Mucho se ha halado de la diferencia de vida entre los dos candidatos que se disputan la presidencia de Francia. Ella vivió en un castillo; él se crió en el seno de una familia de clase media. Ella ha estado vinculado a la política -y a la exposición pública- casi desde que nació, siempre ligada a su padre; él entró por mera casualidad tras años de brillante formación y su fama se ha forjado en apenas unos años.
Los dos candidatos, la ultraderechista Marine Le Pen y el centrista Emmanuel Macron, presentan perfiles y viajes vitales bien distintos. El pasado jueves, el semanario VSD publicaba dos imágenes de impacto: una joven Marine Le Pen y un “inexperto” Macron dirigiendo su mirada al lector en un fotomontaje que remite irremediablemente a sus sendas trayectorias opuestas. Dos jóvenes, ella de 18 y él de 20 años- de aspecto triunfador, y que ahora, pasados los años, se disputan el Elíseo.
Ambos se podría decir que tienen buen currículum, sin embargo algo que los diferencia es la trayectoria de una, mientras que el otro no tienen nada que ver.
Nacida en 1968, la historia de Marine Le Pen es la de su empeño por desvincularse de una dinastía, la que fundó su padre Jean-Marie. Desde niña, se vio expuesta junto a toda la familia a los medios de comunicación y, en ese contexto, tomó consciencia política a muy corta edad. Contribuyó a ello que su padre utilizara a menudo a las tres hijas, siendo Marine la menos, para distintos carteles electorales. Los franceses la conocen bien.
En contraste está Emmanuel Macron, quien hasta 2012 no se implicó en política, mundo al que llegó casi de casualidad. Cautivó al aún hoy presidente de la República, François Hollande, al que asesoró en materia económica desde ese año. Dos años después, entraba en el gobierno socialista, y al cabo de otros dos, fundaba el movimiento En Marche ! Una trayectoria fulgurante y sorprendente.
Con información de Vanguardia / Foto: VSD
