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El Congreso de Estados Unidos se reunirá mañana para ratificar el resultado de las elecciones de noviembre pasado, un hecho que los aliados del presidente Donald Trump planean aprovechar para lanzar un último desafío a lo votado por los estadounidenses.

No hay ninguna perspectiva de que la sesión en el Congreso cambie el resultado de los comicios, es decir, la elección de Joe Biden como próximo presidente, pero sí se espera un largo debate y varias votaciones.

Según las leyes que rigen el proceso electoral de Estados Unidos, ambas cámaras del Congreso deben reunirse ese día en una sesión conjunta que comenzará a las 13:00 horas para abrir y contar los certificados de los votos electorales correspondientes a cada estado del país.

La sesión, que debe estar dirigida por el vicepresidente estadounidense, en este caso, el republicano Mike Pence, normalmente es una mera formalidad para validar resultados que ya ha corroborado el Colegio Electoral, que se reunió el pasado 14 diciembre en cada estado y ratificó la victoria de Biden.

Sin embargo, basta con que un miembro de la Cámara Baja y otro del Senado presenten una objeción a los resultados en uno de los estados para desatar un debate y una votación de ambas cámaras sobre la posibilidad de no contar los votos electorales en ese territorio.

Recordemos que al menos trece senadores republicanos y más de cien congresistas de ese partido en la Cámara Baja han adelantado que presentarán o respaldarán objeciones a los resultados en varios estados.

Los senadores, liderados por Ted Cruz, aseguran que no pretenden revertir el resultado de las elecciones, sino dar voz a aquellos que creen que los comicios no fueron justos, a pesar de que no hay ninguna prueba de que hubiera un fraude o irregularidades masivas, como denuncia Trump.

Los legisladores piden que el Congreso cree una comisión electoral para “llevar a cabo una auditoría de emergencia con una duración de diez días de los resultados electorales en los estados disputados”, afirmaron en un comunicado conjunto el sábado.

Mañana, los certificados de los votos electorales se abrirán por orden alfabético, con el objetivo de contarlos para corroborar qué candidato presidencial superó la barrera de 270 votos electorales que da las llaves de La Casa Blanca. Los legisladores republicanos no han aclarado sobre en qué estados presentarán objeciones, pero es posible que lo hagan en los seis territorios donde Trump ha cuestionado la victoria de Biden: Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin.

Por cada estado sobre el que un congresista y un senador presenten una objeción, la sesión conjunta entrará en receso y se abrirán debates separados de un máximo de dos horas en cada una de las dos cámaras, seguidos de votaciones en sus respectivos plenos sobre la posibilidad de rechazar los resultados.

Debido a las precauciones relacionadas con la pandemia, las votaciones en la Cámara Baja duran normalmente una hora o más, por lo que es posible que se tarde de tres a cuatro horas en resolver las objeciones en cada estado. Si los legisladores cuestionaran los resultados en los seis estados citados, es posible que la sesión dure 24 horas o más y, si son menos los territorios desafiados, es probable que el proceso se retrase igualmente hasta la madrugada del jueves.

La pregunta que ronda la sesión del Congreso mañana es si hay opciones de revertir el resultado de las elecciones. De acuerdo a la mayoría de los analistas, la respuesta es que no.

La oposición demócrata controla la Cámara de Representantes, por lo que los republicanos no tienen opciones de superar una votación por mayoría en ese recinto, algo que se requiere para rechazar el resultado en cualquier estado.

La sesión terminará irremediablemente con Pence declarando a Biden como ganador de las elecciones, por mucho que se alargue la reunión y que Trump y sus aliados confíen en que el vicepresidente pueda de alguna forma influir en el proceso y manipularlo, algo que los tribunales ya han aclarado que no es posible.

“Espero que Mike Pence nos ayude. Si no lo hace, no me caerá tan bien”, dijo Trump este lunes durante un mitin en Georgia.

Los ciudadanos de Georgia se encuentran en medio de una la jornada de votación en la que se decidirá si el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, deberá lidiar con una mayoría opositora en el Senado, o si tendrá una gestión más cómoda, al definir los dos asientos que faltan para completar la composición de la Cámara.

En un mitin realizado ayer, Trump reiteró sus acusaciones de que la elección presidencial del 3 de noviembre, en la cual obtuvo 74.2 millones de votos frente a los 81.2 millones del candidato demócrata, fue fraudulenta; denunció a los políticos republicanos que han validado el resultado, ratificado por el Colegio Electoral en diciembre pasado.

En Georgia, donde Biden fue el primer triunfador demócrata desde 1992, ninguno de los candidatos al Senado obtuvo una mayoría suficiente y la ley electoral de ese estado hizo necesaria una segunda ronda que pone en juego la mayoría que el Partido Republicano ha mantenido en la Cámara Alta del Congreso federal durante varias legislaturas.

En la votación de noviembre los republicanos se aseguraron 50 curules en el Senado y los demócratas aumentaron uno a los que tenían, para lograr un total de 48. Si los candidatos demócratas ganan hoy en Georgia, habrá un empate de 50 escaños en la Cámara Alta estadounidense, lo cual dejaría las decisiones en manos de la vicepresidenta electa, Kamala Harris.

Una de las contiendas que deberá dirimirse hoy enfrenta al demócrata Raphael Warnock, un pastor de una iglesia de Atlanta en la cual predicó el líder de los derechos civiles Martin Luther King, asesinado en 1968, y Kelly Loeffler, senadora republicana designada hace un par de años.

Según el promedio de encuestas de opinión de la plataforma 270towin.com, Warnock cuenta con el respaldo del 50.2% de los votantes y Loeffler tiene el apoyo del 47.4%.

En la otra contienda, el demócrata Jon Ossof, un exfuncionario legislativo y periodista, compite por un puesto en el Senado federal con David Purdue, un empresario cuyo mandato en la Cámara Alta concluyó el domingo pasado.

El promedio de encuestas de 270towin.com da a Ossoff el 50.2% del apoyo entre los votantes comparado con el 47.4% para Perdue.

En Georgia hay 7,6 millones de votantes registrados, de los cuales unos 4.8 millones de ciudadanos asistieron a votar en noviembre.

Se espera que la participación sea excepcionalmente alta, con más de 3 millones de sufragios que ya han sido emitidos en la votación anticipada, y lo más probable es que los ganadores no se sepan esta misma noche, debido a lo ajustado que se espera sean los resultados.

La Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprobó este viernes el proyecto de ley que despenaliza el consumo del cannabis (marihuana), lo que supone un gran paso para situar las leyes federales en línea con las de varios estados que ya lo permiten, y con países que ya han liberado el uso de dicha sustancia.

La Cámara baja, bajo control demócrata, logró la aprobación del proyecto de ley por 228 votos a favor contra 164 en contra. Sin embargo, ahora el proyecto pasa al Senado, donde según analistas sus posibilidades son mucho menores, ya que es dominado por los Republicanos.

La nueva norma pretende sacar a la marihuana de la Lista de Sustancias Controladas, que la incluía junto a la heroína o la cocaína como un narcótico peligroso, y que contemplaba fuertes sanciones.

La inclusión del cannabis en esta lista dejaba al gobierno federal de Estados Unidos fuera de la línea adoptada por varios estados que ya legalizaron la marihuana para uso médico y algunos, como Colorado, que optaron por liberarlo completamente y regularon su consumo recreativo.

Este proyecto de ley federal es la culminación de cinco décadas de argumentación por parte de sus partidarios para convencer al gobierno federal de que reconozca el daño relativamente bajo que causa el consumo del cannabis comparado con otras drogas, así como el fracaso en la represión de su comercialización mientras se mandaba a prisión a cientos de miles de personas por delitos menores.

De aplicarse finalmente la ley, los registros penales de muchas personas arrestadas por consumo de marihuana acabarían eliminados y podrían revisarse las sentencias de quienes cumplen actualmente penas por delitos federales relacionados con el cannabis.

También autorizaría a los estados a establecer sus propias leyes y a lanzar una regulación federal y tasación del sector, como ya ocurre con el alcohol.

“Es un momento histórico”, dijo el representante demócrata Tulsi Gabbard, que impulsó la legalización.

Los demócratas usaron argumentos como que los afroestadounidenses han sufrido legalmente mucho más que los blancos de arrestos y condenas, que la despenalización federal permitirá a los veteranos con lesiones de guerra obtengan un mejor acceso a la marihuana medicinal o que la nueva norma implicaría la desaparición de los bloqueos federales de larga duración a la investigación con marihuana.

El presidente Donald Trump ofreció esta tarde un mensaje a medios, en el que dijo, sin prueba alguna, que ganaría las elecciones en Estados Unidos si los demócratas que apoyan a su rival Joe Biden no estuvieran tratando de “robarle” la contienda.

“Si cuentan los votos legales, gano fácilmente. Si cuentan los votos ilegales, pueden intentar robarnos la elección”, dijo el mandatario desde La Casa Blanca.

Trump indicó que su equipo de campaña había iniciado una “tremenda cantidad de litigios” para contrarrestar lo que llamó “corrupción” de los demócratas, incluso cuando varios funcionarios en estados en los que el conteo sigue han defendido la integridad de la votación.

“No podemos permitir que nadie amordace a nuestros votantes e invente los resultados”, dijo el republicano. “Tengo la sensación de que los jueces van a tener que decidir al final”.

El presidente reiteró sus acusaciones de fraude electoral como hizo al declararse ganador de los comicios la madrugada del miércoles, horas después del cierre de las urnas el martes, cuando amenazó con ir hasta la Corte Suprema.

“Están intentando amañar las elecciones. Y no podemos permitir que eso suceda”, añadió el presidente quien busca mantenerse por un segundo periodo al frente del gobierno estadounidense.

También criticó las encuestas de intención de voto de los medios, que durante meses presentaron a Biden como favorito, como “una interferencia electoral en el verdadero sentido de la palabra por poderosos intereses especiales”.

Trump insistió en que desde meses atrás, él advirtió sobre los problemas que el voto por correo traería. Además dijo, no hubo la llamada ‘ola azul’ que los encuestadores vaticinaron.

El republicano aseguró que “tengo la sensación de que los jueces van a tener que decidir al final”, advirtió el mandatario.

La jueza ultraconservadora Amy Coney Barrett, nominada por el presidente Donald Trump para la Corte Suprema de Estados Unidos, compareció ante el Senado, donde fue cuestionada principalmente por los legisladores demócratas.

Y aunque se contuvo y no mostró muestras de exaltación, analistas refieren que no ofreció ningún indicio de cómo fallaría en caso de llegar a la Corte en casos importantes como el aborto o el futuro del Obamacare.

“Los jueces no pueden levantarse un día y decir: tengo una agenda, me gustan las armas, odio las armas; me gusta el aborto, odio el aborto. Y simplemente andar por ahí como una reina e imponer su voluntad al mundo”, dijo con cierta ironía Barrett durante el segundo día de audiencias en el comité judicial del Senado.

Barrett, católica, de 48 años y madre de siete hijos, usó frases similares para evadir las preguntas de los demócratas; aseguró una y otra vez que ella no tiene ninguna agenda política y que su objetivo es apegarse a la Constitución para decidir cada caso por separado.

Además, enfatizó que “no se ha comprometido” con la Casa Blanca a fallar de ninguna forma en polémicos casos, como el de la reforma sanitaria del expresidente Barack Obama (2009-2017) que evaluará la Corte en las próximas semanas.

Ante sus respuestas, los senadores demócratas, que están en minoría en el Senado y saben que no pueden frenar la confirmación de la jueza, están usando las audiencias para recordar a los estadounidenses lo que está en juego en las elecciones presidenciales del 3 de noviembre.

Los demócratas se están esforzando en retratar a Barrett como una jueza extremadamente conservadora y muchos pusieron hoy el foco en el derecho al aborto.

La senadora Dianne Feinstein, de 87 años y que durante su vida ha roto varias barreras de género, preguntó repetidamente a Barrett sobre sus ideas acerca del caso “Roe v. Wade”, que legalizó el aborto en 1973 y le recordó lo que ocurría cuando ese procedimiento era ilegal en Estados Unidos.

“Como una estudiante universitaria en la década de 1950, vi lo que le pasaba a aquellas mujeres jóvenes que quedaban embarazadas en un momento en el que el aborto no era legal en este país. Yo fui a (la universidad de) Stanford y vi los viajes a México, vi cómo mujeres muy jóvenes intentaban hacerse daño. Eso es realmente preocupante”, manifestó Feinstein.

Barret rechazó expresar su visión acerca del caso y dijo que no dará “un pulgar hacia arriba o hacia abajo” para respaldar o rechazar ningún asunto, incluido el aborto.

En varias ocasiones, la magistrada insistió en que será perfectamente capaz de separar sus decisiones judiciales de su religión.

“Tengo una vida repleta de personas que han tomado decisiones diferentes, y nunca he intentado, en mi vida personal, imponerles mis decisiones. Lo mismo ocurre en mi ámbito profesional”, aseveró Barrett.

Durante las audiencias para confirmarla como jueza de la Suprema Corte, Barrett tuvo que enfrentarse a numerosas preguntas sobre sus creencias y su pertenencia al grupo religioso People of Praise.

Ese grupo tiene menos de 2,000 miembros y sus miembros creen en “profecías y curaciones divinas”, según el diario The New York Times.

Hoy, Barrett dijo a los senadores que, cuando aceptó la nominación de Trump para el Supremo, sabía que su fe sería “caricaturizada” y su familia sufriría ataques; pero decidió seguir adelante porque quiere “servir a su país”.

Al respecto, los republicanos han acusado repetidamente a los demócratas de atacar la fe de Barrett, aunque en realidad ninguno ha aludido a sus creencias religiosas.

El objetivo de los republicanos es desacreditar a los demócratas y retratarles como un grupo de radicales, al mismo tiempo que buscan presentar a Barrett como una jueza extremadamente calificada.

En un momento de la audiencia, el senador John Cornyn, republicano por Texas, le pidió a la magistrada que sostuviera su libreta a la vista de todos con el objetivo de mostrar que estaba en blanco y que estaba hablando de memoria, haciendo referencia a casos legales sin ningún tipo de ayuda.

Los republicanos quieren confirmar a Barrett en el pleno del Senado el 22 de octubre, por lo que en caso de avanzar estaría en funciones antes de las elecciones del 3 de noviembre.

Joe Biden, candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, tiene el apoyo del 63% de los posibles votantes latinos, comparado con un 29% que se inclina por la reelección del presidente Donald Trump, según una encuesta publicada este viernes por el Pew Research Center.

En la encuesta, realizada entre el 30 de septiembre y el 5 de octubre, Biden obtiene una ventaja general de diez puntos sobre Trump, con un 52% de la intención de voto, contra un 42% del mandatario.

Trump aparece con ventaja sobre Biden tan sólo entre los votantes blancos, de los cuales el 51% se inclina por reelegirlo, comparado con un 44% que parece dispuesto a votar por el candidato demócrata.

Las ventajas que Biden muestra son aún más pronunciadas entre los posibles votantes afroamericanos, con un 89%, y los de origen asiático con un 75%.

Entre todos los posibles votantes, la encuesta de Pew encontró que sólo entre los blancos Trump evoca sentimientos de simpatía (45%) mientras que un 39% de este grupo no tiene mucho afecto por el presidente. Los grados de antipatía aumentan al 72% entre los afroamericanos (vs 12%), el 55% entre los asiáticos (vs 24%) y el 54% entre los posibles votantes hispanos (vs 32%).

Entre los encuestados que expresaron su preferencia por Biden, el 72% indicó que está “extremadamente” motivado para votar, un sentimiento que comparte el 71% de los posibles votantes de Trump.

Pero ese entusiasmo, que comparten el 79% de los simpatizantes del aspirante demócrata y el 74% de los votantes del republicano, cae al 67% de los afroamericanos y el 57% de los posibles votantes latinos.

El Pew señala que la encuesta se realizó en inglés y español entre 11.929 adultos, incluidos 10.543 votantes registrados, y su margen de error es de 1,5 puntos.

El presidente Donald Trump desafió a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a aprobar de inmediato un segundo cheque de 1,200 dólares para los estadounidenses, como medida para aliviar el impacto económico de la pandemia.

“Si me envían un proyecto de ley separado con un cheque de estímulo (1,200 dólares), irá a nuestro gran pueblo INMEDIATAMENTE”, escribió el presidente en su cuenta Twitter. “Estoy listo para promulgarlo en este mismo momento” ¿Está escuchando, Nancy?”, añadió.

En otro mensaje, el presidente afirmó que la Cámara de Representantes y el Senado deberían aprobar un paquete de 25,000 millones de dólares para apoyar el pago de sueldos de las aerolíneas, y 135,000 millones de dólares para el programa de protección de sueldos de las empresas pequeñas.

El republicano dijo que ambos apoyos se pagarían totalmente con los fondos no usados de la Ley de Estímulo Económico.

Sus nuevos mensaje llegan horas después de que ordenara ayer suspender hasta después de las elecciones del 3 de noviembre las negociaciones con el Congreso para aprobar un nuevo paquete de estímulo económico por la pandemia del coronavirus.

“He dado instrucciones a mis representantes para que dejen de negociar hasta después de las elecciones, cuando, inmediatamente después de que gane, aprobaremos una gran Ley de Estímulo centrada en los trabajadores Estadounidenses y las pequeñas empresas”, escribió Trump en Twitter, en un mensaje al que los mercados de valores reaccionaron inmediatamente con caídas.

Las negociaciones entre la Casa Blanca y los demócratas para aprobar un nuevo rescate han estado estancadas. En marzo pasado, cuando la pandemia de la COVID-19 golpeó a la economía de Estados Unidos, el Congreso aprobó y el presidente Donald Trump promulgó una ley de estímulo económico que incluyó la distribución de cheques por 1,200 dólares a los contribuyentes impositivos.

Otro elemento de la ley de marzo fue un subsidio por desempleo extendido a trabajadores independientes y contratistas que no están cubiertos, normalmente, por la prestación convencional. Esos pagos de 600 dólares por semana terminaron a fines de julio sin un acuerdo entre el Congreso y Trump para extenderlo.

Las negociaciones entre el Ejecutivo y el Congreso para un segundo paquete de estímulo se han prolongado, con recriminaciones de ambas partes, mientras millones de personas siguen desempleadas y sin la capacidad financiera de hacer frente a deberes.

Al respecto, el jefe de gabinete de La Casa Blanca, Mark Meadows, dijo este miércoles que no es optimista ante la eventual consecución de un acuerdo de ayuda financiera por el COVID-19.

No obstante, afirmó que el gobierno del presidente Donald Trump sí respalda una estrategia de aportes más graduales, incluso a pesar de que aseguró que las negociaciones con el Congreso habían terminado.

“Estamos dispuestos a comprometernos. Pero no veo con optimismo un acuerdo integral. Estoy optimista en que podamos resolver unas 10 sobre una base gradual”, dijo Meadows en una entrevista a Fox News.

Meadows no precisó qué 10 asuntos quiere abordar el gobierno, pero reiteró la postura tuiteada por Trump, cuando indicó que apoyaría una legislación aparte sobre las aerolíneas, las pequeñas empresas y los cheques de estímulo para las personas.

El presidente Donald Trump aseguró que Estados Unidos se puede convertir pronto en una Venezuela, si es que Joe Biden llegara a ganar las elecciones presidenciales de noviembre próximo.

“Podemos ser una Venezuela también”, subrayó el republicano en el evento de “Latinos por Trump”.

“Lo empecé a decir hace dos años, esto realmente puede suceder”, agregó Trump durante la mesa redonda que acogió a puertorriqueños, colombianos, centroamericanos y cubanos y en la que dijo que Biden se había reunido con el presidente venezolano, Nicolás Maduro, sin aclarar si fue algo reciente o, como sucedió realmente en 2015, durante su vicepresidencia.

Recordemos que el encuentro Biden-Maduro tuvo lugar en Brasilia durante la toma de posesión de Dilma Rousseff como presidenta de Brasil.

La nicaragüense Carla Salvatierra le dijo a Trump que ella sabía de primera mano qué es “escapar del comunismo”. “Sucede rápido”, le aseguró, a lo que Trump contestó que “sí”.

Relatos como el de la centroamericana dominaron la jornada en la ciudad de Doral, la que el presidente llamó la “Pequeña Venezuela” por su gran población venezolana y donde tiene su club Trump National Doral, donde se celebró el evento.

Más que preguntas, Trump recibió constantes elogios de los latinoamericanos, incluso el salón se inundó de aplausos cuando Salvatierra dijo que nadie más que él se merecía el Premio Nobel de la Paz.

“Gracias por todo lo que ha hecho por Israel”, manifestó la inmigrante.

Los participantes en el foro resaltaron la ayuda oficial a los pequeños negocios durante la pandemia de la COVID-19, las sanciones a los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua y los “millones” para la reconstrucción de Puerto Rico tras el huracán María en 2017.

Del tema de Cuba y Venezuela no enfatizaron mucho los congregados y prevalecieron los relatos de boricuas, que en Florida ya alcanzaron una población de más de 1.3 millones y se inclinan más por los demócratas.

Activistas colombiados dijeron a Trump que necesitan “cuatro años más” de su gobierno, no solo por Estados Unidos, sino por América Latina, “porque usted está contra el comunismo”.

Durante el discurso previo a la mesa redonda, Trump criticó en varias ocasiones el respaldo del gobierno del presidente Barack Obama y su vicepresidente Biden al proceso de paz en Colombia impulsado por el expresidente Santos.

Trump por otro lado se mostró muy confiado del apoyo del voto cubano en Florida, un estado que según los demócratas tiene que ganar si no quiere perder un segundo mandato.

Pese a que ha acaparado los reflectores los tres días de la Convención Nacional Republicana, Donald Trump acepta esta noche la nominación presidencial, de cara a los comicios del próximo 3 de noviembre.

Hace cuatro años, Donald Trump aceptó la candidatura presidencial republicana con un discurso que mostraba un retrato de un Estados Unidos en decadencia, para el cual había una sola solución: él mismo.

Después de tres años y medio en La Casa Blanca, su retórica sobre el estado del país sigue siendo igualmente desoladora.
Al prepararse para pronunciar su segundo discurso de aceptación, el presidente enfrenta un país en crisis, azotado simultáneamente por una pandemia devastadora, una economía golpeada, un profundo malestar racial y un tremendo huracán en la costa del Golfo de México.
De acuerdo a diversos analistas, aunque prometerá grandeza nacional, hay escasas expectativas de que pronuncie un mensaje destinado a unir a un electorado dividido.
Su mensaje en 2016 fue “solo yo puedo repararlo”. Esta vez, aunque las encuestas dan ventaja al demócrata Joe Biden, se presentará como la última defensa contra las fuerzas extremistas que amenazan el “American way of life”.
Sus asesores mantienen en estricto secreto los detalles del mensaje; en los discursos recientes de Trump, se ha referido a los “anarquistas” que según él ocupan las calles de las ciudades; sin embargo sus colaboradores han indicado Trump describirá al país como un proyecto en desarrollo, que sin ser perfecto ha avanzado mucho.
Presentará ese argumento como un contraste con los demócratas, que según él no aman a su patria. Asimismo, según sus colaboradores, hablará de los progresos logrados en la lucha contra el coronavirus, que ha ocupado un lugar secundario en la convención a pesar de que sigue cobrando un gran número de vidas en Estados Unidos.

Sobre el proceso electoral, el candidato demócrata a La Casa Blanca rompió con su prudencia ante el Covid-19 y anunció este jueves que hará campaña presencial en los estados clave para las elecciones presidenciales del 3 de noviembre.

“Viajaré por el país. Iré donde sea posible respetando las reglas de los estados” sobre reuniones para limitar la propagación del coronavirus, dijo Biden en una sesión de recolección de fondos vía web.

“Una de las cosas en que pensamos es ir a Wisconsin y Minnesota, pasar un tiempo en Pensilvania, en Arizona”, añadió en referencia a estados que podrían ser clave para definir la contienda.

Biden también aprovechó para acusar a Trump de alimentar, por pura “estrategia política”, la violencia que estalló en las protestas contra el racismo en Estados Unidos.

La violencia está “empeorando y sabemos porqué. Donald Trump se niega incluso a reconocer que existe un problema de disparidad racial en Estados Unidos”, añadió Joe Biden.

“En lugar de tratar de calmar las aguas, está echando gasolina a todos los fuegos”, dijo el exmano derecha de Barack Obama. “

La violencia no es un problema ante sus ojos, es una estrategia política. Y cuanto más violencia, mejor para él” para ser reelegido, acusó el demócrata.

Por su parte la candidata demócrata a la vicepresidencia, Kamala Harris, criticó la convención republicana, e indicó que tiene como propósito “apaciguar” el ego del gobernante.

“La convención republicana está diseñada con un propósito: apaciguar el ego de Donald Trump. Hacerlo sentir bien”, afirmó Harris en un discurso desde la Universidad George Washington, en el que además criticó el manejo que la actual Administración ha hecho de la pandemia del coronavirus.

Varias protestas han sido convocadas para esta noche en Washington DC, con motivo del discurso del presidente Trump.
La campaña #ThePeoplesHouse (la casa del pueblo) ha organizado una protesta a partir de las 21.00 hora local, que tendrá como punto de partida la calle 15.
“Si Trump piensa que puede celebrar su fiesta en nuestra casa (en referencia a La Casa Blanca) debe saber que estamos escuchando y que haremos que rinda cuentas este sábado y el día de las elecciones”, dicen los organizadores en la página web.
“Durante casi cuatro años -agregaron-, hemos visto a Trump arrebatar a nuestra nación de su posición en el mundo. Este jueves por la noche haremos que nuestras voces sean escuchadas”.
Por otro lado, el grupo Refuse Fascism (Rechazar el fascismo) ha hecho otra convocatoria de protestas a partir de las 19 horas en la capital para pedir la salida de Trump y de su vicepresidente, Mike Pence.
“Con la clausura de la RNC (Convención Nacional Republicana) estamos acercándonos hacia unas elecciones que serán una muestra de la manera en que se gobierna este país”, indicaron.
Medios locales informaron que el Servicio de Parques Nacionales ha dado autorización al Comité Nacional Republicano para que se lancen fuegos artificiales a partir de las 23:00 horas local en el Mall, la explanada  de museos y monumentos que une La Casa Blanca con el Capitolio, después de que el presidente acepte la nominación del partido.
Mañana, viernes, se espera que miles se congreguen frente al Monumento a Lincoln, en la capital, para conmemorar la Marcha sobre Washington de 1963, durante la cual el líder de los derechos civiles Martin Luther King pronunció su famoso discurso “Tengo un sueño”.

La senadora Kamala Harris aceptó la noche de ayer su candidatura en la fórmula del demócrata Joe Biden, que podría convertirla en la primera vicepresidenta de Estados Unidos.

Durante su mensaje, señaló el “rotundo fracaso” del mandatario republicano Donald Trump para dirigir el país.

Harris, una abogada nacida hace 55 años en California, hija de un jamaiquino y una india tamil, llamó a votar el 3 de noviembre por Biden, capaz, dijo, de unir a “negros, blancos, latinos, asiáticos, indígenas” y no convertir “nuestras tragedias en armas políticas”.

“El fracaso de liderazgo de Donald Trump ha costado vidas y sustento”, advirtió, cuando Estados Unidos registra más de 170,000 muertos por Covid-19 y sufre una aguda recesión económica, en medio de un extendido clamor contra el racismo y la violencia policial.

Harris denunció “el caos constante”, la “incompetencia” y la “insensibilidad” del gobierno de Trump.

El tradicional cónclave partidario, organizado este año en formato virtual por la pandemia, finalizará esta noche con un discurso de Biden, quien, a sus 77 años, busca llegar a La Casa Blanca casi medio siglo después de su ingreso a la arena política.

Barack Obama, el primer presidente negro de los Estados Unidos, pidió el voto para Biden, su compañero durante los ochos años de su mandato, a quien llamó “hermano”.

“Esperaba, por el bien de nuestro país, que Donald Trump pudiera mostrar algún interés en tomarse el trabajo en serio, que pudiera llegar a sentir el peso del cargo (…) Pero nunca lo hizo”, dijo Obama, que entregó el poder a Trump en 2017.

“Las consecuencias de este fracaso son graves”, subrayó.

El exmandatario, el tercero en respaldar a Biden en la convención luego de Bill Clinton y Jimmy Carter, dijo que Trump ha tratado la presidencia como un “reality show” y ha dejado las “instituciones democráticas amenazadas como nunca antes”.

Mientras Obama hablaba, Trump descargaba su enojo en Twitter con mensajes en mayúsculas, en los que acusó a su predecesor de haberlo espiado durante su campaña. Trump arremetió contra Obama, al tacharlo de “ineficaz” y “espantoso” y denostado “la estupidez” de su gestión.

“El presidente Obama no hizo un buen trabajo. La razón por la que estoy aquí es por el presidente Obama y Joe Biden”, señaló a periodistas tras conocerse fragmentos del discurso del exmandatario.

La exprimera dama Hillary Clinton, candidata derrotada por el magnate republicano en 2016, hizo un enérgico llamado a la movilización electoral, advirtiendo que “si Trump es reelegido, las cosas serán aún peor”.

“Voten como si nuestras vidas y nuestro sustento estuvieran en juego, porque lo están”, urgió.

También instó a “librar al país de Trump” Nancy Pelosi, la influyente presidente de la Cámara de Representantes y líder demócrata en el Congreso.

La senadora progresista Elizabeth Warren, exrival de Biden en las primarias, atribuyó la crisis del país “a Trump y a los republicanos que lo habilitan”; enfatizó la necesidad de apoyar a las madres trabajadoras.

La gobernadora de Nuevo México, Michelle Lujan Grisham, una de las figuras hispanas más prominentes de Estados Unidos, puso el foco en el cambio climático, anunciando el regreso de Estados Unidos al Acuerdo de París si Biden gana.

Y la excongresista de Arizona Gabrielle Giffords, gravemente herida tras un intento de asesinato en 2011, pidió el fin de la violencia armada junto a Emma González, una sobreviviente del tiroteo en la escuela secundaria de Parkland.

Además, una inmigrante hispana indocumentada, Silvia Sánchez, contó su dura historia junto a sus hijas, una de ellas una “dreamer”, beneficiaria del programa DACA que protege de la deportación a los llegados al país de niños junto a sus padres sin papeles, que Trump buscó cancelar.

La Convención incluyó una parte musical, donde el dominicano-estadounidense Prince Royce cantó junto a Billie Eilish y Jennifer Hudson; durante la actuación aparecieron varios mensajes en español. “Únete”, se podía leer en la pantalla.

El presidente Donald Trump respondió con fuerza este martes a los ataques que la exprimera dama Michelle Obama lanzó en su contra ayer en su discurso durante la convención demócrata.

La ex primera dama dijo que Trump es el presidente “equivocado” para el país, y lo describió como un líder divisivo con una absoluta “falta de empatía”, que no ha estado a la altura del reto de la pandemia y la crisis económica asociada.

Trump esperó hasta la mañana del martes para responder, lanzándose contra su predecesor Barack Obama y contra Biden, que fue su vicepresidente.

“Por favor que alguien le explique a @MichelleObama que Donald J. Trump no estaría aquí en la bella Casa Blanca, si no fuera por el trabajo hecho por su esposo, Barack Obama”, apuntó el mandatario.

Trump reiteró que la situación en el país está mejorando rápidamente.

“Mi gobierno y yo creamos la mejor economía de la historia de cualquier país”, aseguró el republicano, pese a que Estados Unidos es el país del mundo más enlutado por el coronavirus, con más de 170,000 fallecidos, y el desempleo está por encima de 10%.

El mandatario afirmó que la economía se está levantando, que los empleos abundan e hizo referencia a que el indicador tecnológico de la bolsa, el Nasdaq, tocó niveles récords.

Michelle Obama dijo durante su mensaje, que las crecientes crisis que enfrenta el país solo empeorarán si es reelegido Donald Trump.

“Déjenme ser tan honesta y clara como pueda. Donald Trump es el presidente erróneo para nuestro país. Ha tenido tiempo de sobra para probar que podía hacer el trabajo, pero claramente es difícil de comprender. No está a la altura del momento. Simplemente no puede ser quien necesitamos que sea. Es lo que es”, sostuvo Obama.

La ex primera dama, una de las mujeres más respetadas del país, era una de las participantes más esperadas en el primer día de la Convención Demócrata, que por la pandemia de coronavirus, cambió de formato a virtual.

Michelle Obama, con un collar con la palabra “vota”, aprovechó su popularidad entre los votantes afroestadounidenses y las mujeres con educación universitaria de las zonas suburbanas, que según los analistas, son los votantes que Biden necesita.

“Si piensan que las cosas no pueden empeorar, créanme, pueden y lo harán si no hacemos un cambio en esta elección”, dijo llamando a la acción a la coalición de votantes jóvenes y diversos que mantuvieron a su familia en la Casa Blanca por dos legislaturas.

La exprimera dama reconoció que “Joe no es perfecto”, pero dijo, sabe lo que se necesita para rescatar una economía, hacer frente a una pandemia y liderar al país”. Añadió que una de las virtudes de Biden es saber escuchar. “Dirá la verdad y confiará en la ciencia”, aseguró.

Obama destacó las divisiones en que está sumido Estados Unidos. “Ahora, entiendo que mi mensaje no será oído por algunas personas. Vivimos en una nación que está profundamente dividida, y soy una mujer negra hablando en la Convención Demócrata”.

Afirmó que como primera dama tuvo la ocasión de conocer de primera mano “el peso inmenso y el poder impresionante de la Presidencia”, por lo que podía asegurar que es un trabajo “difícil”.

Recordó que las palabras de un presidente pueden mover los mercados, empezar guerras y lograr la paz. “Pueden llamar a nuestros mejores ángeles o despertar nuestros peores instintos. Simplemente no puedes fingir tu camino en este trabajo”.

Aseguró que hace cuatro años mucha gente eligió creer que sus votos no importaban, por lo que al final esas elecciones, mandaron al Despacho Oval a quien perdió el voto popular nacional por cerca de 3 millones.

“Cuatro años más tarde, el estado de esta nación es muy diferente. Más de 150,000 personas han muerto, y nuestra economía está en ruinas debido a un virus que este presidente ha menospreciado demasiado tiempo”.

Obama apuntó, además, los casos de violencia policial contra afroamericanos, como George Floyd y Breonna Taylor, y lamentó que el mero hecho de afirmar que las vidas negras importan sea objeto de “burla” en el despacho más importante de la nación.

“Porque siempre que miramos a esta Casa Blanca en busca de liderazgo o consuelo, o algo parecido a estabilidad, lo que logramos a cambio es caos, división y una falta de empatía total”, remató.

El Partido Demócrata da inicio este lunes a una convención virtual de cuatro días en la que buscará dar una muestra de unidad y respaldo a su virtual candidato para las elecciones presidenciales, Joe Biden, que aspira a derrotar al actual mandatario Donald Trump, quien busca su reelección.

El principal rival de Biden en las primarias, Bernie Sanders, la ex primera dama Michelle Obama y el republicano John Kasich, un exgobernador de Ohio que se presentó contra Trump en 2016, encabezarán los discursos con los que, durante los próximos cuatro días, se apoyará la candidatura de Biden.

La pandemia del coronavirus obligó a los demócratas a modificar el desarrollo de su convención, suprimiendo la reunión presencial prevista en Milwaukee, Wisconsin, y convirtiéndola en una serie de discursos virtuales que tendrán, en total, una duración de dos horas.

Se prevé que mañana Biden sea nombrado oficialmente como el candidato demócrata para los comicios del 3 de noviembre; el también exvicepresidente será quien clausure la asamblea virtual con el discurso de aceptación.

Los demócratas esperan así apuntalar la coalición formada contra Trump y que no ocurra lo mismo que en 2016, cuando las constantes diferencias entre los precandidatos terminaron afectando a la campaña de Hillary Clinton.

Este año, Sanders se retiró de las primarias en abril y rápidamente mostró su apoyo a Biden.

“La asamblea es una oportunidad para explicar a los ciudadanos dónde ha fallado el Gobierno de Trump”, dijo Ed Rendell, exgobernador de Pensilvania y amigo de Biden desde hace mucho tiempo. “También servirá para detallar los planes sustanciales que Joe tiene para mejorar el país”.

Kamala Harris, senadora de California y elegida por Biden para ser su vicepresidenta, hablará el miércoles después de que su cargo sea confirmado de forma oficial.

Con visitas a cuatro estados ya programadas, el presidente Donald Trump planea hacer frente a la semana “fuerte” de los demócratas.

La gira de Trump por estados que probablemente resulten cruciales para lograr un eventual segundo mandato promete servir de referencia para su campaña, dado que la pandemia de coronavirus ha reducido los eventos multitudinarios que tanto gustan al presidente.

Trump, cuya Convención Nacional Republicana se celebrará la próxima semana, viajará a Mankato, en el estado de Minnesota, y Oshkosh, en el de Wisconsin, este lunes; a Yuma, en Arizona, mañana martes; y a la ciudad natal de Biden, Scranton, en Pensilvania, el jueves próximo.

El magnate impulsará sus políticas sobre la ley y el orden en Minnesota, el estado donde la muerte de George Floyd, un hombre negro, mientras estaba bajo custodia policial desató protestas multitudinarias contra la injusticia racial.

En Wisconsin, estado que albergará la convención demócrata, Trump hablará sobre el crecimiento del empleo y el comercio. En Arizona, el presidente hará hincapié en la seguridad de la frontera y su postura dura contra la inmigración.

El evento principal será el jueves en Scranton, el mismo día en que Biden aceptará la nominación de su partido para las elecciones del 3 de noviembre. Un asesor dijo que el discurso de Trump en Scranton revisará “las cuatro décadas de Joe Biden en la vida pública” y contrastará su historial con el de Trump en los últimos tres años y medio.

El presidente Donald Trump llamó este jueves “loca” e “izquierdista radical” a la aspirante demócrata a vicepresidenta, Kamala Harris, y dijo que junto con su virtual rival en las elecciones, Joe Biden, llevarían al país a una depresión.

“Es una izquierdista radical. Ahora intenta fingir que no lo es, pero es la persona más liberal del Senado de Estados Unidos. Ha hecho cosas terribles (…) y es una gran defensora de los impuestos, como Joe (Biden)”, aseguró Trump en entrevista con la cadena Fox.

Biden presentó este miércoles en Delaware a Harris como su compañera de fórmula en las elecciones del 3 de noviembre, y de cara a que la próxima semana se celebre la Convención Nacional demócrata, en la que será confirmado como candidato presidencial.

“Quieren impuestos por 4 billones de dólares, será el aumento de impuestos más grande de la historia (…) y destruirán la economía”, pronosticó Trump, quien agregó que con Biden y Harris “tendremos una depresión como nunca antes. Tendrás que remontarte a 1929”.

Sobre Kamala Harris aseguró que es “una especie de loca”, y criticó su comportamiento durante las polémicas audiencias de confirmación del magistrado del Tribunal Supremo Brett Kavanaugh, quien fue acusado de abuso sexual por varias mujeres.

“Estaba tan enfadada y tenía tanto odio con el juez Kavanaugh que nunca había visto una cosa igual. Era la más enfadada del grupo (…) Todos son gente enojada de la izquierda radical”, añadió.

Sobre medio ambiente, una de las principales preocupaciones de los demócratas por el retroceso que ha habido en las normas para combatir el calentamiento global con el Gobierno de Trump, el mandatario dijo que la agenda de Biden y Harris es “absurda y loca”.

Trump va por detrás de Biden en las encuestas de cara a las elecciones del 3 de noviembre, que de celebrarse ahora darían un  49.4% de los votos al aspirante demócrata, frente al 42.4% del republicano, según el promedio de sondeos elaborado por Real Clear Politics.

Para retrasar el día de la jornada electoral de Estados Unidos, tal y como lo sugirió esta mañana el presidente Donald Trump, el mandatario debería contar con el apoyo del Congreso para modificar una ley federal de 1845 que establece el primer martes, después del primer lunes de noviembre, como el día para celebrar la jornada de elecciones legislativas, que corren en paralelo al proceso de elección del presidente cada cuatro años.

Los demócratas controlan la Cámara baja del Congreso y sería necesario, por tanto, que la oposición se alineara con el presidente, lo cual resulta imposible.

“Seamos claros: Trump no tiene la capacidad de retrasar las elecciones. Nuestras elecciones están consagradas en la
Constitución. La Constitución dice que si la fecha de las elecciones cambia, deberá hacerlo el Congreso”, señaló el presidente del Comité Judicial de la Cámara de Representantes, el demócrata Jerry Nadler.

Los legisladores republicanos también se opusieron a un retraso, con el líder de la mayoría conservadora del senado, Mitch McConell, a la cabeza, quien aseguró en una entrevista con una emisora de Kentucky que la fecha electoral está “grabada en piedra”.

“Nunca en la historia de nuestro país, ni en guerras, depresiones o en la guerra civil, no hemos celebrado una elección federal programada en su tiempo y encontraremos la manera que así sea de nuevo”, afirmó McConell.

En una audiencia en el Senado, el secretario de Estado, Mike Pompeo, no fue tan tajante y dijo que las elecciones se deben llevar a cabo de manera “legal”, pero destacó que es importante que sean comicios “en los que todo el mundo confíe”.

El tuit de Trump apareció en la red social solo 15 minutos después de que el Departamento de Comercio anunciara que el Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos se desplomó en el segundo trimestre a una tasa anual de un 32.9% (9.5% interanual), lo que supone un descalabro histórico debido a la pandemia de Covid-19.

Otras importantes voces del Partido Republicano se han pronunciando en contra del posible retraso electoral.

El jefe de la Comisión Judicial  de la cámara alta, Lindsey Graham, declaró que “no creo que se una buena idea”, retrasar las elecciones de noviembre próximo.

“Vamos a tener una elección, va a ser legítima y va a ser creíble”, ha apostillado el  senador republicano por Florida Marco Rubio.

Aún más contundente ha sido Rodney Davis, el más alto cargo republicano en la comisión que se encarga de cuestiones electorales en la Cámara de Representantes. “No va a haber ningún retraso en las elecciones de 2020. El Congreso ha fijado la fecha y no debería haber cambios. Se celebrarán el 3 de noviembre, como está previsto y exige
la ley”, ha declarado en Twitter.

Desde las filas de los demócratas, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, se ha limitado a recordar el texto constitucional: “El Congreso determinará (…) el día en el que los electores deben emitir sus votos, que debe ser el mismo en todo Estados Unidos”.

Al respecto, el Comité Nacional Demócrata reaccionó y dijo que “la amenaza” de Trump no es más que un intento desesperado de distraer de las devastadoras cifras económicas actuales que dejan en claro que su respuesta fallida al coronavirus ha hundido la economía de Estados Unidos.

“Trump puede tuitear todo lo que quiera, pero la realidad es que no puede retrasar las elecciones, y en noviembre, los votantes lo responsabilizarán” por la situación, agregó el Comité a través de un comunicado.

El precandidato a la nominación presidencial demócrata y exvicepresidente estadounidense, Joe Biden, expresó este miércoles sus dudas de que la convención nacional del partido se celebre a mediados de julio ante la pandemia del coronavirus, y planteó la posibilidad de que sea retrasada.

“Es difícil visualizar eso. Debemos escuchar a los científicos”, respondió Biden en una entrevista con la cadena  MSNBC preguntado por la viabilidad de mantener los planes de la convención donde se espera escoger al candidato demócrata que se enfrente al actual presidente, el republicano Donald Trump, en los comicios de noviembre.

La Convención Nacional Demócrata, para la que se espera una asistencia de 50,000 personas, está previsto que se celebre entre el 13 y 16 de julio en Milwaukee, Wisconsin.

La pandemia del coronavirus, que ya ha dejado más de 4,000  muertos y 190,000 contagiados en Estados Unidos, ha forzado a las autoridades en todo el país a decretar medidas de restricción de movimientos, confinamiento de los ciudadanos y la cancelación de eventos públicos.

“Debemos ser capaces de hacer lo que hicimos en medio de la Guerra Civil y durante la Segunda Guerra Mundial, organizar convenciones y primarias y elecciones, y mantener la seguridad pública”, dijo Biden.

Para ello, instó a las autoridades estatales a reforzar el sistema de votos por correo, y estudiar la posibilidad de sufragar de manera virtual.

“Deberían estar planeándolo ahora. Se trata de ser capaces de continuar con la democracia mientras combatimos la pandemia. Podemos hacer ambas cosas”, agregó Biden, quien lidera por el momento la contienda demócrata con 1,217 delegados por delante de su rival, el senador Bernie Sanders, que cuenta con 917.

Son necesarios 1,991 delegados para obtener la nominación.

Varios estados han aplazado ya sus primarias ante la pandemia, entre ellos Pensilvania, Maryland, Nueva York y Ohio.

Por ahora, sin embargo, el estado de Wisconsin, sede la de la Convención, ha indicado su intención de mantener el calendario y realizar sus primarias el próximo 7 de abril.

Este miércoles, Sanders urgió a las autoridades del estado, uno de los considerados columpio, “a retrasar las primarias y trabajar hacia un sistema completo de voto por correo”.

La Convención Nacional Republicana, por su parte, está prevista para finales de agosto en Charlotte, Carolina del Norte.

Millones estadounidenses están llamados a las urnas en las primarias demócratas de este martes, en las que domina Joe Biden frente a Bernie Sanders. Son cuatro estados los que realizan votaciones, aunque uno de ellos,  Ohio, canceló de última hora su jornada por temor a la propagación del Covid-19.

“Si bien las urnas se cerrarán mañana, el Secretario de Estado @FrankLaRose buscará un remedio a través de los tribunales para extender las opciones de votación para que cada votante que quiera votar tenga esa oportunidad” (en una fecha posterior)”, dijo el gobernador de Ohio, Mike DeWine, ayer por la noche en Twitter.

Las votaciones previstas en otros tres estados, Arizona, Florida e Illinois, se mantuvieron con fuertes medidas de precaución. El lunes, Donald Trump consideró “inútil” aplazar las primarias, aunque dejó la decisión a los estados.

En Florida, las autoridades trasladaron decenas de centros electorales que estaban en casas de ancianos y distribuyeron abundante gel antibacterial en todos centro de votación.

Pero, entre los temores al contagio y el hecho de que dos millones de personas votaron con anticipación, las filas eran practicamente inexistentes.

Un grupo de organizaciones de derechos humanos de Florida exigió a las autoridades estatales que se extienda la posibilidad de votar por mail.

Luisiana, Georgia, Maryland y Kentucky, que debían votar en los próximos días (Luisiana el 4 de abril, Georgia 19 de marzo, Kentucky 19 de mayo y Maryland el 28 de abril) pospusieron sus primarias para mayo y junio. Otros podrían seguir el ejemplo, puesto que las medidas de prevención para evitar el contagio del coronavirus se están reforzando muy rápidamente en todo Estados Unidos.

Biden, que ya ha ganado más delegados, que son los que designan al candidato en la convención partidaria, está a unos veinte puntos por delante de Bernie Sanders en la mayoría de las encuestas nacionales.

Además, el exvicepresidente acaba de sumar una victoria en el estado de Washington, que celebró primarias la semana pasada, por un estrecho margen de 37.9% contra 36.4% para Sanders.

La votación de este martes, por lo tanto, podría otorgarle a quien fuera la mano derecha de Barack Obama una ventaja decisiva.

Biden, de 77 años, tuvo un buen desempeño en el debate demócrata del domingo pasado, impidiendo que Sanders, de 78 años, pudiera recuperar la ventaja.

Durante el encuentro, anunció que elegiría a una mujer como candidata a la vicepresidenta, lo que debería reunir suficiente apoyo entre los demócratas que quedaron decepcionados porque un grupo récord y muy diverso de precandidatos terminó decantándose por dos hombres blancos septuagenarios.

Después de una serie de fracasos, Sanders, quien se autoproclama socialista democrático, reconoció la semana pasada que había perdido, por el momento, el tema crucial de estas primarias: convencer a los votantes que él es capaz de impedir que Donald Trump logre un segundo mandato.

Todavía muy popular entre los jóvenes, el senador se aferra sin embargo a la contienda y aprovechó el debate para desafiar a Biden en ciertas posiciones de su larga carrera política, con más de 35 años en el Senado y ocho años en la vicepresidencia. Sanders reiteró que si pierde las primarias, apoyará al candidato nominado para desafiar a Trump.

En Florida, en particular, los demócratas de origen cubano tienen dificultades para digerir ciertos comentarios de Bernie Sanders considerados demasiado benevolentes hacia el régimen de los Castro.