Editorial de The Guardian

 

La decisión de Donald Trump para despedir a la persona que supervisa una investigación sobre él, es un punto de inflexión en la tragedia de la 45ª  presidencia de los Estados Unidos. Al menos cuando Richard Nixon lo hizo, fue descarado  y se condenó su intento de salvar su presidencia. Trump, por otra parte, dice que despidió al director del FBI, James Comey, porque él no estaba haciendo un “buen trabajo” y lo injusto de las investigaciones del mal uso de correo electrónico privado de Hillary Clinton; por su puesto esto no es ni remotamente creíble.

Donald Trump pasó su campaña presidencial diciendo que Clinton debería de ser encerrada por tal descuido y, mantiene a Comey durante cuatro meses tras haber asumido el cargo como presidente.  Los hechos no han cambiado. Trump se inmiscuye en una investigación federal , que a todas luces estaba expandiendo en vez de disminuirse, en demandas plausibles por la intervención clandestina en su oficina.

Trump es una amenaza para el gobierno de Estados Unidos.  Parece abominable que un patrón tenga injerencia ilegal que va más allá de los límites constitucionales.  Trump despide a los funcionarios que lo investigan. Se niega a liberar sus declaraciones de impuestos que podrían revelar conflictos de interés. Él usa fideicomisos ciegos que no son ciegos, mientras que sus hijos se aprovechan del sector público en sus empresas privadas.

El poder en la presidencia de Trump está en manos de la familia del presidente, haciendo parecer que sus asesores son incompetentes cuando su principal aportación es la experiencia en la lealtad (…)

 

Texto completo en la siguiente liga: http://bit.ly/2r8nN2F  /Foto: Twitter

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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