Julio Patán

24 HORAS

Tal vez la palabra que sintetice mejor el incipiente sexenio sea “normalización”. No me refiero a la “normalización” del abasto de combustible, que hay que ser de veras muy ingenuo para pensar que se va a conseguir pronto. La normalización a que me refiero es esa que, como nos enseña la historia del siglo XX, destruye las democracias y las economías en que se sostienen, por deficientes que sean unas y otras. Lo de la gasolina puede tener la virtud de recordárnoslo.

¿A qué me refiero? A que, de pronto, parezca normal formarse sólo tres horas en una gasolinera, es decir: al racionamiento. A que la explicación de ese racionamiento sea diferente cada día. A que la responsable, Rocío Nahle, le diga al Presidente en la conferencia mañanera que sí, en media hora nos proporciona los datos de compra de combustible que “no tiene a mano”, y días después los datos sigan sin aparecer. A que el director de Pemex sea un ingeniero agrónomo sin la menor experiencia en ese campo. A que el jefe de finanzas de Pemex diga flow cash frente a los de la banca gringa, la reunión sea un desastre y el Bank of America recorte el pronóstico de crecimiento de México a 1%, es decir, a la mitad que ese “crecimiento mediocre” que tanto criticaron el Presidente y sus economistas afines en sexenios pasados, y a años luz del 4% que nos prometieron.

También, a que el motor del desarrollo, una expresión de por sí anticuadona, sean tandas, trenes y refinerías. A que se cancele una obra sin que haya evidencias de la corrupción que tanto denunciaron los perpetradores de la cancelación y se tiren 13 mil millones de dólares a la basura. A que un legislador proponga darle muerte al INE. A pactar con el PRI para militarizar al país.

Y es que no, no estamos ahí, pero, de Venezuela a Rusia, así, con la normalización de la incompetencia, de la no rendición de cuentas, de la mentira, una normalización perfectamente calculada por quienes gobiernan, sus opinadores a modo y sus pandilleros de redes sociales, es como se muere lo mejor que tienen los países, y a la larga los países mismos. Porque no, no es cierto que la situación de México en los años pasados no fuera susceptible de empeorar, y porque no, no hay señal alguna de que los problemas que efectivamente teníamos vayan a resolverse.

Va a ser un sexenio largo y agotador. Hay que empeñarse, en medios, en redes, donde sea, sin ceder al desaliento, en poner el dedo en el renglón. La alternativa es esa: ser el enésimo país que muere de normalización.

Ana Paula Ordorica es una periodista establecida en la Ciudad de México. Se tituló como licenciada en relaciones internacionales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tiene estudios de maestría en historia, realizados en la Universidad Iberoamericana.



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