El triunfo de Morena el domingo 2 de junio fue mucho más amplio del que esperaban muchos ciudadanos. La emoción de tantos que veían el posible triunfo de la oposición – difícil, más no imposible en la presidencia – pero sí en las distintas gubernaturas, Jefatura de Gobierno y desde luego en el legislativo, se tornó en shock al conocer la contundente victoria de Morena y sus aliados del PVEM y PT.

Ese shock ha llevado al enojo; a señalamientos de fraude; a gente queriendo comparar las sábanas de sus casillas con los resultados del PREP; a decir que la compañía del hijo de Bartlett metió mano en el software del INE y a un sinfín de teorías de la conspiración para ver si de alguna forma se sostiene que ese resultado estuvo mal.

Estamos hablando de una diferencia de más de 30 puntos porcentuales. Claudia Sheinbaum recibió 17 millones de votos más que Xóchitl Gálvez. Si multiplicamos los votos de Gálvez por dos, se sigue quedando corta frente a los votos de Claudia. Y si vemos el mapa de México, Morena solo perdió en Aguascalientes. El país se pintó de guinda. Fue una paliza.

¿Cómo pudo arrasar así Morena en la CDMX si llevamos días y días de contingencias por la mala calidad del aire? ¿Cómo pudo ganar Clara Brugada si ya no es solo Iztapalapa la alcaldía que no tiene agua? ¿Cómo se reeligió Abelina López Rodríguez en Acapulco después de su lamentable desempeño tras el paso de Otis? ¿Cómo ganó por una ventaja de dos dígitos Rocío Nahle en Veracruz si ni siquiera es veracruzana y sus escándalos de corrupción marcaron la campaña? ¿Quiénes son los que le dieron 78.5% de la votación a Eduardo Ramírez en Chiapas si en ese estado reina la inseguridad; la falta de oportunidades y la pobreza?

Podríamos seguir con este tipo de preguntas y con las teorías de la conspiración. Podemos hablar de los programas sociales y de la intervención presidencial, que sin duda influyó.  Pero es mejor aprender lecciones y voltear a ver hacia adelante.

¿Qué pasó el 2 de junio? La elección ha dejado en claro que México es un país muy complejo y que ni la oposición ni nosotros como analistas y observadores de la política hemos sabido transitar con un importante segmento de los mexicanos.

Por más escritos y publicaciones sobre los elefantes blancos disfrazados de obras de infraestructura; por más que le dimos voz a los que se han quedado sin medicinas; con todo y los reportajes tan documentados sobre la corrupción de los cercanos al presidente, la votación arrojó un claro SÍ para AMLO y un SIGAMOS ADELANTE para Claudia.

La oposición, mientras tanto, decidió no apoyar a su candidata a la presidencia y colocó a amigos y familiares para ocupar posiciones de poder sin importar cual fuera el resultado. Ante la derrota determinante, hoy Marko Cortes y Alejandro Moreno están tranquilos porque tendrán su escaño plurinominal en el Senado. No han tenido la decencia de renunciar a sus dirigencias ni de hablar de un mea culpa.

Además de intentar entender qué pasó, la pregunta pertinente es ¿qué sigue? ¿qué le espera a México bajo la presidencia de Claudia Sheinbaum? Estamos en sus manos. En su decisión de qué tomar y qué dejar de la agenda de López Obrador. En su visión de a qué ala de Morena escuchar y a cuál apaciguar. Hereda un país dividido con una larga lista de pendientes. ¿Qué camino tomará para enfrentarlos? ¿El de la confrontación o el de la reconciliación?

¿Qué va a hacer la primera presidenta con México y para los mexicanos? En eso toca concentrarnos ahora.

Columna completa en El Universal

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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