PABLO HIRIART
¿Quién dice que la oposición no tiene cartas atractivas para vencer a Morena en la elección presidencial?
Es al revés. El que carece de opciones es el partido en el gobierno.
Las dos figuras que respalda el círculo compacto del Presidente, Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López, por sí solos no llenan ni una mesa de Sanborns.
En cambio a la oposición le sobran personalidades para ganar la elección. Digo ganar. Porque de eso se trata, de ganar.
Hay tres mujeres en la primera línea de la oposición que, en una elección legal y sin la intervención del gobierno, vencerían a Sheinbaum o al señor López.
Rosario Robles. Ha sido perseguida con crueldad por el gobierno de Morena. Pasó tres años en la cárcel por venganza personal del presidente de la República. Ahora la Fiscalía General anunció acciones penales contra los jueces que la dejaron libre. Le tienen pavor.
Cuando fue citada a declarar, muchos le advirtieron que no se presentara porque era una trampa. Que huyera del país. Nada debo, nada temo, dijo Robles. Se equivocó. Las autoridades federales le fabricaron un delito: una licencia de conducir falsa. Con ese delito armado desde el poder, la encerraron en Santa Martha.
¿De qué se le acusó? De una falta administrativa que no ameritaba prisión. Ella, en lugar de traicionar a quien le pidieran con tal de negociar su libertad, resistió en una celda donde sólo se podía bañar con una cubeta de agua fría.
Robles les sabe, a quienes hoy gobiernan, todas las mañas electorales y sus cañerías para financiamiento ilícito, controles clientelares, su pasado para llegar donde hoy están.
Es conocida, sabe hablar, no se achica ante nadie, tiene experiencia de gobierno y es una víctima. Candidataza.
Claudia Ruiz Massieu. Tiene preparación como ninguna de las dos corcholatas de Morena. Diputada, secretaria de Turismo, secretaria de Relaciones Exteriores y senadora.
En todos los cargos públicos que ha ocupado lo ha hecho bien, sobresaliente incluso, y no tiene una sola mancha en su carrera. Como canciller se opuso a la visita de Donald Trump, que a la postre fue uno de los errores más costosos que cometió el presidente Peña Nieto. Su oposición a recibirlo en México, a ella le costó el puesto y la mandaron al cementerio de Insurgentes Norte. Se rehízo.
De todas las cartas para asumir la Presidencia el próximo año, nadie tiene el pedigrí de Claudia Ruiz Massieu.
En momentos en que su partido se dobló al apoyar la militarización transexenal, la senadora alzó la voz para rechazar ese proyecto, en contra de la línea dada por el presidente del PRI, Alito Moreno. Igual actitud tuvieron Beatriz Paredes y Miguel Ángel Osorio.
Tiene valor, presencia, conoce el mundo, es articulada y ha estado en los primeros planos de la vitrina pública desde hace más de una década. Es una carta triunfadora.
Lilly Téllez. Quiero ver quién le ganaría un debate a la senadora sonorense. ¿Sheinbaum? ¿El señor López? Los hace talco.
Es la carta fuerte en las encuestas del PAN. Se lleva de calle a quien le pongan. Y no hay en este momento, en la política, una figura pública con más carisma que ella.
Un punto valioso a su favor es que fue lopezobradorista. Igual que millones de mexicanos que votaron por el actual Presidente y hoy están arrepentidos. Empatiza, pues, con un amplio sector de la población agraviado por las políticas públicas del gobierno de Morena, luego de haber creído en ellas.
Y Lilly expresa con claridad ese sentimiento de haber sido traicionada. No se calla ante nadie. A nadie le teme. Al contrario, el Presidente rompió la tradición de ir al Senado a la entrega de la Medalla Belisario Domínguez por temor a encontrarse con la senadora Téllez, según dijo él.
Arropada por un buen equipo plural, Lilly Téllez gana la elección del próximo año con la mano en la cintura.
¿No hay candidatos en la oposición?
Desde luego que sí. Y son cartas ganadoras.
Si abrimos el abanico, vemos que Beatriz Paredes sería un lujo de presidenta de la República. Y que Beatriz Pagés atrae a los sin partido, en una virtuosa sinergia con las agrupaciones de la sociedad civil.
Todas ellas ganan.
El problema está en que se prepara una elección de Estado.
Y que el grupo gobernante no va a entregar el poder, aunque pierda las elecciones.