“América para los americanos” es la frase con la que el presidente estadounidense James Monroe inauguró hace 200 años una doctrina en contra del colonialismo europeo, pero que ha sido usada a lo largo de la historia para justificar el intervencionismo de Estados Unidos en Latinoamérica.

Aunque la Administración de Barack Obama dio la doctrina Monroe por enterrada, Estados Unidos la recuperó en su política hacia Venezuela durante el Gobierno de Donald Trump, quien ahora aspira a volver al poder.

La amenaza sigue tan presente en algunos países latinoamericanos que incluso el presidente venezolano, Nicolás Maduro, anunció el lunes pasado que su Gobierno conmemorará con “voz de rebeldía y de denuncia” el bicentenario de la doctrina Monroe.

Pero, ¿qué es exactamente esta doctrina? Dicha política nace del discurso sobre el Estado de la Unión que dio el presidente James Monroe ante el Congreso el 2 de diciembre de 1823 y en el que arremetió contra el colonialismo europeo.

En un momento en el que varios países latinoamericanas estaban luchando por su independencia, Monroe advirtió de que cualquier intervención europea en el continente americano sería vista como una amenaza a la paz y la seguridad de Estados Unidos y que Washington respondería.

La doctrina Monroe fue bien recibida por las naciones latinoamericanas inicialmente, porque les permitía estar respaldados por un actor cada vez más relevante para enfrentarse al intervencionismo de las potencias europeas.

Pero eso no duró mucho tiempo. El mayor problema fue el llamado Corolario de Roosevelt, una profunda alteración a la doctrina Monroe aplicada en 1904 por el presidente Theodore Roosevelt  que incorporó “la decisión de intervenir en los asuntos internos de los países latinoamericanos que afectaran los intereses de Estados Unidos”.

Ese período mucho más intervencionista fue fuertemente repudiado. Las izquierdas latinoamericanas actuaron en consecuencia.

El historiador de la Universidad de Misuri Jay Sexton, autor de ‘The Monroe Doctrine: Empire and Nation in Nineteenth-Century America’, explicó a la agencia EFE que la doctrina Monroe es una muestra de los “debates internos sobre el papel que debe tener Estados Unidos en el mundo”.

Para el experto, la doctrina no habla específicamente del intervencionismo estadounidense en América Latina pero ha sido reinterpretada y utilizada como una herramienta para justificar la injerencia del país en la región.

Por ejemplo, Estados Unidos invadió en 1916 la República Dominicana invocando la doctrina Monroe y argumentando que era necesario proteger la estabilidad de la región frente a posibles intervenciones de potencias europeas.

En 2013, John Kerry, secretario de Estado de la Administración de Obama, declaró ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) que la doctrina Monroe había terminado y que la relación entre Estados Unidos y América Latina debía ser la de socios iguales.

Pero en 2019, John Bolton, consejero de Seguridad Nacional de Trump, invocó de nuevo la doctrina Monroe ante la crisis de Venezuela, cuando Washington reconoció como presidente interino del país suramericano al líder opositor Juan Guaidó.

El Gobierno Biden ha buscado desmarcarse de esa postura, aunque políticos de la región siguen refiriéndose a la doctrina Monroe en sus discursos, como Maduro en Venezuela, el boliviano Evo Morales, y López Obrador en México.

La muerte el pasado miércoles de Henry Kissinger supone el cierre de un ciclo justamente cuando se cumple el bicentenario de la doctrina, porque el ex secretario de Estado norteamericano “fue arquitecto” también de esa política, según diversos analistas.

Las elecciones presidenciales del próximo año en Estados Unidos, en las que Trump parte como favorito en las encuestas frente a Biden, pueden marcar un nuevo capítulo en la historia de la doctrina Monroe.

Foto: Library of Congress US vía Council on Foreign Relations

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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