La boleta electoral del 2024 no será solamente la elección entre dos mujeres, Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum – que sabemos hoy se formalizará su candidatura. Será la elección entre dos historias distintas, entre dos visiones diametralmente opuestas y entre dos proyectos de país.

Por un lado, el proyecto de Andrés Manuel López Obrador se trata de concentración de poder en sus manos. Ya no estará en la boleta, pero su preferencia por Claudia Sheinbaum es porque confía en que ella le permitirá seguir maniobrando el bastón de mando que simbólicamente le entregará hoy. Si López Obrador realmente quisiera retirarse de la vida pública y dejar que Morena gane las elecciones del 2024 le convendría apoyar a Marcelo Ebrard como el candidato. Es alguien que, con su espaldarazo, lograría el respaldo de los morenistas duros, pero además jalaría votos de independientes y de los que aún están enojados con los partidos del pasado, PRI-PAN-PRD.

En términos económicos, el proyecto de AMLO-Sheinbaum ofrece la rectoría del Estado sobre prácticamente todo. Hemos visto a lo largo del sexenio a un presidente sacar dinero de las arcas presupuestales para la generación de energía. Desembolsó 6 mil millones de dólares para pagarle a Iberdrola por algunas de sus plantas en México sin que eso generara un solo watt adicional de energía. Lo hizo simplemente porque cree que el Estado mexicano puede por sí solo abastecer la demanda nacional. En la producción de petróleo es la misma historia. Ha desembolsado carretadas de dinero para la compra de la refinería de Deer Park y Dos Bocas con la idea de la soberanía energética. Esto es algo que no ha logrado ni Estados Unidos…ni Arabia Saudita.

En esta visión los mexicanos debemos de conformarnos con poco en lo material. Tener aspiraciones de una vida más acomodada; de lograr un negocio exitoso; de querer una educación de calidad, está mal visto. Es mejor estar agradecidos con “papa (o mamá) gobierno” por los depósitos mensuales.

En materia de Estado de Derecho, el proyecto AMLO-Sheinbaum ofrece una reconfiguración del Poder Judicial. De lograr la mayoría en el Congreso, la promesa es que se modificará la Constitución para que los ministros de la Suprema Corte sean electos mediante el voto popular.

Y en materia electoral, el proyecto AMLO-Sheinbaum quiere que los comicios regresen a ser manejados por el gobierno, como en los tiempos en que Bartlett los encabezó desde la Secretaría de Gobernación.

En seguridad es claro que el proyecto es y seguirá siendo la militarización. Actualmente la Guardia Nacional deberá regresar a estar bajo el mando de la Secretaría de Seguridad Pública en enero del año próximo. Esto por la declaración de inconstitucionalidad de la Corte de la modificación del carácter civil a militar que hizo el legislativo en septiembre del año pasado.

Todo esto lo ha dicho una y otra vez el presidente desde sus conferencias en Palacio Nacional cada mañana. Como candidato dijo todo lo que como presidente ha hecho: “al diablo con SUS instituciones”; “atrás a la reforma educativa”; “adiós al aeropuerto de Texcoco”; “rifaré el avión presidencial”.

Ahora ha leído claramente la cartilla sobre lo que viene cuando concluya su sexenio y llegue Sheinbaum a sucederlo. Lo repite cada mañana.

La única diferencia es que actualmente y con muchos asegunes sí tenemos INE y sí hay un Poder Judicial autónomo. Por ello, existe la posibilidad de elegir otro proyecto en el 2024.

En una siguiente entrega haré el repaso de la otra opción que tendremos en la boleta en el 2024.

Columna completa en El Universal

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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