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La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), pidió evitar conjeturas y especulaciones sobre el caso del obispo Salvador Rangel, quien se informó en un inicio, fue víctima de un secuestro exprés el pasado fin de semana.

La CEM solicitó esperar la recuperación del obispo para que sea él quien informe sobre lo sucedido.

La Conferencia señaló en un comunicado que la Iglesia mexicana confía en las instituciones encargadas de la investigación en el caso del obispo emérito de la diócesis de Chilapa-Chilpancingo, en Guerrero.

“Por ahora solo pedimos, respetuosamente, que se eviten conjeturas y especulaciones que enrarecen el caso de forma innecesaria, tomando en cuenta la dignidad humana”, exhortó la iglesia católica.

La petición de la CEM llega después de que se reportara la desaparición formal del obispo el sábado pasado y se le encontrara la tarde del lunes en un hospital en Cuernavaca, en Morelos, donde reside el prelado.

El llamado de la CEM llega en torno a las distintas versiones que hay sobre el caso del obispo. Y es que mientras el fiscal del estado habló de un “secuestro exprés”, hay otras versiones que apuntan a otras líneas.

La Comisión Estatal de Seguridad Pública (CES) informó que el obispo entró por su voluntad a un pequeño motel de Ocotepec, Morelos; en donde habría sido encontrado inconsciente. De ese lugar, fue trasladado a un hospital público, donde ingresó bajo el diagnóstico de haber sido dopado con supuestas drogas como benzodiazepinas y cocaína.

Sobre la salud del obispo, la CEM detalló que “su estado de salud es reservado y se están siguiendo las indicaciones médicas”, así como que una vez que reciba el alta médica del hospital su familia cuidará de él, “con el único fin de ayudar a su pronta recuperación”.

Por último, el Episcopado confió en que “apenas tenga las condiciones de salud requeridas, el mismo obispo Salvador Rangel rendirá su declaración e informará oportunamente”.

Un obispo retirado que trató de mediar entre grupos delictivos aparentemente fue secuestrado, pero más tarde fue localizado y trasladado a un hospital, informó la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).

La Iglesia señaló en un primer comunicado que monseñor Salvador Rangel, obispo emérito, desapareció el sábado, e hizo un llamado a sus captores para que lo liberaran

Pero la CEM señaló después que “ha sido localizado y se encuentra en el hospital”, sin especificar cómo fue localizado.

Uriel Carmona, fiscal del estado de Morelos, donde desapareció el obispo, dijo que los indicios apuntaban a un “secuestro exprés”. Previamente, la CEM dijo que Rangel tenía problemas de salud y había suplicado a sus captores que, como un “acto de humanidad”, le permitieran tomar sus medicamentos

Rangel fue obispo en la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, una región azotada por la violencia, donde grupos del narcotráfico han librado disputas territoriales durante años. En una iniciativa que más tarde contó con apoyo del gobierno, Rangel intentó convencer a los líderes de los grupos delictivos de ponerle fin al derramamiento de sangre y llegar a acuerdos.

Rangel aparentemente fue secuestrado en el estado de Morelos, al norte de Guerrero.

Según diversos analistas, el comunicado de la Conferencia del Episcopado puso en evidencia la delgada y peligrosa línea que enfrentan los prelados en zonas del país que están bajo el control del narcotráfico con el objetivo de no antagonizar con los capos de la droga que pueden ponerle fin a sus vidas en cualquier momento.

De momento se desconoce quién pudo haber secuestrado a Rangel. En la zona operan Los Tlacos, los Ardillos y La Familia Michoacana, tres grupos delictivos sumamente violentos. Ninguno de los cárteles se ha atribuido el secuestro hasta el momento.

Elementos de la fiscalía de Guerrero confirmaron el secuestro pero no dieron a conocer más detalles, limitándose a decir que estaban dispuestos a colaborar con las autoridades de Morelos, un estado que al igual que Guerrero se ha visto sumamente afectado por actos de violencia, homicidios y secuestros durante años.

Otros obispos anunciaron en febrero que habían ayudado a concretar una tregua entre dos cárteles rivales en Guerrero.

El reverendo José Filiberto Velázquez, quien estaba al tanto de las negociaciones de febrero pasado pero que no participó en ellas, dijo que las pláticas incluyeron a líderes de La Familia Michoacana y los Tlacos, también conocido como el Cártel de la Sierra.

Previamente, el actual obispo de Chilpancingo-Chilapa, José de Jesús González Hernández, dijo que él y otros tres obispos del estado habían dialogado con líderes del narcotráfico con el fin de negociar un acuerdo de paz en otra zona.

El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) dijo en febrero que estaba a favor de este tipo de negociaciones. “Siempre los sacerdotes, los pastores, integrantes de todas las Iglesias participan y ayudan a la pacificación del país”, señaló.

La policía de Nicaragua ingresó este viernes a la residencia de un obispo católico y aparentemente lo detuvo junto a varias personas que lo acompañaban después de que los agentes sitiaran el lugar durante dos semanas.

La operación, que se produjo antes del amanecer, ocurrió luego de que las autoridades nicaragüenses acusaran el 5 de agosto al obispo de la diócesis de Matagalpa, Rolando Álvarez, un abierto crítico del gobierno del presidente Daniel Ortega, de presuntamente “organizar grupos violentos” e incitarlos “a realizar actos de odio contra la población”.

A primera hora del viernes la diócesis de Matagalpa publicó en las redes sociales el mensaje: “#SOS #Urgente. A esta hora la Policía Nacional ha ingresado a la Curia episcopal de nuestra Diócesis de Matagalpa”.

“La Policía Nacional ha ingresado a la Curia Episcopal de nuestra Diócesis de Matagalpa y se ha llevado” a monseñor lvarez; “aún no se conoce su paradero (…) alertamos a la comunidad internacional y nos sumamos a la cadena de oración”, dijo en Twitter el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam).

En tanto, Vilma Núñez, presidenta del Centro nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), en declaraciones a la agencia AFP, dijo que “lo sacaron con violencia y no se sabe para donde se lo llevaron”.

Hasta el momento no existe información oficial sobre el caso. Ni la Policía Nacional ni el gobierno han confirmado el allanamiento y las detenciones.

Y es que el gobierno de Ortega ha perseguido sistemáticamente a las voces disidentes. Decenas de líderes políticos de la oposición fueron arrestados el año pasado, incluidos siete posibles candidatos para desafiarlo a la presidencia, y fueron condenados a prisión en juicios rápidos y cerrados al público.

A su vez el Congreso, dominado por el oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional, ordenó el cierre de más de 1,000 organizaciones no gubernamentales, incluida la organización benéfica de la Madre Teresa.

En un mensaje de vídeo, Pablo Cuevas, abogado del no gubernamental Comité Permanente de Derechos Humanos, condenó la detención de Álvarez pero dijo que no era inesperada. “Ha ocurrido lo que evidentemente iba a ocurrir, la detención arbitraria y abusiva de Monseñor Álvarez”, afirmó.

Álvarez ha sido una voz clave en las discusiones sobre el futuro de Nicaragua desde 2018, cuando una ola de protestas contra el gobierno de Ortega llevó a una represión que dejó 355 muertos, más de 2,000 heridos y al menos 100,000 exiliados, de acuerdo con organismos de derechos humanos.

Según Ortega la revuelta social fue un “fallido golpe de Estado” con apoyo extranjero y de la Iglesia católica nicaragüense. La oposición sostiene que en el país hay al menos 190 “presos políticos”, pero Ortega asegura que son “delincuentes y terroristas”.

Un mes después del estallido de las protestas Álvarez reclamó reformas electorales que garantizaran elecciones libres, justas y transparentes con observación internacional.

El obispo ha mantenido esos llamados a la democracia durante los últimos cuatro años, lo que enfureció a Ortega y a su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo.

La persecución contra los religiosos se ha venido intensificando en las últimas semanas. La policía dijo la semana pasada que la investigación al obispo de Matagalpa incluía a varias personas y advirtió que no se les permitiría salir de sus casas mientras se realizaban las indagaciones.

Anteriormente, el gobierno había cerrado ocho radioemisoras y un canal de televisión en la provincia de Matagalpa, 130 kilómetros al norte de Managua. Siete de las emisoras eran gestionadas por la Iglesia católica.

Días atrás la Arquidiócesis de Managua expresó su apoyo a Álvarez. La Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM) denunció lo que llamó un “asedio” a sacerdotes y obispos, la expulsión de miembros de comunidades religiosas y el “acoso constante” al pueblo y a la Iglesia nicaragüense.

Sin embargo, el Vaticano guardó silencio público durante casi dos semanas, lo que provocó las críticas de intelectuales latinoamericanos y activistas de derechos humanos. El viernes pasado monseñor Juan Antonio Cruz, observador permanente del Vaticano ante la Organización de Estados Americanos, expresó su preocupación por la situación y pidió a las partes que “busquen vías de entendimiento”.

Ortega ha tenido una relación complicada con la religión predominante de Nicaragua y sus líderes durante más de cuatro décadas. El exguerrillero marxista enfureció al Vaticano en la década de 1980 pero gradualmente forjó una alianza con la Iglesia mientras intentaba recuperar la presidencia en 2007 después de un largo período fuera del poder.

Ortega inicialmente invitó a la Iglesia a mediar en las conversaciones con los manifestantes en 2018, pero desde entonces ha tomado una posición más agresiva.

El obispo de Ciudad Victoria, Antonio González, presentó su renuncia “por motivos de salud” tras haber pedido a los fieles que no usaran cubrebocas pese a la pandemia de Covid-19, informó este martes la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).

A través de un comunicado, la CEM anunció que el papa Francisco ya aceptó la renuncia que el obispo de Ciudad Victoria había presentado “por motivos de salud”, si bien no dio más detalles al respecto ni mencionó la polémica provocada por sus dichos.

González causó revuelo el pasado febrero cuando declaró durante una misa que “el famoso cubrebocas es no confiar en Dios”. “No les voy a pedir que se lo quiten, sino piénsenlo”, dijo a los fieles presentes en el templo, y presumió que “casi siempre” va sin mascarilla.

Con más de 201,800 muertos y 2.2 millones de contagios confirmados de forma oficial, México es el tercer país del mundo con más decesos por la pandemia, solo por detrás de Estados Unidos y Brasil.

A pesar que las autoridades sanitarias recomiendan el uso del cubrebocas, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se niega a usar mascarilla en público pese a que él mismo ya se contagio de COVID-19.

En el comunicado que anunció la renuncia de González, el episcopado informó que Rogelio Cabrera, arzobispo metropolitano de Monterrey, se encargará de administrar la Diócesis de Ciudad Victoria “hasta el nombramiento del nuevo obispo”.

Explicó que dicha noticia ya ha sido publicada en “L’Osservatore Romano”, el periódico oficial del Vaticano.

“Agradecemos el servicio pastoral de Monseñor Antonio, pedimos a Dios por su salud, de igual manera oramos por esta nueva encomienda y servicio Episcopal de Monseñor Rogelio en la Diócesis de Ciudad Victoria”, concluyó el comunicado.

Con 97.8 millones de creyentes, México es el segundo país del mundo con más católicos, después de Brasil.

Foto: Especial

La Nunciatura Apostólica informó que el papa Francisco nombró como obispo de la Diócesis de Tehuantepec a monseñor Crispín Ojeda Márquez, quien se desempeñaba como obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México.

La Conferencia del Episcopado Mexicano informó lo anterior en un comunicado.

Ojeda Márquez nació el 19 de noviembre de 1952, en Tecomán, Colima.

Cursó la educación primaria en el Colegio Victoriano Guzmán de su ciudad natal e ingresó al Seminario Diocesano de Colima en septiembre de 1964, donde estudió la educación secundaria, bachillerato, filosofía y un año de Teología.

Realizó una etapa intermedia de 1974 a 1976 como Maestro en el Colegio de Ciencias y Humanidades de Pihuamo, Jalisco, y colaboró pastoralmente en la parroquia del mismo lugar.

Posteriormente, continuó su formación Teológica en el Seminario lnterregional de Tula, Hidalgo,de 1976 a 1979.

Además, fue ordenado presbítero el 27 de diciembre de 1979, en Tecomán, Colima.

Tal como lo anunció la semana pasada, el Secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, se reunió esta tarde con miembros de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).

 

 

El funcionario federal se desplazó a las oficinas del organismo episcopal, ubicadas en el municipio de Cuautitlán Izcalli, en el Estado de México.

 

La idea de la reunión surgió luego de que se conociera que el obispo e la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel, sostuviera un encuentro con un líder del crimen organizado, a quien solicitó ponerle un alto a los asesinatos de candidatos en este periodo electoral.

 

El obispo informó que como resultado de su encuentro, el crimen organizado prometió un cese al fuego con la condición de que se evite la compra del voto en estas elecciones, además de solicitar que los candidatos cumplan con sus promesas de campaña.

 

Con información de El Universal / Foto. Twitter