Cuando Andrés Manuel López Obrador perdió la elección en el año 2006, se proclamó Presidente Legítimo y tomó Avenida Reforma para protestar lo que él calificó de fraude electoral. La historia en la elección del 2012 fue similar. AMLO acusó que se volvió a cometer fraude.

Finalmente ganó la elección de este 2018 y todo ha sido tranquilidad. Nadie le regateó un triunfo arrasador en el que obtuvo el 53 por ciento del voto. Por el contrario, el candidato del PRI, José Antonio Meade, salió incluso poco antes de las 8pm a reconocer su derrota, poniendo el ejemplo para Ricardo Anaya, quién hizo lo mismo más de una hora después.

Además de ganar la presidencia, la Cámara de Diputados y el Senado, AMLO y Morena arrasaron en las elecciones estatales y municipales. De no tener una sola gubernatura, hoy Morena gobierna 5 estados y 19 legislaturas locales. Además, ganó 23 de las 25 capitales que renovaron su ayuntamiento.

De las nueve gubernaturas que estuvieron en juego en julio pasado, Morena ganó la CDMX, Veracruz, Chiapas, Tabasco y Morelos.

Entonces, habiendo arrasado de esa manera y reconociendo que las autoridades electorales supieron contar los votos de la elección presidencial, uno esperaría que AMLO acepte las pocas derrotas que tuvo. Pero no.

Primero está el caso Puebla. Ahí AMLO apoyó las impugnaciones del candidato de Morena, Miguel Barbosa, hasta el final. Hoy el Tribunal Electoral ha quedado sumamente fragmentado, con uno de los magistrados, José Luis Vargas, pidiendo la renuncia de la magistrada presidenta, Janine Otálora, quien tuvo el voto que definió que la elección no se anulaba ni repetía y que la ganadora es Martha Erika Alonso, de la coalición PAN, PRD, MC y dos partidos locales.

López Obrador ha cuestionado la actuación del Tribunal Electoral y se rehusó no solo a acudir a la toma de protesta de Alonso, sino que ni enviado del gobierno federal hubo. No todas se pueden ganar y esto, claramente no le gusta a AMLO.

Pero este desprecio por la derrota va más allá de Puebla. Con la figura de los Delegados de Programas Integrales de Desarrollo, mejor conocidos como los virreyes o súper delegados, AMLO pone una cuña en los gobernadores que no son de Morena disfrazado de ser una medida de austeridad.

 

Columna completa AQUÍ

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



Escribe un comentario