Jorge Suárez-Vélez

Reforma

 

Trump llegó a 100 días sin cumplir la mayoría de lo que en campaña prometió lograría en ese periodo. No es sorpresa para un hombre que ha hecho carrera convirtiendo la verdad en algo prescindible. Como candidato, no tuvo consecuencia que dijera que el comercio con México ha provocado desempleo (al menos cuatro millones de empleos estadounidenses son atribuibles a nuestro país), que un muro terminaría con la migración ilegal (casi la mitad de los indocumentados en EU migran con visa de turista, y se quedan al vencerse ésta), que los trabajos en manufacturas regresarían (jamás lo harán), que la producción de carbón volverá a ser gran fuente de empleo (sólo 0.11% de los trabajadores del país pertenecen a esa industria). La verdad importa. Un candidato que vende análisis falaces y simplistas, y propone soluciones mágicas será un Presidente incapaz de articular estrategias serias y políticas efectivas.

En México padecemos de lo mismo. En una entrevista de López Obrador con León Krauze en Univisión , el tabasqueño dijo que México no necesita exportar para crecer, que la solución económica para México pasa por “sembrar un millón de hectáreas de árboles maderables y frutales en el sureste… cacao, café…”, “…hacer caminos que comuniquen a las cabeceras municipales en Oaxaca, construyéndolos sin maquinaria…”. Sería difícil decir algo más absurdo, o hacer un diagnóstico más errado.

 

 

Me recordó el comentario de Milton Friedman cuando vio un ejército de trabajadores haciendo un camino en la China de Mao, y preguntó por qué no utilizaban excavadoras, le respondieron que el objetivo de esa obra era generar empleos, a lo que Friedman respondió: “entonces quítenles las palas y denles cucharas”.

Jamás pensé que escucharía una narrativa que tuviera menos sentido que la de Trump proponiendo que el país mayor generador de tecnología y propiedad intelectual del mundo, regrese a hacer manufacturas y vuelva al sector secundario, pero AMLO le ganó. Para él, la solución para México, que exporta más manufacturas que el resto de América Latina sumada, es volver al sector primario. No habría mejor garantía para un subdesarrollo perenne y pobreza permanente.

En Estados Unidos, los sectores manufacturero y agrícola empleaban a uno de cada tres estadounidenses después de la Segunda Guerra Mundial, hoy emplean a uno de cada ocho. La producción manufacturera es hoy seis veces mayor en términos reales, la agrícola casi se ha triplicado, a pesar de emplear 80% menos gente que entonces.

En los países desarrollados, toda producción se ha automatizado, y la oferta de empleos migró al sector de servicios. Hace 70 años uno de cada cuatro estadou-nidenses trabajaban en servicios, hoy uno de cada dos. La demanda es por consultores, enfermeras, terapistas, técnicos en computación, maestros.

AMLO cree que México tiene que volver al siglo pasado, a depender de recursos naturales, construcción y minería, cuando lo que urge es que nos integremos a la economía del conocimiento. La solución no está en emplear gente por emplearla, sino en educar y capacitar para fomentar productividad; en generar un ecosistema que promueva inversión privada eficiente, que nos haga internacionalmente competitivos. El tema no es incrementar salarios por decreto, sino asegurarnos de que los trabajadores cuenten con destrezas y herramientas físicas para agregar valor en forma creciente, garantizando que sus ingresos también lo sean.

Esto no ocurrirá de la noche a la mañana, pero tenemos que empezar ya. Y sí, es necesario abatir corrupción y desarrollar redes no clientelares de apoyo para quienes por distintos motivos permanecerán al margen del mercado laboral.

Discutamos medidas serias, no soluciones fantásticas. La verdad importa.

 

 

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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