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Trump es un presidente débil que actúa como si fuera fuerte. Parece una barbaridad decir esto cuando hemos visto que en estas tres semanas desde que llegó a La Casa Blanca no ha hecho más que mostrar su fuerza. Pero precisamente esta brutalidad con la que ha actuado es para esconder su enorme debilidad.

Con una popularidad de apenas 47 por ciento, el índice de aprobación inicial de Donald Trump lo coloca por debajo de todos los demás presidentes electos desde 1953. Trump es el único presidente electo con índices de aprobación inicial por debajo del 50 por ciento (Gallup).

En el legislativo Trump tiene el margen más estrecho para un presidente desde los años de la Gran Depresión (1931). En la Cámara de Representantes los Republicanos tienen 219 escaños, solo uno más de los 218 necesarios para aprobar leyes. Y con algunos nombramientos de Trump a su gabinete, al final pueden quedar con entre 215 y 217 escaños. En el Senado son 53 republicanos, contando el voto de desempate del Vicepresidente JD Vance. Pero entre esos senadores hay algunos que no son afines al movimiento MAGA, como Susan Collins, Lisa Murkowski y John Curtis. Además, hay legislación crucial que requiere 60 votos para ser aprobada.

Así que los votos en el legislativo no serán sencillos de lograr para Trump. Por ello está emitiendo un decreto presidencial tras otro. La estrategia que está usando Trump la bautizó Steve Bannon desde su primer mandato como “inunda el barco” y consiste en aventar tantos temas a la agenda, incluyendo los decretos presidenciales, que ni medios de comunicación ni la oposición o gobiernos extranjeros saben bien a bien por donde comenzar a reaccionar porque están abrumados.

Trump está actuando como si fuera un rey porque es demasiado débil para gobernar como un presidente, dice Ezra Klein en su podcast en el New York Times. Trump tiene los poderes de la presidencia. Los mismos que tuvo Biden y todos los presidentes antes que él. Y en estos pocos días que lleva de regreso en La Casa Blanca, cuando ha querido abusar de sus poderes, se le ha frenado. No pudo cambiar la Constitución para quitar la nacionalidad estadounidense a los nacidos en el país, así sea de padres indocumentados. Punto.

Los decretos presidenciales son acciones de debilidad a largo plazo. Para que su agenda sea más sólida tendría que enviar iniciativas que el legislativo le apruebe y que quien llegue después de él a La Casa Blanca no pueda revertir de un plumazo. Pero la debilidad de Trump hace que su mejor opción sea brincarse al legislativo. Cuando Biden llegó a la presidencia en el 2021 revirtió muchos de los decretos de la primera administración de Trump. Y ahora Trump ha llegado a tirar a la basura varios decretos de Biden. Los decretos son muestra de debilidad, no de fortaleza.

Sus condiciones para imponer o detener la implementación de tarifas a México, Canadá y China son vagas precisamente porque es débil. Si fuera un presidente fuerte pondría condiciones detalladas para poder mostrar claramente que sus amenazas llevaron a un triunfo específico.

¿Qué obtuvo de México como para pausar los aranceles? La frontera ya tiene menos flujo de indocumentados desde hace varios meses y los 10 mil elementos de la Guardia Nacional son compromisos que ya hizo el gobierno mexicano dos veces antes, en 2019 con Trump 1, y en 2021 con Biden.

Ahora, aun cuando Trump es un presidente débil, la economía de Estados Unidos es fuerte, la más. Y eso le permite a Trump usar el martillo que tiene en su mano para aplastar todo lo que quiera. Ese es parte del reto para México. El Trump débil que sabe cómo manipular la narrativa para hacerse ver fuerte y que además encabeza a la economía más poderosa del mundo.

Por ello lo que México tiene que hacer es el trabajo en casa para ser más atractivos y menos dependientes de Estados Unidos. Pero eso es materia para toda otra columna

Columna publicada en El Universal

Arrancó el segundo mandato de un Donald Trump desafiante. A partir de hoy, le quedan mil 459 días en el poder. Desde el primer instante, el nuevo presidente ha dejado en claro que lo suyo será un periodo de teatro político.

Primero optó por juramentar sin poner la mano en las dos Biblias que cargaba su esposa Melania Trump. Después dijo que Dios le salvó la vida en el atentado que sufrió en Butler, Pennsylvania, para poder Hacer América Grande Otra Vez. Es pues, para muchos, un enviado divino que viene a salvar a los estadounidenses. Teatro político.

Y de ahí se arrancó con un discurso de investidura totalmente fuera de la tradición. Comenzó hablando de declarar una emergencia nacional en la frontera con México. Segunda prioridad: denominar organizaciones terroristas a los carteles del narcotráfico mexicanos. Y de ahí, el teatro siguió, con importantes contradicciones.

Por un lado Trump dijo que quiere que su legado sea el de un pacificador y alguien que unifica. Y por el otro dijo que va a tomar de regreso el Canal de Panamá. Tomarlo, no negociarlo. Eso no suena nada pacífico.

En su discurso en la Rotunda del Capitolio demostró que llega con mucho poder, a pesar de haber ganado por tan solo 1.5 puntos el voto popular – el margen más estrecho desde la elección del 2000 – y de tener mayorías muy pequeñas tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado. Pero con su anuncio de primeras acciones y luego la firma de las órdenes ejecutivas enfrente de miles de seguidores en la Capitol One Arena, Trump consolidó el teatro político y puso a prueba a las instituciones de su país y de otros para ver si se atreven a contradecirlo o a atacarlo como le ocurrió en el pasado.

Para animar a los espectadores del teatro político, las firmas de las órdenes ejecutivas las leía en voz alta un integrante de su staff y después Trump se paró a lanzar las plumas con las que había firmado para que las cacharan los presentes.

Lo que vimos el lunes no fue un traspaso de poder tradicional. Fue un cambio radical en la dirección de Estados Unidos. El discurso en la Rotunda del Capitolio dejó boquiabiertos a los expresidentes presentes, tanto a los Demócratas como a los Republicanos.

Su anuncio de que unilateralmente va a cambiarle el nombre al Golfo de México por Golfo de América, evidentemente lo hace para probar a nuestro país. ¿Qué preferimos? ¿Los aranceles del 25 por ciento a partir del 1 de febrero o que le cambiemos el nombre al Golfo? La respuesta es obvia. Y así serán las imposiciones, que no negociaciones, en estos mil 459 días de la presidencia de Trump.

Su regreso a La Casa Blanca demuestra que su primer mandato, que se pensó como un bache de cuatro años para EUA, es más bien la continuidad de un cambio drástico que tendrá afectaciones en todo el mundo, en especial para México. Arranca no solo un segundo mandato de Trump sino un nuevo orden global.

En este teatro político destaca Elon Musk brincando de alegría y declarando que el triunfo de Trump representa un parteaguas para la humanidad. Por ahí dicen que no hay mal que dure cien años, pero quizás Musk no ha escuchado ese dicho. Por lo pronto, tenemos a Trump por mil 459 días.

Columna publica en El Universal

Primero que nada hay que aplaudir el Plan México que presentó la presidenta Sheinbaum esta semana en el marco de sus primeros cien días de gobierno. El objetivo es captar 2 mil proyectos de inversión por 227 mil millones de dólares para el país. Se pretende además llegar al top 10 de las mayores economías del mundo, avanzando del actual duodécimo lugar.

El Plan México habla justo de las oportunidades únicas que tiene el país actualmente, en especial del nearshoring dada nuestra geografía y el conflicto comercial China-Estados Unidos. Agrega el objetivo de que nos convirtamos en una potencia científica; de turismo e innovación.

¡Bravo!

Esto es justo lo que muchos mexicanos queremos. Que a México le vaya bien para que a todos nos vaya mejor. Solo que hay un problema. Por un lado la presidenta extiende la mano a la iniciativa privada, tanto nacional como extranjera, al reconocer la importancia de su capital. Pero por el otro les da una bofetada cuando impulsa y aplaude la aprobación de la Ley al Poder Judicial y la desaparición de organismos autónomos.

En el Seminario de Perspectivas Económicas que organizó el ITAM la semana pasada estuvo Alejandro Werner, actual director del Georgetown Americas Institute de la Universidad de Georgetown y quien antes tuvo cargos importantes en el FMI y la Secretaría de Hacienda. Ahí Werner dijo que los principales problemas que tiene México actualmente no están fuera. Son problemas creados por el gobierno que se ha encargado de deteriorar las instituciones.

La llegada de Trump a La Casa Blanca es sin duda un reto enorme, pero palidece frente a los problemas que vendrán por la aprobación de reformas que erosionan el Estado de Derecho y con ello ahuyentan las inversiones. Y las inversiones que sí lleguen van a reclamar un rendimiento mucho mayor precisamente por la incertidumbre que implica a partir de ya invertir en un país como México.

¿Quiénes serán los valientes empresarios que quieran traer dinero fresco para invertir en el sector energético, por ejemplo, cuando se tendrán que sentar a la mesa con un actor – el Estado mexicano – que tendrá el 54 por ciento de la participación y que actualmente no le está pagando a sus proveedores? A ello hay que sumarle que con las nuevas reglas del Poder Judicial será imposible ganarle un solo juicio a ese socio, ya sea Pemex o CFE.

Bajo esas circunstancias ¿de dónde van a salir los 227 mil millones de dólares de inversión que promete atraer el Plan México?

En la presentación se mencionó que la cristalización del Plan México depende de la fortaleza institucional, certeza jurídica a las inversiones, así como de garantizar las atribuciones autónomas de transparencia y competencia económica. Altagracia Gómez, la Coordinadora del Consejo Asesor Empresarial, le dio al clavo cuando declaró ante los empresarios asistentes al Museo de Antropología que “para aterrizar el Plan México los necesitamos, piensen en grande, protejan a los trabajadores mexicanos, apostemos en la integración regional y confíen en México, está es la única apuesta que en el largo plazo nunca nos va a hacer perder.”

La situación es esquizofrénica. Claro que se quiere confiar en México. Claro que se quiere que al país le vaya bien. Pero ¿cómo? El principal obstáculo para que estas inversiones y este crecimiento llegue no está del lado del empresariado ni de los inversionistas sino de un gobierno que da señales de que entiende, pero actúa como si no.

Columna publicada en El Universal

“El Estado es el pedófilo en el jardín de infantes.”

Javier Milei

Buenos Aires, Argentina. – Para quien cree que el Estado es el culpable de todos los males, el presidente de Argentina, Javier Milei, es un héroe. Milei asumió la presidencia de Argentina en diciembre de 2023 tras años de populismo fallido, primero del Peronismo y después del Kirchnerismo. Sin una organización partidista tradicional, Milei ganó como “outsider”. El malo por conocido dio paso al bueno por conocer. Con frases drásticas como “Entre la mafia y el Estado, prefiero a la mafia. La mafia tiene códigos, la mafia cumple, la mafia no miente, la mafia compite”, Milei atrajo a algunos argentinos.

Desde la campaña prometió un cambio radical en la política económica y social del país. Equiparó su triunfo electoral con la caída del Muro de Berlín. Un año después, hay sorpresas, buenas y malas.

El gran reto de Milei era bajar la inflación y ahí el presidente ha sacado un diez. Al asumir, Argentina enfrentaba una inflación mensual superior al 25 por ciento, que se proyectaba alcanzaría un 290 por ciento interanual. Sin embargo, al cierre del año la inflación se redujo a un 2.7 por ciento mensual. Con un crecimiento del 3.9 por ciento entre julio y septiembre, la recesión que vivió Argentina llegó a su fin. El peso argentino se ha fortalecido en los últimos seis meses incluso en el mercado negro. Un éxito rotundo, pero que ha venido acompañado de un costo social muy alto.

Con su famosa motosierra, Milei implementó lo que ha llamado el “mayor ajuste en la historia de la humanidad”, recortando el gasto público en un 35% durante el primer semestre, lo que equivalió a 5.6 puntos del PIB. Esta medida fue parte de su estrategia para alcanzar el déficit cero, una promesa electoral fundamental. La gran duda es quién ha pagado este recorte ¿la casta -como llama Milei a lo que en México AMLO definió como la Mafia del Poder- o los ciudadanos comunes y corrientes?

La caída del consumo ha traído un aumento significativo de la pobreza. Con el fin de los subsidios a los energéticos; el veto al incremento en las pensiones, el cierre de centros comunitarios del Estado y tantas otras políticas públicas del estado benefactor, se estima que más de cinco millones de argentinos han caído en la pobreza en este primer año. La cifra de pobreza es hoy de alrededor del 57 por ciento. En las Villas Miseria la gente padece estos recortes a rajatabla de forma especialmente aguda.

Algunos sectores celebran la estabilidad económica y la reducción de la inflación. Ven que Milei ha logrado convencer a los ciudadanos de que esta fase dura y complicada se tiene que atravesar por la herencia de los políticos corruptos del pasado. Así que, a pesar de las dificultades económicas, hay algunos sectores que ven en Milei al héroe que llegó a salvar a Argentina. Su promesa de que en el 2025 eliminará el 90 por ciento de los impuestos es evidentemente atractiva porque ¿a quién le gusta pagar impuestos?

Cuando ganó, Milei advirtió que con sus medidas las cosas se pondrían peor antes de mejorar. Y en efecto, para los que viven en barrios pobres, la situación se ha complicado bastante. Pero lejos de repensar su estrategia Milei cerró el año advirtiendo: “Ya conocieron la motosierra. Ahora conocerán la motosierra profunda”.

¿Tendrán paciencia los argentinos para aguantar estas medidas drásticas? Esa es la gran pregunta que hay a un año de la llegada de Milei al poder.

Columna pública en El Universal

La vista de la Tierra desde el espacio se conoce como “the overview” y es verdaderamente una experiencia transformadora. Esto le platicó Jeff Bezos, el dueño de Amazon y Blue Origin, al periodista Andrew Ross Sorkin en una cumbre que organizó el New York Times hace unos días a la que acudieron los personajes más importantes del momento.

¿Te preocupa la cercanía de Elon Musk con Donald Trump en la competencia que tienen tú y el dueño de Space X? le preguntó Sorkin a Bezos. Y es que, como bien sabemos, Musk y Trump son los nuevos grandes amigos del momento. Viven un bro-mance.

Trump ha nombrado a Musk para dirigir una nueva agencia gubernamental para volver a su gobierno más eficiente mediante un recorte que ha prometido será de dos mil millones de dólares. Elon se ha mudado prácticamente a vivir a Mar-a-Lago y está con Trump tanto en juntas para planear el arranque de su gobierno como para momentos más relajados como en los palcos de distintos estadios en donde ven juntos partidos de varios deportes.

Cerrando el año causó furor cuando uso X para postear que la Cámara de Representantes debía de echar abajo una iniciativa presupuestal que a Elon no le pareció adecuada. “Esta iniciativa no debe pasar”, publicó en su red social y unas horas después Trump estuvo de acuerdo y con ello mataron ese acuerdo presupuestal. (Por cierto, Biden sigue siendo presidente, por si a algún despistado lector se le ha olvidado ese pequeño detalle).

Esta cercanía le da a Musk una ventaja que hoy no sabemos cómo la va a aprovechar. Podría usar su influencia sobre Trump para beneficiar a sus empresas o podría buscar dañar a sus competidores, el más importante de ellos, sin duda es el dueño de Amazon y Blue Origin. La enorme duda es qué tanto durará este bro-mance entre Musk y Trump siendo ambos hombres mercuriales y de mecha corta que suelen romper con sus cercanos cuando sienten cualquier dejo de deslealtad o insubordinación.

Bezos, que no tiene esa cercanía con Trump, sí tiene una rivalidad con Musk ya desde hace tiempo. En el 2004 Musk invitó a Bezos a visitar SpaceX pero luego se sintió menospreciado cuando no recibió una invitación recíproca a visitar Blue Origin. Por eso cuando Musk superó a Bezos en el ranking de multimillonarios, posteó en Twitter que iba a enviarle una estatua gigante con el número 2.

La competencia no es solamente por quién es el más rico, también hay un enfrentamiento personal y ahora una rivalidad por el enfoque que cada uno tiene sobre lo que significa ir al espacio. Mientras que Bezos piensa que la Tierra es lo más valioso que tenemos como humanidad y que por ello debemos de enviar las industrias contaminantes a Marte, para salvar a nuestro planeta, Musk cree que la Tierra ya está condenada. Y entonces busca llevar a los humanos a Marte para iniciar ahí una nueva civilización.

“No hay un plan B. Tenemos que salvar la Tierra. Hemos enviado sondas robóticas a todo el sistema solar. Este es el mejor planeta y debemos salvarlo”, le dijo Bezos a Sorkin. Por el contrario Musk quiere que el planeta rojo, Marte, se convierta en Verde, habitable para los humanos y ha afirmado que en las próximas dos décadas se mudarán a Marte un millón de personas.

Ambas visiones son bastante ambiciosas. La competencia no es solo por ser el más rico del mundo, sino también por definir el futuro de la exploración espacial y cómo las grandes empresas tecnológicas interactúan con el poder gubernamental. En este juego de ajedrez entre titanes, hoy parece estar mejor parado Musk pero las apuestas están en la mesa ya que no sabemos cuánto tiempo dure el bro-mance entre él y Trump. Bezos debe de tener algo de fe puesta en que no sea una amistad duradera.

El bro-mance Musk-Trump y la rivalidad Musk-Bezos serán de lo más interesante a observar en este 2025 que hoy arranca.

Columna publicada en El Universal

Ayer la presidenta Claudia Sheinbaum viajó a Acapulco para su primera reunión del Consejo Nacional de Seguridad Pública. En un escenario más que complejo por la violencia que se ha apoderado de México, hay algunas luces en el horizonte y unas enormes confusiones.

Las luces arrancan al ver que Sheinbaum se ha desmarcado de la fallida estrategia de abrazos, no balazos de su antecesor. En su lugar ha definido una estrategia basada en cuatro ejes: 1) Atención a las causas de la violencia. 2)Consolidación de la Guardia Nacional y las policías locales. 3)Fortalecimiento de la inteligencia e investigación y 4) Coordinación entre instituciones federales y estatales.

De estos ejes, todos importantes, resalto el fortalecimiento de inteligencia y la coordinación con los estados. Es evidente que la seguridad es responsabilidad de la federación pero que sin el compromiso y la participación de estados y municipios, sería ingenuo pensar que la situación se puede mejorar.

La importancia de esta coordinación con las autoridades locales acaba de probar ser la clave en Estados Unidos para la detención de Luigi Mangione, este joven señalado como el presunto asesino del director de una de las grandes aseguradoras, United HealthCare, que fue baleado afuera de un hotel en pleno Manhattan.

Las autoridades de Nueva York siguieron con cámaras de seguridad los movimientos del tirador hasta donde pudieron. En ellas lograron sacar algunas fotografías de su cara y las enviaron a los departamentos de policía de todo el país. La estrategia parece haber funcionado.

Mangione fue detenido en Altoona, Pensilvania, tan solo seis días después del crimen.

Su arresto se logró gracias a la llamada de una empleada de un McDonalds que lo reconoció por las fotos divulgadas en los medios. Llamó al 911; llegó la policía y el resto es historia.

Eso es un ejemplo de un combate eficiente a la violencia. El mensaje de cero impunidad es clarísimo. Y se logra con coordinación. No es mostrar cifras alegres, como nos recetan a cada rato las autoridades en México. Es actuar en tiempo real para evitar la impunidad.

Lamento decirlo pero en México estamos a años luz de que tengamos la seguridad a la que está obligado el Estado. Primero que nada porque el dinero no se está invirtiendo en ello. Si vemos el Presupuesto de Egresos del 2025, la Secretaría de Seguridad Pública tendrá un recorte de más de cien mil millones de pesos; la Sedena un recorte de más de 35 mil millones de pesos y la Semar un recorte de más de 6 mil millones de pesos. Se entiende que no hay dinero porque el gobierno de López Obrador se encargo de tirarlo en obras faraónicas; en compra de votos y en no hacer nada con desfalcos como el ocurrido en Segalmex, pero ¿cómo pensar tener mejor seguridad si se le hacen recortes a las instituciones encargadas de procurarla?

Al mismo tiempo confunde si vemos los rubros recibirán carretadas de dinero. Además de Pemex,  en el PEF 2025 se le han asignado miles de millones a los trenes de pasajeros, entre ellos el Tren Maya, que recibirá 40 mil millones de pesos. El Tren es un fracaso. La primera responsabilidad del Estado no es jugar a ser empresario ni agente de viajes, es proveer seguridad a los ciudadanos. Por ello le cedemos el monopolio del uso de la fuerza.

Y confunde también el grado de compromiso con la estrategia cuando ayer la presidenta aplaudió el trabajo de la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, y mantiene en su cargo a Rubén Rocha en Sinaloa cuando ambos estados se encuentran en una situación indefendible de inseguridad.

Columna publicada en El Universal

Claudia Sheinbaum ha dicho que su gobierno busca promover el uso energías limpias como una forma de abastecer la demanda nacional de energía; de promover la competitividad de la región y para aprovechar el nearshoring.

Esta semana, durante su conferencia mañanera, Sheinbaum habló de las energías limpias y de las inversiones que promoverá su gobierno en éstas, aunque les puso un pero.

“¿Qué problema tienen las fuentes renovables?” preguntó en su conferencia Sheinbaum. Y ella misma se respondió: “Que no siempre están funcionando. Como es solar, entonces cuando hay sol generan, cuando no hay sol no generan, la eólica qué problema tiene, cuando hay aire genera, cuando no hay aire no genera, entonces les llaman intermitentes. Pero el sistema eléctrico debe recibir una energía constante porque si no, estas intermitencias generan problemas incluso técnicos […] Entre las reglas que se están planteando es que debes tener bancos de baterías, tienes que tener un sistema que garantice que el voltaje va a ser constante, o sea reglas técnicas”.

Platicando con expertos en materia energética, entre ellos Gonzalo Monroy para mi podcast Broojula, se entiende que existen dos preocupaciones en el sector privado por las implicaciones en las inversiones que pueden tener dos conceptos del Plan de Energía de Sheinbaum. La primer preocupación tiene es el techo que se les pone a sus inversiones. Cuando la presidente dice que la CFE producirá el 54 por ciento de la energía y los privados pueden llegar hasta el 46 por ciento, le pone un límite que los hace dependientes de la productividad o improductividad de la CFE. El crecimiento de ese 46 por ciento depende de que la CFE sea eficiente o no y con ello crezca o contraiga su 54 por ciento.

La segunda preocupación tiene que ver con el requerimiento de que los privados absorban los costos  exorbitantemente elevados de invertir en bancos de baterías para hacerle frente a las intermitencias.

Existe otra alternativa para lidiar con las intermitencias que puede funcionar como una transición hacia las energías limpias y que no requieren el tiempo y el costo inmediato y aún así asegura el abasto energético que México necesita.

Me refiero al uso de gas natural. Éste es clave como energía de transición en el objetivo de reducir las emisiones de producir energía con combustóleo o carbón, como ocurre actualmente, al tiempo que satisface la creciente demanda de energía sin tener que esperar a que se invierta y ponga en marcha un parque eólico o solar. El gas natural sirve tanto para darle luz a quienes hoy no tienen energía confiable como atraer inversiones. Es un insumo que tenemos posibilidad de importar de Estados Unidos a un costo muy económico.

Hace unas semanas Microsoft anunció una inversión de mil trescientos millones de dólares para la construcción de un data center en Querétaro. Antes, Amazon Web Services anunció una inversión de cinco mil trescientos millones de dólares para su propio centro de datos. El reto que tiene México ahora es generar la enorme cantidad de energía necesaria para este tipo de infraestructura y otras oportunidades que presenta el nearshoring.

En México tenemos un trilema en materia energética: no tenemos energía suficiente, sustentable y asequible para ser lo atractivos que debiéramos para las inversiones y para tener un nivel de vida acorde al siglo XXI. Reactivar la generación tras un sexenio perdido en el que se frenaron las inversiones en energías limpias tomará tiempo. Y ahí me parece que vale la pena voltear a ver al gas natural como puente hacia las energías limpias.

 

Columna publicada en El Universal

La inseguridad en México es atroz. Que el alcalde de la capital de un Estado sea degollado a menos de una semana de haber asumido el cargo debiera conmovernos e indignarnos hasta la médula. Pero no. Ni siquiera la nueva presidenta parece advertir la gravedad de lo ocurrido.

En su conferencia Mañanera del lunes, Sheinbaum se limitó a decir que se harán las investigaciones necesarias para saber cuál fue el motivo y hacer las detenciones correspondientes. Ayer, al presentar Omar García Harfush la estrategia de seguridad del actual gobierno, Sheinbaum tomó el micrófono y aprovechó para enfatizar que la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, cuenta con el apoyo de su gobierno.

Muchos han tratado de ver en Omar García Harfuch la esperanza de que él podrá poner orden y llevar a cabo una estrategia más eficaz en contra del crimen organizado que la de abrazos, no balazos del sexenio pasado.

García Harfuch fue eficaz en combatir la inseguridad en la CDMX y por ello está la esperanza de que logrará lo mismo a nivel federal. Sin embargo, hay dos problemas a los que deberá enfrentarse ahora. El primero es encabezar una secretaría que no tendrá los dientes ni las herramientas que requiere para la tarea encomendada. Habría hecho mucho más sentido que ayer lo hubiera acompañado en la presentación de la estrategia de seguridad el nuevo Secretario de la Defensa, Ricardo Trevilla, quien tiene el mando de los elementos tanto del Ejército como de la Guardia Nacional.

El segundo problema para García Harfuch es tener que llegar a trabajar montado en la estrategia del sexenio anterior en la que se mintió consistentemente en los datos que se mostraban y en la que se hizo una marcada diferencia entre los gobiernos de la oposición con los de Morena.

Ayer, desconozco si intencionalmente o por error, se mostró una lámina con la tasa de homicidios por cada cien mil habitantes en la que en primer lugar aparece Guanajuato, un estado gobernado por el PAN.

Guanajuato en efecto tuvo el mayor número de homicidios entre enero y septiembre del 2024 en todo el país. Pero esa cifra no es la tasa por cada 100 mil habitantes, como erróneamente venía en la lámina expuesta en la conferencia Mañanera, sino en números absolutos. Si la cifra fuera por cada 100 mil habitantes, el primer lugar lo tendría Colima, que en agosto del 2024 fue de 7.09, según datos del Observatorio Nacional Ciudadano que dirige Francisco Rivas.

Colima, como bien sabemos, es gobernado por la morenista Indira Vizcaíno.

En homicidios por cada cien mil habitantes, Guanajuato está en agosto del 2024 en el 6º lugar del país con 3.10. Antes están Baja California, gobernador por Marina del Pilar de Morena; Morelos gobernador por Margarita González de Morena; Guerrero, gobernador por la Morenista Evelyn Salgado; y Chihuahua gobernado por la Panista Maru Campos.

Más allá del error en la lámina, lo lamentable es el discurso que parece diferenciar entre los estados gobernador por la oposición de los gobernados por Morena. En materia de seguridad México es un solo país. Debería de dar igual qué partido lo gobierna. Que la delincuencia se atreva a mandar este tipo de mensajes es un desafío y una afronta para el Estado Mexicano en su conjunto. Empezando por la nueva presidenta.

Que mensaje más alentador deben de recibir los delincuentes que están atreviéndose a degollar a una autoridad cuando saben que para el nuevo gobierno hay esta diferencia partidista. La división de los gobiernos no es más que una buena noticia para los criminales.

Veremos si García Harfuch logra el éxito a nivel federal como el que tuvo en la CDMX con este tipo de obstáculos.

Columna publicada en El Universal

Tenemos presidenta. Claudia Sheinbaum rindió protesta. Recibió la banda presidencial de Ifigenia Martínez, una mujer que nació en 1930, veintitrés años antes de que las mujeres pudieran votar en México, y que hoy le colocó esa emblemática banda a la primera mujer presidenta.

Sheinbaum, vestida de blanco, arrancó hablando del proceso de desafuero en contra de AMLO. “Hace exactamente 19 años, en este mismo recinto, en un atropello a la libertad, el Jefe de Gobierno de entonces […] pronunció un discurso que cimbró para siempre, la lucha por la democracia.”

Todo ayer fueron símbolos. El vestido blanco, algo positivo por no apuntar hacia Morena, el partido que la postuló a la presidencia. Su arranque alabando a Andrés Manuel López Obrador, tanto en el Congreso como después en el Zócalo, no es de sorprender. Ahora es momento de que Sheinbaum capitalice y se adueñe de la popularidad de AMLO, no de desmarcarse y pelearse.

Llamó la atención mucho de lo que dijo la presidenta… y también mucho de lo que no dijo.

Casi desde el principio de su discurso se quiso ir por asegurar que en materia económica será un gobierno responsable, que respetará la autonomía del Banco de México y en el que promoverá las inversiones. “Tengan la certeza que las inversiones de accionistas nacionales y extranjeros estarán seguras en nuestro país”, dijo muy pronto en su discurso.

Habló del TMEC, la herramienta más neoliberal de la economía mexicana, como algo positivo que fortalece a los tres países firmantes: México, EUA y Canadá. Qué bueno porque es cierto. Se refirió a la polémica reforma al Poder Judicial como algo democrático simplemente porque se elegirán a jueces y magistrados. Como si la democracia se redujera al acto de votar y como si perder los pesos y contrapesos no fuera un balde de agua fría para ésta.

Me gustó su enfoque hacia la producción de energía con fuentes renovables y menos en ponerle un número irreal a la producción diaria de barriles de petróleo. No me gustó como habló de la inseguridad. No hubo un solo reconocimiento a los miles de mexicanos que han sido asesinados o han desaparecido en el sexenio. Simplemente se abocó Sheinbaum a decir que la militarización de AMLO no es militarización. Y aprovechó para golpear a Calderón, en sintonía con el discurso lopezobradorista.

Me gustó su anunció de que hoy estará en Acapulco. Los líderes se miden por sus reacciones frente a las tragedias humanas. Ya no perderé espacio en la columna para mencionar la reacción de AMLO ante Otis… mejor a ver para adelante y darle el beneficio de la duda a CSP y su visita hoy a los damnificados de John.

No me gustó que, al cierre, el grito antes de ¡Viva México! Fuera ¡Viva la Cuarta Transformación! porque no todos los mexicanos están en favor de esa transformación – 23 millones no votaron por ella – y con esto falla a su promesa de que gobernará para todos.

El discurso fue de continuidad y de alabanza a AMLO. Por ahora, él sigue siendo la figura principal. El dueño del movimiento. Tiempo al tiempo.

Apostilla: La cita de lo que dijo AMLO en el proceso del desafuero que Sheinbaum eligió ayer en su discurso fue “ustedes me van a juzgar, pero no olviden que todavía falta, que a ustedes y a mí, nos juzgue la historia”. Y sí, hoy aún sigue faltando que la historia juzgue a AMLO, que ya cerró su sexenio, y a Sheinbaum, que está por arrancarlo.

Columna publicada en El Universal

Luz de gas es la traducción que encontré para el fenómeno que en psicología se conoce como “gaslighting”. Se refiere a un patrón de abuso emocional en el que la víctima es manipulada para que dude de su propia percepción, juicio o memoria. Esto hace que la persona se sienta confundida.

Y lo traigo a colación porque parece una estrategia utilizada por Andrés Manuel López Obrador y por el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, para apaciguar la preocupación de la población por la violencia que ocurre en Culiacán y en el sur del estado.

“Quiero informarles que se está atendiendo la situación en Sinaloa. La confrontación que existe no es tan abierta, ni frontal. Hay enfrentamientos, pero son pocos”, ha dicho el presidente. A ello ha agregado que son los medios amarillistas los que exageran lo que ocurre.

“Los puntos en donde se da la violencia están focalizados. No es cierto que tengamos permanentemente homicidios en Culiacán…estamos levantando al estado con acciones que nos llevan a tener una pacificación mucho mayor que en cualquier momento de la historia.” ha dicho el gobernador Rubén Rocha.

Pero el lunes salió el General Jesús Leana Ojeda, comandante de la tercera región militar, a decir que la paz en el Estado no depende del Ejército. En conferencia de prensa, con el gobernador Rocha Moya a su lado, al ser cuestionado sobre cuándo se tranquilizará la violencia, el general respondió: “queremos que sea lo más rápido posible pero no depende de nosotros, depende de los grupos antagónicos que dejen de hacer su confrontación entre ellos y que estén dejando a la población en paz para que vivan con tranquilidad.”

Al día siguiente de estas declaraciones, durante su conferencia en Palacio Nacional, López Obrador repitió que en Sinaloa las cosas están bajo control y que los medios de comunicación están siendo sensacionalistas.

No puedo imaginar cómo recibirán estas palabras del presidente los culiacanenses que no pueden ni salir a hacer compras de lo básico sin miedo a quedar en medio de una balacera o de que les roben su automóvil o los levanten. ¿Qué pensarán los que no han podido abrir sus negocios cuando escuchan a AMLO decir que las cosas no están tan graves? Tampoco imagino qué dirán los reporteros que se juegan la vida para poder cubrir esta violencia descontrolada cuando López Obrador, desde la comodidad de Palacio Nacional, dice que la situación no está tan mal.

¿Sirve para población y reporteros este ejercicio de manipulación conocido como gaslighting? ¿Se preguntarán si están alucinando al ver autos incendiados en las calles o cuando están varados en la Mazatlán-Durango por horas por un narco bloqueo? ¿Qué pensarán los padres de alumnos que están teniendo que tomar clases en línea cuando escuchan al presidente decir que todo está bajo control?

Y luego la duda de ¿por qué si todo está bajo control, finalmente ayer reconoció el General Secretario de la Defensa, Luis Crescencio Sandoval, un operativo para contener la disputa entre criminales que ha generado la captura de El Mayo Zambada?

Todo esto ocurre, irónicamente, en la semana en que se va a aprobar la militarización de la seguridad pública, como ha querido el presidente, con la adscripción de la Guardia Nacional a la Sedena. ¿Para qué si la calma o la violencia recae en la voluntad del crimen organizado de estar en paz o en pleito?

Son dudas que surgen ante un gobierno que ha optado por manipular a la población para, mediante el “gaslighting”, hacerla dudar de lo que viven en carne propia y ven que ocurre con sus propios ojos.

Columna publicada en El Universal

Si partimos de la base de que la diplomacia es para avanzar en los objetivos de un país, la pausa que ha declarado el presidente López Obrador en las relaciones con las embajadas de Estados Unidos y Canadá, en su enojo por el pronunciamiento que hicieran sus embajadores sobre la reforma al Poder Judicial, no tiene pies ni cabeza.

Pero ¿qué tiene pies y cabeza en este cierre de sexenio?

Si Xóchitl Gálvez hubiese ganado el 2 de junio, algo entendería sobre las acciones de un presidente que parece dispuesto a hacer estallar la República para que su sucesora tenga un arranque de sexenio extremadamente complicado. Pero habiendo ganado a quién él mismo le entregó el bastón de mando ¿por qué está López Obrador dispuesto a descomponer el sexenio de Claudia Sheinbaum antes de que ni siquiera arranque?

Se entiende el enojo de López Obrador con las instituciones que no se le han arrodillado: los órganos autónomos y el Poder Judicial. Un líder que busca lo mejor para su país y dejar un mejor legado no actúa con el hígado, actúa con la cabeza. Pero volvemos a lo principal, estamos ante un momento en el que no hay ni pies ni cabeza.

Sabemos que el crecimiento económico de México está íntimamente ligado a la relación comercial que tenemos con Estados Unidos y en menor medida con Canadá por el TMEC. Pretender, en aras de la soberanía, que esto no es cierto es una acción suicida.

Tomo cuatro datos de México Cómo Vamos, para dejar en claro por qué queremos seguir en el TMEC: Primero, por las exportaciones. El 84% de las exportaciones de bienes mexicanos no petroleros tienen como destino Estados Unidos. Segundo, la Inversión Extranjera Directa (IED). El 44% de la IED en México proviene de EUA y el 8% de Canadá. Tercero, por el empleo. Casi un cuarto de la población ocupada en México (14.6 millones de personas) está vinculada a sectores asociados a la integración comercial, como la manufactura, el comercio al por mayor y el transporte y almacenamiento. Y cuarto, las múltiples veces bendecidas por el presidente, las remesas. El 96% de las remesas que reciben los hogares en México provienen de Estados Unidos.

Estos datos dejan clarísimo que no nos conviene poner en riesgo el Tratado México Estados Unidos y Canadá. El TMEC que firmó México ya en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, compromete al país a contar con un Poder Judicial autónomo e independiente. Las declaraciones del Embajador Ken Salazar simplemente dijeron lo obvio: que EUA apoya una reforma que fortalezca el Poder Judicial pero que la elección de jueces no haría nada por combatir la corrupción ni por fortalecer la rama jurídica del gobierno de México.

La opinión del Embajador Salazar es simplemente para defender los intereses del acuerdo entre ambos países y para señalar las preocupaciones de empresas y empresarios estadounidenses que tienen presencia en México. Lo que hizo fue su trabajo.

AMLO, a diferencia de Salazar, ha opinado sobre temas de EUA en los que México no tienen ni vela en el entierro. El caso Julian Assange ¿cómo le concernía a México? Pero, en tiempos en los que no hay ni pies ni cabeza, el presidente no solamente quiere dinamitar la división de poderes en México. Parece que está dispuesto a todo, incluso a quemar una de las herramientas más valiosas de desarrollo y crecimiento que tenemos, la relación comercial con EUA, a unos días de que concluya su sexenio.

Qué equivocados quienes pensábamos que la transición AMLO-Sheinbaum sería tersa por ser ambos del mismo partido. Ni el peor enemigo de Sheinbaum habría ideado una estrategia tan eficiente para dinamitarle el arranque de su sexenio.

Columna publicada en El Universal

No está fácil que AMLO se salga con la suya con la reforma al poder judicial que implica, en el asunto más incendiario, modificar la manera de seleccionar a jueces y magistrados para que se haga mediante el voto popular. Pero, insisto en que el presidente Andrés Manuel López Obrador es un genio para vender a la opinión pública lo que sea que a él le otorgue más poder si lo viste como un acto de justicia en el que “el pueblo” está colocado en el centro de sus preocupaciones.

La reforma judicial no está pensada para acabar con la corrupción que existe de manera prevalente y en detrimento del Estado de Derecho. Tampoco está hecha para lograr ahorros para la hacienda pública. Pero el presidente dice que eso es exactamente lo que quiere. Y que quienes quieren obstaculizar su reforma lo hacen para proteger corruptos y/o privilegios personales. De hecho la reforma judicial no es una reforma, es un golpe de un presidente enojado con la división de poderes y lo que esto ha implicado en las pocas limitaciones a su enorme poder político. Limitaciones para militarizar a la Guardia Nacional de jure; o limitaciones a sacar a los inversionistas privados del sector energético. AMLO se enojó con estos frenos y por ello quiere venganza.

La reforma judicial es un ejercicio de acaparamiento de poder. Nadie que no pertenezca a Morena y esté en buena lid con el grupo en el poder se verá beneficiado con las modificaciones que pretende. Llamarle reforma es darle un mérito que no merece. Lo que ocurrirá será una exacerbación del influyentismo, algo que solamente presagia mayor corrupción. Es el paso siguiente a la creación del partido-movimiento hegemónico que representa Morena.

No es un acaparamiento sencillo de obtener. Primero porque se debe lograr que el INE avale otorgarle a Morena-PT y PVEM una sobrerrepresentación por encima de la que es constitucionalmente válida. Si en las urnas obtuvieron un 54 por ciento del voto, quedarse con un 75 por ciento de las curules va en contra sentido de la cláusula de gobernabilidad.

Ésta se hizo para asegurar que las minorías no fueran desplazadas en el legislativo, no para que las mayorías las aplastaran. Pero todo indica que la oposición está sentada como el chinito, no’más milando, como Morena y aliados les acaparan los escaños suficientes para poder hacer modificaciones constitucionales a su antojo.

Lejos de tener como foco y propósito número uno frenar este acaparamiento del partido en el poder, andan más preocupados por sus pequeñas rencillas internas. Que si Alito se reelige o no; que si Marko se queda o no; que si Maynez coordina o no. Ahora lo importante debiera ser para ellos defender que en el legislativo mantengan lo que en las urnas les dimos los ciudadanos. Pero no. Eso lo dejan en segundo plano sin darse cuenta lo irrelevantes que serán una vez consumado el reparto de escaños que pretende el oficialismo.

Una vez que el INE falle tal y como quiere Morena y aliados, el Tribunal deberá ratificar la decisión. Esa es la segunda aduana. Ahí no debiera ser fácil para Morena salirse con la suya, pero lo logrará porque ya antes de las elecciones se aseguró el oficialismo de tener una mayoría de magistrados en su bolsa.

Así, en estos días la conformación del legislativo quedará como quiere el presidente y con ello comenzará la ventana de septiembre en la que se aprobará el engendro de reforma al poder judicial. AMLO y sus cercanos lograrán hacerse de todo el poder. A la vista de todos. Ante la impotencia de los ciudadanos que estamos a merced de una clase política lamentable.

Aunque a la venganza la quiera disfrazar de justica el presidente, venganza seguirá siendo. Nada más y nada menos. Eso es la “reforma” judicial.

Columna publicada en El Universal

Andrés Manuel López Obrador comenzó con las conferencias mañaneras desde que era Jefe de Gobierno de la CDMX. Entonces los medios replicábamos de vez en cuando lo que ahí ocurría, pero no tenían ni remotamente el eco que han logrado ya como presidente. Y es evidente que el megáfono de la Jefatura de Gobierno no es tan avasallador como el de la presidencia de México.

En este sexenio López Obrador ha marcado la agenda gracias a que arranca a las 7am con conferencias que llegan a durar más de tres horas. Las describe como un ejercicio de transparencia en las que su gobierno rinde cuentas pero en realidad han sido una fuente de propaganda y desinformación que han polarizado a la sociedad. Han sido también la plataforma mediante la cual el presidente ha faltado innumerables veces a la ley ya sea para violar la privacidad de los datos personales de periodistas, para atacar a contrincantes políticos o para intervenir en la política interna de otros países.

A ella acuden reporteros de medios establecidos, pero hemos visto en primera fila lo que no puede más que calificarse como paleros del régimen. Supuestos periodistas de medios improvisados cuyo financiamiento es poco claro. Personajes que ya han conseguido saltar a la fama como Lord Molécula, inmortalizados en programas de sátira, que lejos de aportar a la sociedad con sus preguntas al presidente, le restan con sus alabanzas al estilo de las peores dictaduras.

Las mañaneras han sido además un instrumento de abuso del poder presidencial. Financiadas con dinero público, han servido como propaganda para el gobierno, para el culto a López Obrador y como una herramienta para atacar o amedrentar a quienes el presidente considera sus adversarios.

Para mí el ejemplo más claro de lo dañinas que han sido las conferencias fue el atentado en contra de Ciro Gómez Leyva. AMLO declaró en su conferencia que escuchar el programa de radio del conductor de Radio Fórmula le podría generar al público un tumor en el cerebro. Esa misma semana ocurrió el atentado. El enojo, la polarización y la falta de rigor del presidente provocó la iniciativa de ir y dispararle a un periodista. Sabemos, por la entrevista de Saskia Niño a El Bart, que él disparó, pero es la fecha que no conocemos las razones ni quién fue el autor intelectual. Si eso no es suficiente para revalorar ese mecanismo de comunicación, no sé qué pueda serlo.

Y por ello, una de las grandes preguntas que hay al concluir el sexenio de López Obrador es ¿qué pasará con las mañaneras? Esta semana Claudia Sheinbaum la ha respondido. Las Mañaneras continuarán.

Esta decisión de Sheinbaum puede ser positiva, si decide hacer el uso correcto de este espacio y si los demás actores políticos y mediáticos responden de una forma diametralmente distinta a la presencia de la Presidenta cada mañana en la escena pública.

Primero que nada, Sheinbaum podría hacer de ellas un ejercicio auténtico de rendición de cuentas. (Se vale soñar) Pero la responsabilidad de qué ocurra con estas conferencias un sexenio más no es solamente de ella. También habrá que modificar la forma como los medios de comunicación respondemos. La réplica sin contexto de las frases más llamativas de las conferencias ha generado mayor daño a la sociedad que la conferencia misma.

¿Y la oposición? Su reacción o falta de acción ante las conferencias también ha sido en detrimento del discurso público y de ellos mismos.

Si el sexenio que está por arrancar va a continuar con las conferencias mañaneras, desde ya tendrían medios y oposición que idear una estrategia para responder a ellas de forma que no los dejen fuera de la jugada otro sexenio más. Con tantas herramientas de comunicación disponibles hoy, dejarle a la presidencia el monopolio de la agenda a través de las conferencias matutinas es una manera de contribuir a la infodemia y a la imposición de una postura oficial de manera unilateral.

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El combate a la corrupción fue el problema número uno que prometió abatir Andrés Manuel López Obrador. Y el fracaso ha sido tan grande, que esta semana, en la presentación de su plan anticorrupción, hasta su fiel escudera, Claudia Sheinbaum, se vio obligada a reconocerlo.

“La corrupción no es un asunto cultural, como se decía antes. Es un asunto que se generó durante años en gobiernos corruptos donde hubo impunidad. Hoy tenemos un presidente honesto, pero tenemos que avanzar todavía más en que se erradique la corrupción en cualquier lugar donde se encuentre”, dijo la candidata de Morena.

Así que seguimos con corrupción y seguimos con impunidad.

Enrique Peña Nieto fue el que dijo que la corrupción en México podía considerarse hasta un tema cultural. Ya estará en los sociólogos definir si esto es cierto o no. Lo que es evidente es que la fórmula mágica que vendió López Obrador para que México fuera otro país, uno mejor, simplemente no funcionó.

AMLO prometió que con acabar con la corrupción se tendría dinero suficiente para cubrir las necesidades del país para hacerlo uno mucho mejor. Y que para acabar con la corrupción simplemente había que barrer las escaleras de arriba para abajo. Es decir, que con que el presidente no fuera corrupto, se acabaría con la corrupción.

Cinco años después, la lista de corruptelas en este gobierno es larga, como también la cifra de lo defraudado a los mexicanos. La impunidad ha permanecido aunque se le ha agregado el componente de disfrazar de justicia lo que es meramente venganza.

Por ejemplo, lejos de haber señalado y procedido contra la corrupción que se dijo que había en el proyecto del NAIM (el aeropuerto en Texcoco) como razón para su cancelación, se prefirió encarcelar a una enemiga política del presidente, a Rosario Robles, y se hizo utilizando una licencia falsa. Nada se ha hecho en el mayor desfalco del sexenio, el ocurrido en Segalmex, bajo la batuta del amigo del presidente, Ignacio Ovalle.

Cuando habla Sheinbaum de gobiernos corruptos del pasado ¿con qué autoridad moral lo dice? Si, es vergonzoso pensar en los negocios de los hijos de Martha Sahagún, pero más lamentable es ver que seguimos igual, veinte años después, solo que ahora viendo los negocios y las frivolidades de los hijos del actual presidente.

En su plan habla de reforzar la política de contrataciones gubernamentales mediante licitación pública. Esto es un viraje 180o de lo que hemos visto en el gobierno de López Obrador. Primero, porque han sido reacios (por usar una palabra amable) a la transparencia que exige el INAI. Tan es así que buscan desaparecerlo. Y segundo, en lo que va del sexenio, la opacidad en la entrega de contratos gubernamentales ha llegado al extremo de declarar obras de seguridad nacional El Tren Maya, El corredor del Itsmo y el aeropuerto de Tulum, entre otros. Así, AMLO ha evitado transparencia en los contratos y gastos de estas obras. Lo mismo que hizo cuando fue Jefe de Gobierno y clasificó los documentos sobre los costos de la construcción de los segundos pisos en la CDMX.

Cuando se le ha cuestionado sobre esta opacidad, López Obrador se justifica con el clásico de que “nosotros somos distintos; somos honestos”. Esa honestidad de la que presume el presidente ha sido insuficiente para combatir la corrupción. Su receta de que barriendo las escaleras de arriba abajo se acaba con la corrupción no ha funcionado. Tan es así que la aspirante a sucederlo ha tenido que admitir que en materia de corrupción hay una tarea pendiente, si es que ella llega a ganar en junio.

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El presidente Andrés Manuel López Obrador pasó de ser un activista social a un presidente empresario. Desde que llegó a Palacio Nacional no ha hecho más que querer jugar a emprender con el dinero de la hacienda pública.

Arrancó cancelando el aeropuerto de Texcoco y en su lugar decidió que se construyera el AIFA. Este primer acto del presidente empresario ha costado 417 mil millones de pesos. 332 mil millones por la cancelación y 85 mil millones de pesos por la construcción del AIFA.

De ahí, el presidente empresario anunció que construiría una refinería en su estado, en Tabasco, la Olmeca o Dos Bocas. La licitó y como ninguna de las propuestas se ajustaba a su austeridad republicana, decidió que con el dinero del erario alcanzaría perfectamente para este proyecto ambicioso e inútil. El mundo se está moviendo hacia las energías renovables y México no es bueno para refinar porque nuestro petróleo es demasiado pesado y nuestras refinerías carecen de la maquinaria para procesarlo. Eso no importó. En lugar de modernizar las 6 refinerías de nuestro Sistema Nacional de Refinación, López Obrador decidió que se construiría una nueva a un costo para la hacienda pública de 8 mil millones de dólares. Ya vamos en 20 mil millones y la refinería no refina. El saldo de este negocio es negativo con el agregado de que cada lluvia, la refinería se inunda.

A la par anunció que para desarrollar el sureste mexicano se debía de construir un tren. El Tren Maya tenía un costo inicial de 156 mil millones de pesos. El costo estimado a noviembre del 2023 era de 511 mil 200 millones de pesos. La cifra es del IMCO ya que no hay información disponible en Cartera de Inversión o la página de transparencia del proyecto. Encima de ser un ecocidio múltiple, por haber implicado la tala y deforestación de miles de hectáreas -6 mil 659 según la organización CartoCrítica – y porque está construido sobre cuevas y cenotes, no hay transparencia sobre su costo ya que el presidente lo declaró obra de seguridad nacional. El cálculo lo hace el IMCO con base en el presupuesto asignado al tren desde el 2020. Tampoco hay transparencia sobre qué se hizo con la madera de los árboles talados.

Hoy el Tren Maya, que sigue inconcluso a pesar de haber sido inaugurado ya dos veces, ha tenido que suspender su servicio por distintas fallas. Desde retrasos no menores hasta problemas con el funcionamiento del aire acondicionado. Desde el 16 de diciembre que arrancó operaciones hasta la semana pasada ha transportado, según la página del Tren, a poco más de 50 mil pasajeros. Con un costo de $957.50 pesos el boleto en cabina turista para pasajeros mexicanos, estamos hablando de que en tres meses ha vendido aproximadamente 50 millones de pesos. Ya nada más faltan 463 mil 300 millones de pesos por recuperar, sin tomar en cuenta los costos de operación del Tren.

A estos tres negocios que ha emprendido el presidente López Obrador con el dinero de los mexicanos hay que agregar la mega farmacia, con la cual se pretendía acabar con el desabasto de medicinas. Hoy, de acuerdo con el reportaje de Nayeli Roldan para Animal Político No fuimos Dinamarca, esta megafarmacia no solamente no ha resuelto el desabasto, además se gasta 29 por ciento más de lo que se gastó el sexenio pasado, aunque se compran menos medicinas.

También está la adquisición de Mexicana de Aviación que simplemente no logra despegar; el proyecto turístico de Islas Marías, que no logra atraer turistas; y la compra de las plantas de Iberdrola, que no agregan un solo megawatt adicional de generación eléctrica pero hubo que pagar 6 mil 200 millones de dólares por ellas.

Por si todo esto no fuera suficiente para el presidente que juega a ser empresario, ahora anuncia que saldrá comprar el aeropuerto de Toluca. Veamos si en el cierre de su sexenio logra hacer que alguno de sus múltiples negocios sea redituable para los mexicanos. De lo contrario, esta austeridad nos habrá salido carísima.

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En su última colaboración antes de su lamentable muerte, Carlos Urzúa comparó la inversión que el presidente López Obrador ha decidido hacer para que México logre la autosuficiencia energética y la comparo con la inversión hecha para infraestructura y abasto de agua en el país.

El dinero destinado para producir petróleo en este sexenio ha sido significativamente mayor que el invertido en agua. Y eso nos tiene al borde de quedarnos literalmente secos en la zona centro y norte de México. Pero resulta que las políticas energéticas del actual gobierno no solo no le han dado prioridad a nuestra agua, tampoco a nuestro aire.

En el municipio de Tizayuca, en Hidalgo, se encuentran la refinería Miguel Hidalgo de Pemex y la Central Termoeléctrica Francisco Pérez Ríos. Ambas contaminan muchísimo la zona con emisiones de gases.

Una de las principales razones por las que ya llevamos dos Contingencias Ambientales decretadas en el Valle de México en lo que va del año es que la Central Termoeléctrica en Tula actualmente utiliza combustóleo para generar electricidad y esa no es la mejor opción. De hecho es la peor. Tan mala es para la salud por su elevado contenido de azufre que desde el 2020 ya es un energético prohibido por la Organización Marítima Internacional para que sea utilizado como combustible para barcos cargueros, que eran sus principales consumidores.

El caso de México es diferente. Aquí, el gobierno de López Obrador ha optado por aumentar el consumo del combustóleo para darle alguna salida a todo el que produce Pemex ya que la venta para barcos quedó prohibida. Y en ese aumento del uso de la CFE del combustóleo, la calidad del aire en la Zona Centro ha sido la principal afectada.

Son varios los expertos que le han señalado al gobierno la importancia de sustituir el uso de combustóleo y carbón con gas natural para la generación de electricidad. Con ese simple acto se podrían reducir significativamente las emisiones de gases contaminantes. Esto es una práctica que ya ocurre en gran parte del mundo, sin que impida el desarrollo industrial de los países.

Se producen aproximadamente 117 libras de dióxido de carbono (CO2) por millón de unidades térmicas británicas (MMBtu) equivalentes de gas natural. En comparación son más de 200 libras de CO2 por MMBtu de carbón y más de 160 libras por MMBtu de combustóleo.

Lo lógico entonces sería usar gas natural. Las propiedades de combustión limpia del gas natural han contribuido al aumento de su uso para la generación de electricidad y como combustible de transporte para vehículos de flotas en Estados Unidos, Canadá y otros países desarrollados.

Pero la lógica no es el fuerte de este gobierno. Primero encontró en EUA un comprador de combustóleo cuando el precio del barril de petróleo estaba elevado por la pandemia. Las refinerías estadounidenses cuentan con una planta coquizadora que elimina muchos de los contaminantes del combustóleo y con ello podían producir energéticos a un menor precio. Ahora, con la estabilización de los precios del crudo, ya no están interesados en nuestro combustóleo. Y por ello todo el que produce Pemex se va a la CFE para ser su principal fuente, junto con el carbón, para la producción de energía eléctrica.

El problema es para la calidad del aire de la zona de Tula y del Valle de México. La solución que han dado las autoridades para la mala calidad del aire es que se frene la actividad industrial y la circulación de vehículos según el color de su engomado. Pero esto no sirve para paliar la magnitud de los contaminantes emitidos primero por la refinería y después por la termoeléctrica.

Ya tuvimos el pasado fin de semana contingencia ambiental que duró cuatro días. Vendrán muchas más contingencias en el año. Y esto es una bomba más que está dejando el gobierno de López Obrador a quien lo suceda en la presidencia por una política energética muy equivocada.

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