El Presidente Trump debía anunciar este sábado, al cumplir 100 días de su presidencia, que se retiraba del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, un anuncio que haría retroceder tanto a la política global como a la interna y mostraría a su base (que aún mantiene), su promesa de campaña de poner fin a lo que una vez llamó “un desastre total” y “una de las peores tratados de la historia”.

“Estaba listo para terminar”, dijo Trump en una entrevista desde la Oficina Oval el jueves por la noche. “Tenía ganas de terminarlo. Iba a hacerlo.” Sólo había un problema: el equipo de Trump, como en tantos asuntos, estaba profundamente dividido.

Mientras la noticia del plan del presidente llegaba a Ottawa y la ciudad de México a mediados de la semana, y sacudía los mercados y los congresos locales, el secretario de Comercio Wilbur Ross, el secretario de Agricultura Sonny Perdue y otros funcionarios sostuvieron reuniones con Trump, instándole a no firmar una orden ejecutiva de retirada de Estados Unidos del TLCAN.

Perdue incluso trajo un apoyo a la Oficina Oval: Un mapa de los Estados Unidos que ilustraba las áreas que serían las más afectadas, particularmente de la agricultura y las pérdidas de manufacturas, y destacó que muchos de esos estados y condados eran comunidades de “personas que votaron por Trump en noviembre”.

“Esto demuestra que tengo una gran base de agricultores, lo cual es bueno”, recordó Trump. “A ellos les gusta Trump, a mí me gustan, y voy a ayudarlos”.

Para el miércoles por la noche, Trump, que pasó casi dos años como candidato en contra del acuerdo comercial, había desistido, afirmando que las conversaciones con sus asesores y las llamadas telefónicas con los líderes de Canadá y México lo habían hecho reconsiderar su decisión.

Al comentar sobre su conversación del miércoles por la noche con el presidente Mexicano Enrique Peña Nieto, Trump compartió que: “Me dijo: Realmente apreciaría si pudiéramos negociar en vez de terminar, porque la terminación pone en marcha muchas cosas que podrían ser bastante devastadoras para mucha gente de la región”.

La declaración de Trump de retirarse del TLCAN, seguida de su cambio repentino, fue la última de una serie de cambios de política y grandes reconsideraciones en un “frenético” avance de su día 100 de gobierno, que muestra a un presidente desesperado por hacer notar victorias tangibles y ofrecer la impresión de que avanza con pasos firmes.

Era también otro ejemplo de la tensión que por una parte mostraba un populista ardiente, mismo que tomó como estandarte la promesa de hacer grande a Washington de nuevo, y por otro lado, el hombre de negocios pragmático que está impaciente para aciertos a su trayectoria y que es influenciado fácilmente por un grupo de amigos, directivos y altos mandos ejecutivos,  muchos con colmillo en Wall Street.

Otros dos ejemplos: Trump anunció que no tacharía a China como manipulador de divisas, luego de que durante meses prometió hacerlo desde el primer día de su presidencia. Declaró que la OTAN “ya no es obsoleta”, después de sostenerlo por meses durante su campaña.

Él amenazó con llegar al cierre del gobierno con la propuesta de su muro fronterizo, sin embargo terminó retirando su solicitud de financiación. Encargó a su equipo que redactara una revisión profunda del código tributario de la nación para anunciar repentinamente, sorprendiendo incluso a sus propios asesores, que esperaba que la propuesta fuera lanzada dentro de días.

De alguna manera, al acercase a la famosa marca de los primeros 100 días de su presidencia, es posible que  Trump esté comenzando a encontrar su equilibrio, concentrándose en cuestiones que siempre lo han animado: el comercio, y otros que cautivan su lado de negocios: impuestos. Al centrarse en cuestiones de comercio y economía, Trump ha regresado a un territorio más familiar y confortable, el populismo nacionalista que lo ha definido desde los años ochenta.

“El presidente ha tomado una perfecta posición respecto al TLCAN, porque aunque la gente sabe que  considera negativo el tratado, está abierto a negociar”, dijo el Jefe de Gabinete Reince Priebus.

A diferencia de su primer intento fallido de reemplazar la ley de atención de salud del presidente Barack Obama, Trump y su equipo están poniendo todo su empeño y  actividades como sea posible dentro de la Casa Blanca en temas como estos.

Pero el enfoque ha preocupado a muchos de sus aliados más cercanos, en Capitol Hill, en K Street y en el extranjero. Ha mostrado ser un presidente que a menudo parece más interesado en los logros a corto plazo (y en conseguir titulares positivos en los medios) que objetivos de política a largo plazo.

 

 

 

 

 

Texto completo en The Washington Post / Foto: Archivo APO

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



Escribe un comentario