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Tracee Ellis Ross decidió aprovechar la gran exposición mediática con la que cuenta, para hablar sobre el escándalo de acoso sexual que se originó en Hollywood.

 

En los últimos dos meses, innumerables mujeres han alzado la voz para compartir sus experiencias y, aunque Tracee no está del todo sorprendida con estas historias, parece que hay bastantes hombres que si lo están.

 

Tratar a las mujeres con respeto no debería ser complicado, pero parece ser un poco confuso para muchos hombres, razón por la que Tracee escribió un libro de niños para adultos para facilitarles la tarea.

 

 

Se han revelado fragmento del nuevo libro del ex presidente de Estados Unidos, George H. W. Bush, en donde indica que la razón por la que Donald Trump quiso ser Presidente del país fue el “ego” que el magnate tiene, ante lo cual aseguró que para ser un verdadero mandatario, se debe tener “humildad”.

 

Los adelantos fueron liberados por la cadena CNN, quien tuvo acceso al libro “The Last Republicans”, en donde asegura que Trump es “un fanfarrón”; además de que confirma que en las elecciones de 2016 votó por la candidata demócrata, Hillary Clinton, y no por el candidato de su partido.

 

Bush hijo indicó que a Trump “le entusiasma” la ira de los ciudadanos; incluso asegura que llegó a la Casa Blanca sin entender el trabajo que iba a realizar.

 

El libro revela la preocupación de ambos Bush, sobre el giro que ha tenido el Partido Republicano, que aseguran, pasaron sus vidas construyendo, un partido que alguna vez se comprometió a eliminar los límites al comercio y la inmigración, promover la democracia.

 

Se espera que el nuevo libro salga a la venta el próximo 14 de noviembre

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Con información de CNN / Foto: Archivo APO

Habla de Trump, Comey, de colusión, “deplorables”, y del poder del sexismo.

Clinton, que como ella dice, ganó “más votos para presidente que cualquier hombre blanco” en la historia de Estados Unidos, no es el primer candidato que capturar el voto popular, pero pierde las elecciones. Ella es la quinta. Los Fundadores, por diversas razones, desconfiaban de la democracia popular. Los sureños desconfiaban de un desafío a la esclavitud; otros temían la aparición de un demagogo nacional. El Colegio Electoral, Alexander Hamilton escribió en el Federalist Paper No. 68, que bloquearía la aparición de un líder con “talentos para la intriga baja y las pequeñas artes de la popularidad”. Una capa adicional de deliberación electoral, pensó, también aislaría al sistema estadounidense de un ataque hostil desde el exterior: “el deseo de las potencias extranjeras de obtener un ascendiente inapropiado en nuestros consejos”.

 

Andrew Jackson fue el primero en sufrir este resultado constitucionalmente permitido de perder mientras ganaba, al conceder la carrera de 1824 a John Quincy Adams. Jackson, cuyo retrato ahora cuelga en la oficina oval, cargó que le fue quitado una papeleta amañada. En 1888, Grover Cleveland perdió en la misma forma frente a Benjamin Harrison, pero vengó su humillación cuatro años después. Samuel Tilden cayó contra Rutherford B. Hayes, en 1876; y sin embargo, después de la lucha barroca, de meses de batalla dentro del Colegio Electoral, Tilden parecía casi aliviado. Ahora, él dijo: “Puedo retirarme con la conciencia que recibiré de la posteridad el mérito de haber sido elegido a la más alta posición por el mandato del pueblo, sin ninguno de los cuidados y responsabilidades del oficio”.

 

En la boleta del 2000, Albert Gore, Jr., vicepresidente de Bill Clinton durante ocho años, ganó medio millón más de votos que el gobernador de Texas, George W. Bush. Después de perder la batalla final ante el Tribunal Supremo, Gore pronto partió de Washington para procrear en Nashville. Se dejó al barba. Engordaba. Parecía, al principio, muy perdido. Cuando lo visité allí, unos años más tarde, él dijo que eventualmente llegaría a enfrentarse a esa amarga experiencia, todavía no. Él nunca lo hizo completamente, ciertamente no en un libro. En cambio, con el tiempo, se afeitó la barba, viajó por el mundo dando conferencias y haciendo un documental sobre el cambio climático y, en 2007, compartió el Premio Nobel de la Paz con el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático. Hizo una fortuna como director de Apple, asesor de Google y socio de capital de riesgo. Encontró su camino. Y cada vez que alguien mencionaba las elecciones del 2000 siempre recordaba aclarar las cosas, diciendo: “Usted gana, pierde algo, y luego esa tercera categoría poco conocida”.

 

Para todas las habilidades de supervivencia de Hillary Clinton, tendrá dificultades para encontrar una paz o lugar similar en los asuntos públicos. Por un lado, Gore tenía unos cincuenta años cuando perdió. Clinton tiene sesenta y nueve años. Por otra parte, las circunstancias que rodearon su derrota son inmensamente más inquietantes. Clinton perdió una carrera que pocos creían posible perder. Su oponente no era Mitt Romney o John McCain o Marco Rubio, sino Donald J. Trump, un empresario inquietante,  estrella de los reality shows, un demagogo desagradable, aunque astuto, cuya retórica y propuestas políticas habían desdeñado las normas constitucionales de los Estados Unidos . Perdió por los errores tácticos de su campaña. Perdió porque nunca pudo encontrar un idioma, un enfoque temático o un personaje de campaña que pudiera convencer a los trabajadores estadounidenses que luchaban y que ella, y no un artista de dibujos animados, era su favorito. Perdió por las fuerzas del racismo, la misoginia y el americanismo que Trump despertó expertamente. Y ella perdió debido a fuerzas externas (Vladimir Putin, Julian Assange, James Comey) que estaban fuera de su control y aún no se entienden completamente.

 

“Hay momentos en que todo lo que quiero hacer es gritar en una almohada”, Clinton admite en una cruda memoria llamada “What Happened.” Clinton describe la actividad diaria de trabajar en el libro con sus colaboradores, dos ex-redactoras de discursos e investigadoras, como “catártica”. Pasaron largas sesiones en su casa hablando a través de los detalles de la campaña, intercambiando notas, sugerencias, ediciones. Pero, como dijo Clinton cuando nos reunimos recientemente para una larga conversación, en el proceso de pensarlo todo, Trump apareció sobre ella como un depredador en el segundo debate, el incesante tema de los “correos electrónicos, correos electrónicos…”, “Despertando de una siesta en la noche de la elección y sabiéndose que Michigan, Wisconsin, Pennsylvania, y la elección mismo se había ido lejos, era como si inevitablemente se repitiera un accidente horrible. “Literalmente, en ocasiones cuando lo escribía, tuve que ir a acostarme”, dijo. “Simplemente no podía soportar revivirlo.”

 

´Pero, contra el consejo de algunos de los más cercanos a ella, la ha revivido para su publicación. Las memorias de Clinton se irradian con furia hacia las fuerzas y las cifras van en su contra, pero también son golepadoras con auto-búsqueda, dolor, amargura, acompañados de intentos de canalizar el enojo y contener esa furia. En un momento dado, ella escribe, “Expire. Gritaremos más tarde. “En la noche del 8 de noviembre, Clinton esperaba dar un discurso de victoria en el Centro Javits, en Manhattan, como la primera mujer electa. La escenografía estaba en su lugar: vestiría de blanco, «el color de las sufragistas», el cumplimiento de las Cataratas de Seneca, y se pararía sobre una plataforma cortada en forma de Estados Unidos, bajo un vasto techo de cristal. Sería un triunfo a escala histórica, un avance estadounidense como consecuencia del discurso de Barack Obama sobre la Noche de Elecciones en 2008, en Grant Park. En cambio, a la mañana siguiente, llevaba púrpura, un símbolo de la unidad de los estados rojo y azul, y, ante cientos de empleados conmovidos y llorando, se abrió camino a través de un mensaje de resistencia y gratitud apresuradamente redactado. Después, ella y Bill Clinton subieron a su auto y fueron conducidos a lo largo del río Hudson, ella estaba vacía, incapaz de hablar, luchando por respirar: “En cada paso sentí que había dejado a todos caer. Porque lo hice”.

 

Cuando Clinton llegó a casa, se cambió a pantalones de yoga y un paño grueso y salió a caminar. Vive en un callejón sin salida llamado Old House Lane, en Chappaqua, una aldea boscosa en el condado de Westchester. La propiedad está rodeada por una alta valla blanca. Los oficiales del servicio secreto operan fuera de un granero rojo en el patio trasero. Estaba fría, lluviosa, tranquila y, escribe, “la pregunta que resonaba en mi cabeza era: ‘¿Cómo sucedió esto?'”

 

 

 

Reseña completa AQUÍ

The New Yorker por David Remnick

Foto: Twitter

 

Este martes la ex candidata demócrata a la Presidencia de los Estados Unidos, Hillary Clinton presenta su libro “What Happened?” (¿Qué sucedió?), en donde relata cómo su derrota frente a Donald Trump. Sin embargo todo parece que la idea no le gustó al actual mandatario, pues a través de su redes sociales mandó una indirecta a su ex rival.

 

 

 

El republicano sostuvo en su perfil de Twitter que es “Fascinante ver a la gente escribiendo libros y artículos importantes sobre mí y sin embargo no saben nada sobre mí y tienen nulo acceso”, y volvió a utilizar su ya famoso calificativo #FakeNews (Noticias Falsas).

 

Y es que el la publicidad que se ha difundida sobre el libro de la ex Secretaria de Estado ha hecho alusión a críticas del magnate, y a hechos que sucedieron durante la campaña del año pasado.

 

 

 

 

En otro tema, el Presidente también compartió en su red social que “la devastación dejada por el huracán Irma fue mucho mayor, al menos en ciertas localidades, de lo que nadie pensaba”, sin embargo aseguró que “gente increíble se encuentra trabajando duro”.

 

Recordemos que Irma ha dejado a u paso por las Islas Caribeñas y Estados Unidos 40 muertos: una en Antigua y Barbuda, 13 en San Martín, una persona en San Bartolomé, seis personas más en Anguila e Islas Vírgenes Británicas, cuatro en Islas Vírgenes estadounidenses, dos muertos en Puerto Rico, 10 muertes más en Cuba, 3 en Florida y se habla de una persona muerta en Georgia, aunque esta aún no ha sido confirmada.

 

 

 

 

Foto: Archivo APO

El programa norteamericano Morning Joe de la cadena MSNBC, reveló fragmentos de lo que será el nuevo libro de la ex candidata presidencial demócrata Hillary Clinton, en donde describe al ahora presidente Donald Trump, como “asqueroso”.

“Fue increíblemente incómodo. Estaba literalmente respirando en mi cuello. Mi piel se erizó. Fue uno de esos momentos en los que deseas oprimir el botón de pausa y preguntar a los presentes ‘Bueno, ¿qué haría usted?'”, afirma la demócrata en uno de los fragmentos revelados por la cadena estadounidense.

 

El libro llevará por título “What Happened” (Lo que ocurrió), y aunque aseguró “no tienes todas las respuestas”, describe en gran forma todo lo que ocurrió durante la campaña electoral del pasado año en donde fue derrotada por el magnate neoyorkino.

“¿Te hubieras quedado tranquilo?, ¿habrías ignorado lo sucedido con una sonrisa en la cara y hacer como si no lo hubiera hecho? (…) o lo confrontarías, mirándolo a los ojos y le dirías claramente: Retrocede, asqueroso. Aléjate de mí. Sé que te gusta intimidar a las mujeres, pero no lo conseguirás conmigo, así que retrocede’”, relata la ex primera dama.

El libro será publicado el próximo 12 de septiembre en los Estados Unidos y con ello la ex secretaria de Estado revelará diversos pasajes de lo que sucedió en un de las contiendas electorales que más ha causado polémica en la historia de su país.

 

 

 

Con información de  The Hill y CNN / Foto: Archivo APO

Quien quiera saber algo de las extrañas aguas en que México navega hacia el futuro debe leer el libro de Andrés Manuel López Obrador, el hombre que trata por tercera vez de ganar la presidencia y va adelante en las encuestas.

 

El libro se llama 2018: La salida. Decadencia y renacimiento de México.El retrato de la decadencia carga las tintas al describir los males del país. La promesa de renacimiento es de una simpleza que desarma. Pero la mezcla del relato indignado y de la promesa utópica toca parte de las “ganas de creer” que hay en el fondo de la incredulidad mexicana.

 

Según López Obrador, desde que se implantó en 1983 el “modelo neoliberal”, México es “una “república simulada, no un gobierno del pueblo para el pueblo”. Desde entonces, afirma, el “Estado ha sido convertido en un mero comité al servicio de una minoría rapaz”.

 

Tolstoi ha dicho: “Un Estado que no procura la justicia no es más que una banda de malhechores”. Desde 1983, asegura López Obrador, México está gobernado por una banda de malhechores : una “mafia en el poder”. Los instrumentos de esa mafia son “privatizar, sinónimo de robar”; el “contratismo voraz”; “la delincuencia de cuello blanco”; y haberle torcido “el pescuezo a la gallina de los huevos de oro”: la renta petrolera monopólica de Pemex.

 

El recuento es eficaz y deja al lector colgado de la memoria de sus propias iras. Lo que uno espera a continuación es la promesa de limpia. Pero lo que sucede a continuación es que López Obrador otorga el perdón a los malhechores.

 

Escribe: “Les decimos a los integrantes del grupo en el poder que a pesar del gran daño que le han causado al pueblo y a la nación no les guardamos ningún rencor y les aseguramos que tras su posible derrota en 2018 no habrá represalias, persecución o destierro para nadie” (página 102).

 

Si prometiera esto otro candidato, López Obrador diría que tanta magnanimidad no puede ser sino complicidad. Y tendría razón.

 

Pasado el trago del perdón, López Obrador se desborda en su propuesta. Cree, con el general Francisco J. Múgica, amigo del presidente Lázaro Cárdenas, paradigma histórico de López Obrador, junto con Fidel Castro y Salvador Allende, que para lograr la prosperidad de México hacen falta sólo “la simple moralidad” y “algunas pequeñas reformas”.

 

López Obrador no ha ido muy lejos para encontrar al personaje que encarna la reserva de “simple moralidad” que Múgica soñaba. Le ha bastado verse en el espejo: la reserva de “simple moralidad” que le falta a México es él mismo. Él es el instrumento capaz de poner fin a la corrupción que agobia a la república. Bastará hacerlo presidente, y la limpia vendrá desde arriba.

 

Explica: “Los comportamientos corruptos, aparentemente estructurales, se van a eliminar con relativa facilidad porque, entre otras cosas, el presidente de la república no será parte de esos arreglos y, por el contrario, se convertirá en el principal guardián del presupuesto y en promotor decidido de la nueva cultura de la honestidad dentro del Gobierno y en la sociedad” (página 151).

 

La suspensión de la corrupción, según López Obrador, permitirá al Gobierno un ahorro de 500.000 millones de pesos cada año, con los cuales el Estado podrá recobrar la iniciativa destruida por el neoliberalismo, hacer las inversiones necesarias para que haya crecimiento económico y equidad social, y atraer la inversión privada en proporciones de 1 a 16: por cada peso invertido por el Estado, los privados pondrán 16, como fue el caso, según López Obrador, durante sus años de gobierno de la Ciudad de México (2000-2005).

 

Mediante estas sencillas fórmulas, México crecerá al 4% en los primeros cuatro años del Gobierno de López Obrador, y al 6% en los dos últimos. Para entonces “los trabajadores habrán recuperado cuando menos el 20% de su poder adquisitivo. Ningún mexicano padecerá hambre y nadie vivirá en la pobreza extrema. Los adultos mayores gozarán de pensiones justas y vivirán sin preocupaciones materiales y serán felices”.

 

Porque López Obrador no sólo quiere traer a México prosperidad y bienestar, también quiere implantar una “república amorosa para promover el bien y lograr la felicidad” (página 261).

 

Dejamos aquí los linderos de la política y entramos en los del delirio o la fe. La agenda se vuelve evangelio, el proyecto político, camino a la felicidad.

 

No he visto nunca en López Obrador sino a un político profesional. Soy incapaz de penetrar o de creer en su dimensión ética o moral. Lo que veo en su evangelio es sobre todo el propósito político. Creo que lee bien la revuelta moral (contra la corrupción, contra la impunidad, contra la ineficacia del Gobierno) que recorre México. Para subirse a esa creciente marea ha decidido ir un paso más allá del discurso de la indignación, hasta el discurso religioso.

 

Creo que actúa en esto con pragmatismo absoluto, subiendo las apuestas: si tenemos que hacer promesas incumplibles, que sean gigantescas; si tenemos que dar soluciones difíciles, que sean absolutas; si tenemos que estimular la fe, prometamos el cielo en la tierra.

 

El llamado a creer puede ser la pieza más potente de la propuesta de López Obrador, porque está leyendo algo sencillo y profundo de las emociones que dominan el desencanto mexicano.

 

Ese algo podría resumirse de la siguiente manera: ahí donde todos dicen ya no creer en nada, debe haber unas ganas enormes de creer en algo que rompa con todo.

 

No hace falta que las ganas de creer ganen las emociones de todos los mexicanos. Basta con que un tercio de los votantes se disponga a creer que la promesa de López Obrador se hará realidad. Entonces López Obrador ganará la presidencia y los mexicanos pagaremos por partida doble: por no haber creído en nada y por haber creído de más.

 

La república amorosa de López Obrador quiere volver al México anterior a 1983. Busca la restauración del viejo Estado grande y el viejo presidencialismo populista. Es la versión mexicana del oleaje de utopías regresivas que bañan al mundo.

 

No es una casualidad histórica que vaya ganando.

 

 

Texto publicado en El País por Héctor Aguilar Camín

Foto: Archivo APO

Una nueva polémica envuelve al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Y es que durante su visita al Museo del Holocausto en Israel, el magnate firmó el libro de las visitas con un mensaje que comienza a generar polémica al ser filtrado por los medios de comunicación.

 

La polémica surge por la profundidad del mensaje y el significado que tuvo, además de la diferencia con el mensaje que en 2008 el ex presidente Barack Obama plasmó en el mismo libro.

 

 

En los mensajes filtrados, se lee el mensaje de Donald Trump:  “Es un gran honor estar aquí con todos mis amigos. ¡Qué increíble, nunca lo olvidaré!”. Mientras que el mensaje de Obama rezaba:  “Me siento agradecido a Yad Vashem y sus responsables por su extraordinaria institución. En un tiempo de gran peligro y promesas, guerra y progreso, estamos bendecidos por tener un recuerdo tan poderoso de la capacidad humana de crear tanto mal, pero también de nuestra capacidad para levantarnos y sobrepasar una tragedia y reconstruir nuestro mundo. Que aquí vengan nuestros hijos y aprendan la historia, para que ellos puedan unirse a nosotros y proclamar ‘nunca más”. Y recordemos a aquellos que nos dejaron, no solo como víctimas, si no también como individuos que tuvieron esperanza, amaron, y soñaron como nosotros, y que se han convertido en símbolos del espíritu humano”.

Medios israelíes criticaron el mensaje del estadounidense, debido a la falta de sensibilidad. Algunos líderes de opinión en todo el mundo han comparado el mensaje de Trump con los mensajes de los adolescentes en los anuarios escolares.

 

Con información de The Europa Press / Foto: Twitter

RAFAEL PÉREZ GAY

MILENIO

 

 

 

Leí a empujones la plataforma-­libro que le escribieron a Andrés Manuel López Obrador: 2018: La salida. Decadencia y renacimiento de México. No me gustan los libros de los políticos porque son la negación de la reflexión por escrito, no existe el autor: alguien se los escribe. Así éste, un redactor fantasma ha puesto algunas de las ideas con las cuales López Obrador piensa que llegará a la Presidencia en las elecciones de 2018.

 

No le concedo al libro, o lo que sea, la seriedad de una plataforma política, aunque lo sea, lo considero un aserradero de mentiras, de promesas que nunca nadie podría cumplir. La corrupción, afirma López Obrador, es el origen de todos los males mexicanos. Tiene razón, pero como en todas sus propuestas acompaña a una verdad con una mentira.  Él acabará por decreto del pueblo bueno con la corrupción; con el dinero recuperado, 500 mil millones y otros dineros de aquí y allá, se obtendrán los recursos para el desarrollo del renacimiento de México. En camelos lopezobradoristas como éste se cifra gran parte del libro y de la plataforma: la denuncia de un gran problema real y de inmediato la propuesta de una solución fácil, imposible de realizar.

 

Dos extremos: “decadencia” y “renacimiento”. ¿Así o más sencillo? Hay una banda de malhechores, la mafia en el poder, que privatizó y robó creando un grupo delincuente de cuello blanco. No les falta razón a López Obrador y a su escritor fantasma, correcto. En consecuencia, para el renacimiento de México se necesita rescatar al Estado, privilegiar la honestidad y la austeridad republicanas mediante decisiones económicas y sociales. Y ya: México recobrado de las llamas del infierno.

 

Los comentaristas más serios afirman que con estas paparruchadas López Obrador ganará las elecciones de 2018. Si algo he aprendido de las dos más recientes elecciones presidenciales es que el ganador aparece tarde y sorprendido de su propia victoria. Decía Lope de Vega que quien mira lo pasado, lo porvenir advierte. El libro, si me lo permiten es un mazacote. Que le crea el que pueda y le compre a López Obrador el paraíso en cómodas mensualidades. Yo, como se dice en la mesa del dominó: paso sin ver.