JORGE SUÁREZ-VÉLEZ

REFORMA

 

 

Thomas Sowell es un economista afroamericano famoso, entre otras cosas, por frases memorables. Concuerdo con una: “El socialismo ha tenido un récord de fracasos tan flagrante que sólo un intelectual lo ignoraría o evadiría”. Pero haré referencia a otra: “El hecho de que tantos políticos exitosos sean mentirosos desvergonzados no es sólo un reflejo de ellos, sino también de nosotros. Cuando el pueblo quiere lo imposible, sólo los mentirosos pueden satisfacerlos, y sólo a corto plazo…”. Nos queda como anillo al dedo.

 

Somos campeones de la expectativa absurda de una solución fácil y sin esfuerzo, de que otros nos resuelvan todo y crucificarlos si fracasan. Si se trata de futbol, esperamos al entrenador milagroso que, sin jugadores realmente de primera línea, ni programas serios para desarrollarlos y con ligas más orientadas al rating televisivo que a promover la calidad de juego, nos haga competir mágicamente contra quienes llevan décadas trabajando bien.

 

En lo político, lo mismo, no votamos, no nos involucramos, pero culpamos al INE, cuando por años hemos solapado a partidos que desarrollaron un sistema electoral que, entre otras cosas, imposibilita sancionar los límites de gasto que ninguno respeta.

 

La gente desea creer las mentiras de los políticos porque la verdad es incómoda e implica que también somos parte del problema y que sin nosotros no hay solución. Observando desde lejos, nos resulta evidente que Trump mintió al prometer más trabajos y mejores sueldos por sólo poner un muro en la frontera sur y expulsar a los inmigrantes, o cuando dijo que era posible regresar todas las fábricas a territorio estadounidense, a pesar de que jamás serían internacionalmente competitivas con las condiciones existentes. Además de que sería brutal el impacto en el poder adquisitivo de quienes menos tienen el incorporar ese costo de mano de obra en las cadenas de suministro de los bienes que hoy adquieren, incluyendo alimentos.

 

Sea quien sea el próximo Presidente, en un sexenio no acabaremos con la corrupción, violencia o inseguridad. Si hiciéramos todo a la perfección y con liderazgos impecables, tomaría décadas que México se desarrolle. Todas las soluciones realistas son graduales e implican tenaz trabajo y sacrificio de todos. Sólo podemos aspirar a dar un primer paso en la dirección correcta del largo recorrido para alcanzar nuestro potencial.

 

De la noche a la mañana no vamos a construir instituciones reales y crear el marco jurídico que las empodere; ni incrementaremos la transparencia y rendición de cuentas (por cierto, quien se sienta “expuesto” por ello que se abstenga del privilegio de un cargo público); ni desarrollaremos policías profesionales, cortes ejemplares y ministerios públicos eficientes; ni haremos un sistema educativo competitivo que desarrolle maestros a la altura del reto que enfrentamos y que provea a nuestros jóvenes con las habilidades que la economía de este siglo demandará; ni desarrollaremos una base de científicos e investigadores internacionalmente competitivos con recursos para desarrollarse; ni garantizaremos eficiencia en el uso de gasto público; ni incorporaremos a todos a la economía formal para que paguen impuestos, atando programas de beneficio social a formalidad, y ya no a procesos políticos y clientelares.

 

Como dijera John F. Kennedy, empecemos por preguntarnos qué podemos hacer por México más que qué puede hacer México por nosotros. Evitemos escuchar el canto de las sirenas de las soluciones mágicas que nos permitirían ser simples observadores beneficiarios. Así como no es posible resolver a corto plazo una problemática que lleva décadas o siglos añejándose, sí se puede hacer daño irreversible en cuestión de poco tiempo. Volteemos a Venezuela, cuando parecía que las cosas no podrían estar peor, siguen sorprendiéndonos.

@jorgesuarezv

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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