JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ
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El ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca sorpresivamente fue declarado inocente de la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa, aunque permanecerá en la cárcel porque tiene otros tres procesos en su contra por delincuencia organizada, por su relación con el cártel de Guerreros Unidos.
Es una decisión judicial incomprensible. Existen todo tipo de testimonios de la relación de Abarca y su esposa, María de los Ángeles Pineda, con Guerreros Unidos y de la participación de ambos en el secuestro y desaparición de los jóvenes. Pero pareciera que estamos ante una ola que se olvida de los verdaderos responsables, la mayoría de los sicarios ya están en libertad, para buscar culpables en la política.
Hagamos un poco de memoria para comprender esta decisión que se viene madurando desde hace años, porque hoy parecía que varios de los principales actores políticos tienen amnesia respecto a lo realmente sucedido en Iguala aquel 26 de septiembre de 2014. Los principales protagonistas de aquella tragedia fueron el entonces presidente municipal José Luis Abarca y su esposa, María de los Ángeles Pineda; los grupos criminales Guerreros Unidos y los Rojos; las relaciones de esos grupos con el gobierno de Ángel Aguirre Rivero; la participación de dirigentes del PRD y Morena en la región, y detrás de todos ellos la producción de marihuana y goma de opio en la zona.
Comencemos con los esposos Abarca. Hace 30 años, José Luis Abarca recorría el país vendiendo aretes, collares y pulseritas de oro y plata. También vendía sombreros que traía con su abuelo Isidoro desde Toluca a Iguala. Pero unos 15 años atrás, repentinamente, Abarca y su familia se hicieron millonarios. Después de vender durante años sombreros y joyas casa por casa, Abarca un día anunció que invertiría de 300 millones de pesos en la construcción de una plaza comercial en Iguala, la plaza Tamarindos. Era 2008 y para esa fecha ya tenía seis locales comerciales, que en el 2015 se habían transformado en 19 en Guerrero y otros seis en Morelos. Se había convertido en el mayor comerciante de oro de Iguala.
Abarca conoció a la que sería su esposa, María de los Ángeles Pineda, en la tienda que tenía su abuelo, donde también vendía vestidos de novia. María de los Ángeles y su madre, Leonor, llegaban a la tienda a vender vestidos que ellas mismas hacían. Pero en unos pocos años, también María de los Ángeles se hizo una mujer poderosa y rica. Y como José Luis, con ambiciones políticas.
Ambos coquetearon en alguna época con el PRI pero encontraron cobijo en el PRD. Abarca se hizo candidato del PRD cuando aún no era militante de ese partido y fue impuesto a otros grupos por un acuerdo en el que participaron el entonces secretario de salud de Ángel Aguirre, el ex senador Lázaro Mazón, quien se convirtió en el principal operador de Andrés Manuel López Obrador en Guerrero, y la dirigencia del partido que entonces encabezaba Jesús Zambrano.
Lázaro Mazón, un día llevó a un aspirante externo, José Luis Abarca, ante la dirigencia del PRD, y amenazó con abandonar el partido si no aceptaban a su protegido como candidato en Iguala. La relación de Mazón con los Abarca era vieja. Cuando ambos eran jóvenes, la tía de Abarca le surtía a Lázaro piezas de oro para que pudiera venderlas y así fue como Mazón pudo financiar la carrera de medicina. La relación con Aguirre nació en el 2011, cuando el entonces candidato hacia campaña en Iguala y Abarca le pidió al coordinador de campaña, su compadre Mazón, que le permitiera organizarle un evento en el centro joyero. El 9 de enero de 2011 ahí llegó Aguirre. Fue Abarca quien encabezó el evento, y comprometió su apoyo y el de otros joyeros para el candidato. A partir de ese día, Abarca y María de los Ángeles se involucraron por completo en la campaña, no sólo con apoyo moral sino también aportando millones de pesos.
Para esas fechas María de los Ángeles ya era uno de los principales líderes de la organización criminal Guerreros Unidos en Iguala, y durante los siguientes años se convirtió en la verdadera jefa del cártel en la región, más allá de su propio marido. Sus decisiones pasaban por encima de José Luis y todo el mundo lo sabía. Ella era quien tenía el control de la policía y de los empleados del ayuntamiento. A María de los Ángeles Pineda, en Iguala le decían la guerrera… por su dureza con los empleados y por su relación con el cártel que encabezaron sus hermanos.
La Guerrera, unos días antes de la tragedia de Iguala, prácticamente había alcanzado su objetivo. El 7 de septiembre había sido designada consejera estatal del PRD, cobijada por Nueva Izquierda, por el gobernador Aguirre, incluso por Mazón que ya estaba en Morena y no había dudas de que sería la aspirante a la alcaldía de Iguala en reemplazo de su esposo.
Al mismo tiempo que los Abarca y los Pineda avanzaban en su carrera política y se integraban a las altas esferas de la política guerrerense, el grupo criminal de los Guerreros Unidos, se hizo dueño de Iguala, y desde ahí terminaron controlando 14 municipios en el norte del estado y la Tierra Caliente, además de distintas regiones de Morelos y del Estado de México. Pero todo eso era parte de una larga historia familiar que había nacido años atrás, cuando María de los Ángeles, sus hermanos y sus padres eran parte del cártel de los Beltrán Leyva. Mañana se la contaremos.
Foto: Twitter @J_Fdz_Menendez