INVESTIGACIÓN ESPECIAL DE REUTERS

Un salvadoreño veinteañero estaba buscando trabajo cuando le llegó una invitación inesperada para sentarse con un funcionario del Gobierno. Era 2019 y el especialista en comunicaciones conocía bien las redes sociales.

Las conversaciones con el funcionario resultaron en un empleo de 600 dólares al mes en la capital del país, en el equipo de comunicaciones del presidente Nayib Bukele, según el contrato de trabajo visto por Reuters. Una retribución decente para esa pobre nación centroamericana.

“No lo sabía cuando firmé el contrato, pero hice un pacto con el diablo”, dijo el joven. “Me convertí en un trol proBukele”.

El mandatario, fundador del incipiente partido Nuevas Ideas, acababa de ganar la presidencia a los 37 años de forma aplastante. Los votantes jóvenes, en particular, quedaron cautivados por su inteligente uso de las redes sociales.

Fue un escaparate de su personalidad cuidadosamente elaborada como un inconformista con una gorra de béisbol al revés. Bukele prometió tomar medidas enérgicas contra las violentas bandas criminales y la corrupción, y luchar contra los intereses arraigados.

Ahí es donde intervinieron los expertos en tecnología contratados por el gobierno. La agencia Reuters habló con tres exempleados que afirmaron haber sido parte de “granjas de troles” secretas encargadas de manipular el discurso político en El Salvador.

Parte de su trabajo consistía en atraer seguidores ficticios de Bukele en las redes sociales para elogiar sus políticas, detalló el especialista en comunicaciones. La otra cara de la moneda era insultar a los críticos del gobernante y presentar quejas sobre sus publicaciones en plataformas con el objetivo de que cerraran sus cuentas.

Su labor era supervisada directamente por funcionarios y, en algunos casos, tuvo lugar en edificios del propio gobierno. Dos de las fuentes firmaron acuerdos de confidencialidad. Uno al que accedió Reuters amenazaba con un enjuiciamiento y una pena de prisión de hasta seis años por hablar con la prensa u otros partidos políticos sobre esa actividad. Ninguno de los tres sigue trabajando ahí.

Estos trabajadores fueron engranajes en lo que se ha convertido en una poderosa operación de comunicación que ha permitido a Bukele influir en lo que los salvadoreños leen, miran y escuchan sobre su administración como ningún líder anterior.

La clave de este esfuerzo son docenas de trabajadores contratados para manejar en redes sociales cientos de cuentas y bots anónimos, un megáfono utilizado para amplificar los mensajes del gobernante y burlarse de los opositores y periodistas percibidos como hostiles a su administración, explicaron las personas entrevistadas por Reuters.

El gobierno también ha incrementado los recursos para los medios de comunicación estatales tradicionales, que transmiten un flujo constante de contenido proBukele a través de prensa escrita, televisión y radio.

Los medios gubernamentales ahora se encuentran entre las fuentes en las que más confían los salvadoreños, según un estudio de mayo de 2022 realizado por la Universidad privada Francisco Gavidia en San Salvador.

El presidente también se ha convertido en un guardián de su gestión, difundiendo algunas políticas gubernamentales clave a través de su cuenta de Twitter.

Mientras tanto, su administración ha ocultado datos que alguna vez estuvieron disponibles públicamente, incluidos recuentos de personas desaparecidas y cuerpos en fosas comunes, una señal reveladora de ejecuciones extrajudiciales.

Grupos de derechos humanos y las familias de las víctimas han afirmado que esta es una forma de hacer que las estadísticas de delincuencia se vean mejor de lo que realmente son. La Fiscalía General de la República ha defendido esta acción como una forma de proteger las investigaciones de posibles injerencias de las organizaciones criminales.

La estratregia de Bukele ha empezado a generar preocupación en Washington. Un documento interno del Departamento de Estado de febrero de 2022, al que accedió Reuters, se propuso mapear la manipulación de Bukele del panorama mediático de El Salvador.

Su estrategia, señala, es “inundar El Salvador con propaganda, demonizar a las instituciones encargadas de desacreditar esa propaganda, la prensa libre y la sociedad civil, dominar las narrativas públicas y reprimir la disidencia”.

El partido de Bukele ahora controla el congreso de El Salvador que, a su vez, ha purgado a los jueces de los puestos clave y ha designado a otros leales. Eso ha allanado el camino para que el gobernante se presente nuevamente a la presidencia en 2024, una intención que anunció en septiembre, a pesar de la prohibición constitucional de gobernar por períodos consecutivos.

Bajo su mando, el Estado ha suspendido algunas libertades civiles en nombre de la lucha contra las bandas criminales: las autoridades ya no necesitan una orden de allanamiento para incautar datos de computadoras y teléfonos celulares.

El informe del Departamento de Estado señala que el gobierno de El Salvador utiliza “probables granjas de bots” para tuitear mensajes a favor de Bukele “decenas de miles de veces” sobre un tema determinado mientras enmascara su origen para “crear la apariencia de un auténtico apoyo de base”.

Solo entre septiembre y noviembre de 2021 se crearon unas 55,000 nuevas cuentas de seguidores de Bukele en Twitter, según el informe, justo después de que los jueces recién nombrados despejaran su camino hacia la reelección.

El presidente cuenta actualmente con 4.4 millones de seguidores en esa red social. El informe no evaluó cuántos de ellos eran auténticos. Se estima que alrededor de 500,000 salvadoreños utilizan la plataforma.

Sin embargo, el control y poder de Bukele va más allá. La APES denunció que el Gobierno ahora controla “no menos de 20 medios de comunicación” en el país, incluidas 14 estaciones de radio y el Canal 10 de televisión.

Bukele “compra a los periodistas y ahoga a los medios de oposición en un mar de propaganda mediática estatal”, encontró el estudio estadounidense.

Texto original en REUTERS

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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