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El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se reunió ayer con 12 legisladores y otros representantes del gobierno estadounidense en Palacio Nacional, confirmó el mandatario a través de Twitter.

López Obrador publicó una fotografía sin dar mayores detalles. “Reunión bilateral con 12 legisladores y representantes del gobierno de EE.UU. Se trataron varios temas con respeto mutuo y en beneficios de nuestros pueblos”, escribió.

Sin embargo, fue el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), Marcelo Ebrard, quien dio algunos detalles. Indicó que se analizaron temas relacionados con migración, tráfico de armas y la lucha contra el fentanilo.

“Terminó la reunión con senadores y diputados de los Estados Unidos, muy bien. Tod@s respetuosos de México y su gobierno. Se abordó desde migración, frontera norte, transítsmico. Tráfico de armas y fentanilo hasta integración económica. Cordial y muy buen encuentro”, publicó en la misma red social.

Al salir del Palacio Nacional, Ebrard dijo que, pese a que algunos legisladores impulsan una iniciativa referente a que las Fuerzas Armadas de Estados Unidos intervengan en México contra los cárteles de la droga, la propuesta no cuenta con respaldo necesario.

“Yo no vi ninguna intervención de senadora o senador de Estados Unidos apoyando de ninguna manera lo que habían dicho los dos senadores que, por cierto, hoy no vinieron. Nadie de ellos lo planteó”, apuntó.

Expuso que las y los congresistas de Estados Unidos no apoyan la iniciativa que han planteado los republicanos.

“Al contrario nos dijeron que querían cooperación, colaboración, y  trabajo conjunto”, precisó el canciller.

Ebrard Casaubón añadió que en la reunión coincidieron los legisladores y el gobierno de México, en trabajar de manera conjunta para resolver problemas de narcotráfico, drogas, tráfico de armas, migración, y temas económicos, entre otras cosas.

“Nosotros nos quedamos con la impresión de que hay congresistas que quieren estrechar lazos con México y no están para nada en la posición de lo que escuchamos la semana pasada”, sostuvo.

En su oportunidad,  detalló que el tema de la iniciativa estadounidense,

Y aunque dijo que la iniciativa republicano no se abordó de manera expresa, la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, otra de las asistentes al encuentro, dijo que lo que sí hubo fueron coincidencias en respetar la soberanía de ambos países.

“Les dijimos que teníamos que ver la problemática de manera integral, porque finalmente somos aliados, somos vecinos, somos socios, y en algunas de las zonas también somos familia”, concluyó la funcionaria.

Arturo Sarukhán

EL UNIVERSAL

 

Una serie de diatribas y exabruptos la semana pasada de nueva cuenta subrayan lo que ha sido una de las inconsistencias y contradicciones persistentes a lo largo de este sexenio desde el atril presidencial en Palacio Nacional de la Ciudad de México cuando de política exterior se trata. La presión desde Washington a raíz de la política de seguridad pública mexicana, particularmente por el tráfico de fentanilo y sus precursores a través de nuestro territorio, se ha venido acrecentando desde hace meses. Con ello ha resurgido un debate que se ha dado en coyunturas anteriores -algunas veces motivado con ánimo de apoyar a México (Bush, Obama) y en otras como resultado de la fanfarronería (Trump) o de la politización o diagnóstico equivocado (ahora, con legisladores y ex funcionarios Republicanos)- en torno a si la designación de grupos criminales trasnacionales en México como organizaciones terroristas internacionales (mi columna de 2019 en estas páginas explica el proceso y los inconvenientes de esa medida) movería o no la aguja en su degradación operativa. Ahora, ambos temas han sido turbocargados por el secuestro de cuatro -y asesinato de dos- estadounidenses en Matamoros. En respuesta a esta confluencia de eventos, el Presidente López Obrador mandó al diablo los principios de política exterior en los que, como muletilla, se escuda pero observa a contentillo.

Y es que parece que por fin sí vamos a intervenir abierta y proactivamente en los asuntos internos de Estados Unidos. El que López Obrador exija que funcionarios, legisladores, ONG y medios de comunicación estadounidenses no lo hagan en lo que él considera son temas que solo atañen a México y a los mexicanos es lo de menos. El presidente rápidamente dijo el viernes que hará un llamado a los “40 millones” (sic) mexicanos en EE.UU para que castiguen con su voto a los Republicanos que ahora proponen -de manera descabellada e irresponsable, sin duda alguna- acciones militares unilaterales. El que Trump en 2019 hubiese amagado con hacer lo mismo que sus correligionarios del GOP hoy -designar a grupos criminales como organizaciones terroristas- y que luego ya como expresidente haya fanfarroneado con el uso de la fuerza militar en México y el inquilino de Palacio Nacional no dijese ni pío (bueno, si hasta subrayó en ese momento que el ex mandatario “me cae bien”), no deja de ser una incongruencia más. Pero este episodio de renovado brío intervencionista en la política exterior presidencial requiere de dos apuntes.

Primero, los datos duros y la terca realidad. Hay cerca de 39 millones de mexicanos y méxicoamericanos (ciudadanos estadounidenses que tienen raíces u origen mexicano) en EE.UU. De ese total, 11 millones son nacidos en México, de los cuales 5 millones son indocumentados; es decir, evidentemente no pueden votar ahí. Del restante, no todos ostentan la doble nacionalidad y un buen número de ellos son aún menores de edad. Por ende, estamos hablando de cerca de un universo de aproximadamente 15 millones a lo sumo que podrían votar. Si bien la mayoría lo hacen por el Partido Demócrata, y ello explica ganancias importantes en estados como Arizona, Colorado, Nevada y Georgia, en 2016 y 2020 el número de votantes de origen mexicano votando por el Partido Republicano ha aumentado significativamente (sobre todo entre hombres adultos jóvenes) sobre todo en Florida y el sur de Texas. En esta última zona en particular, cabe destacar que el aumento del voto a favor del GOP -y de Trump- en 2020 está relacionado con los abrazos de López Obrador a Trump en la Casa Blanca en plena campaña electoral ese año y el alcahueteo electoral vía spots que la campaña de reelección de Trump hizo de las declaraciones zalameras del mandatario mexicano.

Los hispanos en general, que se estima que 34.5 millones de ellos fueron elegibles (poco más de la mitad de todos los hispanos en el país, 53 por ciento) para votar en 2020, constituyen un 14.3 por ciento del total de votantes elegibles en Estado Unidos. A nivel nacional, emitieron 16.6 millones de votos en 2020, un aumento del 30.9 por ciento con respecto a las elecciones presidenciales de 2016, y apoyaron a Biden sobre Trump por un margen de casi 3 a 1 en Arizona, California, Colorado, Illinois, Nuevo México, Nevada, Nueva York, Pensilvania y Wisconsin. Los hispanos eligieron a Biden sobre Trump con un margen de 2 a 1 o más en los estados de Texas, Georgia, Washington y Florida. Una cómoda mayoría de votantes de origen hispano, aproximadamente el 61 por ciento, apoyó al presidente Biden, pero hubo un giro de aproximadamente 8 puntos porcentuales hacia Trump, según datos a boca de urna comparando candidatos Demócratas y Republicanos en 2016 y 2020.

Segundo apunte. Particularmente en los temas de seguridad binacional, los episodios de tensión tienden a favorecer posiciones de los extremos en ambos países. Asignar culpas nacionales a los que son sin duda problemas trasnacionales ha sido una posición default -y errónea- a ambos lados de la frontera en momentos distintos de la relación bilateral. Si el problema es común, la solución tiene que ser común, y solo avanzaremos si asumimos una responsabilidad compartida. Pero de por sí Trump evisceró ese principio no escrito de la relación bilateral a largo de su mandato; ahora, los legisladores Republicanos que han abogado por acciones unilaterales -y contrarias al derecho internacional- y López Obrador que declara que el fentanilo no es nuestro problema, lo están profundizando. Esta dinámica en la que nos estamos metiendo no conviene a ninguno de los dos países, pero me temo que estamos desafortunadamente en un contexto así en este momento.

Y con sus declaraciones de que México cabildeará en contra de candidatos Republicanos en las elecciones de 2024, el presidente amenaza con contaminar aún más la agenda bilateral con EE.UU camino a dos procesos electorales presidenciales simultáneos en una y otra nación y en el contexto de la peor relación -desde los ochenta- de un titular del Ejecutivo mexicano con el Congreso estadounidense, un actor central y clave de la agenda con nuestro país. De por sí los Demócratas, cabreados por la manera en la cual López Obrador se posicionó con respecto a Trump, la campaña electoral de 2020, la victoria de Biden y los actos sediciosos del 6 de enero de 2021, tienen una larga lista de tintorería. Ahora con este llamado para hacer campaña contra el GOP, junto con sus ataques ad hominem constantes en contra de legisladores Republicanos y Demócratas por igual que se han venido acumulando, el presidente está haciendo que críticas y cuestionamientos legislativos de ambos partidos sobre México y la relación bilateral crecientemente converjan, de paso colocándonos sobre una pista de patinaje de hielo quebradizo cara a 2024, sobre todo si llegase a imponerse un candidato Republicano.

Al final del día, este nuevo y complejo episodio en la relación con EE.UU pone de relieve una gran paradoja. Para un presidente que afirma como posición de arranque que la mejor política exterior es la política interna, son precisamente las debilidades estructurales internas del país y muchas de las políticas públicas del mandatario mexicano las que se erigen como vulnerabilidades y flancos de presión cara al extranjero, particularmente en una relación tan esencial, asimétrica e interméstica (sí, a pesar de lo que quisiera López Obrador, no hay manera de separar los temas de política interna de cada país del impacto e incidencia que tienen en la agenda bilateral) como la que hay con Estados Unidos.

El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) rechazó la propuesta de congresistas republicanos estadounidenses que buscan declarar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas; dijo que la sola propuesta es “irresponsable”.

“Esta iniciativa de los republicanos, además de irresponsable, es una ofensa al pueblo de México, una falta de respeto a nuestra soberanía”, dijo en su conferencia de prensa matutina que este jueves se llevó a cabo desde el Centro de Inteligencia de la Guardia Nacional.

López Obrador aseguró que no permitirá que un gobierno extranjero, y mucho menos sus Fuerzas Armadas, intervengan en territorio nacional.

“De una vez fijamos postura, nosotros no vamos a permitir que intervenga ningún gobierno extranjero, y mucho menos que intervengan Fuerzas Armadas de un gobierno extranjero en nuestro territorio”, sentenció.

Además, lanzó una advertencia al Partido Republicano, promotor de las iniciativas que autorizarían la acción del Ejército estadounidense contra los cárteles mexicanos, de llamar a los connacionales e hispanos residentes en Estados Unidos a que voten en su contra.

“Si no cambian de actitud y piensan que van a usar a México para sus propósitos propagandísticos y politiqueros, vamos a llamar porque no se vote por ese partido por intervencionista, inhumano, hipócrita y corrupto”, dijo.

Y es que ayer, se anunciaron nuevos proyectos de ley en Estados Unidos que buscan declarar a los cárteles mexicanos como grupos terroristas y con ello autorizar el uso del Ejército para combatirlos, estén donde estén, así sea en territorio mexicano.

La polémica ha crecido después de la controversia desatada por el secuestro de cuatro estadounidenses en la ciudad Matamoros, Tamaulipas, de los que dos fueron asesinados y dos rescatados con vida.

De trasfondo también está la lucha contra el tráfico de fentanilo, un opioide sintético fabricado en México con químicos procedentes China que ha causado cientos de miles de muertes por sobredosis en Estados Unidos.

Las propuestas legislativas prohibirían a los integrantes del crimen la entrada a Estados Unidos, autorizaría congelar sus bienes y prohibiría a cualquier persona ayudarles de forma consciente, entre otros mecanismos.

“Lo que dijo este senador (Lindsey Graham) no lo admitimos, a México se le respeta, no somos un protectorado ni colonia, somos un país independiente, soberano y no recibimos órdenes de nadie”, contestó el presidente.

Pese a las propuestas, La Casa Blanca, aseguró que Estados Unidos ya cuenta con todas las competencias legales para combatir al narcotráfico sin la necesidad de declarar como grupos terroristas a los cárteles mexicanos, en un intento por calmar la tensión que el tema ha avivado.

“Declarar a esos cárteles como organizaciones terroristas extranjeras no nos daría ninguna competencia adicional que no tengamos ya en este momento”, expresó en su rueda de prensa diaria Karine Jean-Pierre, portavoz del presidente Joe Biden.

Pero, ¿Qué hay detrás de la lucha contra los cárteles de la droga y la cooperación en materia de seguridad entre México y Estados Unidos? En Broojula, Ana Paula Ordorica conversa con Gerónimo Gutiérrez, exembajador de México en Estados Unidos, sobre el tema.

El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) calificó de “propaganda” la intención de congresistas estadounidenses del partido Republicano de designar como terroristas a los cárteles mexicanos del narcotráfico.

“Es más que nada propaganda porque el día 27 de febrero presentó el Departamento de Estado del Gobierno de Estados Unidos al Congreso su informe sobre terrorismo y da a conocer que no hay en México ninguna vinculación con grupos terroristas y que la cooperación en este tema es buena”, expresó AMLO en su conferencia de prensa matutina.

Sus declaraciones se producen luego de que en Washington aumenta la presión por parte de la Republicanos para considerar de forma oficial a los cárteles mexicanos como grupos terroristas.

Y es que fiscales generales de 21 estados gobernados por republicanos pidieron el mes pasado al presidente Joe Biden y al secretario de Estado, Antony Blinken, que declaren “organizaciones extranjeras terroristas”, FTO, por sus siglas en inglés, a los cárteles mexicanos.

López Obrador recordó la iniciativa que el congresista republicano Dan Crenshaw, de Texas, presentó en enero para autorizar el uso de las Fuerzas Armadas contra organizaciones que trafican fentanilo, al nombrar al Cártel de Sinaloa y al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

El mandatario indicó que estos políticos “siempre están denostando a México para sacar raja electoral, entonces los mexicanos que viven allá, que ya son ciudadanos estadounidenses y que votan, que no se olviden de estas cosas, de estos agravios”.

López Obrador insistió en que todo es “pura propaganda, sin embargo, hay que estar rechazando todas esas pretensiones de intervencionismo. México es un país independiente, soberano”, añadió.

El presidente también cuestionó en general las políticas de Estados Unidos con países que designa en la lista de terrorismo.

“No es ni siquiera aceptable de que nos certifiquen, que digan hay o no hay terrorismo en un país, ¿quién les da esa facultad? Pero bueno, eso es un asunto, una manía, ya habíamos hablado de eso, de considerarse el Gobierno del mundo”, señaló.

“Pero todavía es peor el que quieran utilizar la fuerza militar para intervenir en la vida pública de otro país, o sea, invadir a otro país, con la excusa de que van sobre narcotraficantes terroristas”, agregó.

El fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland, dijo apenas la semana pasada que México podría “hacer más” para controlar el fentanilo y reveló que él “no se opondría” a designar como terroristas a los cárteles.

Sin referirse de forma directa a estas declaraciones, López Obrador pidió acciones en Estados Unidos.

“Si les preocupa lo del fentanilo, como también a nosotros nos preocupa, pues hay que atender las causas, en México y en Estados Unidos, porque puede haber droga, ¿pero por qué hay consumo? ¿Qué está pasando?”, cuestionó.

Nikki Haley levantó la mano para entrar en campaña rumbo a las presidenciales de 2024 en Estados Unidos, lo que rápidamente fue tomado como un desafío al expresidente Donald Trump por la candidatura republicana.

“Soy candidata presidencial”, declaró la exembajadora de Estados Unidos ante la ONU de 51 años, en un video dirigido a sus seguidores. Indicó que su aspiración tiene como fin dar paso a “una nueva generación” de líderes conservadores.

Hace varias semanas que se esperaba el anuncio, implica en que será probablemente la única mujer precandidata republicana a la Casa Blanca.

Haley cree poder revitalizar el partido, y un país que, según ella, ha perdido el rumbo en los últimos años y sufre tensiones raciales.

La excolaboradora del magnate dice estar convencida de que sus orígenes, como hija de inmigrantes indios, juega a su favor. “Ni negra, ni blanca. Yo era diferente”, dijo en el video grabado en Bamberg, Carolina del Sur, donde nació. “Pero mi madre siempre decía: ‘Tu trabajo no es enfocarte en las diferencias, sino en las similitudes'”.

“Es hora de una nueva generación de liderazgo”, afirma en el mensaje, en el que no duda en criticar el balance de los republicanos en las últimas elecciones legislativas de noviembre pasado.

La exembajadora apuesta por “redescubrir la responsabilidad fiscal, garantizar la seguridad de nuestra frontera y fortalecer nuestro país, nuestro orgullo y nuestro propósito” porque incluso en los días más sombríos “tenemos la increíble suerte de vivir en Estados Unidos”, dijo.

Envuelto en una serie de reveses judiciales, Trump, candidato desde el pasado 15 de noviembre y quien la nombró en la ONU en 2017, carece por el momento del impulso que esperaba.

Nikki Haley no es la única que podría competir contra Trump. Su exvicepresidente Mike Pence, su exjefe de la diplomacia Mike Pompeo o el gobernador de Virginia Glenn Youngkin, no han descartado buscar la candidatura, aunque ninguno lo ha confirmado.

Según las encuestas, Haley, quien se crió en una pequeña ciudad de Carolina del Sur antes de convertirse en gobernadora, no es la principal amenaza para Donald Trump. Tendría que enfrentarse primero a un rival de su estado: el senador de Carolina del Sur Tim Scott, que también analiza su candidatura.

El candidato republicano que salga de las primarias se enfrentará en noviembre de 2024 al nominado por el Partido Demócrata.

“El anuncio de Haley da inicio oficialmente a las primarias desordenadas de los trumpistas de 2024”, afirmó el líder del Partido Demócrata, Jaime Harrison. “Saquen las palomitas de maíz”, agregó, dando a entender que será parecido a una película de acción como las que triunfan en Hollywood.

Del lado de los demócratas, el presidente Joe Biden ha adelantado que “tiene la intención de postularse”, sin que por el momento lo haya confirmado.

Los congresistas estadounidenses decidieron tomarse un receso este viernes, antes de volver a votar para tratar de conseguir elegir al próximo presidente de la Cámara de Representantes, mientras el republicano Kevin McCarthy asegura que para esta noche contará con los votos necesarios.

“Tendré los votos”, aseguró el aspirante en entrevista con CNN, tras concluir la treceava votación, que volvió a perder por un estrecho margen.

A la salida del inmueble, McCarthy aseguró a los medios que gracias al retraso en el proceso, que se ha extendido por cuatro días, el Partido Republicano será “más efectivo y eficiente” cuando opere como mayoría en la Cámara Baja. “Definitivamente el Gobierno va a ser más responsable”, añadió.

Y es que tras cuatro extenuantes jornadas de negociaciones con los veinte republicanos ultraconservadores que le han negado su apoyo, McCarthy está cerca de lograr su cometido, objetivo para el cual el propio expresidente Donald Trump salió a hacer un llamado.

En la votación número 13 que se celebró esta tarde, McCarthy logró un total de 214 votos a favor, con lo que se quedó a sólo dos de lograr la mayoría dado el cuórum que hay hoy en el Congreso. El requisito si es que todos los legisladores estuvieran presentes es de 218.

Así, solo le queda convencer a otros dos del grupo de republicanos ultras, que se oponen a que se convierta en el próximo “speaker” de la Cámara Baja. La aritmética le permitiría que con cuatro votos en contra siguiera saliendo elegido.

McCarthy aspira a convertirse en “speaker” en la votación número 14 que se celebrará esta noche a partir de las 22:00 hora local; dicho cargo es la tercera figura política de mayor rango en el país, entre cuyas funciones está fijar gran parte del calendario legislativo y decidir qué proyectos se votan y cuándo.

La falta de acuerdos que se vive en la Cámara de Representantes ha pasado a la historia, pues no había tenido lugar en los últimos 100 años, cuando en 1923 se necesitó más de una ronda de votación para elegir al presidente. Sin embargo, en 1856, la elección del speaker se tardó dos meses en concretarse.

Esta división y falta de acuerdos ha encendido las alertas, pues deja paralizada la labor de la Cámara ya que, sin presidente, los congresistas no pueden prestar juramento y, por lo tanto, aprobar ningún proyecto de ley.

La Cámara de Representantes de Estados Unidos intenta este jueves, por tercer día consecutivo, elegir a su presidente, después de que seis votaciones fallidas que evidenciaron las divisiones internas del partido republicano.

Kevin McCarthy, quien se esperaba fuera elegido sin contratiempos como nuevo speaker, no ha logrado el apoyo necesario para hacerse del cargo, el tercero con más importancia en la vida política del país.

Un grupo de legisladores republicanos conservadores se ha negado a darle su apoyo a pesar de la presión de partidarios de alto perfil, como el expresidente Donald Trump, quien ayer llamó a evitar una “vergüenza” y respaldar a McCarthy.

El republicano fracasó en seis ocasiones entre martes y miércoles, al no lograr reunir los 218 votos que se necesitan para asumir como speaker de la Cámara.

Hasta la sexta ronda, McCarthy se quedó con 201 votos, siendo superado incluso por el demócrata Hakeem Jeffries, quien obtuvo el respaldo de 212 de sus compañeros.

El candidato alternativo propuesto por los 20 republicanos ultraconservadores, aglutinados bajo el llamado Freedom Caucus, Byron Donalds, logró reunir en todas las rondas los 20 votos en juego.

Bajo este escenario, la Cámara de Representantes de los Estados Unidos está haciendo historia: la falta de acuerdos no había tenido lugar en los últimos 100 años, cuando en 1923 se necesitó más de una ronda de votación para elegir al presidente. Sin embargo, en 1856, la elección del speaker se tardó dos meses

Debido a que el reglamento de la Cámara baja no contempla otra alternativa para elegir a su presidente, las votaciones se seguirán repitiendo hasta que alguno de los legisladores logre la mayoría necesaria. Hoy, los legisladores llevan a cabo una nueva ronda de votaciones.

McCarthy aseguró esta mañana que ha habido avances para encontrar una solución al caos político que impera en la Cámara. “Creo que estamos progresando”, apuntó el republicano a los medios a su llegada al Capitolio.

Por el momento, la labor de la Cámara de Representantes se encuentra paralizada, ya que, los congresistas no pueden prestar juramento y, por lo tanto, aprobar ningún proyecto de ley.

El 118 Congreso estadounidense inicia dará inicio mañana martes con una nueva relación de fuerzas entre sus dos cámaras, además de la previsión de que los dos últimos años de mandato del presidente, Joe Biden, se vean obstaculizados por la oposición republicana.

Cuando los conservadores lograron el control de la Cámara Baja en las elecciones de medio mandato de noviembre pasado, recuperaron el poder de marcar el calendario legislativo, al gestionar qué proyectos de ley van a ser debatidos y cuándo, y con esto se hicieron fuertes frente a un Senado dominado aún por los demócratas.

En los pasados comicios los republicanos obtuvieron 222 escaños en la Cámara de Representantes, 9 más que sus rivales, mientras que los demócratas mantuvieron el Senado inicialmente con 51 puestos, si bien la senadora Kyrsten Sinema los abandonó en diciembre para registrarse como independiente.

Los republicanos han prometido actuar para que el gobierno “responda al pueblo estadounidense”, luchar por los derechos constitucionales de la gente, realizar una vigilancia “rigurosa” y “exigir transparencia”.

Estarán liderados por Kevin McCarthy, hasta ahora líder de la minoría y que pese a las rencillas internas parece tener asegurados los 218 votos requeridos para hacerse con el puesto de “Speaker”. Si algunos congresistas no acuden a la votación o votan “presente” el umbral mínimo para lograr la presidencia de la Cámara Baja descendería.

En estos dos próximos años cruciales antes de las elecciones presidenciales de 2024, para las que el exmandatario republicano Donald Trump ya se ha postulado y no parece cuestionarse que Biden también lo hará, este último finalizará así su mandato con una virulencia creciente desde el bando contrario.

Los republicanos ya tienen en su punto de mira indagar en las razones que llevaron a registrar la mansión del expresidente Trump en agosto o los supuestos negocios de la familia Biden con adversarios del país aprovechando sus lazos políticos.

Y en esa misma línea planean no dar continuidad al comité legislativo que investigó el asalto del 6 de enero de 2021 al Capitolio estadounidense, que recomendó al Departamento de Justicia procesar a Trump y consideró a este último máximo responsable de esa insurrección.

Pero el cambio en este nuevo ciclo no será solo de color político. El nuevo Congreso contará con un récord de 149 mujeres (106 demócratas, 42 republicanas y una independiente), 124 de ellas en la Cámara de Representantes.

Las mujeres ostentarán el 28.5% de los escaños y el 25% de los del Senado y para el Centro para la Mujer y la Política Estadounidenses (CAWP) serán el grupo más diverso hasta ahora a nivel racial y étnico, con nuevos récords de representación entre las mujeres latinas o hispanas (19) y negras (27).

No estará en su primera fila su congresista más ilustre, la demócrata Nancy Pelosi, hasta ahora presidenta de la Cámara Baja y que tras la derrota en los comicios de noviembre anunció ese mes que deja lugar a las nuevas generaciones y que solo mantiene su escaño como representante por California.

Bajo su batuta el partido de Biden ha negociado algunos de los logros de los que más se ha enorgullecido en la anterior legislatura, como la Ley para la Reducción de la Inflación o la que promueve la fabricación nacional de microprocesadores para mejorar la posición estadounidense frente a la competencia china.

Los demócratas en el Congreso dieron a conocer la semana pasada miles de páginas de las declaraciones de impuestos del expresidente Donald Trump, las cuales brindan un panorama más detallado de sus finanzas correspondientes a seis años, que abarca su periodo en la Casa Blanca, cuando mantuvo la información privada.

Los documentos incluyen las declaraciones individuales de Trump y de su esposa, Melania, junto con las de las entidades de negocios del exmandatario de 2015 a 2020.

Las declaraciones muestran que Trump aprovechó el código fiscal para reducir sus obligaciones tributarias y revelan detalles de sus cuentas en el extranjero, contribuciones caritativas y el desempeño de algunas de sus empresas más conocidas que habían permanecido en gran medida fuera del escrutinio público.

La divulgación de los documentos culmina una disputa judicial que se extendió durante años, desde la campaña presidencial hasta el Congreso y la Corte Suprema, debido a que Trump rechazó de manera persistente los intentos de que dieran a conocer detalles de su historial financiero, contrario a la práctica de transparencia de sus predecesores de la era posterior al Watergate.

La difusión de los documentos se dio pocos días antes de que los republicanos retomen el control de la Cámara de Representantes y semanas después de que Trump anunciara otra campaña por la Casa Blanca.

De acuerdo con los documentos, Trump limitó su responsabilidad fiscal compensando sus ingresos con pérdidas corporativas, así como con millones de dólares en gastos de negocios, depreciación de activos y otras deducciones.

Aunque Trump pagó 641,931 dólares en impuestos federales sobre la renta en 2015, el año en el que emprendió su campaña para la presidencia, sólo saldó 750 dólares en 2016 y 2017, según un informe difundido la semana pasada por la Comisión Conjunta sobre Impuestos, una entidad legislativa apartidista.

Pagó casi 1 millón de dólares en 2018 y sólo 133,445 en 2019 y nada en 2020, año en el que buscó infructuosamente la reelección. Los documentos también detallan los bienes de Trump en el extranjero.

De acuerdo con las declaraciones, Trump informó tener cuentas bancarias en China, Irlanda y Gran Bretaña en 2015 y hasta 2017, incluso cuando era el comandante supremo. Sin embargo, a partir de 2018, sólo informó de una cuenta en Gran Bretaña.

Las declaraciones también muestran que Trump recurrió a créditos fiscales en el extranjero por impuestos que pagó de sus diversos negocios en el mundo, como sus acuerdos de licencia por su nombre en proyectos inmobiliarios y por sus campos de golf en Escocia e Irlanda.

En varios años, Trump aparentemente pagó más impuestos en el extranjero que impuestos netos federales sobre la renta en Estados Unidos, debido a sus ingresos en diversos países, como Azerbaiyán, China, India, Indonesia, Panamá, Filipinas, San Martín, Turquía y Emiratos Árabes Unidos.

Los documentos muestran que las “donaciones caritativas” de Trump representaron sólo una fracción de sus ingresos. En 2020, el año en el que el coronavirus golpeó la economía, Trump no informó sobre ninguna donación caritativa. En 2019 y 2018 informó haber extendido cheques por unos 500,000 dólares en donaciones. En años previos, las cantidades fueron mayores: 1.8 millones de dólares en 2017 y 1.1 millones en 2016.

Se desconoce si las cantidades informadas incluyeron la paga presidencial de 400,000 dólares anuales, que como candidato dijo que no cobraría y afirmó haber donado a diversas dependencias federales.

Un grupo de congresistas republicanos de Texas anunciaron este jueves que buscará reinstaurar el programa migratorio “Quédate en México”, que obliga a los solicitantes de asilo a esperar fuera de Estados Unidos, cuando su partido tome el control de la Cámara de Representantes el próximo año.

Los legisladores presentaron ante la prensa una hoja de ruta sobre inmigración, llamada “Un Compromiso para Proteger la Frontera”, que incluye medidas aplicadas por la Administración de Donald Trump como el programa “Quédate en México” o la construcción del muro fronterizo.

“La nueva mayoría republicana del Congreso usará toda las herramientas que tengamos a nuestra disposición para hacer rendir cuentas” al presidente, Joe Biden, y al secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, dijo el legislador republicano Jodey Arrington.

En el documento señalaron su plan para el próximo periodo legislativo, que comenzará en enero, en el que piden que se destinen más recursos a las Patrulla Fronteriza y que se retiren los fondos a las agencias de Naciones Unidas y ONG que “apoyen a individuos en su travesía hacia la frontera” sur de Estados Unidos.

“Hay una crisis en la frontera causada por la Administración de Biden al abrir la frontera (…) es peligroso para los migrantes y es malo para nuestras comunidades”, señaló la congresista electa Mónica de la Cruz.

Varios de los legisladores subrayaron además que existe una “urgencia” para aprobar una legislación que refuerce la frontera ante un eventual fin del Título 42, la norma de salud pública instaurada por Trump que permite devolver a la mayoría de los migrantes que llegan a la frontera con México y que un juez ha ordenado suspender.

“La suspensión del Título 42 va a cambiar Texas para siempre, es por ello que tiene que haber un sentido mayor de urgencia”, dijo el congresista Jodey Arrington.

El líder republicano en la Cámara Baja, Kevin McCarthy, cuyo partido recuperará la mayoría parlamentaria en enero como resultado de las elecciones legislativas de noviembre pasado, anunció semanas atrás que buscará un juicio político contra Mayorkas por su gestión de la frontera.

El Partido Republicano se quedó con el control de la Cámara de Representantes en Estados Unidos, al haber alcanzado el umbral de 218 escaños necesarios, más de una semana después de la jornada electoral del pasado 8 de noviembre.

Ocho días después de las ‘midterm’, los republicanos han obtenido el asiento que necesitaban para arrebatarle a los demócratas el control de la Cámara Baja, lo que les permitirá tener la iniciativa legislativa en el país.

Además, el Partido Republicano podrá obstaculizar la agenda legislativa de los demócratas, lo que presumiblemente se convertirá en un bloqueo a cada una de las medidas promulgadas por el presidente Joe Biden.

No obstante, pese a que los republicanos controlen la Cámara de Representantes y puedan presentar sus propias iniciativas, deben pasar por la firma del mandatario estadounidense, quien tiene el poder de promulgar o vetar las leyes que emanan del Congreso.

En este sentido, la victoria en la Cámara Baja de la bancada republicana, que liderará el congresista Kevin McCarthy, pondrá fin al segundo mandato de la demócrata Nancy Pelosi como presidenta de la Cámara de Representantes.

A pesar de que los sondeos pronosticaban una mayoría holgada de los republicanos en ambas cámaras ante la caída de la popularidad de Biden y el hecho de que la noche electoral arrancara con una victoria aplastante del gobernador Ron DeSantis en Florida, los demócratas han logrado unos resultados mejores de lo esperado, manteniendo el control del Senado y no perdiendo tantos asientos en la Cámara de Representantes como se preveía.

Tras conocer la victoria de los republicanos en la Cámara de Representantes, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha mostrado su disposición a trabajar con todos los legisladores en la Cámara Baja.

“Las elecciones de la semana pasada demostraron la fuerza y la resistencia de la democracia estadounidense. Hubo un fuerte rechazo a los negadores de las elecciones, a la violencia política y a la intimidación. Hubo una declaración enfática de que, en Estados Unidos, la voluntad del pueblo prevalece”, sostuvo el mandatario estadounidense en un comunicado difundido por La Casa Blanca.

En tanto, Biden ha subrayado la importancia de llevar a cabo una agenda legislativa con la que se reduzcan con los costos a la clase trabajadora y se proteja el derecho a elegir y preservar la democracia estadounidense.

“Como dije la semana pasada, el futuro es demasiado prometedor para quedar atrapado en la guerra política. El pueblo estadounidense quiere que hagamos cosas por él. Quieren que nos centremos en las cuestiones que les importan y en mejorar sus vidas”, agregó el presidente afirmando que trabajará con “cualquiera que esté dispuesto” a colaborar con él para conseguir dichos resultados.

Donald Trump dio el banderazo la noche de ayer, a su tercera carrera presidencial, esto al anunciar su nueva campaña por la nominación republicana rumbo al 2024, prometiendo ser “implacable” y evitar que los demócratas se mantengan en La Casa Blanca.

Estados Unidos está “de regreso” ahora mismo, dijo el expresidente a cientos de simpatizantes que se dieron cita en en un salón de su residencia de Mar-a-Lago en Florida.

“Para hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande y glorioso anuncio esta noche mi candidatura a la presidencia de Estados Unidos”, dijo Trump, minutos después de entregar el documento oficial ante la autoridad electoral estadounidense.

El anuncio del magnate, que muchos considerada muy temprana, es visto como un intento de adelantarse a otros republicanos y con eso atraer simpatías, reflectores y donantes a su movimiento, además de que busca, apunta expertos, evitar posibles cargos penales por investigaciones de las que es objeto.

En su mensaje de poco más de una hora, Trump defendió sus logros como el presidente de Estados Unidos, incluso exagerando algunas de sus acciones. Además, se lanzó frontalmente contra el actual presidente, Joe Biden, contra quien perdió la elección del 2020.

“Tenemos un presidente que se queda dormido en las conferencias globales, que es considerado irrespetuoso por el Parlamento Británico (…) nos tiene al borde de una guerra nuclear, algo inimaginable hace algunos años”, dijo el republicano.

“Bajo nuestro liderazgo, éramos una nación grande y gloriosa. Pero ahora somos una nación en declive”, dijo. “Esta no es solo una campaña, es una cruzada para salvar a nuestro país”, añadió.

Acusó que en dos años, la administración de Joe Biden ha destruido la economía estadounidense, poniendo como ejemplo la inflación y los altos costos de los energéticos. “Con una victoria volveremos a construir la mejor economía de la historia”, prometió.

Pese a asegurar que él cumplió todas las promesas que hizo en campaña, y que dejó un país líder, “en la cima”, Trump lanza ahora su candidatura con varios frentes abiertos. Uno de ellos las investigaciones de las que es objeto.

Le investigan por presuntos fraudes en sus negocios, por su papel en el ataque el año pasado al Capitolio, por ocultar documentos clasificados en Mar-a-Lago, entre otros casos.

Además, a una semana de las elecciones de medio término, son muchas las voces dentro del Partido Republicano que lo señalan que que no se concretara la ‘ola roja’ que preveían. Es, aseguran, la razón del fracaso de ciertos candidatos con lo que Trump hizo campaña.

Tiene varios rivales que verían afectadas las aspiraciones políticas y que podrían cerrarle el paso en las primarias de 2024, principalmente el gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien obtuvo una contundente victoria en la reelección el pasado 8 de noviembre.

Otra cosa que le juega en contra, es que el poderoso imperio mediático de Rupert Murdoch, antiguo aliado, parece haberle dado la espalda al etiquetarlo de “perdedor” después de las elecciones de medio término.

También sigue teniendo prohibido el acceso a Facebook y Twitter, que fueron fundamentales en su impresionante ascenso político y en captar votos en 2016.

Ahora, Donald Trump forma parte de un reducido grupo de seis expresidentes de Estados Unidos que tras tener que dejar La Casa Blanca intenta nuevamente volver a ella, y en caso de lograrlo hará historia y será el segundo que lo conseguirá desde Stephen Grover Cleveland a finales del siglo XIX.

El control de la Cámara Baja de Estados Unidos se dirime en 16 circunscripciones electorales, la mayoría en la costa oeste, donde todavía se están contando los votos de los comicios de la semana pasada.

De acuerdo a las últimas proyecciones, los republicanos tienen una ventaja frente a los demócratas, con 214 votos a favor y 205 en contra, del total de 435.

Aún se están computando los votos en el mayor distrito de Alaska; en dos de Arizona, donde quedan unos 290,000 sufragios por contar; 10 de California; 2 de Colorado; 1 en Maine; 1 en Nuevo México; 1 de Nueva York y 1 de Oregón.

Los resultados de la composición del Senado se supieron el sábado pasado, cuando las proyecciones de los principales medios estadounidenses dieron la victoria a los demócratas.

Y mientras los conteos para la Cámara de Representantes se llevan a cabo, esta noche, el expresidente Donald Trump hará un anuncio desde su mansión de Florida, el cual podría ser su candidatura a la nominación republicana para 2024.

El anuncio lo hizo desde la semana pasada, previo a las elecciones, en las cuales Trump y los republicanos esperaban un triunfo arrollador.

Fuentes cercanas al exmandatario señalaron que los resultados darían a Trump, quien se mantuvo de gira por todo el país para respaldar a distintos candidatos, la fuerza para anunciar su intención de volver a buscar La Casa Blanca, además de la atención mediática que le gusta al magnate.

Y es que aunque Trump no aparecía en las boletas electorales, las elecciones de medio término eran consideradas como la antesala de su carrera política. Fiel a su estilo Trump no ha reconocido ninguna derrota, principalmente de los candidatos a los que apoyó. Incluso afirma que lo obtenido por el partido fue gracias a él.

Ahora, son muchas las voces dentro del partido que consideran que Trump le restó a los republicanos en lugar de sumarles, por lo que la nominación presidencial no está segura para el exmandatario, sobre todo ahora que el gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien logró su reelección, se ha posicionado como otra alternativa que podría ayudar a los republicanos a recuperar La Casa Blanca.

Previo al anuncio, Trump utilizó su cuenta en su red social Thruth para señalar que hoy será un gran día. “¡Ojalá hoy resulte ser uno de los días más importantes en la historia de nuestro país!”, escribió.

Una encuesta de una organización conservadora que busca abolir los impuestos, Club for Growth, realizada entre electores de varios estados muestra que elegirían a DeSantis en un duelo con Trump por la candidatura presidencial republicana.

El portal Florida Politics recogió este martes los resultados de dicha encuesta en Florida, Georgia, Iowa y New Hampshire que muestran que DeSantis superaría a Trump en intenciones de voto si esa fuera la opción en unas primarias republicanas.

En Florida, DeSantis tiene un 56% de preferencias y Trump un 30%, en Georgia el resultado es 55% frente a 35%, en New Hampshire, 52% frente a 37% y en Iowa, 48% frente a 37%.

En Texas, una encuesta de CWS Research sobre las intenciones de voto de potenciales contendientes en las primarias muestra a DeSantis por delante, con un 43% de apoyo frente al 32% del expresidente, agrega el portal de información política.

Incluso en los sondeos a nivel nacional, dice ese medio, el gobernador de Florida le lleva la delantera al antiguo inquilino de La Casa Blanca, como uno de YouGov en el que le saca por 7 puntos.

El Partido Demócrata resistió mejor de lo esperado en las elecciones de ayer en Estados Unidos, privando al Partido Republicano y en especial al expresidente Donald Trump de la “ola” roja que se esperaba y en la cual se apoyaría para anunciar su posible candidatura a 2024.

Los republicanos parecen conseguir las victorias necesarias para hacerse con la mayoría en la Cámara de Representantes, pero con una distancia mucho más corta que la que anticipaban.

En cuanto al Senado, el campo del presidente Joe Biden, le arrebató el escaño más disputado a los republicanos en esta elección.

La victoria del demócrata John Fetterman en Pensilvania, en una noche extremadamente tensa marcada por un arduo recuento de votos, ofreció a Biden la esperanza de retener el control de esta cámara, donde los republicanos habían tenido una leve ventaja en las encuestas.

La composición final del Senado depende de algunos estados clave como Arizona, Nevada, Georgia y Wisconsin, donde el conteo de estos votos podría llevar varios días.

El veredicto de las elecciones fue más claro en las disputas por las gubernaturas: Greg Abbott, promotor de políticas migratorias duras en Texas, se alzó con el triunfo, mismo caso de la estrella emergente Ron DeSantis en Florida, consolidando su estatus como uno de los principales candidatos potenciales a La Casa Blanca en 2024.

Entre los gobernadores estatales (36 de estos cargos estaban en juego), el partido de Biden logró retener el control del estado de Nueva York, donde los republicanos creían que podían derrocar a la gobernadora Kathy Hochul. También le arrebataron dos gobernaciones a los republicanos: en Maryland y Massachusetts, donde Maura Healey será la primera mujer abiertamente lesbiana en liderar un estado.

El campo demócrata todavía no se había manifestado sobre Arizona, donde el desenlace de la contienda entre la trumpista Kari Lake, dada como favorita, y la demócrata Katie Hobbs sigue en indefinición.

Resultados completos AQUÍ

Para evitar cualquier crítica a los resultados republicanos, Donald Trump salió a decir que su partido estaba teniendo una “gran noche”, y acusó a los demócratas y a los medios de “noticias falsas” de hacer todo lo posible para minimizar los éxitos obtenidos.

El multimillonario había apostado a una contundente victoria de sus candidatos para lanzarse con los mejores auspicios a la carrera presidencial de 2024. Prometió “un anuncio muy grande” el peóximo 15 de noviembre.

Organizadas dos años después de la elección presidencial, las elecciones de mitad de término actúan casi sistemáticamente como un referéndum sobre el habitante de La Casa Blanca. Pero, ¿Cuál es la lectura de la jornada electoral de ayer?

En Broojula, Ana Paula Ordorica conversa con Gerónimo Gutiérrez, socio consultor de Beel Infrastructure Partners y exembajador de México en Estados Unidos, sobre las elecciones que marcarán el futuro del país y que tendrá repercusiones en la relación con México.

Arizona; EUA: Ayer fueron las elecciones intermedias en Estados Unidos. Usualmente se sabe que éstas son un referéndum sobre el presidente que está en La Casa Blanca y que salvo muy contadas excepciones, el resultado favorece al partido que está en el gobierno. No obstante, las elecciones de ayer fueron mucho más que un referéndum sobre el desempeño de Biden. Aquí van cinco datos sobre el proceso electoral estadounidense:

  1. Un país dividido y enojado. Los estadounidenses están divididos entre los que creen que Joe Biden se robó la elección del 2020 y los que aceptan que no hubo fraude porque nunca se ha probado que lo hubo. Algunos demócratas votaron con preocupación por el futuro de su democracia pero los tres temas principales que llevaron a los estadounidenses a votar ayer fueron la inflación, la inseguridad y el aborto. Los tres son temas que tienen enojado al electorado, no motivados.
  2. Fue una noche en la que no todos los resultados se definieron la noche de las elecciones. Esto ocurrió en 2020 y se repitió anoche. Tiene que ver con la cantidad de votaciones anticipadas, más de 40 millones de votos. Muchos estados no permiten el conteo de votos antes del día de las elecciones. Lo lamentable es que como los demócratas son quienes más votan anticipadamente, muchos republicanos utilizan la ausencia de resultados la misma noche de las elecciones para argumentar fraude.
  3. La omnipresencia de Trump. Los negacionistas tuvieron un desempeño nada desdeñable. Casi una centena ganaron anoche. Increíble que sin presentar una sola prueba de fraude electoral, tantos estadounidenses le crean la gran mentira a Trump. Si bien Trump puede no ser tan popular y ni siquiera es seguro que lo quieran en la boleta electoral en el 2024, su manera de pensar y su estilo de política llegó para quedarse por un buen tiempo en el partido republicano.
  4. ¿Marea roja o riachuelo? Normalmente el partido en La Casa Blanca tiene malos resultados en las elecciones intermedias salvo contadas excepciones, como en el 2002 cuando el efecto patriótico del país que acababa de ser atacado en las Torres Gemelas, generó que George W Bush y los republicanos crecieran en esas intermedias. Era evidente que en medio de la inflación más pronunciada de los últimos 40 años, estas elecciones no serían fáciles para los demócratas. Sin embargo, la polarización es tan pronunciada, que lejos de ser una marea roja, ayer fue más un riachuelo para los republicanos.
  5. Para los demócratas los resultados de las elecciones de ayer muestran que se han alejado de las principales preocupaciones de los estadounidenses comunes y corrientes. El aborto logró movilizar a muchos electores en el verano, pero ante el panorama económico y de seguridad, el enojo demócrata tras la reversión de Roe v Wade que permite a los estados penalizar el aborto se desvaneció y ayer ya no tuvo la fortaleza para frenar el avance de los republicanos.

Columna completa en El Universal

Los estadounidenses acuden este martes a los centros de votación para participar en las elecciones de medio término, que determinarán si los demócratas pierden el control del Congreso y, con ello, la capacidad de impulsar la agenda del presidente Joe Biden en los próximos dos años.

Expertos han señalado que el partido que controla La Casa Blanca suele perder escaños en las elecciones intermedias, pronóstico que esta vez apunta a la misma dirección.

Las principales preocupaciones de los estadounidenses: la alta inflación y la criminalidad, temas en los que se ha centrado el partido republicano. Los demócratas optaron por mantener como temas centrales el fin del derecho nacional al aborto y el violento asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. Han sido temas menos atractivos para los votantes.

Lo que hoy está en juego es un total de 35 escaños del Senado y los 435 de la Cámara de Representantes y 36 gubernaturas.

En el caso del Congreso, los republicanos son favoritos para obtener los cinco escaños que necesitan para controlar la Cámara de Representantes, mientras que el Senado, actualmente dividido 50-50 con los demócratas con el voto de desempate, podría dirimirse en cuatro estados: Pensilvania, Nevada, Georgia y Arizona.

Más de 42 millones de estadounidenses votaron antes de este martes, ya sea por correo o en persona, según datos del US Election Project.

En ese sentido, los funcionarios electorales estatales advirtieron que es posible que los resultados completos no se conozcan en algunos días, pues se requerirá contar los sufragios en contiendas reñidas, y el control del Senado quizás no se conozca hasta una posible segunda vuelta el 6 de diciembre en Georgia.

Pero, ¿qué significaría un triunfo republicano?, ¿podría bloquear proyectos de ley que aborden las prioridades demócratas? En Broojula, Ana Paula Ordorica conversa con Arturo Sarukhán, fundador y presidente de Sarukhan + Associates y ex embajador de México en Estados Unidos, sobre la contienda electoral de este martes en Estados Unidos, donde el futuro del país está en juego.