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El mundo ha cambiado con la llegada de Donald Trump a La Casa Blanca. Desde mucho antes de que el presidente de EUA dijera que su palabra favorita era tarifas, México tendría que haberse puesto las pilas para pensar en una estrategia de desarrollo diametralmente distinta a la que hemos seguido los últimos treinta años. Una que si bien se enfocara en el fortalecimiento comercial con Norteamérica, también incluyera el desarrollo interno. Pero no lo hicimos.

Nos hemos conformado con ser el socio cercano a Estados Unidos. Festejamos el crecimiento de la industria automotriz basada en las cadenas productivas del TMEC. Nos creímos fuertes gracias a ese acuerdo comercial. Incluso aplaudimos cuando en el 2023 rebasamos a China como el principal exportador a EUA. No nos preocupó esa dependencia. Pensamos que con eso podía alcanzarnos para crecer sin tomar en cuenta la importancia de fortalecernos internamente.

China, a diferencia de México, lleva décadas preparándose para competir con Estados Unidos. Y decidió que una de las industrias con las que lo haría de manera importante sería precisamente la automotriz. No se agacharon al ver a Norteamérica fortalecerse en una industria que es intensiva en creación de empleos. Al contrario. Se pusieron las pilas e idearon una estrategia que comenzó en 2007 cuando al frente de Ministerio de Ciencia y Tecnología, el Partido Comunista nombró a un ex ejecutivo de Audi.

Además se ideó una campaña de inversión con cuotas específicas puestas por el gobierno a los bancos para hacer préstamos agresivos para el sector automotriz. El Ministerios de Educación empujó la preparación de ingenieros. Y las reglas para construcción de fábricas e insumos automotrices fueron sencillas y claras para acelerar su apertura y funcionamiento.

Hoy China es el exportador más grande de automóviles en el mundo. La industria automotriz representa el 6 por ciento de su economía. Hay más graduados de las carreras de Ciencia y Tecnología en China que todos los graduados de todas las materias en Estados Unidos.

Así que mientras China se puso las pilas y ha hecho de su país una locomotora capaz de resistir las reglas de un Donald Trump aislacionista, México se quedó esperando a que el futuro llegara. Y ahora nos ha alcanzado. Y lo ha hecho cuando estamos muy mal preparados. Cuando internamente nos hemos autoinfligido daños graves. Tenemos una sociedad políticamente polarizada y profundamente desigual. En los últimos seis años hemos crecido en promedio menos del 1 por ciento (.85 por ciento, para ser exactos). En donde sí ha habido un crecimiento importante es en los índices de violencia.

Todo esto nos deja a merced del inquilino de La Casa Blanca y sus desplantes. Si la semana pasada se sintió un respiro de alivio porque Trump pospuso la entrada en vigor de los aranceles, esta semana volvemos a estar en modo emergencia ante el anuncio de tarifas para el acero y aluminio.

En China no le tienen miedo a Trump. A pesar de las tarifas que le impuso a ese país Donald Trump en su primer mandato, tarifas que siguen vigentes, China sigue exportando al mundo entero incluyendo a Estados Unidos. Solo como ejemplo, sus exportaciones de acero se han duplicado y han inundado los mercados internacionales, en especial en Asia y América Latina. La locomotora China sigue a toda velocidad, a pesar de Trump.

México, por el contrario, está en una muy mala posición para enfrentar a Trump. Winston Churchill dijo que nunca se debe dejar que una buena crisis se desperdicie. ¿Será esta crisis para nuestro país lo que finalmente nos ponga a hacer la tarea interna o más bien el último clavo de nuestro ataúd?

Columna publicada en El Universal

Trump es un presidente débil que actúa como si fuera fuerte. Parece una barbaridad decir esto cuando hemos visto que en estas tres semanas desde que llegó a La Casa Blanca no ha hecho más que mostrar su fuerza. Pero precisamente esta brutalidad con la que ha actuado es para esconder su enorme debilidad.

Con una popularidad de apenas 47 por ciento, el índice de aprobación inicial de Donald Trump lo coloca por debajo de todos los demás presidentes electos desde 1953. Trump es el único presidente electo con índices de aprobación inicial por debajo del 50 por ciento (Gallup).

En el legislativo Trump tiene el margen más estrecho para un presidente desde los años de la Gran Depresión (1931). En la Cámara de Representantes los Republicanos tienen 219 escaños, solo uno más de los 218 necesarios para aprobar leyes. Y con algunos nombramientos de Trump a su gabinete, al final pueden quedar con entre 215 y 217 escaños. En el Senado son 53 republicanos, contando el voto de desempate del Vicepresidente JD Vance. Pero entre esos senadores hay algunos que no son afines al movimiento MAGA, como Susan Collins, Lisa Murkowski y John Curtis. Además, hay legislación crucial que requiere 60 votos para ser aprobada.

Así que los votos en el legislativo no serán sencillos de lograr para Trump. Por ello está emitiendo un decreto presidencial tras otro. La estrategia que está usando Trump la bautizó Steve Bannon desde su primer mandato como “inunda el barco” y consiste en aventar tantos temas a la agenda, incluyendo los decretos presidenciales, que ni medios de comunicación ni la oposición o gobiernos extranjeros saben bien a bien por donde comenzar a reaccionar porque están abrumados.

Trump está actuando como si fuera un rey porque es demasiado débil para gobernar como un presidente, dice Ezra Klein en su podcast en el New York Times. Trump tiene los poderes de la presidencia. Los mismos que tuvo Biden y todos los presidentes antes que él. Y en estos pocos días que lleva de regreso en La Casa Blanca, cuando ha querido abusar de sus poderes, se le ha frenado. No pudo cambiar la Constitución para quitar la nacionalidad estadounidense a los nacidos en el país, así sea de padres indocumentados. Punto.

Los decretos presidenciales son acciones de debilidad a largo plazo. Para que su agenda sea más sólida tendría que enviar iniciativas que el legislativo le apruebe y que quien llegue después de él a La Casa Blanca no pueda revertir de un plumazo. Pero la debilidad de Trump hace que su mejor opción sea brincarse al legislativo. Cuando Biden llegó a la presidencia en el 2021 revirtió muchos de los decretos de la primera administración de Trump. Y ahora Trump ha llegado a tirar a la basura varios decretos de Biden. Los decretos son muestra de debilidad, no de fortaleza.

Sus condiciones para imponer o detener la implementación de tarifas a México, Canadá y China son vagas precisamente porque es débil. Si fuera un presidente fuerte pondría condiciones detalladas para poder mostrar claramente que sus amenazas llevaron a un triunfo específico.

¿Qué obtuvo de México como para pausar los aranceles? La frontera ya tiene menos flujo de indocumentados desde hace varios meses y los 10 mil elementos de la Guardia Nacional son compromisos que ya hizo el gobierno mexicano dos veces antes, en 2019 con Trump 1, y en 2021 con Biden.

Ahora, aun cuando Trump es un presidente débil, la economía de Estados Unidos es fuerte, la más. Y eso le permite a Trump usar el martillo que tiene en su mano para aplastar todo lo que quiera. Ese es parte del reto para México. El Trump débil que sabe cómo manipular la narrativa para hacerse ver fuerte y que además encabeza a la economía más poderosa del mundo.

Por ello lo que México tiene que hacer es el trabajo en casa para ser más atractivos y menos dependientes de Estados Unidos. Pero eso es materia para toda otra columna

Columna publicada en El Universal

Arrancó el segundo mandato de un Donald Trump desafiante. A partir de hoy, le quedan mil 459 días en el poder. Desde el primer instante, el nuevo presidente ha dejado en claro que lo suyo será un periodo de teatro político.

Primero optó por juramentar sin poner la mano en las dos Biblias que cargaba su esposa Melania Trump. Después dijo que Dios le salvó la vida en el atentado que sufrió en Butler, Pennsylvania, para poder Hacer América Grande Otra Vez. Es pues, para muchos, un enviado divino que viene a salvar a los estadounidenses. Teatro político.

Y de ahí se arrancó con un discurso de investidura totalmente fuera de la tradición. Comenzó hablando de declarar una emergencia nacional en la frontera con México. Segunda prioridad: denominar organizaciones terroristas a los carteles del narcotráfico mexicanos. Y de ahí, el teatro siguió, con importantes contradicciones.

Por un lado Trump dijo que quiere que su legado sea el de un pacificador y alguien que unifica. Y por el otro dijo que va a tomar de regreso el Canal de Panamá. Tomarlo, no negociarlo. Eso no suena nada pacífico.

En su discurso en la Rotunda del Capitolio demostró que llega con mucho poder, a pesar de haber ganado por tan solo 1.5 puntos el voto popular – el margen más estrecho desde la elección del 2000 – y de tener mayorías muy pequeñas tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado. Pero con su anuncio de primeras acciones y luego la firma de las órdenes ejecutivas enfrente de miles de seguidores en la Capitol One Arena, Trump consolidó el teatro político y puso a prueba a las instituciones de su país y de otros para ver si se atreven a contradecirlo o a atacarlo como le ocurrió en el pasado.

Para animar a los espectadores del teatro político, las firmas de las órdenes ejecutivas las leía en voz alta un integrante de su staff y después Trump se paró a lanzar las plumas con las que había firmado para que las cacharan los presentes.

Lo que vimos el lunes no fue un traspaso de poder tradicional. Fue un cambio radical en la dirección de Estados Unidos. El discurso en la Rotunda del Capitolio dejó boquiabiertos a los expresidentes presentes, tanto a los Demócratas como a los Republicanos.

Su anuncio de que unilateralmente va a cambiarle el nombre al Golfo de México por Golfo de América, evidentemente lo hace para probar a nuestro país. ¿Qué preferimos? ¿Los aranceles del 25 por ciento a partir del 1 de febrero o que le cambiemos el nombre al Golfo? La respuesta es obvia. Y así serán las imposiciones, que no negociaciones, en estos mil 459 días de la presidencia de Trump.

Su regreso a La Casa Blanca demuestra que su primer mandato, que se pensó como un bache de cuatro años para EUA, es más bien la continuidad de un cambio drástico que tendrá afectaciones en todo el mundo, en especial para México. Arranca no solo un segundo mandato de Trump sino un nuevo orden global.

En este teatro político destaca Elon Musk brincando de alegría y declarando que el triunfo de Trump representa un parteaguas para la humanidad. Por ahí dicen que no hay mal que dure cien años, pero quizás Musk no ha escuchado ese dicho. Por lo pronto, tenemos a Trump por mil 459 días.

Columna publica en El Universal

La vista de la Tierra desde el espacio se conoce como “the overview” y es verdaderamente una experiencia transformadora. Esto le platicó Jeff Bezos, el dueño de Amazon y Blue Origin, al periodista Andrew Ross Sorkin en una cumbre que organizó el New York Times hace unos días a la que acudieron los personajes más importantes del momento.

¿Te preocupa la cercanía de Elon Musk con Donald Trump en la competencia que tienen tú y el dueño de Space X? le preguntó Sorkin a Bezos. Y es que, como bien sabemos, Musk y Trump son los nuevos grandes amigos del momento. Viven un bro-mance.

Trump ha nombrado a Musk para dirigir una nueva agencia gubernamental para volver a su gobierno más eficiente mediante un recorte que ha prometido será de dos mil millones de dólares. Elon se ha mudado prácticamente a vivir a Mar-a-Lago y está con Trump tanto en juntas para planear el arranque de su gobierno como para momentos más relajados como en los palcos de distintos estadios en donde ven juntos partidos de varios deportes.

Cerrando el año causó furor cuando uso X para postear que la Cámara de Representantes debía de echar abajo una iniciativa presupuestal que a Elon no le pareció adecuada. “Esta iniciativa no debe pasar”, publicó en su red social y unas horas después Trump estuvo de acuerdo y con ello mataron ese acuerdo presupuestal. (Por cierto, Biden sigue siendo presidente, por si a algún despistado lector se le ha olvidado ese pequeño detalle).

Esta cercanía le da a Musk una ventaja que hoy no sabemos cómo la va a aprovechar. Podría usar su influencia sobre Trump para beneficiar a sus empresas o podría buscar dañar a sus competidores, el más importante de ellos, sin duda es el dueño de Amazon y Blue Origin. La enorme duda es qué tanto durará este bro-mance entre Musk y Trump siendo ambos hombres mercuriales y de mecha corta que suelen romper con sus cercanos cuando sienten cualquier dejo de deslealtad o insubordinación.

Bezos, que no tiene esa cercanía con Trump, sí tiene una rivalidad con Musk ya desde hace tiempo. En el 2004 Musk invitó a Bezos a visitar SpaceX pero luego se sintió menospreciado cuando no recibió una invitación recíproca a visitar Blue Origin. Por eso cuando Musk superó a Bezos en el ranking de multimillonarios, posteó en Twitter que iba a enviarle una estatua gigante con el número 2.

La competencia no es solamente por quién es el más rico, también hay un enfrentamiento personal y ahora una rivalidad por el enfoque que cada uno tiene sobre lo que significa ir al espacio. Mientras que Bezos piensa que la Tierra es lo más valioso que tenemos como humanidad y que por ello debemos de enviar las industrias contaminantes a Marte, para salvar a nuestro planeta, Musk cree que la Tierra ya está condenada. Y entonces busca llevar a los humanos a Marte para iniciar ahí una nueva civilización.

“No hay un plan B. Tenemos que salvar la Tierra. Hemos enviado sondas robóticas a todo el sistema solar. Este es el mejor planeta y debemos salvarlo”, le dijo Bezos a Sorkin. Por el contrario Musk quiere que el planeta rojo, Marte, se convierta en Verde, habitable para los humanos y ha afirmado que en las próximas dos décadas se mudarán a Marte un millón de personas.

Ambas visiones son bastante ambiciosas. La competencia no es solo por ser el más rico del mundo, sino también por definir el futuro de la exploración espacial y cómo las grandes empresas tecnológicas interactúan con el poder gubernamental. En este juego de ajedrez entre titanes, hoy parece estar mejor parado Musk pero las apuestas están en la mesa ya que no sabemos cuánto tiempo dure el bro-mance entre él y Trump. Bezos debe de tener algo de fe puesta en que no sea una amistad duradera.

El bro-mance Musk-Trump y la rivalidad Musk-Bezos serán de lo más interesante a observar en este 2025 que hoy arranca.

Columna publicada en El Universal

El lunes amanecimos con una amenaza de Donald Trump que publicó en su red social, Truth Social. Ahí escribió que en su primer día como Presidente va a imponer un arancel del 25 por ciento a México y Canadá hasta que el fentanilo y los indocumentados dejen de entrar a Estados Unidos.

La estrategia ya la vimos antes. Trump 1.0 hizo algo similar en mayo del 2019 cuando publicó en twitter que o dejaban de llegar caravanas de migrantes a Estados Unidos o impondría un arancel a productos mexicanos del 5% que iría incrementando. El arancel nunca entró en vigor porque México usó a la Guardia Nacional para frenar el flujo de migrantes.

En esta ocasión la respuesta a Trump fue de la presidenta Claudia Sheinbaum. Fue una respuesta razonable, sensata y firme. En resumen, Sheinbaum le dice a Trump que México impondría tarifas retaliatorias a las de EUA, pero que eso simplemente arrancaría una guerra comercial de la que la región de norteamerica saldría perdiendo. Sheinbaum menciona además a empresas estadounidenses como General Motors o Stellantis como las primeras que resultarían afectadas por este tipo de tarifas.

Bien por la respuesta de la presidenta. La incógnita que aun me queda es, si estamos viendo lo complicado que va a ser lidiar con un Trump 2.0 que nos quiere usar como piñata política ¿por qué nos ponemos de pechito para que la relación bilateral y las inversiones se vean afectadas?

Primero está la Ley Judicial que elimina los contrapesos de toda república democrática. A ello hay que agregar la desaparición de los órganos autónomos. Para cumplirle el capricho al ex presidente López Obrador de desaparecer a las instancias que le pusieron los mínimos frenos durante su presidencia, se está teniendo que hacer todo un circo, maroma y teatro que afecta al país. Ya bajó su perspectiva de crecimiento Moodys y esto apenas empieza.

La Ley Judicial es un desórden completo. Quieren justificar la avalancha de registros de última hora con la clásica de que “así somos los mexicanos que dejamos las cosas para el último momento”, cuando a todas luces es evidente que la inscripción para puestos de elección popular en el Poder Judicial no ha entusiasmado. Punto. Es un fracaso. Y lo mismo ocurrirá con la elección del 2025.

Esto mina el Estado de Derecho. A ello hay que agregar la desaparición de los órganos autónomos. Si bien el documento del TMEC no menciona la palabra autónomos, en los capítulos 18, 21 y 22 enfatizan que México, Estados Unidos y Canadá deben de contar con instituciones independientes en telecomunicaciones, competencia y en el sector energético. Va a ser muy complicado de convencer a quienes piensen en invertir en México o a quienes quieren ganar una controversia comercial que el traslado del IFT, Cofece, CRE, etc. a las Secretarías de Estado en un gobierno con tanto poder y sin un Judicial independiente garantiza esta independencia. Con las reglas del juego que estamos poniendo nos convertimos en un socio poco confiable; en un socio incómodo.

Para acabarla de amolar, desgraciadamente en esta ocasión la amenaza de Trump nos agarra divididos a México y a Canadá para hacer un frente común ante Trump. Justin Trudeau no amaneció con ganas de enojarse con México. Sus dichos responden a que en México les estamos imponiendo tarifas, derechos les llaman, en el sector minero. Pero Trudeau no es el único en hablar de un acuerdo comercial sin México, a él se le han sumado Pierre Poilievre, líder de la oposición, y Doug Ford, Primer Ministro de Ontario, la provincia más poblada de Canadá.

Buena respuesta verbal y escrita de Sheinbaum a Trump, pero no se pude decir lo mismo de las acciones de su gobierno y del legislativo que controla Morena.

Columna publicada en El Universal

Florida, EUA: Las encuestas marcaron un país dividido hasta ayer, el último día en que pudieron votar los estadounidenses. El tono de las campañas evocó dos sentimientos muy poderosos. En el caso de Trump, el enojo con un país que ha definido como en declive, que está siendo invadido por migrantes que son criminales que llegan a EUA a contaminar la sangre de sus ciudadanos. En el caso de Harris, la esperanza en un mejor país. Un EUA que le pueda dar la vuelta a la página de Trump quien ha estado presente casi por una década en el espacio político…y más allá.

Enojo vs Esperanza. Ambos son sentimientos que mueven a los votantes. Ambos han probado ser una receta ganadora.

Enojo fue lo que llevó a Richard Nixon a ganar en 1968 con su campaña de “La Mayoría Silenciosa” que estaba fastidiada con las manifestaciones en contra de la guerra en Vietnam. Lo mismo le ocurrió a Bill Clinton con el enojo que evocó en contra de las políticas económicas de George Bush padre, en especial su promesa de no aumentar impuestos.

Esperanza es la palabra que primero viene a la mente si pensamos en la campaña ganadora de Barack Obama. Pero hay otras campañas que han ganado con este mensaje. Desde Franklin D. Roosevelt con su “New Deal” como la receta para tener esperanza en medio de la Gran Depresión o Ronald Reagan quien con su slogan “Es de mañana en América” quiso mostrar un optimismo renovador para su país.

En esta ocasión la división entre enojo y esperanza ha sido tan potente que prácticamente no ha importado qué hagan bien o qué hagan mal ambos candidatos. La aguja no se ha movido. Trump puede hacer movimientos grotescos con un micrófono; decir que su oponente es una prostituta; aplaudir que a un territorio del país le llamen una pila de basura en medio del océano al referirse a Puerto Rico y nada de eso hace que sus simpatizantes revaloren si es el indicado para dirigir al país.

Por el lado de Harris, ella es la vicepresidenta de un Biden que ha logrado que EUA sea el país que mejor se ha recuperado en todo el mundo de los efectos económicos de la pandemia. Su economía es la envidia de cualquiera y sin embargo, un 63 por ciento de los estadounidenses sienten que van por el camino incorrecto.

Escribo esta columna cuando no sabemos quién ha ganado las elecciones. Lo único seguro es esta división, o más bien polarización del país. Y que para México vendrán cuatro años sumamente complicados.

Algunos piensan que es mejor que llegue Trump con sus amenazas para poner orden en un México que no ha sabido lidiar con las amenazas del crimen organizado y a las instituciones. Y que necesitamos que lleguen los estadounidenses a exigir orden.

La verdad es que hemos sido un mal vecino. Estamos en la conversación en EUA por las razones equivocadas. Si de migración se trata, por nuestra frontera entran miles de indocumentados a Estados Unidos. Si de combate a la inseguridad hablamos, tenemos a un gobierno que se enoja por la captura de uno de los grandes capos del narcotráfico. Y en materia comercial estamos implementando reformas que vulneran el Estado de Derecho, justo lo que necesitan las empresas extranjeras para tener certeza al traer su dinero a nuestro país.

Si gana Harris, el nuevo gobierno de EUA se va a poner duro para que México deje de generar problemas al sur de su frontera. De ganar Trump, va a chantajear al gobierno mexicano desde el día uno, como ya lo hizo antes de ser electo. Así que hoy, si ya hay resultados, podremos saber si aguantar la respiración de miedo o si ponernos a trabajar para ser un mejor vecino de la economía más fuerte en el mundo.

Columna publicada en El Universal

Ayer fue la noche más importante en la carrera política de Kamala Harris. En el primer debate, y probablemente el único, que tenga con Donald Trump, su tarea era que los estadounidenses la conocieran.

A pesar de ser actualmente la Vicepresidenta, ésta es una oficina que permite muy poco foco para quien la ostenta. La labor de un vicepresidente es precisamente la de no opacar al jefe.

En una contienda tan cerrada como está actualmente la presidencial de Estados Unidos, el debate de anoche era crucial. Sabemos que la fecha de la elección es el 5 de noviembre pero la votación anticipada arranca ya, este próximo lunes 16 de septiembre, en nada más y nada menos que un Estado crucial para Harris: en Pennsylvania.

Cada uno tenía una tarea fundamental que cumplir. Harris, como ya decía, tenía que mostrar quién es ella y sacudirse la imagen que Trump ha querido plasmar sobre la demócrata. El expresidente ha dicho que Harris es básicamente una comunista y por ello la ha llamado “camarada Kamala”.

Trump debía disciplinarse y durante noventa minutos atacar a Harris sobre temas específicos como economía; migración y seguridad y no meterse en ataques personales a su contrincante.

¿Logró anoche Harris que los estadounidenses la conozcan por quien es y no por quien dice Trump que es ella?

Si. Harris se mostró como una mujer preparada que supo frenar las mentiras de Donald Trump sobre ella. Notablemente cuando reafirmó que tanto ella como su compañero de fórmula son dueños de armas y no planean quitarle su derecho a portar armas plasmado en la Segunda Enmienda a los estadounidenses. También cuando quiso pintarla como la culpable del caos en la frontera. Ahí Harris fue clara al decir que cuando había una propuesta bipartidista para poner orden, fue Trump quien pidió que los legisladores republicanos la rechazaran para no darle un triunfo político a los demócratas.

¿Logró Trump disciplinarse y no atacar personalmente a Harris?

Mas o menos. No la atacó por su risa. Sí la llamó Marxista. Pero en donde definitivamente perdió el control Donald Trump fue cuando Harris comentó que los asistentes a los mítines del expresidente se salen temprano porque se aburren de escucharlo. Ahí Trump se salió de su casilla de disciplina al grado de desviarse para hablar de una teoría de conspiración sobre inmigrantes haitianos que se comen los perros de la población de Springfield, Ohio.

Esto evidentemente hizo reír a la vicepresidenta.

Trump se vio enojado: con los migrantes; con los resultados electorales del 2020 que sigue diciendo que fueron fraudulentos; habló de una América en declive y de que vamos encaminados a la Tercera Guerra Mundial.

Harris logró poner a Trump a la defensiva. Y lo hizo de forma decidida, firme y elegante. Habló de un Estados Unidos que quiere darle la vuelta a la página de los conflictos trumpianos; de un país que debe apoyar a empresas pequeñas y medianas; con una persona en La Casa Blanca que se preocupe por los estadounidenses, no por sí mismo.

En el debate quedó claro que Trump es el candidato del odio y del enojo y Harris es la candidata del futuro y de la esperanza. Ambos son sentimientos potentes para ganar elecciones. Veremos cuál de los dos sentimientos es el que resuena en los votantes estadounidenses que comenzarán a elegir desde el lunes próximo.

Apostilla: Al terminar el debate el equipo de Trump recurrió a la clásica herramienta de quien pierde, culpar a los moderadores.

Columna publicada originalmente en El Universal

En muchas cosas mostraron estar unidos los republicanos durante su Convención Nacional de la semana pasada. Además de una adoración casi divina a Donald Trump, los unió el discurso antiinmigrante, enfocado en que quienes cruzan la frontera sin documentos son invasores que cometen crímenes al llegar a Estados Unidos. Crimen migrante fue el eje sobre el cual giraron los discursos en Milwaukee.

En su más reciente episodio de “Last Week Tonight”, John Oliver hace un gran recuento de por qué fue este uno de los temas más recurrentes del partido y por qué es tan popular para un segmento de los estadounidenses.

Todo empezó con una nota que la cadena Fox News transmitió a partir del 27 de Enero de este año en el que repitieron un segmento de unos supuestos migrantes peleando con unos policías de Nueva York (NYPD) y después supuestamente uno de esos migrantes festeja con una señal obscena su liberación tras haber pasado un día en prisión. El segmento fue repetido por Fox News más de 60 veces.

Después se supo la realidad de lo que Fox había transmitido. El pleito con el NYPD lo comenzaron los policías. Y el migrante liberado que mandó la señal obscena era una historia a parte de la del pleito y lo hizo porque, sin haber hecho nada, lo aprehendieron pensando que era otra persona, también migrante, y lo llevaron a prisión en donde estuvo 24 horas. Cuando fue liberado hizo la señal del dedo como protesta por haber ido a prisión sin razón alguna, más que por su aspecto físico. Pero esto ya no fue aclarado por Fox News y la cadena siguió adelante con su campaña de hablar recurrentemente de los crímenes migrantes.

A esa historia Fox News agregó otras. En una aparecen unos hombres blancos vestido de rojo, los llamaron Ángeles Guardianes, una especie de grupo de vigilantes que están deteniendo a supuestos indocumentados cometiendo crímenes en Times Square de Nueva York. Resulta que los delitos son inventados y los Ángeles Guardianes detienen a gente simplemente por parecer migrantes y por hablar español. Pero esto ya no lo precisa Fox.

El partido republicano intentó durante la convención de Milwaukee vincular el tema del crimen migrante con las adicciones y el problema de sobredosis tan tremendo que padecen en EUA. Antes de la Convención abrieron una página de internet que se llama Bidenbloodbath.com (el VPN no permite entrar a la página desde México) en la que se pueden ver crímenes causados por migrantes en 13 estados de EUA. Al picar en Ohio, Wisconsin, Carolina del Norte y Montana, lo que aparece es, en lugar de delitos de migrantes, cifras de muertes por sobredosis de fentanilo. Así conectan ambos temas sin que tengan relación alguna. Fue algo que también hizo J.D. Vance en su discurso de aceptación de la candidatura a la vicepresidencia y algo que repitió Trump en su larga perorata de 90 minutos.

No importan los datos duros como que el 91 por ciento de los decomisos de fentanilo en la frontera se hicieron a ciudadanos estadounidenses, no a migrantes indocumentados. Ni que, según datos del Instituto Cato, solo un .009 por ciento de las personas arrestadas por la Patrulla Fronteriza en el 2022 traían fentanilo.

Pero la narrativa está hecha: los migrantes entran a EUA y cometen delitos, además de que son los que trafican fentanilo. No es de extrañar que en Milwaukee hubiera pancartas que ondeaban los asistentes en las que se leía “Deportación Masiva ¡ya!”.

Una encuesta publicada por Gallup este mes muestra claramente cómo ha crecido el sentimiento antiinmigrante en los estadounidenses en general y en los republicanos en particular. Y no solo eso, el tema migratorio ha aparecido constantemente como el primero o segundo más preocupante para los votantes.

Así que en México tendremos que irnos preparando para una retahíla de ataques a los connacionales que viven en EUA porque es algo que enciende los ánimos del electorado republicano. Trump y Vance los saben y lo van a aprovechar.

Columna publicada en El Universal

180 grados después, Trump sigue siendo el mismo. Sigue siendo el magnate que heredó dinero y quiso jugar a ser presidente y de pronto se encontró a sí mismo en la Casa Blanca. Tras el ataque con Tomahawks sobre la base aérea siria y ahora el bombardeo a Afganistán, Trump sigue siendo Trump.

Trump sigue siendo un individuo que actúa antes de pensar las consecuencias de lo que hace. Trump, como Chespirito, así como dice una cosa dice otra. A pesar de haber criticado sin freno a la OTAN y decir que era un tratado obsoleto, amenazando con sacar a Estados Unidos de éste, ahora dice, con la mano en la cintura, que si bien en su  momento consideró que la OTAN era obsoleta, ahora sentía que estaba sumamente vigente e invitó a la Casa Blanca a su secretario general, Jens Stoltenberg.

¿En dónde quedó aquel Trump que señalaba a Hillary Clinton como la persona que llevaría a Estados Unidos a la Tercera Guerra Mundial por confrontar al país con Rusia al querer atacar a Siria? Ese señalamiento lo hizo varias veces Trump durante la campaña previo  a la elección de noviembre.

 

 Texto completo en El Universal