El presidente Andrés Manuel López Obrador goza de buena popularidad. El promedio de Oraculus le da un 63 por ciento. Y Morena va en caballo de hacienda para tener un buen resultado en las elecciones del 6 de junio.
De acuerdo con la misma página, en la Cámara de Diputados, la alianza de Morena-Partido del Trabajo-Partido Verde, logrará 327 escaños, lo que lo deja en la antesala de obtener las 2/3 partes, que son 334 diputados.
En cuanto a gubernaturas, el más reciente sondeo de Massive Caller arroja que Morena tiene cómoda ventaja en Colima, Guerrero, Sonora, Baja California, Campeche, Michoacán, Nayarit, Sinaloa, Tlaxcala y Zacatecas. Es decir, de 15 gubernaturas aventaja en 10. Nada mal.
No será carro completo, pero eso hasta los priistas de los 70 sabían que era positivo. “Lo que resiste, apoya”, era el dicho de Jesús Reyes Heroles. La importancia de que existiera cierta oposición, entre la domesticada y la orgánica, hacía que México pudiese ser considerada una democracia. Imperfecta, pero democracia.
Un resultado electoral en el que Morena se quede con todo sería la señal inequívoca de que la democracia y sus pesos y contrapesos han sido pulverizados.
Entonces, con números tan positivos de cara a los próximos resultados electorales, ¿cuál es la necesidad de atacar al árbitro y querer descabezarlo? ¿Por qué prefiere el presidente de México, AMLO, y de Morena, Mario Delgado, denostar al INE en lugar de voltear a ver por qué de los 52 candidatos a los que se les retiró su registro por no haber presentado sus reportes de gastos de precampaña, 49 son de Morena?
Uno de esos candidatos es Félix Salgado Macedonio, a quien el presidente ha defendido a capa y espada para dejarle la candidatura al gobierno de Guerrero, a pesar de las acusaciones en su contra de abuso sexual y violación. Este apoyo le puede costar caro, le debería costar caro, a Morena frente al voto femenino y quienes apoyan un país que rechace dejar este tipo de actitudes en la impunidad. ¿No tendrían que estar furiosos AMLO y Delgado con Salgado Macedonio por haberlo apoyado y que éste les pague con la moneda de no cumplir con la Ley General de Partidos Políticos?
El INE es una institución a la que se han dado demasiadas tareas. Pero así lo ha querido la clase política y en mucho se ha debido a las solicitudes enérgicas del candidato Andrés Manuel López Obrador, hoy presidente de México.
Si queremos adelgazar ciertas atribuciones del árbitro, el momento será pasadas las elecciones, no a 67 días de ellas.
La actitud del presidente de México y de Morena deja la enorme interrogante de, si están tan bien ¿por qué están tan preocupados? ¿A qué le tienen miedo?
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