gobierno dice que consultará en todo momento con el servicio nacional de salud (NHS) para asegurar que el estudio no afecta a su capacidad para tratar a los pacientes hospitalizados durante la pandemia.

Los estudios donde se infecta a personas sanas, en lugar de esperar a que se contagien de forma natural, como se ha hecho hasta ahora en el desarrollo de las vacunas anticovid, se usan ya para la generación de vacunas y tratamientos contra enfermedades como la malaria, fiebre tifoidea, resfriado común, gripe o norovirus.

Sin embargo, en este caso se planteaba un dilema ético añadido, dado que la COVID-19 es una enfermedad para la que no hay cura y cuyos efectos a largo plazo se desconocen.

En el comunicado, Kwarteng afirma que los ensayos, que se harán bajo estricta supervisión médica, son necesarios para “agilizar el conocimiento de los científicos sobre cómo afecta el coronavirus”, y, en última instancia, propiciarán “el rápido desarrollo de vacunas”.