Por Ana Paula Ordorica

El Universal 

 

El reporte del Comité para la protección de Periodistas (CPJ) es devastador. Concluye que en México se matan a miles de periodistas porque el Estado es indiferente ante este acto y por la corrupción  rampante que lo permite. El castigo por asesinar a un periodista en México es que no hay castigo. No pasa nada.

 

Según el ranking del CPJ, México está en el 6º lugar de donde hay un mayor número de casos de asesinatos de periodistas sin resolver como porcentaje de la población. Nos ganan países como Sudán; le ganamos a países como Afganistán, Pakistán y Rusia.

 

El tema podría quedar circunscripto a ser solo del interés de periodistas y medios de comunicación, pero no debe, por dos razones. La primera es que, sin una prensa de investigación libre, el círculo vicioso para que la corrupción y la impunidad continúen e incluso aumenten es mayor. Si no puede salir a la luz, una historia sobre un grupo criminal o sobre un acto de corrupción de un funcionario público o sobre la colusión entre ambos actores, entonces vivimos en la penumbra.

 

La segunda razón es que esta conclusión  sobre el asesinato de periodistas se puede ampliar a cualquier ámbito y sobre casi cualquier delito en México. Desgraciadamente. Por más impuestos que se paguen; por más anuncios que hagan los políticos cuando están en busca del voto o una vez que asumen el encargo y que van de un evento al otro prometiendo el oro y el moro, es un hecho que actualmente no están pudiendo con el paquete.

 

 

Texto completo en El Universal / Foto: 

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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