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El consumo de alimentos en México tiene determinantes socioeconómicos, demográficos y geográficos. En el sur, sobre todo en zonas rurales, se conserva la dieta a base de maíz y frijol, mientras que en el norte y en las ciudades prevalece la alta ingesta de carnes rojas.

Un estudio llevado a cabo por expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), reveló estos cambios en la dieta de los mexicanos.

“La dieta tradicional mexicana, que antes era predominante en el país, ahora es la principal de una proporción pequeña de la población que apenas llega al 6%”, explicó la investigadora del Instituto de Geografía de la UNAM, Louise Guibrunet.

“El 94% restante, el frijol y el maíz son reemplazados por trigo y carne. Este aumento de la dieta ‘globalizada’ tiene graves consecuencias para la salud y la sustentabilidad”, alertó.

Este cambio se conoce como “transición nutricional” y va de la mano con otra que es epidemiológica, la cual “se refiere a cambios en la prevalencia de enfermedades y causas de muerte”, explicó la profesora de asignatura en la Facultad de Medicina y coautora de la investigación, Ana Gabriela Ortega.

“Por ejemplo, antes había más infecciones y ahora se incrementan las enfermedades crónicas”, señaló Ortega.

En el trabajo ‘Determinantes socioeconómicos y demográficos del consumo de alimentos en México’, publicado en la revista PLOS ONE, Ortega Ávila explicó que “la transición nutricional contribuye a que las personas se enfermen con más frecuencia de padecimientos relacionados con la alimentación como diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares”.

En términos de sustentabilidad, precisó Guibrunet, “es preocupante la alta deglución de carne que sustituye a proteínas vegetales como el frijol. La de res, en particular, tiene un impacto ambiental mayor”.

Explicó que en comparación con el cultivo de un kilo de frijol “para producir un kilo de carne se emiten de 30 a 100 veces más gases de efecto invernadero; se requiere de seis a 40 veces más área agrícola; de cuatro a siete veces más agua y se eutrofiza, es decir, se aporta en exceso nutrientes inorgánicos procedentes de actividades humanas, y de 40 a 50 veces más agua”.

Los investigadores identificaron cuatro grupos: ‘Alimentos básicos’, que tiene una proporción relativamente mayor de consumo de maíz y legumbres (frijol), el 6% de la población. El ‘Grupo prudente’, que comer relativamente más frutas, verduras y lácteos, e incorpora comestibles de manera equilibrada, el 26% de la población.

También está el grupo ‘Alto en carne’, que consume más de este producto y cereales, el 60% de la población, además del ‘Bajo en frutas’, es decir, más huevos, aceites, grasas y azúcar, pero menor proporción fruta, carne y verduras, el 8% de los habitantes.

Los expertos señalaron de importante “recuperar la dieta tradicional mexicana para mejorar la salud, disminuir los impactos ambientales y conservar el patrimonio biocultural nacional”.

Señalaron que en materia de salud, “las cercanas a la dieta tradicional protegen contra la obesidad y el sobrepeso, pues sus consumidores presentan menor grasa corporal, circunferencia de cintura e índice de masa corporal”. Además, la adherencia a la dieta representativa mexicana se asocia con niveles bajos de colesterol en sangre y de insulina.

Estados Unidos escaló este jueves su rechazo a las restricciones impuestas por México a las importaciones de maíz genéticamente modificado y solicitó la instalación de un panel de solución de controversias en el marco del T-MEC, informó la oficina del Representante Comercial (USTR).

La solicitud de llevar la disputa a una nueva instancia, se anuncia tras el fracaso de consultas formales para resolver las diferencias entre los dos países sobre el uso de maíz transgénico, ampliamente producido por los agricultores estadounidenses.

Washington alega que el decreto que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) anunció, y que prohíbe las importaciones de maíz transgénico utilizado en masa y tortillas para el consumo humano, no se basa en ciencia y viola sus compromisos en virtud del acuerdo comercial de América del Norte.

Si el panel falla a favor de Estados Unidos y México no cumple con sus directivas, la USTR ganaría en última instancia el derecho de imponer aranceles punitivos a los productos mexicanos, una medida que podría desencadenar una guerra comercial poco común.

La representante comercial de Estados Unidos, Katherine Tai, dijo en un comunicado que la medida tenía por objeto hacer cumplir las obligaciones de México en el T-MEC de mantener las regulaciones basadas en ciencia sobre la biotecnología agrícola.

“Es fundamental que México elimine sus medidas biotecnológicas inconsistentes con el T-MEC para que los agricultores estadounidenses puedan seguir accediendo al mercado mexicano y utilizar herramientas innovadoras para responder a los desafíos climáticos y de seguridad alimentaria”, dijo Tai.

Y es que México compra cada año a Estados Unidos maíz por un valor de unos 5,000 millones de dólares, lo que convierte a este país en su mayor socio comercial. La mayor parte de esas compras son de maíz amarillo transgénico utilizado para la alimentación del ganado.

La solicitud del panel se produce tras 75 días de consultas formales solicitadas por funcionarios estadounidenses en junio pasado.

México pidió a Washington realizar conjuntamente una investigación científica sobre los efectos del maíz modificado genéticamente en la salud pero, según lo dicho por un funcionario mexicano de alto nivel a la agencia Reuters, Estados Unidos se negó.

El gobierno de nuestro país argumenta que el maíz biotecnológico perjudica a las variedades autóctonas y puede tener efectos adversos para la salud.

“El enfoque mexicano de la biotecnología no se basa en ciencia y va en contra de décadas de pruebas que demuestran su seguridad y del riguroso sistema de revisión reguladora basado en ciencia que garantiza que no supone ningún daño para la salud humana y el medio ambiente”, dijo por su parte el secretario estadounidense de Agricultura, Tom Vilsack, citado en el comunicado.

Tras conocerse sobre la solicitud, el gobierno federal, a través de la Secretaría de Economía, indicó que fue notificada formalmente por la USTR sobre su intención de dirimir, a través de un panel de solución de controversias, las diferencias entre ambos gobiernos en torno a la regulación del maíz genéticamente modificado.

La dependencia dijo que se encuentra preparada para defender la posición mexicana en el panel internacional y demostrar que: la regulación nacional es consistente con los compromisos suscritos en el T-MEC; y que las medidas impugnadas no tienen afectaciones comerciales.

Ahora que fue solicitado el panel, la siguiente etapa procesal será la designación de los miembros del mismo. Posteriormente, los panelistas deberán emitir un calendario procesal. Conforme a los plazos previstos en el propio Tratado, se calcula que la decisión del Panel se pueda dar a conocer en el transcurso del próximo año, lo que coincidirá con las elecciones presidenciales en ambos países.

México desistió en el plazo de enero del 2024 para prohibir el maíz genéticamente modificado y abrió la puerta al grano para consumo animal y uso industrial de alimentos para personas, esto en medio de una disputa con Estados Unidos.

En un nuevo decreto, que sustituye a uno publicado el 31 de diciembre del 2020, México mantiene la prohibición del maíz transgénico para “alimentación humana”, al que definió solo como el utilizado para la elaboración de harina con la que se elaboran las “tortillas”.

La Secretaría de Economía dijo en un comunicado tras la publicación del nuevo decreto en el Diario Oficial que esta prohibición “no representa afectación alguna al comercio ni a las importaciones” debido a que México es “de sobra autosuficiente en la producción de maíz blanco libre de transgénicos”.

Entre el 18% y el 20% de las alrededor de 17 millones de toneladas de maíz que México compra a Estados Unidos es maíz blanco, utilizado en productos alimenticios como la tortilla, de acuerdo con expertos. El resto es amarillo. Todo es genéticamente modificado.

El nuevo decreto resolvió una laguna de la norma de diciembre del 2020 referente a si la prohibición incluía al maíz genéticamente modificado para consumo animal, el que más se importa de Estados Unidos, y el de uso industrial para producción de alimentos para personas.

La nueva disposición establece que se realizarán “acciones” para la “sustitución gradual” para estos dos fines, pero no establece fechas ni plazos para ello.

La Secretaría de Economía dijo que se eliminó la fecha para prohibir su uso, prevista para enero del 2024.

El decreto señala que “en tanto se logra la sustitución” de maíz transgénico, la autoridad sanitaria, la Cofepris, “podrá otorgar autorizaciones” para esos dos usos.

“La implementación de alternativas para la sustitución gradual en el país de maíz genéticamente modificado para alimentación animal y de uso industrial para alimentación humana se deberá realizar con base en criterios de suficiencia en el abasto”, señala el decreto.

Se indica que las nuevas disposiciones son en congruencia con las políticas de autosuficiencia alimentaria del país, de conformidad con “principios científicos y normas, directrices o recomendaciones internacionales relevantes”.

La semana pasada, el nuevo negociador jefe de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR) dijo que Washington había dado a México hasta hoy 14 de febrero para responder a una solicitud y que explicara la ciencia detrás de las prohibiciones previstas al maíz genéticamente modificado y al glifosato.

El nuevo decreto, firmado por el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y que entra en vigor este martes, mantiene la disposición para revocar permisos y no conceder nuevas autorizaciones de liberación al ambiente de semillas de maíz genéticamente modificado y negar autorizaciones para el uso de grano transgénico para alimentación humana.

También ordena anular autorizaciones existentes de permisos para la importación, producción, distribución y uso de glifosato y que se nieguen nuevas, pero extiende el periodo de transición a marzo del 2024.

México rechazó por primera vez autorizar una nueva variedad de maíz transgénico, en una señal de que el gobierno federal está endureciendo su posición en torno a los cultivos modificados genéticamente.

A finales de agosto, la Cofepris rechazó un permiso para una nueva variedad de maíz transgénico solicitada por la empresa farmacéutica y de cultivos alemana Bayer, según datos del Consejo Nacional Agropecuario (CNA).

La Cofepris determinó que la nueva variedad de semilla estaba diseñada para tolerar el glifosato, añadiendo que consideraba peligrosa la sustancia ampliamente utilizada, y dijo que su rechazo se basaba en un “principio de precaución”, según los datos.

El presidente del CNA, Juan Cortina, dijo en entrevista con la agencia Reuters que los importadores mexicanos de maíz comenzarán a sentir el impacto del rechazo a la brevedad. “Ahí hay ya un primer obstáculo, que no es inmediato, pero que ahí va a venir”, dijo, añadiendo que existen otros siete permisos pendientes de semillas de maíz transgénico que llevan entre 14 y 34 meses esperando resolución. Consideró que la decisión viola el acuerdo comercial de América del Note, el TMEC.

Mientras que organismos reguladores de todo el mundo han determinado que el glifosato es seguro, en junio del año pasado Bayer se comprometió a pagar 9,600 millones de dólares para resolver alrededor de 100,000 demandas, al tiempo que negaba las reclamaciones de que el herbicida causara cáncer.

En el pasado, el gobierno federal aprobó unas 90 variedades de maíz transgénico para su importación, entre casi 170 autorizaciones totales de semillas genéticamente modificadas, incluyendo algodón y soya. Pero bajo el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), la Cofepris no ha aprobado ninguna semilla transgénica.

El año pasado, México importó más de 16 millones de toneladas de maíz de proveedores estadounidenses, casi todo cultivado a partir de variedades transgénicas. México es autosuficiente en producción de maíz blanco, que se utiliza para hacer tortillas, el alimento básico, pero depende en gran medida de las importaciones de maíz amarillo, tanto para la alimentación de ganado como para numerosos usos industriales, como la fabricación de cereales y salsas.

Recordemos que López Obrador emitió un decreto a finales del año pasado que pretende prohibir para 2024 tanto el glifosato como el maíz transgénico para consumo humano, pero aún existe confusión sobre si la prohibición se aplicaría también al grano destinado a alimentación de ganado o a la demanda industrial.

El presidente de Honduras y su esposa dieron positivo al coronavirus, con lo que Juan Orlando Hernández se convirtió en el primer jefe de Estado latinoamericano en contraer la enfermedad.

Según una nota de prensa difundida por la presidencia hondureña ayer por la noche, el mandatario, “mantuvo en todo momento las medidas de prevención recomendadas por las autoridades sanitarias”. Sin embargo, añadió el texto, “por la naturaleza de su trabajo no fue posible permanecer en aislamiento total, expuesto al riesgo del contagio”.

Hernández se empezó a sentir mal el pasado fin de semana y fue confirmado como contagiado este martes.

El presidente ya está bajo un tratamiento que los médicos hondureños llaman “MAÍZ”, por ser las iniciales de Microdacyn, Azitromicina, Ivermectina y Zinc. Permanecerá aislado y bajo observación, según el comunicado. La primera dama no presenta síntomas, pero también permanecerá aislada.

Honduras tiene más de 9,656 contagios confirmados y al menos 330 muertes. En el continente americano se han registrado más de 3.8 millones de contagios y casi 204,000 muertes por el nuevo coronavirus. Estados Unidos representa el 54% de todos los casos y Brasil el 23%, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

“La pandemia aún se está acelerando en la región”, expresó Carissa Etienne, directora de la OPS en conferencia virtual. “No vemos que el contagio esté disminuyendo”.

De acuerdo con la OPS, Latinoamérica sigue en la primera ola de la pandemia y junio y julio serán críticos. Éstos meses corresponden al invierno del Cono Sur, donde generalmente se reportan numerosos casos de gripe que podrían dificultar la detección del COVID-19. Por eso la organización ha pedido a los países aumentar la vigilancia.

En Guerrero, alrededor de 40 militares y 10 policías estatales permanecen retenidos por campesinos productores de maíz y amapola, procedentes de 27 comunidades de los municipios de Heliodoro Castillo y San Miguel Totolapan, para exigir que el gobierno federal agilice la entrega de fertilizante en la Sierra del estado.

La retención comenzó la tarde de este viernes en el poblado de Puerto Gallo y los pobladores advirtieron que no dejarán libres a los soldados y agentes estatales, hasta que acuda o lleguen a un acuerdo con el delegado del gobierno federal, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros.

Los pobladores señalan que no han tenido respuesta del gobierno federal, particularmente del delegado Sandoval Ballesteros, a quien acusan de no atender las peticiones de los campesinos de Guerrero.

La demanda central es que a sus pueblos llegue el fertilizante y que el padrón de beneficiarios se dé a conocer, porque dicen que en esa zona no se hizo el censo para este programa.

En el lugar, los manifestantes realizaron una protesta, cercaron la comunidad y retuvieron a los militares y una decena de policías estatales.

Los inconformes anunciaron que no se van a retirar del lugar hasta que el delegado del gobierno federal suba a la sierra para resolver el conflicto.

A principios de abril pasado, al menos 40 soldados fueron retenidos por campesinos del poblado de Campo Morado, municipio de Tlacotepec, quienes se oponen a la destrucción de plantíos de amapola en la sierra.

Incluso difundieron un video para exigir al gobernador el cumplimiento de su promesa de llevar proyectos productivos como alternativa de desarrollo en esa zona, donde el cultivo de amapola es su medio de subsistencia.

Desde la Tribuna del Senado de la República desde donde presentar su iniciativa para expedir la Ley Federal para el fomento y protección de maíz nativo, Jesusa Rodríguez se hizo acompañar de sujetos enmascarados como parte de una representación de la ‘Ofrenda 4’.

Al asegurar que el maíz es una planta humana, y que México es un país hecho de maíz, la morenista dijo que se debe permitir que “hable el maíz, que desgrane sus palabras, que alimente a nuestro pueblo con su grano”.

La iniciativa fue presentada junto a la senadora Ana Lilia Rivera, quien indicó que es tiempo de hacer frente al trabajo legislativo que se realizó en favor de políticas públicas dirigidas a favorecer a empresas transnacionales productoras de semillas transgénicas.

Las legisladoras afirmaron que, con su propuesta, se dará paso a construir un bastión legislativo de protección para el maíz nativo.

Detallaron que la Ley Federal para el fomento y protección del maíz nativo se centra en cinco puntos principales: declarar al maíz nativo como patrimonio alimentario nacional; fomentar su desarrollo sustentable; promover su productividad, competitividad y biodiversidad; promover las actividades de sus productores originarios y establecer los mecanismos para su protección en cuanto a producción, comercialización, consumo y diversificación constante.

La propuesta incluye la creación el Consejo Mexicano del Maíz para que sea quien coordine y evalúe los programas que se establezcan en pro del maíz nativo. Además, contempla se ponga en marcha el “Programa nacional de semillas”, el cual implicaría tener bancos de semillas de maíz nativo; garantizar el abasto de semillas en equidad; promover el maíz libre de organismos genéticamente modificados y apoyos a productores.

“Sin maiz no hay país”, concluyeron las senadoras.

La representación de la ‘Ofrenda 4’ que encabezó Rodríguez desató críticas y burlas en redes sociales.

 

Tras las declaraciones que circularon en los medios de comunicación hechas por Lorenzo Mejía Morales, Presidente de la Unión Nacional de Industriales de Molinos y Tortillas (Unimtac), la Secretaría de Economía indicó que “podrían ser violatorias a la Ley Federal de Competencia Económica”.

 

La dependencia detalló que no es la primera vez que algún liderazgo de molineros se pronuncia por un incremento de precios de la tortilla. Ya la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE) ha remitido cartas, en las que advierte que este tipo de declaraciones pueden llegar a constituir prácticas monopólicas absolutas, al tratarse de acuerdos entre competidores, tomados con el objetivo de manipular los precios.

 

La Secretaría indicó que si bien el precio de la tortilla se vino ajustando en 2017, de acuerdo al impacto proporcional en la variación del precio de algunos de sus insumos, principalmente energéticos, “la declaración del día de hoy sobre el incremento en el precio de la tortilla carece de fundamento, ya que el precio de la tonelada de maíz blanco al inicio de 2018 está 11 por ciento por debajo de su precio hace un año, siendo éste el principal componente del costo de un kilogramo de tortilla”.

 

Añadió que hacer declaraciones anticipadas sobre un ajuste de precios en cualquier sector de la economía “es una violación flagrante a las leyes de competencia económica”, y aclaró que la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO) vigilará y en su caso sancionará cualquier aumento arbitrario en los precios de la tortilla.

La Unión Nacional de Industriales de Molinos y Tortillas (Unimtac) anunció que debido al incremento en los insumos que se utilizan para la producción del alimento, tales como el gas, energía eléctrica y el maíz, el precio incrementará entre 1.50 y 3 pesos por kilogramo.

 

Lorenzo Mejía Morales, presidente de la Unimtac, explicó que de acuerdo a las regiones el país, este 1 de enero el precio alcanzó 17 pesos por kilo, mientras que en otras regiones se fijó en 11.50. Explicó que el aumento se debe en gran parte al encarecimiento del gas y la energía eléctrica.

 

De acuerdo a lo proyectado, donde el salario mínimo sea bajo, el aumento será moderado, llegando a alcanzar hasta 1.50 pesos, mientras que en Ciudad de México, Estado de México y Querétaro el alza será más alta alcanzando los 3 pesos.

 

Con información de El Universal / Foto: Twitter 

La Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) informó que el Programa de Abasto Rural de DICONSA apoyará a los habitantes de los estados de Chiapas, Oaxaca y Morelos, con la reducción del precio del maíz.

Esta medida aplicará en las más de 4mil 700 tiendas comunitarias hasta el 31 de diciembre de este año y se mantendrán abastecidas sobre todo en las comunidades afectadas por los sismos e inundaciones de septiembre, con suficientes provisiones de grano en todos los puntos de venta acordado.

Con ello, el precio del maíz, que tiene un costo de 5 pesos, bajará  a 4 pesos con 50 centavos por kilogramo. Con esta medida, se prevé que beneficiará a más de 10 millones de personas.

Además, la SEDESOL informó que al momento, en Chiapas se han destinado 265 toneladas de alimentos con 12 tráileres; en Oaxaca 385, con 17 vehículos; en Morelos 97, con 7 unidades; en el Estado de México 37, con 3 camiones; y en la Ciudad de México 83, con 5 automotores.

 

Por otra parte, como consecuencia de las tormentas tropicales, Diconsa ha surtido 25 mil despensas en Veracruz y mil en Guerrero.

También abastece a 119 comedores comunitarios en Oaxaca, 26 en Chiapas, 5 en la Ciudad de México, 15 en Morelos, 11 en Puebla, 179 en el Estado de México y 37 en Guerrero para un total de 392, los cuales han recibo un suministro de 2 mil 193 toneladas de alimento.

 

Redacción APO/ Foto: 

 

Por Kirk Semple 

The New York Times

 

De los cientos de millones de tortillas que se consumen todo el año y sus toneladas de maíz que engorda al ganado bovino y aves de corral, el maíz podría ser el producto agrícola más importante de México, el cual la vida y la cultura del país gira entorno a ella.

 

Ahora el maíz adquiere un nuevo papel, convirtiéndose en un fuerte contrapeso para los funcionarios mexicanos para las futuras negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLCAN).

 

La mayor parte del maíz que se consume en México proviene del país vecino, convirtiéndose en e principal producto exportado a Estados Unidos. Pese a que el presidente Trump suavizó el tono de replantear el TLCAN, el gobierno mexicano ha tomado sus amenazas en serio.

 

Por ello, comenzó a explorar la posibilidad de adquirir maíz en otros países como Argentina o Brasil, además de aumentar la producción nacional. Un senador mexicano presentó un proyecto de ley para eliminar la compra de maíz de Estados Unidos en tres años.

 

Los envíos de maíz estadounidense a México, ascienden a 2, 6 mil millones de dólares el año pasado, forman parte de una compleja relación comercial que han ayudado a entrelazar tanto la economía de México como la de Estados Unidos.  Esto solo representa una fracción de 252 mil millones de dólares del intercambio anual entre ambos países. El maíz es de gran importancia al servir como un símbolo de codependencia de sus economías.

 

Las posibilidades de que Estados Unidos se quede sin su principal importador de maíz y otros productos clave, sacudió a las comunidades agrícolas a lo largo de estados unidos, donde la producción de maíz es una parte esencial de la economía. La amenaza del “cinturón del maíz” es que buena parte de la región votó de forma casi unánime por Trump durante la elección presidencial.  

 

 “Si perdemos a México como cliente, será devastador para la agroeconomía”, aseguró  Philip Gordon, de 68 años, quien es agricultor de soya y trigo en una propiedad de Saline, Michigan, que ha pertenecido a su familia cerca de 140 años.

 

Gordon explicó que planeaba llamar a Trump a la Casa Blanca y recordarle que necesitamos del comercio. “Él es un hombre de negocios. Entiende todo el apoyo que recibió de la comunidad agrícola”, rescató.

 

Trump ha asegurado de forma repetitiva  que México ha sido el gran ganador del TLCAN, mientras que Estados Unidos ha perdido, y que el acuerdo debe renegociarse.

 

Un documento que circuló por el capitolio la semana pasada parecía presentar una postura más moderada sobre esa posible renegociación, al preservar buena parte del pacto trilateral y reconocer lo interconectadas que están las economías, culturas e historias de ambos países.

 

Pero, muchos líderes agrícolas en Estados Unidos,  dijeron que el documento no es suficiente para aliviar sus preocupaciones.

 

 “La retórica de campaña fue muy exagerada, pero es un misterio qué acciones realmente saldrán de la Casa Blanca”, dijo Todd Hulman, analista de granos en DRN, un servicio de noticias y datos agrícolas.

 

“Cuando se mezclan la política y la economía, se espera que la economía influya en las decisiones políticas y no al revés”, comentó Luis A. Ribera, profesor asociado de Economía Agrícola y director del Centro de Estudios de América del Norte de la Universidad de Texas A&M.

 

 Muchos líderes de la industria agrícola de Estados Unidos aseguran que el TLCAN ha sido una bendición para los agricultores de ese país,  porque abrió nuevos mercados en el extranjero y ayudó a expandir las exportaciones agrícolas más de cuatro veces desde la firma del tratado en 1994.

 

En 2016, Estados Unidos exportó cerca de 18 mil millones de productos agrícolas a México, se trata del tercer mercado más grande para este tipo de exportaciones, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos.

 

De acuerdo con el departamento, México no es solo el principal comprador del maíz estadounidense, sino que además importa más productos lácteos, avícolas y trigo de Estados Unidos que ningún otro país; también es uno de los importadores más importantes de cerdo, soya y res de origen estadounidense.

 

México importó alrededor de 13,8 millones de toneladas de maíz estadounidense el año pasado, según el gobierno mexicano. Cerca de 12,7 millones de toneladas son de maíz amarillo, que se usa principalmente para ganado y complementa las 3,5 millones de toneladas de maíz amarillo que se siembran en México.

 

El resto de las importaciones de maíz corresponden al maíz blanco, que se usa principalmente para consumo humano y como el principal ingrediente de las tortillas.

 México es básicamente autosuficiente en su producción de maíz blanco. El país produjo 22.2 millones de toneladas el año pasado e importó alrededor de 1.1 millones de toneladas de maíz blanco estadounidense para compensar las lucrativas exportaciones de este tipo de maíz a Sudáfrica y otros países, según cifras del gobierno mexicano.

 

Las cadenas de suministro internacional de la industria automotriz, aeroespacial y de otros tipos traspasan la frontera, lo mismo sucede con los productos agrícolas. Los terneros mexicanos se exportan a Estados Unidos, donde se engordan más y posteriormente se sacrifican para poder exportar carne al extranjero, incluyendo México.

 

Los representantes de la industria agrícola sostienen que los agricultores estadounidenses ya están resintiendo los costos de producción más elevados y la caída en los precios de las materias primas, además de que las amenazas de Trump al comercio y la inmigración solo han abonado más incertidumbre.

 

“Para empezar, ya hay demasiada volatilidad en los mercados agrícolas  y cerrar nuestras fronteras o perder acceso a socios comerciales preocupa a los agricultores”,  comentó Barbara Patterson, directora de Relaciones Gubernamentales de la National Farmers Union.

 

“Nos gustaría ver que hay un enfoque cauteloso y consideraciones prudentes. No queremos que haya volatilidad en el mercado”, dijo Patterson. 

 

Faltan varios meses para que dé inicio las conversaciones formales para renegociar el TLCAN; sin embargo, los productores de maíz, así como los demás agricultores en todo Estados Unidos, comenzaron a hacer un cabildeo entre los funcionarios electos y el gobierno.

Los varios sectores de las industrias agrícola y alimentaria también han cerrado filas para escribir cartas y, en conferencias telefónicas semanales, desarrollar una estrategia política conjunta antes de las negociaciones.

 

El presidente y director ejecutivo del  Grains Cousil, Tom Sleigh dijo que han tenido una relación muy simbiótica, pero recientemente se ha complicado un poco, pues los mexicanos están diciendo: “‘¿Por qué nos hacen esto? Hemos sido sus mejores clientes. A medida que todo comience a materializarse, las cosas comenzará a acelerarse”.

 

El gobierno mexicano no tardará en explorar otros mercados para comprar maíz. Un importante funcionario de agricultura argentino visitó la Ciudad de México en marzo para discutir la posibilidad de aumentar las ventas de maíz amarillo a México. Los funcionarios de la Secretaría de Agricultura mexicana están planeando un viaje a Argentina y Brasil este abril para analizar una mayor compra de maíz a dichos países.

 

Hay que negociar las nuevas relaciones, incluyendo los contratos de compra y transporte. Los costos de importación también podrían ser mayores, agregaron, en parte debido a que hay menos rutas de transporte establecidas entre México y los países de Sudamérica que forman parte del Mercosur; sin embargo, para los funcionarios mexicanos ese aumento en el comercio entre las regiones podría ocasionar mayor competencia, misma que podría aumentar la eficacia y la reducción de costos.

 

Este momento álgido del TLCAN motivó a los funcionarios de agricultura y a productores mexicanos a reforzar programas que podrían aumentar la producción nacional de maíz y revivir al sector debilitado por el tratado, indicó Alejandro Vázquez Salido, director de la Agencia de Servicios a la Comercialización y Desarrollo de Mercados Agropecuarios (Aserca), un órgano gubernamental mexicano que apoya a los agricultores y promueve la comercialización de productos agrícolas mexicanos.

 

Vázquez indicó que incluso antes de que Trump, las autoridades mexicanas habían comenzado a analizar planes para sustituir las importaciones con producción nacional. “Sin embargo, estos nuevos retos, estas nuevas políticas que estamos enfrentando, nos están haciendo ir en esa dirección mucho más rápido”, comentó.

 

Trump ha sacado a los mexicanos de “su zona de confort”, agregó Vázquez, y ha forzado a los funcionarios agrícolas a buscar la manera de que México dependa menos de las importaciones provenientes de Estados Unidos. “Estamos comenzando a dirigirnos hacia donde debimos hacerlo desde hace mucho tiempo: tratar de producir internamente lo que estamos importando”, concluyó.