Por Jill Lawrence

Usa Today

 

 

Cada vez que el presidente estadounidense Donald Trump cambia de opinión acerca de una posición fundamental en cuestión de minutos porque alguien le dijo algo, en algún lugar, algunos negociadores no tienen sus alas, provocando con ello urticaria y dolores de cabeza.

 

La reciente inversión de Trump sobre el Tratado de Libre Comercio (TLCAN), se produjo cuando dos secretarios del gabinete le mostraron un mapa de quién resultaría herido si eliminaba el pacto con Canadá y México: sus propios votantes. Pero no había certeza de que Trump cambiara de opinión si aprende que algo dañara a sus votantes. Si ese fuese el caso, buscaría salvar el Obamacare en vez de destruirlo.

Quizá la posición de Trump dependa de las opiniones del miembro de las opiniones del miembro del gabinete pertinente o de qué manera el viento está soplando entre los republicanos en el Congreso. Tal vez la clave es lo que dice un líder extranjero.

Lo único constante con Trump es la imprevisibilidad y la conveniencia. Las piedras angulares tradicionales de llegar así en la política. Sus verdaderos pilares son la confianza y la discreción. ¿Puede confiar en su socio de negocios para ser coherente, no tener fugas a través de Twitter o hacer declaraciones contraproducentes para tener un verdadero resultado: ganar-ganar?

La solución obvia a la perturbación compulsiva de Trump sería cortarlo fuera del lazo de negociación, pero no hay forma de hacerlo.  Este presidente disfruta lanzando bolas y llaves, ya sea amenazando con pasar de la desaprobación de la Cámara  sobre la salud o los Tweets provocativos sobre los problemas de Puerto Rico pagando por el Medicaid.

O si Trump repentinamente exige un plan tributario para batir récord de 100 días, como ocurrió la semana pasada. Sólo podemos esperar que no repita súbitamente el ataque inmediato a Corea del Norte.

 

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Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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